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Mamá Cata, la mujer que transforma vidas

Catalina Escobar

Mamá Cata, la mujer que transforma vidas

Catalina Escobar

Emprendedora social


Creando oportunidades

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Catalina Escobar

Perdió un hijo pero se forjó a pulso el título de madre de miles de mujeres. Cuando a la edad de año y medio su pequeño Juan Fernando cae por un balcón y muere, emerge el torbellino Cata Escobar - como le gusta que la llamen -. La emprendedora decide enfocar su propósito vital en romper el ciclo de pobreza que sufren muchas madres adolescentes y crea la Fundación Juanfe, en honor a su hijo. “La Juanfe es el mejor laboratorio de humanidad”, asegura Escobar, que ha convertido la organización en un referente internacional para erradicar la pobreza extrema mediante un modelo de economía de desarrollo.

Catalina Escobar estudió Administración de Empresas en Clark University, institución de la que es doctora honoris causa, y ha estudiado especializaciones en economía en Estados Unidos, Europa y Japón. Por su trabajo como emprendedora social ha sido condecorada con la Orden Nacional al Mérito en Grado Cruz de Plata en el 2011, y tiene el prestigioso reconocimiento CNNHeroes. También ha sido reconocida como Emprendedora Social Destacada del año 2015 por el Foro Económico Mundial y obtuvo el World of Children Humanitarian Award. Es cofundadora y miembro de la junta directiva de Women in Connection y encabeza el capítulo para Colombia de International Women’s Forum. En ‘Más Allá’, su primer libro, comparte su historia personal y su experiencia sobre liderazgo transformador. “Hay que tener la determinación de pararse ante las injusticias sociales. Quedarse callado no vale”, sentencia Escobar.


Transcripción

00:14
Catalina Escobar. Hola, yo soy Cata Escobar, nacida en Colombia. Vivo en Bogotá. Tuve la oportunidad de trabajar en las empresas privadas. Estuve en el sector financiero. Y luego tomé la firme decisión de trabajar para la humanidad. Soy administradora de empresas. Tengo un «minor» en economía, tengo un MBA, estudié en Europa, estudié en Estados Unidos y me gané una beca para estudiar en Japón. Pero, lo más importante, vivo para servirle a la gente. Yo viví en Cartagena tres años, ya tenía un hijo y me di cuenta de que Cartagena, aparte de que es hermosa, es de las ciudades con las mayores disparidades sociales de Colombia y de América Latina. Me vinculo con un hospital público pobrísimo hace 23 años y me aterró la corrupción, me aterró la parte más dura, más cruel, de la pobreza y la miseria de Colombia. Yo lo he visto todo. He visto la muerte, he visto la enfermedad, he visto la corrupción, pero, sobre todo, cómo la gente llega a la miseria sin que a nadie le importe. Y empecé a hacerme cargo. Y lo hice de manera responsable. En este hospital público había tres camas por habitación y tres mujeres por cama. Yo atendí partos y los médicos se volvieron mis mejores amigos. Empecé a entender también a las almas más bondadosas. Si venimos a este mundo, realmente es a servir, a ser felices y a aprender. Mi nombre es Cata Escobar y hace 23 años le declaré la guerra a la pobreza.

02:35
María. Hola, Cata, mi nombre es María y, primero, me gustaría darte la enhorabuena por esta carrera que llevas y por plantarle cara, como nos acabas de decir, a la pobreza en Colombia. Me gustaría preguntarte cómo, después de una carrera profesional tan exitosa a nivel empresarial, en la que llegaste muy lejos, hiciste este cambio tan drástico para fundar la Fundación Juanfe.

02:59
Catalina Escobar. Bueno, fíjate en algo, María. Yo cuando era muy niña tenía una empatía muy particular con la gente más humilde. A los 12 y 13 años yo traía a niños de la calle a mi casa, a compartir con ellos. Traía a cuatro o cinco. Yo guardaba los gorritos de los cumpleaños de las amigas y yo les enseñaba matemáticas. Pero lo más importante era celebrarles el cumpleaños, porque, si no tenían para estudiar ni para comer, menos para celebrar un cumpleaños. Y mis padres, mi familia, me lo aplaudían. Todo este tema social es el despertar de tu alma todo el día, todo el tiempo. Y todos lo tenemos. La única diferencia es que hay unos que le cierran la puerta y otros no. Yo nunca le cerré la puerta. La mejor manera de poder hacer un impacto social es a través de la parte académica. Si tú no tienes la formación, jamás vas a ser exitoso. Pero, además, como vengo de una familia hecha a pulso, mi familia me enseñó de valores, de trabajo, de honestidad, pero de mirar al prójimo. La formación es muy importante, porque, si tú no la tienes, ¿cómo vas a medir el impacto y cómo vas a crear el mayor impacto posible? Pero ¿mi carrera sabes también qué me enseñó? A cambiarme de gafas. Yo antes miraba con unas gafas azules, y luego tengo las amarillas. No hay manera de que yo vea azul. Y eso es lo que enseñó mi hijo Juanfe. Para que tú sepas y sepan todos, la Juanfe nace porque mi segundo hijo, Juan Felipe, a la edad de año y medio, se cae de un balcón en Cartagena y muere.

