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Los abuelos y el maravilloso equipaje de toda una vida

Arturo Pérez-Reverte

Los abuelos y el maravilloso equipaje de toda una vida

Arturo Pérez-Reverte

Escritor


Creando oportunidades

Arturo Pérez-Reverte

Arturo Pérez-Reverte es escritor, periodista y miembro de la Real Academia Española. Durante más de veinte años fue reportero de guerra en algunos de los conflictos más duros del siglo XX. Esa experiencia marcó su mirada sobre el ser humano: una visión lúcida, ética y despojada de ingenuidad.

Autor de novelas como El club Dumas, La tabla de Flandes o la saga de El capitán Alatriste, su obra explora los dilemas morales, la memoria histórica y el valor individual frente a la adversidad. Su literatura reconoce la dignidad, la lealtad y el honor como formas silenciosas de resistencia e impulso de toda acción humana.

Pérez-Reverte reivindica la lectura, la cultura y la curiosidad como herramientas para comprender un mundo lleno de matices y contradicciones. Para este gigante de la literatura contemporánea, leer y vivir son dos maneras de aprender a distinguir el bien del mal sin perder la decencia.


Transcripción

00:00
Arturo Pérez-Reverte. Me llamo Arturo Pérez-Reverte, durante 21 años fui reportero en países en guerra de ahora de hace 35 escribo novelas. Tengo 74 años. Estoy bastante lejos de vosotros generacionalmente. Pero bueno, os conozco, tengo una hija, bueno, os conozco bien. Y se, tengo la certeza de que este es un momento difícil. Os han educado para un mundo que no es como el que os contaron cuando erais pequeños, ¿no? Y ese contraste, esa sorpresa, esa desilusión, a veces crea rencores, crea tensiones, crea amarguras, crea rebeldías, crea incertidumbre, ¿no? Pero bueno, nos ha pasado a todos. Al final se normaliza. Pero es una época, la vuestra, muy interesante, porque está lleno de defectos y virtudes y eso es muy bueno. Y es muy interesante por un novelista o el periodista que fui, muy interesante de observar. Sois a veces una pesadilla de muchos padres o ellos son la vuestra, pero podéis ser algo diferente y muy importante. La generosidad, el valor, el coraje, la resolución, la dignidad. Yo he visto muchas veces jóvenes en situaciones extremas. Los he visto de vuestra edad, chicos y chicas, pelear, luchar por ese peligro, porque un chico joven es más peligroso que un adulto. Los adultos reflexionan más, tienen más experiencia y ven las cosas de lejos. Los chicos son más impulsivos, ¿no? Reaccionan de otra manera en lo bueno y en lo malo. Yo siempre he tenido más miedo a un chico joven armado que a un soldado veterano armado. El chico joven es imprevisible, es más honrado. A un soldado veterano lo puedes camelar, lo puedes sobornar, le puedes tomar el pelo, puedes engañarlo. Un chico que cree tener el mundo claro en la cabeza es muy difícil llevártelo al huerto. He pasado muy malos ratos, me han hecho sudar muchas veces, chicos de vuestra edad. En abril del 77, ¿que ninguno habíais nacido, ¿no? todavía ninguno de vosotros? Estuve una semana en Teseney, en Eritrea, con unos guerrilleros que atacaron un pueblo que se llamaba Teseney. Y esa mañana vi a los chicos hacer cosas extraordinarias. Chicos de 17 años, 16, 15, 18. Y por la tarde los vi hacer cosas horribles a los mismos chicos. Matar y morir, ¿eh? Quiero decir con eso que este es un momento en el cual quien os observa, quién tiene las lecturas o la vida o la tranquilidad para observaros con detenimiento y aprender de vosotros, descubre cosas muy interesantes sobre sí mismo y sobre el mundo.

03:15
Arturo Pérez-Reverte. Eso es un material de estudio muy notable. Y he aprendido mucho de los chicos y le he tenido mucho miedo a los chicos también. Sois peligrosos y maravillosos, sois generosos y terribles, sois egoístas y sois heroicos, ¿no? Depende del momento y eso os hace un material, como he dicho, muy curioso. Justamente mi novela la que estoy escribiendo ahora que se publicará dentro de un año si la termino bien, es un chico de 16 años, protagonista precisamente, un chico de vuestra edad, de vuestra generación. Un chico de ahora que descubre a través de un hombre mayor, del mar y de un barco y de un montón de cosas, descubre cosas que convierte su desprecio hacia los adultos, su suficiencia intelectual frente a un mundo de adultos que desprecia y que no le gusta porque piensa que es un fraude, empieza a ver que los adultos también tienen cosas interesantes y que en momentos de crisis, descubre, ¿no? Eso es una novela de aprendizaje de un chico que aprende a ver el mundo, a mirar, ¿no? Pues eso es mi novela nueva. Así que bueno, estoy muy mentalizado. Tras esa breve introducción que espero no haya sido muy pedante, pero creo que era honrado decirlo, estoy a vuestra disposición para las preguntas que tengáis que hacer y responder a lo mejor que pueda.

04:57
Juan. Hola don Arturo, soy Juan. ¿Cómo describiría usted Alatriste para una persona como yo que nunca se ha leído una de sus aventuras?

05:04
Arturo Pérez-Reverte. Alatriste es un hombre muy interesante para un chico como tú. De hecho, en la novela hay un personaje que es joven, como tú. Se llama Iñigo Balboa, que es amigo de Alatriste y aprende la vida con él. Este es un personaje que ha tenido fe, ha creído en cosas, ha creído en palabras que le han enseñado de jovencito, como honor, religión, patria, bandera. Y después se ha visto que mucho canalla y mucho sinvergüenza se camuflan bajo esas palabras y que son la excusa para mucho bellaco. Entonces Alatriste ha tenido que reconstruir una ética personal después de haber, ha perdido un montón de ilusiones y de fe y de palabras con mayúscula, ¿no? Entonces, para un joven, ver Alatriste significa ver cómo alguien puede sobrevivir. O sea, cuando uno pierde las palabras, las grandes palabras, se queda como huérfano, ¿no? Necesita ideas a las que agarrarse. ¿Pero en qué creo? No creo en la bandera, porque aquel canalla se envuelve en ella. No creo en Dios, porque aquel sacerdote que decía tal es un hipócrita. No creo en el político, no creo en… ¿Qué hago? Entonces Alatriste ha hecho una ética personal con palabras que no engañan nunca, que son dignidad, valor, lealtad. Entonces Alatriste es un buen ejemplo, es una buena escuela, una buena forma de aprender qué es la vida. Incluso cuando la vida te despoja de ilusiones, siempre quedan cosas por las que luchar y por las que pelear.

