“Este es el milagro de contar una buena historia”
Ken Follett
“Este es el milagro de contar una buena historia”
Ken Follett
Escritor
Creando oportunidades
El universo de Ken Follett
Ken Follett Escritor
Ken Follett
¿Cuál es la magia y el misterio de la literatura? ¿Qué hace que una persona pase horas con un libro, página tras página, sin poder parar de leer? Según el escritor británico, Ken Follett: “La historia tiene que ser buena, los personajes tienen que ser creíbles, los temas tienen que interesar a la gente... pero hay algo más importante en una buena novela: que el lector sienta lo que sienten los personajes”. Así defiende la importancia de la emoción en los libros. Autor de más de una docena de bestsellers y de grandes éxitos como ‘Los Pilares de la Tierra’ y ‘Un mundo sin fin’, Follett ha sido aclamado y premiado en todo el mundo. Nació en una familia que amaba los libros. Cuando era niño, adoraba las historias de James Bond y leía las obras de teatro de Shakespeare.
Autor de casi una veintena de novelas históricas, asegura que “lo más interesante de la historia son los grandes cambios, el cómo y el por qué sé produjeron”. Y añade: “Los cambios históricos que más me interesan son los que nos concedieron libertades”. Gran defensor del trabajo creativo, Ken Follett asegura que lo mágico de este es que, a veces, los mejores resultados surgen de romper las reglas establecidas: “Podemos enseñar a la inteligencia artificial a escribir una novela. Pero no podemos enseñarle a romper las reglas. Ese es el gran poder del trabajo creativo”, sentencia. Follett ha sido descrito en más de una ocasión como un narrador nato. Sus padres no permitían a sus hijos ver la televisión, así que los libros se convirtieron en su mayor placer y la biblioteca en su lugar favorito. Ha recibido numerosos premios y sus obras han sido adaptadas al cine, la televisión y el teatro. Es el presidente de ‘Dislexia Action’, miembro del consejo del ‘National Literacy Trust’, socio de la ‘Royal Society of Arts’ y Doctor Honorífico en Literatura por la Universidad de Glamorgan, en su Gales natal.
Transcripción
Enseguida te pones a pensar en familias que conoces y en tu propia familia: «¿Mi familia es así? ¿Tiene un motivo especial para sentirse desgraciada? ¿Y la gente que conozco? ¿Y mi familia? ¿Tenían algún motivo especial…?». Y entras ahí. Tolstói te atrapa de una forma muy sutil. Y dejadme hablaros de una última primera frase. «Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa». Esta es de Jane Austen, de ‘Orgullo y prejuicio’. En primer lugar, te plantea la trama: el libro irá sobre chicas que buscan marido. Muchos de vosotros y vosotras conoceréis este libro, y es el favorito de millones de personas. Pero fijaos en que no empieza con eso. Empieza diciendo: «Es una verdad mundialmente reconocida». ¡Pero no es verdad! No es algo mundialmente reconocido y no es ni siquiera verdad que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesite una esposa. Entonces, ¿por qué lo dice? Porque, en ese pueblo, todas las madres les buscan marido a sus hijas. Y, en la historia, llega al pueblo un hombre muy apuesto poseedor de una gran fortuna. Y es un héroe romántico, con lo cual es un poquito arrogante. Tiene muy buena planta. Unas ropas estupendas. Pero no se puede asumir que esté buscando esposa. Igual es muy feliz gastándose su fortuna en su palacio.
Pero todas piensan que debe de querer a una de sus hijas. Y esa es una trama común para una novela romántica, pero yo creo que lo que distingue a Jane Austen de cualquier otro autor de novela romántica es que ella se ríe de todo eso. Cuando dice «Es una verdad mundialmente reconocida», se está mofando. Son las madres las que se lo creen. Y la genialidad de Jane Austen es este trasfondo de burla sutil. No es cruel con los personajes. Se ríe de ellos, pero con delicadeza. Eso es lo que la hace destacar entre el resto de novelas románticas y la hace una de las grandes. Menuda respuesta larga que te he dado.
