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La niña que observaba las estrellas y conquistó la física

Deborah Berebichez

La niña que observaba las estrellas y conquistó la física

Deborah Berebichez

Doctora en física


Creando oportunidades

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Deborah Berebichez

"No le digas a nadie que te gustan la física o las matemáticas", escuchaba Berebichez en su niñez. A escondidas buscaba explicaciones al mundo que la rodeaba. Y gracias a la ciencia dice no entender el aburrimiento. La científica usa las que llama “lentes de la física” para la vida diaria. Detrás de un bizcocho ve una compleja cadena de acontecimientos físicos e incluso se plantea qué pueden tener en común cosas tan dispares como el sol, el océano y una orquesta sinfónica: las ondas, según su mirada. “Para mí es tan apasionante lo que sucede aquí afuera de nosotros, tan increíble, que yo me puedo quedar pensando horas”, reconoce la investigadora.

Empujada por un entorno que no concebía a las mujeres en las carreras de ciencias, Berebichez comenzó sus estudios de Filosofía. Pero siguiendo su propio lema: “No dejes que nadie te diga que no puedes lograr tus sueños”, acabó estudiando Física, su pasión. Fue la primera mujer mexicana en obtener un doctorado en Física en la prestigiosa Universidad de Stanford. Hoy, la científica se ha posicionado como una de las principales figuras de esta disciplina en el ámbito internacional.

Con un extenso currículum vinculado a la ciencia de datos, la computación cuántica y la inteligencia artificial, el trabajo de Berebichez destaca también en los ámbitos de la educación y la divulgación científica, siendo referente y defensora de la incorporación de las mujeres y las minorías en la ciencia. ”Lo único que no te pueden quitar es la educación”, sentencia Berebichez.


Transcripción

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Deborah Berebichez. Hola. Gracias por acompañarme. Es un placer ver a todos ustedes aquí. Y voy a empezar contándoles una historia. Yo era una niña chiquita en México, en la Ciudad de México, y desde muy pequeña era una niña muy curiosa y me encantaba preguntar el por qué acerca de todo. Observaba las estrellas… Me acuerdo de que, en una caja de Corn Pops, en esa época, que era lo que desayunaba, venía una cartulina que podía uno cortar y te ayudaba a observar las estrellas y te decía qué constelaciones eran. Era una cosa muy sencilla, pero yo me pasaba horas en la azotea de mi casa, del edificio, y me fascinaba. Y sentía la brisa y veía la oscuridad y las estrellas y soñaba con viajar al espacio y demás. Mi madre, de Guatemala, mi padre, mexicano, desde muy pequeña me dijo: «Oye, no le digas a nadie, especialmente no le digas a los niños, que a ti te gustan la física y las matemáticas, porque no se ve muy bien para una niña y tal vez no… Pues no queremos que te vaya a pasar que no te cases o algo». Que casi casi sucedió, ¿verdad? Pero, bueno, entonces yo crecí en esta comunidad muy conservadora en México, entendiendo que, como mujer, tenía yo que esconder esta gran curiosidad por las matemáticas y la física. Y, desafortunadamente, me he encontrado en el mundo que todavía hay sesgos bastante fuertes en contra de las mujeres a las que les gustan la ingeniería y la ciencia. 

Entonces, cuando llegué a la preparatoria me escondía de mis padres y de mis amigos y comenzaba a leer historias porque no me consideraba talentosa o suficientemente hábil para poder hacer matemáticas. Entonces, solamente leía historias de físicos oscuros como Tycho Brahe, de los 1500, y Kepler y tal. Leía yo nada más las historias y yo decía: «Bueno, tal vez voy a acabar como Tycho Brahe, sola, aislada en un observatorio, sin amigos… Así como siendo el ogro de la ciudad o algo así. Pero, al menos, voy a tener mis observaciones conmigo». Y yo, de verdad, me identificaba con todos estos personajes y soñaba y soñaba, pero no había… No encontraba yo ningún apoyo en la sociedad en la que vivía. Y, cuando llegó el momento de estudiar en la universidad, los maestros en la escuela me dijeron: «No, no, no, como mujer es mucho mejor que escojas algo más fácil. ¿Por qué no te gusta Filosofía, por ejemplo, que también se preguntan acerca del mundo?», y yo: «Bueno, pues tal». En Matemáticas y Física me dijeron: «Es para genios, y tú, claramente, no eres un genio. Y, además, la vida va a ser muy difícil y no lo vas a lograr». «Bueno», dije yo. Entonces, solicité admisión e ingresé a estudiar Filosofía. Y, en México, tenemos el sistema europeo, como lo tienen en España, que solamente se estudia la licenciatura durante cuatro años y el mismo tema. En Estados Unidos, en cambio, tienen lo que llaman el «Liberal Arts», que se pueden estudiar materias de todo tipo combinadas.

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Pero en México no tenía ese lujo. Entonces, cuando entré a Filosofía, eran años de solamente estudiar Platón, Sócrates, Heidegger, etcétera. Y me encantó Filosofía, pero yo tenía un hambre por hacer Matemáticas y una sed por el conocimiento del por qué la luz interactúa con los objetos así, qué es la electricidad… Todo eso me fascinaba. Hasta que llegó un momento en el que dije: «Esta hambre que yo tengo, esta curiosidad, no se va a morir. No se me va a ir, tengo que hacer algo al respecto». Y, a escondidas, detrás de toda mi familia, amigos, amigos de la familia, profesores, etcétera, solicité admisión como un transfer, es decir, alguien que ya había estudiado dos años, a universidades americanas. Claro que iba a ser imposible para mi familia, porque el costo de una universidad privada en Estados Unidos era como ocho veces lo que uno pagaba por una universidad en México privada para que estudiara yo Filosofía, que mi familia jamás pudiese haber pagado esos precios, entonces yo solicité admisiones, soñaba. Tuve la gran suerte de que una universidad en Massachusetts, Brandeis University, me mandó… Les llamó mucho la atención mi ensayo de ser una persona en las humanidades, pero con una curiosidad gigantesca por la física. Entonces me dijeron: «Si tú tomas unos exámenes, tienes muy buenas calificaciones, si tomas estos exámenes extra y nos haces un ensayo especial para esta beca, te podemos considerar para una beca que se da a dos universitarios internacionales, dos por año, nada más». Y, claro, era sumamente competitiva. Y lo hice. Y lo logré. Me dieron esa beca completa.  Entonces, era una oportunidad impresionante. ¡No le podía decir que no! No tuve que pagar un solo centavo por mis estudios. Y, entonces, de un día para otro, volé a mitad del invierno, en enero, a Boston. Estaba todo nevado. Me hice mejor amiga de una española de Madrid, Marta, que tenía la misma beca que yo, estudiaba Biología y, en fin, yo, increíble, florecí y me encontré en esta universidad que sí que había mujeres estudiando Matemáticas y Física. Y, entonces, terminé muy rápido todas las clases de Filosofía y tuve el valor de meterme a una clase de Física, pero así, casi sin matemáticas. Era Astronomía 01. Era un auditorio enorme con 150 estudiantes. Yo, con mucha vergüenza, me puse atrás del auditorio, levantaba la mano y hacía preguntas. Pero, el asistente del profesor, que son los que muchas veces califican las tareas y dan clases, se me acercó un día y comenzamos a platicar y nos volvimos muy buenos amigos. Su nombre es Rupesh, y Rupesh es de la India. Él viene del pueblo de Darjeeling, como el té que tomamos, ese que está en las montañas del Himalaya. Entonces, Rupesh vio en mí esa sed de conocimiento. Y, un día, caminamos por Harvard Square y nos sentamos en el suelo, bajo un árbol. Me encanta porque es como la idea de Isaac Newton bajo el árbol. Y lo vi y se me llenaron los ojos de lágrimas y le dije: «Creo que no voy a poder. Pero no quiero morir sin tratar de hacer Física. No me quiero morir sin intentarlo».

