Estrategias para aprender mejor
Barbara Oakley
Estrategias para aprender mejor
Barbara Oakley
Educadora y escritora
Creando oportunidades
Cómo aprender eficazmente
Barbara Oakley Educadora y escritora
Barbara Oakley
Barbara Oakley es profesora de Ingeniería en la Universidad de Oakland en Rochester, académica distinguida con el galardón Ramón y Cajal de Aprendizaje Digital Global en la Universidad McMaster. Es directora del curso "Aprender a aprender" de Coursera, el mayor curso online del mundo. Oakley es una de los referentes internacionales sobre neuroeducación y ganadora de numerosos premios de enseñanza, como el Premio Chester F. Carlson de la Sociedad Americana de Educación en Ingeniería. En sus libros "A Mind for Numbers" y "Mindshift", ofrece claves para descubrir nuestro potencial oculto gracias al aprendizaje.
Oakley ha tenido una vida llena de aventuras. Fue nombrada Capitana en el Ejército de Estados Unidos, trabajó como experta en comunicaciones en la Estación del Polo Sur en la Antártida y desempeñó labores de traducción a bordo de barcos de pesca en el Mar de Bering. La Doctora Oakley nos invita a salir de nuestra zona de confort para desarrollar nuevas habilidades y trabajar la flexibilidad: "Una cualidad que nos ayudará a adaptarnos a un mundo en constante cambio", sostiene.
Transcripción
Y era alistándome en el Ejército. Así que me alisté en el Ejército y aprendí otro idioma. Aprendí ruso. Acabé trabajando en barcos pesqueros rusos. Y, bueno, me encantaba vivir nuevas aventuras y ver el mundo desde otras perspectivas. Así que acabé yéndome al Polo Sur, a la Antártida. Y allí es donde conocí a mi marido. Que, por cierto, está aquí mismo. Sin embargo, descubrí algo que me sorprendió mucho, y es que cuando fui a salirme del Ejército, con veintiséis años que tenía, ningún empleador llamaba a mi puerta diciendo: «Necesitamos tu habilidad con el ruso a toda costa». De hecho, lo que había hecho sin querer era eso que todo el mundo dice: había seguido mi pasión y había hecho lo que quería hacer, que era aprender un nuevo idioma, pero no tuve en cuenta que ahí fuera hay todo un mundo que tiene sus necesidades. No están solo mis necesidades, también están las del mundo.
Me puse a pensar en lo que se suponía que yo debía ser. Me enorgullecía estar abierta a nuevas aventuras y nuevos puntos de vista. Pero me di cuenta de que me había encerrado a mí misma dentro de una caja, en cierto modo. Yo decía: «No puedo aprender Matemáticas y Ciencia». Sin embargo, ¿aprender Matemáticas y Ciencia no era como una nueva aventura? Era una aventura mental. Así que a los veintiséis años me salí del Ejército y decidí volver a la universidad para ver si podía reeducar a mi cerebro para aprender Matemáticas y Ciencia. Empecé con clases de álgebra a nivel de instituto. Más bajo no se puede empezar. Y me resultó muy muy difícil. Pero fui lo suficientemente inteligente como para darme un tiempo. No empecé en un nivel muy alto.
Pensé: «Esto no se me da muy bien, así que empecemos desde el principio». Y me lo tomé con calma. ¿Y sabéis qué? Aunque sea extraño, hoy estoy aquí con vosotros como profesora de Ingeniería, así que la cosa salió bastante bien. Pero si hubiera sabido lo que sé ahora sobre cómo aprender de forma eficaz, me habría resultado muchísimo más fácil. Conforme iba mejorando y aprendiendo poco a poco matemáticas y ciencia, descubrí algo muy sorprendente. Y es que al aprender matemáticas y ciencia, estás usando algunas habilidades que también usas al aprender un idioma extranjero. Y por lo que sabemos sobre neurociencia en estos momentos, eso es muy cierto. Algunas técnicas son compartidas en el aprendizaje. Pero, por desgracia, los educadores a veces se encasillan dentro de una disciplina determinada. Por ejemplo, puede que enseñen matemáticas, o idiomas, o cualquier otra disciplina.
