La educación es imparable: mis maestros contra el cáncer
Cristina Olender
La educación es imparable: mis maestros contra el cáncer
Cristina Olender
Estudiante de Medicina
Creando oportunidades
Donar médula para salvar vidas
Cristina Olender Estudiante de Medicina
Cristina Olender
“Cuando me dijeron que tenía leucemia con 14 años, mi primera reacción fue de incomprensión. Y mi segunda reacción fue de enfado con todo el mundo, porque sabía que era un tipo de cáncer y el cáncer no podía significar nada bueno”. La joven Cristina Olender (@crissyolen) ha pasado los últimos cinco años de su vida entre ingresos hospitalarios y estudios en casa para superar tres leucemias y un trasplante de médula.
Gracias a los médicos, personal sanitario, su familia y profesores consiguió recuperarse y acceder a la carrera de Medicina, que estudia actualmente. En esta conversación con su madre, Mercedes Aguirre, reflexiona sobre cáncer, adolescencia y educación. “Mis profesores venían a casa para darme clase, antes de ir ellos al colegio, y acudían al hospital cuando estaba ingresada. Se volcaron tanto en mi recuperación que, sin ellos, no podría estar donde estoy hoy. No habría superado el curso y selectividad. Me han hecho ser parte de quien soy ahora, gracias a su lección de altruismo incondicional”, concluye.
Transcripción
Es decir, la actitud que tenemos ante las situaciones determina nuestra altitud, en el sentido de cómo de felices o de personas positivas somos, ¿no? Sí, más que eso, cómo de felices vamos a llegar a ser. Si tú tienes una actitud negativa, no vas a conseguir rodearte de cosas positivas, es imposible, pero si tú tienes una actitud positiva, probablemente te rodees de un montón de gente, personas, oportunidades positivas y de verdad es que yo lo he comprobado estos 5 años que llevamos en esto, ¿no? Siempre que iba con una actitud positiva ante algo, luego, aunque había momentos duros, las consecuencias finales siempre eran positivas y mira dónde estamos hoy, si no hubiera sido por eso, no estaríamos hoy aquí…
O, por ejemplo, como tú sabías, yo más al principio, en la primera leucemia y todo eso, decía: “Pues, ¿qué quieres para tu cumpleaños y tal?” y yo: “¿Yo? Yo por tu cumpleaños quiero poder dar un paseo contigo en la punta del faro”, donde vivimos hay un espigón, la punta del faro. Pero, ¿qué pasó? Que resulta que después de la primera leucemia, pues te machacó las caderas y, entonces, bueno, pues estabas muy discapacitada y no podía andar. Entonces resulta que una cosa tan sencilla como dar un paseo con mi hija era imposible. Entonces, yo me acuerdo cuando me reunía, las pocas veces que estaba con mis amigas, para cenar, les decía: “¿Y qué es lo que más quieres?”, “¿Yo? A ver si algún día puedo dar un paseo con mi hija por la playa, sin más. Esto es como lo que estoy esperando y casi pasaron cuatro años hasta que lo conseguí y justo, pues, bueno, justo antes de venir aquí al trasplante a Madrid, un día de repente, gran sorpresa, me vienes y me dices: “Mami.” y yo: “¿Qué?”, “Oye, ¿qué te parece si damos un paseo?”, bueno y a mí ese día se me se me desgarró el corazón, dije: “Dios mío, pero qué gusto”. Y la verdad fue una pasada. O sea, es como un kilómetro el paseo de ida y vuelta. Me acuerdo, nos sacamos una foto cuando llegamos ahí al faro, al final y, por supuesto, se la mandé a mis amigas, les dije: “Lo he conseguido. He dado el paseo” y, por supuesto, claro, después de eso nos veníamos a Madrid con la incertidumbre de que no sabíamos lo que iba a pasar, porque nos estamos jugando un cara o cruz, ¿no? Entonces, pues bueno…