¿Cómo funciona el cerebro de un adolescente?
David Bueno
¿Cómo funciona el cerebro de un adolescente?
David Bueno
Biólogo y genetista
Creando oportunidades
Cómo cambia nuestro cerebro al aprender
David Bueno Biólogo y genetista
¿La inteligencia viene de serie o se entrena?
David Bueno Biólogo y genetista
David Bueno
David Bueno es un científico rodeado de preguntas: ¿Cómo aprendemos? ¿Cómo piensa un adolescente? ¿Cuál es la mejor edad para comenzar con un segundo idioma? ¿Por qué la música, la plástica y la educación física son tan importantes? Él no quiere dejar ninguna sin respuesta porque como anuncia en su último libro, su pasión es contar todo lo que siempre hemos querido saber sobre el cerebro de nuestros hijos y nunca nadie se atrevió a explicarnos. Profesor de genética en la Universidad de Barcelona, David Bueno explica que la neurociencia ofrece claves que modificarán nuestra forma de enseñar y aprender.
Transcripción
Bueno, pues es un placer estar aquí con todos vosotros para pasar un rato hablando de educación y de neurociencia. Más o menos ya me conocéis, por eso estáis aquí, pero me llamo David Bueno, soy profesor en la Universidad de Barcelona, en el Departamento de Genética. Y siempre he estado trabajando en la relación entre genética y cerebro. Cómo nuestros genes hacen que el cerebro termine siendo como es. Y eso implica trabajar en neurociencia. Neurociencia es comportamiento, comportamiento es aprendizaje, o aprender forma parte de nuestro comportamiento. Y es aquí cuando empecé a meterme hace diez o doce años en el tema de la neuroeducación, de cómo nuestro cerebro aprende, cómo podemos sacar provecho del funcionamiento del cerebro. Y es de lo que quería hablar hoy también con vosotros. Pero establezcamos un diálogo, vamos hablando todos.
No solo eso, el ejercicio físico hace que las neuronas de nuestro cerebro puedan establecer más fácilmente conexiones entre ellas. Es un sistema químico. Se descubrió hace dos o tres años, no más. Pero hacer ejercicio posibilita después poder aprender cualquier otra cosa con mucha más facilidad que si no se ha hecho ejercicio físico. Lo mismo podría decir con la música. La música es una gimnasia cerebral. Es de las pocas actividades que activan todo el cerebro simultáneamente. Más que resolver una multiplicación. No, la música. Debería haber música en todos los niveles. No solo escuchar música, sino tocar música. Un instrumento o lo que sea. Y lo mismo con la plástica. Tanto la música como la plástica apelan directamente a las emociones de la persona. Y las emociones, ya irá saliendo después, son cruciales para aprender cualquier cosa. Por lo tanto, debería ser al revés, montar el currículum en base a esto y añadir luego el resto.
Esto hace que ya de serie, de programario básico genético, haya personas con más capacidad de memoria y otras con menos. Personas más creativas y otras un poco menos. Personas un poco más inteligentes y otras un poco menos. Personas con más aptitudes musicales y otras un poco menos. Y podría estar aquí hablando durante horas sobre capacidades mentales. ¿Eso es importante? Bueno, es un patrón básico. Es como un escultor que tiene su arcilla para hacer lo que sea. Si tiene más, hará una escultura más grande. Si tiene menos, la hará más pequeña. Pero la educación es la habilidad para moldear esta arcilla. Puedes tener poca arcilla y hacer una escultura preciosa. Y tener mucha y que te salga un churro. ¿Vale? Esto me gusta mucho… Este es el papel de la educación. Tenemos una materia biológica, saquemos provecho de esto.