Pero les puede resultar difícil ver las similitudes que hay en el funcionamiento del cerebro. Así que cuando me convertí en profesora de Ingeniería, pensé: «Una de las ventajas de ser profesora es que puedes hacer lo que te da la gana». Al menos cuando ya eres titular. Pero yo ya me escabullía y hacía lo que quería antes de eso. Y me puse a investigar: ¿Qué dice la neurociencia del cerebro? ¿Qué dice la psicología cognitiva? Y también investigué y escribí sobre cosas como las patologías del altruismo. Es sencillamente un término para decir que a lo mejor crees que estás haciendo algo muy bueno, que tal vez no sea tan beneficioso para los demás como piensas.
Al final, llegó el día en que uno de mis alumnos me hizo una pregunta. Se había enterado de que se me daban fatal las Matemáticas y la Ciencia cuando era pequeña. Y me preguntó: «¿Cómo conseguiste cambiar tu cerebro?». Y yo pensé: «¿Cómo que cambiar mi cerebro?». Pero se me ocurrió que la neurociencia proporcionaba mucha información que la gente debería conocer sobre cómo aprender de forma más eficaz. Y mucha de esa información no era de dominio público. Así que empecé a escribir un libro. Y ese libro acabó siendo «Abre tu mente a los números». Y luego empecé a escribir otro libro que acabaría convirtiéndose en «Cambiar la mentalidad». En ellos se explicaba cómo aprender, evolucionar y cambiar tu cerebro, aun siendo adultos. Y todas estas cosas surgieron del hecho de que siempre me había interesado no solo lo más importante, sino también los temas un poco más secundarios. Y entonces, cuando tenía…
¿Debería revelaros mi edad? Tenía casi sesenta años y dije: «Oye, en Internet se publica un montón de información nueva y estupenda. ¿Y si hago vídeos para que la gente pueda aprender esta información de forma mucho más sencilla?». Yo no sabía en qué me metía, no sabía lo difícil que era, y me puse a hacerlos. Luego mi marido empezó a colaborar conmigo como director tras las cámaras, y creamos, junto a Terrence Sejnowski, Profesor Francis Crick en el Salk Institute, el curso masivo abierto online «Aprender a aprender». De hecho, esa es la razón de que esté hoy aquí, porque si presentamos esos conocimientos de formas novedosas, la gente está deseando asimilarla. Les resulta de mucha utilidad. Así que estoy muy agradecida por estar aquí, por poder compartir con vosotros estas ideas. Pero también me gustaría escuchar lo que tengáis que decir. Así que si tenéis preguntas, me encantaría escucharlas.
Podemos aprender cosas de los profesores, pero no es necesario que sea de forma presencial. Creo que está teniendo lugar toda una revolución educativa con las nuevas maneras de aprender que tenemos a nuestro alcance. Y yo creo que el aprendizaje es más que simplemente aprender conceptos sobre historia o cómo resolver un problema matemático en particular. El aprendizaje requiere, en mi opinión, la habilidad de ser flexible. Eso me parece importantísimo y a menudo se deja de lado. La gente piensa: «Bueno, he aprendido esto. Esta materia o lo que sea se me da bien». Y a veces no nos damos cuenta. Mi héroe en la ciencia es un hombre llamado Santiago Ramón y Cajal. Cajal dijo… Tenía una memoria pésima. Le resultaba dificilísimo aprender cosas y retenerlas en su mente. Pero ganó el Premio Nobel y ha pasado a la historia como el padre de la neurociencia moderna.
Cajal dijo algo que a mí me parece muy importante. Le preguntaron: «¿Cómo lo ha hecho? ¿Cómo ha logrado tener tanto éxito?». Y él dijo: «Yo no soy ningún genio». Y no lo era, le resultaba difícil aprender. Dijo: «Fui constante y flexible cuando los datos decían que me equivocaba. Fui capaz de cambiar y reintentarlo desde otra perspectiva». Dijo: «Yo he conocido y trabajado con muchos genios. Y lo malo que tienen los genios, aquellos que consideramos inteligentes y que aprenden rápido, es que se acostumbran a aprender cosas muy rápidamente y a tener siempre razón. Al menos cuando son jóvenes, cuando las respuestas son más sencillas. Y con el tiempo, cuando se hacen mayores y maduran, pueden tender a… Están tan acostumbrados a tener siempre razón que sacan conclusiones precipitadas, toman decisiones rápidas, y cuando se equivocan no pueden cambiar de opinión. En lugar de eso, utilizan su inteligencia para idear distintas maneras de justificar su error».
