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“Escribo sobre la venganza para vacunarnos contra ella”

Guillermo Arriaga Jordán

“Escribo sobre la venganza para vacunarnos contra ella”

Guillermo Arriaga Jordán

Escritor y director de cine


Creando oportunidades

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Guillermo Arriaga Jordán

Guillermo Arriaga Jordán (Ciudad de México, 1958) es escritor, director y productor de cine. Hijo de Carlos y Amelia, hermano de Carlos, Patricia y Jorge, esposo de Maru, padre de Mariana y Santiago, y abuelo de Rafaela, Arriaga considera el éxito como la capacidad de mantener la cercanía y la bondad en su familia. Su obra abarca novelas como Salvar el fuego, ganadora del Premio Alfaguara, El Salvaje (Premio Mazatlán) y Extrañas, así como la reciente El hombre.

En cine, escribió y dirigió Los tres entierros de Melquiades Estrada, premiada en Cannes, y fue guionista de Babel, nominada al Oscar. Ha trabajado con figuras como Brad Pitt, Cate Blanchett y Jennifer Lawrence, y defiende el trabajo colectivo en la creación artística. Exprofesor universitario, Arriaga explora en sus historias los extremos de la condición humana, la frontera y la búsqueda de luz tras la oscuridad, convencido de que la literatura y el cine son vehículos para captar el pulso de los tiempos y reflexionar sobre la naturaleza humana.


Transcripción

00:00
Guillermo Arriaga. Hola. ¿Que tal? ¿Como están? Muy buenas. Yo no sé si son días o tardes, pero muy buenas. Me preguntaron en una entrevista qué era el éxito. Les voy a decir a mi edad qué es el éxito, que tus hijos adultos te llamen por teléfono. Y que tus hijos sean buenas personas. Eso es el éxito. O sea, de nada sirve ganarse un premio, ganar dinero, si tus hijos son miserables. Entonces poder contar con la llamada de mis hijos todos los días, con mi hija Mariana, tenemos una llamada diaria que le dicimos la bonita costumbre. Entonces con Mariana tengo la bonita costumbre de hablar. Y me voy a presentar. Yo soy el hijo de Carlos y Amelia, soy el hermano de Carlos, Patricia y Jorge. Soy el esposo de Maru. Soy el papá de Mariana y Santiago y ahora soy el abuelo de Rafaela, que tiene un año, dos meses. Juré no ser de esos abuelos que iban a estar enseñando la foto de la nieta a cada rato. Pero todo el tiempo lo estoy enseñando. Y entre otras cosas, me dedico a escribir. Soy escritor, soy director de cine, soy productor de cine y escribo también películas. Tengo varios libros publicados y tengo varias películas filmadas. Escribí un libro que se llama Salvar el fuego, que fue el Premio Alfaguara, que para mí equivale a ganar la Copa del Mundo, si fuera futbolista. Hice una película que se llama Los tres entierros de Melquiades Estrada, que me permitió ganar en Cannes, que fue como ganar las Olimpiadas, y tengo una película que se llama Babel, que me permitió estar nominado al Oscar, lo cual me hizo muy feliz. Tengo un libro que se llama El Salvaje, que me permitió ganar el Premio Mazatlán, y mi nueva novela que se llama El hombre, que espero que después de esta conversación salgan corriendo la librería a comprarla. Entonces ya les platiqué quién soy, cuál es mi profesión y más o menos, qué he hecho.

02:25
Esperanza. Hola Guillermo, ¿cómo estás? Bueno, soy Esperanza. Fui alumna tuya en la universidad, por ahí de los 90 y has venido a mi club de lectura. Estoy muy, muy contenta de volverte a ver con esta obra nueva. Y quería preguntarte, ¿para ti qué es más importante que una historia sea real o que una historia sea verdad?

02:46
Guillermo Arriaga. Esperanza, qué gusto verte… Hace tantos años que nos conocemos. Te di clases cuando yo tenía pelo, ¿verdad? Este. Mira, yo creo que lo más importante cuando escribes una historia es que sea honesta y que sea genuina. Te voy a explicar de dónde viene la palabra genuino. ¿Sabes qué es una genuflexión? Doblar la rodilla. La palabra genuino viene cuando los… en la época de Roma, iban los soldados a pelear y regresaban y su mujer tenía un bebé. Y pues… hacían cuentas y vean si sí o si no. Entonces, para saber si era su hijo o no, el soldado sentaba al bebé en su geno, en su rodilla, y lo veía a los ojos y decía, “¿Sí o no es mío’”. Si era sí, era, “Lo apruebo como mío sobre mi rodilla”. Eso es ser genuino, que apruebas que esto es algo tuyo, que es algo que tiene una verdad tuya. La novela no es… por más realista que trata de ser, nunca es realista, una novela. Una novela es una perspectiva de la vida. Una novela es una aproximación a través de un cristal particular que es la mirada del escritor. Hazte cuenta que tú ves a través de una botella, puede tener mucha agua, poca agua, puede estar colorido el agua o no, pero ese es un cristal determinado en el que tú estás viendo la realidad. Yo creo, en lo personal –y los historiadores me van a refutar, pero yo sí lo creo– que la novela capta más el pulso de los tiempos que los documentos mismos. Creo que la novela logra extraer las pulsiones humanas, las emociones humanas, las preocupaciones de una época, los miedos de una época, las alegrías de una época mucho mejor de lo que lo puede lograr un historiador. Por eso, por ejemplo, si queremos hablar de la Inglaterra del siglo XIX, hablamos de Dickens. Si queremos hablar del cacicazgo en México, hablamos de Pedro Páramo, de Rulfo. No hablamos de la cantidad de estudios y ensayos que se han hecho sobre el cacicazgo. Vemos lo que Rulfo nos presenta. Si queremos saber cómo era el mundo en el sur americano y la decadencia del sur americano, leemos a Faulkner. Entonces creo que los novelistas, los artistas en general, logran tomarle con más facilidad el pulso a un momento histórico y una sociedad, de lo que pueden hacer los académicos. Mira, tú lo sabes, yo fui académico, entonces no sé si respondí tu pregunta, pero espero de alguna manera y me da un gusto enorme volver a verte.

06:14
Mariana. Hola Guillermo, yo soy Mariana. Mi pregunta va más sobre tus personajes, teniendo en cuenta que muchos de ellos viven al límite y tienen experiencias peligrosas, ¿por qué crees que en México nos gusten tanto los héroes trágicos?

06:28
Guillermo Arriaga. Yo creo que no es una cuestión de México, creo que es una cuestión de cómo ve cada quien la realidad. En México hay escritores que les gusta ver la parte agradable del país, la parte dulce del país. Te puedo decir que mi hermana, por ejemplo, que es directora de cine, ha hecho películas mucho más amables de las que he hecho yo, por ejemplo. Entonces, yo creo que cada artista ve, o cada creador ve de una manera distinta dependiendo del filtro que ese artista tiene. Quiero decirte en mi caso, que yo no sé de donde viene lo que yo escribo. