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La historia de un compromiso con la infancia

Nacho Guadix

La historia de un compromiso con la infancia

Nacho Guadix

Responsable de Educación UNICEF España


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Nacho Guadix

Hasta principios del SXX la infancia no era considerada una etapa que había que proteger, los niños y niñas eran considerados adultos en miniatura, personas incompletas con las que no había que contar, ni a las que había que salvaguardar.

Nacho Guadix, responsable de Educación de UNICEF España, comparte con un grupo de jóvenes los acontecimientos históricos que culminaron, en 1989, con la Convención de los Derechos de la Infancia, el tratado de Derechos Humanos más ratificado de la historia.

Un recorrido plagado de dificultades que arranca en el contexto de la Primera Guerra Mundial, cuando una maestra inglesa - Eglantyne Jebb – impulsó el reconocimiento de los derechos de los niños, estableciendo un tratado que elevó a la Sociedad de Naciones, iniciando el camino hacia el reconocimiento de los Derechos de la Infancia.

Unos años más tarde, en el año 48, Naciones Unidas funda UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) con el objetivo de proteger a la infancia en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, trabaja incansablemente manteniendo intacta su misión, su pasión y su dedicación, adaptándose a los desafíos de cada época.

Aunque los avances son innegables, queda mucho por hacer, apunta Guadix, millones de niños en el mundo ven vulnerados sus derechos cada día, por eso, UNICEF sigue trabajando para cambiar esta realidad, recordándonos que la infancia necesita una sociedad comprometida.


Transcripción

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Nacho Guadix. :¿Cómo estáis? Agradezco mucho que estéis hoy aquí. Lo que vamos a hablar en este rato es muy importante para la vida de millones de niños y niñas en todo el mundo. Yo soy Nacho Guadix, soy el responsable de Educación y Derechos Digitales en UNICEF España. Y, precisamente, lo que intentamos es trabajar en que estos derechos se conozcan, se disfruten, se completen y hacer ver eso, que vosotros sois ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho desde el momento de vuestro nacimiento y que tenemos que ser capaces de encontrar ese camino que facilite que podáis aportar vuestro punto de vista en todas aquellas cuestiones que sean importantes para vosotros y para el resto de la comunidad. La infancia no siempre ha sido considerada como ahora.

 

Podemos pensar, o podéis pensar, que no se os hace caso, que no se os escucha, que vuestra opinión no es considerada por las personas que toman decisiones, pero, históricamente, esto que es la infancia es algo que se ha ido construyendo con el paso del tiempo. Incluso, si os fijáis, por ejemplo, en la historia del arte, veréis que antes del siglo xiii apenas hay niños en los cuadros. Yo os invito, si tenéis curiosidad, a mirar los cuadros a ver cómo son los niños. Muchos de ellos, incluso, cuando aparecen representados… Incluso en pinturas religiosas, el Niño Jesús parece un señor pequeñito. Porque no se consideraba a los niños, eran personas incompletas que no estaban todavía consideradas para aportar, para contar con ellas y, más allá de una ayuda en la casa o de fuerza de trabajo en algunos casos, no había una percepción especial de que aquello que allí sucedía era importante. Y tuvo que pasar bastante tiempo hasta que algunos filósofos se empezaron a plantear: «Bueno, pues parece que en esta etapa pasan cosas especiales que marcan luego cómo es el futuro». Y pensar que esta división natural que nosotros hacemos de infancia, adolescencia, edad adulta y personas mayores no siempre ha sido así. Y esto solo ha sido posible a base de avances y, en algunos casos, de personas.

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Hubo una profesora inglesa, Eglantyne Jebb, que era maestra. Ella veía que, dando clase en el entorno de la Primera Guerra Mundial, una situación de dificultad, de pobreza, de que los chicos muchas veces tenían que trabajar en las minas o en las fábricas, su misión no estaba completa y quería hacer algo más. Y fue la precursora de lo que luego serían los derechos de infancia. Ella estableció un tratado que elevó a la Sociedad de Naciones en los primeros momentos del siglo xx y, a partir de ahí, este camino de los derechos empezó a evolucionar. Y luego llegó, desgraciadamente, la Segunda Guerra Mundial y, evidentemente, los niños, que ya tenían además una situación previa de pobreza, de dificultad, de exclusión… ¿Un conflicto armado qué hace? Agudizarlo aún más. Y en ese momento Naciones Unidas creó UNICEF, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, con la vocación de ayudar a la infancia que acababa de sufrir ese conflicto. Y muy poco después, en el año 48, y en esta situación de desastre mundial y de enfrentamiento entre pueblos y entre personas, se dio el primer gran avance, que es la Declaración de los Derechos Humanos. En el año 48, se aprueba por primera vez la Declaración de los Derechos Humanos. Todos nacemos libres, nacemos iguales, con los mismos derechos y la misma dignidad. Y, a partir de ahí, la humanidad, de alguna forma, cambió. Me podréis decir que no se han resuelto muchos de los problemas que ahí tenemos y os diré que es cierto, pero ese avance es algo que nosotros tenemos que ser capaces de valorar, defender y disfrutar. Pero, en nuestro caso, vamos un paso más allá. Decimos: «Vale, lo de los humanos está bien, pero es que tenemos un grupo de edad, que somos los más pequeños, que tenemos unas necesidades especiales un poco diferentes a las del mundo de los adultos». Y ahí, bueno, hubo un trabajo bastante importante desde el año 59, en que se crea la primera Declaración sobre los Derechos del Niño.

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Se establecieron diez principios generales que, sin que fueran obligatorios para los países, sí que han marcado el rumbo de lo que posteriormente sería la Convención sobre los Derechos de la Infancia, que es el tratado de derechos humanos más ratificado en la historia. Esto significa que prácticamente todos los países del mundo la han firmado y luego se han comprometido a incorporarla en sus leyes. Se aprobó en la sede de Naciones Unidas el veinte de noviembre de 1989. Por eso todos los veintes de noviembre celebramos el Día de la Infancia con la idea de que este mensaje tiene que estar vivo, que hablando de derechos humanos, treinta y pico años son pocos y que necesitamos que ese triunfo que se ha conseguido en determinados momentos en la historia las siguientes generaciones seáis capaces de mantenerla, de mejorarla y de hacer que estos derechos se conviertan en realidad en todas las partes del mundo, para todos los niños y en todo momento. Cuando hablamos de derechos humanos, estamos hablando de aquellas necesidades que puede tener cualquier persona en cualquier situación y que hemos de ser capaces de garantizarle. ¿Pensáis que hay algún derecho que es más importante?

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Chico 1. Yo diría que el derecho a la educación es primordial porque tiene que estar presente en la infancia de cualquier niño

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Nacho Guadix. Derecho a la educación. En este momento en el mundo hay más niños y niñas en la escuela que nunca. Cerca de mil millones de niños en el mundo están asistiendo a la escuela. Aun así, hay unas cifras de niños que no pueden asistir, que está en torno a los noventa millones de personas, para los cuales el futuro va a ser muy complicado. Hay muchos sitios en los que hay cuestiones que están cercenando la educación: la violencia, los conflictos armados… Temas como el cambio climático también afectan a la educación. Tormentas, nevadas, volcanes, maremotos. Si un volcán se ha llevado mi escuela, ¿qué pasa ahí? Y, como os digo, hay muchos chavales que tienen que interrumpir su educación, sobre todo las niñas, en muchos lugares del mundo, por un matrimonio temprano, y esto trunca su desarrollo. Y eso es un reto que tenemos como sociedad, sobre todo porque al final la educación tiene una cosa fantástica, que llamamos un «derecho llave», porque es el que te abre muchas otras posibilidades. Aquella sociedad que es capaz de formarse y de crecer está en mejores condiciones de afrontar los retos que estén por venir. Entended, por ejemplo, qué ha ocurrido en muchos países del mundo durante la reciente pandemia, cuando las escuelas han estado cerradas. En muchos sitios han estado prácticamente un curso entero sin poder asistir a clase. Y ahí han pasado dos cosas muy importantes: una, cómo la escuela nos protege o cómo tenemos que conseguir que la escuela sea un entorno protector. Cuando estamos fuera de la escuela, muchas veces no sabíamos qué estaba pasando con muchos niños y niñas, que algunos, sabemos, que necesitan la comida del comedor porque es, igual, la única comida buena que tienen en el día. No sabíamos si estaban en un entorno donde sufrían algún tipo de maltrato o discriminación.

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Sin embargo, cuando la escuela ha vuelto a abrir, nos hemos dado cuenta de todas esas cosas y de que la escuela puede hacer mucho por contribuir no solo a que lo que pase dentro de la escuela sea la mejor de las convivencias posibles, sino a que lo que ocurre fuera, todos aquellos problemas que puedan venir, sea un sitio donde se detecte y podamos ponernos manos a la obra para solucionarlo. Podemos afrontar retos muy complicados y eso también precisa de esa energía y de ese esfuerzo que cada uno podemos poner. Y vosotros ahí no sois unos meros receptores de la educación. O sea, no sois la persona que solo tiene que llegar, sentarse, llegar con los deberes hechos, escuchar todas las clases y demás, aunque eso parezca que es el grueso de nuestra experiencia en la escuela. Es mucho más. Entonces, yo sé que muchos de vuestros profes también estarían deseosos de que os pudierais involucrar precisamente también en ese ámbito, aportando y contribuyendo para hacer un entorno mejor, detectar qué problemas hay, decir lo que no nos gusta. Esto es algo muy importante, porque vosotros no solo sois alumnos y alumnas en los coles. Sois una pieza fundamental. Si no estáis vosotros, el cole no tiene sentido. Esa sensación de comunidad en la que todos pueden aportar también es fundamental. Y un reto que también os propongo es daros cuenta de cómo podemos mirar alrededor de lo que pasa en el cole. Sois más que alumnos y alumnas, sois personas que no solo tenéis el derecho a la educación, de recibir la educación, sino que también, amigos, y este es el recado también, viene con un regalito de responsabilidad. Pasa con todos los derechos. Tenemos la responsabilidad de que ese derecho sea realidad cada día, pero no solo para mí, sino para todos los niños del mundo. Y eso puede parecer un reto muy gordo, pero se empieza haciendo ese ejercicio día a día, en cada clase, en cada conversación y teniendo esta referencia a la hora de solucionar esos problemas.

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Veamos a ver, examinemos, a ver qué cosas podemos cambiar y, sobre todo, tengamos esa mentalidad de que vamos a ver cómo nosotros podemos contribuir a solucionar problemas que estén muy lejos, que ahora puede parecer muy complicado o puede parecer poco evidente, pero tenéis muchas más cosas a vuestro alcance de las que pensáis para poder conectar esto. Pero esto sí que va a requerir que todos cambiemos un poquito el chip y que pensemos cuál es nuestro sitio y cuál es nuestro papel. Porque igual que os he dicho que sin vosotros no hay escuela, sin los profes no hay escuela, sin vuestras familias no hay escuela, sin los responsables administrativos que configuren todo no hay escuela. Y, entonces, esto es un trabajo comunitario en el que todos somos especiales y distintos y característicos. Y esto nos lleva a tener que hacer concesiones y a convivir. ‘Convivir’, que ¿qué significa? Vivir con. Entonces, bueno, a veces es más fácil, la convivencia a veces es más fácil, a veces no lo es tanto, pero creo que es un entorno privilegiado en el que conocer a personas de muchos lugares, personas con distintas vivencias que nos enriquecen. Unas nos caen mejor, otras nos caen peor, pero tienen exactamente, como os decía, la misma dignidad y los mismos derechos que nosotros. La Convención sobre los Derechos de la Infancia es del año 89. Cuando habla del derecho a la educación, habla de varias cosas, pero la primera es que todo niño y toda niña tiene derecho a ser llevado al mayor nivel de sus capacidades. Ese es el compromiso que tiene que tener una verdadera educación y, a partir de ahí, afrontar todos los retos que se va a encontrar. Evidentemente, todo el bagaje cultural de las distintas personas, de los distintos pueblos, el poder utilizar tu idioma, el entender cómo funciona tu cultura, es un requisito imprescindible para que ese desarrollo sea lo más armónico y lo más orgánico posible, como ha de ser. Y ahí sí que podemos influir y sí que podemos estar activos ante cómo queremos que sea tanto nuestra educación como las que vienen por detrás. Seguro que os gustaría que algunas cosas cambiaran.

