¿Qué tienen en común la música y el reciclaje?
Víctor Gil
¿Qué tienen en común la música y el reciclaje?
Víctor Gil
Dir. Orquesta Música del Reciclaje
Creando oportunidades
El valor de las segundas oportunidades
Víctor Gil Dir. Orquesta Música del Reciclaje
‘La Música del Reciclaje’, un proyecto por la inclusión y la sostenibilidad
Víctor Gil Dir. Orquesta Música del Reciclaje
Víctor Gil
Luces tenues en el plató. Miradas cómplices que aparecen de repente, una mezcla de sensaciones que van desde la magia hasta la expectación. Comienza a escucharse el ingrávido levitar de los violines, en perfecto equilibrio con el rugir de unos largos tubos que sirven para proteger los cables de la electricidad. Conforme avanza la melodía nos damos cuenta de que se trata de la ‘Sinfonía del Nuevo Mundo’ de Dvorak, pero esta vez suena de una manera distinta, más especial que nunca. Resuena a latas de metal, cajas de madera, plásticos y cubos de basura. Con los cinco sentidos a flor de piel, nos hacemos conscientes de que reciclar suena especialmente bien por muchos motivos; el principal: lo que para unos son residuos, para otros son oportunidades repletas de ilusión y creatividad.
Se trata de la Orquesta de la Música del Reciclaje, una iniciativa social inspirada en la Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura (Paraguay), que se trasladó a España en el 2014 para ofrecer formación musical a niños con situaciones complicadas y, a la vez, educar en valores como la solidaridad, la empatía, el trabajo en equipo o la disciplina. Una orquesta que utiliza instrumentos reciclados para empaparse de la fortaleza de las canciones populares universales, lanzando un mensaje motivador en torno al cuidado del medio ambiente y al valor de las segundas oportunidades. “Nosotros creemos que un nuevo mundo es posible, donde el problema de las exclusiones y del reciclaje no sean un problema. Les acompañamos en ese descubrimiento, les hacemos sentir parte de un grupo, que se respeten más y que luchen por lo que ellos necesitan. Creo que esta es la única y verdadera fórmula de integración, la única que realmente vale la pena”, remarca Víctor Gil, director de la orquesta.
La Orquesta de la Música del Reciclaje recoge el testimonio de todos aquellos que se sienten vivos a través de la música, de las segundas oportunidades, pero sobre todo del compromiso y de la pasión. Ese compromiso que nos acerca, nos eleva y nos lleva a una sociedad más consciente y más justa: “Si no tienes oportunidades, es difícil avanzar, y creo que es lo bonito de este proyecto, que la música, y en este caso el reciclaje, es una oportunidad que la gente acogerá y disfrutará, porque la música y el arte es una parte fundamental para el desarrollo íntegro del ser humano”.
Transcripción
Lo importante es que cogimos eso, de la misma manera que lo cogió en su momento Federico García Lorca y lo grabó con La Argentinita en el año 1931, “La Tarara”, y le cambió la letra. Puso al día esa música. Nosotros hicimos exactamente lo mismo. Es más, “La Tarara”… “La Tarara”, no la otra, “La Tarara”, la tocábamos casi como un himno, fue la primera canción que aprendieron los chicos. Es muy sencilla. Tiene una escalita para arriba, otra para abajo, con lo cual no es muy difícil de tocar, y la usamos para empezar. A los tres meses estábamos tocando esto en público por primera vez. La parte de “La Tarara”.
Para ellos representa algo muy importante, pero también hemos puesto un ritmo para eso. Quiero decir, la hemos puesto al día y en aquel momento la juntábamos con “Entre dos aguas”, una canción de Paco de Lucía, que es una improvisación que él hace un día que se sienta a tocar con otros músicos. Improvisa y se acuerda de una canción de Las Grecas que se llamaba “Te estoy amando locamente” y otra canción que había compuesto él, que se llamaba “Caramba, carambita”, y con eso hizo “Entre dos aguas”, la famosa “Entre dos aguas”.
Ahora entendemos por qué la música y el reciclaje tienen tanto que ver. Reciclar es volver a colocar en el ciclo, volver a circular algo. La música vuelve a circular cada vez que la tocamos y cada vez que la colocamos otra vez, pero siempre con una visión diferente. Por eso la música y el reciclaje tienen tanto que ver y por eso somos, entre otras cosas, y entre lo que ya está, se ve claramente, también en la música, somos la Orquesta del Reciclaje.
Y empezó a trabajar con toda la gente que vivía al lado del vertedero. Hicieron una gira, vinieron aquí. Ecoembes, claro, cuando ve esto, lo pone en un evento navideño. Invita a Su Majestad, la reina doña Sofía. Y cuando ella lo ve, dice: “Pero ¿por qué esto no se puede hacer aquí también?”. Se crea un patronato de gente realmente muy importante que tiene que ver con la inclusión social, con la música… Nos llaman y nos dicen que hay que empezar a poner en marcha un proyecto así aquí, aunando la inclusión social, es decir, dirigiéndonos a gente que normalmente… a chicos que normalmente no tienen un contacto tan directo con esa realidad que llamamos “la enseñanza de la música reglada” o este tipo de cosas que se manejan, ¿no? No es tan fácil, aunque parezca mentira, estudiar música. Ya veremos, por un montón de cosas, pero lo importante es que esto no es tan fácil, y entonces, bueno, se empieza con este proyecto.