Muchas veces la gente cree que solo aprendes algo si estás concentrado. Pero eso no es cierto. Cuando te relajas o piensas en otra cosa distinta, el cerebro trabaja también en segundo plano en lo que estabas pensando. Tú no te das cuenta, pero lo hace. Y luego, cuando vuelves al primer tema, de repente todo cobra sentido. Así que mi primer consejo para aprender bien es ser consciente de que si no puedes resolver algo que te resulta muy difícil la primera vez que te enfrentas a ello, no pasa absolutamente nada. De hecho, es normal que eso ocurra. Sí, hay gente que se pone y resuelve las cosas enseguida. Pero si tienes que alternar entre concentración, descanso, concentración otra vez… En cierto modo, estás adquiriendo el conocimiento de una manera más profunda. Por lo que puede ser beneficioso tener lo que llamo «un cerebro de senderista». Llegas a la meta, pero tardas mucho más que una persona con «un cerebro de coche de carreras». Yo creo que hay que aprender que el aprendizaje a menudo conlleva concentración pero también descanso o hacer otra cosa. Ese es un buen consejo para aprender.
Otro consejo sería la técnica Pomodoro. Doy un curso de «Aprender a aprender» que tiene dos millones y medio de alumnos registrados en estos momentos, es uno de los mayores cursos en línea de todo el mundo. Así que me da la oportunidad de hablar con estudiantes de todo el mundo, y su problema número uno a la hora de aprender es la procrastinación. «No me apetece aprender esto ahora mismo». Ahora sabemos que solo pensar en algo que no te gusta ni quieres hacer, activa la corteza insular, que es la parte del cerebro que experimenta el dolor. ¿Qué hace nuestro cerebro? Dice: «¡No hay problema! Prestemos atención a otra cosa». Y entonces, de repente, te sientes mejor, pero acabas de aplazarlo.
La técnica Pomodoro la inventó el italiano Francesco Cirillo, en los años ochenta. Es muy sencilla: solo tienes que quitar todas las distracciones, nada de ruiditos ni notificaciones en el móvil ni el ordenador, pones un temporizador de veinticinco minutos, y te concentras todo lo que puedas durante esos veinticinco minutos, siendo consciente de que tu mente puede divagar, ¿vale? Porque a veces es inevitable distraerse. Pero la traes de vuelta tranquilamente: «Por ahí no, voy a concentrarme de nuevo». Y luego, cuando hayan pasado los veinticinco minutos, te das un premio. El premio puede ser escuchar tu canción favorita, tomarte un café, levantarte y moverte un poco, jugar un rato a un videojuego… Si te resulta difícil volver, pon un cronómetro para el descanso. Esta técnica, según me cuenta gente de todo el mundo, es muy popular y muy eficaz. La recomiendo encarecidamente.
Y lo que hemos hecho con el curso «Aprender a aprender» ha sido alejarnos completamente de ese enfoque y decir: «Lo que la gente quiere y necesita de verdad es lo que dicen las investigaciones». Por eso empezamos con una base de neurociencia. Y si la neurociencia se complica mucho para ser comprensible, utilizamos metáforas para transmitir ideas clave, de modo que puedan comprender la neurociencia a fondo a través de estas metáforas. Y también tenemos imágenes muy divertidas.
Reformulamos por completo lo que sabemos sobre cómo aprender eficazmente y lo ponemos sobre una sólida base neurocientífica, hemos sabido aportar frescura al aprendizaje. Un enfoque del aprendizaje que creo que a la gente le resultará mucho más útil y práctico. Además, el nuevo enfoque online al aprendizaje se centra en las ideas más importantes, las más útiles y prácticas, apoyadas sobre una base científica, expresadas de la forma más sencilla y de la forma más divertida posible para facilitar el aprendizaje. Si creas un curso así, la gente lo disfruta de verdad.
Fijaos en lo que buscan los niños: quieren algo que sea rápido, como un juego, y todo eso se puede conseguir online. Eso es más difícil lograrlo fuera del mundo online. Creo que lo ideal es una mezcla de buena paternidad que fomente el aprendizaje, y de buenos profesores presenciales, además de unos buenos materiales online con buenos instructores. De lo que no se suele hablar es que la mitad de los profesores son mediocres.