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Y digo las cosas básicas: igual, los horarios, cómo están organizadas las clases, cómo se hacen los grupos, la comida del comedor… En fin, muchas cosas que pensamos que podrían ser de una manera y que podrían hacer que mi experiencia fuera mejor. Y luego está precisamente que al final la educación contribuya a la riqueza de los pueblos. Evidentemente, si un pueblo tiene que formarse y marcharse a otro sitio… Pero ahí nos enfrentamos a fenómenos muy interesantes también que ocurren hoy en día, como es la migración, los movimientos de personas en busca de una mejor oportunidad laboral o las personas que tienen que huir de un conflicto armado o las personas que huyen de una catástrofe natural. Es un síntoma de nuestros tiempos y sinceramente creo que no lo tenemos muy bien resuelto. Y es absolutamente digno que las personas vayan buscando una mejor oportunidad para ellos mismos y para sus familias. Esto nos tiene que hacer ver cómo podemos articular todo esto, porque esto no es un problema sencillo, pero es una realidad que vosotros y vosotras, hoy, que tenéis una mirada más amplia que igual otros tuvimos en las generaciones anteriores, podéis solucionar de forma distinta. Por eso es necesaria esa empatía, esa capacidad de ponerte, como dicen, en los zapatos del otro, en tener esa otra mirada, en entender por qué una persona viene de lejos a otro país o a otro lugar en una situación de mucha dificultad. Bueno, pues por ver qué tipo de posibilidades se le pueden ofrecer y cómo hacer que eso también me enriquezca a mí. Al final, la educación tiene como dos grandes enemigos. Por un lado, la pobreza. Las sociedades pobres o que tienen sus recursos limitados para la educación hacen que esa educación sea peor, que las posibilidades de esa educación sea peor y que tengamos menos ganas de esforzarnos si vemos que nuestro futuro no va a ser muy agradable. ¿Por qué voy a esforzarme si lo que me va a ofrecer esto tampoco es muy diferente a si no estudio? Y, por otro lado, la violencia. La violencia, tanto la que ocurre en grandes conflictos armados como el acoso escolar, como el ‘bullying’, como el ‘cyberbullying’, cuestiones que al final impiden que el aprendizaje tenga lugar.

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Si yo estoy en un ambiente hostil y violento, no puedo. La educación no tiene lugar. Yo no estoy bien, no estoy preparado para recibir todo esto que me da. Hicimos hace unos años un estudio sobre el tema de violencia en las escuelas, analizando qué se entendía por violencia en las escuelas en los distintos países del mundo. Y nosotros aquí estábamos más preocupados por cuestiones como el ‘bullying’, como el acoso escolar, como ese tipo de conflictividad que había. En otros lugares, el problema era que la gente llevaba armas a la escuela y, en otros lugares, el problema era que, como el camino de llegar desde mi casa a la escuela era muy largo, especialmente las niñas sufrían asaltos, violaciones y cuestiones que eran muy complicadas. Entonces, tú decías: «Guau». Estamos hablando de la misma visión, violencia en la escuela, pero fijaos en qué cantidad de matices hay que a lo mejor ni siquiera vosotros lo habíais pensado. Fue muy revelador decir: «Pues sí que existe esa violencia, sí que existe ese sesgo. Y, en el caso de las niñas, especialmente».

13:44
José Ángel. Soy José Ángel, tengo diecisiete años y, bueno, colaboro desde hace dos años con el grupo asesor de UNICEF. Y, bueno, a mí la salud mental me parece también uno de los derechos más importantes de la infancia. Después de la pandemia descubrimos que la salud mental era el tema que más preocupaba a los jóvenes. A medida que vamos creciendo, vamos madurando y nuestros niveles de ansiedad, estrés y demás van aumentando. ¿Tú cómo ves que se aumente la ayuda, por así decirlo, a los jóvenes? Que puedan optar a esa ayuda en un centro público, en una educación, y que no tengan que recurrir a formas privadas para tener esa ayuda que necesitan o ese impulso que necesitan.

14:26
Nacho Guadix. En la salud mental, al final influyen muchas cuestiones. Lo que pasa en el cole influye mucho y pesa mucho porque estamos muchas horas allí. Pero hay otros factores, que son los que vienen de casa, o los factores personales, que también afectan. Entonces ahí suceden un montón de situaciones que tienen mucho que decir en cómo se configura esa salud mental, junto con cosas como lo que ocurre tanto en redes sociales como en los medios de comunicación, que nos hacen unas aspiraciones o nos hacen idealizar cómo tiene que ser nuestra vida hoy en día, cómo tengo que vestir, qué aspecto tengo que tener, cómo me tengo que relacionar, qué cosas son importantes. Todo eso, al final, hace un cóctel que configura esa relación con la realidad y que a veces estoy preparado para afrontarla y otras veces me dices: «Este no es mi mundo. O sea, no tengo nada que hacer. Ni esto me interesa, ni quiero ser así, ni jamás voy a ser así, ni voy a tener esto, ni tal». Pero, claro, ahí la escuela tiene ese papel principal en algunos aspectos como la prevención. Es cierto que con una buena prevención nos estamos ahorrando muchos problemas que hacen más daño al final del proceso. También tiene un papel en la detección temprana de casos. Como os decía, la escuela es un buen sitio para identificar los primeros brotes, los primeros problemas. Y, luego, también tiene que tener la capacidad de derivar a los casos que necesitan una atención clínica. En los centros educativos, principalmente lo que hay son educadores. A lo mejor hay un equipo de orientación, pero está más orientado a la orientación educativa. Y, bueno, ¿qué problemas nos estamos encontrando estos días? Que muchas de estas afectaciones del bienestar emocional o de la salud mental directamente, de las enfermedades mentales, los centros no están teniendo las capacidades suficientes para abordarlas. A veces no se invierte lo suficiente en prevención. Nosotros es verdad que queremos que haya un psiquiatra o un psicólogo clínico que nos atienda rápidamente sin coste y que me dé una solución. Y eso se tiene que tener y es fundamental.

16:22

Pero el trabajo realmente que puede aportar la educación está más en la prevención, en generar ese entorno de convivencia, de trabajo y de detección de las necesidades personales y de canalizarlas adecuadamente, de ser capaz de ver dónde está el elemento que mejor le puede ayudar. Es fundamental que en educación seamos capaces de ir incorporando todo esto que ya os digo que no es fácil, porque al final es verdad que la escuela se va cargando de tareas y de cuestiones y los recursos a veces son limitados, pero ahí también está nuestra visión de cómo tiene que ser esa educación para poder hacer esa inversión suficiente que permita atender no solo a la adquisición del conocimiento y de las competencias necesarias para desenvolverme en mi vida, sino para cuidarse de lo que pasa. Nosotros, cuando hablamos de esto, no hablamos tanto… La visión en los coles no ha de ser tanto de lo que pasa en mi cole, sino lo que les pasa a los niños y niñas de mi cole, cómo están, qué tienen. Y, entonces, en el momento en que les damos esa identidad personal y sabemos cómo se llaman y sabemos qué problemas tienen y sabemos qué pueden necesitar, hemos dado un paso muy grande para poder contribuir a esa comunidad educativa. Si llama ‘comunidad’, es porque somos todos y porque es común, es de todos y todos tenemos que tener un protagonismo.