06:40
Ana. Hola don Arturo, soy Ana. Escribió la primera novela de Alatriste hace casi 30 años. ¿Cómo diría que ha cambiado el personaje desde la primera novela hasta esta última, ‘Una misión en París’?

06:50
Arturo Pérez-Reverte. Se ha hecho más viejo, como yo. Y yo, mi vida, mi diario, un escritor es una mirada, una forma de mirar el mundo. Uno escribe lo que ve y su mirada es la que hace que sea original o no sea original. Entonces claro, cuando tienes mi edad y tienes menos futuro que pasado, miras hacia atrás y ves los remordimientos, las cosas que hiciste mal te vienen, te acompañan, ¿no? Alatriste es más oscuro, más amargo, porque recuerda lo que hizo mal. Era un mundo muy duro. Era un soldado en el siglo 17, un mundo duro, cruel. La gente se mataba con facilidad. No había como ahora principios morales y éticos como los actuales, eran muy diferentes. Él llegó a cortarle la cara a una mujer que lo engañó. Le cortó la cara siendo joven a una mujer, le rajo la cara y la mujer terminó de prostituta por culpa de eso, ¿no? Ahora él mira hacia atrás. Él no es un héroe en absoluto. Tiene un montón de rincones oscuros. Los ha tenido siempre, ¿no? Pero ahora tiene más. Ahora mira hacia atrás y al recordar esos remordimientos lo vuelven sombrío, oscuro, ¿no? Es más, triste no es la palabra, es más amargo. Yo tengo ese remordimiento. Cuando era reportero hice cosas de las que no estoy orgulloso o no hice cosas que debía haber hecho. Otras las hice bien, pero otras las hice mal. Ahora miro hacia atrás y veo esas cosas y digo: “Bueno, aquel niño, aquella mujer, aquella tal, aquel soldado, aquella vez que lo hice o no hice o dejé de hacer, esa chica con el coche y no paré porque tenía que transmitir el telediario a las tres y no paré, y ese niño me hizo así para que parara y no paré. Entonces todo eso ahora te viene y eso te acompaña de una manera amarga. Entonces Alatriste ha heredado de su autor esos remordimientos, esa oscuridad esa mirada sombría hacia un pasado que uno siente, del que no siempre está orgulloso. En ese sentido, mi edad me beneficia porque he hecho un Alatriste más real, más humano, que envejece de una manera más creíble, que es el héroe de corazón puro, que todo lo ha hecho maravillosamente bien. Ninguno de mis héroes tiene el corazón puro. Ninguno de mis héroes es blanco o negro. Todos tienen el corazón gris. Hay cosas buenas y cosas malas. Todos han hecho cosas buenas y cosas malas. Y es quizá porque su autor, claro tuve la suerte que viví una vida muy violenta cuando era joven. He leído mucho, escribo, me permite reflexionar. Entonces con todo eso, digamos, todo eso, hay personas que se benefician de eso: de esas lecturas, de esa vida y sobre todo esos recuerdos que, como les digo, insisto, no siempre son agradables. Hay noches que estoy, todavía ahora, ¿eh? y me pasa todavía, me despierto, oigo ruido, pum, pum, pienso que estoy en Sarajevo o en Beirut o tal. Me levanto, doy una vuelta a la habitación, ahora no fumo, antes fumaba, enciendo un cigarrillo y vienen, te vienen, ¿no? Y tienes caras, situaciones, olores, gritos, cosas. Y eso, bueno, eso atormenta pero también es verdad que permite ver la vida de una manera más… Por eso cuando ves la tele o oyes a la gente que habla y tal dices: “Bueno, deberíais saber esto de allí, ¿no?

10:04
Arturo Pérez-Reverte. no me contéis.” Por eso es tan importante para un chico joven leer y vivir. Cuanto más lees y más vives, cuando vienen después a contarte milongas, a comerte el tarro, a engañarte: “Para, que sé de que estamos hablando, no me cuentes historias.” Te dejas engañar menos. Pues la cultura no es un elemento estético para presumir, no no, es una herramienta defensiva. Cuanto más culto eres, cuanto más has mirado, has vivido, has leído, cuanto más te has preocupado de ver el mundo a tu alrededor, eres menos manipulable, menos engañable. El mundo es un territorio peligroso lleno de hijos de puta. Está lleno de hijos de puta, lleno. Que intentan siempre venderte el reloj falso o engañarte o lo que sea, ¿no? Y si estás prevenido, no desconfiado porque hay gente muy buena también, pero si estás lo bastante lúcido, vas bien y te engañan, entonces os recomiendo que no os dejéis engañar mucho. Con vosotros tengo un problema siempre con los chicos, porque por una parte tengo la tentación de deciros la verdad de las cosas, ¿no? La verdad dura y cruda que no siempre es agradable. Por otra parte, tengo la contención de saber que no puedo deciros ciertas cosas, ¿no? Porque hay ilusiones que deben ser demolidas por vosotros mismos. Antes he dicho que el mundo es un lugar muy peligroso, lleno de gente mala. Y es verdad. Pero también hay mucha gente buena. Y el estar prevenidos para distinguirla es importante. Alatriste tiene un poco esa función, las novelas de Alatriste. Es como un chico joven que se llevó algo del amigo de Alatriste va aprendiendo a distinguir el bien del mal, lo bueno de lo malo, a veces descubre que el bien y el mal están juntos, no son tan diferentes o eso es otra cosa muy interesante. Eso de que el bien y el mal hay una línea que los separa es mentira, es mentira. Las mismas personas pueden ser malas y buenas el mismo día. Cuando alguien nos dice: “Esto es el bien y esto es el mal”, desconfiad siempre, desconfiad siempre. Porque la vida no está tan clara, todo es una gama de grises. Yo dudo, tengo contradicciones, no estoy seguro y tengo 74 años y una vida larga y una biografía concreta, libros. Y aún así todo. Y continuamente me estoy cuestionando, me estoy contradiciendo a veces, ¿no? Pues esa es la actitud. Por eso desconfiad siempre de aquel que lo tiene todo muy claro, aquel que dice: “No, esto es así.” Desconfiad siempre. A lo mejor es verdad, pero por si acaso ponerle un filtro de prudencia. Alatriste tiene esa función: acercar al lector, al joven lector,