Es decir, que si crees que lo online no es tan bueno como lo presencial… Espera un momento. La mitad de los profesores presenciales puede que no sean tan buenos como creéis. Y gracias a buenos materiales online se pueden transmitir ideas que puede que un profesor no sepa transmitir. Pero los niños pueden comprenderlo con mucha rapidez. Yo creo que algunos conceptos de la psicología cognitiva y de la neurociencia, en realidad, son muy fáciles de comprender. Son tan fáciles que hasta los niños pueden entenderlos. Lo que pasa es que, a veces, los profesores se han pasado tantos años para llegar hasta donde están que no quieren que parezca tan fácil que hasta los niños pueden entenderlo.
Así que puede que les cueste incluso encontrar la motivación para transmitir estas ideas de manera sencilla y fácil de comprender. Pero la verdad es que, en realidad, a menudo son ideas sobre el aprendizaje muy fáciles de comprender, y podemos ayudar a los niños a entenderlas.
Había alumnos de Ingeniería eléctrica, de Ingeniería mecánica, de Ingeniería informática… Bueno, los de Informática y de Eléctrica sí que querían aprender sobre circuitos eléctricos. Pero ¿los de Ingeniería mecánica? Se sentaban siempre al final de la clase. Y empezaban en plan… Ya sabéis. De modo que me propuse un objetivo. Me centraría en ellos, me aprendería cada uno de sus nombres. Los iba a tener bien vigilados, aunque se sentaran en la última fila. Me propuse que eligieran una Ingeniería eléctrica. ¡Y lo conseguí! Con mucho de ellos de ellos funcionó. Al final, tantos se pasaron de Mecánica a Eléctrica que los del Departamento de Mecánica se empezaron a mosquear conmigo.
Yo creo que si te abres, te preocupas y te lo propones, puedes inspirar a los alumnos que no tienen motivación. No puedes llegar a todo el mundo, y eso puede volverte loca como profesora. ¡Solo hay uno al que no consigo llegar! Bueno, ya sabéis… Aprenden distintas lecciones en su vida.
Recuerdo que uno de mis alumnos no muy bueno vino a verme diez años después de pasar por mi clase, y había conseguido uno de los premios de diseño de automóviles más importantes por su creatividad en sus diseños de ingeniería. Así que incluso los que te parezcan que no son tan buenos a menudo pueden sorprenderte.
Y si siempre estás en plan: te centras, te distraes, te centras, te distraes… Así no puedes concentrarte en profundidad. Pero la técnica Pomodoro te permite empezar a concentrarte de verdad. A entrar en un estado de concentración. No sé si os habéis dado cuenta, pero en la última década, parece que a mucha gente le cuesta muchísimo ponerse a leer un libro, por ejemplo. Porque antes de estar condicionados por las constantes interrupciones de las redes sociales, éramos capaces de meternos en un libro y leerlo de verdad. Pero ahora lo que hacemos es mirar al libro y… «Un momento, tengo que ver mis mensajes». Así que creo que la técnica Pomodoro es buena incluso para los adultos, si queremos hacer cosas como leer y profundizar más en las cosas.
Desde mi perspectiva de profesora, yo creo que… Esto lo tengo en cuenta en mis clases. Se ha descubierto que, por ejemplo, en las disciplinas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, si enseñas de manera tradicional, saliendo a la pizarra y escribiendo o explicando lo que sea, uno de cada tres alumnos se dejará la asignatura. Pero si das la explicación y luego haces que hagan descansos activos en la clase… Y no me refiero a descansos sociales. Me refiero a explicarles un problema y luego hacer que trabajen en un problema similar. Y que puedan hablar entre ellos mientras lo hacen. Si incorporas este tipo de aprendizaje activo o cooperativo en tu clase, solo uno de cada cinco alumnos dejará la asignatura.
Cuando doy clase con estas técnicas activas, los alumnos, en su casa, ven vídeos de mis explicaciones, y luego cuando vienen a clase trabajamos de forma activa, nadie está delante del ordenador. Porque saben que se les va a evaluar y este es su momento para aprender. Yo creo que, a veces, cuando los alumnos se ponen a leer cosas en clase, o a meterse en las redes sociales, tenemos que autoevaluarnos y decir: «¿Qué puedo hacer de otra forma en clase para que quieran prestar atención a lo que estoy diciendo?».