17:33
Tadea. Hola, me llamo Tadea y, bueno, yo también pienso que la salud mental es uno de los derechos más importantes. O sea, yo lo veo en mi día a día, a lo mejor en amigas mías que han pedido ayuda y que quieren estar mejor, y sus padres a lo mejor les han dicho que son tonterías o que no es tan importante, que son solo adolescentes y que ya se les pasará. Y yo veo eso como algo que hay que cambiar todavía, hay que darle mucho pie. El hecho de que hayamos levantado muchos la mano cuando se ha hablado sobre la salud mental es un buen paso, pero todavía siento que hay que dar un paso mayor. Yo recibo ayuda de mi psicóloga y me dijo que, para ella, los niños que tienen una buena salud mental son aquellos que han recibido durante la infancia cuatro cosas: protección, seguridad, cariño y unos límites claros. Y la verdad es que me hizo pensar que sí, tenía mucha razón. Y se relaciona un poco con el resto de derechos. Al final, hay un derecho que es la seguridad, la protección, y tener unos te da otros, y me parece que el de la salud mental es uno que hay que tener bastante presente y que hay que seguir trabajando en ello y cambiando para ir a mejor.

18:43
Nacho Guadix. Nosotros hablamos muchas veces, sobre todos en los temas de protección y de violencia, de qué importante es tener adultos conscientes, es decir, adultos que son capaces de identificar que esto es un problema de violencia. Pero con la salud mental pasa igual. Es verdad que, a veces, lamentablemente, en la familia no se encuentra, no puedes encontrar ese apoyo, esa comprensión. Hasta hace relativamente poco tiempo no era fácil hablar de salud mental y la salud mental no es más que una parte de la salud. No existe salud sin salud física y no existe salud sin salud mental. Pero hasta hace muy poco era difícil poner que esto era algo que debiéramos atender. Uno debía ser lo suficientemente fuerte para afrontar todo lo que la vida le pusiera por delante, en cualquier situación, en cualquier circunstancia. Incluso debía vivir con vergüenza si en algún momento mostraba debilidad. Y, sin embargo, yo creo que todos nos hemos sentido mal alguna vez, nos hemos sentido tristes, nos hemos sentido agobiados, nos hemos sentido desbordados. Fijaos en que el quince por ciento de los chicos y chicas del mundo, de los adolescentes, están diagnosticados de algún trastorno mental, de alguna enfermedad mental. Uno de cada diez aproximadamente ha tenido pensamientos de suicidio, y a nivel mundial el suicidio adolescente es una de las cinco primeras causas de muerte en este periodo de edad. Y esto no es algo de lo que se hable, pero es que, si yo no estoy bien, no puedo contribuir, no puedo crecer, no puedo desarrollarme. Igual que cuando tengo gripe, necesito unos cuidados y necesito profesionales que sepan tratar esos cuidados y necesito ser capaz de llegar a esos profesionales para que me ayuden, en el caso de la salud mental pasa exactamente igual.

20:34

Veníamos ya observando que estos casos empezaban, primero, a contarse mejor, a ser conscientes de ello y que había un crecimiento. Pero es verdad que justamente la pandemia provocó un exceso de casos de estas cuestiones, porque de repente nos vimos encerrados en casa. Si estábamos bien en casa, bueno, pero igual en casa no estábamos bien. No todos los hogares son iguales ni tienen ni la misma atención ni la misma conexión ni los mismos cuidados. Y eso pudo ser muy duro para muchas personas. No quiero deciros ya aquellos que también perdieron familiares o tuvieron unas experiencias duras en este sentido, que además fueron unos momentos terribles. Esto ha servido por lo menos para que hablemos de ello, para que hablemos de ello y nos demos cuenta de que no tenemos el soporte necesario en nuestro sistema de salud para tener toda esa ayuda y para seguir empujando para que se consigan estos recursos y que haya cada vez más profesionales, que estén mejor preparados y que entiendan bien lo que nos pasa, o lo que os pasa a los niños, niñas y adolescentes, que es distinto a lo que les pasa a los adultos. Si hay un rasgo característico de la infancia, es el jugar. Estoy seguro de que os acordáis de que, cuando jugabais, a lo mejor cogíais el palo de una escoba y os montabais y  pensabais que era un caballo. Tiene un valor tremendo. Toda esa parte de juego simbólico a la hora del desarrollo del cerebro, de las relaciones interpersonales, es un valor. Pero es verdad que no pensamos que jugar sea un derecho. Pensamos que tenemos la obligación de estudiar, de rendir, de contribuir en casa. Y a veces cuesta hacerse ese hueco. Y, sin embargo, está demostradísimo que, en aquellos niños que juegan las horas suficientes y a los juegos adecuados, eso tiene un beneficio en su desarrollo increíble. Primero, porque cuando juegas estás compartiendo con otros y toca llegar a acuerdos y hay que decidir si la portería mide lo que miden las dos chaquetas o hay que elegir que, si estoy subido aquí, no me puedes dar y no me la ligo.

22:33

Son pequeños conflictos que yo tengo que ir resolviendo y que en el juego soy capaz porque tengo todas las herramientas: sé jugar, quiero pasar el mejor rato posible con mis compañeros y quiero sacarle lo máximo a esta experiencia.

22:46
Chico 2. Yo considero que, sobre todo, los niños más pequeños aprenden más y de una manera más eficaz y más eficiente jugando, porque suscita más interés en ellos lo que se esté dando y, al final, lo van a adquirir de una forma más presente y no va a ser ir al examen, expulsarlo y olvidarse.

23:09
Nacho Guadix. Está demostrado que, cuando somos capaces de llevar estrategias de juego al ámbito educativo, los resultados también son mejores. Porque a veces no me estoy dando cuenta de que estoy estudiando o de que estoy aprendiendo porque estoy totalmente entregado a la actividad. Es natural que yo entre de esta forma a la actividad y no tanto de aprender, de memorizar, de aguantar una exposición o de otra serie de formas. ¿Hay alguna cuestión que penséis que amenaza el derecho al juego? ¿Qué cosas impiden que juguemos?

23:35
Chica 1. Creo que, con la presión de «No, primero tienes que estudiar, primero tienes que hacer esto, esto y esto», al final se pasa todo el día estudiando en vez de pasársela con sus amigos.

23:49
Chico 3. Los conflictos bélicos que muchas veces por no tener la tranquilidad y la seguridad de estar a salvo… Cuando pienso en Gaza o en Ucrania, en los niños, no te imaginas a una persona jugando precisamente.

24:04
Nacho Guadix. Nosotros a veces nos encontramos con situaciones de conflictos armados en los cuales hay personas que tienen que huir y salen refugiados de sus países y nos toca atenderlos en las fronteras para darles algún tipo de apoyo o algún tipo de ayuda. Tú puedes poner a dos niños pequeños juntos diez minutos y, aunque vengan de tener la peor situación del mundo, a los diez minutos están jugando juntos. Entonces, fijaos en la capacidad de relación que nos ofrece el juego, tan natural. Jugar es algo que también nos ayuda, cuando se tiene una situación traumática, a recuperar la normalidad. Nosotros trabajamos ese aspecto del juego como herramienta de recuperación psicosocial, porque necesitamos que los niños que han sufrido un trauma lo antes posible hagan la vida lo más normal posible hasta ese momento. Y, si lo que hacían antes era jugar, ahora también. Hay que saber que esto es un derecho y que aquellas cuestiones que están amenazando el derecho al juego también merecen ser revisadas. Porque todos los niños tienen derecho, independientemente de la situación en la que estén, a tener su espacio para poder jugar.