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En ese momento, Rupesh agarró y le habló por teléfono a su profesor, que era el maestro que dirigía el departamento de Física, un astrónomo, el doctor Wardle, y le dice: «Tengo aquí una chica que tiene una beca por dos años. Pero, normalmente, hacer la licenciatura de Física conlleva cuatro años. Pero su beca solamente le paga dos. ¿Qué podemos hacer?». «Tráela a mi oficina». Voy esa tarde. Después de conversar con él, me entrega un libro, que, en ese momento, para mí era un lenguaje de marcianos. Se llamaba Div, Grad and Curl, cálculo entre divergentes, gradientes, etcétera. Cálculo en tres dimensiones. O sea, no solo cálculo, que apenas había estudiado en la preparatoria, sino que en tres dimensiones. Me lo da y me dice: «Si en dos meses, ahorita estamos en mayo, tú en junio y en julio lo estudias y al final del verano llegas, te vamos a hacer un examen, y lo logras pasar, te vamos a dejar que te saltes los primeros dos años de la carrera». Y, entonces, Rupesh creyó en mí. Fue la primera persona que realmente vio mi pasión y creyó y me dijo: «El 99 % del éxito en la vida es la perseverancia y el trabajo». Y se sentó conmigo y decidió donar su tiempo, hacer de mi mentor, de mi tutor. Todos los días de ese verano se sentó conmigo y no teníamos tiempo era: el sábado derivadas; el domingo, integrales; el lunes, los tres primeros capítulos de Mecánica Clásica. Y así hasta que tomé el examen. Lo logré pasar. Mi primera clase fue en el tercer año de carrera de Física. Me acuerdo de que era en el laboratorio, tratando yo de no quemar muchos circuitos y demás. Y, después, Rupesh me abandonó, es decir, me dejó y dijo: «Ahora estás tú», para que yo pudiese operar, digamos, independiente de él. Y la historia de Rupesh me motiva muchísimo, porque siempre quise pagarle, siempre quise pagarle financieramente por su mentoría, pero también por haber creído en mí, por haber hecho mi sueño de convertirme en física realidad. Y él me dijo: «No, Deborah. Cuando yo crecí en Darjeeling, había un anciano de un pueblo que subía y escalaba la montaña para venir con mi familia y enseñarnos a mí y a mis hermanas la tabla, que es un instrumento musical, las matemáticas y el inglés. Y a este anciano siempre mi familia quería pagarle por todo lo que hizo por nosotros. Y el señor dijo: “No, lo único que ustedes pueden hacer para pagarme es hacer esto con alguien más en el mundo”». Y así fue como Rupesh me dijo lo mismo a mí y me pasó la antorcha de la inspiración y de pasar el conocimiento. Y se convirtió en la misión de mi vida. Ayudar a otros jóvenes, en especial a mujeres o a otras minorías, que tienen la pasión por lo que llamamos «STEM»: la ciencia, la ingeniería, la tecnología y las matemáticas; pero, por alguna razón, sienten que no pueden lograrlo. Mi nombre es Deborah Berebichez. Soy doctora en Física por la Universidad de Stanford. 

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Me dijeron, cuando me gradué, que fui la primera mujer mexicana en obtener un doctorado en Física. Trabajé con dos premios Nobel, que fue también una aventura muy intensa y satisfactoria. Y, después de graduarme en Stanford, me mudé a la ciudad de Nueva York y allí he trabajado los últimos 15 años en cosas de tecnología como ciencia de datos, inteligencia artificial y ahora trabajo en informática cuántica. En fin, esa es mi historia. Y estoy encantada de estar aquí. Así que háganme las preguntas que quieran.

La niña que observaba las estrellas y conquistó la física - Deborah Berebichez, doctora en física
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“No dejes que nadie te diga que no puedes lograr tus sueños”

Deborah Berebichez

10:29
Laura. Hola, Debbie. Bueno, has dicho que trabajas en informática cuántica. ¿Puedes explicarnos qué es la computación cuántica y qué aplicaciones tiene? 

10:37
Deborah Berebichez. Empezamos por la pregunta más difícil, ¿verdad? Claro. Bueno, la computación cuántica es una revolución que está sucediendo en cuestiones de cómputo y cálculo y de cómo utilizamos las computadoras en el mundo. Las computadoras clásicas, las que usamos hoy en día, utilizan electricidad a nivel muy muy pequeñito, los transistores, y trabajan con bits. Los transistores dejan pasar electricidad y a eso le llamamos un «uno», y cuando no dejan pasar electricidad, la bloquean, a ese voltaje muy bajo le llamamos un «cero». Y todo, las imágenes que vemos, los cálculos, las matemáticas, los textos, los e-mails… Todo lo que vemos en la pantalla está generado por estos bits, combinaciones diferentes de ceros y unos.  Ahora estamos llegando al límite de los algoritmos muy grandes y muy poderosos, por ejemplo, en la inteligencia artificial, hay redes neuronales para calcular, bueno, un montón de cosas, como ahora están surgiendo el ChatGPT y todo eso, que se pueden tardar semanas en ser entrenados con datos. Ahora, en la computación cuántica es increíble porque vamos a poder acelerar, no todo, no van a reemplazar las computadoras clásicas, pero vamos a acelerar un montón el poder de cálculo en resolver ciertos problemas. ¿Cómo funciona? En lugar de tener bits, unos y ceros, ahora tenemos lo que llamamos «cúbits», que son los bits, pero ahora están en un estado cuántico, que es una cosa totalmente contraintuitiva. ¿Qué quiere decir eso? Nosotros normalmente, si tenemos una moneda, tenemos la cara y tenemos la cruz, ¿no? Y la computadora, digamos, que un lado, el de la cara, es el bit uno y el otro lado es el bit cero. Y así funciona la computadora. Ahora, la computadora cuántica, imagínense que yo pongo esa moneda a rotar sobre su propio eje y en cualquier momento, no solamente puede tomar el valor del cara o cruz, sino que en cualquier momento tiene un pequeño porcentaje de cara y un montón de cruz, un pequeño porcentaje de cruz y un montón de cara, la mitad y la mitad… ¿Me explico? Hay acceso a una cantidad enorme de estados a los cuales no tenemos acceso en el cómputo clásico. 

13:02

El problema es que la ingeniería para lograr que átomos o iones o… Yo trabajo en una computadora que es con superconductores, se llama superconducting computer, que parece un candelabro, es bellísima, y, además, se mantiene a una temperatura más fría que incluso el espacio sideral. O sea, realmente tenemos que enfriar los gadgets, que se llaman Josephson junctions, y son una manera de crear estos cúbits. Y lo que sucede es que, como tengo acceso a una gama de estados diferentes, hay dos propiedades de la mecánica cuántica que son maravillosas. Una es la superposición y la otra es el entrelazamiento, que es el entanglement. ¿Qué pasa? Que la superposición, lo que hace es que, digamos, como dos ondas. Cuando la amplitud de dos ondas coincide una con la otra, se suman y se hace una superposición constructiva. Y una superposición destructiva es, si yo mando una onda, imagínense, en el agua o lo que sea, una que sea negativa y la otra positiva, pues se cancelan. Eso es una superposición destructiva. El cómputo cuántico funciona de tal manera que empuja y empuja la solución. Estadísticamente, cada vez que uno hace el cálculo, sale una superposición constructiva para las respuestas que son cercanas a la correcta y destruye todas las respuestas que no son cercanas, que están muy lejos.   Y, entonces, uno tiene que calcular y calcular. No te va a decir dos más dos es cuatro, va a calcularlo más veces, más veces, más veces y te va a dar, por ejemplo, el promedio. El entrelazamiento es otra propiedad increíble. Si yo tengo una moneda aquí y otra moneda aquí y, digamos que, mi amiga Esperanza gira esa moneda y yo giro la otra, pues el resultado que ella tenga cuando caiga la moneda va a ser completamente independiente del resultado que salga en mi moneda, ¿verdad? Pero en la computación cuántica, el entrelazamiento dice que, no importando cuán extensa sea la distancia entre estas dos monedas, si yo las comienzo en el mismo estado, digamos cruz, en el momento instantáneo en el que yo haga una medición del estado, están correlacionadas, es decir, las dos van a salir como cruz o las dos van a salir como cara, y eso permite que muchos cúbits estén trabajando en un solo cálculo, porque, de alguna manera, aunque no se están tocando, están entrelazados por estas leyes de la mecánica cuántica y logran hacer el cálculo. Bueno, pasemos de esto muy complejo a decir las increíbles aplicaciones. La gente está preocupada por la ciberseguridad porque la computación cuántica logra factorizar números muy grandes y la seguridad hoy en día, todos los passwords y demás, está basada en la RSA, que, bueno, se puede romper con la computación cuántica. Podremos descubrir nuevos materiales, nuevas medicinas, porque puede combinar y optimizar la diferente combinación de moléculas que jamás una computadora clásica podría lograr para obtener exactamente el material químico o la medicina exacta que se necesite para ciertas cosas.