La fluidez de procedimiento implica acceder rápidamente a esas ideas. Y eso es importante. Y no solo es importante en el aprendizaje de idiomas, también a la hora de aprender Matemáticas y Ciencia, o si eres mecánico. Hay que tener en mente ciertas ideas clave. Así que cuanto más ayudemos a alguien a establecer estos enlaces neuronales con la práctica de estas ideas clave, mejor lo harán.
Por ejemplo, a mis alumnos les digo… Mis alumnos a menudo hacen los deberes en el último momento y lo entregan. ¿Vosotros cantarías una canción una sola vez y diríais?: «Vale, ya me la sé». Pues claro que no, la tenéis que practicar. Pues es casi lo mismo con los deberes y los problemas prácticos con los que trabajas. Es muy importante interiorizarlos. Eso lo que hace es crear una serie de enlaces sólidos, de conexiones neuronales, a las que la mente puede acceder con facilidad en los exámenes. ¿Y cómo fomentamos eso? Nunca llegaréis a todos los alumnos. Pero estoy convencida de que cuanto más se les enseñe a los alumnos sobre el funcionamiento de sus cerebros, más entenderán lo importante que es practicar. Es casi como…
¡Esto me encanta! Ojalá tuviera imágenes para enseñaros. Aquí tenemos las neuronas. Esto es una neurona y de ella sale como una piernecita. Y cuando te concentras y prestas atención a algo, de la pierna empiezan a salir unos deditos. Esos dedos son las llamadas «espinas dendríticas». Y cuando le prestas atención a algo, cuando aprendes algo durante el día, empieza a salir un dedito. A lo mejor salen un par porque estás muy concentrada. Pero cuando duermes por la noche es cuando salen de verdad. Y eso es lo que conecta con la neurona de al lado, y así empieza a crearse esta serie de conexiones, que es el aprendizaje.
Y cuanto más practiques todos los días y duermas por las noches, más señales manda tu cerebro durante el sueño. Es como si un ratoncito recorriera esos caminos y te estuviera aportando práctica, construyendo y fortaleciendo esa serie de vínculos. Ahí es cuando de verdad aprendes Y si estudias durante diez horas… Si coges diez horas de estudio y las repartes entre diez días, a una hora al día, aprenderás mucho más que estudiando diez horas de una sentada. Porque, en realidad, en un solo día no vas a estudiar diez horas. Va a estar pensando: «Tengo que irme a hablar con fulanito», y esto y lo otro. Además, si estudias solo un día, las neuronas solo tienen ese día para hacer crecer esas pequeñas conexiones neuronales.
Conozco a dos profesores de Física muy importantes que decidieron volver a estudiar y dedicarse a la neurociencia. Uno de ellos lo que hizo fue abandonar el laboratorio que tenía en California para empezar de nuevo como alumno universitario, para formarse en neurociencia. Toda su familia tuvo que mudarse a San Luis, de modo que renunció a todo para empezar de cero, como un principiante, más o menos. El otro también era un profesor de Física muy importante, pero él dijo: «Esto se me da de lujo, voy a abrir mi propio laboratorio de neurociencia y empezaré a trabajar de inmediato». Todo se fue al traste. No le salió bien, al final tuvo que cerrar el laboratorio. El otro, que empezó desde abajo y luego fue ascendiendo, y que no sentía ninguna seguridad en sí mismo, ha hecho descubrimientos en neurociencia sumamente importantes. Ha hecho un trabajo extraordinario.
Así que, en general, a menudo veo en mi clase de ingeniería a alumnos que vienen en plan: «Lo tengo controlado». Esos son los que lo pasan mal y los que luego me vienen y me dicen: «No estoy tan seguro». No lo tienen tan controlado. Pero yo, en vez de eso, empecé en un nivel muy bajo e intentaba conseguir unas alas pequeñitas en lo que estaba aprendiendo, de modo que no iba a tantas clases como los demás, trabajé duro, y utilicé las mismas técnicas que aprendí para aprender un idioma. Yo veía los problemas de química como si fuera una nueva conjugación verbal. Y la practicaba para poder acceder a ella rápidamente. Y usar las mismas técnicas que usé para aprender un idioma me funcionó muy bien para cambiar mi cerebro y aprender.
Creo que es importante que nos mantengamos siempre abiertos al aprendizaje de cosas nuevas. No dejéis nunca de aprender cosas. Lo mejor que se puede hacer es estar siempre tan abierto como puedas a aprender cosas nuevas.