25:10
Sonsoles. Bueno, yo creo que hablo por muchos. Cuando yo pienso en el derecho al juego, siempre se me va la cabeza automáticamente a un muñeco, un coche de juguete, ¿no? Pero yo creo que lo que nos impide jugar es el no pensar que el derecho al juego al fin y al cabo también es simplemente el tiempo libre. Quedar con tus amigos, ir al parque de debajo de tu casa y hablar de vuestra vida mientras os coméis unas pipas. Yo creo que algo que nos impide es eso, automáticamente pensar que jugar es solo lo que hacemos cuando somos más pequeños. Pero es que las personas de diecisiete años también necesitamos jugar.

25:45
Nacho Guadix. De hecho, el derecho, como está formulado, se llama «juego, ocio y recreación», que tiene un nombre un poco largo como está escrito, pero también el ocio puede ser relajado, o sea, también puedo tener… Igual, leer para mí puede ser parte de mi ocio, de cómo gestiono esa parte. O cómo veo una serie, o cómo veo una película, o cómo pinto. Y, cuando no jugamos o cuando no nos cuidamos un poquito, viene toda esa cadena de problemas que hablábamos de esto cómo afecta a mi salud mental, porque resulta que, si no estoy relajado, luego no rindo bien porque tengo demasiado estrés y, si tengo demasiado estrés y no consigo mis resultados, esto también influye en mi bienestar emocional. Pues vais viendo que en todo esto, al final, hay una conexión. Todo lo que estamos hablando son derechos, tenemos que disfrutar de ellos y tener un papel activo en su ejercicio y en la responsabilidad para los derechos de los demás.

26:33
Víctor. Hola, Nacho. Soy Víctor, tengo catorce años y he tenido el placer y el honor de poder participar con UNICEF en distintos actos, actividades y eventos. Yo creo que todos los derechos son como un pack, no existe un derecho sin otro. Es muy importante el derecho a la vida, pero de qué te sirve una vida si no tiene calidad. Tiene que tener salud, tiene que tener educación. Yo creo, de hecho, que el derecho al juego es un síntoma de que nuestros derechos se están cumpliendo. Es decir, si tú ves a un niño jugar en la calle, sabes que está tranquilo, está creciendo en un entorno seguro y está creciendo feliz y, por eso, está jugando y se le ve tan feliz. Además, yo creo que está superconectado con un derecho muy importante, que es el derecho a la participación, un derecho que todos los niños, niñas y adolescentes tenemos y que simplemente con estar aquí lo estamos ejerciendo.

27:21
Nacho Guadix. Pues creo que es una muy buena aportación, la verdad, y que enmarca perfectamente esto de lo que hemos estado hablando hasta ahora sobre el derecho al juego y agrupa todas esas situaciones. Me ha gustado mucho eso que planteabas de que ver a niños jugar es un indicador de una sociedad sana. Igual que cuando hablamos del medioambiente… Supongo que habréis oído que, cuando un río tiene aves alrededor y hay determinadas plantas, se puede considerar que el río está sano. Pues con nuestras calles debería pasar igual. A veces es verdad que la propia arquitectura urbana de las ciudades, a que cada vez se tiende más, y hay despoblación y hay zonas en las que no hay tantos niños y en que están en escuelas agrupadas y hay menos presencia… Pero es verdad que ahora se hace difícil a veces jugar en las calles. No es tan fácil estar en los parques, no es tan fácil encontrar niños solos en un entorno seguro, y eso es algo que nos tiene que hacer reflexionar como sociedad. Tenemos que ser capaces de garantizar ese entorno urbano. Si es urbano, si hemos decidido vivir en ciudades, bueno, pues que así sea, pero que esas ciudades estén construidas asegurando que todos los niños puedan jugar independientemente de si tienen una discapacidad o no, independientemente de si viven en un barrio o en otro, que puedan estar conectados, que no se establezcan guetos… En fin, es un tema muy interesante y me ha gustado mucho esa idea de ciudad sana con niños y niñas en las calles pudiendo jugar. Así que muchas gracias por tu reflexión. Pues ligando con esto último que decís y esta propuesta que os hago de escucharos, había otro derecho que también se comentó al principio: el derecho a la participación. ¿Sabéis que participar, el derecho a la participación, es el derecho que menos se cumple en los países ricos?

29:04

Seguramente, esta batalla que queda para que la infancia y la adolescencia ocupen su espacio estáis en una posición privilegiada para poder abordarla. Pero es verdad que también precisa de adultos generosos y de personas que estén dispuestas a ceder parte de ese poder, pero no por nada, sino porque es un derecho y hay una obligación para que eso suceda. O sea que no me están regalando nada. Simplemente se está cumpliendo lo que decidimos a nivel mundial que ha de ser. Y es verdad que esto no ocurre mucho y la verdad es que en el cole no ocurre mucho tampoco. Yo siempre pongo un ejemplo muy fácil cuando hablo con adultos para explicarles por qué es importante escuchar y dar oportunidad de participar a chicos y chicas. Y yo siempre digo: ¿quiénes eran los que mejor seguían el protocolo de higiene y distancia y mascarilla en los coles? Los chicos, las chicas. Y, de hecho, no era extraño llegar a casa y que alguno dijera: «Es que al de Educación Física se le cae un poco la mascarilla y… Fatal». ¿Por qué? Porque habíais entendido el mensaje y la responsabilidad que teníais en ese momento y ninguno quería contagiar a un abuelo o a una abuela de COVID. Y, entonces, por eso lo hacíais y por eso manteníais la distancia y la fila se hacía de una manera y las aulas se organizaban de una manera o se hacían los turnos. ¿Qué pasó? Que se os dio la oportunidad, entendisteis cuál era vuestra contribución y fuisteis los mejores en hacer eso. Mucho mejor que los adultos seguramente. Bueno, ¿por qué no aprender de esa lección? Ya que este periodo ha sido tan duro y tan difícil, ¿por qué no sacar esas lecciones positivas y darnos cuenta de que juntos somos más fuertes? Es verdad que a participar se aprende. Uno no sabe… no está en primero de infantil y tiene una opinión superformada de todos los temas, pero yo creo que algunos de aquí habéis tenido un recorrido en esto y habéis ido viendo cómo poco a poco también esto os ha llevado a preocuparos por conocer, por aprender, por estudiar, por elevar la voz por los que no pueden.