16:31

También puede optimizar rutas. Hoy en día los aviones o los coches usan sus rutas, que son bastante buenas, pero para nada son las óptimas, y podrían ahorrarse un montón de gasolina y de energía y tal si de verdad operaran con el nivel más bajo de energía. Y la computadora cuántica trata todas las rutas, digamos, simultáneamente y ve cuál tienen la mayor interferencia constructiva, que es la que baja toda la energía y me da la respuesta ideal. Tenemos acceso a soluciones que nunca antes hubiésemos tenido. Entonces, chicos jóvenes, no va a reemplazar su laptop en ningún momento. Todavía nos faltan décadas para tener lo que llaman el «fault-tolerant»: una computadora que sea tolerante a fallos, porque ahora los errores son muy grandes. Pero nos estamos acercando y hoy en día cualquiera de ustedes puede probar la computadora cuántica de IBM en la nube, la de Google, etcétera. Así es que necesitamos de mentes brillantes para lograr descubrir todo lo que nos viene en el futuro. 

17:41
José.  Hola, Debbie, mi nombre es José. Debbie, tú, además de científica, eres una gran divulgadora que ha colaborado en medios internacionales. ¿Podrías decirme cuál es la curiosidad científica o tecnológica más interesante que has tenido que explicar?

17:53
Deborah Berebichez. A mí, la verdad, me encanta la naturaleza básica. Yo te podría hablar de experimentos complejísimos y, bueno, hoy en día a veces estoy en el laboratorio con un traje casi espacial porque trabajo en cuartos sumamente limpios. Es más, como tres grados más, me parece, que un cuarto de cirugía en medicina. No puede entrar polvo. Y me veo y parezco astronauta, toda de blanco, y trabajo en hacer chips pequeñísimos. Son cosas difíciles de explicar y me fascinan, pero realmente a mí lo que más me apasiona ha sido cuando he trabajado en televisión, por ejemplo, con el canal de Discovery o el Weather Channel. Llevo desde el 2011, pues sí, ya un montón de tiempo que estoy haciendo televisión y nos dan, por ejemplo, canales de YouTube de gente haciendo experimentos en sus garajes, o en el campo, en donde sea… Digamos, como locuras, de crearse un dron con una bañera y volar y luego saltar de un edificio a otro, yo qué sé. Y ver cosas también del clima, tormentas… Y para mí, cuando la gente me dice: «Es que estoy aburrida», yo como que no lo puedo entender, porque para mí es tan apasionante lo que ya sucede aquí afuera de nosotros, tan increíble, que yo me puedo quedar pensando horas. Y me gusta decirle a este fenómeno: «Me pongo las lentes de la física». Y ¿a qué me refiero? A que es como que en la mañana me despierto y trato de ver el mundo, no así, nada más como viene, sino reflexionar en por qué pasan las cosas y si podrían pasar de una manera diferente. ¿Cómo estoy yo interactuando con esto? ¿Cómo lo estoy pensando? Y si podríamos pensarlo de otra manera. Mi esposo, que es físico también, se pone a escribir ecuaciones y demás, muchas veces, en la casa, para resolver algún problema o tal, y yo lo veo y yo siento que para mí es como ir a un concierto de Mozart para muchas otras personas. Me encanta la belleza de utilizar un lenguaje, como son las matemáticas, para poder explicar y tener una respuesta exacta, muchas veces, a lo que pasa ahí afuera.

20:01
Carlos. Hola, Debbie, ¿qué tal? Más que una pregunta, quería plantearte algo dinámico. Si pudieras tener el poder de regresar atrás en el pasado, a un acontecimiento científico, ¿cuál elegirías? ¿Y por qué el motivo de vivirlo?

20:16
Deborah Berebichez. Me da nostalgia la pregunta, porque, así como les conté de Tycho Brahe, es una época en la que a mí me hubiera encantado vivir, porque él vivió a los fines de los años 1500, falleció en 1601, y era un personaje interesantísimo que se pasaba haciendo estas observaciones y construyó un observatorio bajo la tierra para que ni siquiera las vibraciones de la gente caminando, digamos, alrededor, molestaran a los instrumentos. Todo lo construyó con sus manos. No había telescopios en su época y él, con lo que veía con el ojo desnudo, digamos, y con algunos compases, ejes y demás, lograba ver y observar el cielo por horas y meses y años, hasta que logró hacer de los cálculos más importantes e interesantes de la época. De hecho, dicen que Kepler, del que sí hemos escuchado mucho, fue su discípulo durante un año. Dicen que se robó los datos de Tycho Brahe para hacer sus leyes, las tres leyes del universo de Kepler, que hasta hoy en día las utilizamos.  Es una isla que visité en Dinamarca: la isla se llama Ven y tiene solamente como 350 habitantes. Es una isla hermosa y tienen allí el museo de Tycho Brahe. Pero él al final hizo un error porque él creía que el sol no estaba al centro del sistema solar, sino que la Tierra estaba al centro, y no afuera y el Sol al centro. Él creía de que no era heliocéntrico el universo. Entonces, me gustaría volver a esa época y ver cómo pensaba la gente y tratar de convencerlo de que las cosas eran diferentes y tal. También me hubiera encantado conocer a Emily Noether, una alemana de descendencia judía que después se fue a Estados Unidos. Ella fue considerada por Albert Einstein y otros como «la mujer matemática más importante de la época». Era realmente impresionante su capacidad, pero, más allá de eso, ella veía como una belleza en las matemáticas, de tal manera que logró unos teoremas que relacionan la simetría del mundo, toda la simetría, con las leyes de la física. Y, bueno, a mí me parece increíble poder postular, digamos, toda la mecánica clásica, todo lo que otros hombres habían hecho de manera diferente, ella lo hizo a través de sus leyes de simetría, de buscar la simetría, la conservación… Sus leyes son de conservación de la energía, conservación del momento, etcétera. Entonces, algo fascinante. Me hubiera encantado ir a cenar con ella y probar un poco qué estaba en ese cerebro.

23:05
Nancy. Hola, Debbie. Eres la primera mujer mexicana en obtener el doctorado en Física. ¿Cuáles son las dificultades que has tenido como mujer latina en la industria tecnológica y científica?

23:19
Deborah Berebichez. Gracias, Nancy, por esa pregunta. Yo creo que me gustaría decir que las cosas han mejorado muchísimo desde la época… Comparado con Emily Noether, por ejemplo. Te voy a contar que, en California, en la Universidad de Stanford, que es una universidad muy moderna, muy progresiva en muchas cosas, en el departamento de Matemáticas mismo, donde yo tenía mi oficina, estaba frente a unos sanitarios y el hecho de que apenas hacía diez o 15 años habían puesto sanitarios para mujeres en todo el edificio, antes de ello, no había. Entonces, los sanitarios todavía tenían los urinales de los hombres y, muchas veces, llegaban las jovencitas y entraban y pensaban que se habían equivocado. Entonces, cerraban la puerta y venían a preguntarme. Y yo: «No, no, sí, sí, lo que pasa es que, bueno, todavía no llegamos a considerar a las mujeres parte de este ecosistema, ¿no?». Y lo digo porque hay sesgos desde el momento de solicitar admisión en los programas. En el trabajo, muchas veces, me ha sucedido que voy con mi contraparte, algún compañero de trabajo que es hombre, y vamos a dar alguna plática o convencer al público de algún producto en el que estamos trabajando y, generalmente, le hacen las preguntas a él. Aunque él trabaje en ventas y yo sea la persona que sepa los detalles técnicos, no se dirigen a mí. Me pasa mucho.  Y también, el ser una mujer hispana muchas veces es como… Bueno, latina. Durante muchos años era: «Pero ¿tú porque no estás casada? ¿Hay algo mal contigo? O ¿por qué no tienes hijos todavía?». Hay como también los sesgos del otro lado de la cultura propia, que uno no es aceptado ni ahí ni en el otro lado, ¿verdad? Y creo que lo que más me ha ayudado en esta cuestión de los sesgos en contra de la mujer son unos estudios que se desarrollaron justamente en Stanford por Carol Dweck. Es una psicóloga que habla del mindset, del estado mental. Ella dice que comúnmente las mujeres son criadas de una manera y los hombres son criados de otra manera. Y esto es en muchas de las culturas occidentales. A los hombres desde pequeños se les dice que tienen una inteligencia, vamos, no limitada. O sea, que ellos pueden crecer la inteligencia, el cerebro es algo maleable: «Oye, toma riesgos. Aprende de esa otra clase. ¿No te gusta lo otro también? Fallaste, no te preocupes, mijito, tú vas a poder, échale ganas, trata otra cosa y demás». Entonces, los hombres crecen como con mucha más confianza. Y, cuando son cosas difíciles, como lo pueden llegar a ser la ciencia, las matemáticas, bueno, pues los hombres vienen con una creencia en sus capacidades mucho mayor. Mientras que la mujer está más culturizada, digamos, a agradar, a hacer todo lo que le es fácil en lugar de tomar riesgos. «Y, híjole, capaz que me dan una mala calificación, o me va mal, o piensan mal de mí».