A mí me parece una locura. Por eso Terry Sejnowski y yo escribimos este libro para niños, «Aprender a aprender», del que estamos muy satisfechos. Y por eso estamos haciendo estos vídeos estupendos, de modo que si no te puedes permitir comprar libros y demás, aun así puedes aprender sobre el aprendizaje. Y creo que lo mejor que podemos hacer es fomentar la idea de que es muy importante no solo aprender, sino aprender a aprender, aprender cómo aprende el cerebro.
Hay muchos estudios neurocientíficos que demuestran físicamente lo que pasa en el cerebro. Por ejemplo, cuando les decimos a los niños: «Iros a la cama porque tenéis que dormir bien». Los niños nos ignoran. Nosotros rechazamos la idea de dormir más. Pero estudios neurocientíficos recientes demuestran que en el transcurso del día, pequeños metabolitos, que son como toxinas, salen de las neuronas, de las células cerebrales, y se acumulan alrededor de esas células. Y no se pueden limpiar porque las neuronas en sí, las células cerebrales son grandes y bloquean el fluido cerebral, de modo que no puede pasar y arrastrar las toxinas.
Pero cuando estás durmiendo, las células cerebrales se encogen, se hacen más pequeñas. De repente, todo el fluido cerebral puede fluir con mucha más facilidad y limpiar las toxinas. Por eso dormir es tan importante. Hacer un examen sin haber dormido en toda la noche es como hacer un examen con el cerebro lleno de veneno. No es muy recomendable. Pero los niños eso no lo saben, ni lo han visto imágenes, lo único que piensan es: «Yo puedo hacerlo, claro que sí, soy duro de roer». Y la verdad es que es mucho más difícil hacer que hagan las cosas bien si desconocen datos importantes sobre cómo aprende su cerebro y sobre cómo reacciona en entornos cotidianos.
Puede que hayas memorizado algunas cosas, pero mientras poseas esos conceptos básicos, como qué es la multiplicación y el hecho de que cuatro veces ocho son treinta y dos, no me quedaré parada pensando: «Vamos a ver, si aquí hay cuatro alubias y aquí hay ocho…». Seré capaz de recordar rápidamente ese dato matemático que me será de mucha utilidad. Yo creo que lo que, por desgracia, hemos estado haciendo durante décadas… Durante miles de años, la gente creía que la única manera de aprender algo era memorizándolo. Que la memorización era sinónimo de aprendizaje. Y luego, a partir de los años cincuenta aproximadamente, hubo un movimiento en Occidente que decía que no habías comprendido algo si te habías limitado a memorizarlo. Y es verdad. Pero se fueron al otro extremo y dijeron: «No hace falta memorizar nada».
La verdad es que memorizar un poco es muy bueno para el aprendizaje. Es lo que inicia la estructura neuronal subyacente. Es como por ejemplo… Un poeta diría: «Si memorizas un poema, llegas a entenderlo en profundidad». ¿Por qué no deberíamos hacerlo nosotros en matemáticas e ingeniería? ¿Por qué dejar a los poetas toda la diversión? Si memorizamos algunas ecuaciones y datos clave, nos ayudará a comprender esas cosas en más profundidad también. De modo que yo creo que, en el futuro, la neurociencia nos dice que no deberíamos dejarnos seducir por la idea de no tener que aprender mucho de nada porque siempre podemos buscarlo, o que lo único que hace falta es entender algo. Eso no es verdad.
Yo tenía un alumno que una vez vino y me dijo… Me enseñó su examen, lleno de boli rojo, lo había suspendido. Y me dijo: «No entiendo cómo he podido suspender el examen. Cuando lo explicaste en clase lo entendí todo». Se había pasado toda la vida escuchando: «Lo único que tienes que hacer es entenderlo, con eso basta». Así que nunca practicó, nunca trabajó con ello, y por tanto nunca llegó a entenderlo de verdad, aunque él estaba convencido de lo contrario. Así que practicar, memorizar… Todo es necesario para poder comprender en profundidad. Eso lo estamos descubriendo gracias a la neurociencia, y creo que cuanto más podamos comunicar estas ideas neurocientíficas a la gente de a pie, así como a los profesores, mejor les irá a los estudiantes.