04:55

Pero, fíjate, unos días antes, en este hospital público, murió un bebé de unas dos semanas de nacido. Muere conmigo porque su mamá de 14 años no consiguió 20 euros para salvarle su vida. En ese momento en Colombia eran más o menos 60.000 pesos. Cuando la gente me dice: «Eso es imposible»… No, es posible. Es posible. Y eso es lo que hace que Cata Escobar, con determinación, diga: «Eso no lo puedo permitir». Porque a ninguno de nosotros, de los que estamos aquí, se nos muere un hijo por falta de recursos. ¿Cómo puedo poner yo mis talentos, mi energía, mi compasión al servicio de la humanidad, si no es a través de una buena parte académica? Yo me enorgullezco, además, de poder decir que soy una emprendedora social pura y dura. ¿Sabes qué significa eso? Que sé a dónde tengo que llegar, pero tengo que averiguarlo todos los días. Es abrir camino, es dar ejemplo. Y es gozar durante las batallas. Se nos olvida que la vida también es de gozo y la vida es de disfrutarla. Ah, ¿que te tienes que levantar temprano todos los días? ¿Que tienes que trabajar? ¿Que tienes…? Pero al final nosotros venimos al mundo a impactar. Nosotros no venimos a hacer daño. Si nosotros entendemos realmente el concepto de humanidad y de compasión, venimos a eso. La formación es maravillosa, pero, si no se tiene ni el carácter ni la compasión, no te sirve de nada. ¿Cuánta gente conocemos maravillosa profesional, pero almas frías? Pero también conocemos gentes muy compasivas y buenas. Pero necesitan también de una estructura para poder movilizar sus intervenciones y sus iniciativas e ideas. Yo todos los días trato no solamente de impactar a las personas, sino de ser una líder con propósito. Tenemos una gran crisis de líderes a nivel global. Si nosotros no desempeñamos un papel con propósito, vamos a pasar de aquí al otro mundo, como decimos en Colombia, sin dicha ni gloria. No, yo sí quiero, primero, morirme muy viejita. Significa que tengo mucho que hacer todavía. Y, segundo, quiero poder decir: «Hombre, le hemos transformado la vida a mucha gente». Y por eso vale la pena vivir, y por eso vale la pena trabajar para la humanidad.

07:56
Kevin. Buenas, Cata. Soy Kevin y me conmueve bastante tu historia, pero me gustaría saber cómo trabajas en tu fundación.

08:05
Catalina Escobar. Kevin, gracias. Miren, la Juanfe es el mejor laboratorio de humanidad. Nosotros empezamos hace 23 años, cuando Juanfe muere, pero yo me senté a estudiar lo que era el sector. Acuérdense de que en el año 2000 se promulgan los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Y eso me pone muy feliz porque eso era enmarcarme como en una industria, ¿sí sabes? Como en la industria… El sector de hidrocarburos, el sector financiero y yo decía: «Estamos en una industria». Empezamos a estudiar el sector y encontramos cosas dificilísimas. Primero, Cartagena tenía la mortalidad infantil más alta del país y la tercera en América Latina. El 68 % de la población de Cartagena estaba debajo de los niveles de pobreza. El 30 % de las mujeres que daban a luz eran niñas. De la población económicamente activa, el 85 % ganaba menos de dos salarios mínimos. Cuando tú empiezas a mirar factores de pobreza, dices: «Hay mucho por hacer acá». Pero te voy a ser muy sincera. Lo que para mí tenía más sentido era la mortalidad infantil, porque, claro, enterré un hijo y como que resonaba con eso. Y, cuando empecé a estudiar las estadísticas… Además, entiendan algo, no había Google. Me tocaba ir a las universidades, a las bibliotecas, a estudiar y a sacar libros. Pero me supe asesorar. Hay que saberse asesorar, uno no lo sabe todo. Y encontramos que Cartagena doblaba la media nacional. Mientras en Colombia morían 23 por 1.000 nacidos vivos, en Cartagena morían 50,9. Y, cuando averigüé la mortalidad infantil dónde estaba enfocada, pues era en el hospital público donde yo había estado un año siendo voluntaria dos días a la semana.

10:06

Morían de 780 a 790 niños al año en promedio. 2,3 niños diarios. Y el 90 %, lo que se llama la mortalidad perinatal o las muertes evitables, eso me impactaba. Y te cuento una buena anécdota que vi. Yo dije: «¿Dónde está el hospital, en el hemisferio americano, que tenía la mortalidad perinatal más bajita?». Estaba en Anaheim, en California. Y esta de acá, en el medio de su locura… Estar loco es maravilloso. Cogí un teléfono y me fui a Anaheim. Dije: «Hey, mi nombre es Cata Escobar. Tengo una idea». Y llegué y los médicos me dijeron: «Ven, te enseñamos». Y encontré el modelo, y el modelo era equipos de alta tecnología, personal médico de alto nivel, protocolos médicos, pero un sistema que te pague las cuentas. Dije: «Esto me lo puedo llevar a Colombia, pero creo que no soy el sistema». Chicos, en tiempo récord… Montamos primero la unidad de cuidados intermedios neonatales en este hospital. Y, ojo, en este hospital nacía la mitad de los niños de la ciudad. O sea, sabíamos que, si hacíamos algo ahí, íbamos a crear un impacto. En el momento que montamos la unidad de cuidados intermedios, la pasamos a intensivos. Pero nos encontramos con lo peor del problema. El 66 % de los niños que llegaban ahí no hacían parte del sistema general de salud en Colombia. Y ahí fue cuando dije: «Tengo que convertirme en el sistema».

