“Las historias de amor hay que honrarlas, todas”
Andrés Parra
“Las historias de amor hay que honrarlas, todas”
Andrés Parra
Actor
Creando oportunidades
“En la vida actúas un personaje, aunque no lo sepas”
Andrés Parra Actor
Andrés Parra
“No tengo ni idea de quién soy”, se presenta el colombiano Andrés Parra. Aunque para el resto del mundo la respuesta a esa inquietud esté clara: es actor. Uno inmenso que, desde temprana edad, mostró una inclinación natural hacia las artes escénicas. Comenzó su carrera a los 11 años, involucrándose en un grupo teatral, y su versatilidad y capacidad de transformación durante más de dos décadas de trabajo actoral lo han consolidado como un ícono del cine y la televisión latinoamericanos, así como uno de los intérpretes más talentosos de su generación.
Obtuvo su primer papel significativo en la serie ‘La Lectora’, y poco después, su interpretación de Pablo Escobar en ‘Escobar, el Patrón del Mal’ lo catapultó a la fama internacional. "Sumergirse completamente en un personaje es esencial para ofrecer una actuación auténtica y convincente", asegura Parra. Su capacidad de transformación y su habilidad para abordar diferentes géneros y estilos quedaron patentes en interpretaciones tan dispares como la de Hugo Chávez en ‘El Comandante’ y la de Reynaldo "Colombia" Morán en ‘Los Protectores’.
"La actuación no es solo una profesión; es una forma de vida que requiere pasión, dedicación y un compromiso constante con la verdad del personaje", afirma Parra, reflejando su enfoque y dedicación a lo largo de su carrera. Después de haberse metido en la piel de decenas de personajes, el actor reconoce que el autoconocimiento es su objetivo vital: “Hoy en día, pienso que el gran éxito en la vida es acercarse a quien es uno”.
Transcripción
Un personaje para el que era muy importante el éxito y los premios y protagonizar películas y tener muchos seguidores en Twitter y en Instagram y acumular mucha plata. Estaba muy obsesionado con no gastarme ni un peso. Sí, al que le importaba mucho el estatus y ser importante y ser reconocido y ser valorado, para el que era muy difícil poner límites, decir que no, para el que era demasiado importante el qué dirán y que había, eso, construido su vida para agradar, para ser querido, para ser amado, aprovechado, abrazado… con demasiado miedo al abandono y al rechazo. Sí, era un man muy doloroso de llevarlo. Y hace dos años me di cuenta de que estaba en manos de ese man y de que lo había tenido que construir para poder sobrevivir y para poder adaptarme al mundo. Y llevo dos años tratando de ver quién es el que está debajo de ahí, quién soy yo de verdad. Entonces, he tomado la decisión de poner toda esa experiencia también ya para… Marica, para lograr saber quién es que soy yo. Y eso me tiene ya mucho más tranquilo, aunque no se note. Yo creo que esa es mi presentación, marica. O sea, conclusión: no, no tengo ni idea de quién soy yo. Sé que me llamo Andrés y que soy de Colombia y que soy actor, de los buenos. Y me parece muy importante advertirles que yo hago un trabajo por no ser tan grosero, pero no lo he logrado. Pero es pura confianza y amistad. Si yo no pudiera hablar así, quiere decir que la cosa está muy de mentiras. Lamento mucho si les perturba, si les hiero sin querer, pero es con mucho amor. Cada grosería es un acto de amor y de sinceridad. No sé si tienen alguna pregunta, alguna duda.
Era una carga demasiado… No me gustaba. Lo que yo veía en el espejo no me gustaba, y lo que oía y lo que me decían y lo que… Y, por otro lado, sin darme cuenta, la atención que venía buscando de mi familia, que me vieran, que se dieran cuenta de que yo estaba ahí, también me la daba el escenario. Pues mire. Entonces, el teatro vino a eso. Yo me hago actor para desaparecer y para ser visto. Y en eso la profesión ha sido muy generosa. Yo creo que a mí me salvó el arte. Me salvó la vida porque encontré mi sitio por fin. En ese momento había demasiado caos. Ay, y el teatro fue como: «Marica, aquí sí es». Ahí nadie juzgaba, nadie criticaba, nadie se burlaba, y era chimba. Y me miraban y me aplaudían, huevón. Pero tuve una suerte que no mucha gente tiene y es que sí di con una familia… Yo creo que, claro, como les importaba un culo, pues, marica, cuando dije que quería ser actor, nadie se escandalizó, ¿me entiendes? Entonces, yo hubiera podido decir que iba a ser asesino, actor, lo que quisiera, y me iban a apoyar. Y, en un momento, cuando ya se estaba acercando la realidad, o sea, cuando ya me iba a graduar del colegio y ahora sí era verdad que tocaba tomar la decisión, yo me asusté mucho, porque, además, lo que yo quería era ser actor de teatro y yo sabía que ahí… Pues, marica, un actor de teatro, en Colombia por lo menos, no es una profesión que… Y me arrepentí.
Y lo segundo que me gustaba mucho era la aviación. Dije: «Marica, voy a ser piloto». Y un día me fui, averigüé todo, el curso y tal, y le entregué eso a mi papá y me acuerdo de que mi papá dijo: «¿Y esto qué es?». Y yo: «No, es que lo que voy a ser es piloto». Y él me dijo: «¿Por qué?». Y yo le dije: «No, pues porque me parece una chimba ser piloto». «¿Qué chimba va a ser piloto de avión? ¿Qué putas va a ser piloto?». Y el man me dijo: «No, marica, usted no quiere ser actor por miedo a la pobreza, que es distinto. Usted no tiene miedo a ser actor, usted tiene miedo a ser pobre». «Y ese no es el hijo que yo quería», me dijo. Y me acuerdo de que me dijo: «Vamos a su cuarto y muéstreme un solo afiche de un avión, de una cabina, cualquier maricada que tenga que ver con aviación». No había un culo, todo eran teatros y mierdas. Entonces, siempre me apoyaron, marica. Yo no tuve que pelear con la familia, afortunadamente. Por lo que les digo: como yo… como no me veían, «¡Haga lo que quiera!». Y yo creo que, sí, la actuación también me ha regalado una cosa que me gusta mucho, que es como la… Puta, es que es muy loco, marica. Fueron como treinta o treinta y cinco años tratando de estudiar al ser humano y la complejidad que es el ser humano, que es lo que les digo: ahora la estoy tratando de poner a mi servicio. Pero también por eso me han llamado más la atención los personajes jodidos, marica.
Porque yo creo que la miseria humana está bueno reconocerla. Está bueno reconocer que tenemos una vida miserable, que no somos felices así tengamos todo. Hijueputa, que me arrepentí, que tomé una mala decisión, que estoy deprimido, que estoy triste, que estoy… Yo creo que por eso me gustan tanto estos personajes: los alcoholizados, solitarios, deprimidos, vueltos mierda. Me parece muy importante que la gente se pille que la mayoría de nosotros estamos viviendo mal. Lo que pasa es que hay que estar… Entonces, sí, yo he tratado también de que mis personajes hablen un poco de ese tío que uno esconde, ese primo que uno no invita a Navidad porque está como muy… Yo siento que la miseria hay que exponerla, marica. ¿Cuál es el problema? Pero no gusta. Es mejor esconderla. Mire, suspiraron por allá. Ya sabemos que hay uno vuelto mierda aquí, por lo menos uno. Ahí los vamos detectando.
“A mí me salvó el arte”
El humor sana mucho. Pero eso que le digo sobre todo: el humor le dice a usted dónde está. Si es algo de lo que todavía me da vergüenza hablar, hay algo ahí que todavía no está muy claro. El ‘stand up’, por ejemplo, hablando de eso, es como un experimento. Yo creo que es un ejercicio de catarsis, de mi tránsito por el sufrimiento. Cuando por fin pude hablar del sufrimiento y de la depresión y de haber estado medicado y de todo lo que me sucedió en algún momento y de las pérdidas y de los… apareció el ‘stand up’. Pero es como una necesidad de compartir que sí hay una salida, que sí se puede, que sí hay otra forma de vivir o de… No sé, es que yo no he logrado saber muy bien el ‘stand up’ de qué es de lo que se trata, huevón. Un poco eso, compartir como mi tránsito a través del dolor, de los traumas, de la gordura, de todo lo que me hizo empezar a armar ese personaje del que le hablaba al principio, para defenderme, para encajar, para… Sin perder un poco mi humor, ¿no? Yo soy bien groserito y mal hablado y basto y un espectáculo guarro también. Hay una parte guarra importante. Pero, sí, es una invitación a reflexionar, yo creo. A sacudirse. Yo creo que ese es el objetivo del ‘show’, realmente.
«¿Estás viviendo la vida que quieres vivir de verdad o estás viviendo la vida de tus tíos, de tus papás, de tu pareja? ¿Estás viviendo una vida prestada?». Entonces, es como coger al público y hacerle así… «¿Hasta cuándo, amigo? ¿Cuánto tiempo más va a pasar?». «Voy a mandar esto a la mierda y ser yo». Esa es la idea del ‘show’, huevón, porque es que yo duré muchos años actuando y muy deprimido por culpa de eso. Por tanto miedo que tenía a renunciar a un montón de cosas que, supuestamente, eran para mí. Porque hay que alejarse de gente, porque hay que… Es muy duro. Dejar de actuar es muy hijueputa. Porque es que yo creo que significa un poco renunciar a… Marica, usted tiene una vida montada de cuarenta y cinco años, ¿y usted acepta que eso es una farsa? «Rompa eso». Es duro, marica. Pero si uno puede medio animar a la gente, como: «Marica, hágale». Sí, hijueputa, va a levantarse mucho polvo. Es duro. Y después toca recoger cadáveres. Eso es una mierda, hijueputa. Pero, cuando pasa, uy, marica, eso, eso. Claro, es eso. Por eso se llama una invitación a despertar. Es como: «¡Marica, ya!». «No, pero es que mi prestigio, mi familia, mi esposo, mis hijos, un montón de cosas». Válgale verga, salga de ahí. Sí, yo siempre he dicho eso, uno cumplir ochenta años y decir: «Hijueputa, yo debí haber hecho esto hace sesenta años, marica. Y no lo hice, porque ¿qué va a pensar mi familia, qué van a pensar mis amigos?». Sí, el ‘show’ es esto, es… Entonces, vamos a llevarlo a muchas partes, a ver si reclutamos gente y que se sacudan.
Y siempre pensé que, el día que me pasara eso a mí, yo me iba a morir. Y yo creo que el universo sabía y, entonces, lo hizo posible. El universo fue como: «¿Ah, sí, marica? ¿Se va a morir? Bueno, vamos a mirar». Y llega el divorcio, huevón. Es un tema del que me gusta mucho hablar, pero voy a resumir así como lo que yo me he pillado: yo creo que hay un punto de partida importante y es el enorme desprecio que sentimos por nosotros mismos. No podemos estar solos. No nos gusta. Y estamos en un sistema que nos convenció de que necesitamos de otro para estar completos. De ahí nace la tal media naranja. Usted solo no está completo. Entonces, parte de una… Parte de sentirnos deformes, incompletos. «Yo necesito que alguien venga y me complete y me valore, porque yo soy incapaz de hacer eso conmigo. Yo no puedo estar conmigo solo, yo no me resisto». Y nos vendieron una idea de que, solo hasta que otro me valore, yo tengo valor. Hay una obsesión con tener pareja. Y, si alguien no tiene pareja, lo miran como «Este hijueputa algo tiene». «Uy, este hijueputa no tiene pareja. Algo tiene». Sí, es una vaina como… Y, cuando usted encuentra a una persona que le da valor, pues usted se encacorra, se enamora. Pero, para mí, usted no se enamora del otro, usted se enamora de lo que el otro le hace sentir a usted. A mí me importa un culo quién es usted, no sé ni su nombre. A mí lo que me gusta es que me llama, me cuida, me atiende, está pendiente de mí. Entonces, hemos hecho del amor un ejercicio que es: «Mi felicidad, a partir de este momento en que somos pareja, es tu responsabilidad. Yo ya no me voy a hacer cargo de nada. Dale».
Y, entonces, yo agarro toda mi tula de traumas, de mierda, toda la mierda que yo cargo, y se la tiro al otro, porque para eso nos ennoviamos. Si no, ¿para qué? «Ah, o sea, ¿no me vas a hacer feliz? ¿No me vas a llamar, no vas a estar pendiente, no me vas a buscar, no vas a cambiar hasta que te conviertas en lo que yo necesito que seas? Entonces, ¿para qué nos ennoviamos?». Entonces, yo creo que hemos hecho del amor una tiranía muy sutil, donde yo lo que hago es joder al otro y no dejarlo ser quien es. Porque acuérdese de que usted no se enamoró del otro, usted se enamoró de lo que el otro le hacía sentir. Usted por ahí oyó que el hijueputa era deportista, pero se le olvidó. A usted eso no le importa. Cuando se le quita eso y se da cuenta de que sí, que madruga y que tal, entonces ya usted empieza con que ya no le gusta tanto el deporte. Entonces, creo que mientras nosotros no entendamos, marica, que nadie tiene ninguna obligación con nosotros y que yo no tengo derecho a pedir nada… Cuando entendamos eso, yo creo que vamos a tener unas relaciones más sanas. De resto, a eso le pusieron «responsabilidad afectiva», es decir, «hazte cargo de mí y vamos a estar bien y esta relación va a funcionar en la medida en que me hagas caso y hagas lo que yo necesito que hagas para yo sentirme bien, y te conviertas en la persona que yo necesito para mí, porque, evidentemente, tú no eres, pero yo te voy a ir ahí manipulando poco a poco». Y entramos en ese ejercicio. Y, cuando usted se da cuenta, está metido en una vaina de una infelicidad… Porque es que yo creo que el ser humano no nació para ser sometido.
El ser humano yo creo que es de raza libre, indomable. Yo llevo dos años tratando de entender eso, que mi pareja no tiene ninguna obligación conmigo de nada. Y que de mi felicidad me tengo que hacer cargo yo, marica. Pero es lo que le digo: tan pronto entramos en una relación, toda mi parte emocional ahora depende de usted. Yo ya no me hago más cargo. Entonces, creo que tenemos… Y en eso hemos sido cómplices todos, marica, la música, el arte, la literatura… Nos vendieron esa idea del amor. Un amor romántico que lo que hace es un daño muy hijueputa. Usted lo único que ha hecho en la vida es dañar gente, en nombre del amor. «Es que tú, es que tú, es que tú, es que tú hiciste esto». «¿Ves cómo me pones?», dice uno, marica. «¿Ves cómo me pones?». Si te pones, eres tú, huevón. ¿Yo qué tengo que ver? Nunca hacemos «Es que yo». «Marica, es que yo tengo un trauma hijueputa y a mí me afecta mucho que no me llamen, pero lo estoy trabajando, marica». Ya. No es: «Es que tú no me llamas, es que tú no me quieres». Imagínese, los celos son una muestra de amor. Porque, si no me cela, entonces es que no le gusto. Tenemos una muy retorcida, creo yo, visión del amor. Muy… Pero yo creo que está cambiando y cada vez la gente se está… Yo, por lo menos, agradezco mucho haber salido de esa mierda. Ya, yo no me lo permito más. ¿Volver a coger a una persona y pretender cambiarla para yo sentirme bien? No, prefiero irme. No somos honestos. Yo creo que ese es otro problema. Las relaciones no arrancan con transparencia.
Usted sale con una vieja y a la vieja le gusta bailar salsa y a usted no. Y usted le dice: «No, a mí me encanta». ¡Marica, así es! Y, al año, a usted ya le sabe a mierda bailar salsa, huevón. «Y, ahora, no solo no voy a bailar, sino que usted tampoco baila». Y ahí se queda la gente, huevón. Las relaciones tienden… Es como una carcelcita y eso va chupando y solo lo va a usted a… Pero es que es muy duro hacerse cargo, marica. El otro problema que tenemos es el cultural, que no puede doler, que las cosas no deben doler. Marico, en el dolor es donde usted se transforma. Las transformaciones duelen. No, el dolor es inevitable, huevón. Usted a las cosas del espíritu no le puede poner anestesia. Tienen un costo y hay que asumirlo. Usted tiene que pagar un peaje que es muy doloroso. Y a mí me lo cobraron por ahí. Y después de esa hijueputa revolcada y de esa mierda tan dura que fue, viene, tin, marica: «Ah, hijueputa, el del problema era yo. Todos estos años, el de la culpa he sido yo. Sí, soy un tirano, soy un malparido, soy una mala persona, soy un manipulador de mierda. Hago mucho daño y al que más daño le hago es al que más quiero supuestamente». A un amigo, nunca, huevón. Manipular a un amigo, nunca. A la pareja.
Entonces, son muchas cosas, pero también es esa, entender que… Yo en estos días hice la pregunta, que es una manera de saber dónde está parado: si hoy le dijera a usted que el defecto que tanto le molesta a usted de su pareja, ese que lo perturba, no solo no va a cambiar, sino que va a empeorar, ¿se va o se queda? Pero se lo estoy diciendo como un hecho. Es que yo ya fui al futuro y volví y le estoy diciendo: «Va a empeorar. ¿Se queda o se va?». «No, mi amor hará que él cambie». «No, el amor es aguantar»… Marica, empieza la gente a opinar y de verdad es este concepto, primero, de que el amor es sufrir y el amor es aguantar y el amor es estar como el culo, pero seguir ahí. ¿Sí o no? Y dos, que mi amor te va a hacer cambiar. No, marica, no va a pasar. El único que cambia es uno, marica. Y es más hijueputa porque es cuando le dé la gana a usted, ¿no? No es que yo le diga a usted: «Marica, fumar es malo. Deja de fumar». Y el huevón: «Ay, sí, gracias». El proceso entre entender la mierda y hacerla consciente, huevón, a usted se le puede ir la vida ahí. Yo sí creo que llegó la hora de replantear la convivencia. Hay un grupito que lo logró, bacano por ellos. Yo, lastimosamente, no pude. No, marica, no sirvo para eso. Sé que se me va… Yo ahora valoro mucho el estar en compañía, pero lo importante que es el aire, dejar de verse también. Qué mal invitado. Se mató una persona allá, se desmayó alguien.
“Me subo a un escenario para desaparecer y para ser visto”
Yo no me siento a decir: «Yo no debí haber hecho esto». No, marica, todo es perfecto. Todo es perfecto. Es demasiada quejadera, mucha quejadera. Nos quejamos y nos quejamos y víctimas y señalando y criticando y culpando y tal y tal y no hemos logrado pillarnos que todo es perfecto como está. Es su cabeza lo que está loco. Yo honro y agradezco cada gota de sufrimiento, marica. Que todavía, ¿no? Estoy sonando como que yo ya no sufro. Yo sufro como un hijueputa. Yo soy un adicto al sufrimiento. A la bicicleta y al sufrimiento y a la comida. Esos son mis tres vicios. Pero me reconcilié con el dolor. O sea, entendí la misión que tiene el dolor. Y la próxima vez que usted sienta, hijueputa, que se viene algo doloroso, en vez de… entréguese, marica, y rómpase. Ahí puede que, pum, llegue la claridad, que no es más que la conciencia de que aquí el único responsable es usted, usted y sus reacciones de mierda cada que algo no sale como usted quería que saliera. Ya, resumiéndolo, es así.
“El humor sana mucho”
Ahí empiezan un montón de… «Marica, ¿será que es que aquí no hay uno, sino que es que aquí hay dos? ¿Será que es que aquí hay un hijueputa que piensa y otro que ve lo que yo pienso? Ah, marica, hay un personaje y estoy yo». El gran descubrimiento de ese día fue eso. Sí, marica, yo tengo un personaje y está también el ser, que ni siquiera se llama Andrés. Andrés hace parte del personaje. Hay un ser debajo de toda esta mierda que por fin se manifestó, que me está diciendo: «Andrés, acá estoy, huevón, y aquí he estado siempre y yo soy el que tiene todas las respuestas y no estás solo. Y eres sabio, huevón. Pero estás muy distraído, marica. Estás muy distraído. Te fuiste afuera. Ven a la casa. Ven a casa. Ven aquí. Aquí estoy. Estaba aquí, huevón. Ven, ven, ven». Entonces, llevo dos años y medio intentando volver a la casa. Porque en la casa es donde está todo. Por eso digo que la profesión hizo… ¿Qué es la profesión? Distracción, huevón. ¿Cómo logro yo volver a entrar en contacto con eso que pasó ese día? Fue muy loco, huevón. Y, lo que le digo, llevo dos años tratando de entender qué fue lo que me pasó la tarde del 13 de abril del 2022. Implicó, huevón, cuestionar toda mi vida, todas mis creencias, todo por lo que yo me hacía matar. Ha sido un trabajo muy bacano, huevón, de viaje hacia lo profundo de mi ser. ¿Quién soy yo? ¿Dónde estoy yo en serio y dónde está, lo que le digo, la información prestada, las creencias heredadas, lo que dijo una tía, lo que dice el abuelo, lo que pide la sociedad, lo que exige el vecino? No, no, no, no, no. Yo, yo, yo, yo, yo, ¿dónde estoy? Esa experiencia fue muy malparida. Pero, marico, le estoy diciendo, eso pasó así. Yo no lo saqué ni de un libro… No, no, me pasó que una voz me habló y yo entré en un estado de dicha y, después, «Ah, hijueputa, mi voz. O sea, que, claro, es aquí todo, huevón». Ese fue el hecho contundente después de una llorada muy hijueputa. Es muy difícil. A mí me da mucha pena hablar de eso, huevón. Pero eso fue lo que cambió todo.
Bien. La meditación se volvió importante. Nunca había meditado, nunca. Empecé a meditar. Pero yo creo que lo que a mí más me ha servido en este proceso es… Me obsesioné con el tema de la autobservación. Trato de estar todo el día mirando al personaje. Trato todo el día de mirarme como desde acá. Trato todo el día de estar atento a mis reacciones cada que algo no sale como yo quería que saliera. A mis creencias, a mi genio… Todo el día me miro, sin cambiar nada. No cambió nada, solo observo. Para mí, el trabajo se convirtió en ser cada día más consciente. En la medida en que usted cada día sea más consciente, menos daño puede hacer. Nadie hace daño siendo consciente de que está haciendo daño, no se puede. Yo puedo saber, tener la información. Pero, si no soy consciente, hago daño. Nadie le hace a usted daño siendo consciente. Entonces, ha sido un trabajo de mirarme, mirarme, todo el día me miro. Trato de estarme mirando. Qué me molesta, qué… Y he empezado a tratar de cultivar el poder estar alegremente con mi propia compañía en silencio y en quietud. Hay una frase muy bonita de mi guía, o de la persona que me ayuda a mí, y es: «En el silencio, habla Dios».
