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“La contaminación está poniendo en riesgo nuestra inteligencia”

María Neira

“La contaminación está poniendo en riesgo nuestra inteligencia”

María Neira

Directora de Salud Pública de la OMS


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María Neira

“Cuando entramos en lucha contra el medioambiente, siempre vamos a perder. Sí, lo destruiremos y contaminaremos, pero se recuperará. Nosotros, no. Y el precio lo pagarán nuestros pulmones, nuestro sistema cardiovascular y nuestro cerebro”.
La doctora María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), lanza un mensaje de concienciación sobre la necesaria protección del entorno donde vivimos. No solo por el calentamiento global, pérdida de ecosistemas o subida del nivel del mar, sino por un problema de salud pública: enfermedades zoonóticas con las que no contábamos y el elevado coste de la contaminación, que ataca a nuestro desarrollo cognitivo y provoca un déficit de la capacidad cognitiva, de atención, memoria, lenguaje y aprendizaje. “Estamos poniendo en riesgo la inteligencia de la próxima generación y creo que no somos conscientes de eso. Como sociedad invertimos mucho en la educación de nuestros hijos, en desarrollar su cerebro de la mejor forma posible. Y resulta que ese mismo niño, cuando va a la escuela y espera el autobús, está respirando aire contaminado y así estamos poniendo en riesgo esa inversión en su inteligencia”.

María Neira se especializó en endocrinología y dedicó sus primeros años de carrera profesional al trabajo sobre el terreno en Centroamérica, Mozambique y Ruanda. Después inició su trabajo en la OMS en el departamento de Prevención y Erradicación de Enfermedades Infecciosas, fue presidenta de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y en las últimas décadas ha dedicado sus esfuerzos a divulgar y concienciar sobre el peligro de las pandemias derivadas de la agresión al medioambiente.


Transcripción

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María Neira. Hola, me llamo María Neira. Soy médico, me especialicé en endocrinología y enfermedades metabólicas y un máster en Salud Pública, otro en Nutrición y otro en gestión de crisis y epidemias. Y bueno, hace muchos años que trabajo en la Organización Mundial de la Salud. Antes he trabajado en campos de refugiados y he trabajado en África casi unos cinco años, y desde siempre, cuando me tengo que definir, digo que soy un oficial de salud pública, ¿no?, alguien que ama profundamente la salud pública, que cree en ella y que se dedica a esto desde hace algunos años. Trabajo en la Organización Mundial de la Salud. He trabajado en ministerios, he trabajado con el gobierno español en un momento dado, en la Agencia de Seguridad Alimentaria. Y en los últimos años, sobre todo, lo que más me ha interesado es la relación que tienen los determinantes ambientales en nuestra salud, y, sobre todo en este momento, el cambio climático, las causas del cambio climático, cómo van a tener un impacto en nuestra salud. Y la situación que estamos viviendo estos días, esta situación tan excepcional, tan, tan extraordinaria desde el punto de vista de que ha sido realmente un evento, creo que único en la historia, esperemos que sea único en la historia… Creo que este choque que hemos sufrido todos, de este agente infeccioso que nos ha cambiado la vida de esta manera, esperemos que para bien… Creo que de alguna manera, cuando se empieza a reflexionar sobre el origen de estas enfermedades zoonóticas, por qué de repente un virus que está en una especie animal salta a la especie humana, creo que eso nos va a hacer reflexionar a aquellos que no estuvieran todavía muy convencidos de cómo es importante esa relación nuestra con el medioambiente y con los ecosistemas, con la biodiversidad.

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Hay muchas causas que hacen que estemos de nuevo frente a una emergencia y reemergencia de este tipo de agentes infecciosos, este tipo de virus y bacterias. Algunas de esas razones son conocidas ya desde hace muchos años. Cuando empezamos a trabajar en esto de las enfermedades emergentes y reemergentes, ya vimos que la industrialización, la deforestación, el hecho de que el humano entrara en contacto con especies animales que normalmente no tendríamos que estar en contacto con ellas, por razones agrícolas, tenía que hacer una agricultura intensiva para poder ir a, en fin, producir eso que necesitaba. Esa deforestación para poder tener pues leña para calentarse o esa agresión a la naturaleza que nos ha llevado a esa destrucción en muchos casos de la biodiversidad y del medioambiente, estamos pagando el precio y lo estamos pagando en la aparición de estas enfermedades zoonóticas. Lo estamos pagando en el sentido que cuando aparecen, si estamos en una ciudad masificada, con esta densidad de población tan importante, se va a trasmitir mucho mejor. Y también por el hecho de que cuando estamos ya viviendo en una sociedad, en un ambiente que está muy contaminado, por ejemplo, la contaminación del aire que nos va a dejar los pulmones tan, tan vulnerables ya para un agente infeccioso de este tipo. Todos estos factores, más esta globalización que hace que viajemos mucho más, que una enfermedad infecciosa se pueda trasmitir, en 24 horas puede dar la vuelta al mundo, esta industrialización, urbanización tan violenta…