Empezamos en septiembre del 2014. Y ya llevamos cinco años y este es el sexto curso. En este momento llevamos 115 niños. Lo que pasa es que aquí hay una pequeña muestra, porque muchos de ellos sí son los que más tiempo llevan con nosotros, son los que mejor están trabajando con nosotros, y hay algunos que están… que no han podido venir hoy, pero normalmente nos manejamos con una orquesta muy especial, una orquesta que utiliza los instrumentos reciclados casi como un testimonio de lo que el reciclaje quiere decir junto con la música. Lo que contábamos recién. Y el proyecto se sigue desarrollando. Empezó en el Colegio Público Núñez de Arenas de Vallecas y en la Residencia Materno-Infantil Villa Paz de Pozuelo de Alarcón, con chicos con distintas circunstancias, muchos de etnia gitana en el Colegio Núñez de Arena, y otros con una circunstancia personal diferente. Y empezamos a hacer clases allí. El proyecto fue creciendo, y llevamos ya cinco años y medio dedicados a este proyecto, basándonos en el tema de la orquesta como eje aglutinante de un trabajo que, si queremos que sea de inclusión, necesitamos que cada uno sepa cuál es el lugar.
Así que la inspiración es Cateura. El empeño es de la organización Ecoembes y de doña Sofía y de todo un patronato que hay alrededor, y es un grupo muy grande de profesores. Yo solamente aquí, como hago de director musical, soy el que estoy poniendo la palabra, pero aquí hay mucha gente trabajando a mi alrededor.
"Nosotros pensamos en un nuevo mundo posible, donde el problema de las exclusiones y del reciclaje no sean un problema"
Es una idea de pensar que, en realidad, cuando uno ve un violín Stradivarius, lo que hay es un árbol muy bien cortado, unas tripas de cordero, porque las cuerdas ahora son de metal, pero antes eran de tripas de cordero en aquel tiempo. Tripas de cordero para las cuerdas, crin de caballo para los arcos, que se sigue utilizando, la crin de los caballos para los arcos. Eso que parece una cinta, en realidad no es una cinta. Esto te lo cuento por si alguna vez no lo habías visto. Son pequeños pelitos. Con lo cual, el instrumento de Stradivarius ese no es más que un montón de cosas utilizadas como herramienta para construir algo mejor o que nos pueden servir para algo mejor. Creo que eso es una de las tantas definiciones y creo que la más acertada es de cultura. La cultura es la transformación para lograr un fin mayor, y la inteligencia del hombre ha aportado eso.
Nosotros tenemos un mago personal que aporta eso a la cultura, que es nuestro lutier Fernando Solar, que lo veis ahí tocando la percusión. Es violinista, pero es nuestro… nuestro lutier. Porque estos instrumentos, los chicos aportan, aportan, pintan, sugieren, hacen cosas, pero en realidad… No os vamos a decir lo contrario, esto requiere mucho, mucha inteligencia y saber cómo organizar para que esto suene, y para eso hace falta algo más que voluntad. Como siempre, la voluntad sola, sin conocimiento, es un poquitito complicada de llevar a cabo. Ya lo veréis si seguís estudiando. Entonces, Fernando tiene una familia, su padre es lutier, su abuelo es lutier, pero que lo cuente yo no tiene sentido. Lo mejor es que lo cuente Fer, Fernando.
Me puse a ello, y bueno, pues esto es un poco el resultado, lo que veis aquí. También hemos ido creciendo y cambiando los instrumentos porque la exigencia de los chicos cada vez ha ido mejorando, y cada vez han ido tocando mejor, con lo cual han necesitado instrumentos y, también, entre comillas, un poquito de la basura mejor, ¿no?, porque tienen que tocar obras, tienen que agradar al público y tienen que mostrar su resultado en ello, ¿no? Y bueno, siempre también cuento una anécdota, porque bueno, al final, al ser la tercera generación, he tenido la suerte, y eso lo digo muy orgulloso y doy las gracias a ello porque he tenido una oportunidad muy grande. Y empezó todo esto con mi abuelo. Teniendo ocho años en Pravia, vio a alguien tocar, y él no pertenecía a nada de la música. Sus padres eran campesinos. Vio a alguien tocar y se quedó tan prendado con ese sonido de un violinista que fue corriendo, buscó una foto en un libro, y con ocho años, aunque no nos lo creamos, con lo que cogió de lo que pudo configuró un violín que es el primer violín de nuestra firma.
