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Leonardo da Vinci: del mito al ser humano

Carlo Vecce

Leonardo da Vinci: del mito al ser humano

Carlo Vecce

Historiador


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Carlo Vecce

Es uno de los mayores expertos del mundo en la figura y la obra de Leonardo da Vinci. Con voz pausada, Carlo Vecce propone un apasionante viaje en el tiempo para descubrir la época de Leonardo. También para comprender al ser humano que subyace tras el mito del genio. Este profesor italiano trabaja directamente con los manuscritos, dibujos, códices y obras de Da Vinci. Revisando estos documentos, un día llegó a uno de los descubrimientos más importantes sobre la vida de Leonardo: su madre, Caterina, era una esclava del Cáucaso. Un hallazgo que impactó al mundo del arte y que, para Vecce, significó una comprensión más profunda del Leonardo más humano: “El legado que Caterina dejó a su hijo fue el espíritu de libertad. Toda su obra está dominada por el espíritu de libertad, Leonardo era un hombre libre, sin barreras ni limitaciones en su investigación intelectual y científica”, explica. En este viaje a las luces y las sombras del Renacimiento, Carlo Vecce explica algunas de las obras más importantes de Leonardo y de su legado histórico, tanto para el arte como para la ciencia. Según afirma: “Podemos traer muchas cosas de la época renacentista a nuestro tiempo, como los grandes valores humanistas, que deberíamos defender siempre”, concluye.

Carlo Vecce ha sido profesor en las universidades de la Sorbona y Los Ángeles, en el Institute of Advanced Studies de Durham y en la École Normale Supérieure de Lyon. Ha dirigido programas de cooperación cultural en India y China, y es miembro de la prestigiosa Accademia dei Lincei, donde encabezó un proyecto de reconstrucción de la biblioteca de Leonardo que condujo a la organización de exposiciones en la propia Academia, en el Museo Galileo de Florencia, la Universidad de Stanford y en el Instituto Max Planck de Berlín. Actualmente enseña literatura italiana en la Università Orientale de Nápoles. Es autor de numerosos ensayos, entre los que destaca ‘Vida de Leonardo’ (2025), considerada la biografía definitiva sobre Leonardo da Vinci y su novela ‘Caterina’ (2024), sobre la madre de Leonardo da Vinci.


Transcripción

00:15
Carlo Vecce. Gracias. Hola.

00:17
Público. Hola.

00:19
Carlo Vecce. Hola. Como sabéis, yo soy profesor. Profesor de la Universidad de Nápoles, en Italia. Soy un historiador. Un estudioso. Normalmente soy esa persona que trabaja con manuscritos antiguos, con documentos… Mi vida transcurre en el interior de una biblioteca, de un archivo. Pero también se trabaja mucho con la imaginación. Porque gracias a estos papeles, estos documentos antiguos, como los manuscritos de Leonardo da Vinci, podemos escuchar la voz de seres humanos, de personas que han vivido en el pasado, que nos lanzan mensajes incluso hoy en día. Y son mensajes importantes, que nos hablan de nosotros. Nos hablan de la humanidad, de los grandes valores que todos nosotros compartimos. Y después, tal vez lo más hermoso de la investigación histórica es que es como hacer un viaje en el tiempo.

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Es como tener una máquina del tiempo que nos permite retroceder siglos atrás y conocer a las personas del pasado en su vida cotidiana. Y esta es la increíble historia que me ha tocado vivir, porque me topé con Leonardo da Vinci. La realidad es que me topé en la vida con Leonardo da Vinci y también algunas otras personas muy importantes en mi vida. Así que, paremos un momento. Cerrad los ojos, tomad asiento en esta máquina del tiempo y volvamos al año 1462. Quizá sea primavera. Nos encontramos en Florencia, fuera de las puertas de Florencia. Imaginaos que delante de vosotros hay un chico que viene del campo. El campo de la Toscana. Este chico no sabe que vive en el Renacimiento. Nadie lo sabía en esa época, lo decimos nosotros, años después. Pero en ese momento este chico no sabe que se encuentra en el Renacimiento. Es un chico solitario. Es, como se decía entonces, un hijo bastardo, ilegítimo. No pertenecía a ninguna familia. Su abuelo ha muerto en la aldea donde nació. Una aldea cercana a Florencia, llamada Vinci.

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Y su padre lo está llevando a Florencia. Este chico comienza a entrar, a ver la ciudad la distancia. Visualiza la puerta de la ciudad y las murallas, porque todavía es un poco como en la Edad Media, es una ciudad rodeada por murallas. Hay soldados, hay alguien que está recolectando un impuesto, una gaviota al entrar… Hay caballos, caballeros, carros que entran en la ciudad. El chico entra en una larga calle. Estamos en la parte sur de Florencia. Hay un gran río que fluye a lo largo de la ciudad, el río Arno. El chico sigue caminando, siguiendo a su padre. Es el barrio más popular de Florencia, el barrio Oltrarno. Alrededor se encuentran numerosos talleres de artesanos y obreros. Es el barrio del pueblo, está repleto de gente. Imaginad y sentid los gritos, los ruidos, las voces del pueblo en el dialecto florentino. Hay una mujer cantando, desde una iglesia, un canto sagrado. El sonido de las campanas… El chico sigue caminando, nunca había visto una ciudad. Es un momento maravilloso.