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Todo esto tiene componentes evidentemente muy positivos, pero la destrucción de los ecosistemas, de los que tanto dependemos, creo que nos ha hecho muy vulnerables y creo que esta vulnerabilidad ahora la hemos visto de una manera tan violenta. Espero que podamos sacar alguna lección e ir, en fin, aprendiendo a tener una convivencia mucho más pacífica, mucho más positiva, con nuestro medioambiente, entre otras cosas porque cuando entramos en lucha con él perdemos siempre nosotros. El medioambiente, sí, lo destruiremos, lo haremos feísimo y contaminado, pero se recupera, y nosotros no. Y el precio de todo esto acaban siempre pagándolo nuestros pulmones, nuestro sistema cardiovascular y nuestro cerebro también. A lo mejor el impacto del cambio climático en nuestra salud es más difícil de explicar a la gente, porque no ve el vínculo directo. Y lo entiendo. Pero en el caso de la contaminación del aire, por ejemplo, llevamos en la OMS, en mi equipo, años ahora, trabajando en poner toda esta evidencia científica de cómo la contaminación del aire impacta en nuestra salud. Y os voy a dar una cifra, una cifra que, por mucho que yo la repita, todavía me sigue pareciendo absolutamente increíble e inaceptable, ¿no? Son cada año siete millones de muertes prematuras en el mundo causadas por esa exposición a la contaminación del aire. Son muchos muertos. Solo en España serían diez mil al año, en toda la Unión Europea son 400.000.

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Y creo que esa movilización que hemos tenido en el caso ahora mismo de este virus, muy justificada, pero también tenemos que tenerla en tantas batallas de salud pública, y esta no cabe duda que es una de ellas. Esta contaminación del aire, como digo, está matando a siete millones de personas cada año. Y sobre todo lo que pensamos es, cuando a alguien le hablas de contaminación del aire, evidentemente, lo que le viene en mente es enfermedades respiratorias, ¿no? Porque inhalas ese aire contaminado, y entonces lo lógico es pensar efectivamente que las enfermedades que provoca, pues sobre todo cáncer de pulmón, enfermedades pulmonares obstructiva crónicas, este asma también que tienen. Cada vez más vemos casos de asma y están, digamos… La contaminación del aire facilita, ¿no?, esa gravedad de esos casos de asma. Pero la cuestión es que este aire que respiramos no solo va a afectar a nuestros pulmones. Seguramente habréis oído hablar últimamente mucho de este PM, ¿no? Del particulado que está en el aire, de sustancias en suspensión en el aire que respiramos.

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Hay unas en concreto que se llaman PM2.5, que son pequeñísimas, pequeñísimas, un pelo sería enorme comparado con estas partículas. Estas partículas son una mezcla, un cóctel horrible de sustancias sólidas. O sea, arena o, en fin, polvo de la combustión del diésel, por ejemplo, o simplemente las ruedas con el cemento, con las carreteras, ¿no?, pues provocan también estas pequeñas partículas. Y luego nitritos, sulfatos, es una mezcla…, y gases químicos también. Entonces, todo esto, estas gotas líquidas, sólidas y de gases se mezclan, hacen una particulita pequeñísima, que nos la inhalamos. Por cierto, cada día necesitamos diez mil litros de aire, o sea que se dice pronto: diez mil litros que tenemos que inhalar, y luego exhalamos, todos los días. Porque claro, si hay algo que no podemos dejar de hacer es respirar. Eso es evidente, tenemos que respirar. Es algo de lo que no somos conscientes. Bueno, excepto un asmático; pregúntale a un asmático, verás como sí que es consciente de que respira. Diez mil litros que nos van a pasar por nuestro aparato respiratorio, que se van a ir a los pulmones y que ahí, ya, obviamente, van a provocar un daño. El mecanismo de actuación, pues, es porque son partículas que irritan, evidentemente el sistema inmunitario va a reaccionar y va a haber una inflamación. Es un proceso muy, casi me atrevo a decir mecánico, ¿no?, muy explicable fácilmente.

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Entran esas partículas en nuestros pulmones y van a causar pues esto que decía, enfermedades respiratorias crónicas, cáncer de pulmón, neumonía en niños pequeños. Pero es que luego no se quedan ahí. Esas partículas, las más pequeñas de todas ellas, van a entrar en el torrente circulatorio y una vez que entran en nuestro sistema circulatorio pueden alcanzar cualquier órgano. Van a alcanzar el sistema cardiovascular, o sea, van a alcanzar del corazón, y ahí son responsables de infarto de miocardio. Un porcentaje, casi un 30 % de los infartos, tiene que ver con una exposición prolongada a este factor de riesgo que es la contaminación del aire. ¿Y si se quedaran ahí? Pues bueno, pero es que alcanzan nuestro cerebro, también, nuestro sistema nervioso central, y ahí ya empiezan a ser cosas muy serias, también. No solo el ictus, sino que también empezamos a ver que una larga exposición a estas partículas, a esta contaminación del aire, va a ser responsable de procesos neurológicos importantes, de enfermedades degenerativas como el Alzheimer y el Parkinson, cada vez tenemos más evidencias sobre eso. Un déficit en la función cognitiva, o sea, en una palabra, vamos a ser un poco menos inteligentes, y nos va a reducir esa capacidad tanto del lenguaje como de la absorción de conocimientos, lo vamos a ir perdiendo con la edad.