11:55

Ustedes no se imaginan lo que es sentarse a trabajar con los médicos, tener los números y que me hayan dicho: «Cata, el costo promedio ponderado de salvar a un niño no supera los 200 euros». En ese momento eran 450.000 pesos colombianos. Y dije: «Eso sí lo puedo conseguir». Ahora, les cuento esto porque es divertido. Resulta que iba a cenar a casas de amigos y la gente decía: «Ah, Cata, ¿cómo vas en tu corazón? Enterrar a un hijo es muy duro». Y yo: «Sí, sí, pero ¿cuántos hijos tienes tú?». «Dos». «Cada hijo tuyo me va a salvar uno mío». A los seis meses ya nadie me quería invitar a ninguna parte, pero a mí no me importaba. Yo caminaba en la calle y la gente saltaba a la otra acera porque claro… Pero el dinero ni siquiera iba para mí. Y, cuando tú haces consecución de recursos para las demás personas, hay un gozo interior muy grande, porque sabes que te puede funcionar. Y empezamos a salvar niños, salvar niños, salvar niños. Los primeros seis, siete años, bajamos la mortalidad infantil total de la ciudad en un 81 %. Salvamos a más de 4.460 niños. Se me murieron 57, porque uno a uno lo conté, y yo sé que son los que me protegen y andan conmigo trabajando, no me cabe duda, liderados por Juanfe. Y ahí empezamos. Luego montamos una clínica, un centro médico para que esos pacientes tuvieran un seguimiento, tuvieran vacunación, crecimiento y desarrollo, sus madres pudieran tener una atención también médica. Y empezamos también a trabajar con niños que se llamaban los niños IRA y EDA: Infección Respiratoria Aguda, Enfermedad Diarreica Aguda, que era además producto de la desnutrición.

14:00

Trabajamos con más de 21.000 niños, sacándolos de la desnutrición crónica severa a niños sanos. Y en este centro atendimos a 204.000 pacientes. Solos, sin política pública, de manera exitosa. Amigos, no nos costó más de un millón de dólares este impacto. Y nos volvimos supremamente exitosos en algo que les quiero enseñar, en el Pareto. Hay una cantidad de entidades sin ánimo de lucro en el mundo que hacen trabajo de 80, esfuerzo de 80, dineros de 80, para ganar un 20 de impacto. Yo dije: «Eso no debe funcionar así». Por eso, los conceptos empresariales de dineros de 20, equipo de 20, esfuerzos de 20… Claro que los esfuerzos parecen mil, pero no. Para generar un 80 de impacto. Y eso fue lo que hicimos. Y fíjate algo. Empezamos a ser exitosos en eso. Pero después decía: «No estamos haciendo el trabajo completo, porque no estamos yendo a la raíz del problema. Estamos salvando niños, pero realmente le estamos tapando la boca a un volcán. Al final la lava va para otro lado». Y dijimos: «Vamos a la etapa anterior. ¿Por qué vienen así? Sus madres. ¿Quiénes son sus madres? Jovencitas. Niñas. Ahí es». Entonces, fíjense, por eso hay que tener humildad. Éramos exitosos de un lado, y cuando dijimos: «Muy bien, vamos a erradicar pobreza en madres adolescentes que vienen de la miseria, de la pobreza extrema», empezó a fracasar Cata Escobar.

15:56

Yo soy de las personas que dicen que el fracaso no es opuesto al éxito. Es el paso anterior. Porque empecé a fracasar en el modelo, no había manera que las sacara de la pobreza. Llovía y no venía ninguna a capacitarse. Decía: «¿Qué es lo que pasa?». Y aprendí varias cosas. Primero, cuando se trabaja por la humanidad no es detrás del escritorio, es adentro, en las comunidades y en los barrios. Mis diálogos con las personas. Y les cuento algo. La única manera para entrar a las comunidades en Cartagena es a las 06:30 o 07:00, porque los que están delinquiendo están dormidos, porque estaban delinquiendo el día anterior en la noche. Yo entro a esa hora. Es donde me siento segura, aunque la comunidad me protege, me acoge porque me conoce por tantos años. Pero empiezo a enterarme de cómo trabaja la gente, por qué piensan como piensan, por qué toman las decisiones que toman. Y empecé realmente a sacar ese modelo, porque viene del alma y de la construcción de las mismas personas. Kevin, fracasé al principio. Era un ensayo, error, ensayo, error, ensayo, error. Toda la parte médica la dejamos hace diez años porque ya la ciudad y el Gobierno empezó, digamos, a tener su dinamismo. Y hoy en día, Kevin, nos dedicamos a erradicar pobreza en madres adolescentes, y es un modelo exitoso, está replicado en varios países, ha sido premiado. Literalmente no duermo y no descanso hasta que no diga: «una más, otra más, otra más, otra más, otra más…». Y así llevamos 288.000 personas. Pero debo decir algo. Me siento orgullosa de ser la jefe o la líder de 193 personas con las cuales trabajo. Me enorgullezco y soy muy feliz. Kevin, gracias.

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“El fracaso no es opuesto al éxito, es el paso anterior”

Catalina Escobar

18:23
María. Buenas, Cata, encantada. Me llamo María. Primero, decirte gracias por todo lo que haces. Me estás conmoviendo un montón y todo lo que nos has dado a ver, que haces tanto, tanto, de verdad, por esas mujeres… Me gustaría saber qué es lo que ellas te han enseñado a ti.

