Las cinco claves del amor saludable
Walter Riso
Las cinco claves del amor saludable
Walter Riso
Doctor en Psicología y escritor
Creando oportunidades
¿Por qué nos equivocamos tanto en el amor?
Walter Riso Doctor en Psicología y escritor
Walter Riso
"El amor es el reino que más sangre ha derramado. Por el amor se han hecho barbaridades y se hacen todavía barbaridades. El 60% de las consultas psicológicas tienen que ver con el amor y el desamor. Imagínate, qué interesante, estamos en un contexto que es un desastre. Entonces, ¿qué hacen las parejas para funcionar bien?"
Walter Riso es doctor en Psicología, especialista en Terapia Cognitiva y Máster en Bioética, con más de 30 años de experiencia en el ámbito de la psicología clínica y la formación, a través de su cátedra universitaria entre España y Latinoamérica. Es autor de más de 20 textos científicos y de divulgación, traducidos a más de 10 idiomas, que le han convertido en autor superventas de títulos como ‘El coraje de ser quien eres’, ‘Más allá de la adversidad’, ‘Pensar bien, sentirse bien’, ‘Filosofía para la vida cotidiana’, o ‘Amar o depender’. En su último libro, ‘De tanto amarte, me olvidé de mí’, expone consejos para amarse primero a uno mismo y elegir mejor a quién y cómo amar.
Transcripción
Hola. Gracias. Gracias. Mi nombre es Walter Riso. Soy doctor en Psicología. Me he especializado en terapia cognitiva, que es una línea dentro de la psicología que estudia la mente como el software humano. Además de eso, escribo libros, soy docente… He escrito unos 35 libros que han sido traducidos a 24 o 25 idiomas. Eso, lo que significa es que los problemas psicológicos parece que son más comunes de lo que pensamos. Empiezo con esto: la gente se equivoca más casándose que comprando una casa o comprando un apartamento. Cuando compramos un piso, nos fijamos en si le da el sol, si el vecino hace ruido, el impuesto, si es negocio… Cuando nos casamos, no. En el amor confiamos en lo que el amor nos hace sentir. ¿Sí? O sea… Por un lado, nos equivocamos porque elegimos mal. Porque si ustedes llegan al trabajo mañana y dicen: “Fulanita se enamoró” o “Fulanito se enamoró”. Yo hablo más en femenino porque tengo dos hijas mujeres, no tengo hijos hombres, tengo dos hermanas mujeres, no tengo hermanos hombres ni hijos hombres. Atiendo a más mujeres, pero también hombres. Pero si se me va más el femenino, no es porque esté discriminando al hombre, ¿de acuerdo? Porque ya me están mirando medio raro los que están aquí.
Entonces… “Fulanita se enamoró”. ¿Ustedes qué hacen? ¿La felicitan, no? “¡Ay, que te enamoraste! ¡Qué alegría!”. Como Susanita de Mafalda: “Ay, sí, mira…”. Pero yo no la felicitaría todavía. Yo le preguntaría: “¿De quién estás enamorada?” “Ah, es de Juancito. Juancito me lleva 40 años… Es 40 años mayor. Está casado cuatro veces. Tiene como diez hijos”. Pues yo no la felicitaría. Yo le diría: “Mira, ve donde Fulanito y pide cita”. Porque depende. Depende de con quién lo haga. ¿Y saben lo que suelen responder las personas? “Mi amor lo va a curar”. “Ah, ¿que esta persona es drogodependiente o que es alcohólico o que tiene cualquier otro tipo de problema? Mi amor lo va a curar porque el amor cura”. La segunda razón por la cual nos equivocamos tanto en el amor es precisamente esa. Los mitos que hay alrededor del amor. Que el amor es felicidad. Yo no sé… ¿Cuántos casados hay aquí? ¿Podemos levantar la mano los casados? Bueno, veo que hay mucha gente inteligente que todavía no se ha casado. Las personas casadas saben que estar casados no da la felicidad necesariamente. Estar casados implica criar hijos, implica pagar la luz, implica luchar la vida.
El amor no da la felicidad. La felicidad misma es un concepto que hay que revisar. Uno puede tener momentos de alegría. La alegría es una emoción básica. Tú naces con la alegría y te produce cambios biológicos y sirve para que tú te puedas relacionar con los demás, para que cambies tu percepción de la vida. La farmacia interior se activa, pero viene y se va, viene y se va. Como todas las emociones con las cuales uno nace. La felicidad es la idea de que la alegría puede durar eternamente. Soy feliz, estoy alegre. Por ejemplo, el mito de las almas gemelas, de que para cada uno de nosotros hay una persona que está hecha a imagen y semejanza nuestra, es decir, que encaja justo. Eso lleva a la idea de la fusión, que estar enamorado es estar fusionado. Somos uno. Tú estornudas y yo me sueno la nariz. Si yo tengo frío, tú te pones el suéter. Los dos somos uno. Y esa fusión, uno en el otro, hace que uno pierda autonomía, que uno pierda libertad. Hace que uno empiece a negociar con cosas que no quiere negociar. Porque en el amor hay que negociar muchas cosas. Somos piezas de rompecabezas distintas que queremos encajar, entonces nos tenemos que limar. El mito de que el amor es incondicional, de que es eterno.
No sé si… Bryan Adams, contra el cual no tengo nada… Me salió un versito, ¿no? Bryan Adams tiene una canción que dice: “Todo lo que hago, lo hago por ti”. Y si ustedes escuchan la canción, van a ver que él dice: “Respiro por ti, vivo por ti, muero por ti”. Yo cuando escuché esa canción, dije: “Bryan Adams necesita ayuda profesional urgente”. Porque si todo lo que yo hago lo hago por ti, si yo vivo por ti, ¿dónde quedo yo? De tanto amarte, me olvidé de mí. Eso no es amor, eso es dependencia. Nos equivocamos tanto en el amor porque vamos hacia el amor pensando que el amor todo lo cura, que el amor todo sirve. No entendemos que el amor es una construcción social, porque el amor tiene una historia. No es lo mismo el amor en la época de, según los antropólogos, en la época del Cromañón que en los griegos, que en los romanos, que en la Edad Media, que en el Renacimiento, que en la Revolución Francesa… Puedo seguir: que en los 60, en los 80, que en la posmodernidad ahora… Si tenemos tiempo, hablamos de cómo es ahora el amor, porque lo critican mucho. Le dicen que es líquido, yo no le veo nada de líquido. Es discutible eso. Entonces es una construcción social, pero también es una construcción personal. Tú inventas el amor. Tú inventas las reglas con la pareja que vas a estar. Y, bueno, ahora vamos a profundizar eso.
Nos equivocamos mucho en el amor. Por primera vez en los Estados Unidos hay más separados que casados. Y la mitad de la gente se arrepiente. Un 30 % de la gente funciona bien en el amor, y eso lo tenemos que preguntar. ¿Qué hace ese 30 % para funcionar bien? La mitad de mis pacientes se quieren separar. Y la otra mitad se quieren casar. Por ejemplo, llega una pareja y me dice ella señalando al marido delante de mí: “Este hombre es frío como un témpano y yo soy una mujer ardiente. Este hombre parece una nevera. No expresa nada. Es como de plástico”. Se van. Entra otra pareja. El hombre habla, la mujer escucha, delante de mí: “Esta mujer es como una nevera. Es fría. No tiene ninguna expresión. Yo soy un hombre ardiente”. A mí a veces me gustaría llamarlos y cruzarlos. Mire, usted, que es medio eufórico, ¡váyase con la eufórica! ¿Qué hicieron en el noviazgo? ¿No se conocieron? ¿No se dieron cuenta? Es que si yo soy de ultraizquierda y tú eres de ultraderecha, cada vez que nos acostemos, debajo se va a armar una revolución.
Hay cosas que son incompatibles. No lo pensamos. Nos vamos hacia el amor porque creemos que el amor es un sentimiento, y ya vamos a ver que no: es mucho más. Es una matriz compleja. Entonces, si yo te amo y tú me amas, el amor todo lo puede. No, el amor no todo lo puede. Donde más desertores he visto en mi vida es en el tema del amor. El hecho de estar aquí es poder transmitir esa experiencia que he recogido en casi 50 o 60.000 horas de consulta. Estoy abierto a las preguntas que me quieran hacer.