26:22

Entonces, no entran tanto las mujeres a la ciencia, porque las cosas te pueden salir bien, pero a lo mejor hoy perdiste el juego y no hay ningún problema. Eso es lo que hay que enseñar. Pero, como estamos educados muchas veces a mejor hacer lo que a uno le queda bien, uno nace con esas capacidades… Por ejemplo, yo tenía muchas capacidades, muchas más, para escribir cuentos y hacer cosas de literatura que para la física, y por ahí me empujaba mi familia. Fue una lucha que, aunque yo me sentía mala para eso, era lo que me apasionaba. Y, entonces, ese es el sesgo que es el más difícil de quitar, porque es sutil. Lo vemos en los comerciales de televisión. Hasta la fecha, mi madre, cuando voy a México y es hora de calcular la cuenta, por ejemplo, para pagar en el restaurante y calcular la propina y tal, le da la cuenta a mi esposo y dice: «Calcúlala tú», y yo: «Pero, mamá, o sea, tengo yo tengo posdoctorados en Matemáticas». Pero no, es que es el hombre el que calcula, el que sabe de matemáticas, el que cambia la llanta del coche. Y tengo muchas compañeras amigas en estos ámbitos que también, como las ven mujeres, les ofrecen cierto tipo de trabajos y no logran llegar a, realmente, ser ejecutivas y llevar a cabo sus propias compañías o lograr manejar todo un programa dentro de una compañía grande y demás. Entonces, es una lucha constante y es parte de lo que me dedico. He creado varias iniciativas en Costa Rica, en México, en Estados Unidos, para incentivar a mujeres jóvenes, en especial, en el colegio, en la preparatoria y también en la universidad, a enseñarles cómo programar aplicaciones de teléfono móvil que resuelvan problemas de su comunidad y tal, y a enseñarles a cómo dominar lo que se necesita para dedicarse a esta fascinante área de la física y de la ingeniería. 

28:19
Nancy.  ¿Cuáles son tus referentes científicos? ¿Y la divulgación científica?

28:24
Deborah Berebichez. Bueno, me encanta algo que decía, me parece que es el físico Feynman quien lo decía, y también se lo atribuyen a Einstein a veces, que decía: «Nuestro trabajo está plantado sobre los hombros de gigantes». Es decir, el hecho de que yo pude haber estudiado Física, que logré haber llegado a eso y trabajar con puros hombres, premios Nobel y demás, es porque muchas mujeres antes que yo lograron romper con estigmas y llegar a abrir oportunidades para que se nos aceptara, al mismo tiempo que yo estoy tratando de romper todos esos paradigmas para las mujeres más jóvenes. Entonces, como referentes, bueno, claro, en la comunicación de la ciencia tengo a Neil deGrasse Tyson en Nueva York, que es bastante reconocido. Con las chicas con las que yo hice el programa, fue el programa número uno del Discovery Channel, en inglés se llama Outrageous Acts of Science, y sigue ahí, en Amazon Prime, en YouTube y demás. Carin Bondar, que es una bióloga que habla de insectos y de las relaciones entre ellos, una increíble y maravillosa mujer; Amy Elliott, que se dedica al 3D printing, a imprimir estructuras, y joyería incluso, con su máquina para imprimir en tres dimensiones. Todo lo que ella viste, por ejemplo, sus zapatos: «Ay, pues los imprimí la semana pasada. Yo los diseñé». Jessica Banks, una amiga que está trabajando en ingeniería… Tengo muchos referentes de gente que ha roto con estos estereotipos y ha luchado por perseverar y ganarse la vida y ser líderes en un campo en el que están rodeadas, muchas veces, por hombres, y en el cual no es tan fácil sobresalir. Y, a pesar del talento, hay que luchar un poco más, ¿no? Entonces, eso. Bueno, claro, me encanta también Brian Cox, que es uno en Londres, un británico, que es maravilloso. Me encantaba el programa de televisión, aunque es muy estereotipado, pero el de Sheldon, Big Bang Theory. Me parece simpatiquísimo. Casi que me casé con un Sheldon, digamos. No tanto, pero sí, sí. Pero, bueno, hay muchos referentes. Si uno busca realmente, hoy en día, la comunicación de la ciencia ha crecido muchísimo. Y también dentro de la ciencia, bueno, una de las personas que más valoro en la aventura de mi vida y que, de hecho, fue el premio Nobel con el que estudié en Standford, se llama Bob Laughlin.

30:59

Lo traje creo que, en el año 2000, o sea, hace mucho tiempo. Pero, bueno, es una persona, realmente un genio, lo que los americanos llaman larger than life, o sea, «más grande que la vida misma», porque estar con él es, todo el tiempo, estar con una mente que está totalmente fuera de la lógica común. O sea, uno puede estar pensando algo y tal y él va a hacer alguna observación que puede ser que cometa un error, pero tiene las agallas para hacerla y te sorprende que muchas veces da en el tino y tiene la intuición correcta. Gente de la que realmente se puede uno empapar y tener el privilegio de observar esas mentes. Y ha sido la locura de mi vida, pero de lo más interesante. 

La niña que observaba las estrellas y conquistó la física - Deborah Berebichez, doctora en física
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“El regalo más grande que le pueden dar a uno es el de la educación y la curiosidad”

Deborah Berebichez

31:51
Carlota. Hola, Debbie. Aunque la juventud participa siempre en la disciplina de la ciencia y de la tecnología y, aunque falta todavía por recorrer, ¿qué mensaje le darías a las mujeres, a los jóvenes latinos y a todos los que quieren continuar la carrera de la ciencia y la tecnología? 

32:14
Deborah Berebichez. Me fascina tu pregunta, de verdad, gracias. Y, en verdad, necesitamos de ustedes. Necesitamos tantas mentes jóvenes que nos ayuden a encontrar y a resolver los misterios del universo y los problemas más complejos que atacan a la humanidad hoy en día. Incluso, la informática cuántica, se cree que puede ayudar a combatir el cambio climático… En la inteligencia artificial queremos gente que nos ayude, con su curiosidad, a crear modelos que sean más justos, que no tengan sesgos en contra de ciertas poblaciones, etcétera. Y mi consejo principal, lo que siempre digo, es que: «No dejes que nadie te diga que no puedes lograr tus sueños, cualquier cosa que uno quiera lograr». Recuerdo cuando estaba haciendo el doctorado y, cada vez que yo tenía problemas, y, obviamente, los tenía a diario porque era un programa dificilísimo, y yo estaba, ahora sí, con la crema de la crema y los genios que toda su vida habían estudiado física y sus padres se dedicaban a eso… Y yo hablaba en mi casa, mientras que, a los otros, cuando llamaban a su casa, les decían: «Tú puedes», a mí me decían: «Pues ya tira la toalla, hombre, pues ya te dijimos que esto tú no lo puedes hacer, ¿qué tanto insistes? Regrésate a la casa y ya, hazte la vida fácil, ¿no?». Y yo quiero darle el consejo a mucha gente que me encuentro hoy en día que me dice: «Es que mi familia, o los medios, o eso, me dicen que me dedique algo que me sea más fácil, pero, aunque me guste eso, me da mucho miedo. Voy a sacar malas calificaciones o me va a ir mal». Cuando uno tiene pasión, uno hace las cosas para que, de alguna manera, a uno le salga bien el resultado. Porque, al fin y al cabo, la dedicación, el trabajo, es de las cosas que nos dan más dirección a nivel personal, a nivel casi espiritual, a lo que venimos en este mundo a hacer, ¿no? Esa misión de vida, esa misión de ayudar a los demás, de dejar el mundo de una manera mejor de la que lo encontramos. Entonces, mi consejo es construir, no creerle a nadie. Puedes construir tu propio futuro como tú lo creas y con los valores que tú tengas.

