COMPARTIR
Generated with Avocode. Path Generated with Avocode. Rectangle Copy Rectangle Icon : Pause Rectangle Rectangle Copy

“La pareja empieza cuando el enamoramiento acaba”

Arun Mansukhani

“La pareja empieza cuando el enamoramiento acaba”

Arun Mansukhani

Psicólogo y sexólogo


Creando oportunidades

Más vídeos sobre

Arun Mansukhani

Arun Mansukhani es psicólogo y sexólogo, especialista en trauma, apego y relaciones de pareja. Durante el evento de Aprendemos juntos en Perú, explica de forma clara y accesible cómo se forman los vínculos afectivos y qué dinámicas pueden conducir al sufrimiento emocional.

Su trabajo se centra en la comprensión profunda del trauma temprano, los estilos de apego y las creencias inconscientes que moldean la manera en que las personas aman y se relacionan. Imparte formación a profesionales de la salud mental en España y Latinoamérica, y es ponente habitual en congresos internacionales sobre trauma, apego y sexualidad.

Con un enfoque integrador y humanista, combina evidencia científica con una mirada compasiva, orientada a ayudar a las personas a construir relaciones más seguras, libres y conscientes. Su labor divulgativa en medios y redes lo ha convertido en un referente para miles de personas que buscan comprender mejor su mundo emocional.


Transcripción

00:03
Arun Mansukhani. Nos gusta reunirnos para pensar, para compartir, para compartir experiencias, para hacer cosas juntos. No sé, las abejas se juntan y hacen colmenas, ¿no? Los lobos van y cazan juntos. Los pingüinos, ¿lo habéis visto en los documentales que se juntan todos para conservar el calor? Y nosotros somos un poquito más sutiles y entonces nos reunimos en el Teatro Peruano Japonés a hablar de cuál es la mejor manera de relacionarse… Pero al final estamos haciendo lo mismo, haciendo actividades sociales. De hecho, se considera que somos la especie más social que hay sobre el planeta, ¿vale? Somos más sociales que todos los primates, por ejemplo. Somos más sociales que ningún mamífero. Incluso tenemos un mayor nivel de sociabilidad, que es lo que he dicho antes, ¿no?, las abejas, las hormigas, estos lo solemos llamar insectos eusociales porque forman colmenas o hormigueros de millones de individuos. Entonces son especies muy sociales. Pero nosotros nos distinguimos de ellos en que nosotros también hacemos esos grandes grupos pero los nuestros no están basados en el parentesco. La hormiga, la abeja, etcétera, todas sus grandes comunidades están basadas en la cercanía genética. Las nuestras no. Nosotros tenemos la capacidad de vincularnos y formar comunidades con lo que llamamos extraños genéticos. Y a mí me encanta esta frase, ¿no?: “Extraños genéticos”. Me encantaría que se me hubiese ocurrido a mí, pero no. Se la leí a un señor que se llama Scott Atran, que es antropólogo. Es el que habló de esto, de esta capacidad nuestra, de vincularnos con extraños genéticos. Y a mí me encanta porque me explicó mucho, un poco de mi vida. Yo soy de origen hindú, crecí en el sur de España, en un sitio donde había ingleses, franceses, alemanes. De hecho, uno de mis mejores amigos se llama Hans Hellberg y es alemán. Y cuando vamos juntos por la calle no parecemos la misma especie porque él mide como dos metros, es así… No sé si han visto un jugador de fútbol que se llamaba Ballack. Pues lo podéis buscar después. Pues Hans es Ballack, un tipo grandote. Y lo que la teoría de Scott Atran nos viene a decir es que nuestra sociabilidad se basa en eso. Es tan grande, se basa en la empatía y puede hacer que yo me sienta más cercano de Hans, de mi amigo Hans, con el que no tengo ninguna cercanía genética, que de mi primo Rajesh, que está en la India escuchando canciones de Bollywood. Yo que sé. Mi amigo Hans y yo escuchamos a Radiohead, ¿no?, un poquito más digno como mandan los cánones. Entonces ese es nuestro enorme nivel de sociabilidad que lleva a que seamos esta especie ultra social, ¿no? ¿Y por qué somos tan sociales como especie? Somos tan sociales porque pertenecemos a lo que llamamos una especie altricial. Las especies altriciales son las especies que tienen crías muy inmaduras y por tanto necesitan que los adultos se ocupen de esas crías para que esas crías sobrevivan. Las crías, como todo el mundo sabe, todo el mundo que tiene crías sabe, son muy demandantes. Las crías demandan mucho más de lo que dan. La naturaleza de las relaciones es un poquito desequilibrada. Si habéis tenido niños y niñas y si tenéis niños adolescentes no os quiero ni contar. Cualquiera que tenga niños adolescentes sabe lo desequilibrada que es esa relación. Entonces, desde luego, desde el punto de vista de la supervivencia, lo más sensato que haríamos es abandonar a nuestras crías que son demandantes, lloronas y problemáticas. O podríamos también comérnoslas porque, sí, son muy ricas en grasa, en proteínas. De hecho, prácticamente todas las crías que vemos nos las comemos, ¿no? El cochinillo, el cabrito… menos las nuestras. ¿Por qué no nos comemos a nuestras…?