13:09
Arturo Pérez-Reverte. era para mi hija, mi hija tenía 12 años, y enseñarle que el mundo es un lugar, un paisaje difuso, un paisaje incierto donde caminas a tientas, donde te vas encontrando gente que te ayuda y gente que te fastidia, gente peligrosa y gente buena donde vas descubriendo las herramientas para defenderte. Alatriste es una novela de aprendizaje y de amor. Si uno lee Alatriste, las novelas de Alatriste, despacio, fijándose en lo que lee, descubre que hay un montón de claves. No porque yo sea muy listo, sino porque he vivido lo suficiente para dotar mis personajes con esas experiencias. Yo he vivido y he ido echando en la mochila cosas buenas y malas, cosas que hice yo, que veía hacer a otros buenas y malas. Todo está ahí. Y para mi novela lo voy sacando y con eso construyo mis personajes. Pero bueno, pues por eso es la utilidad de Alatriste es esa, ¿no? Es conocer un poco mejor al ser humano, conocer también la historia de España, que somos lo que somos porque fuimos lo que fuimos, entender. Cuando vienen grandes acontecimientos, lo malo es no comprender. ¿Por qué ocurre esto, Dios mío, por qué tal? ¿Pero por qué un terremoto? ¿Por qué el incendio? ¿Por qué mi madre ha muerto? ¿Por qué mi padre? ¿Por qué el cáncer? ¿Por qué el SIDA? ¿Por qué el COVID? ¿No? Pero si has leído, si has vivido, si has escuchado, tienes mecanismos para comprender. Y cuando comprendes duele menos. Duele, pero duele menos. Es soportable. Lo malo es enfrentarte al dolor, al horror, al mal, sin comprender por qué ocurre. Por eso los niños y los perros me dan tanta pena. Un niño y un perro no entienden porque les hacen mal, un adulto si lo entiende.

15:08
Adolfo. Hola, don Arturo, soy Adolfo, profesor. Uno de los grandes temas en las novelas de Alatriste ha sido siempre el honor. Le quería preguntar qué es el honor para Alatriste. Y mas importante, qué es el honor para Pérez-Reverte.

15:24
Arturo Pérez-Reverte. Hay una frase de Larra, que como todos sabéis, es un periodista extraordinario del siglo 19, que dice: “Cuando necesitáis el honor hay que echarse a temblar.” El honor, se ha abusado tanto de la palabra, se ha prostituido tanto la palabra, se ha mistificado y se ha manipulado tanto, y se ha comprado y vendido tanto, que la palabra no es fiable. El honor, yo hace mucho tiempo lo substituí por la palabra dignidad, que me parece mucho más respetable. El honor ya no es fiable. Cuando alguien diga honor, desconfiad. La palabra dignidad es diferente. El honor, digamos, sin manipular, el honor de verdad, sería la actitud de un hombre, de una mujer ante la vida, ante su semejante actitud digna, serena, honorable. Pero yo digo que se ha abusado tanto que me he ido a la palabra dignidad. Una vez en Beirut, en el año 76, yo estaba con un grupo de guerrilleros cristianos que iban a matar, sacaron de la cama en pijama a uno de un bando enemigo, a uno que era musulmán. Iba en pijama. Un hombre de buena fe, bien, era un tipo que tenía negocios, era musulmán. Lo sacaron de la casa en pijama, despeinado, era de madrugada, delante de mí, “no foto, no foto.”

16:55

Lo dejaron delante de mí para fusilarlo. Lo mataron. Pero al pasar por delante de mí, el hombre iba, lo empujaron y el hombre hizo así, y se irguió y me miró como diciendo: “¿Ve usted estos bárbaros?” Y fue y lo mataron. Oí los tiros, no me dejaron hacer fotos. Eso es la dignidad, ¿no? mantenerte en situaciones extremas, en situaciones que la vida te exige

17:23
Arturo Pérez-Reverte. cierta manera de estar con una elegancia moral determinada. Eso es lo que yo entiendo por honor ahora. El honor es silencioso. La dignidad es silenciosa. El valor, la dignidad, las virtudes, las pocas virtudes que me han quedado y que admiro todavía, son silenciosas. No se alardea: “La patria, el honor, tal, arriba, Dios”. No. Es esa persona que está callada, joven o mayor, que no alardea de nadie, que cuando tiene que ponerse en pie porque le van a fusilar, o tiene que pelear o tiene que sacar adelante una familia, o tiene que lo que sea o hacer frente a su jefe en el trabajo es capaz de mantenerse erguido, digno y no servil y mantener esa dignidad hasta el final. Y la lealtad. Al final, con los años te das cuenta de lo que más, lo que más valoras es la lealtad. Amigos, amigas, gente que es capaz de, mi padre decía: “Los amigos no hay que ponerlos a prueba.”, decía mi padre, “porque te quedas sin amigos.” No le faltaba razón, pero siempre hay algunos que sí son amigos. Algunos superan la prueba, la lealtad. A vuestra edad la lealtad es muy importante. A vuestra edad el código de grupo es fundamental. Los chicos y las chicas. Los lazos de grupo son muy importantes porque al fin y al cabo necesitáis sentiros parte de un grupo, pues si no, el mundo se nos echa encima. Bueno, después ya la vida ya os irá disgregando, pero ahora todavía tenéis ese impulso generoso de ser fiel al amigo o a la amiga. Esa lealtad, si tenéis la suerte de que los años la mantengan, no la perdéis del todo, si con los años mantenéis todavía esa necesidad de ser dignamente leales a gente a la que respetáis, amáis o queréis, es una buena señal. Para mí, no sé si me he explicado, pero para mí ese es el territorio en el que se mueven las palabras honor, dignidad que a mí me importan. Las otras hace mucho tiempo que dejé de creer en ellas, no porque sean mentira, sino porque han sido tan sobadas, tan manipuladas, tan prostituidas, que han dejado de tener sentido, al menos para mí. Y en mi novela es justamente se benefician todos. En mi novela se mueven todos en esa zona gris, contradictoria, incierta, de quien intenta reunir los restos del naufragio para sobrevivir. Pero la palabra lealtad es importante, insisto. Y cuando el día de mañana os acordaréis de aquellos amigos que tuvisteis, os separaréis, la vida os separa, ¿no? Ya me pasó a mí, eso nos ha pasado a todos, ¿no? Os acordaréis con cierta melancolía de aquella época generosa de lealtades que parecían indestructibles. Más preguntas.