31:03

Entonces sí que me gustaría un poco escuchar alguna de estas historias que tenéis de participación.

31:08
Sonsoles. Es genial poderte escuchar, porque creo que hablas de cosas superimportantes. Yo soy Sonsoles, tengo diecisiete años y llevo en la participación infantil muchísimo tiempo, y es que formo parte de un montón de grupos de participación y uno de esos, que más se está moviendo y más está dando de qué hablar ahora, es el grupo asesor de UNICEF, que está formado por chicos y chicas de diferentes lugares, pero que tenemos un mismo objetivo, que es defender los derechos de la infancia, por lo que todas las opiniones son igual de importantes. Dicho todo esto, para mí el derecho más importante es el de la participación, porque, si el objetivo de toda la Convención de los Derechos de la Infancia es que desarrollemos nuestra infancia de la mejor manera posible, ¿cómo van a saber las personas que toman las decisiones qué necesitamos y qué problemas tenemos si no se lo decimos? Y es que yo creo que, aunque ellos sean expertos en algún tema porque hayan estudiado, al fin y al cabo, nosotros somos quienes lo viven, es nuestro día a día y, por eso mismo, yo creo que es importante que nos escuchen más para que, así, tomen las decisiones pensando en el ahora, ya no solo tanto en el futuro, porque, sí, somos el futuro, pero también el presente. Una mujer me preguntó que, si yo decía que había tanta gente queriendo hacer esto, por qué no daban el paso. Y yo le dije: «Pues, mira, hay dos motivos: el primero es el desconocimiento, porque estos espacios y el propio derecho», como tú has dicho, «no se conocen, entonces, ¿cómo voy a hacer algo que no sé que existe?». Y yo creo que el segundo motivo… A mí se me ocurrió en ese momento hacer una pregunta que me gustaría también hacer aquí, ya que hay tantos chicos y chicas, que es: ¿a cuántos de aquí os han dicho que somos la generación de cristal? Levantad la mano, porfa. Pues es que ha pasado lo mismo que pasó allí.

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¿Para qué vamos a hacer algo si ni los adultos ni muchas veces los propios niños nos tomamos nuestra opinión en serio? Yo creo que el primer paso es crear espacios seguros en donde podamos hablar y entre todos nos escuchemos más para que, así, podamos desarrollar nuestra infancia de la mejor manera posible, siendo niños, pero también participando como ciudadanos de pleno derecho, dando nuestra opinión para así cambiar las cosas a mejor. Y, no sé, ya un poquito para terminar, me gustaría decir sobre los derechos de la infancia, en todo lo que he aprendido en mi participación, que su cumplimiento tiene que ser una realidad, no una posibilidad, como ocurre en muchos casos.

33:35
Nacho Guadix. A ver, es el derecho a la participación. A mí me gustaría callarme yo y escucharos un poco más, porque la verdad es que me parece todo muy interesante. Así que ¿alguien más quiere aportar, por favor?

33:43
Chico 4. Yo el tema del derecho a la participación y la asociación es un derecho que puse en práctica antes de conocerlo. El verano pasado con unos amigos a través de un debate de MUN en las aulas, un torneo de debate por así decirlo, nos pusimos de acuerdo en que estábamos un poco cansados con la situación política, de que también a los adolescentes no se les promueva ese pensamiento crítico de cara a la política, y montamos una asociación. Nosotros no tenemos dinero ni tenemos muchos recursos como los que están en UNICEF, que está más consolidado. Lo nuestro es un poco más lanzarnos a la aventura. Pero la cosa es esa, el derecho a la participación, en mi caso, no había nadie que lo pusiera en práctica y nosotros nos lanzamos a hacerlo. Y la pregunta era esa: si tú ves que este derecho los chavales lo ponen en práctica, si de verdad hay chavales que se agrupan, que se asocian y que ponen en práctica la participación o no.

34:38
Nacho Guadix. Es importante escucharos y daros espacio. Yo creo que no, tenemos un déficit. Como os decía, hay un déficit en la participación infantil y juvenil. Primero porque a los adultos nos cuesta soltar poder y esto va también un poco de equilibrios de poderes. Nos falta aprender esta función más práctica, como os digo, el ser capaz de poner toda esta energía, toda esta motivación, toda esta forma de ver mundo al servicio de las soluciones y no solo como parte del problema. Y ahí sí que es verdad que puede haber una fractura generacional, que en este caso además es muy curiosa, porque hay otra cosa que lo atraviesa, que es la parte tecnológica. Vosotros sois una generación completamente digital. Por ejemplo, algo que puede estimular la participación infantil es la tecnología, la posibilidad de conectaros con chicos y chicas de todos los lugares del mundo en las situaciones más complicadas. Conocer información de primera mano, entender lo que pasa, ser capaz de articular ayuda. Eso no era tan evidente hace un tiempo. No creo que ahora mismo lo estemos haciendo especialmente bien. Sin embargo, también os digo que me gustaría que aquellas experiencias de los que habéis dado ya pasos fueran mucho más visibles. También, una sociedad muestra de ella lo que quiere. Y, lamentablemente, de niños y niñas nunca mostramos las cosas buenas que hacen. Nunca son noticia unos chicos que montan una asociación, unos chicos que contribuyen a un experimento, unos chicos que han montado una exposición que ha dinamizado el pueblo o que han montado un banco de alimentos, o que han hecho un festival de ‘trap’ y han entretenido a todo el pueblo durante dos semanas. Eso es difícil que salga. Sin embargo, sí que normalmente las noticias son: un menor ha atacado a no sé quién, un menor ha hecho no sé cuál, un menor… Con lo cual, al final, esto va calando y, entonces, tenemos una percepción social de la infancia que no es tan positiva como debiera.