Lo explicaré de un modo más sencillo. A la memoria declarativa la llamaremos «memoria de datos». A la memoria episódica la llamaremos «memoria de imágenes». Y esa, la memoria de imágenes, es la que utiliza el cerebro para recordar imágenes. Aproximadamente un tercio del cerebro está dedicado al procesamiento visual. Es decir, una gran parte del cerebro está relacionada con aspectos visuales. Cuanto mejor puedas transformar una idea, un dato que quieras recordar, en una imagen, más fácil te será recordarlo.
Voy a poner un ejemplo. Lo más habitual es utilizar la técnica llamada «el Palacio de la Memoria». Es una manera ingeniosa de convertir datos en imágenes y ayudarte a establecer una red que te sirva para recordar cosas. La técnica del Palacio de la Memoria consiste en imaginar un lugar que conozcas muy bien, como tu casa. Entonces, si quieres recordar, por ejemplo, la lista de la compra, puedes imaginarte una botella de zumo que está dando saltos en la puerta de entrada. Recordar algo que se mueve ayuda a que se retenga en la memoria. Y luego te puedes imaginar una bolsa de arroz en el sofá, y el arroz está haciendo así, como si estuviera contento. Por último, vas a tu estudio, y en él puede haber… ¡Oh! ¡Te acaban de tirar un huevo! Del estudio sale volando un huevo. Y eso te recuerda… Es como si tu hermano pequeño estuviera en el estudio tirándote huevos.
Recordar los elementos de la lista imaginándolos visualmente en un lugar que te resulte familiar por el que puedas desplazarte, y que esas cosas también tengan un poco de movimiento, es un truco muy bueno que ayuda a recordar cosas. Si quieres recordar las cosas que sirven para ahuyentar a los vampiros. Una de esas cosas puede ser el ajo.
Y también están la luz del sol y los crucifijos. Las iniciales son A-L-C. Eso me recuerda a un «alce». Lo que hago es transformar las iniciales en algo que pueda visualizar. Si tengo ajo, luz y crucifijo, las iniciales son A-L-C, como un «alce», estoy relacionando ambas cosas. Crear una palabra con las primeras letras de los elementos de una lista que quieras recordar puede ser algo de mucha utilidad.
Hay muchos otros trucos muy buenos, como la canción de la ecuación: «…menos ‘b’ más o menos la raíz cuadrada de…». Hay muchas cancioncillas que te ayudan a recordar. No solo las imágenes, también la música puede ser útil para recordar cosas.
Pero si no amplían sus miras y aprenden otras cosas también, pueden acabar atrapados. Porque el mundo cambia, y cambia con rapidez. Y si solo sabes unas cuantas cosas y no eres capaz de abrirte y aprender otro tipo de cosas, a largo plazo va a ser peor para ti.
Yo no quería ser lo que se conoce como una «mamá tigresa». Una mamá tigresa es una madre que se empeña en que sus hijos lo aprendan todo, así que los lleva a baile, a música, a todo tipo de actividades extraescolares. Clases de tenis y cosas así. Y no les dejan tiempo para ser niños, para jugar. Pero, al mismo tiempo, yo quería que mis hijas fueran buenas en algo que a mí me parece importantísimo en el mundo actual. Y son las matemáticas, la ciencia y en todo tipo de cosas analíticas. Así como en otras cosas que ya les gustaban, que tenían que ver con las habilidades verbales.
Así que lo que me propuse fue que nuestras hijas hicieran veinte minutos extra de Matemáticas al día. Por ejemplo, a nuestra hija mayor se le daban mal las Matemáticas, pero fatal. Pero ahora, gracias a esa práctica extra, con el paso de los años, ahora está acabando su residencia en la facultad de Medicina de Stanford. Ella habría sido una de esas niñas que dicen: «Yo no he nacido para entender las Matemáticas, no soy capaz». Y en vez de eso, se le dan bien y está cómoda con ellas. Una de las mejores cosas que podemos hacer para expandir nuestras mentes es ayudar a nuestros hijos a expandir las suyas y, a veces, animarlos a hacer cosas que ellos consideren que no son su fuerte. Puede que sea de lo mejor que podemos hacer. Así que es muy importante forzarte un poco y aprender algo que creas que no eres capaz de hacer. Y verás que, a largo plazo, especialmente con lo rápido que está cambiando todo en la sociedad, acabará siendo bueno para ti.
La diferencia es la siguiente. Voy a decir algo que va a sonar polémico pero que en realidad no lo es. Estas son las niñas y cómo desarrollan sus habilidades Matemáticas, y estos son los niños y cómo desarrollan sus habilidades Matemáticas. Al crecer, desde que nacen hasta los cinco años, ¿en qué se diferencian? Estas son las habilidades Matemáticas de las niñas y los niños.