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Va a provocar pequeños microinfartos y es tremendo el daño que va a provocar a nuestro cerebro. A lo mejor eso explica, ese daño que provoca a nuestro cerebro, explica que no estemos tomando acción cuando en realidad tendría que ser algo tan grave que deberíamos estar reaccionando todos como sociedad, ¿no?, de una manera clarísima, y sin embargo, no lo hacemos. A lo mejor es que ese coeficiente intelectual, que la contaminación del aire está ya teniendo un impacto en él, porque, entre otras cosas, no solo pasa y se pasea por todos nuestros órganos, es que también atraviesa la barrera placentaria. Entonces una mujer embarazada, esas partículas, esos contaminantes que inhalamos y, como os digo, diez mil litros de aire que pasan todos los días por nuestros pulmones, no son pocas las partículas que inhalamos. Van a llegar directamente a través de la placenta al córtex cerebral de ese feto que todavía ni respiró, y sin embargo ya tiene su desarrollo neurológico afectado. Incluso puede condicionar algunos comportamientos, enfermedades del comportamiento tipo el autismo y la falta de atención, estos niños hiperactivos. Y es una cosa que ya, o sea, estamos poniendo en riesgo la inteligencia de la próxima generación. No sé si somos conscientes de todo esto, probablemente no.

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Hay que repetirlo mucho más para que todo el mundo sepamos la importancia de esta contaminación que estamos respirando. Y nuestros pulmones no están preparados para eso, para respirar, para que nos autointoxiquemos, ¿no?, ese cóctel tóxico que tomamos todos los días, que va de la placenta al cerebro del niño, que va a ser menos inteligente, si puedo usar estas palabras así. O sea, va a afectar su coeficiente intelectual y no solo, va a tener también un condicionamiento a largo plazo, ¿no?, va a tener ese niño, que su mamá estuvo ya tan expuesta, va a tener problemas después en su desarrollo neurológico. Así que yo creo que vale la pena que nos pongamos muy seriamente a atacar esos factores de la contaminación del aire. Y creo que con esta crisis en la que todos estamos metidos, que es tan horrible y nadie quiso efectivamente este confinamiento, este cierre total de la actividad… Evidentemente nadie la quiere ni nadie la hubiera querido, pero nos ha hecho ver que las ciudades eran muchísimo más limpias, que el aire que respirábamos era mucho más… Los niveles de calidad de ese aire eran fantásticos. Había gente en Nueva Delhi que decía que por primera vez había visto por tres días seguidos el cielo azul, ¿no?

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Entonces, vale la pena que pensemos que estamos poniendo en riesgo la nueva generación, la generación que viene, mientras que normalmente como sociedad invertimos muchísimo en la educación de nuestros hijos, en desarrollarles ese cerebro de la mejor manera posible. Y resulta que ese mismo niño, cuando va a la escuela y está esperando el autobús, ese aire, ese tubo de escape del autobús o todos los coches que están ahí, se lo está respirando, se lo está tragando, y ya estamos poniendo en riesgo toda esa inversión que como sociedad estamos haciendo en que la próxima generación sea más inteligente. Así que, si no lo hicimos hasta ahora por nuestros pulmones, habrá que hacerlo por nuestro cerebro. Se está quemando, nos lo estamos quemando, y si no queremos cargarnos esa inteligencia de la generación que viene, habrá que tomar medidas inteligentes, ahora que todavía nos queda un poco de cerebro no demasiado contaminado por esas partículas tóxicas en el aire.

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Con el cambio climático, llevamos muchos años desde la Organización Mundial de la Salud yendo a todas estas cumbres de cambio climático intentando explicar y poner en la mesa de los negociadores que esto no solo es una cuestión ambiental, esto del cambio climático. Todo el mundo piensa que esto es una cuestión de ambientalistas, de activistas, de, bueno, verdes, de Greenpeace, de gente que se preocupa por esto de la naturaleza, gente que piensa en el planeta y que piensa en el futuro y qué va a pasar con las próximas generaciones. Nuestro papel desde la OMS como responsables de salud pública ha sido en los últimos años decir: “OK, todo eso es cierto, pero esto es un problema de salud, sobre todo un problema de salud humana”. Y eso es probablemente lo que nos ha costado más trasmitir, ¿no?, que la gente entienda que esto no es una cuestión de glaciares que se están, obviamente están desapareciendo, se están diluyendo. No es una cuestión de osos polares, sino que también es una cuestión de salud, de mis pulmones, de cómo me va a afectar. ¿Y cómo nos afecta este cambio climático a nuestra salud? Primero, obviamente, directamente. Creo que todos hemos sido testigos de esas escenas tremendas, ¿no?, de, pues, un tifón o un huracán, unas inundaciones y fenómenos meteorológicos que con el cambio climático, con ese calentamiento global, parece que aumentan de frecuencia.