Puede ser una novela literaria que ha ganado premios o un libro que ha vendido muchas copias, pero siempre hay que preguntarse por qué, qué tiene ese libro que a la gente le gusta tanto. Puede haber muchas respuestas y, cuantas más seas capaz de encontrar, más posibilidades tendrás de escribir un libro que funcione. Entonces, ¿qué es lo que leo yo? Bueno, a los doce años, descubrí a dos autores que aún hoy son mis favoritos. Uno es Shakespeare y el otro es Ian Flemming, el creador de James Bond. Las obras de teatro de Shakespeare me las leía como si fueran novelas. Simplemente me gustaban las historias. Aunque eso no es del todo cierto. En el fondo, yo sabía que la forma en que aquellas historias estaban escritas tenía algo de especial. Cuando tenía doce años, y a veces todavía me pasa, había frases de Shakespeare que yo leía y pensaba: «Pero ¡qué bueno!». El pequeño Follett era todo un crítico literario. Y sobre James Bond, bueno, es que a los doce años las historias de James Bond me alucinaban. Aprendí mucho. Son supereducativas. Para un niño de doce años, las historias de James Bond eran superemocionantes. Y, diez años después, cuando empecé a plantearme escribir mi propia novela, recordé la emoción que sentía cada vez que cogía un nuevo libro de James Bond. «¡Qué ganas, esto me va a encantar!».
Y yo quería que mis lectores sintieran eso mismo con mis libros. Quería que mis lectores dijeran: «¡Qué ganas, lo nuevo de Ken Follett!». Ian Flemming fue una inspiración para mí en este sentido. Claro, yo no escribo nada similar a lo suyo y tampoco podría, es un genio. Ian Flemming creó un estilo literario que se ajustaba perfectamente a su protagonista. Y no mucha gente hace eso. Lee Child es otro de los autores que sí sabe hacerlo, con los libros de Jack Reacher. El estilo es perfecto para el personaje. Hay alguno que otro autor así, pero es poco común, así que a estos dos los admiro. Los libros de James Bond me los he leído todos dos veces y ya los he dejado, pero a Shakespeare sigo leyéndolo y sigo yendo a ver sus obras. Y cada vez que veo un teatro de Shakespeare aprendo algo nuevo. Y los autores que más disfruto no son necesariamente los que me han influido. Por ejemplo, Gabriel García Márquez. Creo que me he leído todos sus libros. Y todo el mundo conoce ‘Cien años de soledad’. En mis tiempos de universitario, no había jipi que no se lo leyera. Jorge Amado, el escritor brasileño que escribía en portugués. Me encantan sus obras. Era un gran escritor y, además, era muy gracioso. Su libro más famoso es ‘Doña Flor y sus dos maridos’. Qué buen título: ‘Doña Flor y sus dos maridos’. Me gusta muchísimo la literatura francesa. Balzac, Zola, Victor Hugo. A ellos tengo que leerlos traducidos. En francés puedo leer novela moderna, pero el francés antiguo no sé leerlo.
Algo que recomiendo es leer las traducciones de libros escritos en otra lengua, te amplía mucho el horizonte. Porque una parte de los libros escritos originalmente en tu idioma tendrán mucho en común. Cuando te lees algo de literatura rusa, por ejemplo, o de literatura francesa o latinoamericana, es que no tiene nada que ver. Es algo totalmente nuevo para ti y dices: «¡Ah, pues podría hacer eso!». A ver, luego no lo haces. Yo no escribo realismo mágico, no soy capaz ni aunque me maten. Pero te abre la mente. En fin, me has pedido que te recomiende a un escritor. Bueno, si tuviera que quedarme con uno, volvería a Jane Austen. ¿Por qué? Porque ella dio estructura a la novela. Antes de Jane Austen, si piensas en las novelas del siglo xviii, verás que son dispersas. Como ‘La historia de Tom Jones’. Son larguísimas, desestructuradas… El héroe va de aventura en aventura. Y Jane Austen normalmente lo que hace es presentarte a un grupo reducido de personajes y todo el conflicto surge entre los cuatro o cinco personajes principales y un puñado de personajes secundarios. Ya está. Y la historia es lineal. Comienza con una pregunta, ¿con quién se va a casar Eliza?, y termina con Eliza casándose con el hombre indicado. Y esa es la estructura de la novela moderna: introducción, nudo y desenlace. Las novelas de Jane Austen me las leo una y otra vez para que no se me olvide cómo se hace.