¡No se diferencian en nada! De hecho, de media, los niños y niñas tienen las mismas habilidades Matemáticas. La diferencia está, y esto es solo una aproximación, solo en las etapas más tempranas, los niños pueden quedarse un poco atrás en sus habilidades verbales, y las niñas pueden ir un poco por delante. Esto significa que a una edad temprana… Porque cuando crecen ya se igualan. Pero, al principio, las niñas pueden mirar en su interior, y aunque tengan las mismas habilidades Matemáticas que los chicos, miran en su interior y dicen: «Sí, tengo habilidades Matemáticas, pero se me da mejor lo verbal». Y entonces tienden a eso. Cuando les decimos a los niños: «Seguid vuestra pasión», ellos dirán: «Bueno, se me da mejor lo verbal, así que haré algo que tenga que ver con eso». En lugar de ampliar sus pasiones. Una niña puede pensar: «Se me dan bien las cosas verbales», aunque se le den igual de bien las cosas Matemáticas.
Pero puede tender hacia algo que no sea Ciencia, Tecnología, Ingeniería o Matemáticas. Y el niño, por otro lado, mirará en su interior y dirá: «¿Sabes? Se me dan mejor las cosas matemáticas que las verbales. ¡Se me dan mejor las mates!». Y así es, de media. Así que el niño se inclina hacia las Matemáticas aunque a él y a la niña se les den igual de bien las Matemáticas, de media.
Yo creo que lo mejor que podemos hacer para ayudar a las niñas es ayudarlas a equilibrar. Ya se les da bien lo verbal, así que hay que hacer que practiquen más las Matemáticas para reforzarlas. Y ahí es donde entran los buenos programas online, que pueden ayudarlas a aprender Matemáticas. Esa pequeña práctica extra es necesaria para que la niña diga: «Pues las mates no se me dan nada mal». Aunque ya son buenas de base. Y en cuanto al niño… Bueno, un poco de Matemáticas extra viene bien a todo el mundo, niños y niñas, pero para un niño sería bueno hacer que practicaran un poco más la escritura para equilibrar las cosas.
Lo único que quieres es superar la incomodidad y eso, al final, puede ser algo estupendo y serás recompensada por haber perseverado hasta superar las situaciones más difíciles. Si siempre hiciéramos lo que nos es más fácil, nuestra personalidad se resentiría. Así que a veces es bueno desafiarnos a nosotros mismos y forzarnos a hacer un poco más de lo que creemos que podemos hacer. Y si a veces sentís que sois un fraude cuando estáis haciendo algo… Bienvenidos a mi club. Os ayudará a perseverar.
La música es muy importante para el espíritu humano. Pero es muy difícil ganarse la vida como músico. Así que creo que un regalo que se les puede hacer a los hijos es ayudarles a ganarse bien la vida en este mundo, para lo cual viene muy bien tener práctica con las matemáticas. Y alrededor de los tres años es muy buen momento, ahí es cuando empezamos con nuestras hijas.
La cultura y los idiomas siempre serán importantes, pero las habilidades analíticas cada vez son más importantes. Y, en cierto modo, las dejamos de lado. No hacemos que los niños las practiquen lo suficiente como para alcanzar la excelencia en esas asignaturas. Si tenéis ese tipo de cosas en mente, en el futuro se les abrirán muchas puertas del mundo laboral.
Haría falta alguien que sepa escribir muy bien, y que analice la forma de escribir para ver si está bien, y que luego corrija. Enseñar a escribir bien me parece que es de lo más difícil que hay. Aunque la inteligencia artificial será de mucha ayuda en ese sentido. Especialmente con la ardua tarea de corregir trabajos y demás. En cierto modo, es más sencillo comprobar si los alumnos han aprendido algo de Matemáticas o Ciencia a través de unas preguntas. Y el alumno puede tener muchas maneras de llegar a la respuesta. Pero puede haber, si la pregunta está bien planteada, una sola respuesta para tú poder ver si ha llegado a ella, y de ese modo saber si se ha aprendido el contenido.
Es una pregunta difícil de responder porque varía mucho entre las distintas disciplinas. Es de suma importancia que los profesores se esfuercen y trabajen para comprobar si los alumnos se saben el material.