34:34

Y, por supuesto, conectar con las múltiples mujeres y otras líderes que existen en el mundo que pueden ayudarte en los momentos en los que uno se siente atorado o que no puede más y tal. Me ha encantado ver, por ejemplo, Graciela García es una de las mujeres que he mentoreado. Ella era una mexicana que llegó sin papeles, sin ser legal, a Estados Unidos y, por eso, a la mamá le daba mucho miedo presentarla a gente y, bueno, entrar a diferentes competencias y tal, pero yo, cuando la fui a visitar a su preparatoria, la sentí con mucha curiosidad y la agarré bajo mi ala y le di mentoría y tal. Y, después de un año, ella ganó el Technovation Challenge, que es uno de los programas en los que ayudé, que Google desarrolló después la aplicación que su equipo hizo a nivel profesional. Y tienen ahora un fondo en el banco de las ganancias, porque es una aplicación que se vende, las ganancias fueron para el college fund, o sea, para que ellas pudieran pagar la universidad en Estados Unidos. Y, bueno, es una mujer de gran éxito, ya se graduó de Ciencias de Cómputo, y eso es lo que a mí me enorgullece, que alguien que no pensaba que podía tener esa capacidad, después de luchar y después de un empujón de mentoría, lo logra. 

35:58
Eugenia. Hola, Debbie, soy Eugenia. A mí me gustaría preguntarte sobre la inteligencia artificial, porque en los últimos tiempos estamos escuchando en noticias y medios de comunicación los problemas que puede acarrear la inteligencia artificial. Pero me da la sensación de que no tenemos realmente información de primera mano. Entonces, me gustaría que nos explicaras qué es la inteligencia artificial y cuáles son sus beneficios y los problemas, digamos, que nos podría acarrear.

36:26
Deborah Berebichez.  Esa es la pregunta de los 64.000 euros. Todo el mundo está preocupado por la inteligencia artificial. Gracias, Eugenia, por hacerla, porque yo quiero aclarar primero qué es la inteligencia artificial y los diferentes tipos que existen, porque es una tecnología que todavía está muy en sus principios y creo que en las noticias escuchas cosas como que los humanoides y los robots van a tomar control de la humanidad y nos van a matar a todos. Y el apocalipsis está a la vuelta de la esquina. Y no, no es así. La inteligencia artificial es simplemente un conjunto de algoritmos y hardware, es decir, computadoras, que se dedican a tratar de emular la inteligencia humana. ¿A qué me refiero? Con la inteligencia humana podemos detectar el mundo: vemos y traducimos imágenes al lenguaje, escuchamos, también podemos, después, pintar y crear imágenes. Tenemos estos transformadores, pensamos, tomamos decisiones, resolvemos problemas complejos. Eso, nada más, es lo que se está tratando de emular. ¿Para qué? Para hacernos la vida más fácil. Tal como la revolución industrial quitó a todos los trabajadores agrícolas y demás, y puso máquinas. Bueno, pues esos trabajadores, la gente decía: «Bueno, muchos sí perdieron el trabajo», pero también muchos de ellos tuvieron que encontrar nuevos trabajos que se abrieron a raíz de las nuevas necesidades y de la revolución industrial.

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Similarmente, estamos en una época así, y hay cuatro tipos, dependiendo de su funcionalidad, de inteligencia artificial: el primero es la «inteligencia estrecha», o también se le llama «inteligencia débil», que es cuando solamente puede ejercer una sola función. Por ejemplo, nuestro Siri o Alexa, nuestros asistentes personales. Bueno, si yo le pido que juegue al ajedrez, obviamente no va a poder. Si yo le pido que detecte mi cara, pues tampoco. Pero, si yo le hago una pregunta, me la va a poder responder. ¿Por qué? Porque está diseñada para solamente en ese estrecho, digamos, esa habilidad de responder a preguntas conteniendo un gran nivel de información, a eso se dedica. Y en eso es superior, de hecho, al ser humano, no es superior en todos los sentidos, por supuesto que no, pero claro que contiene, digamos, todo el internet presente. Lo importante es saber que no tiene memoria, no lo guarda en su memoria, vive en el presente. Es decir, yo le hago una pregunta a Siri o algo y me responde haciendo la búsqueda en Google, utilizando lo que un humano haría, pero me asiste, digamos, me ayuda en mi vida cotidiana. La mayoría de las cosas que tenemos hoy en día de inteligencia artificial caben en esta categoría.

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Ahora, después tenemos lo que se llama «de memoria limitada». La inteligencia artificial de memoria limitada es un poco más avanzada en cuanto a que usa el presente, pero también tiene una memoria por cierto tiempo, guarda en su memoria. Y a esto me refiero, por ejemplo, los coches. Los vehículos automatizados tienen ya en su memoria, digamos, todas las calles del mapa por donde uno va transitando, los semáforos, etcétera. Sin embargo, también tiene la habilidad de reaccionar a datos que le están llegando constantemente. Entonces, tiene la memoria, pero también reacciona a velocidades, cálculos con sensores de qué tan cerca está otro vehículo, la probabilidad de un choque, dependiendo de una combinación de factores… Todo eso calcula y, de hecho, es mucho más hábil de tener menos accidentes que un ser humano, aunque nos dé miedo, pero, estadísticamente hablando, es mucho más segura esa tecnología que los seres humanos al conducir. Y, entonces, hace un cálculo y te dice: «Bueno, ¿cómo voy a poder rebasar ese coche sin causar un accidente?» Esa es la memoria limitada, ese sería un ejemplo. La tercera clase de inteligencia artificial es lo que le llaman la «inteligencia artificial de teoría de la mente». Y este término, «theory of mind» en inglés, viene de la filosofía y es cuando una inteligencia, una computadora, un robot, lo que sea, un ordenador, es capaz de reconocer a otra inteligencia. Nosotros para nada hemos llegado a ese punto, pero imagínense… No sé si han visto al robot Sophia, es de Hanson Robotics, es una mujer que emula el movimiento de las facciones con su cara. De hecho, es un poco… Da miedo, en realidad. Estuve en Dubái hace poco, también tienen una humanoide, un robot en cuya mirada había algo, de verdad, que uno a veces se asusta. Y, bueno, obviamente está entrenada solamente para responder, pero sí tiene también cámaras en los ojos que puede tener visión y detectar objetos. En fin, está como llegando, estamos tocando las puertas de esa inteligencia en la que se reconoce a la otra. Y ahí sí, ya empezaríamos a tener el razonamiento como los seres humanos, la capacidad de utilizar diferentes estímulos: visual, auditivo, etcétera, para tomar decisiones. Todo eso acercándose mucho más a la capacidad de inteligencia humana.