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Casas de piedra, las hay también en los pueblos, pero más pequeñas. Aquí son edificios, casas altas. Para un chico de esa época era como ver los rascacielos de Nueva York. Los ojos de este muchacho se abren de par en par, llenos de asombro, maravillados. Hasta este momento, solo conocía el mundo de la naturaleza. Los árboles, los animales, las montañas. Y ahora está entrando en una ciudad: la ciudad de Florencia. Al final hay un puente y sobre este puente hay casas. Es el Ponte Vecchio de Florencia. Y tras este puente otros talleres, otros comercios, pero estos son ricos, riquísimos. Se encuentran los tejidos más espléndidos y más caros de toda Europa. Brocados, sedas procedentes del Oriente, joyas, talleres de orfebrería. Y, finalmente, una plaza con un palacio altísimo, con una torre aún más alta. El palacio de la Signoria de, donde trabaja su padre como notario. Y, más adelante una maravillosa iglesia con la cúpula más grande del mundo: la catedral de Florencia y la cúpula de Brunelleschi. El chico, Leonardo, ha entrado en el Renacimiento. Pero él no lo sabía, comenzará a descubrirlo poco a poco.

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Esta es la primera historia que podemos imaginar. Con la máquina del tiempo, hemos entrado en el mundo de Leonardo, un niño de diez años que llega por primera vez Florencia. Desde aquí podemos seguir toda su vida. Esto es tan solo un ejemplo. Quería haceros entender que esta también se ha convertido en mi manera de ver y de contar la historia: intento verla con los ojos de las personas que vivieron en esa época. E incluso cuando cuento la historia de Leonardo, yo sigo siempre imaginando que soy una persona que le está siguiendo, que está a su lado. En los primeros años, soy un chico como él. Luego su amigo cuando Leonardo se hace mayor. Y después, cuando Leonardo es viejo y famoso, yo imagino, y sueño a veces, que soy un joven alumno suyo. Que le pide al maestro: «Maestro, ¿me darías permiso para ser tu alumno? ¿Me enseñarías tus secretos?». Y, bueno, esta es también la historia de mi último libro la vida de Leonardo. Es un relato, pero un relato basado en su voz auténtica.

07:25

Y ahora me encantaría escuchar también vuestras preguntas. Gracias.

07:43
Liz. Hola Carlo, mi nombre es Liz. Usted ha revolucionado la historia de la investigación respecto a la madre de Leonardo da Vinci. ¿Puede contarnos qué ha encontrado en sus estudios?

07:55
Carlo Vecce. Gracias Liz, esta es una pregunta muy personal, porque no creo que haya sido yo quien ha revolucionado la historia de los estudios sobre Leonardo. Fue Caterina. Fue Caterina quien cambió la historia y también quien cambió un poco mi vida. Porque antes yo era un profesor tranquilo, un investigador tranquilo, y de repente, un día llegó Caterina. ¿Quién es Caterina? Caterina es la madre de Leonardo. Pero no se sabía nada de ella. Esto es lo increíble. Y, de hecho, cuando Giorgio Vasari escribe sobre Leonardo en su libro «Las vidas», no hay rastro de su madre. Es como si Leonardo hubiera venido directamente del cielo, una especie de regalo de Dios a la humanidad.

08:48

No se habla de la madre, como si no se necesitase una mujer, una madre. Más tarde se descubre algún documento. Resulta que esta mujer se llamaba Caterina, pero no se sabe nada más. Solo se sabía que Leonardo era hijo ilegítimo, porque su padre jamás lo reconoció. No tenía familia. Era un niño que estaba solo, completamente solo. Eso es lo que yo sabía hasta hace siete u ocho años. Pero entonces, un día, mis documentos habituales, me encontré ante una hoja en la que estaba escrito: «Yo, Piero, notario; el padre de Leonardo, libero a una esclava llamada Caterina». En este documento estaba todo. De dónde venía, quién era su dueña, dónde se encontraba, dónde vivía. Para mí fue todo un shock, un cambio que casi me conmocionó, no solo porque resolvía el misterio de los orígenes de Leonardo, sino porque, de repente, descubrí que esta era una historia de un gran sufrimiento, de violencia sobre un ser humano, de violencia sobre una mujer, una joven esclava llevada a Italia.

Leonardo da Vinci: del mito al ser humano. Carlo Vecce, historiador
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Entonces descubrí que tras la historia del Renacimiento existía también la esclavitud. Incluso en la espléndida Italia del Renacimiento había esclavos, había esclavas, mujeres jóvenes. Y la madre de Leonardo era una de ellas. Y eso también cambió mucho mi manera de ver la vida de Leonardo. Comprendí que en su interior había también un gran dolor, un sufrimiento, pero también un gran amor por esa madre que le había dado todo. Le había dado la vida y no podía darle otra cosa, no podía darle la cultura que no tenía. No sabía leer, no sabía escribir, tal vez ni siquiera sabía hablar bien italiano. Y yo a menudo llego a pensar, a preguntarme: «¿Cómo hablaba Caterina al niño? ¿En qué idioma hablaba?». El idioma de este pueblo provenía de las montañas del Cáucaso. Su lengua materna es la lengua más antigua del mundo. Era muy difícil, casi incomprensible. ¿En qué idioma hablaba Caterina? ¿Qué le cantaba para que se durmiera? ¿Qué nanas le cantaba Caterina? Por eso, no podía evadir la idea de la importancia fundamental de la figura de la mujer, de la figura de la madre, que ya había sido explorada por Sigmund Freud, y que, de hecho, aparece en toda la obra de Leonardo.