03:48
Arun Mansukhani. Bueno, a nuestras crías por cuestiones sentimentales las solemos llamar hijos e hijas. ¿Por qué no nos comemos a nuestros hijos y a nuestras hijas? Bueno, porque la evolución ha hecho que ante esta gran dependencia, instrumental la llamamos, ellos dependen instrumentalmente de nosotros, se haya generado a la vez una gran dependencia emocional. Entonces nosotros no podemos abandonar a nuestros hijos porque nos sentiríamos fatal. Esa es la razón, básicamente. No somos unos seres egoístas, no lo hacemos por altruismo, lo hacemos porque nos sentiríamos fatal. Y esa enorme sociabilidad que se debe a tener esa cría inmadura es un poco la base de que nosotros hayamos sido sociables en otros ámbitos, ¿no? En los ámbitos de grupo, etcétera. De hecho depende, tanto el vínculo con nuestras crías como la relación con las personas de nuestra comunidad, como por ejemplo las relaciones de pareja a largo plazo, dependen parcialmente del mismo neurotransmisor, de la misma hormona, de la oxitocina. O sea, fijaos como la evolución ha ido generando esta capacidad nuestra de vincularnos. Esta capacidad es tan importante que impacta fortísimamente sobre nuestra salud. ¿Vale? Hay un estudio que se inició en 1938. No sé si lo habéis oído hablar. Se llama ‘El estudio Harvard sobre el desarrollo adulto’. Y este es un estudio que lo que hizo es seguir a un grupo de personas durante casi 80 años. Y lo que el estudio pretendía era averiguar qué es lo que hace que se viva más, o sea, longevidad. Qué es lo que hace que se viva mejor, o sea con mejor calidad de vida. Y qué es lo que hace que se viva con más felicidad o con más bienestar. Estas eran las tres preguntas centrales que ese estudio pretendía contestar. Fijaos que no son tres preguntas cualquiera. Son tres preguntas de: “¿Que hace que la vida merezca la pena?”, casi diríamos, ¿no? Encontraron que hay una variable, que esta, es la variable que más correlaciona con las tres. Es que tener relaciones sanas es lo que mejor predice longevidad, calidad de vida y bienestar subjetivo. Por encima de los niveles de colesterol, por encima de la tensión arterial, por encima de todo lo demás. O sea que si tenéis que elevar un poquito el colesterol porque quedáis con amigos para comer, igual hay algún médico que se queja con lo que estoy diciendo, pero si nos atenemos rigurosamente al estudio Harvard, podríamos hacerlo. O sea que no se trata de estar acompañado, se trata de estar bien acompañado y ser capaz de tener esas relaciones sanas, ¿no? Y la pregunta es: ¿dónde aprendemos a tener relaciones sanas? ¿Dónde aprendemos a relacionarnos? Y antes lo he respondido ya. Somos una especie altricial. Nacemos con una necesidad biológica de vincularnos. O sea, nada más nacer nosotros nos conectamos con nuestros cuidadores, con lo que llamamos las figuras de apego, ¿no? Y ahí, esa es nuestra primera experiencia de intimidad.

06:48
Arun Mansukhani. Esa es nuestra primera relación significativa. A veces la más significativa que vamos a tener a lo largo de la vida, o una de las más significativas, ¿no? Pero esa relación es lo que nosotros llamamos una relación vertical. La persona que está arriba tiene el poder y la persona que está abajo no tiene poder. Esta persona toma las decisiones. Esta persona tiene que acatar las decisiones o desde luego no tiene capacidad de decidir. Pero a la vez esta es la persona que provee y esta es la persona que es provista. Esta es la persona que cuida, esta es la persona cuidada. Esta es nuestra primera relación de intimidad. O sea nosotros empezamos teniendo intimidad con una persona con la que tenemos esta relación tan desigual. De hecho, eso es un poco madurar, ¿no?, ser capaz de empezar a tener relaciones de intimidad horizontales en las que el poder ya no está polarizado. El poder está equitativamente repartido. Esto es la situación ideal de las relaciones de pareja en la que ambas deciden estar; ambas tienen esa capacidad de decisión; ambas tienen poder; ambas cuidan y son cuidadas, ambas proveen y son provistas; ¿vale? Y esta sería la situación ideal. ¿Qué ocurre? Que estas relaciones dan muchísimo miedo. ¿Por qué? Porque yo tengo que intimar con alguien. Tengo que abrirme a alguien que tiene el mismo poder que yo. Y esto da mucho miedo. Despierta lo que llamamos nuestros miedos a la intimidad, que son básicamente cinco. Los miedos a la intimidad son: el miedo a ser rechazado, que no me quiera; el miedo a ser abandonado, que primero me quiera y después no; el miedo a la pérdida, por cualquier otra razón; el miedo a ser ridiculizado, que se rían de mí; y el miedo a ser traicionado, que me engañen con otra persona. Estos son los miedos a la intimidad. Y claro, mientras más horizontal la relación, menos poder, menos control, menos dependencia, más miedo. Y eso es lo que hace que haya mucha gente que intente tildar todo el rato, girar la relación para hacerla un poquito más vertical. ¿No? Nosotros no, por supuesto, pero seguro que conocéis personas que andan buscando a alguien que los cuide, ¿no? Nosotros somos gente sana, equilibrada, por supuesto, ninguno de estos roles es todo. No hay más que veros la cara. Pero conocemos gente así o gente que anda buscando alguien a quien cuidar o alguien a quien dominar, o alguien que te domine, que tome decisiones por ti. Todo esto son verticalizaciones de lo que debería ser una relación horizontal. Porque esta me da mucho miedo y de alguna manera cuando verticalizo me siento más seguro. ¿De acuerdo? Y esta es un poco la génesis de las relaciones de pareja o adultas que funcionan mal. Esta dificultad para colocarse en esa horizontalidad, ¿no? Pero no solo. Además, las parejas son incluso más difíciles en los tiempos que corren, ¿no? Ha habido siempre… parejas ha habido en diferentes momentos históricos, pero en este momento histórico se pide a las parejas más que en ningún otro momento, porque pedimos que las parejas cumplan tres funciones básicamente. La primera es la función sexual y reproductiva. Esperamos que nuestra pareja, bueno, cubra esa función. La segunda es la función emocional, comunicativa. Esperamos que nuestra pareja sea compañera, compañero, me escuche, me atienda.