18:40
Catalina Escobar. Fíjate que al principio, cuando empezamos este proyecto de erradicar pobreza en madres adolescentes, yo creía que por haber asistido a la universidad, títulos, iba a poder tener las grandes ideas para que ellas aprendieran. Pues la verdad es que es todo lo contrario. Ellas te enseñan de varias cosas. Primero, de ser feliz con poco. Y te voy a contar una anécdota, fíjate. En Colombia, el arroz con pollo es un plato que se come en cualquier hogar. Había una chica… Claro, yo dando la bienvenida a los nuevos grupos. Había una chica que me dijo: «Mamá Cata, ¿cuál es su mayor anhelo?». Y le dije: «Pues mi amor, en realidad tratar de tocarle la vida a las personas en la manera de lo posible. ¿Y tú?». Y me dijo: «Llevo muchos años que no como una comida caliente. Me encantaría comer un arroz con pollo». Al otro día le dije al equipo: «Hacemos la festividad del arroz con pollo y lo celebramos con ella». Es ínfimo. Cuando te dicen: «No como un arroz con pollo». Entonces te das cuenta de que tienes que disfrutar lo poquito. Puedes disfrutar también de estar con una buena amistad. Damos por sentado una cantidad de cosas… Ellas me han enseñado a disfrutar la vida. Otra lección que me han enseñado: a sonreír más en medio de la tristeza. Ellas, tú las ves y son… Les gusta bailar. Les gusta cantar. Y se acabaron de limpiar las lágrimas, ¿okey? Estuvieron en una terapia, una terapia de grupo. Y salen, se lavan ya, se renuevan en su espíritu y están listas para bailar, para sonreír, para tener una mejor actitud. Otra cosa que me han enseñado ellas: el amor incondicional. Porque… Las amo tanto… Me voy a poner a llorar otra vez. Las amo tanto… No sé más qué decirte.

21:32

Te voy a contar… Te voy a contar otra anécdota porque es, como suelo yo decir… Hace un par de años, nos vamos con unos amigos de «brunch» a un hotel, y estábamos en el hotel y tal y me atiende una gran chica y me dice: «¿Quiere otro juguito de naranja?». «No, muchas gracias». «¿Quiere un poquito más de café?». «No, mi amor, muchas gracias». Cuando después dice: «Mamá Cata, que si quiere un poco más de café»… Obvio, salto. ¡Qué alegría! Y le digo: «¿Quién eres tú, mi amor?». Y me dice: «Mamá Cata, yo entré a la Juanfe cuando estaba en el 2004». Y yo: «Anda, 2004, donde todavía ni el modelo funcionaba». Y me dijo: «¿Se acuerda de que yo entré de 11 años, abusada sexualmente por un vecino?». Y yo: «Ya me acuerdo de ella». Me dijo: «Usted me enseñó de algo. Primero, a valerme por mí misma. Segundo, a tener un propósito. Y mi propósito era y es ser una mujer que no me iba a victimizar, que iba a utilizar mi historia para poderla contar a los demás con valor y con entereza». Obviamente éramos todos en la mesa… «¿Y esta mujer de dónde apareció?». Y ahí supe, hombre, que hay que tocarle la vida a la gente. Bueno, te la encuentras 15 o 17 años después, o 20 años después, y dices: «Funcionó. Está funcionando». Por eso, María, trato todas las noches de acostarme a dormir… Bueno, además, pongo la cabeza en la almohada… Y al otro día estoy pensando: «¿Cuáles ideas? ¿Cuáles son las mejores ideas que puedo tener para enseñarles a ellas?». Y al final son ellas las que tienen las ideas, me las transmiten a mí, porque son ellas las que dicen: «No he superado tal». Entonces, ¿qué tenemos que hacer para que ella supere ese dolor? Nos cuestionan. Qué maravilloso es aprender todos los días y que se nos cuestione cómo podemos hacerlo mejor. Y, María, mira, nosotros no tenemos la verdad absoluta. Nosotros aprendemos como equipo, siempre, a poner la mejor versión de nosotros. Ellas nos obligan a eso. ¿Cómo puedo yo, como profesional, ser la mejor versión de mí misma? Y, al final, ¿sabes qué sucede? Tu alma se expande. Tu alma sonríe. Tu alma es una luz. Yo no me creo el glamur de mi cargo. Al contrario, yo soy una servidora. Yo vivo para servir. Dice el gran curso de milagros que venimos a tres cosas al mundo: a aprender, a amar y a ser felices. Y yo le pongo una cuarta: a servir.

25:38

Y la compasión es el medio más fantástico y el inmediato para que te lleve por esa vía de servir a la humanidad. Me han enseñado de otra cosa, que es una lección para todos al final. Ser generosos. El que es generoso no sufre. El que no es generoso es apegado y sufre. Está apegado. Que si le quitan algo… No, el que es generoso no sufre. Al contrario. Yo vivo muy desprendida. Cuido, obviamente, mis cosas, no es que ande como loca perdiendo todo, pero una persona generosa es una persona que transita por el mundo liviana, con sonrisa, con alegría, con propósito. Ellas son mis maestras. Y, además, me han enseñado a cuidar de mí misma. Porque, cuando una persona tiene problemas o enfermedades mentales, también es un espejo para mí de que debo cuidarme. Chicos, hacer dieta no es dejar de comer helado o chocolates, es ver a qué conversaciones entro, con quién me relaciono, con quién me rodeo, si me aportan a la vida. Muchas de las enfermedades mentales vienen de envenenarnos, de cierta manera de las redes sociales, de compararnos con otros. «¿Por qué no puedo tener ese cuerpo? ¿Por qué no puedo tener…?». ¿Sabes? Entonces, si nosotros logramos transitar limpios y transitar con amor, podemos pasar de esta orilla a la otra invictos. Me han enseñado de humildad, María. Cuando yo voy a las comunidades es muy duro lo que se ve ahí. Es muy fuerte lo que se ve ahí. Y te tienen que aterrizar todo el tiempo, porque, aunque la Juanfe tiene magníficos logros a nivel mundial, lo que decía, no nos podemos creer el glamur de la fama. Porque sé de dónde vienen ellas y sé además los fracasos que yo he tenido. Hay que guardar humildad. Otra cosa que me han enseñado ellas. De excelencia. Trabajar bajo la excelencia. Porque vienen unos recursos de donantes, vienen empresas, vienen gobiernos a hacerle una apuesta a la Juanfe. Y son ellas las que te dicen: «hazlo lo mejor posible», bajo la premisa de la excelencia. Porque es la manera donde las sacas más rápido adelante. Ellas son un espejo permanente para nosotros. Y no lo digo solamente yo. Mi equipo. Esos son los diálogos que tenemos en el equipo. Cómo ellas nos exigen a ser mejores bajo el concepto de la excelencia.