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Todos hemos visto el sufrimiento humano que eso representa, ¿no?, las muertes que hay directas por estos fenómenos naturales, estos desastres naturales, pero también como eso después hace que la tierra no se pueda cultivar donde hubo una inundación, que haya hambruna, evidentemente que la gente se traslade, con lo tanto, en migraciones masivas de gente que no son precisamente los ricos del barrio, ¿no?, que se tienen que trasladar, sino aquellos que tenían unas casas que eran de madera o de la ladera de una colina, que llegó, nada, una ráfaga de aire, se los llevó, y llegó una inundación y obviamente no tiene ninguna capacidad de resiliencia. Este tipo de gente no tiene ahorros, no tiene una casa sólida, y la salud humana depende de tres pilares fundamentales, ¿no?, de lo que comemos, de la capacidad de producir alimentos, o sea, falla esa esa capacidad agrícola, pues puede haber una malnutrición. Cómo nos protegemos, el “shelter”, o sea, qué techo vamos a tener, una casa, quedándose inmediatamente sin vivienda esta gente que es muy, muy vulnerable, y como tercera, pues claro, el agua y la calidad del aire que respiramos. Y todos esos tres pilares van a desaparecer completamente cuando hay estos fenómenos meteorológicos violentos, estos desastres naturales.

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Pero luego también el cambio climático nos va a afectar de otra manera, que es cuando sube esa temperatura, aunque sea un grado, aunque sean dos grados. Uno dice: “Bueno, no pasa nada”. Sí que pasa. Primero, el nivel del mar sube y entonces todas esas poblaciones que vivían en la costa, de nuevo muy precario, pescando y tal, también completamente eliminadas. Segundo, con ese aumento de temperatura hemos visto, por ejemplo, últimamente casos de malaria en zonas montañosas de Kenia, o sea, zonas donde hace frío. No eran zonas donde el mosquito, el Anopheles, iba a encontrar las condiciones perfectas para tener su familia y reproducirse y tener una vida feliz y sana, ¿no? Al revés, iba a tener unas condiciones muy difíciles. Bueno, pues estamos viendo cómo ese mosquito consigue esos vectores que trasmiten enfermedades. Están mucho más felices ahora, porque tienen muchas más zonas geográficas donde pueden tener esas condiciones de reproducción mucho mejor. Así que hemos visto casos de malaria en zonas montañosas de Kenia, donde antes no había. Y con un sistema sanitario que obviamente está siempre al límite, ¿no? en África, si aumentas el número de casos de malaria, evidentemente tenemos un problema.

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Otro es el dengue. Tenemos ahora un aumento de más de un 35 % de probabilidad de población expuesta al dengue en Asia, sobre todo en Asia y en Latinoamérica. Y eso, efectivamente, es un problema de salud pública muy grave y eso lo hacen esas condiciones de ese pequeño aumento de temperatura. En Europa, lo que la gente está más acostumbrada y ha entendido muy bien son esas olas de calor, ese efecto térmico, y fue realmente muy dramático. Esas personas que estaban solas, que simplemente una cuestión que parece tan banal, ¿no?, como la deshidratación. Esa ola de calor que provocó que trabajadores de la construcción en India, por ejemplo, que obviamente tiene unas condiciones muy precarias, trabajando en esas horas de estrés térmico tan alto, un aumento de defunciones importante. Y eso ahora se va a quedar. Eso ahora viene para quedarse y genera evidentemente un impacto también en nuestra salud muy grave. Por eso nosotros cada vez en estas negociaciones de cambio climático ligamos más el cambio climático y la contaminación del aire. ¿Por qué? Porque en realidad las causas, o sea, si vamos a ver qué causa el calentamiento global, pues una de las causas más importantes es la combustión de combustibles, o sea, el quemar combustibles sólidos.

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Esa combustión genera esos gases de efecto sierra, ese calentamiento, pero genera, también, contribuye a generar esa contaminación del aire. Por lo tanto, luchar contra las causas de cambio climático, de alguna manera, uno de los beneficios más importantes, al reducir, al parar esa combustión de estos combustibles fósiles tan contaminantes, vamos a reducir la contaminación del aire. Y al reducir la contaminación del aire vamos a reducir esos siete millones de muertes prematuras que tenemos cada año debido a la contaminación del aire. O sea que las causas se sobreponen. El quemar esos combustibles sólidos nos da esa contaminación del aire, que esa sí que se ve, se mide, y causa muertes directamente. Y por eso para nosotros son dos agendas, dos causas que hay que trabajar en común porque se sobreponen las dos en casi un 70 %. Esos combustibles fósiles hay que mandarlos de nuevo a ser fósiles, estar donde les corresponde, que son ser fósiles, y buscar esas energías nuevas, renovables y limpias de las que podemos además disponer de una forma, en el caso de España, sobre todo de una forma fácil, estratégica, y que sería tan bueno también para nuestra economía.

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Creo que por ahí vamos a reinventar un poco más el mundo y, sobre todo, no pensar que esto es una causa ecológica de iluminados ambientalistas. No, no, esto es una cuestión, es una cuestión de, no solo de supervivencia, es una cuestión económica. Decía recientemente que, para mí, ahora mismo el país, los países, los gobiernos que acierten en su política energética, que tengan una política energética inteligente, estratégica, de energías sostenibles y renovables, van a ser los países vencedores, no solo en la protección del medioambiente, de la salud, no, no, en la economía. Por ahí hay un camino económico muy interesante que en tiempos como los que estamos viviendo ahora, donde hay que provocar esa recuperación económica, esa economía verde o esa economía sostenible, esa economía inteligente, porque en el fondo, ya no sé cómo llamarla. Yo creo es una economía de sentido común e inteligente, de parar de contaminar. Eso tiene ventajas por todos los lados, para la salud, para el cambio climático, para el planeta, la economía. Y el día, creo, que entendamos ese vínculo, economía, salud y ecosistemas, ese día creo que la gente se convencerá muchísimo más.