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En todos los cuadros de Leonardo la figura dominante es la figura de la mujer y siempre es la figura de la madre. Leonardo siempre nos cuenta la historia del amor entre una madre y un niño. La madre siempre es ella, Caterina y el niño es siempre el pequeño Leonardo. Pero también me hacía otra pregunta. «¿Qué le dejó Caterina a su hijo? ¿Cuál fue el legado de Caterina?». Seguramente su mayor valor, su mayor deseo, que era el de recuperar la libertad. Toda la obra de Leonardo está dominada por el espíritu de libertad. Leonardo es un hombre libre, no tiene ninguna barrera, ninguna restricción en su investigación intelectual y científica. Es la libertad. Pero seguramente Caterina también lo influenció transmitiéndole el amor por la naturaleza y también por los animales. Leonardo amaba muchísimo a los animales y las manifestaciones de la vida en todos sus aspectos. Eso no era algo normal en la Edad Media y el Renacimiento.

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En aquella época los seres humanos estaban todavía vinculados a una antigua concepción de dominio de la naturaleza, de guerra entre el hombre y la naturaleza, porque los hombres en la prehistoria habían vivido durante miles de años tratando de sobrevivir al enfrentamiento con la naturaleza. Leonardo es quizás uno de los primeros que empieza a decir: «No, la naturaleza es nuestra madre, no debemos estar en guerra con ella. Debemos amar a los animales porque son criaturas como nosotros, tienen sentimientos, emociones. Sienten alegría y también sufrimiento. ¿Por qué hacer sufrir a un animal?». Leonardo amaba a los animales y la gente a su alrededor pensaba que era un tanto extraño, un poco raro por este gran amor que sentía por ellos. Y ¿qué animales le gustaban más? Aquellos que son símbolos de la belleza, de la fuerza y sobre todo de la libertad. Los caballos y las aves del cielo. Leonardo amaba las aves. Le encantaba observar su vuelo, estudiar el movimiento de las alas, tratar de entender el gran misterio por el que un ser vivo consigue vencer la fuerza de gravedad, el peso que lo mantiene sobre la tierra, y volar libremente en el cielo.

14:45

Ese también fue su mayor sueño: el sueño de volar, de construir una máquina voladora. Pero el sueño de volar, ¿qué significa realmente? Es el sueño de la libertad.

15:03
Magaly. Hola Carlo, soy Magaly y quería preguntar: «Después de tantas décadas de investigación, ¿qué es lo que a usted más le fascina y por qué era considerado un genio?».

15:19
Carlo Vecce. Yo creo que quizás fue el aspecto que aún me sigue fascinando, pero que me atrajo desde el principio. Me empecé a interesar por Leonardo cuando yo todavía era un niño, con catorce, quince años, y lo que me fascinaba era que lo sentía muy cerca de mí, incluso casi como otro niño, otro adolescente. Y a lo largo de los años, cuando continuaba estudiando sus manuscritos y los documentos de su vida, descubrí que en el fondo Leonardo había permanecido siempre un muchacho, siempre siendo un niño. Esto para mí es algo extraordinario. Normalmente cuando nos hacemos adultos, cuando crecemos, nos gusta decir: «No, ya no soy un niño, he crecido, me he hecho mayor, soy una persona adulta». Pero Leonardo, en cambio, siempre ha permanecido siendo un niño porque conservó lo más bello de la infancia y de la adolescencia, es decir el deseo de aprender, y la maravilla y el asombro por todo lo que descubres del mundo a tu alrededor día tras día.

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Lo que Leonardo experimentó, el placer del descubrimiento, la curiosidad de ver el mundo con sus ojos, para mí esto quedó plasmado durante toda su vida. De hecho yo lo percibo en las páginas de sus manuscritos, incluso en sus últimos años, incluso cuando tenía más de sesenta años, era viejo y en la corte del rey de Francia. Pero él seguía siendo un niño, un muchacho, un muchacho de campo, como escribo en mi libro, «Vida de Leonardo». Él permaneció así toda su vida porque quería conservar una relación directa con las cosas, con la vida, con los animales, y quizás también conservar dentro de su corazón la relación con su madre, con el recuerdo de Caterina que llevó consigo toda su vida. Otra cosa que descubrí durante mis estudios es que la mayoría de los elementos que vemos en las obras de Leonardo nacieron en sus primeros años, sus primeros años de vida. Esos primeros diez, quince años entre Vinci y Florencia. Como por ejemplo, su forma de escribir.

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Leonardo era un hijo ilegítimo, se quedó solo en el pueblo y nunca fue a la escuela. Lo hacía todo solo. Era autodidacta y así fue como aprendió, primero a leer, y luego a escribir prácticamente solo, mirando a su abuelo que había sido comerciante. Y por cierto, era un comerciante que de joven había emigrado a España. El abuelo de Leonardo vivía en Barcelona y viajaba en barco a las Baleares, Valencia, hasta Marruecos. Un abuelo aventurero que quizás le contó al niño otras historias fascinantes como las que le contaba su madre, Caterina. Leonardo aprendió a escribir solo. Dado que era zurdo, usaba principalmente la mano izquierda. Así que como muchos zurdos, él invertía mentalmente la escritura y aprendió a escribir únicamente de derecha a izquierda y siguió escribiendo durante toda su vida como lo hacía de niño. Sus famosos manuscritos, los códices de Leonardo, que son miles y miles de páginas, están todos escritos al revés, de derecha a izquierda. Es una escritura que hoy en día llamamos «especular» porque la puedes leer fácilmente mirándola a través de un espejo.