29:28
Alejandra. Hola, Cata. Mi nombre es Alejandra y me parece un proyecto increíble, de verdad, pero entiendo que tiene que ser difícil de llevar a cabo y me gustaría preguntarte cómo… ¿Tienes una manera especial de trabajar o cómo lo haces?

Mamá Cata, la mujer que transforma vidas - Catalina Escobar, emprendedora social
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“El día que perdamos la compasión perdemos nuestra humanidad”

Catalina Escobar

29:45
Catalina. Alejandra, te voy a contar algo que te va a aterrar. La gente piensa que el peor del problema es estar embarazado y ser pobre. No. Comenzando el 2023 hicimos el estudio de nuestra línea base en promedio para Cartagena y Medellín, que es nuestra intervención en Colombia. El 56 % de nuestras niñas se querían suicidar. Y, cuando una niña intenta suicidarse de 12, 13 o 14 años, fracasamos todos como sociedad, porque no hemos hecho el trabajo suficiente para poder atenderla y poder intervenir y hacer una oferta de amor y de bienestar. Así las recibimos, Alejandra. Y entran a lo que es el modelo, que dura dos años. La primera fase dura seis meses, que es la más fuerte, la más dolorosa, la más dura, porque es donde hay que drenar su alma, si es que vienen abusadas sexualmente. Vienen con ideación e intentos suicidas, y no porque tengan antecedentes químico-depresivos, sino es producto de la violencia y del desamparo y del abandono. Y tenemos que trabajar esas almas en el amor propio, en su proyecto de vida, en hacerse respetar como mujeres. Mucha gente habla del empoderamiento de la mujer. Corre y empodera. Es dificilísimo. Por eso el modelo es superfundamental, porque empoderar a una mujer significa darle unas herramientas muy efectivas pero de autorreconocimiento. Y no es de victimizarse, es de autovaloración.
31:45 ¿Ustedes no han conocido la cantidad de personas en el mundo que pueden tener mucho dinero y poder, pero a la vez rotas en su alma? Yo prefiero gente que tenga muchas veces la escasez económica, pero rica en su corazón. Y eso es lo que hacemos nosotros, darles ese poder con unas herramientas que sean para ellas efectivas. Eso lo hacemos al primer semestre la mayoría del tiempo, y luego empezamos en ese semestre a trabajar toda la estructura técnica. Porque tenemos también que capacitarlas en unas herramientas técnicas para que tengan autonomía económica. Se gradúan de ese primer semestre. Eso es lo que nosotros llamamos las «victorias tempranas». Les hacemos una graduación, una ceremonia, porque nunca se han graduado de nada. Nunca han tenido un reconocimiento. Se gradúan y luego entran a una segunda gran fase que dura un año. Y ahí es donde empezamos a trabajar muy fuerte todas las capacidades técnicas. Desarrollamos unas carreras técnicas de acuerdo a lo que nos pide la ciudad. No nos vamos a inventar otra cosa diferente a lo que pide la ciudad en materia de demanda y oferta en el mercado laboral. Pero seguimos transversalmente toda esa parte emocional y psicosocial. Finalizan ese año y ahí hay una graduación con toga y birrete, porque además están certificadas para el trabajo.