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Yo siempre digo que nuestros mejores, quien nos hace más, digamos, la divulgación de todo esto son a veces las abuelas. Es increíble porque he trabajado con grupos, distintos grupos, de hacer recomendación, en fin, de divulgación de la ciencia, y de las más convencidas que me he encontrado son un grupo de abuelas en Inglaterra, un grupo muy organizado que se llama Mums For Clean Air, que trabajan por el aire limpio. ¿Por qué? Porque tienen nietos asmáticos. Y estas mujeres que entienden que el que su nieto salga a la calle y respire ese aire contaminado, han entendido perfectamente el vínculo que tiene con la salud de sus nietos, esas mujeres se vuelven las mejores embajadoras de esta causa. Y ahí ya entienden perfectamente que esto no es una cuestión ambientalista, es una cuestión de pulmones, y que hay que proteger esos pulmones y hay que hacer que esos pulmones vuelvan a respirar bien otra vez, y que eso se hace si se reduce esa contaminación, y para eso necesitamos políticas inteligentes y estratégicas que ellas han entendido perfectísimamente.

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Hemos tenido conversaciones muy interesantes con economistas, hemos hecho estudios de coste-beneficio. Hay estudios económicos importantísimos en este momento. Por ejemplo, yo no sé si la gente sabe que se paga 200.000 millones al año en subsidios a los combustibles fósiles, ¿no? O sea, estamos pagando para que nos contamine, solo para mantener un tipo de economía que no es rentable, porque después las externalidades, es decir, el coste real de esos subsidios, no incluye el coste para el sistema sanitario, que son trillones, cinco trillones. Es decir, las enfermedades crónicas, la asistencia sanitaria que van a requerir esas enfermedades causadas por esa exposición a la contaminación del aire como resultado de esa combustión de los combustibles fósiles, cuesta cinco trillones. Es decir que esa subvención es absurda porque estás pagando por algo de lo que no calculaste cuál va a ser después el coste real en tu sistema sanitario, con lo cual es una inversión malísima.

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Sin embargo, estamos viendo como los países que en este momento tienen una economía más avanzada, más potente, que además son países que no contaminan y son países muy ricos… Son los escandinavos, por ejemplo, porque esos países no son precisamente países pobres o países que han optado por un sistema económico verde, pero que les hace a todos pobres. No, son países de los más avanzados, como económicamente, de los que tienen estándares de vida más altos, de los que tienen una protección social altísima de la población, y, sin embargo, son países que han optado por las energías renovables, con lo cual quiere decir que es rentable. Esos que dicen que hay que proteger el empleo y que, por lo tanto, no a la economía verde, ¿han echado cuatro cuentas básicas? No, es simplemente un mantener un “statu quo”, porque da como, no sé si pereza o miedo, o políticamente no encuentran el momento, pero está claro que esa transición energética sostenible es económicamente no solo muy rentable. Es la que nos va a hacer si es que hay una recesión. Todo el mundo dice que va a haber esa recesión. Esperemos que se equivoquen esos grandes economistas y que no la haya, pero si hay que salir de ella, si hay que tener una política de recuperación económica y social, que hay que ser muy creativos en ella, está claro que esto es uno de los elementos más potentes, más visibles, mejor demostrados.

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Es rentable. No solo es rentable. Es la economía, no de un futuro lejano, la economía de ahora. Invertir en esas energías renovables en un país como España, tendría muchas facilidades de también reinventarse con eso un turismo mucho más atractivo en este momento, relacionado con ese medioambiente, con esa no destrucción, con esa mejora de la calidad del aire, con esas ciudades que van a permitir otro tipo de calidad en cuanto a interacción social en las calles, de menos vehículos contaminantes. Todo eso tiene una razón económica fantástica y creo que además no hace falta llamar a los economistas más, digamos, sofisticados. Está perfectamente demostrado que quien ha invertido en este tipo de energías, su economía está teniendo enormes beneficios. Lo que está claro es que no vamos a ir atrás a las energías fósiles, a las energías que no son renovables, porque ya eso era una economía simplemente de mantenimiento por evitar un cierto tipo de caos social que, por supuesto, hay que afrontar, pero es irreversible. No podemos mantener una economía que mata a siete millones de personas. Eso está clarísimo.

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Y ahora que todo el mundo está tan sensible a qué es lo que me hace vulnerable desde el punto de vista de mi salud, qué es lo que me vuelve muy vulnerable en el caso de que haya un virus que aparezca o de que haya una epidemia, y está claro que el que tus pulmones estén permanentemente respirando aire contaminado te vuelve vulnerable. Que tu medioambiente y tu ecosistema esté destruido y que pueda haber saltos de infecciones de animales a humanos te hace muy vulnerable. Así que habrá que construir esa recuperación creando una especie de lo que llamamos, le hemos llamado como una especie de muros verdes para proteger tu salud, ¿no?, para hacerte mucho más resistente, mucho más fuerte y mucho menos vulnerable. Y esos muros verdes, además, van a construir la economía. Yo no soy economista, pero hemos hablado con muchos economistas, hemos hecho muchos análisis de coste-beneficio, de coste de inacción, de coste-eficacia. Todos los análisis dan como ganador a dejar de lado, dejar de subvencionar las energías fósiles, dejar de subvencionar lo que no es rentable y además está matándonos.