10:16
Arun Mansukhani. Tercera, queremos que nuestra pareja sea la que nos provea de recursos y de alguna manera actúe como pareja social. Estas son las tres grandes funciones. Esto es una novedad histórica. Durante gran parte de la historia de la humanidad, estas tres funciones estaban muy repartidas entre familia extensa, grupo religioso… Y ahora sin embargo las tres funciones caen sobre la pareja en una época en la que además la gente vive mucho más. O sea, antes te casabas para toda la vida pero tampoco era tanto. Toda la vida acababa con, no sé, la edad media, era 35, 40, una mala infección, no había antibióticos. Ahora, desafortunadamente por la mejora de la sanidad toda la vida pueden ser 80 años. Se nos hace un poco largo, ¿no?, con toda esta presión. Entonces, todo esto hace que la pareja sea algo difícil, en la actualidad, las relaciones de intimidad en general y las parejas especialmente, algo difícil. Y un poco esa era la idea.

11:13
Hombre 1. Arun, ¿Qué tal?

11:14
Arun Mansukhani. Muy bien.

11:15
Hombre 1. Bienvenido a Lima, gracias por la charla, muy interesante. Tengo esta pregunta. Hay muchas relaciones que se sabe ahora con más intensidad, que tienen problemas, que no saben manejar, están juntos pero a la vez están con otras personas. Hay muchas diferencias entre ellos y sin embargo se mantienen juntos en una relación que de repente no parece tan sana. ¿Por qué crees que está pasando esto ahora, cada vez con más frecuencia?

11:43
Arun Mansukhani. Yo sí que sé que hay muchas personas que se encuentran juntas que no deberían estar juntas, ¿no? Pero no lo sé yo, lo sabe casi todo el mundo que está en la sala. Quiero decir, todo el mundo conoce gente que lleva, y a veces son, no sé, nuestros hermanos, padres, no sé. Y entonces hay gente que te dice: “Estos no deberían estar juntos hace mucho”. Es lo que llamamos las relaciones, ahora se le pone el nombre de relación tóxica y lo que mantiene a estas parejas juntas, sobre todo cuando estamos en situación más patológica, es lo que llamamos el pegamento tóxico. ¿Qué es el pegamento tóxico? Para que podamos identificarlo. Bueno, el pegamento tóxico empieza por la elección de pareja. Ahí nosotros sabemos que por un fenómeno conocido, lo familiar nos resulta seguro. ¿Vale? Todo lo que es conocido y familiar para mí, regula mi sistema nervioso. Mi sistema nervioso se encuentra más calmado porque lo reconoce como algo que forma parte de su historia y que no ha sido peligroso porque para eso he llegado hasta aquí, ¿no? ¿Qué ocurre? Que si yo tuve la suerte de nacer en una familia donde las relaciones eran sanas y la gente tenía buenas habilidades de comunicación, buenas habilidades de autorregulación, eso es lo que yo consideraría familiar. Pero si yo no tuve esa suerte y crecí en otro entorno familiar, se puede dar la paradoja de que una relación sana me resulte extraña, me genere inseguridad, me genere incomodidad o me sienta poco querido incluso en esa relación, porque yo he aprendido que el amor se expresa de esta otra forma. Entonces esa es la primera razón que puede llevar a que haya personas que sigan relaciones que no deberían, porque son relaciones que de alguna manera resultan familiares. No tiene porque ser familiar desde el punto de vista consciente. Una familiaridad casi inconsciente, diríamos ¿no? La segunda, además de la familiaridad, es que cuando nacemos en entornos conflictivos tenemos carencias. Lo llamamos carencias emocionales, situaciones que hacen que nosotros intentemos de alguna manera compensar esas carencias. Entonces, con frecuencia vamos a elegir parejas que sean complementarias, que de alguna manera se ajusten a ese rol, a ese guión que yo aprendí. Y esto puede ocurrir de muchas formas. Yo en mi casa, imaginaos, mis padres andaban muy cansados, trabajaban mucho y yo fui el hermano que se hizo cargo, ¿no? Siempre en esas situaciones suele haber un hermano o una hermana que sale regular o mal, que no se hace cargo de nada, no sois ninguno de vosotros, seguramente algún hermano vuestro que se dedica a estar fuera. Y otro que se hace cargo emocionalmente y es el hermano que funciona bien, que se encarga de hacer las cosas. Bueno, pues si yo soy este, yo soy un gran cuidador, un gran salvador. Es mucho más fácil que yo forme pareja complementaria con alguien que, o sea, yo iré buscando gente a la que cuidar, gente a la que salvar, básicamente. Cuando me encuentre con otro que intente salvar, no vamos a formar pareja. ¿Quién salva a quien? Yo te salvo a ti, sálvame tú a mí. Los dos queremos que el otro… ¿vale? No sabemos cómo funcionar en esa relación. Y si me encuentro con alguien que no, que está buscando una relación más sana, más equitativa, tampoco voy a poder, ¿no? Tercera razón que nos puede llevar a elegir mal, también relacionado con esos entornos, es que sabemos que las personas cuando crecen en estos entornos suelen tener la autoestima baja, suelen tener un autoconcepto más negativo. Y entonces pueden quedarse en pareja o elegir pareja simplemente porque piensan que no merecen nada mejor. Esto es lo que merecen, ¿vale? Y se quedan ahí, ¿no?

15:16
Arun Mansukhani. ¿Qué ocurre? Cuando una persona se queda en esas relaciones, por alguna de estas razones que fijaos, casi todas tienen que ver con el entorno familiar temprano, es muy difícil que salga porque además seguramente carece de las habilidades de comunicación, de regulación, de negociación que hacen falta y entonces ya llega un momento y este es un fenómeno muy conocido, si conocéis personas en relaciones tóxicas, no es vuestro caso, en el que ya uno no sabe qué es antes, ¿no? Si es el otro el que funciona mal o soy yo. Esa duda es la que también hace que nos quedemos muchas veces ahí. Y llegados a ese punto nos vamos a encontrar con la situación de que las relaciones tóxicas se vuelven adictivas, incluso. Porque las relaciones conflictivas, tóxicas, se da una cosa que llamamos el refuerzo intermitente. El refuerzo intermitente es cuando algo es bueno, malo, bueno, malo de forma intermitente. Esto es lo que se vuelve adictivo. Curiosamente, lo bueno, bueno, bueno, bueno, bueno no se vuelve adictivo. El refuerzo constante no se vuelve adictivo. Lo que se vuelve adictivo es el refuerzo intermitente. Y las parejas conflictivas tienen ese refuerzo intermitente. Y después, además, sabemos por los estudios de dos personas, en concreto de Jaak Panksepp y Robert Sapolsky. Esto es, para los que seáis frikis entre vosotros podéis buscar los autores, que tener conflictos puede hacer que descarguemos esa tensión. O sea que realmente los conflictos hacen, de alguna manera, que nos relajemos. Entonces hay personas que no tienen otra forma de autorregularse, que realmente se han vuelto adictas a autorregularse estando en conflictos y teniendo relaciones conflictivas. Y de hecho, en el momento que hay una mínima tensión no saben realmente cómo salir de ella sin acabar en un conflicto. ¿Si?