33:38

Y luego llega la última fase, que es el Centro de Empleo y Oportunidades, porque tenemos que cumplir una promesa de valor, y es pasarlas de la pobreza extrema a la clase media, y solo lo hacemos a través del empleo formal. Amigos, en Colombia, el 58 % es empleo informal. No es posible. Y nosotros tenemos la vacuna contra la pobreza, porque las pasamos de la pobreza extrema a la dignidad en dos años, y cuando las entramos a los empleos formales ya empiezan de manera digna y maravillosa a ganar sus propios dineros para sostenerse. Pero eso no para ahí, Alejandra. Tenemos también la manera de que las que quieran seguir estudiando en la universidad… Tenemos becas. Yo me siento muy orgullosa de poder decir que, así como tenemos mucamas en hoteles que llevan siete años, que les va bien, ya tienen su casa, también tenemos chicas profesionales, psicólogas, administradoras de empresas, instrumentadoras quirúrgicas. Y cuando tú las ves que vienen… O me las encuentro, porque me las encuentro en todas partes. Me dicen: «Mamá Cata». A mí me dicen «mamá Cata» y yo ya como que tengo una autorrevolución de amor. Me dicen: «Ya tengo casa propia. Ya tengo una moto para mí». ¿Ustedes qué creen que siento yo? Soy la madre de muchas mujeres. Pero les digo algo que también me hace muy feliz. Cuando tú tienes una idea y la idea te funciona y puedes medir el impacto, lo único que quieres es que se replique en una cantidad de países, en una cantidad de poblaciones, porque este modelo les da tal vez la única oportunidad que ellas reciben en la vida. Y debo decirte algo, Alejandra. Nosotros somos proveedores de bienestar para ellas. Les pagamos su transporte, les pagamos su alimentación, les pagamos su capacitación. Y puede llegar el viernes y se entristecen, porque saben que el fin de semana no van a comer. Cuando vienen las vacaciones, se entristecen, porque saben que la Juanfe es su hogar, y tienen que ir a ese entorno agresivo y terriblemente nocivo. Pero eso va a ser parte del plan. Nosotros no tenemos hogares de paso. No, ellas vienen todos los días como si fueran al colegio. Este año, nuestro impacto va a ser 9.900 personas en Cartagena y en Medellín. Además, trabajamos con la población femenina, mujeres víctimas del éxodo venezolano. Imagínate. Pero mayores, de 22 a 44 años. Chicos, imagínense la alegría que es el modelo de la Juanfe para madres adolescentes, que rompe ciclos de pobreza, al servicio de otras mujeres. Entonces, Alejandra, el modelo es un modelo que sirve no solo para el embarazo adolescente y las chicas en extrema pobreza, sino funciona de manera amplia para otro tipo de mujeres.

37:37
Judith. Hola, Catalina. Mi nombre es Judith. Te quería preguntar que, al hacer este modelo del que nos hablas, cuáles fueron las realidades que encontraste.

37:46
Catalina Escobar. Bueno, Judith, hace poco me hicieron una entrevista y me dijeron: «¿Qué es lo más fuerte que has visto tú, Cata?». Y dije: «Si tú quieres ser una persona en desgracia en Colombia, debes nacer niña y pobre. Si te quieres ir peor, afro. Pero, si te quieres ir aún peor, indígena. Ahí sí no hay ninguna oportunidad». Lo primero que te tengo que decir es que la realidad de las mujeres del mundo en estas condiciones, no solo las colombianas, ha sido primero de abandono. La sociedad las ha excluido. La violencia es imperante. El hambre. Te voy a hablar un poco de las condiciones de las mujeres del mundo y específicamente en Colombia. Colombia, hoy, es el segundo país, después de México, en la OCDE de mayor índice de embarazo en adolescentes. Colombia, hoy, tiene la tasa de mortalidad infantil más alta en los países de la OCDE, y el segundo nefasto lugar de mayor índice de violencia en contra de la mujer. Y es que, chicos, somos el 51 % del total de la población global. Ningún país va a ser sostenible si dejamos la mitad de la población atrás, conformada por mujeres y niñas. Esto es una estadística global. Cuando una niña cursa un año adicional en secundaria, sus ingresos futuros se incrementan de un 15 a un 25 %. Cuando una niña se educa, va a tener cada vez menos hijos y va a ser más responsable acerca de su sexualidad. Porque ese es otro tema. Encontramos en estas comunidades una problemática muy grave. Promiscuidad. Encontramos otra estadística muy dura, y es, mientras las mujeres somos el 40 % de la fuerza laboral del mundo, solo poseemos el 1 % de las empresas a nivel global. Porque las mujeres somos una ficha clave de cambio. Y te lo digo de verdad. Manejamos mejor los consensos. Muchas veces somos criticadas por ser «bossy», pero en realidad somos mujeres que tenemos más sensibilidad. Cuando una mujer trabaja, inyecta el 90 % de sus ingresos a su hogar y a su comunidad, versus el 32 % de los hombres. Hay una cantidad de estadísticas globales que nos ayudan a entender que entre más inviertes en la mujer tienes mayor desarrollo social sostenible. Imagínate que yo soy una feminista amorosa. Debemos integrar a los hombres, a la comunidad LGTBIQ+, a la conversación. Nosotros tenemos una historia que no ha permitido que evolucionemos más rápido, pero no importa. Estamos aquí para avanzar en un ecosistema donde todos pertenecemos. Nadie puede ser excluido.

41:39

Mi hijo mayor, de 26 años, una vez me dijo, fíjate: «Mamá, yo respeto infinitamente a las mujeres», pero ¿cómo es de increíble cuando uno quiere cortejar a una mujer y le abre la puerta del carro? O puedes invitarla a cenar». Hey, no perdamos eso. No perdamos esas buenas costumbres de caballero, ¿sabes? Pero sí podemos ser mujeres tiernas y a la vez tener voz. Podemos ser contundentes y a la vez acariciar. No se nos olvide nuestro lado femenino, como también tenemos nuestro lado masculino. Tú puedes ver una Cata Escobar absolutamente con carácter, liderando unos temas supremamente delicados en mi país y, a la vez, una mujer que abraza, que comprende, porque no podemos perder la compasión, Judith. El día que perdamos eso perdimos nuestra humanidad. El feminismo ha sido bueno, pero no hemos podido llegar ni avanzar en la velocidad que queremos, porque a veces entre nosotras no somos solidarias. Hay envidias. Y nosotras debemos aprender a sonreír más y a elevar el argumento, sin tener que usar la violencia o destruir las calles para tener nuestra propia voz. Yo he marchado. Yo he marchado varias veces en Colombia y en Estados Unidos, elevando mi voz, pero sobre todo elevando mi argumento. Los verdaderos cambios sociales que envuelven estos temas…