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Invertir, obviamente con una transición que proteja a aquellos que… No queremos dejar tampoco sin empleo a mucha gente. Hay que hacerlo teniendo en cuenta también esa protección. Yo vengo de una zona minera, obviamente entiendo lo que significa el subvencionar a esas personas que se quedan sin empleo, o transformar esa economía, hacer esa transición, esa transformación de una forma inteligente. Pero está claro que la energía, la apuesta por la fuente de energía que vamos a utilizar es fundamental y es una apuesta siempre ganadora. Los países que insistan en quedarse con una energía… Otra prueba, por ejemplo, los países productores de petróleo, los más tradicionales, los más ricos, los emiratos, hace tiempo ya que están invirtiendo en desarrollar energías renovables, energías limpias, porque saben perfectamente que ese es el siguiente paso. Entonces que no nos sorprenda ese futuro inmediato sin estar bien preparados porque nuestro empleo, nuestros jóvenes, la nueva generación y su, digamos, su economía y su capacidad de integrarse, inserirse en la sociedad, va a depender en grandísima medida de cómo planificamos y qué fuentes de energía vamos a tener en nuestro país.

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Recientemente hemos visto tantos movimientos de jovencitos de Bachillerato que se manifestaban en las calles, que empiezan a entender que esto tiene mucho que ver con su futuro, y que la destrucción del medioambiente no les beneficia, ¿no? Ha habido ese movimiento en la calle, esos Viernes por el Clima, ¿no?, con estos chiquillos tan estimulantes y que te inspiran, que salen a la calle, que empiezan a decir a sus padres: “Hay que reciclar, no consumas plástico”, empiezan a recoger ese plástico de los océanos. Hemos visto también otra cosa muy estimulante, que es que los profesionales de la salud la semana pasada tuvimos 40 asociaciones que representan a 40 millones de profesionales de la salud diciendo: “Vamos a salir de esta, de esta situación que nos ha causado esta epidemia, pero vamos a salir de una forma verde y saludable porque es la única manera”. Son 40 millones de profesionales de la salud que también empiezan a ver que de qué sirve que le des un tratamiento a una persona que tiene una enfermedad respiratoria crónica si luego la mandas a respirar el mismo aire tóxico que estaba respirando, ¿no?

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O este médico de Nueva Delhi, amigo nuestro, que ha creado un movimiento estupendo con cirujanos, de neumólogos, que están viendo pulmones de niños de 17 o 18 años que no han fumado nunca, y que tienen pulmones similares a los de un fumador crónico de 70 años, y con un cáncer de pulmón desarrollado solo porque están respirando en ciudades como Delhi, que son, obviamente, muy contaminadas. Tienen ese pulmón equivalente al de un fumador crónico que lleva 40 años con dos paquetes de cigarrillos al día. Entonces estamos viendo muchas asociaciones, Madres por el Aire Limpio, estamos viendo jóvenes, estamos viendo esta nueva generación de universitarios que también empiezan a ser muy conscientes de todo esto, y también algunos gobiernos que están tomando decisiones, pues también muy, bueno, de liderazgo, ¿no?, de tomar algunas medidas y explicar por qué reducir la circulación de coches en París. Es una buena, además, es una buena imagen para un alcalde, cuando un alcalde hace una campaña de este tipo. Con los alcaldes trabajamos mucho y son, realmente pueden ser excelentísimos casi ministros de salud, ¿no?, porque tienen en su mano la capacidad de tomar decisiones en el transporte público, en si va a haber bicicletas o no, si puedes caminar y vas a ser un poco menos sedentario y más activo y por lo tanto vas a reducir esas enfermedades relacionadas con la sedentariedad, la obesidad y el sedentarismo.

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Pues ese tipo de movimientos, de alcaldes, de gobernadores de regiones, cada vez lo estamos notando mucho más, y efectivamente contribuye a que nuestro estilo de vida va a cambiar. Y nuestro estilo de vida tiene que cambiar en varias cosas. Creo que este choque que hemos tenido, espero que nos ayude también a hacer esos cambios. Uno es claramente la movilidad, ¿no?, cómo nos vamos a mover. Vamos a dejar de viajar en avión porque nos sentimos todos realmente muy preocupados por las emisiones, y entonces pasamos de viajar cada cinco minutos a ahora no viajar nunca, o viajar solo en medios que no sean contaminantes. Bueno, hay muchas opciones. La economía tiene que recuperarse de muchas maneras, pero está claro que habrá que siempre seguir buscando esos combustibles, incluso para los aviones, que contaminen lo menos posible. Tendremos que basarnos mucho más en la economía, bueno, de producción agrícola local, o sea, consumo más local, estos alimentos tienen, o los productos de consumo que recorren cada vez menos kilómetros, y creo que esto ha sido una cosa también que todos hemos, un poco, disfrutado durante el período obligado, ¿no?, de estar encerrados, que te das cuenta de que el agricultor, el granjero que está muy cerca es el que nos trae los productos diarios, y bueno, también, por fin podemos enterarnos de la importancia que tiene esa producción sostenible desde el principio, ¿no?