41:56

Y, luego, la cuarta inteligencia, que es como la autoconsciente, y también a veces la llaman la «superinteligencia», es cuando no solamente reconoce al otro como un ser inteligente y capaz de razonar con él, sino que se reconoce a sí misma. Y ahí es cuando la gente argumenta acerca de los derechos, si van a tener derechos como los ciudadanos, si van a poder votar, si las inteligencias artificiales van a ser conscientes de sus propios sentimientos, de su propia empatía, si van a poder desarrollar creatividad y cuestiones que consideramos hoy en día exclusivamente humanas. Eso es simplemente una teoría, una hipótesis, a la cual no tenemos todavía acceso. No hay nada que esté ni tocando la puerta ahí. Entonces, ahora, los beneficios pueden ser inmensos: hay aplicaciones, por ejemplo, a mí una de las que más me gusta es… Hay una compañía en China que se llama Ping An que tienen seguros de vida y seguros médicos y tiene un montón de cosas, pero tienen una aplicación que se llama Good Doctor, «buen doctor», y solamente en China puede pasar que tienen 400 millones de usuarios. Y es impresionante porque ha avanzado el diagnóstico médico impresionantemente, especialmente en un lugar en el que no tenían suficientes médicos cualificados para poder atender a pacientes y demás. Entonces, si se toma una radiografía, rayos X, lo que sea, se envía a la India o a otro lugar en el que se analiza y los diagnósticos los hace muchas veces un ordenador. Las cirugías son muchas veces entrenadas por un gran cirujano que lo está haciendo, no sé, en la ciudad de Madrid o lo que sea, pero ahora lo están viendo por vídeo, los está guiando en África y ha dado acceso a un montón de gente a servicios de primera calidad en cuestión de medicina que, si no, no podrían tener acceso. También calcula en qué farmacia más cercana a ti puedes comprar los distintos medicamentos que se te recomiendan. En fin, es una cosa que ha avanzado muchísimo.

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Otro ejemplo es una amiga que tiene una compañía, Shiru se llama, que está tratando de utilizar inteligencia artificial para calcular distintas combinaciones de moléculas, todas químicos, todas viniendo de plantas, para crear nuevos alimentos que no sean derivados de animales. Entonces, ella combina todo y después le pone las características que quiere, que sea crunchy, que sepa a carne de hamburguesa, que no sé qué, y está, bueno, logrando eso también. Entonces, tenemos todos estos grandes beneficios potenciales. Ahora, los riesgos y los problemas también son enormes. ¿Qué pasa? Que muchos de estos algoritmos se entrenan con datos históricos. Y no estamos entrenándolos para que la humanidad mejore, sino que todos los sesgos que ahora tenemos como humanos, si estamos en contra de ciertas comunidades, de ciertas políticas y demás, pues lo hemos visto que, por ejemplo, tardamos diez años en tener Twitter hasta darnos cuenta de los riesgos tan fuertes, el poder que tuvieron los rusos, se analizó y se encontró que había millones de bots, de chatbots, que no eran seres humanos, que estaban programados para interferir en los resultados de las elecciones de Estados Unidos en el 2016, etcétera. Entonces, les recomiendo mucho una película que está en Netflix que se llama Coded Bias, no sé cómo lo tradujeron al español, pero es la historia… Sale ahí una mujer entrevistada afroamericana que estuvo en la cárcel, que salió y dice: «Llevo diez años portándome increíblemente, he trabajado en mí misma, soy una mujer de bien, ética y demás, pero cada vez que trato de salir y ser libre», porque todavía tiene ciertos programas, «el algoritmo me da un récord bajísimo y estoy como una esclava de ese algoritmo porque mis derechos humanos son de saber por qué está tomando la decisión así». Y, como muchos de estos algoritmos son cajas negras, que no sabemos por qué, es por basura que les metemos, es decir, los datos históricos que muestran que no nos hemos portado bien como seres humanos, no tenemos la ética para hacerlo, pues es la basura que va a salir. Son las decisiones que van a salir. Y, si queremos crear comunidades más justas, más éticas, pues tenemos que operar con equipos y regulaciones, también, gubernamentales y demás que se fijen en la transparencia de estos algoritmos, en qué sesgos se están introduciendo. Y esos son los riesgos de que… Tengo una amiga, Cathy O’Neil, maravillosa, que escribió un libro, también os lo recomiendo, se llama Weapons of Math Destruction, «armas de destrucción matemática». Y ¿a qué se refiere? A todos esos algoritmos que le pueden destruir la vida a mucha gente o limitar las posibilidades a mucha gente de muchas cosas solamente porque pueden y no tenemos hoy en día cuerpos, digamos, que hacen políticas públicas para examinarlos y requerir ciertos parámetros que sean justos.

La niña que observaba las estrellas y conquistó la física - Deborah Berebichez, doctora en física
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“La creatividad de la ciencia es enorme”

Deborah Berebichez

47:11
Eugenia. Mi siguiente pregunta es si crees o consideras que se tiene que ser un genio para dedicarse a la inteligencia artificial o si cualquiera está a tiempo de dedicarse a ella.

47:23
Deborah Berebichez. Me encanta tu pregunta. De ninguna manera. Nadie tiene que pensar que hay que ser un genio para dedicarse a cualquiera de las ciencias y los campos de tecnología que existen. Al contrario, yo creo que es algo en lo que necesitamos tanta diversidad de pensamiento que necesitamos gente que sea de las artes, gente que se le facilite relacionarse con el mundo de una manera no analítica, etcétera, para tener distintos puntos de vista, para lograr una inteligencia artificial que sea más el espejo de toda la comunidad diversa, que somos, de gente con distintas maneras de pensar. No, no es solo para genios, al contrario, yo siempre digo que también, si yo lo pude lograr, viniendo de una infancia en la que siempre se me dijo que no podía, nunca sentí que era especialmente buena para las matemáticas y demás y pude lograr llegar a convertirme en física y trabajar con un premio Nobel y demás, pues creo que cualquiera puede lograr las metas que se proponga. Yo creo que lo que tiene uno que tener para dedicarse a la inteligencia artificial es mucha curiosidad, mucho interés por crear algún producto, alguna plataforma que nos pueda resolver alguna cosa o manejar el lenguaje como lo es ahorita el ChatGPT. De alguna manera darnos respuestas a distintas cosas. No sé, creo que es un mundo muy mágico con cosas todavía por descubrir. Bueno, un universo infinito. Entonces, me encantaría, de verdad, que los jóvenes piensen que cualquiera puede dedicarse a eso. Y no importa la edad tampoco.

49:09
Elvira. Hola, Debbie. Quería saber cuál es tu visión sobre la educación y qué importancia tiene sobre la vida para ti.

49:16
Deborah Berebichez.  Elvira, esa es una gran pregunta. Gracias. Yo crecí en esta comunidad en México, dentro de una comunidad judía. Mis abuelos venían del este de Europa, escapando de los pogromos y de una situación… pues que se venía ya la segunda Guerra Mundial. Y, desde pequeña, mi padre siempre me dijo: «A los judíos nos han corrido de muchas partes y todo en la vida te lo pueden quitar. Todo lo material va y viene. Lo único que no te pueden quitar es la educación». Y así crecí y así lo creo hoy en día. Siempre he pensado que el dinero hay que gastarlo en experiencias, no en cosas materiales. Y con mis hijos ahora gozo de la enseñanza, de aprender. Porque no creo que la educación sea algo que exclusivamente sea en un aula de una escuela, que se necesite de una autoridad, de un profesor que nos enseñe un contenido, que después lo absorbemos y lo memorizamos por un tiempo corto. No. Yo creo que la educación es el placer de descubrir con tu mente de qué se trata el mundo, ya sea parte de las humanidades, qué me funciona a nivel ético, qué valores creo, qué me funciona a nivel ingenieril. Oye, no hay soluciones que me usen para eso. Siempre aliento, por ejemplo, a mis hijos para que construyan sus propias soluciones. Todos los viernes cenamos juntos en mi casa y me gusta preguntarles a mis hijos dos cosas. Son todavía muy pequeños, pero les digo: «¿Qué les gustó esta semana?». Pero la segunda es: «¿Qué aprendieron y en qué fallaron?». Y les pregunto en qué fallaron, no porque quiero crear un ambiente negativo, al contrario, porque quiero celebrar los errores. Quiero celebrar, porque, si no fallaron en algo, quiere decir que no están aprendiendo, que se están quedando cómodos con lo que ya saben. Y para mí el regalo más grande que uno le puede dar a alguien en la vida es el regalo de la educación, de la curiosidad, de aprender algo nuevo, de enseñarles algo, no de buscar eso. Entonces, me encanta, porque muchas veces, volviendo también a lo que decíamos de la mujer, que muchas veces crecemos en un ámbito en el que hacer errores o tratar de entender algo nuevo, de probar un nuevo deporte, lo que sea, se ve como algo riesgoso, no necesariamente cultivado. Y si uno dice: «Cuéntame en qué fallaste esta semana. Porque, ¿qué fue lo nuevo que trataste de aprender?». Y, si uno celebra eso, creo que puede cultivar gente con mucha más confianza, con mucha más capacidad de fallar, lo cual también es capacidad de tener éxito, porque no nos quedamos en los confines de lo que ya nos quiere dar un maestro, nos quieren dar los medios de comunicación, la televisión, etcétera, vamos más allá, y para mí eso es la educación: es el soñar, el preguntar, el ir a por lo que uno quiere y es algo que creo que es la esencia del ser humano.