43:43

Es a través del consenso, cómo podemos trabajar las políticas públicas, cómo traemos a la mesa más y mayor conocimiento. Jamás vas a ver a Cata destrozando los bienes públicos. Que eso se desvirtúa. Quiero contarles algo muy divertido que me dijo uno de mis hijos. Me dijo: «Mamá, menos mal que no eres afgana, porque ya te hubieran fusilado y te hubiéramos perdido». Y le dije: «Mi amor, nos falta mucho por avanzar. La pandemia nos hizo perder el impulso que veníamos». Y te voy a contar una cosa. Esto lo dijo la gran Gloria Steinem, una líder feminista maravillosa americana. Dijo, porque todo se puede medir: «Si las mujeres americanas de Estados Unidos ganaran exactamente igual a los hombres en cargos idénticos, estarían ganando 400 billones de dólares». Se inyecta a la economía. De ese nivel es. Entonces… Mi Judith linda, debemos aprender a generar consensos por igual. Veo chicos acá que les agradezco inmensamente me escuchen. La madurez viene en tumbar los estereotipos, en romper los paradigmas, en respetar a las mujeres por lo que son y valorarlas por lo que son. O por lo que somos. Fíjense en algo. Como humanidad, hemos cometido muchos errores y tenemos un inconsciente colectivo que es dificilísimo. Cuando un padre le dice a la hija: «Es que el fútbol es para los hombres». O «las chicas van a la cocina». O «calladita te ves más bonita». O «no grites tanto». Y resulta que no es gritar, es dar nuestros argumentos. Y eso hay que tumbarlo. Nuestras madres también eran machistas. También nos decían: «Los chicos a la calle, a las niñas a la casa». No. En realidad todos convivimos en la misma naturaleza. El respeto, el amor, es fundamental.

Mamá Cata, la mujer que transforma vidas - Catalina Escobar, emprendedora social
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“Mujeres y niñas somos el 51% de la población global, ningún país va a ser sostenible si dejamos a la mitad de la población atrás”

Catalina Escobar

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Zoe. Hola, Cata. Me llamo Zoe. Hemos visto que has estado trabajando con muchas mujeres y que has escuchado y has visto que tienen muchas historias inspiradoras. ¿Nos podrías contar alguna?

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Catalina Escobar. Zoe, ¿te imaginas 23 años? Te voy a contar de dos. Una se llama Gina. Gina fue abusada sexualmente por su padre durante seis años. Llegó con varios intentos suicidas a la Juanfe. Y ella entendió que era su única oportunidad para cumplir sus sueños. No solo fue una excelente alumna. Hoy en día es abogada. Y es una gran litigante a favor de los derechos de las mujeres. Dime qué orgullo. Te voy a contar de otra que se llama Daniela. Esa para mí es durísima. Daniela viene del Chocó. El Chocó es una población supremamente pobre del Pacífico colombiano. Ella viene porque va a ser reclutada por la guerrilla de las FARC. Se escapa con su hermano y se van en una chalupa. La chalupa es un barquito que va del Pacífico a Cartagena. Llega a Cartagena, se van donde una tía y a la semana la tía la saca y le dice: «Tú eres una carga muy grande». Porque, pobrísima, ella sabe que ella está embarazada. Su hermano decide devolverse al Chocó, porque claro, aquella necesidad tan horrible, en hambre… Su tía la saca de la casa y empieza a dormir en la calle. Y Dani se dice a sí misma: «Yo no puedo sobrevivir así. Yo no puedo traer una criatura en esas condiciones». ¿Tú sabes lo que es andar en los barrios en Cartagena a las dos de la mañana? Te matan. Entonces ella buscaba. Salía a las dos de la mañana y buscaba que alguien pudiera matarla, porque ella no quería sobrevivir. Y, como no lo lograba, se abalanza a un taxi para que la atropellara. Y pensar que ese era el ángel. El taxi paró. La recogió y le dijo: «Esta noche duermes en casa». Y al otro día la dejó en la puerta de la Juanfe. Le dijo: «Este es tu lugar». En Cartagena se nos presentan 1.600 jóvenes para 150 cupos. ¿Qué quiere decir eso? Que queremos a las más pobres, las más vulnerables, pero las que sabemos que lo pueden aprovechar. Entran en unos procesos bastante fuertes. Dani entró. Dani entró. Llego yo a Cartagena… Porque yo vivo en Bogotá. Llego a Cartagena y llego a conocer el primer grupo de jóvenes. Cada seis meses entran grupos. Y, de repente, vuelvo a mi oficina y me dice una persona de mi equipo: «Quiero que conozcas a una persona en particular». Y me presentan a Danielita. Danielita, flaca, flaca, flaca. Y me dice mi equipo: «Vive en la calle». Casi me muero. Casi me muero. Aunque la Juanfe no destina recursos para temas de alquileres, de… Dije: «Lo pago yo. Yo lo pago». Le hicimos un «shower» en el equipo. Le compramos ollas, le ayudamos a arrancar.