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Y, al final, esa falta de oportunidades viene de esa imagen que tenemos construida. Aquí también hay un ámbito de reivindicación y de lucha, de ganar ese espacio, de hacer cosas buenas y contarlas bien, de ser capaz de presentar adecuadamente a personas que te puedan favorecer. Al final hay que buscar también aliados en esto. Para nosotros es muy importante este trabajo y colaboramos para que así sea, tanto en el entorno educativo como, sobre todo, a nivel municipal, porque en las ciudades es donde vivís, es donde ejercéis vuestra ciudadanía, donde estáis en primer lugar. El Estado a veces queda un poco lejos, pero tu pueblo o tu ciudad es donde sales todos los días, donde vas de un lado a otro. Para nosotros, esa labor que hacemos desde el programa de Ciudades Amigas de la Infancia precisamente va de eso, de exponer a los niños a la agenda de la vida municipal contando con su punto de vista. Y animamos a que en todos los municipios haya estos consejos asesores infantiles y que tengan capacidad de tener interlocución con sus alcaldes y con sus alcaldesas para que se encuentren soluciones en las que yo pueda aportar. Yo sé muy bien si aquí hace falta una farola o si este parque está suficientemente dotado o si hay niños que no pueden acceder al colegio sin cruzar seis carreteras. Eso lo sé yo mejor que nadie que está en un despacho, lejos, y no lo vea. Pero eso, si no se hace, si no se comunica, si no se traslada, al final, bueno, incluso lo puedo vivir con dolor, pero no estoy contribuyendo a su solución. Yo muchas veces también pongo el ejemplo de que a veces participar es cuando uno es delegado de clase. Es tu primera representación institucional, eres el delegado de clase. Y a veces el delegado de clase… Yo ya soy muy mayor, ¿pero lo que hacíamos qué era? Apuntábamos en la pizarra, cuando el profesor salía, quién hablaba y quién se portaba mal, con lo cual imaginaos qué terrible experiencia de responsabilidad social era esa para empezar. Yo creo que eso está superado, afortunadamente, y creo que ahora hay otra serie de aproximaciones.

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Pero creo que en los coles se puede hacer mucho, porque si yo tengo que expresar una opinión, ¿cuántas cosas tengo que aprender antes? Tengo que documentarme, tengo que hablar con otros, tengo que elaborar un discurso, tengo que hablar en público, tengo que hacer un montón de cosas que, qué casualidad, son las mismas que están en el currículum de Lengua a la hora de mi competencia verbal y escrita. Pero también está por vuestra mano proponerlo. Yo creo que a veces es verdad que uno se puede frustrar cuando propone una idea que le parece buenísima y no le hacen caso. Esto puede pasar, pero veo que aquí hay algunos ejemplos, incluso de autoorganización. Habéis decidido: «Bueno, más allá de nosotros… Nosotros esto lo podemos hacer, podemos juntar recursos, podemos motivar a otros a salir adelante» y habéis iniciado vuestros propios proyectos. A veces serán muy grandes y durarán mucho en el tiempo y a veces serán muy pequeños, pero estoy seguro de que serán muy positivos. Creo que había alguna opinión.

39:06
Chica 2. A ver, yo llevo participando desde quinto de primaria, cuando entré al Consejo Local de Participación por parte de Ciudades Amigas de la Infancia y sigo participando hasta ahora, que estoy en primero de bachillerato, y pienso seguir participando. En mi caso, en nuestro municipio, el Consejo lo que hicimos fue, el año pasado, cuando se estaban celebrando las elecciones municipales, decir: «Vale, nos queremos reunir con todos los representantes políticos de cada partido». Al principio no nos hacían mucho caso, pero, claro, cuando uno te hace caso, el resto también quiere participar. Y fue una experiencia superenriquecedora porque ya no solo nosotros les dijimos «Queremos esto y esto y esto en representación de la infancia del pueblo», sino que también ellos nos explicaban su plan electoral y para mí fue mucho más enriquecedor que la persona me contara de una forma adaptada a mí, sin tecnicismos pero tampoco tratándome de tonta, que eso es muy importante, porque muchas veces dicen «Están en la edad del pavo y no nos van a entender». Y a partir de ahí yo supe qué proponía cada partido político, cómo yo podía aportar, qué me podían aportar ellos a mí. Y, vamos, que si tenéis consejos de participación o tenéis alguna forma de contactar con los representantes políticos, hacedlo, porque de verdad que yo creo que eso propone mucho cambio y al final acabaron metiendo muchas cosas que nosotros proponíamos y ahora están en ello. O sea que el cambio es posible, solo es que hay que insistir.

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Chica 3. Me gustaría que luego, ahora, después, me pudierais explicar los que tenéis esto de la participación con UNICEF, Sonsoles… qué es. Siempre te lo ponen como algo completamente imposible, que tienes que hacer cuatro carreras, estudiar trece másteres, aprender a hablar chino, japonés y húngaro, yo qué sé. Y, o sea, el hecho de que estos grupos de participación existan me encanta, porque es como una oportunidad que nos dan para, sin tener que saber todo esto, ser respetados y ser escuchados, porque al final los niños no solamente somos ciudadanos igual que cualquier otro, sino que tenemos una forma de pensar un poco distinta que creo que puede ayudar mucho a la sociedad. Así que, si no os importa, luego contadme un poquito del tema.

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Nacho Guadix. A veces la participación puede ser a un nivel muy grande, Naciones Unidas, que pueden parecer, las relaciones internacionales, un entramado complejísimo y es verdad que se exige estar muy preparado para poder desenvolverse en el mundo. Pero aquí seguro que hay ejemplos que te pueden compartir algunos de los compañeros y compañeras que son mucho más cercanos y mucho más asequibles y que se pueden ir evolucionando y se pueden ir complicando y puedo pasar de una cosa más pequeña a una cosa más sofisticada. Pero es verdad que para poder participar necesito una buena información y tengo que recibir una información que no esté manipulada y que no sea malintencionada. A nosotros nos preocupa mucho todo el tema de las ‘fake news’, que seguro que habéis oído hablar, y de cómo os informáis y de cómo os estáis documentando por el cambio que ha habido generacional. Tiráis mucho de redes sociales, de otro tipo de informaciones, que en algún caso están muy bien para complementar las oficiales, pero también vemos cómo pueden ser grandes elementos de manipulación. Y en un momento en el que todavía estáis formando ese criterio, esa mirada crítica con la que sabéis lo que es bueno y lo que es malo, el dato que está bien y el dato que está mal, la fuente que es fiable o la que no, pues corre mucha información que va configurando nuestro posicionamiento en el mundo y que está basada en datos erróneos o en datos malintencionados. Entonces, sí que hay una responsabilidad, evidentemente, ahí también de los adultos en muchos campos. O sea, por uno, evidentemente, daros esa formación, asegurar que recibís esa formación que os permite desenvolveros en un mundo complejo con total seguridad y, luego, cuando corresponda, el adaptar esos mensajes a un lenguaje comprensible.