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La producción de alimento sostenible hasta el final es la eliminación de todos estos residuos y todo este “waste”, todo lo que se genera, lo que sobra, digamos, de esta alimentación, que se podría alimentar a todo el planeta si no tiráramos casi un tercio de los alimentos que se producen, terminan en la basura. Entonces, ¿cómo nos vamos a mover? Es evidente que la manera de movernos en las ciudades tiene que cambiar definitivamente. Se acabó. Creo que la demanda del ciudadano va a ir en ese sentido, que no va a aceptar de nuevo todas esas ciudades donde el coche es el rey y nosotros somos el pobrecito que se adapta, ¿no?, al coche. Si me dejas un sitio, a lo mejor yo también vivo en la ciudad. Vamos a tener una necesidad increíble de ideas de transporte, porque en realidad lo que la gente queremos es movernos. ¿Cómo lo hacemos? Pues se puede ser muy creativos. Va a haber transporte sostenible público, va a haber a lo mejor maneras más inteligentes. No tendremos que ir a la ciudad todos a las nueve de la mañana o a las ocho de la mañana. Con el “teleworking”, creo que también esos van a cambiar, esos ritmos. No necesitamos pasar dos horas en la carretera y que eso nos haga parecer grandes ejecutivos de éxito, porque pasamos todos los días una hora y pico en el tráfico. En absoluto, se va a parecer como perdedores, ¿no?

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Me encantan los chicos, chicos y chicas, quiero decir, en los países escandinavos, cuanto más éxito empresarial tienes, no lo demuestras comprándote el coche más enorme que haya en el mercado, sino al revés, más éxito empresarial tienes, más vas en bicicleta o en un transporte ecológico y que respeta el medioambiente. Considerarían mal a un chico que tiene éxito profesional y que se va con un cochazo enorme solo para una persona y ocupando todo ese espacio y contaminando de esa manera, ¿no? O sea que los parámetros de éxito social creo que van a cambiar mucho, y la movilidad va a ser uno de ellos. Ese turismo donde antes había que ir lo más lejos posible, pues a lo mejor ahora no. Ahora volvemos a valorar, y creo que el ambiente rural va a ganar también muchísimos puntos después de la experiencia traumática de estar encerrados entre cemento en ciudades, ¿no? Creo que las ciudades se van a volver más humanas, más pequeñas. No podemos seguir planificando esos monstruos de millones y millones y seguir creciendo. Habrá que hacer núcleos y compactos, nada de esas ciudades extendidas, con lo cual tienes que cada día pasar horas para venir a tener un mínimo de servicios o poder realizar tu trabajo.

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Va a haber muchos cambios y creo que va a depender de cuán de creativa es una ciudad, una generación. Tenemos jóvenes con unas ideas, yo es que les daría espacio a ellos todos los días, en cualquier reunión de gobierno, en cualquier reunión de toma de decisiones, metería cuatro o cinco de estos chicos de talento. Y de nuevo cuando digo chicos, quiero decir chicos y chicas, ¿eh?, estos jóvenes con ideas creativos, darles espacio, darles oportunidades, porque de ahí van a salir cosas que nos van a sorprender mucho, pero también económicamente. No es solo por la creatividad, es que van a ser ideas que económicamente van a ser de mucho, de mucho, de mucho resultado positivo, de un impacto positivo muy bueno. Y ellos son los que nos tienen que ayudar a salir de todo esto con esa creatividad. Y desde luego no hay que hacer las cosas solo porque se hicieron siempre así. Si se hicieron siempre así y dan malos resultados, razón de más para cambiarlas cuanto antes. Si queremos de verdad darles espacio a estos jóvenes, que yo desde luego creo que de ahí saldrá todo, estos chiquillos, porque a veces son realmente jóvenes, pero con unas ideas, con una creatividad, con espacio para lanzarse.

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¿Qué materiales van a reemplazar al plástico? Yo tengo la suerte de estar en contacto con… Bueno, tengo un hijo de 25 años, entonces evidentemente creo que estoy en contacto con esa generación y son increíblemente fabulosos. No solo son soñadores, idealistas, y luego no son pragmáticos. No, también son muy pragmáticos, tienen mucha, mucha capacidad de usar eso para transformar las cosas, y creo que si no los aterrorizamos demasiado ahora, si no los reprimimos demasiado, y sobre todo si no les damos un ambiente de miedo, creo que van a darnos unas sorpresas muy positivas. Claro, hay que invertir en educación, hay que invertir en que estos chicos, de becarios con a veces 900 euros en una beca de investigación, con un doctorado… Hay que mimarlos un poco más, hay que darles más despacio y sobre todo dejarles hablar, porque a lo mejor el dinero lo van a encontrar ellos después, cuando no les importa estar un tiempo así, con esos sueldos un poco bajos. Pero después, si tienen una buena idea, saber estar ahí para apoyarla y que eso va a dar dinero después a ellos también y les va a compensar económicamente. Pero hay que saber dónde invertir.