Pero «la prefiero» es: “Te elijo. Puedo estar contigo. Si me faltas, me va a doler. Pero mi vida sigue”. Pero si te necesito, es que no puedo prescindir de ti. Estoy atado. La palabra que se usa es el apego. La incapacidad de renunciar a un vínculo cuando debo hacerlo. ¿Y debo hacerlo cuándo? Cuando mis derechos son violados o mi capacidad de autorrealización ya no funciona. Es decir, cuando sufro innecesariamente hay un sufrimiento inútil. Ustedes pueden estar en una relación que es una porquería con una persona que los aplasta todos los días y ustedes siguen ahí. Pero es un sufrimiento inútil, porque es un sufrimiento que no los va a llevar a nada. Es involutivo, cada vez van a estar peor. Ahí deberían ustedes pasar de carril e irse a un sufrimiento útil. ¿Qué es un sufrimiento útil? La ruptura, el duelo. Porque ustedes le pueden decir a la persona: “Pero es que mira…”. Les pongo el ejemplo: llega una persona, pongamos una señora a la cita llorando porque se separó. Entonces yo le digo: “Bueno, cuénteme cómo era su esposo”. “Y bueno, era un poco tacaño. No era un buen amante. Me criticaba demasiado. No me daba libertad…”. Y sigue. Y son todas cosas negativas.
Entonces yo me pregunto: “Esta señora debería estar saltando en una pata de la alegría que se separó”. Hay separaciones que habría que festejar. “Te invito a mi separación que se va a llevar a cabo en tal lado”. Hacer una fiesta, ¿no? ¿Por qué? Porque si es insoportable, ¿qué es lo que usted extraña? Yo les pregunto a ustedes, a los que no están tan bien en una relación, que no me lo van a decir aquí, o a los que nos están escuchando y viendo: ¿de quién están enamorados? ¿De la persona que conocieron, que todo iba bien al principio, que todo iba “peace, love” maravilloso… o de la que están ahora, que es una pesadilla, que discuten por todo? Porque esta persona de hoy, si pasó por lo menos un año o dos, o tres, o cinco o diez, ya no es la misma del principio. Entonces ustedes están enamorados de un fantasma, de una ilusión, de lo que fue. Con todo respeto, suena ridículo. Ese ya no existe. Señora, ¿usted qué es lo que va a extrañar de él? “No sé, pero él también tenía cosas buenas”. Sí, pero las cosas buenas no son: que no mataba a nadie, que iba a trabajar, que no me escupía… Esas son cosas que uno supone que son normales, no son especiales. Claro, ahí pasan un sufrimiento útil. ¿Que cómo se llama? Duelo.
El duelo. Ustedes van a sufrir el duelo. Llega gente a mi cita y me dice: “Ayúdeme a desenamorarme porque mi relación es insoportable”. Pero ¿cómo voy a ayudar yo a alguien a desenamorarse? Las relaciones insoportables también se mantienen por la esperanza. La esperanza. ¿La esperanza es buena o mala? Arriésguense. Es buena, ¿no? ¿Por qué? Porque los enseñaron que hay que tener esperanza. Que la esperanza es lo último que se pierde. Pues yo digo que no. Me rebelo contra eso. Rebelarse es muy importante. Insubordinarse a sus creencias irracionales es muy importante. La esperanza en un amor insoportable es lo peor que le puede pasar a uno, porque te va a dejar ahí anclado. Y vas a pensar que de pronto le cae un ladrillo en la cabeza y cambió, ¿no es cierto? ¿De acuerdo? No. Aquí no necesitamos esperanza. En una relación insoportable necesitamos realismo. Realismo duro y crudo. Necesitamos realismo feroz. Ver las cosas como son. Buda no decía: “Ven e interpreta”. No: “Ven y mira”. ¿Y usted cuántos años lleva con esta persona? Que usted gira a su alrededor porque es narcisista, él o ella, y vive en función del otro, y usted da y da y da… Porque el amor debe ser recíproco. Si yo soy fiel, espero fidelidad. Si yo doy cariño, espero cariño.
Entonces resignarse es la otra variable. Yo me resigno a esta relación. ¿Por qué? Porque no existe el verdadero amor. Además, yo veo que todo el mundo sufre. Entonces yo también sufro. No, ustedes tienen el derecho a no sufrir. Y si le violan sus derechos, los tienen que respetar. Soportamos relaciones insoportables, básicamente por una cuestión de aprendizaje social. Porque hemos tenido modelos de aprendizaje social inadecuados que nos enseñan alrededor del amor un concepto de amor romántico que cuando vamos a la práctica no existe. Entonces, entre el concepto del amor romántico y la pornografía, nos vamos a una relación de pareja creyendo todas las barbaridades que nos dice la pornografía, que solamente existen en la pornografía, o nos vamos con el amor romántico, que es la creencia de que el amor romántico implica soportar. Si yo les dijera a ustedes: cambiemos la palabra “soportar” por “respeto”. Si yo te dijera: “Yo soporto a mi mujer. Llevamos 25 años juntos y yo lo soporto o la soporto”. ¿Cómo te suena? Mal, ¿no? No suena bien porque uno espera que… No se trata de soportar. Pero si yo te digo: la respeto. Es decir… Entonces, ¿qué quiere decir? Que cuando ella tiene un modo de parecer o un modo de actuar o una manera de pensar distinta a la mía, yo no tengo que soportarla. Entiendo que es un diferente y que estamos juntos en esa diferencia y que en esa diferencia yo la respeto. ¿De acuerdo?
Entonces. ¿Por qué hay ahora…? ¿Vieron que están festejando las bodas de titanio ya? Ya van por las de titanio. Se acuerdan de que había la de bronce… ¡Ya van por las de titanio! Que son, ¿saben cuántos años? 75 años de casados. Entonces, cuando uno ve una parejita de ancianos así y todo el mundo ahí, alrededor, y los llevan a la televisión, incluso. Están los dos sentados y todo el mundo aplaude. Pues 75 años. Yo digo: “¿Qué están aplaudiendo? Paren un poquito. Déjenme preguntarles cómo les fue. “Señora, ¿cómo le fue?”. “Sí, bien, ahí. 75, aguantando, soportando, para adelante…”. Entonces, ¿qué estamos festejando? ¿El aguante? ¿O estamos festejando el amor? Ya van a ver, cuando hablemos del amor bien qué es.
Estamos en un momento tal en que las mujeres, hoy día, deberían tener menos dependencia emocional porque se está incrementando la autonomía, la libertad, el autogobierno, la autodeterminación. Entonces, ¿por qué no baja la dependencia? Nadie sabe, pero las investigaciones muestran esa contradicción. Entonces, una relación tóxica es una persona dependiente con un narcisista. El narcisista no quiere que lo amen. El narcisista lo que quiere son fans. Y esta persona dependiente va a hacer cualquier cosa para que esta persona narcisista no la deje. Va a decir sí cuando quiere decir no. Se va a peinar como no quiere peinarse. Se va a vestir como no quiere vestirse. Va a girar a su alrededor. Le va a dar gusto más allá de cualquier cosa. Yo quiero tu felicidad, aunque yo me anule. Entonces, ¿cómo sabes que estás en una relación tóxica? Primero, cuando no te sientes libre. Porque, de una manera u otra, las relaciones tóxicas te atan. Tú te das cuenta porque das, das y das. Eres una máquina dispensadora de refuerzos. Pero no recibes. Te das cuenta porque no puede ser tú misma. Y no es un lugar común, tú misma.
Nietzsche hablaba de eso: ser uno mismo es ser coherente. Pensar, sentir y actuar por el mismo lado. Cuando uno está en una relación tóxica pierde coherencia porque no puede ser uno. Tú vas a terminar justificando cosas que no tienes que justificar. Tus libros, mis libros, nuestros libros. Tú tienes que tener tu espacio. Entonces justificar lo injustificable, aceptar lo inaceptable, entender que tú cada día existes menos en vez de existir más. Porque tu felicidad implica anularme: cuanto más me anulo, más feliz eres. Es que es una paradoja. Es perverso. ¿Quién tiene el poder en una relación? Y termino este tema. ¿Quién tiene el poder afectivo en una relación? ¿El más lindo, el más inteligente, el que tiene más plata…? ¿Quién tiene el poder afectivo? El que necesita menos al otro. Si yo te necesito menos de lo que tú me necesitas, yo puedo prescindir de ti más fácil de lo que tú puedes prescindir de mí. Yo tengo el poder. Lo puedo usar bien o usarlo mal. Porque hay personas que ven la debilidad del otro y eso los vuelve más fuertes y abusan. Pero si yo estuviera con una persona, o una mujer en mi caso, que yo tuviera el poder afectivo, en el sentido de que yo estoy más desapegado y la otra persona está más apegada, yo trataría de que mi pareja estuviera más desapegada, para estar de igual a igual. No dependas tanto de mí. ¿De acuerdo? Entonces una pareja tóxica se siente. Puedes ir a 80.000 psicólogos, te van a dar 50.000 listas y vas a decir: “Tengo esto, tengo esto, tengo esto, tengo esto”, pero en el fondo sabes que estás con la persona que no es.
Entonces tú puedes sentirte perfectamente atraído por una persona, pero eso no es amor. El amor es, sobre todo, en mi experiencia de tantos años, es que uno se enamora de la personalidad. De la fuerza que tiene el otro. De lo echado para delante que es o de su valentía. Y después empieza a enamorarse de cosas tontas pero muy lindas: de la manera de caminar. Yo me enamoré cuando era joven… muy joven, porque soy joven… muy joven, de una chica que caminaba como un canguro. Y todo el mundo le tomaba el pelo. Y yo me enamoré de la caminada de canguro. Me encantaba cómo caminaba. Uno se enamora del hoyuelo, uno se enamora de cómo ronca. Yo tengo un amigo fotógrafo que estaba soltero. Un tipo muy interesante él. Y salía dos o tres veces con una chica y dejaba de salir. Era regular. Un día me llamó y me dijo: “Estoy saliendo con una chica, he salido tres veces y creo que puedo salir la cuarta. Pero quiero que tú salgas conmigo y que la veas y que me opines”. Y yo: “Pero ¿qué voy a opinar yo? Es para vos, no es para mí. Te tiene que gustar a vos”. “No, pero dame tu opinión. Mira, yo no sé…” Es inseguridad. ¿De acuerdo? Cuando uno está seguro de lo que hace, actúa y asume las consecuencias. Mi amigo no estaba seguro. Entonces yo lo acompañé.
A mí la chica me pareció una chica encantadora, entonces dije: “A mí me encanta la chica, pero no sé cómo te puedo ayudar”. Entonces le dije: “¿Por qué no haces una cosa? ¿Por qué no salís tres veces más antes de tomar una decisión? Para romper ese esquema de tres veces”. Salió la quinta, la sexta, y me llamaba y me decía: “Hm-hm, peor. No me gusta. Peor. No me gusta”. Lo que tenía mi amigo era miedo a establecer un compromiso. ¿De acuerdo? Pero a la séptima vez que salió u octava vez fueron a un lugar donde se bailaba flamenco. Y la chica, en un momento dado, saltó encima de la mesa y empezó a bailar flamenco. En un bar donde nadie bailaba flamenco. Nadie bailaba flamenco, tocaban flamenco. Y él la miró desde abajo y la chica se dio vuelta y lo miró y le guiñó el ojo. Me dijo: “Ahí me enamoré. Ahí me enamoré. Ver esa loca ahí arriba bailando con salero y me guiñó el ojo. ¡Guau! No me aguanté y me enamoré”. Ahora tienen un hijo que se llama Walter, que yo no tuve nada que ver ahí.
No amamos a las personas porque son valiosas. Las vemos valiosas porque las amamos. Si ustedes tienen hijos, no van a decir: “Amo a mi hijo porque sacó un diez, porque es lindo, porque es atlético, porque es bonita…”. No: ustedes lo ven bonito, lo ven atlético, lo ven genial porque lo aman. O sea, el amor otorga valor. Entonces, si tú estás con una pareja que amas, la vas a ver valiosa. No porque sea valiosa. Los otros la van a ver sin los ojos del amor. Entonces la van a ver tal cual es. Tú vas a distorsionar la información. Pero es porque estás enamorado. Si estás súper bajo los efectos del enamoramiento, eres una persona que le falta inteligencia porque estás pensando de la cintura para abajo, no de la cintura para arriba. Pero si estás enamorado, no tienes que pedir permiso, no tienes que justificar, no tienes que pedir perdón… porque estás enamorada. ¿Le viene bien a tu vida o no le viene bien a tu vida? Pues para eso está cuando la vas conociendo. Después si te casas, si la cosa no funciona, festejas tu separación o pides ayuda profesional para arreglar la relación. Pero si violan tus derechos humanos, yo les digo: la carta de navegación para que usted esté en una relación tiene que ser la Carta Universal de los Derechos Humanos. Hagan el amor con la Carta Universal de los Derechos Humanos debajo de la almohada. “Mi amor, acabas de violar el derecho 43, párrafo 14”. Defender los derechos de uno en la relación. Eso es lo clave. Y tienes el derecho a elegir la persona que quieras. Puedes escuchar, pero tú toma la decisión. Te hablé de todo un poco, pero bueno. Gracias.