A mí me gusta ejemplificarlo con la papiroflexia. Con hacer, por ejemplo, un avión de papel. No sé si tenéis por aquí papeles y os lo demuestro. ¿Tenéis? Vale, pues mira, os reparten a cada uno un trozo de papel. Yo tengo el mío, ¿vale? Todos tenéis vuestro trozo. Pues os voy a enseñar una de las muchas maneras de hacer un avión. Es lo único que sé hacer con papiroflexia. Pero bueno, a ver, cogéis vuestra hoja y dobláis una punta hacia atrás. ¿Todos teníais la hoja rectangular? ¿No? Mira, como los genes. Cada uno tiene sus propios genes, cada uno tiene su hoja. Bueno, ahora dobláis la otra punta, la que ha quedado aquí arriba. La dobláis. No sé cómo enseñarlo muy bien para que se vea. Pero la dobláis hacia abajo de forma que quede como una casita. Ahora a mí me gusta la punta de la casita, del techo, doblarla hacia atrás. Que quede un avión de punta roma. Esto hace contrapeso y permite que vuele un poco mejor. ¿Vale? Lo dobláis, ahora sí, por la mitad para que vaya cogiendo forma de avión. ¿Vale? ¿Sí? ¿Más o menos? Hacemos las alas. Ya no sé cómo enseñarlo… A ver, dobláis una parte hacia atrás. Bueno, hacia atrás o hacia abajo, depende de cómo se mire. Y con esto, salen las alas. ¿Sí? Cualquier avión tiene cola y alerones. Si cortáis un poco la parte de atrás del avión y lo levantáis hacia arriba, saldrá la cola. Y si hacéis un par de cortes en el ala por la parte de atrás, y lo subís, tenéis los alerones. ¿Vale? ¿Os ha salido a todos más o menos así? A ti te falta un trozo de ala. Claro, si ahora probamos si vuelan bien o no, lo podemos probar, seguro que hay aviones que vuelan mejor que otros. Porque todos lo habéis doblado… El tuyo es el más feo, con perdón del avión. El tuyo seguro que no vuela. ¿Cuál es el problema? El problema es que todos habéis seguido mis instrucciones al pie de la letra. Cuando resulta que teníais distintas formas de papel.
Si esto lo comparamos con el cerebro y la educación, cada cerebro es diferente. La educación lo que hace es sacar provecho de este cerebro doblándolo. No lo dobla físicamente, pero sí hace conexiones físicas para que funcione de la mejor manera posible. Si a todo el mundo lo educamos de la misma manera, sucederá esto. Habrá algunas personas que les funcionará muy bien la educación porque se adaptará a su cerebro, y otras que no les funcionará nada bien. La educación tiene que ser tan personalizada como sea posible para sacar el máximo provecho. Si los que os falta un trozo de avión hubieseis hecho un doble primero para que quedase un rectángulo, a partir de ese rectángulo, sería un poco más pequeño, pero hubiese salido exactamente un avión que volaría bien, ¿vale? El mensaje yo creo que es este. Respondiendo otra vez a tu pregunta, tenemos una biología ineludible. La hemos heredado de nuestros padres y no podemos hacer nada con ella. Que importa pero que se puede, a través de la educación, sacar siempre el máximo provecho. De forma que una persona con menos predisposición a la memoria, si trabajamos bien, tal vez terminará teniendo más memoria que una persona con más predisposición pero que no se haya trabajado bien. Pues si os parece podemos probar si vuelan. Lo hacemos todos a la vez, ¿vale? Cuento hasta tres. Uno, dos y tres. Bueno.
Otro de los mitos que hay es el de las inteligencias múltiples. Y este es un mito que voy a desmitificar para remitificarlo otra vez. A ver, cuando salió la hipótesis de las inteligencias múltiples fue muy útil, porque hasta ese momento se consideraba a la inteligencia como una sola cosa muy centrada en lógica matemática, en lingüística… Y en poquita cosa más. Bueno, las inteligencias múltiples lo que dijo es: «No, hay muchos más aspectos de la personalidad humana que son cruciales para nuestro día a día y que se reflejan en nuestro potencial». La parte interpersonal. La intrapersonal, la capacidad de pensar tú solo. O de analizar tus propios pensamientos, tus propios procesos mentales. La inteligencia naturalista. Te permite relacionarte con el entorno. La inteligencia físico-cinestésica. El poder moverte, el poder realizar una serie de ejercicios. Incluso después se añadió la inteligencia espiritual. No tiene nada que ver con la religión. Es la capacidad de sentirte integrado en tu colectivo. Entre otras. Fue muy importante por eso, porque rompió con el tabú de la inteligencia como dos aspectos y nada más. Pero el cerebro no funciona de esta forma. Funciona como un todo integrado, la inteligencia es una. Lo que pasa es que se nutre de muchos aspectos diferentes. Es imposible explicar matemáticas solo apelando a las partes lógico-matemáticas de nuestro cerebro. Cuando explicamos matemáticas lo hacemos con el lenguaje. Estamos usando la parte lingüística. Lo hacemos hablando unos con otros. Es la parte interpersonal.