20:28
Adrián. Buenas, Arturo. Mi nombre es Adrián Ballesteros. Yo lo que quería saber es ¿qué tipo de libros de aventura pueden inspirarnos más a nosotros los jóvenes?, y ¿qué crees que podemos sacar de este tipo de literatura? Muchas gracias.

20:39
Arturo Pérez-Reverte. Muchos libros de aventuras de jóvenes se han quedado viejos ya. No sirven, ya no funcionan. Hay muchos de ellos que ya han perdido su momento, su público. Fueron hechas por gente que ha quedado caduca ya. Otros todavía aguantan bien. Hay un libro que siempre recomiendo, se llama ‘La isla del Coral’. Son tres chicos de vuestra edad que naufragan y durante un tiempo viven en esta isla los tres, ¿no? Y otra se llama ‘El señor de las Moscas’. Son dos libros que digamos que son dos maneras distintas de abordar el grupo en una isla sometido a su suerte, ¿no? Hay libros como ‘El guardián entre el centeno’. A otros chicos le gusta mucho. A mí me gusta, pero tampoco me vuelve loco. Pero es un libro que en Estados Unidos es un libro muy conocido y es un libro que hizo muy famoso a su autor. Si tuviera que recomendar, los libros que yo regalo digamos a los chicos hijos de mis amigos son, aparte de los Mortadelo, que son fundamentales, Mortadelo es fundamental y si no habéis leído Mortadelo, os lo habéis perdido, porque a vuestra edad eso de Asterix, Tintín, ese tipo de cosas, ¿no? ¿Es que sabes qué pasa? No me atrevo a recomendar. El mundo cambia. Mi generación era un libro de autores, eran fundamentales, fundamentales. Yo me crié con ellos, crecí con ellos. Marcaron mi vida. Ellos y el cine. Ahora es distinto. Vivís en un mundo diferente. Yo creo que ahora es el videojuego lo que tiene más interés para vosotros. Si yo ahora fuera joven, me dedicaría, si fuera escritor joven, me dedicaría a escribir guiones para videojuegos. Venga, La aventura siempre ha estado ahí. Cuando iban a cazar mamuts iban ahí Manolo, Paco y Pepe y volvían. Y Pepe, a Pepe lo mató el mamut. Aquí estoy yo, vengo con la chuleta, tal, y sentado en el fuego, a ver como fue. Nada, ya salimos con la lanza y Pepe le clavó la lanza y la gente está alrededor, allí, escuchando la historia. Son los primeros narradores, eran esos, ¿no? Los que habían ido a matar el mamut. Y a la gente le gustaba. Necesitaba saber porque así aprendían a matar mamuts cuando fueran ellos adultos. Necesitamos que nos cuenten cómo matar mamuts, que nos cuenten cómo se hace, cómo sobreviviste, cómo te la ligaste, cómo te lo ligaste, cómo lo hiciste. Porque así aprendemos. Y a vuestra edad hay avidez. Uno quiere tener esos mecanismos de conocimiento. Pero es verdad que el libro actual, el libro, ya no funciona como antes. Los soportes han cambiado, os aburrís, necesitáis algún tipo de relato más concreto, más adaptado al mundo en el que vivís. Creo que el videojuego es una buena forma de plantearse la narración, cómo será en el futuro. Hay videojuegos muy buenos, muy buenos. No sé, ‘Kratos’, no sé, ‘La princesa Peach’, no sé, los que seáis de videojuegos, tenéis un montón de referencias. Es una forma, además tú estás dentro del videojuego. Puedes matar, vivir, conseguir cosas, construir mundos, ciudades. Es un mundo fascinante que algunos chicos de vuestra generación se vuelven locos por los videojuegos, con razón.

24:05
Arturo Pérez-Reverte. Creo que el mejor relato, el relato para vosotros, y te lo dice un escritor, ¿eh?, el soporte del futuro es ese.

24:30
Gemma. Señor Pérez-Reverte, soy Gemma, profesora. Sé que es un apasionado del mar. ¡Zalata, zalata! ¿Si el mar fuera un maestro, qué diría que le ha enseñado?

24:43
Arturo Pérez-Reverte. Yo nací junto al mar. Crecí junto al mar. Vi pasar barcos en un pollo, yo me escapaba de clase y me iba al puerto a ver marineros, mujeres que fumaban y me hablaban de tú, ese tipo de cosas. Veía gente que bajaba con tatuajes, gente peligrosa. Yo tenía la edad más joven que ellos. Al mar venían barcos de países extraños, hablaban leguas que yo desconocía. Yo leía mucho también, yo leía y asociaba biblioteca, mar, puerto, Mediterráneo, un mar viejo y sabio el Mediterráneo, claro, un mar. Todo viene de ahí, ¿no? Tiene mil años de memoria escrita pero 7.000 o 10.000 de memoria real, ¿no? Entonces, y además el mar, navegué desde muy joven, navego ahora, desde hace 30 años navego en mi propio barco. El mar es muy peligroso, muy malvado. El viento lo hace más malo todavía. El mar te obliga a una cosa estupenda que es que te obliga a no fiarte nunca de nada. El mar inspira una saludable incertidumbre. En el mar tienes que estar todo el rato, cuando navegas, pendiente si viene un barco, si la tierra, si hay la costa cerca. Estás siempre en peligro. Y eso te obliga a estar todo el rato, es como un enemigo que está contigo. Esto te obliga a estar lúcido, mirando todo el tiempo, te obliga a estar despierto. Te obliga a estar preparado. El problema del mundo en el que vivimos ahora, a diferencia del de nuestros abuelos y bisabuelos y tatarabuelos, ellos entonces tenían más conciencia de que el mundo es un lugar peligroso. Sabían que había enfermedades, no había penicilina, que había guerras, había un montón de cosas, que la gente se moría joven y tal. Sabían que el mundo es un lugar inseguro y peligroso, hostil. Pero Europa evolucionó hacia un estado de bienestar tras una guerra mundial. Y entonces llegó un momento en el cual, bueno, pues, vuestra generación os hemos educado en la gran mentira de que el mundo es un lugar donde las reglas se cumplen, donde todo está ordenado y donde estáis a salvo y es mentira, no estáis a salvo. No hablo de paranoias, hablo de la saludable incertidumbre. De que saber que un error conduciendo una copa de más, un semáforo en rojo, un virus, tal, puede acabar con tu vida o con la de gente a la que quieres. Somos vulnerables en un mundo peligroso y conviene saberlo. Conviene recordarlo. Cuando yo era pequeño, moría el abuelo, la abuela y decían: “Venga, vamos a ver a abuelito.” Y el abuelito estaba tieso allí, en la tal, tú le dabas un beso, el abuelito estaba frío, lo besabas al abuelito, el abuelo se ha muerto, tal. Pero tu sabías que la muerte existía, ¿no? Ahora os han apartado, no digo a todos, pero a buena parte de vosotros, de la realidad: “No, no se traumatiza el niño, no, nada.” Y entonces cuando viene el golpe de la vida, viene el zarpazo,