Abrazo, la soledad afectiva. Llego a mi casa y no hay nadie, estoy yo solo. A mí me encanta cocinarme a mí solo. Como buen italiano, yo me hago mis pastas, pongo ópera, destapo un Chianti y tomo vino, me cocino, como y me importa un rábano estar acompañado. No quiero estar acompañado. ¿Qué tal estar acompañado con alguien que no le guste la pasta? ¡Qué pesadilla! Una vez, cuando era joven, o sea, hace poquito, estaba separado. Yo soy casado dos veces con personas distintas, porque hay gente que se casa con la misma persona dos veces. O tres. Había una chica que me gustaba mucho, yo estaba separado, y yo le gustaba la chica. Entonces alguien nos hizo de celestina y organizó la salida, que no era a ciegas. Y entonces salimos y yo la invité a un restaurante italiano. Nos sentamos ahí y yo feliz. Siempre me había gustado, y ella me confesó que yo también. Entonces yo pedía tequila, ella pedía vino. ¿Tequila en un restaurante italiano? ¿Por qué? Por la emoción de estar con ella. Y me dice: “¿Qué me recomiendas?”, yo le digo: “Raviolis”. Y me dice: “¿Qué es un ravioli?”. Dije: “No puede ser…”
No puede ser que esté con la mujer de mi vida, teóricamente, y no sepa qué es un ravioli. A un italiano decirle qué es un ravioli es como decirle a un español qué es una paella. “Te recomiendo la paella”. “¿Para quién?”. “No, pa’ ella no, pa’ vos, la paella”. Los ravioli… ¿Cómo diablos se explica qué es un ravioli? Traten de explicar qué es un ravioli. Un ravioli es como una empanada cuadrada con masa de trigo. Es como una almohadita. “Ah”, me decía ella ”como una almohadita. ¿Y las almohaditas… se comen, las almohadas?”. “Sí, son como empanaditas”. “¿Y qué tienen adentro?”. “Queso ricota, espinacas…”. “¿Y qué es ricota?”, me dice. Todo eso eran chulitos negativos. “Otro tequila doble, por favor”. Y cómo les parece que… “¿Y qué le echan por encima?”, y le dije: “Salsa”. “¿Empanadas con salsa?”, me dijo. “Pero no, son raviolis”. Finalmente dije: “Pero ¿qué quieres comer?”, le dije yo, ya con rabia. Me dijo: “Quiero un pedazo de carne con papitas a la francesa y kétchup”. A un italiano, que le pongan a alguien que come kétchup… Mi papá se revolcaba en la tumba, que murió joven y era cocinero. Yo, que fui toda mi vida cocinero. ¿Yo cómo voy a estar…?
Declararse en huelga afectiva es estar en la soledad más maravillosa porque tienes que pensar en lo malo que te podría ocurrir, que vas a un gimnasio y conoces a un chico o una chica que resulta que te invita y te va mal. No, no, no, no. Quiero yo… Atrás. No quiero mujeres, ni hombres, ni nada que se le parezca. Yo con yo. Yo con yo. Fíjense, hay gente que es muy linda hasta que habla. Entonces la huelga afectiva es eliminar todas esas cosas que te pueden ocurrir. Y entonces tú ya no vas a añorar a nadie. Vas a hacer como Tagore: “Yo no persigo el amor. Que llegue si va a llegar, pero no en estos seis meses, porque en estos seis meses decido yo y no quiero a nadie. Fuera. Adiós”. Sientes alivio. Sobre todo para gente que es ansiosa y que está buscando a alguien. Porque se nota. Cuando tú estás con una persona en un proceso de seducción, de conquista, las primeras salidas, te das cuenta de qué tan ansiosa es esa persona porque quiere estar con alguien. La huelga afectiva es eso: es en el acto a través del cual yo decido una soledad afectiva, pero no porque no se me da, pero no porque no tengo la suerte de conocer a nadie, porque a mí, a mí no me da la gana. Es así. Dejen la ventana abierta, declárense en huelga afectiva y alguien va a entrar y se van a enamorar.