Ahora trato de hacer harto silencio, de encontrar momentos de: «Bueno, marica, ¿quién es que soy yo?». Y es un trabajo de usted ir quitando las mentiras. «¿Yo soy mi plata? No. Okay. ¿Soy mi familia? No. ¿Soy mi profesión? No». Es más bien un trabajo de… Hay que limpiar mierda, hay que barrer… Hay mucha mierda y hay que barrerla. Hasta que usted conecte, pum. «Ah, este sí soy yo». En ese yo se supone que no hay necesidad nada, está todo perfecto. Eso también estoy haciendo. Y entrenar y hacer ejercicio y tratar de comer un poquito mejor. Pero no perder de vista eso, marica, cómo estoy reaccionando. ¿Cómo reacciono? ¿Por qué me dio esto tanta rabia? ¿Esto por qué me emputa tanto? ¿Por qué, marica? Porque no es ella. Es mi reacción a lo que ella me está diciendo. Eso es lo que tengo que revisar. ¿Por qué esto que me dijo me puso así? Entonces, en la medida en que usted lo va comprendiendo y lo va entendiendo, eso va sanando. Yo pensaría que el despertar es eso, que no te puedes quejar más. Ya no puedes echarle la culpa a nadie. Ahora es tu problema.
Y a veces se me olvida también. A veces estoy en piloto automático, marica, y reacciono como un culo. Y por ahí a la media hora me doy cuenta: «Marica, ¿yo cómo fui a decir eso, huevón? Parezco loco». Ya uno se pilla que los estados de tristeza pasan. Antes, uno dice: «Soy esta tristeza, hijueputa, estoy vuelto mierda, estoy…». Ahora usted dice: «Uy, mira a este hijueputa cómo está de mal, pobrecito. Va a pasarle». Y sí, usted se pilla y pasa. Eso es lo que yo trato de hacer. Hago mi ejercicio, medito… Y me miro mucho. Me miro cómo estoy sentado. Por ejemplo, marica, mire, ahora me pasa que uno tiene… Hay una vaina de matar el tiempo, ¿no? ¿Cómo mato el tiempo? Yo he descubierto, en los tiempos muertos del tiempo, una superoportunidad para estar conmigo. Entonces, yo ahora, digamos, si voy al banco, trato de, en vez de estar ahí mirando el turno como hijueputa así, digo: «Marica, tengo un chance de estar conmigo, huevón. Qué rico. Voy a aprovecharlo». Me siento, marica, me relajo. A ver qué me va a decir hoy. O en un avión. Yo antes… Hijueputa, la lista de películas, necesito ver siete películas. Yo, ahora, se lo juro: yo subo a los aviones y… Y ahí me quedo, marica, callado. Nos vendieron una idea del silencio como de que el silencio es lo peor. Somos una… Somos puro ruido, fíjese, y distracción. Shhh, quédese quieto, cállese. Quédese ahí.
Trato de que no se me olvide y reconciliarme con el silencio, con la soledad, con el no querer nada, con el no ser nadie. Parce, que su máxima pretensión en la vida sea ser nadie, ¿sabe esa felicidad? Que usted un día de verdad se levante y diga: «¿Sabe qué? Yo quiero ser nadie». Se quita usted todo este hijueputa lastre de encima, de agradar, de la ropa, de la maquillada, la pose, la sentada… El personaje, huevón, todo esto es actuación. Todo esto es actuación, actuación, actuación. Usted… Renunciar al deseo de ser alguien, de tener algo. Ese es mi gran sueño en la vida, llegar a ese punto. Hoy, ese es mi sueño. El día en que yo me levante y pueda decir «Sí, es verdad, no quiero ser nadie y no quiero nada. Esto es suficiente» y sentarme así, con la misma camiseta, vuelto mierda… «Qué rico, hijueputa». Ahí, parchado, huevón. Ahí, viendo árboles. Ya. Ese es el estado más bello. Prefiero eso mil veces ya que… El tiempo, la ropa y las botas y las cosas, y qué horas son, y el vuelo y cumplirle a este y comprar y hacer… Esto es un manicomio, huevón. Estamos en un manicomio y lo normalizamos. Trabajo, trabajo, trabajo, comprar, comprar, comprar, gastar, gastar, gastar, gastar, ¿cómo me veo?, ¿cómo me ven?, vestirme, apuntarme, la flacura, meter barriga, la foto… Y usted no tiene puñeta idea de quién es. ¿Cómo no va a estar triste y angustiado? Por eso a mí me… A veces me llaman: «Queremos que des una charla en una empresa para motivarlos a ganar mucho más…». Y dices: «Oiga, creo que soy el peor invitado. No me lleven a mí. No soy». «Tenemos una crisis en el área de ventas y necesitamos que estos manes se pongan la camiseta por la empresa y que logremos llegar…». Y yo como: «Usted se va a arrepentir. Yo lo que quisiera es que todos le renuncien hoy y se vayan a vender manillas en La Guajira». Sí, marica, yo, de ‘speaker’, poco futuro.