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Recuerdo de joven, cuando era estudiante y estaba empezando a estudiar los manuscritos de Leonardo, me iba a la biblioteca con un espejo pequeño y miraba a través de él para tratar de descifrar esta escritura que no es difícil cuando la ves al revés. Hoy con las imágenes digitales podemos darle la vuelta fácilmente y leerla sin dificultad. Por eso, esta es una señal de que Leonardo, incluso en la escritura, siempre había sido un niño. El Renacimiento es una época que hoy en día consideramos gloriosa, llena de luz. Por un lado, es verdad. ¿Qué significa esta palabra? El Renacimiento es también otro mito moderno, contemporáneo. Hemos mitificado esta época que todos interpretamos como una época de grandes genios, de esplendor del arte. Pero ¿qué significa realmente esta palabra? ¿Os lo habéis preguntado? ¿Renacer? ¿Qué significa renacer? Es una cosa muy precisa, muy particular.

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El Renacimiento nació como un movimiento de ideas, un movimiento intelectual, en el que algunos poetas y eruditos, comenzaron a descubrir en las bibliotecas de los antiguos monasterios, manuscritos antiguos con obras desconocidas de antiguos escritores, poetas, filósofos, griegos y romanos, que durante la famosa Edad Media, habían sido completamente desconocidos. La palabra «resurgimiento», «renacimiento», significaba exactamente eso: el renacimiento del mundo de los antiguos y de los valores de humanidad de aquel mundo. No era la idea del renacimiento de un dominio, de un poder. Era el renacimiento de los valores de la humanidad. Es lo que se convierte también en un renacimiento de las artes, la arquitectura, la pintura, la música, la moda, de comer, todo. Esto se convierte en el Renacimiento. Leonardo es un hombre del Renacimiento porque junto a tantos otros hombres de aquella época, perseguía este sueño de hacer renacer la vida de los hombres de este modo.

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Pero al mismo tiempo, en esa época no todo era tan maravilloso. Hemos visto que desgraciadamente existía la esclavitud, es decir un sistema legal de violencia sobre otros seres humanos a los que se les quita la libertad y se les trata como objetos que se pueden comprar y vender. Pero, preguntémonos si sigue existiendo hoy en día. Incluso a día de hoy, los seres humanos son explotados o vendidos y revendidos por traficantes de seres humanos. En aquella época había guerras, violencias, enfrentamientos entre estados, intolerancias religiosas y políticas, persecuciones. Se quemaba a los herejes, una mujer podía ser acusada de brujería, torturada y asesinada. Por ello, era una época de luces y sombras como probablemente cualquier otra época de la historia humana, incluso de nuestra época contemporánea.

23:53
Vincenzo. Hola, Carlo.

23:56
Carlo Vecce. Hola.

23:58
Vincenzo. Cada vez que pensamos y llevamos a nuestra mente la figura grandiosa de Leonardo da Vinci, sin discusión alguna, evocamos su presencia de genio. Pero ¿cómo era él realmente como ser humano? ¿Qué nos puede contar de Leonardo da Vinci como persona? Gracias.

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Carlo Vecce. Gracias por esta pregunta, porque eso es precisamente lo que trato de encontrar en la investigación sobre Leonardo, sobre la vida de Leonardo. Ir más allá del mito del genio, que en ocasiones es visto como algo lejano a nosotros. Un genio sobrehumano, solitario, un poco oscuro y enigmático. Sin embargo, yo quiero acercarme a su vida del día a día, a la vida cotidiana de un ser humano muy parecido a nosotros. Por eso tenemos dos tipos de testimonios. Tenemos testimonios que vienen de sus contemporáneos: las personas que lo conocieron, sus amigos, a veces incluso algún enemigo envidioso de Leonardo, ya que era muy inteligente. Los testimonios de sus contemporáneos concuerdan completo. Nos dicen que Leonardo era una persona muy amable, muy abierta, que le gustaba vivir entre la gente o en la vida de corte, las cortes del Renacimiento. Le gustaba ir muy bien vestido, era una persona muy elegante. También tenemos listados de su ropa y podemos ver que era ropa muy cara. Pieles, algunos trajes que incluso le había regalado un príncipe… Así que imaginamos a Leonardo como un hombre elegante.

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Además, en ese momento se tenía la costumbre de dejarse el pelo largo, pero a principios del «cinquecento» la moda pasa a dejárselo corto, también en España, en la corte española. Pero Leonardo seguía teniendo el pelo largo como en el «quattrocento». Luego, en cierto punto, también se deja crecer la barba, pero se la deja larga, como un viejo filósofo de la antigüedad. En resumen, Leonardo se preocupaba por su imagen porque se relacionaba mucho con otras personas. A Leonardo le gustaba mucho la música, le gustaba el teatro, le gustaba cantar y también tocaba muy bien. Así que realmente era una persona a la que le gustaba vivir la vida de su época. Todo lo contrario que Miguel Ángel, que era una persona con un carácter muy difícil, completamente diferente a Leonardo. Estos son los testimonios de sus contemporáneos, que además están confirmados por el testimonio que para mí es el más importante de todos: la propia voz de Leonardo. Lo que él escribe en sus cuadernos. Y también en estas notas percibimos que durante toda su vida, Leonardo siempre tuvo la necesidad de comunicarse con los demás.

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Porque tal vez de pequeño era un niño solitario que necesitaba amigos y no los encontraba, que era marginado y durante toda su vida buscó la compañía de los demás. Pero en algunos escritos hay una especie de contradicción, de paradoja. Leonardo buscaba también los momentos de soledad, aquellos en los que podía quedarse solo consigo mismo y por lo tanto quedarse a pensar, a estudiar, a buscar los misterios de la naturaleza. Así que en realidad en la vida de Leonardo encontramos una especie de oscilación entre estos dos momentos. Otro ejemplo: Cuando Leonardo pintaba, no le gustaba estar solo. Las puertas estaban abiertas. Cuando pintó «La última cena», cualquiera podía entrar, hablar con él e incluso distraerlo. Miguel Ángel era completamente diferente. Se escondía, ocultaba lo que hacía. Esto también es un ejemplo del deseo de Leonardo de los demás. Pero luego también tenía momentos de soledad, a veces incluso de tristeza, de melancolía. Pero esta es también la gran complejidad del alma de Leonardo. No es solo un color. Hay muchos al mismo tiempo.