Entonces, en ese contexto, ¿qué hacen esas parejas para funcionar bien? Imagínate, qué interesante, estamos en un contexto que es un desastre. Te voy a decir. Primero: reciprocidad. Las parejas que funcionan bien son parejas democráticas, horizontales, no solo dentro de la cama, sino también afuera. No hay una relación dominancia-sumisión. Ida y vuelta. No milimétrico, pero equilibrado. Si tú eres indiferente y yo no soy indiferente, yo tengo que negociar con eso. Tengo que decir: “No importa”. Yo si soy una persona dependiente, lo que voy a hacer es equilibrar negativamente. O sea, como tú eres indiferente, como tú no expresas afecto, como yo soy transparente, me voy a volver indiferente para que seamos una pareja compatible. Entonces, cuando hay otras personas: “¿Y ustedes como son?”, “Somos indiferentes los dos. Somos compatibles”. No, los dos son compatibles por lo negativo. O sea que los dos están en la capilla para pedir ayuda profesional urgente. Lo que se opone al amor es la indiferencia. Entonces hay cosas que no son negociables. Si tú violas mis principios, pues ¿yo qué tengo que hacer? ¿Callarme la boca? ¿Quién ha dicho que tu pareja tiene el derecho a violar tus valores? A menospreciarte, a ignorarte, a maltratarte, psicológicamente me preocupa más que físicamente, aunque físicamente es terrible, obviamente. Pero tú con lo físico puedes ir a poner una denuncia.
Pero yo te digo: “Idiota, estúpida, tarada, nada lo haces bien, todo lo haces mal”. ¿Qué voy a ir, con un moretón en el alma? ¿Qué voy a mostrar? Entonces, reciprocidad. ¿De acuerdo? Equilibrio: doy y recibo. Segundo, otra característica: la territorialidad. Estas son cosas que en los manuales no van a encontrar. La territorialidad es que las parejas que funcionan bien no son las parejas totalmente superpuestas. Porque en las que están totalmente superpuestas no hay asombro, no hay sorpresa. Puedo predecir tu conducta. Me aburro como una ostra. No hay humor. Cuando ustedes tengan que explicarle el chiste a su pareja, sepárense. ¿De acuerdo? Entonces las otras que están así no funcionan. Son separadas ya, definitivamente, cada cual tiene su vida. Entonces hay cosas que compartimos, pero hay un espacio de reserva personal que es tuyo y está diseñado para una sola persona, aunque el otro se ponga histérico. Este es mi espacio. Es mi lugar. Está diseñado para mí. No caben dos. Pero tenemos nuestras cosas. Territorialidad. Si tú no tienes un espacio de reserva personal que pueda ser tuyo y hacer lo que quieras…
A veces la gente busca lugares físicos para poder tenerlo. Tu baño, mi baño. Podemos tener tu cama, mi cama y una cama doble. O mejor, en la cama sencilla se puede hacer igual. No importa. Pero hay gente que puede separar espacios físicos. Pero yo hablo también de los espacios mentales, de los espacios psicológicos. Bueno. La tercera: sensibilidad-entrega. Eso lo tienen. ¿Qué es eso? Una de las más importantes. Tu dolor me duele. Tu alegría me alegra. Si tu dolor no me duele y tu alegría no me alegra, no hay ni compasión ni congratulación. Compasión es compartir el dolor. Pero si tu dolor no me llega, ¿qué estás haciendo conmigo? Empaca y vete. Yo no te merezco. No te merece quien no le duele tu dolor. Congratulación es que yo estoy contento. “¿Por qué estás contenta o contento?” “Porque hoy estuve en clase de escultura y logré hacer el codo de no sé quién..”. “Y yo manejando millones de personas, dice el Ejecutivo, aquí con todo este problema económico, y este se pone contento por el codo que está haciendo en escultura. Yo no me pongo contento por eso. Me importa un rábano”. No hay sensibilidad-entrega. Eso es lo que se llama el «agapē», la ternura. Es no aplastarte con mi yo. A veces tengo que existir menos para que tú puedas estar. ¿De acuerdo? Sensibilidad-entrega. Esa es la tercera. Está clara esa tercera.