17:03
Marcela. Hola, ¿qué tal? Yo soy Marcela y hoy día lo que quisiera saber es: ¿cómo podemos hacer, desde nuestra relación, para prolongar ese sentimiento inicial de mariposas en la panza que tanto nos gusta, esa sensación del inicio del amor que muchas veces se va disipando con el tiempo?

17:21
Arun Mansukhani. El enamoramiento va a acabar sí o sí, en el mejor de los casos, a los 17 meses, 24 horas. Rarísima vez dura más allá. ¿Hay excepciones? Sí, hay excepciones. También hay gente que mide 2,14 metros, pero no es lo habitual. Lo habitual es que el enamoramiento acabe porque depende de una serie de sustancias que el cuerpo deja de producir después de ese tiempo. Y el problema no es que acabe, o sea, realmente que acabe es bueno, porque el que el enamoramiento continuase sería un disparate. Porque el enamoramiento realmente nos lleva a una situación de falsa intimidad. Durante el enamoramiento tú piensas que conoces muy bien a la otra persona, no solo que la conoces muy bien, sino que es la persona más maravillosa del mundo. Quizás salvo tú, si eres un poco narcisista. Y la conoces perfectamente, ya no puedes vivir sin esta persona. Pero realmente no la conoces en absoluto. De hecho, el enamoramiento es un estado de engaño absoluto. ¿Vale? Cuando estáis enamorados, os estáis engañando. Y cuando una persona está enamorada de vosotros, os está engañando. No os equivoquéis. Engañamos porque, imaginaos que yo esta noche me enamoro de alguien, cosa que no puede pasar porque estoy felizmente casado. Pero, bueno, en un universo cuántico paralelo yo me enamoro esta noche de alguien y entonces empezamos a hablar. Y me dice: “¿Cuáles son tus hobbies?” Y yo sin pensármelo le digo: “Me encanta el senderismo de alta montaña”. ¿Es cierto? Bueno, me gustaba con 20 años, llevo 30 sin ir a la alta montaña. La tienda de campaña era una canadiense de aquellas, no sé si se acuerdan, eso ya no se lleva. Pero yo lo digo tan tranquilamente. O sea, ofrezco lo mejor de mí. No lo puedo evitar. Me sale, ¿no? Ofrecemos lo que llamamos nuestro ‘yo bueno’. Entonces primero, ofrecemos lo mejor. Segundo, mejoramos. Durante un tiempo voy a salir a hacer senderismo. De hecho, voy a ir, me voy a comprar toda la equipación otra vez. Esto os ha pasado. Un amigo o una amiga vuestra, que es una persona insoportable, se enamora y parece casi soportable. No sé si os habéis dado cuenta. Sobre todo cuando está con la persona amada. Y tú dices: “La está engañando”, porque yo a este tipo lo conozco y este tipo es insoportable, no sonríe jamás. Entonces sacamos lo mejor, no solo sino que mejoramos. Claro, todo esto es muy temporal. Dura, ya sabemos, 17 meses como máximo. Pero además la otra parte, la otra parte no ve. Sabemos que el enamoramiento hipoactiva las estructuras corticales. Nos volvemos literalmente tontos, perdemos el pensamiento crítico. ¿Vale? Nuevamente tú tienes un muy buen amigo y hablas con una persona que se ha enamorado recientemente de tu buen amigo y te habla de tu amigo. Y tú no reconoces a tu amigo en eso que esa persona está contando, ¿no? Entonces la persona está ciega. Ya tenemos dos engaños por parte de una y la otra que tendría que ver no ve. Y ahora el mayor misterio, lo que ve negativo le hace gracia. No sabemos por qué. O sea, si alguien está interesado en hacer una tesis doctoral, este es un tema que me encantaría que investigaseis. ¿Por qué lo que más gracia te hace al principio es lo que más insoportable te resulta después en la relación? Entonces fijaos qué gran momento de engaño en el enamoramiento y formamos pareja ahí. Fantástico momento para formar pareja. No estamos lúcidos, todo el engaño, etcétera. De hecho es tan así que un filósofo, Ortega y Gasset, supongo que lo conocéis, llamaba al enamoramiento la imbecilidad mental transitoria. Perfectamente definido.

20:53
Arun Mansukhani. Te has vuelto imbécil. Pero no te preocupes, se te va a pasar. Pero igual te ves con hipoteca y con niños para cuando se te haya pasado y ya vemos cómo… Entonces el enamoramiento, de hecho, en mi centro tenemos una frase que utilizamos muchas veces que es: “La pareja empieza cuando el enamoramiento acaba”. Realmente, cuando el enamoramiento acaba, es cuando tú vas a empezar a ver a tu pareja. Y a partir de ahí pueden ocurrir muchas cosas, pero ese es el momento más real. Realmente la pareja, esto queda así feo decirlo, se inicia con una decepción. Cuando te das cuenta de que tu pareja no es ese ser idealizado y tu pareja a la vez se está dando cuenta que tú tampoco. Entonces, en ese momento con esa decepción empieza la pareja con lo que también quizá hace que sea complicado. Entonces, respondiéndote, no nos interesa que ese estado se mantenga, ¿no? Lo mejor es que ese estado desaparezca, pero que se nos eduque para esto. Pero no se nos educa para esto, se nos educa casi para lo contrario, para pensar que el enamoramiento va a durar siempre, ¿no?