Pero es lo que hay. Tienes que arriesgarte. Y, por lo que yo he vivido, casi siempre, la gente que hace películas y series sabe lo que se hace. A veces, no. A veces me ha ido mal. Cuando vi ‘El valle de los leones’ con mi familia, mis hijos se fueron yendo uno por uno. Fue terrible, fue una miniserie terrible. Pero casi siempre he tenido suerte. Y, luego, hay otro tema: los autores nos preocupamos por las películas y somos unos orgullosos, pero, al final, todos cogemos el dinero. Siguiente pregunta.
Esta noche voy a ir a verlo. Ya he visto alguna cosa. Y lo que te encuentras es el tipo de música que el público espera cuando va a al teatro a ver un musical. Es moderna y tiene un ritmo majestuoso. Todas las canciones que he escuchado me han encantado. Pero medieval no es, música medieval no es. Y menos mal.
Una persona normal, como yo mismo, diría: «Le está bien empleado, que se hubiera portado mejor cuando estaba con nosotros». Pero el prior Phillip es demasiado bondadoso como para reaccionar así. El prior Phillip se baja del caballo, se acerca al vertedero y le dice: «Hola, Remigius. ¿Te gustaría volver al monasterio?». Remigius, que sigue siendo un orgulloso, le dice: «¿Y cuál sería mi cargo en el monasterio?». El prior Phillip le dice: «Ninguno. Serás un humilde monje. Pero, si quieres venir, puedes venir». Y Remigius acepta. Entonces, vuelven al caballo y el prior Phillip le dice a Remigius: «Monta tú al caballo», a lo que el joven monje responde: «¿Qué? No puede dejarlo montar. El caballo es para usted. ¡Usted es el prior del monasterio!». Y el prior Phillip le dice: «¿No te das cuenta de lo que pasa? Este hombre quiere regresar. Esto es la salvación. Quiere volver con nosotros. En el cielo, los ángeles se regocijan». Así es el prior Phillip. No solo invita a su enemigo a volver, sino que además le deja su caballo. Eso resume muy bien al prior Phillip y por eso no tiene nada que ver conmigo.
Mucha gente me dice: «Si hubieras sido mi profesor de Historia en el colegio, me hubiera gustado la historia». Tampoco es así. Pero mis libros sí que son bastante fieles a la historia. Aunque, obviamente, convierto esa historia en algo placentero. Y la mayoría no tiene recuerdos muy placenteros de esa asignatura. Pero, bueno, eso es lo que me gusta de la historia. No es la gente, porque no la considero especialmente inteligente, sino los cambios y cómo se producen.
Y me alegré mucho, porque pensé: «Bueno, la IA no me va a quitar el trabajo próximamente». Luego, hay otro tema sobre la IA y el trabajo creativo. En el trabajo creativo hay ciertas reglas, claro, nosotros mismos hemos empezado poniendo una regla, la de hacer que la primera frase del libro seduzca al lector. Esa es una buena regla. Pero el tema con el trabajo creativo es que, a veces, los mejores resultados surgen cuando el autor rompe las reglas. Cuando uno revisa la historia de los ‘bestsellers’, uno muchas veces se da cuenta de que un libro que acabó siendo un ‘bestseller’ al principio las editoriales lo rechazaban. Estoy pensando en ‘Chacal’, de Frederick Forsyth. Casi todas las editoriales de Londres lo rechazaron. Pero es un clásico. Y todos nosotros, yo soy diez años más joven que Fred… La siguiente generación estudiamos ese libro. Así se escribe una novela de suspense, como ‘Chacal’. Pero era diferente. Hasta entonces, no se había hecho nada igual. Por ejemplo, en el suspense, antes de ‘Chacal’, alguien sacaba un arma y apuntaba o disparaba. Desde entonces, eso ya no se puede hacer. Pueden sacar el arma, pero tienes que especificar si es una pistola o un revólver. ¿Qué tipo de munición es? ¿Qué rango tiene? ¿Tiene precisión dentro de un rango de diez metros, veinte o treinta? ¿Dónde está el seguro? Todas las armas tienen un seguro y no funcionan a menos que lo desbloquees.