Cuando empecé en este proyecto, construyendo los primeros instrumentos y viendo ese violín, que lo encontramos hace poco y lo tenemos ahí expuesto en el taller, me he dado cuenta de que la vida muchas veces es circular, ¿no? Llega un momento… Y al ver ese violín me di cuenta de que me estaba poniendo en ese niño de ocho años, que la vida me había regalado dos generaciones y que yo volvía a ser ese principio de nuestra firma donde se hizo ese violín. Él lo hizo con tablas de una mesilla. Los aros los hizo con un tamiz porque es lo que tenía, y me doy cuenta de que ahora vuelvo a sus inicios y me toca a mí regalar y dar a estos chicos lo que a mí me han regalado en la vida, que son dos generaciones. Y por eso este proyecto me gusta, porque al final es devolver también la suerte que he tenido en la vida, que no todo el mundo la tiene, y yo creo que en la vida se avanza con oportunidades. No… Si no tienes oportunidades, es difícil avanzar, y creo que es lo bonito de este proyecto, que la música, y en este caso el reciclaje, es una oportunidad que la gente la acogerá o la disfrutará. Y eso es lo que es este proyecto. Y bueno, es un poco lo que os quería contar de la lutería.
Por otro lado, se está poniendo muy de moda hablar de qué beneficios aporta la música al resto de asignaturas, es decir, de qué manera puede apuntalar la enseñanza de las artes en el desarrollo de las cosas… No lo decimos, pero, así por lo bajito, estamos pensando en las cosas que realmente son importantes. A mí me encantaría pensarlo al revés. Yo puedo asegurarles que el saber matemáticas ayuda muchísimo para la música, de verdad, muchísimo. Hay un montón de conceptos musicales que están basados en matemáticas, muchísimos. Desde el concepto físico de los armónicos hasta el desarrollo de las escalas. Todo tiene muchísimo que ver con las matemáticas, con lo cual me planteo por qué no hacerlo al revés.
Es una cosa muy curiosa. Cuando hablamos de enseñanza, separamos la enseñanza general, de régimen general, con la enseñanza de régimen especial. La enseñanza de régimen especial no es obligatoria, tiene que ver con las artes. Las artes tienen poco que ver con la enseñanza general. Pongo esto entre comillas, porque la enseñanza general ¿por qué tiene ese nombre? ¿Por qué le llamamos enseñanza general, cuando en realidad no estamos potenciando a la persona en todo lo que necesita ser desarrollado y potenciado desde pequeños? La música es una parte fundamental, pero todas las artes son parte fundamental de un desarrollo íntegro del ser humano. Creo que la educación se equivoca mucho al pensar solo en la enseñanza general separada de la especial. Claro, cuando uno le pregunta a la gente que se dedica a esto, normalmente lo que nos dicen es: “Bueno, a ver, es una forma en que nosotros nos entendemos y hablamos…”. Y yo creo que es una explicación, es una explicación, pero me suena más a excusa. Creo que la enseñanza de las artes debe estar presente en el día a día de todos. Vamos a sacar gente muchísimo más preparada desde todo punto de vista si utilizamos las artes también como enseñanza, como cosa, como vehículo para enseñar.
Para nosotros, nuestros chicos, por ejemplo, muchos de ellos, no digo todos, y no los miro, pero sí muchos de ellos, han logrado mejores calificaciones y han logrado mejoras en la enseñanza general. En esto que seguimos llamando enseñanza general, pero para entendernos. Con lo cual creo que la enseñanza en artes es algo que la sociedad no debe de ninguna manera separar de la formación íntegra de una persona. Estamos pensando en contenidos como si cada uno de estos chicos fuesen pequeñas latas o frascos donde colocamos cosas. Tenemos que dejarlos realmente crecer y formarse en libertad. Y para eso, la enseñanza en artes es absolutamente imprescindible.
Es más, o voy para… Un poco para que quede claro y no lo tenga que decir yo. Lo lógico es que preguntemos cómo lo viven ellos, porque yo he hablado por ellos y no me parece justo. Si realmente creo en la libertad y creo en darle la palabra a los chicos, pues vamos a preguntarles, por ejemplo, no sé… Tenemos aquí dos generaciones, entre comillas. Son chavales todavía muy jóvenes. Cristina tiene 15 años, Abraham es muy pe… ¿Qué edad tienes, Abraham?
¿Tocamos otra?
Es más, él habla, cuando se encuentra con esa realidad, de la importancia… de lo importante que sería… Hay escritos, hay cartas de él, de lo importante que sería que se apoyase la música americana en lo que él llamaba las “nigro melodies”, o sea, las melodías de negros, que en aquel momento no estaba mal decirle “negro” al negro, sino que era una cosa que a la persona de raza de color se le decía “negro” y no era ofensivo. Ahora es tremendamente ofensivo hablar de esa forma, pero él lo decía de una manera absolutamente positiva. Decía que era muy importante que la música se basase en eso, parece que hubiese anticipado todo el fenómeno del “jazz” con bastante tiempo, y que se tomasen en serio esas influencias. No solamente que se la tomaron en serio en América, sino que después influyó en muchísima música europea del siglo XX. Si no, hay que mirar a Ravel, a Stravinski y al mismo Shostakovich. Así que es una obra que para nosotros tiene un nombre, que es “desde el Nuevo Mundo”.