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Carlos. Hola, Carlo. Te saluda Carlos. Y te quiero hacer una pregunta de Carlos a Carlo. Dentro de los dibujos de Leonardo da Vinci encontramos cosas muy fascinantes, pero sobre todo cosas que no existían en esa época como helicópteros, paracaídas, bombas hidráulicas, que fueron parte de su faceta de inventor. ¿Qué nos puedes hablar de esa faceta de Leonardo?

Leonardo da Vinci: del mito al ser humano. Carlo Vecce, historiador
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Carlo Vecce. A Leonardo le gustaba mucho dibujar porque era su modo de expresar las imágenes, las ideas que aparecían en su mente. Él las veía con sus propios ojos aunque no existieran en la realidad, y necesitaba dibujarlas para plasmarlas pero también para enseñárselas a los demás. Gracias a eso, tenemos estos diseños tan bonitos de máquinas que nos dejó Leonardo. En algunos casos son también diseños sorprendentes de máquinas que inventadas muchos siglos después, entre los años 1800 y 1900. Máquinas voladoras, incluso diseñó un submarino, un tanque, un proyecto de automóvil. También hay un dibujo extraño que representa una bicicleta. Entonces, cuando estos dibujos fueron descubiertos en el siglo XIX, es decir, justo en el momento del gran triunfo de la tecnología moderna, muchos pensaron que Leonardo ya lo había inventado todo.

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Pero en realidad, la investigación histórica de hoy ha descubierto que muchos de estos dibujos de Leonardo no eran cosas inventadas por él, sino que ya habían sido elaboradas por los ingenieros de la Edad Media y el Renacimiento, o incluso en algunos casos de épocas más antiguas, como Vitruvio, como Arquímedes. Lo que sigue siendo importante es que Leonardo veía estas máquinas de una manera completamente nueva, porque Leonardo tenía la costumbre de mezclar disciplinas. Él no quería tener barreras, no quería tener divisiones, ni siquiera en la investigación científica e intelectual. Esta es también una enseñanza importante para nosotros hoy en día. No debemos tener barreras, no debemos tener miedo de ir más allá del campo al que pertenecemos, porque a veces los grandes descubrimientos o las grandes invenciones están en los puntos fronterizos entre una disciplina y otra, entre un pensamiento y otro, y para Leonardo era así. Leonardo combinaba entonces el estudio de la anatomía del cuerpo humano con el estudio de las máquinas. Para él no había diferencia. El cuerpo humano puede ser interpretado como una máquina maravillosa compuesta por diversos instrumentos en particular, pero también veía a las máquinas como organismos vivos y trataba de adivinar el movimiento, el funcionamiento.

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Entre todas estas máquinas, con lo que más soñaba era con sus diseños de una máquina para un movimiento perpetuo, a la que le das un primer movimiento, una primera energía, una fuerza. Su sueño era que esta máquina siguiese moviéndose para siempre, lo cual es imposible. ¿Os imagináis tener un automóvil de movimiento perpetuo? Lo enciendes y ya no se vuelve a detener. No le hace falta gasolina, hidrógeno, electricidad. Habríamos resuelto todos nuestros problemas, pero era solo un sueño, como también el de la máquina voladora. Porque para muchas de estas invenciones, Leonardo no tenía todavía las herramientas técnicas o ciertos conocimientos que solo en los siglos siguientesla física, la mecánicala ciencia nos habrían dado. Pero lo importante el pensamiento y la intuición. Muchos de estos dibujos se encuentran en un famoso manuscrito conservado en Milán que se llama «Códice Atlántico», pero, en mi opinión, los más bonitos se encuentran aquí, en Madrid, en la Biblioteca Nacional. Hay dos manuscritos de Leonardo, y yo consulté uno de los originales hace unos años. No es muy grande, es pequeño, como de este tamaño. Lo hojeé con mucha emoción, casi con miedo de estropear los papeles, porque hay unos dibujos de máquinas preciosos, los más bonitos que hizo Leonardo. Y están aquí en Madrid, en la Biblioteca Nacional, así que podéis ir a verlos también en los próximos días.

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Amanda. Hola Carlo, una pregunta. Tengo entendido que Leonardo dejaba muchas obras inconclusas, ¿a qué se debía eso? ¿Era por falta de tiempo o por perfeccionista?

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Carlo Vecce. Sí, esto era un gran problema en esa época. Intentemos mirar siempre las cosas con los ojos del hombre del Renacimiento, siempre con esta máquina del tiempo, volvemos atrás y vemos este problema de dejar las obras inacabadas. Leonardo era reprochado por sus contemporáneos, porque un artista tenía que ser de fiar. Cuando aceptabas el encargo de un cliente, un convento, un príncipe, y ese negocio te daba dinero, firmabas un contrato. Leonardo firmaba contratos, le pagaban dinero por adelantado, empezaba muchas obras. Pero luego no las terminaba o no las entregaba y terminó escapándose, porque soñaba con una libertad ante todo lo demás, a veces incluso de la firma en un contrato. Este es un ejemplo que no debemos seguir. Nosotros tenemos deberes con la sociedad, por lo tanto en eso no debemos seguir los pasos de Leonardo. Si nos comprometemos a terminar una cosa… Yo, por ejemplo, hago un contrato con el editor y tengo que acabar el libro. Es lo justo, no puedo huir, sobre todo después de haber cobrado el dinero.