43:03

Es difícil vincularse con un mundo con el que tú no te identificas. Tú no te ves allí y dices: «Allí a mí no me están esperando porque, cuando me esperan, bien que me lo hacen». En el entorno comercial está muy claro. Si es un producto infantil, tiene un formato infantil, tiene unos colores, tiene una música, tiene una presencia, tiene un lenguaje y ahí sé que eso es para mí, que ese producto es para mí. Sin embargo, hay cosas de este mundo de la participación que no están completamente bien enfocadas. Quiero ser optimista en ese sentido. Yo veo que vamos dando pasos y que tenéis ganas de coger ese relevo. Hay personas muy jóvenes que han tenido mucho impacto a nivel mundial. Han encontrado los altavoces que han conseguido que su voz trascienda e inspirarnos para decir: «Bueno, pues es que yo también tengo una opinión sobre esto». Hay que ver si somos capaces también de conseguir esas oportunidades de escucha, de decir: «Oye, pues si hay esta inquietud, también que sea atendida». Y nosotros por eso apelamos mucho a esa responsabilidad, especialmente en el plano municipal, que es donde más sencillo es. No olvidemos que estamos hablando de derechos de infancia, que es algo que se tiene que cumplir. Que esté escrito ya sabemos que no significa que se cumpla. Lo que sí es importante es que ya está escrito. Vosotros pensad que era peor cuando ni siquiera estaba escrito, cuando ni siquiera era una posibilidad. El mundo os está esperando. Me ha gustado mucho lo que dijisteis, porque lo decimos mucho los mayores: «¡Es que son el futuro de nuestro país!». No, lo siento, no son gente que va a llegar un día, que va a sonar como el microondas, va a sonar y ya «Hola, soy un adulto funcional, vengo aquí a aportar a esta sociedad». No, mira, esta sociedad está compuesta de gente de muchas edades con muchas situaciones diferentes que tienen que ser atendidas todo el tiempo. ¿Tenéis alguna idea más que aportar? Por favor.

44:43
Víctor. Que, aunque no tengamos voto, tenemos voz y lo que tenemos que hacer todos los niños, niñas y adolescentes es alzarla y contar nuestros problemas, nuestras inquietudes, nuestras quejas, nuestras opiniones, para mejorar porque, si no decimos cómo queremos el parque, lo van a hacer los adultos y no nos va a gustar. Si no decimos cómo queremos la educación, lo van a hacer los adultos y no nos va a gustar. Yo animo a todo el mundo a participar. Nos tenemos que sentar a dialogar, a ver qué podemos hacer para mejorar no solo nuestra calidad de vida, sino la calidad de vida de todo el mundo.

45:14
Nacho Guadix. Yo creo que también hay que saber que la participación tiene un puntito de frustración, porque a veces nuestras ideas resulta que a los demás no les gustan. Pero, sin embargo, aunque tu idea no sea la que triunfe o la que sea aceptada, sí que hay un aprendizaje para todos. Primero, porque te han escuchado y, si hay una idea mejor, no pasa nada. Cambiar de criterio es perfectamente lícito. A mí me preocupa mucho la gente que siempre tiene la misma opinión y que no es capaz de evolucionar, porque el mundo cambia y esto solo lo ves intercambiando opiniones con otros. Es la única, la única forma de hacerlo. Cuando intentamos contar esto de los derechos de infancia en educación, principalmente, utilizamos ideas que vosotros habéis dicho aquí y que no habíamos compartido previamente. Una, es imposible luchar por algo que no se conoce. El segundo es que esos derechos se han de disfrutar en un entorno protector. Porque, si tú me dices que tengo muchos derechos, pero yo estoy sufriendo injusticias y vulneraciones y desprotección, voy a pensar que esto no es para mí, que no me corresponde, que no va a funcionar nunca. El tercero es el de la participación. Todos estos problemas y esta convivencia no pueden funcionar sin contar con vuestro punto de vista. Y luego el cuarto es esa conciencia de comunidad, cómo es importante que ahí todos estemos hablando de lo mismo. ¿Y qué ocurre? Que vosotros ahí sois el pegamento de todo esto. Vosotros estáis en casa, vosotros estáis en el cole, vosotros estáis en la calle. Y, en la medida en que vosotros estéis mucho más capacitados para trasladar esto, desde luego la sociedad lo agradecerá. Como os digo, los derechos son un logro, son un logro de la humanidad, pero si no se viven, no sirven. Y solo se pueden vivir si los hacemos vivos dentro de cada uno de nosotros. Nosotros, desde UNICEF, intentamos que estos derechos sean una realidad en todos los países del mundo y sabemos que a veces estamos muy lejos de que esto sea así. Por eso, solicitamos esa ayuda de los gobiernos o de las sociedades, que contribuyan con fondos, con conocimiento, con voluntad para impulsar los cambios que son necesarios.

47:13

Pero las sociedades no se mueven si sus ciudadanos no se mueven. Entonces, por eso es importante que desde bien abajo empecemos a tener claro hacia dónde queremos empujar esto. Y no minusvaloréis vuestras posibilidades, porque una mala noticia que os traslado es que la infancia pasa rápido. Para vosotros es toda la parte de vuestra vida, pero muy pronto algunos de aquí ya vais a ser adultos legalmente dentro de muy poco. Algunos no notaréis nada aparte de que hagáis una fiesta más o menos grande, pero de repente vais a tener un montón de exigencias que pueden parecer nuevas. Si has ido trabajando eso de forma paulatina, no será difícil y confiamos en que esta generación tan formada, tan preparada, tan motivada, lo haga mejor de lo que lo han hecho las generaciones anteriores. Cada una hizo su contribución… pero siempre, eso sí, esa exigencia sí que queda, o a ese compromiso tenemos que ser capaces de llegar. Al final, la Convención de los Derechos del Niño se engloba en cuatro grandes cuestiones que también las habéis dicho vosotros. La primera es la de la no discriminación. No hay ninguna causa que justifique que ningún niño esté fuera de ninguno de estos derechos. El segundo se llama el interés superior del menor. Esto quiere decir que siempre hay que tomar las decisiones que sean las mejores para el niño, siempre poner su interés por delante. El tercero es asegurar su supervivencia y su desarrollo, evidentemente, desde la alimentación, la protección, la salud, la educación… todas aquellas cuestiones que necesito para crecer y desarrollarme cuando soy más vulnerable y a medida que voy creciendo, también, con mis nuevos retos. Y el cuarto es el de la participación. Sois absolutamente ciudadanos de presente a día de hoy, igual que cualquier otra persona.

48:56

Todos estos derechos son indivisibles. O sea, no puedo tener mucha educación y no tener sanidad, no puedo tener mucha protección y tener poca participación, no puedo estar protegido frente a una guerra y a la vez no tener respeto a mi identidad. No se pueden separar, no pueden ser para unos sí o para otros no. Este mensaje de llevar los derechos de infancia a todos los rincones y que vuestra voz sea escuchada es imposible hacerlo sin grandes aliados, porque solos llegamos a muy pocas partes. ‘Aprendemos juntos’ tiene ese compromiso y en este camino, junto con UNICEF, estamos encontrando esta oportunidad de dar este altavoz que estamos seguros de que va a seguir contribuyendo a esta creación de un mundo más justo para la infancia. Os agradezco muchísimo vuestra atención, vuestra motivación, y creo que tenemos un buen equipo, un buen equipo para seguir adelante. Así que muchísimas gracias.