Lo que sí es importante, que has mencionado, son las emociones. Las emociones son cruciales en cualquier aprendizaje. De hecho, sin emociones el cerebro no recuerda nada. Porque no le importa. Al cerebro le importan las emociones, el resto es accesorio a las emociones. Las emociones son patrones de conducta preconscientes. Es decir, que se generan sin que seamos conscientes de que se están generando, y hasta que no se manifiestan no hacemos consciente, no somos conscientes de esa emoción. Son patrones de reacción rápida. El miedo es una emoción, la alegría es una emoción, el asco es una emoción. Nos permiten reaccionar sin pensar, porque son preconscientes, ante una situación que puede ser una amenaza o una oportunidad para sacar provecho antes que otro. ¿Vale? Y eso es lo que el cerebro valora, la inmediatez que le permite sobrevivir. Sin emociones, nadie sobreviviría. Las emociones se generan en una parte profunda del cerebro. Muy primitiva. Se denominan amígdalas. Pero no son las del cuello. Si a alguien le han extirpado las amígdalas, sigue teniendo emociones. Es una palabra polisémica, significa varias cosas. Como las emociones son cruciales para sobrevivir, cualquier aprendizaje que lleve emociones asociadas, el cerebro lo interpreta como: «Es importante para sobrevivir. Tengo que recordarlo bien por si vuelve a pasar algo parecido, saber qué debo hacer». Por eso el cerebro almacena muy bien cualquier aprendizaje que lleve emociones. Y el resto, como no es importante para sobrevivir, ¿para qué gastar neuronas recordándolo?
Alegría, confianza y sorpresa, atención, motivación, placer y recompensa son emociones clave para el aprendizaje
Cuando a esa persona ya nadie le obliga a aprender nada, cuando terminas tus estudios, son personas que no van a querer aprender cosas nuevas en su vida porque, automáticamente, inconscientemente, asocian aprender a miedo. Pero eso es imposible, cada día aprendemos cosas nuevas. Solo con levantarnos, hablar con un compañero, estar con los alumnos, leer la prensa, leer un libro… Cada día aprendemos cosas nuevas. Por lo tanto, van a ser personas con menos calidad de vida porque vivirán su día a día con un cierto temor. El de: «¿Qué va a cambiar hoy?». Aparte, van a ser personas que no van a querer ser transformadoras de su entorno. Yo creo que una parte muy importante de la educación es formar personas que sean transformadoras. Que se integren en la sociedad, que respeten a toda la sociedad, pero que si algo no les gusta, se sientan capaces de transformarlo por las vías adecuadas de cualquier transformación. Pero claro, transformar significa innovar, significa cambiar, significa aprender cosas nuevas. Por lo tanto, van a ser personas que no serán transformadoras.
En cambio, ¿qué emociones son las que no solo ayudan a aprender, sino que, además, generan personas que a medio y largo término sí van a querer ser transformadoras, no les va a dar el miedo el cambio, la innovación, el aprender a aprender, esto que está tan de moda? Pues una es la alegría. La alegría es una emoción que se transmite socialmente. El miedo es individual: «Yo tengo miedo, los demás no sé». La alegría la manifestamos para ser transmitida socialmente. No es risa. La alegría es esta cara con una boca relajada, los ojos algo más abiertos de lo que es habitual, sin tensión, que transmite a las demás personas: «No hay nada que temer. Yo no represento ningún peligro para vosotros. Vosotros no representáis ningún peligro para mí. Por lo tanto, podemos confiar unos en otros. Podemos crecer conjuntamente». Aprender a través de la alegría significa aprender con confianza. Y aquí está la gracia de la alegría.