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Sin embargo, Leonardo lo hizo varias veces, era así. Era demasiado libre. Demasiado. Pero claro, era muy reprochado por ello y la gente decía: «No lo ha terminado porque no es capaz de hacerlo». Y luego quienes querían defenderlo decían: «No, no lo ha terminado porque tiene ideas tan increíbles, tan extraordinarias, que no logra ponerlas en práctica. Ha apuntado demasiado alto, no puede llegar a completar esa imagen». Pero, en realidad, para mí, la razón es otra: todos se equivocaban. Leonardo a veces sí las terminaba y son obras maravillosas, pero Leonardo tenía su propia concepción muy moderna de la obra de arte. Consideraba sus obras como obras abiertas. Casi como una criatura viva, veía vida en las obras. Cuando terminaba un cuadro, como «La Giocconda» o «La dama del armiño», hay una figura que te está mirando y él sentía esos ojos que lo miraban. Sentía que la obra estaba viva, como una criatura. Y es que la vida no tiene principio ni fin.

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Por eso nunca quería acabarlas, quería dejarlas siempre abiertas porque tal vez al día siguiente volvía y añadía algo o le venía otra idea y seguía cambiándola. Es un poco como en nuestra propia vida. El momento en que aparece la palabra «fin» es el momento de la muerte. El momento en que la vida termina, termina la existencia y para Leonardo la obra debía seguir viviendo siempre. En sus últimos años finalmente se salió con la suya. Nunca entregó sus últimas obras. «La Giocconda», «Santa Ana», «San Juan Bautista», se las quedó para él mismo, escapó del rey de Francia y jamás le dio estas obras a nadie. Continuó imaginando y creando durante más de quince años hasta el momento de su muerte. Todas estas obras están inacabadas. Podemos decir que a Leonardo lo que más le gustaba no era terminar la obra, sino el momento de la creación. Porque la creación es como un sueño y a Leonardo le gustaba soñar.

39:21
Michelle. Hola, Carlo. ¿Qué tal? Soy Michelle. ¿Qué nos podrías hablar de la Mona Lisa?

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Carlo Vecce. Leonardo es un mito y la Mona Lisa es un mito del mito. Es un mito al cuadrado. Probablemente también es una de las imágenes que se han convertido casi en un icono. «Icono» significa una imagen que tiene casi un valor religioso. Esto también lo decía Leonardo. «La Giocconda» es un icono, un icono sagrado y un cuadro por el que la gente hace peregrinaciones para verlo. «La Giocconda» se ha convertido en el icono laico del mundo moderno y contemporáneo. Y no sabemos ni siquiera por qué, no sabemos a qué se debe este fenómeno, incluso ya en el siglo XIX cuando fue expuesta al público por primera vez. Era un cuadro misterioso. Vasari nos cuenta que la leyenda nació casi de inmediato porque esta misteriosa sonrisa ya había fascinado a los contemporáneos de Leonardo. Vasari dice que para obtener esta maravillosa sonrisa, Leonardo debió intentar hacer sonreír a la Mona Lisa en el momento en el que estaba pintando este cuadro. Pero en realidad esto es un cuento inventado. En ese momento, Leonardo los demás pintores pintaban así. No buscaban largas poses de fotografía. Leonardo no pintaba el cuadro mirando fijamente a Mona Lisa. Vasari también nos cuenta que alrededor de Mona Lisa había poetas, cantantes y músicos que intentaban hacerla sonreír.

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Esto es una leyenda, no era así. Leonardo probablemente hizo este cuadro como otros retratos en los que solo dibujaba un boceto. Estaba con la mujer solo una hora, poco tiempo, hacía un boceto rápido y el resto era un trabajo sobre todo de imaginación. Un trabajo de la mente que duraba años, independientemente de la imagen de esta mujer real. Para nosotros se ha convertido en un mito y hoy en día, si vais al Louvre, lo que más me sorprende cuando voy a verla… De vez en cuando voy a visitar a la Mona Lisa porque es como una vieja amiga y me gusta ir a visitarla. Pero las últimas veces que he ido a ver a la Mona Lisa, he sentido un poco de tristeza porque en esta gran sala, de todas las personas que había, de los cientos de personas, ninguna la estaba mirando. Todas le daban la espalda a la Mona Lisa. Porque todos se estaban haciendo «selfies». Entonces me acerqué a la Mona Lisa y le dije: «¿Y tú no te enfadas? ¿No estás triste porque nadie te mira?». Ella no me respondió, pero seguía sonriendo.

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Álex. Hola, Carlo, soy Álex Flores. Hay un dibujo, una obra de arte que es un icono muy importante en el mundo. Se llama «El hombre de Vitruvio». Quisiera saber por qué es tan importante y qué significado tiene.

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Carlo Vecce. Como dice su propio nombre, el nombre que le damos hoy en día, «Hombre de Vitruvio, hombre vitruviano» es porque en realidad si miramos esta obra de Leonardo, vemos que no es solo el dibujo maravilloso que todos conocemos: el hombre en el centro del círculo y el cuadrado. También hay un texto. El texto de esta hoja está del tratado «De arquitectura» de Vitruvio, un gran erudito romano que no solo trabajaba en arquitectura sino también en ingeniería. Y tenía un libro que apasionaba a Leonardo. Aunque se había formado como autodidacta, más tarde se entusiasmó por el mundo de los libros y este es uno de los libros que más le gustó. Especialmente los libros de ingeniería. En el libro de Vitruvio, sin embargo, hay un cierto punto en el que Vitruvio escribe algo muy bonito. Y es que dice que el cuerpo humano y también la figura del ser humano es como un microcosmos y que en la perfección de las proporciones del cuerpo humano, podemos encontrar la perfección de las proporciones del macrocosmos, la relación entre el microcosmos y el macrocosmos.