Nosotros no podemos hablar desde el Nuevo Mundo. Nosotros pensamos en un nuevo mundo posible, donde el problema de las exclusiones y del reciclaje no sean un problema. Por eso pensamos que era un tema que los podía motivar, y, por otro lado, nos ha servido para que los chicos descubriesen una música a la que no están acostumbrados y que les guste. Es una melodía que les gusta, les gusta tocarla, es bonita, es diferente, tiene lindo… tiene otros colores, pero escuchan otro tipo de música. A veces el trabajo del pedagogo es volver a la etimología de la palabra del pedagogo, es el que acompaña al niño. Para los griegos, pedagogo era nada menos que el que llevaba de la mano hacia el sitio donde lo tenían que educar. Con lo cual el pedagogo es el que acompaña, y nosotros tenemos que acompañar en ese descubrimiento, es nuestro trabajo, acompañar en el descubrimiento. Ese es el trabajo real de las personas que los estamos acompañando a ellos, también en descubrir un nuevo mundo.
Yo recuerdo que me había contado un contrabajista amigo, que lo conocí cuando llegué aquí a España, que era cubano, y me contaba que en los años 60, a principios de los años 60, el señor, bastante más mayor que yo en aquel momento, hace 30 años ya, me contaba que, a principios de los años 60, el gobierno había mandado a la Orquesta Sinfónica de La Habana a tocar por la zona occidental. Y estaban acostumbrados a las orquestas de baile, estas de pueblo, que iban y eran, no sé, siete, ocho, a lo sumo diez personas como mucho cuando venía la orquesta grande. Y el que presentaba era el de siempre, era el señor que presentaba todas las galas de las orquestas. Y ese día, detrás del telón estaba la Orquesta Sinfónica de La Habana con 70 personas. Y entonces se presentó. “Bueno, con ustedes… hoy vais a disfrutar, vais a gozar”. La misma manera que siempre contaba. Dice: “Con ustedes, la Orquesta Sinfónica de La Habana”. Se da vuelta, se abre el telón, los ve a todos y dice: “Tremendo orquestón”. Claro, él no imaginaba que una orquesta podía tener tanta gente, pero en realidad el concepto de orquesta es un poco ese, es que cada uno, al igual que la sociedad, cada uno cumpla con su sitio y con su cometido.
Nos admiramos muchísimo del señor que opera y salva vidas operando un corazón, pero si no estuviese el que limpia después el quirófano, menudas infecciones nos cogeríamos. Con lo cual, si la sociedad no funciona haciendo cada uno lo suyo, mala cosa estamos. Yo recién estaba tocando el bajo. Yo toco cuatro notas en la que acabamos de tocar, pero es mi función. Es lo que yo tengo que hacer para que esa música funcione. Cada uno tiene que cumplir lo suyo. Esto es lo bueno y la enseñanza que nos da la orquesta. Cada uno cumple lo suyo y el resultado es la suma del esfuerzo, de la concentración y del trabajo de todos. Por eso es tan importante la concentración, que cada uno haga lo que tiene que hacer en el momento justo que lo debe hacer. Y el trabajo del director es tener una gestión humana que permita que todo el mundo se sienta cómodo. Los buenos directores… Siempre que hablo con músicos de orquesta, recuerdan bien eso, que hayan sido tratados bien, que se les haya aportado algo y, fundamentalmente, que cada uno de esos pequeños egos que siempre tenemos y que es muy difícil de evitar, sean gestionados de tal manera que todo el mundo entienda cuál es su lugar, lo cumpla lo mejor posible, y ese es el trabajo del director. En una orquesta sinfónica también, evidentemente, el director, y esto ya es en plan más didáctico, el director tiene que cumplir otra función, que es la de dar su interpretación a lo que está escrito.
Cuando uno lee “El Quijote”, supuestamente, y si no se equivocó el copista, es lo que escribió Cervantes palabra por palabra. Le podemos dar una inflexión más arriba o más abajo. Con la música pasa más o menos lo mismo, pero es muy difícil saber cuándo un compositor quería que eso se tocase fuerte o más piano, o más rápido o más lento. Como las indicaciones son casi siempre que tienen que ver con detalles casi emocionales o sensaciones, si no hay un director que trate de entender y de reinterpretar eso… Porque lo que tiene la música es así de efímera. Llega, se toca y cada vez es nueva. No sabemos lo que quería que sonase Mozart en su momento. Sabemos lo que nosotros hacemos con esta música hoy.
No sabemos cómo lo había pensado Dvořák. Seguro que no con unos tubos. Seguro que no con unos instrumentos así. Pero también pensemos que quizás Mozart estaba acostumbrado a un sonido de instrumentos con cuerdas de tripa, que ahora no las hay. Con lo cual, al final, el trabajo del director en una orquesta es reinterpretar, volver a poner al día lo que alguien escribió hace mucho tiempo y conciliar todos esos egos y poner de acuerdo a todo un montón de gente. Veis que yo ahora estaba haciendo esto con la mano, un poco para que todos sintamos el mismo pulso. A veces me miran, a veces no, a veces lo sienten. No importa, es como: “Estoy aquí y os ayudo, y entre todos tiramos para adelante”. Es un trabajo. En realidad, los que tienen mejor el nombre de director de orquesta son los americanos que les llaman… Tienen la palabra “director” en inglés, igual que se escribe en castellano, pero ellos usan “conductor”, y al final es un poco eso. Es el que conduce, es el que lleva el volante, pero es muy importante que toda la maquinaria esté bien engrasada.