21:56
Carla. ¿Cómo sabemos o podemos identificar cuando encontramos a nuestra media naranja?

22:03
Arun Mansukhani. Es muy bueno, porque es una cuestión filosófica profunda. No sé si lo sabes que lo de la media naranja, no es broma, no es broma, lo de la media naranja viene de Platón, nada más y nada menos. Cosa seria. Si hay dos cosas serias en este mundo son Platón y Aristóteles. Acabáramos. Viene de Platón, el amor platónico, ¿no?, al origen de los tiempos éramos una figura esférica, no sé si conocen esta historia y entonces Zeus se enfadó mucho con nosotros por nuestra soberbia y nos partió por la mitad. Nos dividió. No fue muy bien, porque creo que la soberbia no se nos ha quitado. Pero la cuestión es que nos castigó partiéndonos por la mitad y, a partir de entonces, andamos vagando buscando a esa otra mitad. De ahí viene el mito de la media naranja. Esto, por tanto, estamos hablando del siglo V o IV antes de Cristo. Pero realmente el mito, digamos, toma raíz o se asienta en el siglo XVII – XVIII, cuando empieza el amor romántico. Hasta entonces, sabéis que el amor romántico empieza en Europa, va creciendo progresivamente, pero hasta entonces las parejas se formaban por, bueno, por conveniencias familiares, etcétera. La pareja no tenía nada que ver con el amor. El amor era algo que podía existir en lo de las caballerías, ¿no?, que era gente que se enamoraba de una princesa lejana, etcétera. O el amor era algo muy peligroso. ¿Vale? En casi todas las tradiciones culturales el amor es considerado algo muy peligroso. Y este cuento nos lo cuentan muchas veces. Todos recordáis un cuento que habla de esto, ¿no? ¿Os viene a la mente? ¿’Romeo y Julieta’? Perfecto. ‘Romeo y Julieta’, dos personas jóvenes que se enamoran, cometen el error de querer formar pareja. ¿Qué ocurre? Muere todo el mundo. Todo el mundo. Mueren ellos, mueren los padres, mueren los amigos. O sea, no hay mayor aviso de: “Ojo, no intentes formar pareja cuando estés enamorado”, ¿no? Es una locura. Esta era la relación de amor. Y la pareja de este cuento, además, es universal. Existe en todas las culturas. Todas las culturas tienen este cuento. En la versión que me contaron a mí de pequeño en la India, eran Laila y Majnun, exactamente igual. Dos que se enamoran, fatal. Todo el mundo muerto y además pasándolo terriblemente mal, ¿no? Entonces el enamoramiento no era parte de la pareja. Esto empieza a ocurrir con el amor romántico: siglo XVII, XVIII, XIX, y en el XX ya se dispara, ¿no? Con Hollywood, con Disney, ahora con Bollywood, donde el amor romántico se ha vuelto central. Y hay dos mitos que son tremendamente dañinos: uno es el de la media naranja, este que tú acabas de comentar, Carla, y el otro lo llamo el ‘Salvar al soldado Ryan’. Os los cuento los dos. El de la media naranja es este. He perdido mi media naranja, la tengo que encontrar y cuando la encuentre, o bien lo sabré de inmediato, algunas versiones, o otras y puede estar muy escondido. Puede ser mi mejor amigo y yo no darme cuenta. ¿Cuántas películas habéis visto de Hollywood así? Estoy a punto de casarme con otro y en el último minuto resulta: “Hostia, que no es este, que es aquel”. “Que bien que me di cuenta a tiempo”. Entonces este es el mito de la media naranja, que es muy dañino porque nos dice varias cosas. La primera que nos dice es que somos seres incompletos, tú solo, tú sola, no. Para ser feliz, para ser completo tienes que estar con otra persona. Segunda cosa que nos dice: si la encuentras, fantástico el resto de la vida. Ya no va a haber ningún problema más porque el amor lo puede todo. Nunca más volverás a tener dudas, el amor lo puede todo. Nunca más sentirás deseo o atracción por otras personas, ¡qué dices!, es tan intenso que no va a haber nada. Nunca jamás vas a tener conflictos o peleas. Porque amar quiere decir no tener que decir “lo siento”. ¿Os suena, no? ‘Love Story.’ Si amar quiere decir no tener que decir lo siento, empezamos mal. Entonces fijaos qué mito más dañino. Todo consiste en que yo encuentre a la persona, y si la encuentro no tengo nada más que hacer.