Pues todo esto tienes que explicarlo. Nadie se tomaba tantas molestias antes de que Frederick Forsyth escribiera su libro. Nadie te contaba de qué marca era el arma ni qué munición se utilizaba. O sea que ese libro tuvo una influencia tremenda, pero al principio lo rechazaron. Ahora, muchas grandes obras creativas surgen al romper las reglas. No siempre se puede hacer, hay que saber qué regla romper. Entonces, creo que a la IA se le pueden enseñar las reglas para una buena novela, pero no se le puede enseñar a romperlas. Y por eso sospecho que la IA nunca tendrá la inteligencia suficiente para escribir un buen libro.
Y me fascina el cómo lo consiguieron. Y, como historia, es genial porque vence el desvalido. Y esas historias nos encantan, cuando un grupo de personas o una sola persona casi no tiene poder, pero al final consigue lo que quiere. Y esas son las historias que me gustan desde hace mucho tiempo.
O, si veo que a alguien lo están tratando mal, me enfado. A veces, me voy a la cama diciendo: «Pero ¿cómo puede ser? ¡Eso no está bien!». Y tengo que decir: «Venga, Follett, que esto se lo ha inventado Lee Child. Hace lo mismo que tú». Ese es el milagro de la literatura. Y yo creo que, si tú consigues que los lectores tengan una respuesta emocional a tu historia, entonces los habrás atrapado. Los tendrás enganchados y sin querer dejar el libro hasta que se lo terminen. O sea, que si hay un secreto… Bueno, secreto ya no es porque os lo he contado. Pero no hay ninguna fórmula. Es difícil de conseguir. No hay forma sencilla de conseguirlo, pero sí que creo que eso es lo fundamental para escribir un libro y que le vaya bien.
Ese es un dato en el que yo me apoyo. Entonces, tuvieron que trasladar unas piedras de veinticinco toneladas treinta kilómetros. Pero en la Edad de Piedra no existía la rueda. No había carros de ninguna clase. Y tampoco se les había ocurrido la brillante idea de usar a los caballos y al ganado para transportar cosas. Entonces, ¿cómo consiguieron mover las piedras? Tiene que haber sido la propia gente. Y lo máximo que podían tener eran cuerdas. Cuerda sí que tenían, eso también lo sabemos. Cogían vides de madreselva y las entrelazaban para hacer cuerda. Así que yo me he basado en eso para imaginar cómo aquella gente realizó la monumental hazaña de mover esas enormes piedras treinta kilómetros hasta Stonehenge. Y, luego, ¿por qué lo hicieron? Bueno, se dice que puede ser por motivos religiosos. No se sabe, pero es una hipótesis. Lo que sí se sabe es que la gente de la Edad de Piedra observaba los movimientos que había en el cielo, del Sol y la Luna. Porque Stonehenge está construido para mirar hacia el amanecer en el solsticio de verano. Pero es difícil saber cuándo es el solsticio de verano. Debían de tener algún tipo de calendario. Y el amanecer tenía alguna importancia para ellos.
Así que yo me he imaginado que adoraban al Sol. Casi todos los pueblos tienen alguna religión. Y la religión natural de los que construyeron Stonehenge, para mí, tendría que ver con la adoración al Sol. Y seguramente celebrarían algún festival el día del solsticio de verano, como todavía hoy sigue ocurriendo, de hecho, allí en Stonehenge. Entonces, os he puesto algunos ejemplos de cómo he intentado adivinar lo que ocurrió, pero no me he sacado las ideas de la manga. Me he basado en datos científicos.