Es decir… Parece ser que, por ejemplo, los indios en América, cuando llegaron los conquistadores, se horrorizaron del olor que traían. Está bien que eran muchos días andando, pero no, parece que a la gente tampoco le gustaba mucho el tema de bañarse. Tenía una relación con la higiene bastante complicada. Pero esto no era por nada, sino porque ellos estaban seguros… Porque al principio habrá tenido algún origen. Pero la realidad es que hubo científicos de aquella época que decían que los humores malignos entraban por los poros, con lo cual había que tenerlos tapados para que esos humores no penetraran en el cuerpo. Esta gente no se bañaba por una cuestión de que creían que de esa manera se protegían de las enfermedades. La expectativa de vida, por ejemplo, en la Edad Media, hay algunas ideas… Hay algunas cosas que están ahí claras. En Gran Bretaña, por ejemplo, andaba en los 30 años, más o menos 30 años. También había mucha mortalidad infantil por los mismos temas.
A todos se nos puso una sonrisa cuando vimos que esta gente no se bañaba. Nos quedábamos así como diciendo: “Madre mía, qué guarretes”. Sí. Pero hay una cosa que es increíble, que es maravillosa. Esta gente creía que había una causa que producía un efecto y eran consecuentes con ello. Ellos no sabían que la falta de higiene les provocaba enfermedades. Por lo tanto, se comportaban de una manera coherente. Ahora mirémonos a nosotros, miremos lo que estamos haciendo todos los días. Hay una isla de plástico flotando entre California y Hawái, grande como Francia, con muchos metros de profundidad. Se juntan por las mareas ahí, hay fotos. Lo hemos visto. Nos dicen los científicos que el pescado que nos comemos tiene microplásticos y nos lo comemos.
Pero lo más gracioso de todo es que vamos al supermercado a comprar dos manzanas que nos las venden en una bandeja de plástico envueltas en plástico, dos manzanas, y nos seguimos comportando de la misma manera. Entonces la pregunta es… Esta gente de la cual nosotros nos reíamos, o esbozamos una sonrisa de decir “pobrecitos”, eran consecuentes, nosotros no. Nosotros sabemos que estas causas de lo que hacemos producen unas consecuencias y no somos capaces de revertir esto, sencillamente por la cultura del usar y tirar, del no reciclar, de que… Hay algo casi mágico en nuestro comportamiento, lo tiramos en una bolsa y creemos que eso desaparece por arte de magia porque lo metimos en una bolsa. Somos bastante más ignorantes en ese sentido que esta gente que, por lo menos, era consecuente, sabía cuál era la causa y cuál era el efecto.
Por lo tanto, creemos… Y ahora por eso usamos este tipo de instrumentos, casi, humildemente, como un pequeño testimonio de que hay cosas que necesitan de una segunda oportunidad. Y esa segunda oportunidad, o tercera o cuarta, esa nueva oportunidad, se la tenemos que dar a las cosas para no estar con esta cultura de usar y tirar, se la tenemos que dar a las personas a las cuales dejamos de lado muy pronto, y exigimos muy pronto, y si no dan una serie de cosas las dejamos de lado… Esa cultura de la nueva oportunidad creo que es la que debemos aprender entre todos y ser consecuente con lo que vemos. Nada más.
Venga. A tocar.
Esta canción no… Nada, es una rumbita que compusimos aquí para los chicos porque les gusta, porque es una manera también, como es más o menos sencilla también, son de esas canciones que utilizamos para que cuando hacemos encuentros más numerosos con los más pequeños, con los que están empezando, que la puedan tocar y que sientan que… Vieron que el ritmo que hacen los violines es como… no es demasiado difícil. Tatán, pan pa pan, que decimos pan, pan, mazapán. Y es pan, pan, mazapán, facilísimo. Y entonces con eso les enseñamos a los más pequeñitos para tocar con nosotros y queríamos tocarla aquí porque es nuestra, y así la llamamos. Es una rumba que hemos hecho nosotros para poder incorporar a los más pequeños a tocar. Siempre buscamos, ya veréis, después tendremos un desafío mucho más grande con otras obras, pero esta es como para pasarlo bien y para que los más pequeños se puedan integrar.
Escuchaba que el otro día salió una noticia de la Unión Europea que hablaba de que en Europa hay 115 millones de personas en riesgo de pobreza. Yo recuerdo que hace dos años o tres, en el Teatro Real, fuimos a tocar con los chicos y con la Orquesta de Cateura. Se acerca la persona que estaba haciendo de maestro de ceremonias, una actriz que estaba leyendo o estaba contando lo que se había aprendido, que era el guion, y habló de… “Vosotros que trabajáis con niños en riesgo de exclusión social”. En ese momento, de reojo, yo miré a muchos de los chicos que están aquí, que me miraron como diciendo “¿Y están hablando de nosotros? O sea, ¿nosotros somos los que estamos en riesgo de qué? Yo no me he puesto en riesgo de nada. O sea, ¿exactamente esto va para mí? ¿Por qué exactamente? A ver, cuéntenmelo”.