27:47
Arturo Pérez-Reverte. a veces estáis indefensos, no sé: “Diablos, para esto no me habían preparado.” Ahí es donde la generosidad, el valor, el coraje suple la falta de información que tenéis. Por eso es bueno leer, mirar, escuchar a los abuelos. Ese abuelo que tal, que se le cae la moquita, que está viejo ya que tal, el otro que se hace pis encima o la abuela tal… No, no, no os equivoquéis, ese abuelo fue guapo, se ligó una señora guapísima, esa abuela fue una mujer inteligente, hizo un montón de cosas y vivieron guerras, lucharon, tuvieron vidas muy duras, hicieron cosas magníficas y sacaron adelante una familia. Tienen muchas cosas que contar. No esperéis a que se mueran, “ah, el abuelo se muere”, no, no, antes de que se muera preguntad: “Oye, abuelo, oye, mamá, oye, papá. ¿Cómo fue esto? ¿Cómo fue lo otro? ¿Cómo que tal? Que os cuenten lo que la maravillosa, el maravilloso equipaje que una vida lleva consigo, y estaréis más protegidos. A más información, más mecanismos defensivos. A menos información, más vulnerabilidad. Elegid. Podéis preguntar, saber, escarbar, mirar, curiosear. Cuando tengáis mi edad o la de algunos profesores vuestros, ya no podréis. Elegid, elegid. Más preguntas.

29:25
Miguel. Hola, don Arturo, ¿qué tal? Soy Miguel, profesor de Lengua y Literatura de estos jóvenes. Cualquiera que le siga, que haya leído sus novelas, pero también que le siga en redes sociales, sabe que es usted un gran amante de los animales, en particular de los perros. Yo quería hacerle una pregunta: ¿Qué podemos aprender de ellos? ¿Cómo fue ponerle voz a un perro en una de sus novelas? ¿Qué pueden sacar estos chicos de esa relación tan especial que se tiene con los animales y que los que tenemos perros sabemos?

29:54
Arturo Pérez-Reverte. Esa novela aunque es mía la recomiendo, ¿eh? ‘Los perros duros no bailan’. Es una novela policíaca en el mundo de los perros, contada por un perro. Y bueno, estoy contento con esa historia. Gracias por mencionarla. Antes he hablado de lealtad y al final a medida que la vida, me he ido despojando de grandes palabras. Y esa me la ha dejado intacta. Sigo creyendo en la lealtad. Y el perro es la lealtad. Pero es una lealtad en busca de una causa. Yo he tenido perros buena parte de mi vida. Mi hija, que es muy animalista y muy tal, me ha mentalizado también con ello mucho. Mi hija tiene ya 40 años pero la vi crecer y el perro me parece, es un símbolo para mí. A mí ya no se mojan los ojos con facilidad. Evidentemente, en una vida he visto cosas muy atroces y a uno se le seca el lagrimal, ¿no? Pero todavía, cuando el perro me mira, ahora tengo dos, y ya están viejos, ya pronto me tocará, como a otros, me tocará sacrificarlos. Tienen ya 15 años, son dos teckel, una recogida, otro comprado. Cuando se hacen esas cosas. Cuando me miran a veces me emociono, se me remueve por dentro, me pongo blandito como los caramelos sugus. No sé si existen los sugus todavía, pero bueno, blandito como ese tipo de caramelos. Y uno de mis remordimientos, antes he hablado de remordimientos que uno tiene en la mochila, unos remordimientos. Y todavía sueño con él, ¿eh? Y han pasado de esto 50 años o 40. Estaba en un sitio que se llama Bourj el-Barajneh en Beirut. El año 70 y, 80, más o menos. Ha habido un bombardeo, estaba todo arrasado, tal, muchos muertos, tal. Yo estaba haciendo fotos. Yo iba camino entre las ruinas. No había nadie. Una foto, pam, tal. Luego había también un perro que tenía una pata, la metralla, tenía una pata, estaba cojo de la pata de delante e iba a tres patas y medio y yo era el único ser vivo que veía en unos días. El perro se me vino a mí, le acaricié, cometí el error de acariciarlo. Y cuando me fui el perro me siguió, y en el camino el perro me seguía. Yo no podía llevarme el perro. Yo estaba trabajando en una guerra, estaba haciendo fotos. No podía. Y decía: “Vete.” Y el perro no se iba. Me seguía. Y le tiré una piedra, para que se fuera. Y el perro se quedó mirándome, pasando de la pedrada y se quedó quieto. Yo me fui. Y mientras caminaba, el perro estaba mirándome. Todavía ahora, me acuerdo cuando me miraba el perro. Me han mirado niños y adultos y mujeres… pero el perro lo tengo en la cabeza. Los perros son especiales. Más preguntas.

33:17
Javier. Señor Pérez-Reverte. Mi nombre es Javier, soy docente y una de las frases que más me gusta de capitán Alatriste versa, en definitiva dice que “no me queda sino batirme.” Teniendo en cuenta el público que tenemos, que es sobre todo joven, ¿cuáles son las cosas que cree usted que merece la pena batirse hoy? Sobre todo por el futuro de ellos y de todos.