Y hay otra emoción tan importante como la alegría para los aprendizajes y es la sorpresa. Las amígdalas de las que hablaba antes son las que detectan si una situación es una amenaza. Miedo, ira para defendernos. O es una oportunidad. Pero ¿qué pasa si la situación no sabemos cómo interpretarla? Se activa la emoción de sorpresa. La sorpresa es: «No sé qué es». La sorpresa tiene muchas ventajas. La primera es que para responder a la sorpresa se activa otra zona del cerebro al lado mismo de las amígdalas, que se llama tálamo, el centro de la atención. La sorpresa incrementa la atención. ¿Por qué? Porque si no sabemos qué es, hay que estar atentos para ver qué es. Y sin atención no hay aprendizaje o es mucho menor. Pero no solo eso. El tálamo, esta estructura del cerebro, no solo forma parte del sistema de atención, sino de otro sistema más amplio, junto con otras zonas, que es el sistema de la motivación. Y la motivación es crucial en cualquier aprendizaje. Sin motivación tampoco hay aprendizaje posible. O es mucho menor. La motivación necesita también su pequeño apunte. La motivación no es nada más que un aporte extra de energía al cerebro en forma de glucosa, que es lo único que come el cerebro. Y oxígeno, para poder quemar la glucosa para generar energía. Pues la motivación es un aporte extra de glucosa y oxígeno que permiten al cerebro funcionar con más eficiencia y durante más tiempo. Por eso una persona motivada puede trabajar mucho rato sin cansarse. Al final le viene todo el cansancio de golpe. Claro, ha consumido mucha energía y su cuerpo le debe hacer saber que ahora toca descansar un rato. Pero una persona sin motivación está cansada antes de empezar. ¿Por qué? Porque no tiene energía ni para empezar a hacer nada. He ahí la importancia de la sorpresa, atención, motivación. Y otro aspecto más: La motivación es placentera. Como hay más energía, el cerebro funciona holgadamente y eso nos genera placer, sentimiento de recompensa. Lo que hace que todo lo que aprendas en este circuito el cerebro lo valore como algo positivo. Una recompensa, algo que da placer. Estas son las dos emociones clave para el aprendizaje: Alegría, confianza y sorpresa, atención, motivación, placer y recompensa.
Lo importante no es el descontrol emocional. Lo importante es que, a medida que van pasando los años, cada vez haya menos descontrol y se vaya ciñendo a los comportamientos adultos. Eso es lo que indica que están madurando. Aquí también hay un riesgo. Ellos perciben que maduran bien por su interacción con el entorno. Que son los padres, son los maestros, y son sus compañeros. Lo que significa que si sus compañeros valoran bien una respuesta emocional que en los adultos no funcionará, puede quedarles implantada. Ahí viene la gran tarea del profesor como líder de su aula. El profesor es el líder de su aula y debe ser el ejemplo. Pues la gran tarea del profesor de evitar reforzar comportamientos emocionales que no son provechosos para ellos. Y después, el otro aspecto que madura en la adolescencia, que también es muy importante en términos educativos, es lo que se llama «la capacidad de retrasar las recompensas». A un niño o una niña de seis o siete años no le puedes decir: «Si terminas esto ahora, mañana iremos al parque que te gusta». «Mañana». Mañana para ella o para él no significa nada. La recompensa tiene que ser inmediata. Esta capacidad madura durante la adolescencia. Y, de hecho, no termina de madurar del todo, de media, hasta los treinta y cuatro años. Por eso los jóvenes necesitan más inmediatez que los que ya hemos superado esa edad, que podemos esperar un poquito más.
Plástica, Música y Educación Física son los aprendizajes más transversales que hay. Especialmente en primaria, el resto de asignaturas deberían construirse sobre ellas
Gladys. Mucho.
David Bueno. O mucho más.
Gladys: Sí.
Antes hablaba del ejemplo de sumar manzanas y después te las comes. Llevado a alumnos de más edad, de una secundaria. ¿Por qué, por ejemplo, no estudiar el movimiento parabólico en Física junto con el profesor de Educación Física? Bajas al patio… Ese día, en vez de tener el móvil apagado, todos con el móvil encendido y grabando. Haces tiros libres a canasta. Es un tiro parabólico. Lo grabas, a cámara lenta lo reproduces, y con el movimiento y sabiendo el peso de la pelota y la gravedad, puedes calcular qué fuerza ha hecho el que ha metido la pelota en la canasta, el que no… Esto es más contextualizado. Porque no vamos por el mundo calculando tiros parabólicos balísticos de un proyectil que jamás en tu vida has visto y no vas a tirar. Por suerte. En cambio, una pelota o una canasta sí, lo has hecho muchas veces y lo vas a continuar haciendo.