Yo en ese momento le vi la cara y se me ocurrió pensar una cosa. Habíamos estado ensayando porque los chicos tenían que entrar por el patio de butacas. Tenían que entrar por un pequeñito sitio así y ubicarse en sus asientos. Habíamos dejado… El montaje había dejado poco espacio entre la silla y el borde del escenario. Entonces decidimos en el ensayo tirar todo un poquitito más allá. Yo lo que le explicaba era: cuando vimos el problema de que hubiese niños en riesgo de caerse del escenario, lo que hicimos fue mirar y moverlo todo un poquito más allá, ajustarnos un poquitito todos, y los niños ya no tenían riesgo de caerse del escenario. No es muy difícil entender la metáfora, y en el último de los casos, le decía yo, habrá que ampliar el escenario. Es decir, cuando vemos que hay un problema así, o estamos tomando demasiadas precauciones para que haya gente que se quede fuera del escenario, o lo ampliamos o nos achicamos, o algo habrá que hacer.
Nosotros hacemos lo que humildemente se puede hacer o pueden hacer músicos y profes de música, que creo que es lo más coherente, que cada uno haga lo que pueda, es decir, enseñar música, dar armas. No sé cuántos de ellos serán músicos, como enseñamos matemáticas sin pensar cuántos de ellos saldrán ingenieros. Enseñamos a escribir y a leer sin pensar que todos van a ser novelistas, con lo cual enseñamos música, damos herramientas, hacemos sentir parte de un grupo, los hacemos que tomen poder sobre ellos mismos, que se respeten más y que luchen por lo que ellos necesitan. Creo que es la única y verdadera fórmula de integración, la única que realmente vale la pena, sino lo que nos queda es seguir excluyendo. Pero cuidado, porque vamos a ser menos y no sé dónde estaré yo, me estoy poniendo de este lado, es casi… Eso me lo tendrá que contar algún psicólogo, que me explique por qué me puse de este lado. Puedo estar del otro mañana mismo, con lo cual tenemos que pensar un poquitito en el tema de inclusión, exclusión e integración. Debemos ser una sociedad inclusiva y no deberíamos luchar tanto por serlo.
Cuenta, pero lo puedes interpretar como quieras. Ahora, lo que sí es cierto es que transmite una emoción directa, y gente de distintas culturas podemos entender la tristeza que nos puede dar una música japonesa y nos puede suscitar una serie de emociones. Esto es lo maravilloso que tiene la música, pero lo maravilloso que en general tiene el arte. Es ese momento de ensoñación. Hace un tiempo leí un libro que estaba perdido, y lo volví a recuperar hace poco porque lo encontré en una librería de segunda mano aquí en Madrid, y lo había perdido allí en Argentina. Eran unas conversaciones de los años 70 entre Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato. Y en una de estas charlas hubo una cosa que a mí me llamó mucho la atención. Sábato dice en un determinado momento, cuenta que por allá por los años 60, se habían hecho unos experimentos de dejar a la gente sin dormir, es decir, los dejaban dormir hasta un punto en el que entraban en un sueño más profundo y ahí le cortaban. Después de varios días, la gente que fue sometida a ese experimento terminó perdiendo el equilibrio mental. Necesitaba descansar. Había perdido el equilibrio, y él reflexiona, cosa que me pareció absolutamente profunda y muy bonita, él dice: “Quizás el arte cumpla eso mismo en nuestra vida, ese momento de que si no lo tenemos, seguramente perderíamos el equilibrio”. Nuestra vida se desarrolla en una cantidad de cosas, pero necesitamos de ese momento en que el arte nos llega, nos emociona, nos toca para sentir otra vez ese equilibrio.
Si no, no tiene ninguna explicación que lo busquemos. ¿Para qué lo buscamos? ¿Solo como entretenimiento? El creer que el arte es entretenimiento es uno de los problemas inmensos en los que nos pone la sociedad de consumo. Debemos pensar que el arte es una necesidad humana. Si no, no tiene sentido. No sé. Hace poco fui al teatro, y veo al tío que iba a estar arriba del escenario, al actor, lo veo tomándose una cerveza en la esquina. Luego ese señor se sube al escenario y se presenta como el rey de Inglaterra o el abuelo que va a morir en cualquier momento, y luego muere y luego uno lo ve otra vez tomándose otra cerveza después. Y uno dice: “Vamos a ver, si yo sé que este señor se llama X, lo vi tomando una caña en la esquina, ¿cómo me va a hacer pensar…? ¿Cómo me puedo creer yo que ese señor es el rey de Inglaterra?”.