25:56
Arun Mansukhani. Se acabó. “Oye, ¿aprender comunicación?” “No, no, no se acabó”. “No sé. Igual tú me escuchas poco”. “Que no, que no, que ya he encontrado a mi media naranja.” Este se combina con el segundo que yo decía que es ‘Salvar al soldado Ryan’. Si la media naranja es la Cenicienta. ¿No? ¿Recordáis? Se le pierde el zapato y el príncipe no recuerda nada de ella, ni la cara, nada. Pero chico, ¿dónde mirabas mientras…? No sé. Pero tiene el zapato, ¿no? Y todo consiste en encontrarla. Como es la media naranja da igual. No recuerda nada más, todo va a ir bien. Y el del ‘Salvar al soldado Ryan’ es ‘La Bella y la Bestia’. ¿Vale? Que es: parece hosco, parece desagradable, parece antipático. Yo siempre digo: “Si parece hosco, desagradable y antipático, a lo mejor es que lo es”. Y a lo mejor no tiene… No, no, pues esto parece, pero en el fondo, en el fondo, es maravillosa persona, te quiere mucho, y es tu media naranja si tú, con tu amor, realmente vas a él, de la bestia emergerá el príncipe. Esperaros sentados y sentadas que el príncipe… porque no va a emerger. En todo caso, el amor romántico tiene esto, esta combinación de mitos que nos venden, que de alguna manera siguen. Analizad la películas románticas de Netflix. Y todas tienen una, otra o las dos. Y de lo que no se habla, o lo que no se enfatiza, es precisamente lo que decíamos, ¿no? Cuando acaba el enamoramiento, ¿esto cómo se hace? ¿Hay formas de relacionarse? ¿Hay formas sanas de relacionarse? ¿Podemos aprender a relacionarnos de forma sana? O, ¿es que todo consiste en que yo encuentre a alguien que sea mi media naranja y a partir de ahí todo funcione fenomenalmente bien? ¿No? Entonces eso diría también, ¿no?: Dejad de buscar a vuestra media naranja. Recordad que sois seres completos. ¿Vale? Soy seres completos. Bueno, más o menos completos. Tenemos que aprender mucho. Tampoco es que diga: “Yo soy completo, no tengo que moverme”. Es decir, tenemos que seguir aprendiendo. Pero, y quizá esa sería una gran idea también, la buena relación con los demás empieza con una buena relación consigo mismo. O sea que primero empieza a relacionarte de forma sana contigo. Lo que llamamos, en algunos momentos lo llamamos los cuatro ‘autos’: autoconocimiento, nada fácil, conocerse. Autoaceptación, o sea una vez que me conozco, aceptar. Aceptar no quiere decir qué maravilloso soy, no tengo nada que cambiar, ¿eh? No, autoaceptación quiere decir: yo acepto que esto es algo que hay en mí, sea negativo o positivo. Lo acepto y a partir de ahí ya veo qué puedo hacer para cambiarlo. Autocompasión, que es tener una mirada compasiva hacia nosotros, intentar entendernos porque sin eso, nuevamente la relación que tendríamos con nosotros mismos sería muy dañina y muy relacionada con eso el autocuidado. Esto serían los cuatro ‘autos’. El autocuidado que nace de la buena relación con uno mismo. Muchas personas, cuando trabajo con mis pacientes que les cuesta mucho esto, les decimos: “Bueno, pues empieza por el autocuidado”. Aunque tú no te aceptes, no te conozcas y tengas una relación pésima contigo, empieza cuidándote porque cuando tú empiezas cuidando algo, al final acabas queriéndolo. ¿No?

29:17
Arun Mansukhani. ¿Alguien tiene perro y no lo quería tener? Bueno, si lo tienes sabes de lo que hablo. Los primeros días no lo queríais ni ver y después, a fuerza de cuidarlos, al principio a regañadientes, acabas queriéndolo, ¿no? Entonces, eso podemos hacer también con nosotros, ir desde el autocuidado. Pero una vez que tengamos esa buena relación con nosotros mismos, no quedarnos ahí, ¿vale? Sino intentar ahora empezar a tener relaciones sanas con los demás. ¿Vale? Relaciones de vínculo con los demás. Conectar con los demás. No quedarnos ahí en nuestra esfera aislada, ¿no?

29:51
Fernando. Soy Fernando. La pregunta que tengo para ti es: ¿cómo podemos apoyar a los jóvenes a que sean más independientes, o bueno, sean independientes emocionalmente? Gracias.

30:02
Arun Mansukhani. Muchas gracias Fernando. Bueno, a los jóvenes y a los jóvenes de corazón. Quiero decir, no dejamos a nadie atrás. Nadie está desahuciado. Todo el mundo puede aprender. No os preocupéis. De hecho, la vida es aprendizaje continuo. O sea, yo creo que no dejamos de aprender mientras seguimos vivos. O sea que no solo los jóvenes, vamos a hablar de los jóvenes, pero no solo, pensemos en todo. Vale. Lo primero es que ya el término independencia emocional no me encanta. ¿Vale? No me gusta. Porque cuando decimos que alguien es emocionalmente independiente, ¿qué decimos? Que un poco le afectan poco, los demás, ¿no? Si yo digo que soy emocionalmente independiente de mis hijas, ¿qué pensaríais de mí? Que muy bien no estoy, ¿no? ¿Cómo que emocionalmente independiente de tus hijas? Tú tienes que ser emocionalmente dependiente de tus hijas. Si a tus hijas les va mal o están pasándolo mal, a ti se te tiene que mover algo, ¿vale? Entonces yo esto sería lo primero que me gustaría decir. Algo que a veces puede sonar controvertido: “Amar es depender”. Amar es depender. Si yo amo a alguien, dependo emocionalmente. Y yo he empezado diciendo que somos una especie altísimamente dependiente. ¿Vale? Entonces no tenemos que pensar en la independencia. No me parece que esa sea la alternativa. La alternativa es si somos una especie dependiente, que aprendamos a depender de forma sana, que aprendamos a tener relaciones de dependencia sana. Y eso lo solemos llamar interdependencia. Un poco hablando otra vez de la relación horizontal en la que hay esa dependencia mutua. ¿Vale?, y eso es lo que vamos a querer de alguna manera ayudar a nuestros hijos, ¿no? La primera parte tiene que ver con esto que acabamos de hablar, con la relación con ellos mismos. Porque yo me voy a relacionar con los demás en función de cómo me relaciono conmigo. Si yo tengo graves carencias, si yo tengo problemas… ya hemos visto. Y a partir de ahí voy a entrar en la relación de una forma ya que no es sana. Y voy a crear una relación poco sana. Entonces, el primer paso para poder tener relaciones sanas con los demás es tener una buena relación con uno mismo. O, traduciéndolo un poco a terminología un poco más técnica, lo que llamamos autonomía. O sea, la capacidad de estar bien conmigo mismo y disfrutar de mi compañía. Las personas que no disfrutéis de vuestra compañía, quiero decir que no podéis estar una tarde sin móviles, porque estar con móviles, es estar solo pero no. Estar una tarde con un libro o ir a dar un paseo. Pues esta puede ser una primera parte del trabajo, ¿no? Empezar a trabajar en eso, en esa capacidad de estar a gusto conmigo mismo. Y esto va a hacer que cuando yo empiece a relacionarme con los demás, lo haga, no desde una carencia, yo estoy bien, pero desde aquí me apetece conocer a esta persona. Me apetece vincularme o profundizar. Si os fijáis, es una aproximación menos ansiosa. ¿No? Ahora, cuando conectemos con los demás, también tenemos que tener habilidades para tener relaciones sanas. Y esto podríamos estar aquí una semana entera y no terminaríamos, ¿no? ¿Cuáles son esas habilidades? Y ya digo, podríamos estar hablando muchísimo tiempo, pero yo voy a dividirlas en tres bloques de tres. ¿Vale? Para que sean fáciles de recordar. Tres prerrequisitos, tres requisitos y tres post requisitos, por decirlo de alguna forma. Que ayudan a que nosotros tengamos relaciones más sanas. ¿Vale? La clave de tener relaciones sanas es el manejo de los conflictos. Si manejamos los conflictos de forma sana, es mucho más probable que tengamos relaciones sanas. Toda relación tiene conflictos.