Y yo los miraba y yo decía: «Hijueputa, ¿y yo cómo no traje? Yo sí seré huevón». Ahí no se habían ganado el Mundial. Obviamente, todos, con la camiseta de Argentina, de todos los equipos en que había jugado, y yo… Marica, y a mí me terminó firmando una servilleta o alguna mierda así. Esa es una andresada clásica, huevón. A mí esas mierdas no se me ocurren, huevón. ¿Cómo no llevo yo una camiseta, marica? Pero fue muy chévere. Es un man muy sencillo, muy humilde, muy tranquilo, muy… Sí, muy bacano. Yo me divertí mucho, me sirvió, me distrajo. Uy, me distrajo porque yo en ese momento estaba muy paila, huevón. Estaba muy triste. Entonces, fue bonito… Es chévere ver a alguien bien cuando uno está tan mal. El Messi, marica. Bacano.
Y el siguiente evento traumático que me esté esperando, porque yo tampoco sé qué viene, va a ser el día que es. Porque yo no es que ya esté listo, ya, levitando. No. Somos muy tercos, seguimos siendo muy tercos y seguimos creyendo que tenemos el control de todo y que es cuando nosotros digamos y cuando nosotros queramos. Y no funciona así. Entonces, no. Era ahí. Y lo que venga, bueno o malo, es así. Va a depender de cómo yo lo interprete, cómo reaccione, cómo lo resuelva. El hecho está ahí y es uno el que… Creo que ahora tengo herramientas que no me van a dejar volver a naufragar. Puede que entre agua y se rompan velas y por ahí se caiga alguno y eso, ¿pero hundirnos otra vez? Yo no creo ya. Que yo creo que eso es de lo que se trata, marica: de enfrentar la vida con herramientas que no permitan que uno se hunda. Porque hundirse, uf, hijueputa. Sí, yo creo que, lo que le digo, se nos fue la vida complaciendo a los demás. Se nos fue la vida acumulando cosas. Y nos olvidamos de nosotros mismos. Estamos embolatados, estamos desconectados, estamos perdidos. Y es muy difícil saber yo qué quiero sin saber quién soy. Pero, bueno, eso son procesos y todos estamos cargando lo que toca cargar, pero vamos al mismo sitio, que yo creo que es, finalmente, aprender a amar. Yo creo que a eso es a lo que vinimos. El día que usted logre amar todo y a todos. Imagine lo que falta para eso. Bueno, no siendo más, quería darles las gracias por haber venido, por escucharme y deseo de todo corazón, de verdad, que logren darse cuenta, marica, del banquete que tenemos y de la forma en que nos estamos muriendo de hambre: en la mitad de un banquete, huevón. Y la única invitación es: traten de pillarse la cantidad de condiciones que le ponen a su felicidad, cómo nos negamos a ser felices hasta no tener esto, esto, esto y esto. Y, cuando lo tengo, sigo negándome a ser feliz porque no lo quiero perder ni que se vaya ni que… Eso sería, marica. Hay un banquete así, hijueputa, hay mucha pizza, mucha hamburguesa… Está eso así, lleno, y nosotros, no, tomando agua de mar. Y los amo, cochinadas inmundas. Dios los bendiga. Y disculpen. Muchas gracias.