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Fue la mejor alumna. Yo le dije: «Dani, mira que estamos aquí para ti». Ella dijo: «Tú nunca te vas a arrepentir. Nunca te vas a arrepentir de Daniela». Dani fue alumna distinguida. Fue la mejor. Se graduó. Entró a trabajar. Le cumplimos la promesa de valor. Primer empleo formal. Entra a trabajar en una cadena de restaurantes de pollos fritos. Dura siete años. Aplica a la carrera de Administración de Empresas. Y me escribe un día, me dice: «Mamá Cata, me quiero ir a Canadá a estudiar inglés, porque yo sé que si tengo el inglés me van a pagar mejor». La tenía clara. Hace seis meses, siete meses, se gradúa de administradora de empresas. Me manda un video hermoso y me dice: «Soy ciudadana canadiense. Estoy trabajando. Ya me gradué como administradora de empresas». Esas son las historias que digo yo: «Me puedo levantar todos los días feliz, en entusiasmo». Pero también te debo decir, Zoe, que la mayoría de las jóvenes tienen superbuenas historias de éxito, pero también hemos perdido otras. Y te voy a hablar de una también. Melissa, de Medellín, una chica que a los 12 años ya era habitante de calle, consumía drogas, había tenido dos abortos y toma la decisión de quedar embarazada y de retener un tercer embarazo. Adicta. Llega a la Juanfe. Me la presentan. Yo soy de las que trabajan casos muy particulares y los apropio. Empieza a trabajar con nosotros y ella ve una gran oportunidad. Pasa todos los ciclos. Los dos años de la Juanfe los pasa limpia. En el momento que empieza a hacer las prácticas empresariales, nos llaman sus jefes y nos dicen: «Tenemos que sacar a Melissa». Porque la ven consumiendo, raspando ladrillo e ingiriendo. La perdí. Ella dijo: «Vuelvo al bajo mundo». La perdí. La perdí. Es importante contar las historias bellas, pero también las historias duras, porque es la realidad de las mujeres y niñas del mundo. Gracias, Zoe.

54:13
Julia. Hola, Cata. Me llamo Julia y quería decirte que te admiro mucho y a tu historia. Y quería hacerte una pregunta: además de tu hijo, ¿en qué te has inspirado y por qué?

54:24
Catalina. Julia, no es casualidad que tú me hagas esta pregunta. Tengo dos grandes líderes que me inspiran. El primero, un hombre. Se llama Martin Luther King. Solo he visto sus películas, he leído sus libros. Pero él tiene una frase que dice: «Moriremos el día en que callemos ante las cosas que importan». Julia, yo no solamente dirijo la Juanfe, yo tengo que liderar. Yo no puedo ser cómplice de lo que veo. Yo no tengo ningún problema en pararme con fortaleza a defender a los niños, el derecho de las mujeres, y él me ha enseñado de eso, a no temer y a decir las cosas con educación, con firmeza, con argumentos, pero también con amor. Y la segunda persona se llama Pat Mitchell. Pat es mi mentora. Es la suerte más grande que he tenido. Está entre las 50 mujeres más importantes de Estados Unidos. Una gran periodista. Ha ganado un montón de Emmy Awards. Fue la primera mujer presidente de la cadena pública PBS. Pero lo más importante de Pat es la manera cómo las mujeres debemos transitar para influir a otras mujeres. Me ha enseñado de mentoría, me ha enseñado a elevar mi estructura, me ha enseñado a ser muy amorosa, pero sobre todo me ha enseñado a tener determinación. Y eso todo se puede mezclar al final. Porque ¿sabes? Afuera nos están esperando. Afuera, en mi trabajo, me están esperando. ¿Cómo puedo llegar mejor, más acertada y más amorosa?

56:24
Elisabeth. Hola, Cata. Me llamo Elisabeth. Encantada. ¿Qué mensaje de esperanza o motivación dirías a las personas que quieren seguir tu ejemplo y que quieren dedicar su vida a ayudar a los demás?

56:42
Catalina Escobar. Además, eres joven. Estoy lista para contarte tantas cosas… Pero yo creo que un mensaje fundamental en esto es… No esperen a que les suceda una tragedia para tomar acción. No tienen que esperar. Ustedes pueden tener muchas herramientas hoy, ya, en este momento, para trabajar por los demás. Ten compasión. Si estás en un aeropuerto y hay una chica limpiando el baño, háblale, salúdala, pregúntale cómo está, si tiene hijos. Nadie las determina. Si vas por la calle y ves un barrendero… «Buenos días». «Buenas tardes». Haces una diferencia increíble. Si vas en el auto, no te robes el pare. Puedes hacer pequeñas acciones éticas. El día que estés trabajando, págale bien a la gente. Trátala bien. Es que las grandes cosas son estas, son las pequeñas. Sonríe a la persona que tú estás haciendo la compra, la persona que está en la caja registradora. Salúdala con amor. Dile: «¿Cómo estás hoy?». Tú no sabes qué pasa en el alma de esa persona en este momento. No sabes si está pasando por un mal momento, y es posible que cuando esa persona llegue a la casa diga: «Hubo alguien que me dio una sonrisa y no pasé desapercibida». Es lo único. Y, de resto, traten de hacer el bien a los demás, pero tengan también, como digo yo, la determinación de pararse frente a las injusticias sociales y tener voz. Quedarse callado no vale. Puedes hacerlo bien así, joven, o lo puedes hacer a través del desarrollo de tu vida. Bueno, quiero darles un agradecimiento muy especial, primero por escucharme y segundo por entrar en este mundo, que lo he tenido por 23 años. Sé que los llevé en un viaje emocional. No me disculpo por eso, pero sé que a partir de hoy en algo les habré cambiado la vida. Gracias por su cariño. Gracias por su corazón. Gracias por su tiempo.