33:45
Arun Mansukhani. Las relaciones sanas no se distinguen de las que no lo son porque las sanas no tengan conflicto, acordaos de esto, sino porque resuelven los conflictos de forma constructiva. De hecho, cuando los conflictos se resuelven de forma constructiva, las personas se acercan. Igual que cuando los conflictos no se resuelven o son destructivos, las personas se alejan, se cierran cada una en sí misma. De la misma forma, profundizar en una relación es resolver conflictos de forma sana. Acordaos de esto. No huyáis de los conflictos. Hay que aprender a tenerlos sanos. Yo trabajo en terapia de pareja y muchas veces casi todas las parejas que vienen me dicen: “Quiero dejar de tener conflictos”. Y yo siempre les digo: “Olvídate, esa no va a ser la solución”. O el otro día me decía una paciente, me hizo mucha gracia, me trajo a su pareja y me dijo: “Arréglamelo, arréglamelo”. Sinceramente lo decía. Me hizo mucha gracia, pero vuelve a ser lo mismo: “Arréglalo que le va algo mal y tenemos conflictos”. Entonces la clave es que podamos tener esos conflictos sanos. Vamos ya con los 3-3-3 requisitos. Tres prerrequisitos. El primero ya lo he dicho. Los conflictos son inevitables y son necesarios. Entonces, no huyamos de ellos, aprendamos a tenerlos de forma sana. ¿Vale? Segundo prerrequisito: yo no llevo siempre la razón. ¿Vale? Y esto en teoría lo sabemos. Pero la cuestión se trata de recordarlo en los momentos en que tenemos conflictos. ¿Vale? La otra persona tiene su versión de los hechos. Seguramente está convencida también de que tiene razón. Y si entramos desde ahí, desde ese: “Yo tengo razón, tú no tienes razón”, aquello va a acabar en un conflicto destructivo. ¿Vale? Y tercero y último prerrequisito: toda relación tiene un nivel de ambigüedad. No esperemos relaciones perfectas. Yo tengo un muy buen amigo, me alegro por él, pero también siento envidia de él. Tengo una hija que la quiero muchísimo, pero a veces me iría a una isla o la mandaría a una isla. ¿No? O resiento que mi vida profesional sufrió, mucho más probable si soy mujer, ¿no? Y es compatible. Entonces no nos torturemos. Cuando sintamos ambigüedades, entendamos que la ambigüedad es parte del proceso y entendamos también cuando el otro o la otra se comporta desde la ambigüedad y nos dice algo que no es nada bonito y nosotros decimos: “Ya está, se acabó”, ¿no? Estos serían los tres prerrequisitos. ¿Bien? Vamos con los tres requisitos que tenemos que hacer durante la conversación para que la conversación funcione. La primera, el primer requisito es: estar, saber estar emocionalmente regulados. ¿Vale? La razón por la que las conversaciones acaban en conflictos destructivos, la principal razón, es porque nos desregulamos emocionalmente. Además, no hay que regularse mucho, con un poquito nos vale. A medida que nos empiezan a subir las pulsaciones, por ejemplo, por encima de 100, es relativamente fácil, ya estamos generando adrenalina, todas nuestras estructuras corticales se están hipoactivando, todo el entramado emocional, el sistema límbico, lo llamamos, está hiperactivándose, literalmente somos más tontos. Literalmente. Nos volvemos muy obsesivos con el tema, con lo que la…

37:05
Arun Mansukhani. Lo mejor que podéis hacer para tener relaciones sanas, como requisito, es aprender regulación emocional. Aprender a estar calmados en la situaciones en las que habléis con alguien que no está de acuerdo con vosotros. Si os cuesta estar calmados ahí, tenéis un problema. Y esto se puede aprender, ¿no? Segundo requisito, muy difícil, muy escaso: saber escuchar. Escuchar sin estar pensando ya la respuesta, ¿vale? Sin ese diálogo interno ya disparado. Nosotros le decimos a las parejas que para saber escuchar hay que utilizar el siguiente truco. Intentadlo también entre vosotros y vosotras. La persona que está hablando, la otra no puede interrumpir, tiene que terminar, esperar a que esta persona termine y cuando termine, tiene que resumir su mensaje de manera que la otra persona diga si es lo que quería decir. ¿Vale? Y solo cuando lo resuma adecuadamente, puede empezar a expresar su parte. ¿Vale? Y esto es una manera. Hay que entrenar a la gente porque cuando les decimos solo esto, los resúmenes son: “Ah, entonces lo que tú quieres decir es que toda la culpa es mía, ¿no?” Este no es el resumen que estamos buscando. Estamos buscando un resumen que parta realmente de escuchar al otro, de prestar atención, con curiosidad y de intentar entender por qué esta persona ve las cosas de una manera tan distinta a la mía. Si yo lo estoy viendo tan claro, para mí es tan claro esto, ¿por qué esta persona lo ve…? Esto lo podéis probar en política, en un montón de cosas… Intentad curiosamente escuchar al otro, ¿por qué se planta ahí? Tercer requisito: saber expresar, saber expresar sin que el otro se ponga a la defensiva. ¿Vale? Y postrequisitos, tenemos también tres. Si ya ha habido un conflicto, aprender a volver a regularnos, volver a regularnos en un tiempo razonable. ¿Vale? No cuatro días de: “No pasa nada”. “¿Te pasa algo?” “No, a mí no me pasa nada”. Esto se llama muro de piedra y prácticamente hace gracia. Pero esto es muy agresivo porque desespera al otro. ¿Vale? Y esto tiene que ver con uno de estos postrequisitos que decíamos: la incapacidad de lograr volver a bajar el cabreo. Quedarme ahí anclado y anclada. A veces no recuerdo porque estaba cabreado o cabreada, pero sigo cabreado o cabreada. Es lo que ocurre la mayoría de veces: “¿Por qué estás cabreada? ”No me acuerdo, pero por algo será”. ¿No? Prácticamente. O: “Por lo de siempre”. Segundo: poder reparar, poder pedir perdón. Esto que decíamos que no hacía falta. Poder decir me equivoqué, siento, o a lo mejor no me equivoqué, perdón no es siempre, no pide perdón el que se equivocó, acordaos de esto. Pide perdón primero, el más maduro siempre, porque el perdón es: “Yo siento que lo hayas pasado mal”. No quiere decir que yo me haya equivocado o no, y aquí siempre estamos esperando que pida perdón el que se equivocó, como muestra. Para decirle: “Ajá, entonces reconoces que yo tenía razón”. No, no te está pidiendo disculpas porque es más madura que tú. No sé, no porque tú tuvieses razón, ¿vale? Y no solo poder reparar, sino también permitir que reparen. Porque también hay gente que cuando el otro se acerca se vuelve a cerrar.