Evidentemente, porque suspendo esa incredulidad y me dejo llevar por ese momento, quizá porque lo necesite tanto, porque el arte es tan importante en nuestra vida, que creemos que es solo entretenimiento, pero que nos da ese equilibrio emocional que necesitamos. La pieza que vamos a hacer ahora quizás sea un ejemplo muy claro. Esta pieza es el cancán de Offenbach. Transmite muchísima vivacidad, alegría. Para alguien que no haya visto nunca bailar la gente en el Folies Bergère, como yo, se imagina a estas señoras a fines del siglo XIX, moviendo las piernas muy rápido y bailando y poniéndose muy alegres, sencillamente porque la música nos quiere transmitir eso, y pensamos que no nos transmite alegría, pero escuchad esto que vamos a hacer nosotros y juzgad vosotros mismos si esto es alegre o provoca tristeza, placer, una sensación de tranquilidad o realmente lo que era, una cosa festiva, una danza para pasarlo bien una noche en París en el siglo XIX. Para vosotros vamos a tocar el cancán de Jacques Offenbach.
Hay muchos chicos que se han ido porque es muy difícil mantenerse en un proyecto como este, porque la música es parte de ellos y a ellos les hemos puesto cosas en la mochila que algún día sacarán. A nosotros nos ha transformado de una manera absoluta, porque dar clases de una determinada manera y con estos chicos se aprende más. Hemos recibido más de lo que hemos dado, y esto, que parece una frase, no lo es. Y eso lo puedo asegurar. No hay nada de cartón en lo que digo, es absolutamente claro. Hemos recibido muchísimo más. Hemos aprendido a entender, a comprender… Hemos desarrollado algo. El que lo tenía muy desarrollado, lo desarrolló, y el que no lo teníamos tan desarrollado… Hemos desarrollado una empatía importante porque entender las circunstancias de cada uno es muy difícil. Hemos podido encontrar espacios en los que nos dábamos cuenta de cómo la música ayudaba.
Mercedes siempre cuenta una historia de una chica que da clases con nosotros, que llega a clases, se pone a tocar y llora. No llora por… Al contrario, le encanta. Es absolutamente apasionada por el instrumento, pero llora. Y todos los problemas que muchos de ellos tienen nos los traen, y generamos ahí lo que ella también llama el “espacio del olvido”. Es un momento en que nos olvidamos de todo lo que pasa, nos centramos en la música y eso nos permite acercarnos a otro tipo de emociones. Hemos aprendido el valor real que tiene la música para tantas cosas. Agradezco muchísimo la pregunta porque me emociona muchísimo a mí poder contarlo, porque es algo muy personal, pero muy cierto. Gracias.
Rimbaud, por ejemplo, el poeta, tenía colores para cada una de las vocales. Por eso muchas veces jugaba con eso. Messiaen, Olivier Messiaen, un compositor del siglo XX, francés, escuchaba… veía colores en su música y no podía… Le costaba bastante entender que la gente no viese los mismos colores cuando él hacía una melodía o tenía una obra en la cual él veía todos esos colores. Desde un punto de vista un poquitito menos neurológico o científico, por decirlo de alguna manera, los colores de la música son los que uno quiere imaginar. Pero fíjense que la música siempre habla de colores. Habla de matices, porque como es tan difícil de expresar con palabras, la música, necesita de esas metáforas que sean visuales, sensoriales… Por ejemplo, las indicaciones que hay en la música de “allegro”, por ejemplo, uno lo interpreta como que eso es rápido, pero “allegro” es alegre, claramente. Está diciendo que es alegre, que la música es alegre, puede ser rápida o no, pero tiene que ser alegre. Lo traducimos como “rápido”, pero es alegre. De la misma manera, los matices y los colores. El color, en la música, fundamentalmente lo da el timbre. ¿Y a qué llamamos timbre? A que una misma nota, tocada en distintos instrumentos, suena diferente. Es la misma frecuencia de onda. Si la tocamos en un aparato que no tiene ningún tipo de caja de resonancia ni nada, va a sonar una cosa…
Más o menos así, pero esa misma nota, cuando la toca un instrumento, ¿por qué diferenciamos una nota igual en la flauta, en la trompeta, en el violín o en la guitarra? Sencillamente porque tienen timbres diferentes, el timbre lo da la frecuencia de onda y la cantidad de armónicos que es capaz de mover. Evidentemente, eso hace que cada sonido que escuchemos tenga una personalidad propia y un timbre determinado. Nosotros siempre jugamos con eso porque… con el color, ¿cuál es el color de esta orquesta? El sonido de un violonchelo normal o de un violín normal no es igual. Los materiales son distintos, hacen vibrar a todos esos armónicos de distinta manera, con lo cual nuestra orquesta también tiene un color diferente, un matiz diferente, un color distinto.
Nosotros sonamos a un color, el que vosotros queráis que sea, pero ese timbre es el nuestro porque tiene esta construcción. Lo pongo como ejemplo, fundamentalmente, para que entendáis que el color de la música normalmente está asociado a eso, al tema del timbre y el timbre tiene una explicación absolutamente física, pero otra que nos deja jugar con la imaginación, así que lo que vayamos a tocar al final tendrá el color que ustedes quieran. Nosotros nos lo imaginamos verde, azul o del color que queramos. Para nosotros es más verde que otra cosa.