33:43
Arturo Pérez-Reverte. Por aquello en lo que uno cree. Da igual que esté equivocado, al final todos estamos equivocados. Uno debe batirse, lo que no debe hacer es callarse, a esta edad quiero decir. Es la edad de la insolencia, el joven que no es insolente lleva mal camino. Tiene la obligación de ser insolente y de cuestionarlo todo, de rebelarse frente a las cosas que no entiende, de exigir que se las expliquen, de pedir cuentas porque después se hará mayor y ya se resignará a ser como todo el mundo. Después creceréis y os haréis así, yo os lo aseguro, acomodaticios, tal, por dinero, por trabajo, por lo que sea, por egoísmo, por miedo. Ya, pero ahora todavía no tenéis nada que perder. Podéis equivocaros y empezar de nuevo, es la boca buena. A esta edad yo ya no puedo equivocarme, vuestros profesores casi tampoco, vosotros sí. Tenéis un montón de momentos para empezar. Todo aquello en lo que creéis os defraudará. Todo. Pero no tiene nada que ver. Lo que es peor será no haber peleado por ello. Lo peor en la vida es decir, yo debí y no lo hice. Yo debí, debí, me callé, debí. Eso es lo peor. El peor remordimiento es ese, no pelear. La palabra pelear es fundamental. Tiene mala prensa, no, sí, pelear, pelear no es ni pelear. Pelear intelectual o físicamente también si hace falta pelear. O sea, hay que pelear. Tendréis muchas ocasiones para transigir, para resignaros, para aceptar con resignación, con fatalismo, las reglas del mundo y la vida. Pero ahora, tenéis sueños, tenéis fes, creéis en cosas, pues defendedlas. El joven que a los 16, 17, 18 años no pelea, será un adulto bastante aburrido. Hombre o mujer, hombre o mujer. Insisto, equivocaos, ¿qué más da? ¿Qué más da? Sed insolentes, educados. La educación es fundamental. Un buenos días, un por favor, un gracias o un no estoy de acuerdo, permítame decir que no, es fundamental. Ayuda muchísimo a la convivencia. A todo, ¿no? Es más, os da credibilidad, solvencia. Sed insolentemente educados o educadamente insolentes. Desafiarnos a tutorías, pues a tutorías. Y aplaudid al que va a tutorías por una buena causa, quiero decir. El que ha tenido el valor, porque a veces en clase hay uno que dice tal y sabéis que tiene razón. Pero los otros os calláis porque es muy malo, tal. Aplaudid el valor, aunque estén equivocados. El valiente, la valiente, el valiente, el que tiene el coraje de levantar la cabeza y arriesgarse,

36:50
Arturo Pérez-Reverte. merece respeto. Y si es uno que se ha equivocado, ¿no? Pues se habla, se discute… Pero sed insolentes. Sois el único, es la única, va a ser vuestra única conversación, lo insolentes que fuisteis de jóvenes y sobre todo, nunca hagáis mal innecesariamente. Ayudad a los débiles y que no se sientan solos. Si os ponéis a su lado frente a la misma clase, a lo mejor, ¿no?, con el tiempo os alegraréis de haberlo hecho. Lo peor de un adulto es avergonzarse de su juventud. Intentad estar orgulloso de vuestra juventud y os sentiréis mejor con vosotros mismos. Venga, más preguntas.

37:53
Alejandra. Hola señor Arturo, soy Alejandra y me gustaría saber si pudiese cambiar una única cosa en la educación, ¿cuál sería?

38:02
Arturo Pérez-Reverte. ¿En la educación?

38:03
Alejandra. Sí.

38:03
Arturo Pérez-Reverte. Hombre yo no soy un especialista, ellos lo son. Yo no. Yo eso lo veo desde fuera, ¿no? Pero como ciudadano, como tipo que escribe y que lee, como gente, un tipo que mira el mundo, creo que el mayor error de educación en España es prescindir de la historia. La historia es fundamental. La historia como asignatura. Una historia con buenos profesores. Y cuando hablo de historia hablo también de la cultura como historia, la literatura clásica, todo eso, todo lo que crea la herencia cultural de un país, la trayectoria cultural de siglos de un país. Cuando hablo de historia me refiero a eso también. Va incluido Quevedo, Calderón, Velázquez, Homero, también Homero es nuestro, Virgilio, Cervantes, todo. Y también nuestros personajes: Agustina de Aragón, Isabel la Católica, lo que queráis, Torrijos, Riego, Franco, Fernando VII que fue el rey más infame. También se aprende de los malos, y a veces más que de los buenos. Entonces, creo que el mayor error en la educación ha sido, la historia ha quedado, digamos, arrinconada, arrinconada, descafeinada, desnatada. En mi opinión, puede ser que esté equivocado. Y eso hace que los jóvenes lleguéis a afrontar problemas que creéis que son nuevos, cuando en realidad son problemas olvidados, ya habían ocurrido antes y ya había soluciones o no, pero el conocerlos permite afrontarlos en el presente con más entereza. Entonces, la historia bien contada, bien explicada, bien dirigida por profesores, es fundamental porque forma parte de esos mecanismos defensivos que decía antes. Saber que en España esto de ellos y nosotros no es de ahora, ni siquiera de la época de Franco y la República, ni siquiera de los de los franceses y los afrancesados, ni siquiera de los moros y los cristianos que ya había romanos y cartagineses. Es que los romanos tenían Sagunto y los cartagineses tenían Numancia. O sea, ya entonces… Entonces, leerte los textos que hablan de la vieja España, de la España antigua, conocer cómo llegamos hasta aquí. Alatriste forma parte de ese intento de recuperar la historia. Entonces, creo que la historia, al privar a los jóvenes de su propia historia, los están privando del conocimiento de su presente. Os han privado de mecanismos importantes para comprender el mundo en el que vivís. “No, la historia…” No, la historia es fundamental, fundamental. Entonces es lo que yo más echo en falta. Si yo fuese ministro de Educación, que no lo seré nunca, ni aunque me lo propusieran, de hecho una vez me sondearon y dije que por supuesto ni hablar. La historia sería la asignatura capital. Capital. La asignatura principal a mimar más, insisto, la historia con su compleja variedad cultural, literaria, artística. El como fuimos para entender lo que somos. Creo que el gran pecado educativo ha sido que la historia ha quedado marginada.

41:35
Chico. Hola don Arturo. Quería saber, ¿si pudieras tener una conversación con algún personaje histórico, quién sería y qué le preguntarías? Y ¿si pudieras hacerte amigo de un personaje de ficción, quién sería?