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En la OMS desde luego, tenemos, ahora mismo acabamos de crear una cosa que se llama la Academia de la OMS, porque queremos que muchos cursos de formación que tenemos, muchas clases, muchos materiales, que los puedan usar los chicos de todo el mundo, gratis, completamente gratis, y que a través de internet pues que puedan tener acceso a esa educación y a ese nuevo sistema de formarse, que no cabe duda que hay chicos en cualquier lugar remoto del mundo, que ahora mismo a lo mejor son muy pobres, pero tienen acceso a internet, a lo mejor yendo a un café y pagando una cuota, pero tienen acceso y tienen desde luego su cerebro. Y de ahí un continente como África, tan joven, también tiene que sacar muchas ideas con este tema de un mundo un poco más sostenible, ¿no? Y para que este mundo sea de verdad más sostenible y no tengamos que pasar otra vez este choque tan tremendo del que todavía no hemos salido, pero no cabe duda que saldremos, esta pandemia nos ha, de alguna manera, hecho chocar contra nuestra propia realidad, ¿no?, cuáles son nuestras debilidades.

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Está claro que para muchos países, afortunadamente no España, pero para muchos países el no tener una cobertura sanitaria universal ha sido una de las debilidades. Muy pronto se ha visto estas desigualdades, esta gente que no tiene acceso a servicios básicos de salud si no paga, y hay gente que no puede pagar. O sea que reforzar esos sistemas de salud, de cobertura sanitaria universal fundamental. Pero es que también nos ha puesto delante de esa desigualdad, de esas brechas tan tremendas que tenemos en muchos sitios, que habrá también que ir corrigiendo y, sobre todo, ponerlas muy altas en las prioridades de estos gobiernos. Y luego nos ha hecho entender que hay que llevarnos mejor con el medioambiente y con los ecosistemas, que solo vamos a ganar de eso. O sea, no vamos a perder. Al revés, van a ser todo ganancias. Y en este sentido, en la OMS nos hemos lanzado la semana pasada a una cosa que quisimos llamar, para simplificar, “Manifesto”, ¿no?, un manifiesto para una recuperación saludable y sostenible, o verde y saludable.

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Y la idea era, como decía, crear esa especie de muros verdes de contención y de protección de nuestra salud. Porque después de esta crisis está claro que la gente no quiere oír hablar de más crisis, no quiere oír hablar: “Ahora va a venir el cambio climático, ahora va a venir la contaminación del aire”. Entonces queremos ponerlo en positivo. Vamos a salir de esta situación tremenda en la que estamos, con consecuencias demoledoras para la economía y la sociedad. Vamos a intentar, de necesidad virtud, ¿no?, poner una palanca ahí y hacer una recuperación económica rápida pero inteligente. Entonces, hemos hecho seis prescripciones para esa recuperación económica y saludable y verde. La primera, desde luego, llevarnos bien con la naturaleza, o sea, esa protección del medioambiente, evitar esa deforestación para no estar en contacto, evitar esa contaminación de los ríos, del aire, de toda la tierra que cultivamos y que luego nos lo tragamos todo en los océanos, los plásticos, en fin, llevarnos mejor con la naturaleza. Lo primero es la naturaleza.

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El segundo sería acceso a los servicios básicos. Está claro que hay centros de salud, hay lugares en el mundo donde todavía la gente no tiene acceso a agua potable. Estamos hablando de casi una mitad de la población mundial, ¿eh?, no un porcentaje pequeñísimo. No tiene electricidad, evidentemente, y tenemos centros de salud, un 40 % de la población que no tienen electricidad en los centros de salud, con lo cual no tienes tampoco ningún sistema para tener, pues no sé, desde un bisturí eléctrico, hasta un refrigerador para tener la vacuna ahí bien conservada en el caso, en fin, para conservar la temperatura. Así que esos servicios básicos fundamentales. Tercero, una producción de alimentos sostenible. Producción, consumo y eliminación de toda esa producción de alimentos sostenible, de nuevo inteligente y económicamente muy rentable. Cuarto, que nuestras ciudades sean vivibles, es decir, que sean más humanas, con menos tráfico, con menos contaminación, con posibilidades de caminar, de ir en bicicleta, de tener una vida menos sedentaria, más conexión social, y sobre todo compactas, donde pueda haber una planificación urbana pensando en la salud de la gente también y protegiéndola.

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Y eso también va a dar resultados muy buenos hasta incluso desde el punto de vista del turismo, ¿no?, porque será mucho más atractiva, y claro, los beneficios económicos para toda la población, los ciudadanos que viven en ella. Quinta serían las energías. Está claro que tenemos que invertir en energías del futuro y no energías del pasado. Esas se van a acabar, son destructivas, causan un daño tremendo a la salud, al medioambiente y a nuestra economía. No son para nada rentables y hay que invertir en esas energías del futuro que nos puedan dar beneficios económicos enormes. Y ya la sexta, pues no pagar subsidios a algo que nos está matando, o sea, parar esos subsidios tan enormes a nivel mundial que se están haciendo en esos combustibles fósiles y empezar a pensar en verde y en azul. Y digo en azul porque normalmente la OMS es en azul, y verde, porque por ahí va a venir también esta recuperación socioeconómica y, por supuesto, sanitaria, de proteger cada vez más nuestra salud y ponerla en el centro de cualquier planificación que sea urbana, que sea de políticas de transporte, de políticas energéticas, de políticas de elección de medio de vida. Tenemos que pensar en nuestra salud. Si pensamos en ella y la ponemos en medio, todas las decisiones van a ser más inteligentes y más saludables.