Te voy a dar una cuarta, que es la admiración. Puede haber admiración sin amor, como los profesores que ustedes tienen por ahí o alguna persona, pero no puede haber amor sin admiración. ¿Cuándo se ve mucho la admiración? Cuando uno está en faenas, actividades, cosas que hay que hacer para enfrentar la vida. En la pandemia, a mí me llamaba gente y me decía: “Doctor, yo creo que mi marido tiene retardo mental. Yo no sabía que era así”. Hombres que llamaban y decían, como piensan los hombres: “Yo no sabía que mi mujer era tan fea. La acabo de mirar bien todos estos días”. Claro, porque eran parejas de fin de semana. Se veían los fines de semana. Estaban los niños en la mitad, decían: “Hay que pagar la luz”, estaban distraídos. Entonces, admiración. Y voy a dar otra más, que es el respeto. Pero el respeto no es el miedo. El respeto no es la veneración por el otro. Si ustedes veneran a su pareja, no tienen una pareja. Tienen un maestro espiritual o una maestra espiritual. Venerar es tirarse a los pies del otro. Venerar es considerar que el otro está idealizado a un nivel en el cual yo tengo que ser un discípulo o una discípula. Y el amor tiene que ser horizontal. Hablo del respeto que surge cuando yo estoy con alguien y a través de la admiración puedo reconocer que esa persona a mí me inspira.
Cuando ustedes están con una persona que veneran, realmente como un semidios, ustedes van a terminar diciendo: “Tengo que imitarlo”. Copiar. Ser como él o ser como ella. Pero si ustedes respetan, lo que van a decir es: “Me inspira”. Entonces lo que hago es crear a partir de ahí con mi sello personal. No soy una burda copia. Respeto es entender que tú eres un sujeto, no un objeto. O sea, eres un fin en ti mismo, como decía Kant. ¿Eso qué significa? Que no te puedo manipular, que no puedo explotarte y que tú, como sujeto, tienes algo importante que decir que vale la pena escuchar. Amar es dejar hacer y dejar ser. “Dejar aparecer al otro”, decía Maturana, el biólogo chileno. Dejar aparecer. Si yo no te dejo aparecer, no te respeto, te aplasto. Y puede que no esté de acuerdo con vos. Y aquí les doy otra frase que, por favor, la recuerden: más vale un desacuerdo amistoso que un acuerdo perezoso. A veces nos ponemos de acuerdo sin estar de acuerdo para evitar. Tiramos la mugre bajo el tapete. Pero es mejor un desacuerdo amistoso. Somos diferentes, pero te respeto en la diferencia. Siempre y cuando no violes mis derechos, porque eso no es negociable. Y si violas mis derechos, empaco y me voy.
Segundo, la autorrealización que tiene que ver con el desarrollo de tus talentos naturales, es decir, de lo que para ti es vital, poder desarrollar como persona, tus sueños, tus habilidades, tus valores o tu vocación, qué sé yo. Si a mí me gusta la música, pero la mujer con la que estoy me dice que con la música no vamos a alimentar a los niños que vamos a tener, que mejor estudie Administración de Empresas, entonces yo dejo de estudiar música y estudio Administración de Empresas. He negociado con mis valores por amor. Si esa persona me amara de verdad, no me hubiese dicho que estudie Administración de Empresas. ¿Qué quiero decir con esto? Que cuando uno tiene un sueño, una motivación, una pasión, y usemos la mejor palabra: entusiasmo, que no se usa en castellano tanto como se debería usar. Entusiasmo en el griego significa “enthousiasmos”, sentir la fuerza de Dios en el pecho. “Estoy entusiasmado” es que no me para nadie, que voy contra el viento, contra la marea.
Sentir pasión es jugársela. Cuando ustedes están en la autorrealización, pagarían por hacer lo que están haciendo. Entonces, si estar en una relación entorpece todo lo que estoy diciendo, entorpece mi autorrealización, mis sueños, mis metas fundamentales, a mí no me sirve esa pareja, no quiero estar en pareja, no le viene bien a mi vida. No voy a negociar, porque el amor no es la virtud más importante. Me niego a aceptar que el amor sea la virtud más importante. A veces la libertad es más importante que el amor. A veces la justicia es más importante que el amor. El amor es solo un elemento más. Autorrealización no es negociable. Para mí es un límite. Para mí. Y el tercer elemento son mis principios y mis valores. Si estás en una relación donde tus valores y tus principios los tienes que negociar para estar allí, empaca y vete. Muchas gracias. Esto es lo que tenía para decirles. Hasta la próxima.