41:48
Arturo Pérez-Reverte. Quevedo y Cervantes. Me sentaría con ellos a tomar una copa con los dos. Me iría de cañas por Madrid por ahí o de fuera. ¿Sabes por qué? Porque los dos permiten entender muy bien lo que es España. Tiene lo mejor y lo peor de España. Los dos. Cervantes, que ha escrito como sabéis el Quijote y otros ejemplares y otras cosas, es la bondad, es su obra, es la nobleza del fracaso, la dignidad. Don Quijote es lo mejor de lo español. La entereza, la nobleza, la dignidad, su locura, que yo no creo que estaba loco, pero eso es otra cosa, de guiñarte el fracaso, el querer socorrer la bondad, el querer socorrer un mundo injusto, el ser insultado y befado por la gentuza que no lo comprende o lo desprecia. Porque todos desprecian lo que parece superior. Eso es una regla humana. Cuando algo es superior la gente intenta rebajarlo con la burla y el desprecio. Don Quijote encarna lo mejor de España: la nobleza, la parte digna y la parte honorable que hablábamos antes. Y Quevedo es lo contrario. Quevedo es un talento inmenso, una prosa cáustica, es venenoso. Tiene sonetos de una maldad. Compró la casa de Góngora para poder echarlo, que era su enemigo, se compró la casa de Góngora para eso. Quevedo es, pero es genial, tiene una prosa extraordinaria, una inteligencia, una cultura. Entonces Quevedo es la mala leche, la parte más ruin y más brillante, y más despiadada, y más cruel, y más espléndida de la literatura española y del carácter español. Y Cervantes es la parte serena y bondadosa. Con ellos dos sería una buena conversación. Y en cuanto a personajes de ficción, Sí, Don Quijote. Pero no para que hablara, ¿eh? Llevártelo, hacer así: “Venga, vamos a tomar algo una caña, una copa tal.” “No, no, no, no diga nada. No diga nada. No, no, no, es igual. No hace falta.” Estar a su lado, ¿no? Sentir el contacto con la dignidad, con la bondad. Fíjate, Cervantes es una cosa curiosa. El problema es que os dan a leer el Quijote, en los colegios. Y supongo que el Quijote a palo seco se hace duro de leer. Lo entiendo. Pero el Quijote bien leído o leído en los fragmentos más interesantes, con un buen profesor que sepa guiaros por él es un libro fascinante, fascinante.

44:51
Arturo Pérez-Reverte. Y ríete de Cervantes, que vivió el fracaso, triunfó cuando ya se iba a morir. Entonces triunfó su libro. Ya le daba igual, pero bueno. Y él estaba más orgulloso de haber luchado en Lepanto, de haber sido soldado en Lepanto que del Quijote. O sea, amo a Cervantes, amo a Cervantes. Así que bueno, esa pareja es, incluso como ficción y otro como ficción, también es el Athos de los mosqueteros, uno de los mosqueteros se llama Athos, que es el más serio, el más líder, el más todo. Que en esta novela aparece como personaje con Alatriste, se bate con Alatriste. Es un personaje que me gusta porque tiene fantasmas, bebe como Alatriste, tiene remordimientos, tiene zonas oscuras y las zonas oscuras, pienso, se aprende mucho de ellas. Mira cuento una cosa antes de terminar, para que veáis hasta qué punto las normas morales convencionales no siempre son útiles. En Angola, una de las guerras que yo conocí después de un combate en un hotel de mala muerte ahí perdido en el mundo, había un mercenario portugués que se llamaba Felipe que estaba torturando a un prisionero. Era un oficial y quería sacarle información que era útil para ellos. Entonces lo estaban torturando. Y lo oíamos gritar. Y el otro entró. Felipe entró sudando en camiseta, era portugués, a tomarse una cerveza con nosotros y me estuvo contando. Y en esa media hora con Felipe, al que le pagué tres cervezas, aprendí un montón de cosas. Me dijo que los inteligentes hablan antes que los tontos, porque el inteligente, él solo se come el tarro si lo dejas una noche pensando. Aprendí un montón de cosas en esa media hora. Yo me he reunido con muchísima gentuza en mi vida, con muchísima, con muchísima, porque era mi trabajo y aprendí de ellos. Entonces, recordad eso, se aprende de todos. Nunca rechacéis escuchar a un malvado, se aprende mucho. Y he aprendido muchísimo de los malvados, mucho.

47:24
Nuria. Don Arturo, mi nombre es Nuria Romero, profesora de Literatura y en sus obras los personajes son valientes, decididos, arrojados. Parece que no tienen miedo a nada. Mi pregunta es ¿a quién o a qué teme usted?

47:37
Arturo Pérez-Reverte. Bueno, en mi novela no son todos así. Algunos sí, otros no. Hay de todo. Algunos tienen incertidumbres, tienen tal, tienen miedo. Hay de todo, hay de todo, hay de todo. Lo que sí son mujeres muy seguras de sí, eso sí es cierto. Las mujeres en mi novela son mujeres, todas muy conscientes de que son soldados en territorio enemigo. También mujeres son heroínas que luchan en un mundo de hombres con reglas de hombres bajo un cielo sin dioses, sabiendo que no tienen retaguardia. Y eso las hace más duras, más crueles. Eso sí, las mujeres sí suelen ser así, en mis novelas. Los hombres no todos. Cuanto al miedo personal. A la edad que tengo ya los miedos se limitan mucho. Supongo que el miedo que tengo es a, yo creo que un ser humano debe morir como ha vivido, sería lo justo. El miserable como un miserable y el que ha sido decente como decente, ¿no? Yo he tenido una vida muy movida, me han pasado muchas cosas, y navego y bueno, tengo mi manera de ver la vida y el mundo. Mi miedo es a perder los papeles al final. Yo he visto morir a mucha gente, mucha. Callados, hablando, gritando y silencioso, con la tripa fuera, con las tripas adentro, de muchas maneras, ¿no? Y he pensado mucho sobre eso. Y hay agonías largas que hacen perder la compostura. Y no me gustaría perder la compostura. Mi miedo es a perder la compostura en la fase final. La vida es muy perra y nunca sabe uno lo que le va, lo que le depara la vuelta de la esquina, ¿no? Pero mi miedo es ese, el miedo que tengo de verdad es que mi final sea muy diferente a la vida que tuve. Y eso me da miedo de verdad. Fuera de eso, no. A ver, es que toda la vida la viví esperando al francotirador. Yo, mi primer muerto lo vi con 22, 21 años, cuatro más que vosotros. En Chipre, en el 74. Y me senté a su lado a mirar y estuve un rato mirándolo. Tenía polvo en los ojos. Nadie le quita el polvo a los muertos. Y desde ese momento, ya siempre pensé que podía a ser yo, ¿no? Entonces, toda la vida, viví mi vida pensando que yo podía terminar así. Pero eso lo asumes, lo asumes. Pero el miedo a perder la compostura, yo fui educado en la compostura. Fui educado, más que en valores ideológicos o intelectuales, en una manera de estar ante el mundo. Una manera de afrontar el dolor, la felicidad, el fracaso, el triunfo con ecuanimidad, con maneras.