52:20
María. Hola, Debbie. Cuando pensamos en un científico, realmente pensamos en algo solitario, algo solitario en un laboratorio, y, sin embargo, pensamos luego también que el tema de la colaboración y el trabajo en equipo debería ser importante en esta área. Entonces, hay como una dicotomía ahí. ¿Tú qué opinas sobre ese tema?

52:42

Sí, bueno, primero que nada, voy a hablar rápido del tema de cómo se ve normalmente a los científicos. Tengo un programa muy interesante en el que he participado en Estados Unidos. Se llama I Am A Scientist, «Soy una científica», en el que vamos a escuelas secundarias con niños pequeños y se les pide que pinten, que dibujen, a un científico y generalmente dibujan al hombre blanco de edad mayor, con barba, espejuelos antiguos, con la bata blanca, etcétera. Y después de ser sometidas a una semana de un programa en el que tenemos, bueno, les hemos hablado de la física de la moda, la ciencia de la cocina, etcétera, y se dan cuenta de que la ciencia está en todas partes y demás. Y traemos a role models, digamos, muchas mujeres científicas que no se ven en bata blanca y tal, y al final del curso les hacemos que vuelvan a dibujar a la científica y ahí tenemos los pósteres. Es magnífico ver cómo pasan de un científico así, todo como de antaño, a una versión mucho más dinámica que se relaciona, que tiene el mismo color de su piel, que habla como ellos, que disfruta de la vida como ellos, etcétera. Entonces, eso es muy importante. Y lo segundo, que creo que hay lugar para los dos tipos de ciencia. Yo, al principio, me dediqué a los experimentos, incluso trabajé en Slack, en un acelerador lineal que está bajo el suelo en Stanford, y me acuerdo de que, en los artículos de ciencia, la lista de autores era más larga que el artículo mismo. Es decir, es tanta la colaboración, porque son experimentos de billones de dólares, bueno, de muchos cientos de millones, gigantescos. Entonces, está desde el que construye el túnel hasta el que toma las medidas, los que hacen la parte computacional, etcétera. Entonces, hay una oportunidad de colaboración enorme. Recuerdo que a mí eso no me gustó. Y en la parte teórica es lo contrario, que fue donde yo me moví. En esa parte hay muchos artículos que están escritos por un solo científico que solo sale con sus ecuaciones y su mente. A mí me gusta algo más en medio. Me encantan los experimentos, ya sean teóricos o físicamente hacer los experimentos con un grupo de unas cinco a diez o a veinte personas, en el cual existe colaboración porque te animas, hacen bromas, te despiertas temprano, pero tienes un sentido esos días, porque sabes que vas a llegar al laboratorio y la gente es muy colegial y colabora y se respetan unos a otros, pero también uno aprende solamente de esa manera.

55:19

Porque solo llegas a las mismas paredes que has llegado siempre. Necesita uno ir a conferencias, convivir con otras mentes, otros puntos de vista, ver cómo han llevado a cabo ese experimento por allá en la Universidad de Nueva Zelanda, qué elemento usaron, qué ecuación resolvieron… De todo eso uno tiene que empaparse y solo lo logra con una colaboración. Entonces, a mí me encanta, me la vivo… Bueno, tengo mi trabajo, pero me la vivo durante el año yendo a conferencias, hablando en Zoom con ingenieros, tecnólogos, incluso con gente que… con artistas que me dicen: «Aconséjame sobre cómo hacer una exhibición con agua y con flores a la mitad de la ciudad de Nueva York. ¿Cuáles son los límites físicos para lograr esto?», y tal. Me fascina interactuar con distintas comunidades porque, es lo que le da como, no sé, el spice a la vida, lograr entender que el mundo está compuesto de una cantidad enorme de puntos de vista.

56:28
Paula. Ciencia y arte, números y letras, Debbie. ¿Están realmente tan separados como parece, la ciencia y la tecnología de la creatividad y las artes?

56:37
Deborah Berebichez.  Me encanta tu pregunta. Si la ciencia y el arte están separados. Hoy en día, en Estados Unidos, por ejemplo, el acrónimo ya no es «STEM»: ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, sino que es «STEAM»; le agregan el arte. Porque yo creo, de hecho, que la ciencia y el arte están mucho más pegados que muchísimas otras cosas. A veces, cuando crecemos, la manera en la que se nos enseña la ciencia es muy aburrida. En las clases, las matemáticas… Bueno, yo confieso que entiendo muy bien por qué a mucha gente no le gusta porque, en realidad, es poco inspirador, parece todo cuadrado y parece que todas las respuestas son exactas. Nada puede ser más lejos de la realidad. O sea, realmente, cuando uno hace ciencia, ya no hay respuestas. O sea, realmente es un arte ver a alguien, por ejemplo, a un físico teórico, ver cómo escribe las ecuaciones y uno piensa linealmente: «Se va a ir por ahí… no… ¡Guau! Se fue por otra parte». Es como ver a un pintor, que dices: «Bueno, está pintando muy a la Picasso, todo cuadrado así», y de repente te sale con el puntillismo. La creatividad en la ciencia es enorme. Asimismo, también creo que en el arte hay un montón de cosas que tienen que ver con ciencia que los artistas tienen que considerar. La música, bueno… Una de mis pláticas favoritas fue con un músico bastante famoso, de música jazz en Nueva York. Él tocaba la música y después me ponían a mí a explicar toda la cuestión del tono, el pitch, las frecuencias de vibración de una guitarra, etcétera. O sea, todo. Explicábamos la ciencia del sonido, la ciencia del color, la física de todo, de cómo juegan ciertos materiales con otros… Me fascina esa combinación. Y, hoy en día, creo que hay un montón de disciplinas. De hecho, creo que en el MIT hay toda una maestría de la cocina, una serie de libros de Nathan Myhrvold que trata la comida como si fueran objetos físicos. O sea, es que, para que la carne esté perfecta hecha, mides como con un resorte la flexibilidad del filete. Lo modelan, como si fuera un resorte, en fin. O sea, hay un montón de cosas… Solo puedes crear ciertas bebidas, ciertos postres, si tomas en cuenta las leyes interesantes de la física de fluidos y demás. Entonces, creo que hay una combinación. Y, además, a mí me encanta, de hecho, por ejemplo, la computadora cuántica, la que está hecha de superconductores, que es en la que yo trabajo, me encanta: físicamente es elegantísima. Tú nada más ponlo en Google y te vas a dar cuenta de que es como un candelabro, lo llamamos el «candelabro de oro». De hecho, son piezas hechas de oro porque tenemos que mandar pulsos de microondas por ahí. Tienen que ser como muy específicos. Se me hace una pieza de arte y algún día quiero diseñar como un collar o una joyería. No lo he hecho todavía, pero sí diseñé unos aretes que utilizo, que tienen un circuito dentro de la computadora y le hablé a mi amiga Amy y le dije: «Oye, me encanta eso, ¿no me puedes diseñar unos aretes? Y me los pongo en cada conferencia que voy». Y las mujeres me dicen: «Ay, yo quiero comprarlos y tal», porque creo que hay muchísimo arte en esas cosas. Y si juntáramos… me encantaría tener como un campamento una vez al año con puros científicos y puros artistas y crear algo en conjunto y que se comuniquen y se relacionen de un lado para otro. Sería magnífico.

1:00:15
Alejandra. Hola, Debbie, ¿podrías contarnos cómo utilizas tus habilidades científicas y tecnológicas en el día a día? ¿Podrías ponernos algún ejemplo?