Leonardo da Vinci: del mito al ser humano. Carlo Vecce, historiador
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El mundo y nosotros, el ser humano que está en el centro del mundo, pero que está en relación de equilibrio y armonía con el universo que nos rodea. Es una idea muy bonita que viene de la filosofía antigua pero que también en la Edad Media formaba parte de la filosofía cristiana. Es una idea de equilibrio, de armonía entre el microcosmos y el macrocosmos. Y el dibujo de Leonardo, en mi opinión, se convierte en un símbolo de todo esto. El hombre en el centro del círculo y del cuadrado es el símbolo del hombre en el centro del universo, que se inscribe con su cuerpo, su figura. Es una figura de un hombre hermoso, un hombre desnudo, de quien vemos todos los detalles, todos sus detalles del cuerpo, en el centro de las dos figuras geométricas perfectas, el círculo y el cuadrado, que a su vez son los símbolos matemáticos del universo. Si recordamos, Galileo Galilei dijo que el universo es como un libro: el libro de la naturaleza. Y este libro está escrito con palabras matemáticas. La matemática es la geometría, y en este dibujo vemos al hombre en el centro del libro de la naturaleza. Por ese motivo es una imagen tan bonita. Es por su valor simbólico, valor universal.

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Pero también me preguntaba: «¿Quién es ese hombre del dibujo?». Y se me vino a la mente una idea, ya que yo interpreto que en todos los cuadros de Leonardo, en todos sus dibujos, él se proyectaba a sí mismo. Hay mucho de su vida en todo lo que hace, en todos sus cuadros, en todas las figuras que pinta. Leonardo se expone a sí mismo, en italiano decimos que «da la cara». Y, por eso, según mi interpretación, «El hombre de Vitruvio» es un autorretrato de Leonardo. Este hombre desnudo es Leonardo a los 40 años, con su belleza, con su estatura, su cuerpo, ese es el cuerpo de Leonardo. Y esto lo descubrimos porque tenemos las medidas de este cuerpo. Las proporciones están plasmadas en el dibujo, y siguiendo las instrucciones de Vitruvio, podemos descubrir que Leonardo medía exactamente un metro y 78 centímetros. Por eso, para mí este dibujo es el autorretrato de Leonardo. Leonardo era así.

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Jorge. Hola Carlo, soy Jorge. Nos han enseñado históricamente, en el cole, que «La última cena» es una de estas obras cumbre del Renacimiento. ¿Por qué crees que es así?

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Carlo Vecce. «La última cena» es probablemente la única gran obra que Leonardo consiguió terminar, porque algunas otras obras no las llegó a terminar. El gran monumento ecuestre, aquel caballo, que debía construir en Milán, y debía ser el mayor monumento ecuestre de la época. «La batalla de Anghiari» en Florencia. «La última cena» es la única gran obra pública que Leonardo llegó a realizar. Por lo tanto, inmediatamente después de terminarla, se convirtió en una de las obras más famosas del mundo. El rey de Francia, cuando conquistó Milán en las guerras de Italia, lo primero que hizo fue ir a ver «La última cena» de Leonardo. Esto es un hecho histórico. Antes incluso de tomar posesión del castillo, o de ir en búsqueda de los tesoros del príncipe que había derrotado, primera cosa, la primera preocupación para el rey de Francia fue ir a ver la obra de Leonardo.

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Y esto nos dice algo. Además, incluso el rey de Francia había visto que esta obra era tan bonita, tan maravillosa, que su primera idea fue desmontar todo el muro y llevarla a Francia. Pero Vasari, que cuenta esta historia, dice que esta hazaña era imposible, así que el rey abandonó la idea de llevarse «La última cena». Sin embargo, esta obra es también una síntesis del Renacimiento. Al igual que «El hombre de Vitruvio», es una síntesis de la idea del hombre en el centro del universo, en el centro de la naturaleza, en una relación del microcosmos y el macrocosmos, «La última cena» es la síntesis del arte del Renacimiento. Porque en esta obra está todo. El arte del Renacimiento, de Brunelleschi, Masaccio, Donatello, había descubierto sobre todo una nueva dimensión del espacio y de la relación del hombre en el mundo que lo rodea.

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Y este descubrimiento del espacio se consiguió por medio de un proceso técnico, matemático y geométrico que se llama «la perspectiva». Este fue el mayor descubrimiento e invención del arte del Renacimiento y también está estrechamente relacionado con la evolución del pensamiento científico y el pensamiento filosófico. Aunque, de hecho, en realidad, no es una invención occidental porque fue un descubrimiento al que habían llegado los científicos árabes que, antes que los europeos, habían redescubierto los antiguos tratados griegos. Por lo tanto, este descubrimiento, como por ejemplo el de Euclides, se había dado antes con los científicos árabes. En Florencia llegan estos primeros textos antiguos. Se empieza a pensar que podemos mirar las cosas con otros ojos. Se empieza a medir el espacio y a crear dimensiones, que aquellos pintores, por primera vez en la historia de la humanidad, comienzan a retratar en los cuadros, la ilusión de la realidad.