50:54
Arturo Pérez-Reverte. Y toda la vida he intentado, eso fue la herencia de mi padre, de mis padres, ¿no?, equivocado no, mantenerte coherente en una línea, una manera determinada de hacer las cosas. Y mi miedo es eso. Mi miedo es al final terminar patéticamente hecho un pingajo sometido en manos de otros. Pero bueno, así es la vida, son las reglas, hay que asumirlas. Como habréis visto, estoy seguro de pocas cosas. Una cosa que he aprendido en la vida, que es que a medida que te haces mayor tienes menos certezas. Y eso es curioso. Cuando era joven tenía un montón de certezas. Estaba seguro de mil cosas, como vosotros, ¿a que sí? Estáis seguros, sabéis pam, pam, pam. Los padres, los amigos, los hermanos, el amor, el odio, todo. A medida que vas viviendo vas perdiendo certeza. Van saliendo inseguridades. Y ahora, con la edad que tengo, tengo muy pocas certezas y muchísimas incertidumbres. Y me gusta, por eso escribo novelas, precisamente. Con esa incertidumbre, con ese territorio gris e incierto, contradictorio, ¿no? A veces pensando cosas diferentes a las que creía hace 30 años, descubriendo cosas que no había visto, removiendo como he dicho antes remordimientos, recuerdos, imágenes. Entonces mi vida ahora es un estupendo revoltijo de incertidumbres. Entonces, hay dos cosas que me hacen mirar el mundo con interés cada mañana. A pesar de la edad que tengo. A parte de mí, a parte de de mi trabajo. Una es esa: a ver qué verdad me va a ser arrebatada hoy. Qué certeza voy a perder hoy. Y siempre hay una, y la otra que esa os pilla muy lejos pero es que yo nací en el año 51. Mis abuelos nacieron en el siglo IXX, mis abuelos. Fui educado para un mundo que ya no existe. Con lo bueno y con lo malo. Tenía cosas buenas y cosas malas. Pero era mi mundo, una Europa determinada. Mi padre siempre me decía: “Yo viví bajo Franco.” Mi padre era de esos republicanos, mi abuelo, bueno. Pero decía de educación: “Mira, tú, España es un accidente, tu eres europeo, Europa, el Mediterráneo, ese es tu mundo tú vienes de ahí. O sea, Homero, Dante, Virgilio, Tucídides, Jenofonte, Cervantes, Balzac, Stendhal, todos ellos, ¿no? Esa es tu patria. Tu patria de verdad. Esa Europa que nace en el Mediterráneo y que después se desarrolla y hace lo que hizo, ¿no? Llega la ilustración, y bueno, y se convierte con todos sus defectos y errores y terrores en el espejo del mundo para muchas cosas buenas.

54:09
Arturo Pérez-Reverte. Y ahora veo que ese mundo está siendo demolido. Que esa Europa desaparece, se deshace. Entonces yo que había leído tantas veces el final de imperios, Roma, Cartago, Bizancio, el Imperio español, el Imperio británico que he visto, yo por mi vida como reportero, he visto terminar también mundos, países, Yugoslavia, ciudades, gente, vidas, arder casas, bibliotecas. Ahora estoy asistiendo de una manera muy interesada, al final de un mundo que es el mío. Viene otro que será mejor o peor, viene el vuestro, que será mejor o será peor, eso ya depende de vosotros. Yo no voy a estar para verlo, así que no es mi problema. Pero veo el final de un mundo, ¿no? Veo el final de mi mundo, de los valores, de las referencias. Y no lo digo: “¡Ah!, No, no, no.” Lo digo sin dramatismo, lo veo con curiosidad: “Ah, mira, esto es nuevo, esto tal, ha cambiado, esto ya no vale, esto ya es así.” Y lo miro y digo: “Tal, mira el videojuego, lo que sea, tal.” Estoy con mi copa de vino en la ventana, mirando como los bárbaros saquean Roma, ¿no? Y comprendo a los bárbaros, que eso es lo interesante. La vida me ha permitido comprender a los bárbaros que saquean Roma. Es maravilloso estar en la ventana de tu casa, de tu biblioteca, viendo cómo arde Roma y comprender por qué arde y sentir ni odio a los bárbaros, ni rencor hacia ellos, ni miedo hacia ellos, ni simpatía por la gente, por los que están teóricamente actuando. Es una experiencia magnífica. Todo esto os queda muy lejos, lo sé. Pero bueno, ya que estoy aquí, quiero terminar con esto. Estoy viendo el final de mi mundo y el comienzo del vuestro que puede ser maravilloso. Será tan cutre como el mío, o sea será tan, al final será igual. O sea, una época buena y después, como todo, no pasa nada. Muy interesante ver cómo crecéis, como renunciáis a cosas que para mí fueron importantes, como abrazáis otras que para mí no importaban nada, como parte de mi mundo pervive en vosotros a través de estos señores que están ahí, que son quienes os transmiten ese delgado hilo que permite que la palabra, decir “¡Thalassa, Thalassa!”, no sea ajeno del todo a muchos de vosotros. Entonces la vida me ha dado el privilegio, como os digo, de ver terminar mi propio mundo. No acabo en la gloria, sino acabo en el final. En el crepúsculo. Hay una película que os recomiendo, se llama ‘El Gatopardo’. Está muy bien, es de una novela que es muy buena. Hay una serie de televisión que está muy bien también. La película

57:11
Arturo Pérez-Reverte. es de Burt Lancaster que ha muerto hace poquito y al final la película termina con un baile. Él es un viejo aristócrata siciliano, ha sido un hombre muy ligón, muy tal, muy dueño del mundo, muy poderoso. Y está viejo, enfermo y la chica guapa a la que él se habría ligado con 20 años menos, ahora ya se la cede a su sobrino porque él sabe que ella ya no pertenece a su mundo La belleza y el dinero, y el talento y el empuje de la juventud. Y el renuncia, se retira. Hay un baile final. Entonces, en ese baile, él está, baila con ella. El galante, Italia, todavía lo admira y lo ve, tal, los deja y él se va caminando por Palermo, fumando un cigarro hacia su casa, dejando la fiesta detrás. El príncipe Salina camina por la calle, pues sabe que su mundo ha terminado. Bueno, pues me siento así. Me siento como el príncipe Salina caminando hacia mi palacio para morir allí mansamente. Así que bueno, os deseo un futuro digno, adecuado. Os espera una larga caminata hasta encontrar el mar y volver a casa. O hasta caminar como el príncipe Salina por Palermo. Así que os deseo una larga y feliz supervivencia. Muchas gracias.