40:20
Arun Mansukhani. Entonces estos serían, más o menos, los tres requisitos que podríamos decir que son 3-3-3, que resumiendo mucho, podemos empezar a utilizar, ¿no? Y es difícil. Implica trabajo, hay que trabajar mucho porque el que quiera tener una relación a largo plazo, y nadie está obligado, pero el que quiera tener va a tener que trabajar. Pero incluso con los amigos, con los hijos, en todos estos ámbitos vamos a tener que esforzarnos, ¿no? Y puede haber gente que me diga: “Hombre, y ¿para qué me tengo que esforzar? Bueno, primero, si quieres tener una relación a largo plazo, tendrás que hacerlo. Pero además, voy a dar tres razones de por qué merece la pena esforzarse en relaciones a largo plazo. Insisto, no quiero decir necesariamente pareja, pero los seres humanos necesitamos vincularnos, necesitamos sentirnos vinculados a los demás. La primera razón que os voy a dar es porque precisamente en estas relaciones es donde mejor nos conocemos a nosotros mismos. En la fricción con los demás conocemos esos aspectos nuestros que ignorábamos. Un psiquiatra norteamericano de los años 50 del siglo XX que me gusta mucho, Stack Sullivan. Stack Sullivan, que dividía al yo en tres partes el yo bueno, el yo malo y el no yo. Yo bueno: todo lo que mostramos cuando nos enamoramos, las partes esas que fueron reforzadas, lo que nos gusta a nosotros. Yo malo: todo aquello que sabemos pero que no nos gusta enseñar, sabemos que está, pero no nos gusta. No yo: todas aquellas partes de nosotros que nosotros no consideramos nuestras. ¿Vale? Este no soy yo. ¿Y dónde sale esto?, decía Stack Sullivan. Sale en el conflicto con los demás, que cuando digo: “Yo no soy así”. “Esto es porque tú…”, le pongo la responsabilidad a la otra parte. Entonces esta es una buena razón porque en el conflicto con los demás vamos también a aprender a conocernos, que es uno de los requisitos, acordaos el autoconocimiento para tener una buena relación compasiva con uno. Segundo, ¿por qué realmente el estado en el que uno conoce a otra persona, la ve y la sigue queriendo a pesar de eso, es un estado fantástico? Y siempre pongo el mismo ejemplo. Muchas, muchos de vosotros tenéis hijos e hijas, me imagino, y los queréis y espero que en algunos casos al menos tengáis buenas relaciones con ellos. Y recordáis lo bien que sienta eso. Tener a alguien a quien tú conoces perfectamente y que no cambiarías por nadie. El amor individualiza totalmente. Yo siempre digo: “Si yo traigo un niño exactamente igual que el tuyo, pero unos centímetros más alto, bastante más guapo, mucho más ordenado, el cuarto no lo desordena, muy limpio y mucho más inteligente que el tuyo, y te digo que te lo voy a cambiar, ¿cuántos me cambiaríais a vuestro hijo?” Nadie. Porque el amor singulariza, le da valor a esa persona y ya no se trata de cambiar. Bueno, si logramos eso en otras relaciones, en nuestros amigos, en nuestra pareja, eso es que también estamos ganando, aprender a amar a esa persona. Y la tercera, porque si tenemos la suerte de que a nosotros nos quieren a pesar de habernos conocido bien, ese es un momento de gran calma cuando tú ya no tienes que estar mostrando tu yo bueno todo el rato.

43:41
Arun Mansukhani. Cuando tú puedes ser hasta cierto punto tú mismo, sin perder la educación quiero decir, porque a veces cuando decimos ser tú mismo parece que vale todo. No estamos hablando de eso. Pero no tener que estar todo el rato con esa guardia es también un momento de gran calma, de gran relax incluso para el sistema nervioso. Podríamos decir que una de las cosas que más regula el sistema nervioso son los vínculos cercanos, ¿no? De niños lo vemos esto. Coges a un bebé que está llorando, lo coge su mamá, el niño se calma. A los adultos, salvando un poco las distancias, nos pasa algo parecido. Entonces estas son tres de las razones que yo diría para arriesgaros a intimar. De hecho, ahora, cuando terminen la charla, conoceos, no sé, intimad, enamoraos si no tenéis pareja, ¿eh?, no vayamos a…, enamoraos, tened conflictos, pero resolvedlos de forma sana y en definitiva, acostumbrémonos a relacionarnos e intentar tener esas relaciones lo más sanas posible. Muchísimas gracias por la atención. Muchas gracias.