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Y este es el arte del Renacimiento. «La última cena» tiene perspectiva, refleja el espacio en el que se ubican todos los personajes, por lo tanto es la gran síntesis del Renacimiento. Pero Leonardo también va más allá porque no quiere representar solo una perfección matemático-geométrica como en otros cuadros de los demás pintores del siglo XV. En esta obra, lo que le interesa a Leonardo es la representación de los seres humanos que se mueven en esta cena. Es como un gran espacio de ficción. Estamos en el refectorio, que sería el comedor de un convento en Milán y una pared de esta gran sala, los frailes se reunían para comer a la hora de la comida y la cena. esta gran pared vemos la ilusión de la realidad: la mesa donde comían Jesús y los apóstoles. Por lo tanto, la idea era muy espiritual. Los frailes, los religiosos que comían junto a Jesús en el momento de la última cena, son «una ilusión de la realidad», se decía incluso en aquella época. Porque estas personas parecen vivas, parece que, verdaderamente, se están moviendo en el cuadro.

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Luego, desafortunadamente, la obra comenzó a autodestruirse debido a la humedad y también por culpa del propio Leonardo, ya que había experimentado con una nueva técnica de pintura mural y, tras unos años, la pintura comenzó a y el cuadro comenzó a deteriorarse irremediablemente. Lo que podemos ver hoy en día son solo fragmentos de la pintura original de Leonardo cuidadosamente restaurados, recuperados, pero desafortunadamente son solo unos pocos fragmentos originales. Quizá Leonardo, en sus últimos años, cuando pasó por Milán, pudo ver con sus propios ojos cómo su obra se destruía y, probablemente, fue uno de los grandes dolores de su vida: ver que «La última cena» poco a poco se estaba destruyendo.

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Erick. Hola, Carlo. Primero que nada quería felicitarte y darte las gracias por la enseñanza que nos has dejado. Nos has hablado antes de la época en que vivió Leonardo. ¿Qué piensas que podríamos aprender del Renacimiento y cómo podríamos aplicarlo al día de hoy? Muchas gracias.

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Carlo Vecce. En mi opinión, podemos aprender muchas cosas del Renacimiento porque, a pesar de sus sombras que hemos recordado antes, el Renacimiento realmente fue un momento de gran luz en el que algunos grandes valores de la humanidad fueron redescubiertos, renacieron, de ahí el «renacer», y se han convertido en patrimonio común de la humanidad en la era moderna y han llegado hasta nuestro tiempo. Estos son también unos valores muy importantes que todos deberíamos defender siempre, incluso en la edad contemporánea. ¿Cuáles son estos valores? Ante todo, el valor de la libertad. La libertad individual, que es para mí uno de los valores quizás más amenazados por todo lo que nos rodea en este mundo contemporáneo. Es la realidad. Nos encontramos en una sociedad de consumo, excesiva importancia dada al «Homo economicus», el hombre económico, la economía, la producción. Detengámonos.

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Es como si los hombres del Renacimiento y Leonardo nos dijeran: «Parad un momento e intentad reconsiderar vuestros límites como seres humanos, porque somos pobres criaturas, “Poor Things”, como el título de la famosa película. Somos criaturas débiles, limitadas, en un planeta aún más limitado. Debemos vivir en armonía y equilibrio con el mundo que nos rodea». Esta es una enseñanza importantísima. Y luego está el valor de la imaginación. Lo podemos ver en Leonardo, pero también en otros grandes autores, filósofos e intelectuales del Renacimiento. Soñar las cosas, tratar de ver aquello que se encuentra más allá en el horizonte. El Renacimiento es la época de los grandes navegadores, los grandes exploradores, de ir más allá, de buscar nuevos caminos. Por lo tanto, la imaginación es la capacidad de soñar. Este es también un valor amenazado en el mundo contemporáneo, porque los medios de comunicación tienden cada vez más a sustituir el pensamiento crítico individual, pero también nuestra capacidad individual de cerrar los ojos y soñar e imaginar las cosas. Tratan de sustituirlo con otras formas de imaginación prefabricada para hacernos ser buenos consumidores.

Leonardo da Vinci: del mito al ser humano. Carlo Vecce, historiador
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Para hacernos imaginar cosas que no queremos, pero nos hacen desearlas. Debemos detenernos, debemos volver al Renacimiento e intentar vivir las cosas de esta manera. Y, en este punto, imaginemos que Leonardo viene a nuestra época. Sería bonito poder usar la máquina del tiempo para volver al pasado, coger a Leonardo y llevarlo a su futuro, es decir, a nuestro presente. Pero entonces, ¿qué haría Leonardo? ¿Qué diría? En mi opinión… Sí, exacto, hay alguien que ha hecho así. ¡Pobre Leonardo! Por suerte ya no tenía pelo, No sería un problema. Pero seguramente haría ese gesto. Primero abriría los ojos porque le gustarían. Los aviones, el vuelo, por fin puede ver realizado su sueño de volar. Y luego los barcos, los submarinos, los automóviles. Pero después, en algún comienza a hacer esto, diciendo: «¡Deteneos!». «Nos olvidamos de ser humanos. Nos olvidamos de lo que somos. Tratemos de conservar las mejores cosas, los mejores valores del ser humano».

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Y una última cosa. Yo creo que Leonardo iría a escondidas disfrazado al Louvre para ver a las personas que ya no miran «La Giocconda». Y se divertiría muchísimo mirando a esta gente y también viendo en qué se ha convertido el mito de Leonardo. Este sería uno de sus mayores entretenimientos. Nos miraría a nosotros, que en este momento estamos hablando de él. Imaginemos que Leonardo nos está mirando. Probablemente se estaría divirtiendo muchísimo. Seguiría jugando porque Leonardo siempre ha sido un niño al que le gusta jugar.