El trabajo cooperativo, que es el que se suele usar, el más útil en un proyecto, es crucial para el cerebro. El cerebro, decía, integra muy bien todo aquello que activa muchas áreas del cerebro. Estar en sociedad, estar con otras personas, activa prácticamente todo el cerebro. Lo activa prácticamente todo porque es lo más exigente. De hecho, estar con otras personas es lo que más energía consume. Tienes que estar pendiente de los demás, de sus intenciones, de sus emociones, su estado emocional, de qué te pueden aportar a ti para sacar provecho, de qué puedes aportar tú. Porque si no aportas nada, te echan. De mantener tu individualidad pero, al mismo tiempo, integrarla en un colectivo. El trabajo cooperativo incluye todo esto. Permite almacenar mejor… No más datos, sino más calidad de los datos que almacena. Aquí viene otra discusión interesante: cantidad de información versus calidad. Tenemos que priorizar la calidad de la información. Pasa que el trabajo cooperativo también tiene que entenderse bien. Trabajar cooperativamente no es todos alrededor de una mesa haciendo lo mismo. Esto es todos alrededor de una mesa haciendo lo mismo. El trabajo cooperativo es: Todos nos planteamos un objetivo común y cada uno aporta una parte ligeramente diferente solapada, complementaria a la de los demás. para alcanzar ese objetivo común. Eso hace que cada uno se sienta partícipe, se sienta integrado, se sienta responsable, y valores a los demás, porque si alguien falla ese objetivo no se alcanza de la misma forma.
Y puede aprender varios idiomas simultáneamente. Dos, tres, cuatro… Y los distinguirá desde el primer instante. Tal vez si aprende más de un idioma simultáneamente… Los que somos bilingües, hemos aprendido dos idiomas simultáneamente, tardas un poquito más en lanzarte a hablar. Quince días más. O sea, insignificante. Y cuando empezamos a hablar, distingues perfectamente ambos idiomas. No los mezclas, el cerebro ha incorporado ambos.
A partir de los cuatro años, esta posibilidad se cierra para siempre. Ya nunca más vas a poder aprender idiomas por contagio. Hay excepciones, personas especialmente dadas a los idiomas que pueden siempre, pero son los menos. A partir de ahí, hasta los once o doce años, el aprendizaje de un idioma pasa por el juego. Tiene que ser jugando, viendo películas en el idioma que corresponda. Debe ser un aspecto que no implique poner los codos para estudiar pero más elaborado que un simple contagio. ¿Vale? Cualquier idioma puedes aprenderlo también de esta forma. Y a partir de los once o doce años, ya puedes aprender idiomas poniendo codos. Básicamente porque el cerebro ya está capacitado para hacer conexiones nuevas en la zona que gestiona el lenguaje por simple estudio. No significa que no sea más agradable hacerlo también a través de películas o canciones. En esta etapa intermedia, una de las herramientas más útiles es la música.
La música activa emociones siempre. Emociones, ya he dicho, que facilitan cualquier aprendizaje. Por lo tanto, aprender idiomas cantando, aprender idiomas bailando, aprender idiomas jugando, es la forma como debe hacerse. No hay edades, solo hay estrategias diferentes. Y que nadie tema aprender muchos idiomas. Ya lo decía, protegen contra enfermedades neurodegenerativas, pero además se ha visto que las personas que son bilingües, o más, políglotas, les es más fácil tomar decisiones. Las personas monolingües son más lentas… No más lentas, perdón. Son más rápidas tomando decisiones, pero aciertan menos veces. Por un motivo, es simple entrenamiento. Una persona bilingüe, aunque tú no te des cuenta, su cerebro está constantemente decidiendo en qué idioma me hablan y en qué idioma debo responder. Por tanto, la zona de toma de decisiones está muy trabajada. Una persona monolingüe no. Responde más rápido porque solo tiene una vía de respuesta. Pero acierta menos, porque no está tan trabajado para tomar decisiones. Por lo tanto, sería bueno que todos fuésemos, como mínimo, bilingües. Da igual los idiomas.
El problema no es empezar a los tres o a los seis. El problema es forzar la máquina más allá de sus límites. Si tú obligas a un niño de cinco años a leer y su cerebro no ha madurado, no va a aprender a leer. Lo único que conseguirás es que asocie leer a incomodidad. Me obligan a hacer una cosa, y yo solo veo palitos que se mueven. ¿Vale?