1:00:25

A mí me encanta y me gustaría escribir un libro para niños de tu edad, justamente, de cómo aventurarse en el mundo cuando tus poderes son cosas que tiene la física. Por ejemplo, poder ser una partícula o una persona cuántica que puede estar en dos lugar es al mismo tiempo. Y ¿qué pasaría? Entonces, yo siento que ser científico es un amor por la veracidad, es decir, la curiosidad siempre es de llegar a una respuesta, pero el proceso es como muy un juego. Entonces, al ponerse esos lentes, uno desde que se despierta, no sé, si uno se está lavando los dientes, si uno pone algo al microondas, me pregunto: «Bueno, pero ¿por qué el queso, este tipo de queso, se derrite?». Así, se hace todo así, pero no se hace líquido, porque cuando caliento un sólido, normalmente el hielo, por ejemplo, si lo caliento, se vuelve agua, no se vuelve algo así como chicloso y con ciertas propiedades. Entonces: «Ah, bueno, me pongo a investigar». Pues resulta que hay diferentes tipos de queso, son sólidos de distintos tipos y las moléculas adentro del queso tienen diferente cohesión y se jalan más en unos quesos que se quedan más duros y en otras los bonds, digamos, las uniones entre las moléculas, son mucho más débiles, entonces, luego lo calientas y el calor lo único que quiere decir es añadirles movimiento a las moléculas. Es lo único. Entonces, se empiezan a mover y se desenganchan y, entonces, se vuelve ya un líquido en el cual se mueven fluidamente y así. Preguntarse cualquier cosa. El placer de preguntar, porque Feynman escribió un libro que se llamaba The Pleasure of Finding Things Out, «el placer de descubrir las cosas», y me encanta. Si mi hija me pregunta: «Mamá, ¿por qué el cielo es azul?». Digo: «No sé. A ver, vamos a pensar». Lo peor que pueden hacer con niños jóvenes, de tu edad, por ejemplo, es decirles: «Búscalo en Google, léelo en un libro, pregúntale a tu papá». ¡No! Vamos a tratar de encontrar la respuesta como si fuéramos cavernícolas y acabamos de llegar a otro planeta. Bueno, pues será que alguien lo pintó. Las moléculas de agua. Bueno, pues no, porque estos caerían como lluvia. Bueno, y tendrá que ver con el sol y el reflejo y el ángulo en el que me pongo y tal. Aunque no llegue a la respuesta, porque justo esa de por qué el cielo es azul a lo mejor no es tan sencilla, o por qué el arcoíris… Tiene cosas bastante detalladas. A lo mejor no llegó al final, pero sí tuve el placer de utilizar mi cerebro, utilizar mi cabeza, para razonar y ver los límites de mi razón y cuando puedo experimentar. Uno de mis experimentos favoritos fue cuando en la licenciatura nos dieron cuatro horas y nos dieron, creo que era solamente un palito de madera y una piedra, o nada más un palito, y me dijeron: «Trata de medir. La distancia de la tierra al sol». ¿Era medir la distancia o era medir el diámetro del sol?

1:03:37

Claro que iba a estar algún orden de magnitud cerca, o sea, calcularlo, pero utilizando nada más esto. ¿Qué hacíamos las cuatro horas? Era para que viéramos la sombra. Nos fuimos a un parking, un garaje con coches. Yo estaba allí feliz, fascinada, viendo y pintando en un papel con un lápiz las sombras, cómo iban cambiando e imaginándome qué principios físicos podría utilizar para medirlo. Entonces, tú te sientes un descubridor, nunca te vas a aburrir porque puedes tú sola razonar y descubrir cosas. Y, quién sabe, a lo mejor descubres algo nuevo o descubres una nueva manera de ver el mundo. Y qué bonito es el orgullo que vas a crear en ti misma y compartirlo con tus amigos, con tus familiares, es magnífico.

1:04:29
Daniela. Buenas, Debbie, mi nombre es Daniela. Soy una mujer latinoamericana como tú, así que un placer, y me encanta que estés aquí, todo lo que nos has comentado. Bueno, entre eso, nos dijiste que naciste en México, que estudiaste en los Estados Unidos, te ganaste una beca. Y quería saber qué consideras que te ha aportado conocer a través de las conferencias y demás diferentes lugares, diferentes culturas y diferentes personas. ¿Qué te ha aportado a ti en lo profesional, principalmente?

1:05:02

Muchas gracias por esa pregunta, Daniela. Creo que al reflexionar qué me ha aportado el haber visitado y vivido en diferentes países, creo que te mantiene humilde. Esa es mi respuesta. ¿Por qué? Porque uno llega… Yo llegué de Estados Unidos habiendo ido a una de las mejores universidades y llegué a Finlandia y de repente resulta que la economía es mucho más pequeña y tuve muchísima dificultad en encontrar un trabajo, por ejemplo, como inmigrante. Llega uno a otro sistema en el que la cultura es diferente, lo que se valora es diferente. Te das cuenta de que todo lo que crees que era cierto en un lugar, de repente no es cierto en otro. Entonces, te mantiene constantemente queriendo aprender de otra cultura, de otra gente. También, te enseña, a mí y a mis hijos, mucha diversidad y cómo constantemente amplías y amplías tu definición de diversidad y te… Es muy impresionante, a veces, el tipo de cosas a las que uno se enfrenta y que tiene uno que aprender a respetar, a valorar de otras culturas, de otros lugares. Los finlandeses, admito que pueden llegar a ser gente muy rara y, muchas veces, por ejemplo, no hablan unos con los otros o lo que sea. Y, al principio, me costaba muchísimo trabajo entender por qué, o sea qué hay malo conmigo, o cómo me ven, que no quieren ni siquiera saludarme los vecinos. Pero luego me fui dando cuenta de que no había nada malo con nosotros, que simplemente esa es su cultura. Mientras más lejos estén de otro ser humano, es lo mejor que les puede pasar. Entonces, te das cuenta y tratas de adaptarte. Igual que cuando voy a México y tengo que, otra vez, adaptarme a los comentarios y a las culturas latinoamericanas y tal. Entonces, creo que al principio me daba miedo porque dije: «Pobres de mis hijos, cambian de escuela y, bueno, van a estar todos confundidos, hablamos tres lenguajes en la casa», y, no sé, eso me preocupaba bastante, pero ahora creo que es algo maravilloso porque mi hija habla algunas palabras de finés, que es complicadísimo, pero entiende español, habla en inglés y se relaciona con gentes de todo tipo, de todo el mundo, de todas clases sociales, de todas las etnicidades, y es algo que jamás hubiera podido obtener si la hubiera criado solamente en México, en esa comunidad cerrada y pequeña en la que crecí. Entonces, creo que es una gran oportunidad, y más para los jóvenes de su edad, que se ha abierto tanto el mundo. Hay oportunidades, becas para hacer estudios, hacer un año fuera de tu lugar, de donde vive tu familia y creciste. Puedes viajar, puedes colaborar en cualquier carrera, hoy en día, con artistas y científicos de todo el mundo, a través de las redes sociales puedes aprender.

1:08:03

Creo que el mundo es mucho más abierto y hay más posibilidades de las que cuando yo misma estaba creciendo. Entonces, les recomiendo muchísimo aprovechar eso y mantenerse con esta curiosidad y humildad de respetar y aprender, porque de todos podemos aprender. Y, bueno, se nos ha acabado el tiempo. Les quiero agradece. Realmente ha sido uno de mis días favoritos del año, poder hablar con ustedes y aprender de sus preguntas, ver sus caras entusiasmadas, o a veces aburridas… No, no es cierto. Bueno, y darme cuenta de cuánta curiosidad hay acerca de estos temas. Y, bueno, quisiera alentarlos a cada uno de ustedes a volverse mentor. No necesita uno ni ser un genio ni saber de algo demasiado, o sea, puede uno con lo que ya ustedes saben, a alguien, les aseguro que a alguien en su vida, pueden ustedes ayudar. Voltear al lado al hijo del vecino, a su hijo, a un familiar o a alguien mayor de edad, a quien sea, un niño, y ayudarlo a descubrir, a descubrir la naturaleza, el mundo, ayudarle a preguntarse cosas. Creo que es el mejor regalo que se pueden hacer a ustedes y al mundo para que mejoren las cosas más de lo que están. Muchísimas gracias.