En la música están asociados a los estilos tanto arquitectónicos como de pintura… Y en la música se han desarrollado de una determinada manera muy particular. Es evidente que escuchar Vivaldi y escuchar Mahler, por poner ejemplos muy brutos y muy lejanos en el tiempo, cualquiera se da cuenta de que hay cosas diferentes. Esas cosas diferentes tienen que ver con un montón de condicionantes, desde cómo se trabajaba la armonía, cómo se establecían las melodías… Pero en el fondo, lo más importante es que cada uno de los artistas, y de los artistas que han pasado a la historia, han contado cosas que normalmente son abstractas, pero que son universales, nos van suscitando emociones y nos van contando cosas. Siempre ha habido… Por ejemplo, en la época del Romanticismo, hubo un momento en que se trataba de contar historias a través de la música. Eso no era… No estaba bien, no lo habían pensado tanto los de otras épocas. Contar una historia a través de música era bastante difícil.
Cuando escuchamos los cuadros de una exposición de Músorgski, si no tenemos una información previa, puede ser un paseo en el campo, puede ser cualquier cosa que nos podamos imaginar, pero si no tuviésemos la información de a qué se refería este señor cuando describía con música ciertos cuadros, sería muy difícil acercarse a ellos. Cada uno fue eligiendo un idioma, un lenguaje, pero todo tiene que ver con el estilo de moda en el momento, con las formas con las que todo el mundo estaba componiendo. Y así aparecían los grandes. Bach, Mozart, Beethoven. Iban apareciendo.
Nosotros, para referirnos y hacer un ejemplo muy claro, vamos a contar una pequeña historia porque esto es bastante… Esta música que vamos a hacer es como muy gráfica, muy descriptiva. Es la “Danza ritual del fuego”, de don Manuel de Falla. Está hecho para un ballet. El ballet cuenta la historia de una gitana enamorada de un señor que muere, pero que era un señor muy celoso y la tenía muy muy sojuzgada. Y el fantasma de este antiguo amante andaba dando vueltas siempre, pero ella se enamora de otro. Pero no puede porque el fantasma no le permite amar. Ella, con su nuevo amor, bailan esta danza del fuego para exorcizar al fantasma y que la vida le gane a la muerte. Al final los temas son los mismos, porque hay algo universal en lo que todos los que han pasado por la música, por todos los artistas que nos han dejado legado, siempre han dejado algo que al final nos cuentan algo universal.
Porque este tipo de cosas, de celos y de todo eso y de sojuzgamiento de las mujeres, eso ya no existe. O sea que esto ya son cosas del pasado. Sí. Bueno, vamos a tocar para vosotros la “Danza ritual del fuego”.
Bueno. Gracias a todos los que habéis estado aquí con nosotros. Gracias por venir a vernos. Ha sido un placer compartir este rato con vosotros. La verdad que lo hemos pasado bien, hemos tocado, hemos disfrutado de la música. Y a modo de despedida, sencillamente como un comentario final, voy a contar una cosa que nos pasó a Mercedes y a mí cuando empezamos este proyecto. Y aprendimos muchísimo. Fuimos a la Residencia Materno-Infantil Villa Paz. Era el primer contacto que teníamos con su directora, Sonia Hernando, y ese día le contamos lo que íbamos a hacer, cuál era el proyecto, las ganas que teníamos de empezar un proyecto nuevo, y de presentarle los instrumentos a los chicos y que vinieran y que nos conocieran. Ella nos mostró las instalaciones, nos dijo: “Bueno, esto lo podéis hacer aquí abajo. Ahí tenemos unas pequeñas aulas donde los chicos tienen actividades. Podemos guardar los instrumentos aquí”. Fue muy amable, pero con una distancia porque no sabía quiénes éramos nosotros dos, los que le veníamos a contar toda esta historia.
Estuvo hablando con nosotros, nos recibió muy bien y, cuando llegamos a su despacho después, nos dijo algo que no se nos borró nunca más, nos dijo: “Solo os quiero decir una cosa. Por favor, el día que no vayáis a venir por lo que sea, porque no podéis, porque hay un problema u os enfermáis, avisadme. Y nosotros se lo hacemos saber a los chicos. Si no avisáis un día por algún problema, esperaremos al siguiente, y si en el siguiente no estáis, no vamos a permitir que nunca más entréis a este sitio porque a todos estos chicos les han fallado muchas veces, los han abandonado demasiado como para volver a pasar exactamente por lo mismo”. Nos lo dijo de una manera que nos quedamos los dos como diciendo: “¡Qué dureza!”. Y por otro lado dijimos: “¡Qué maravilla! Qué fantástico lo que nos acaba de decir, nos ha dado una lección absoluta de compromiso”.
Si hay algo que pueda resumir todo lo que tiene que ver aquí, o todo lo que habéis visto aquí, es el compromiso. Compromiso de una organización, de un patronato, de una gente que está alrededor de nosotros. Compromiso primero y principal de todos estos chicos. Compromiso de los profes. Pero la palabra es compromiso. La palabra es paciencia, dedicación y compromiso, que es lo único que nos puede llevar a lograr, a conseguir, ciertos retos. No es una cuestión de ponerse metas, porque las metas desmotivan. Hay que ponerse retos, cumplirlos e ir a por el siguiente, y estamos en ese camino. Muchas gracias a todos.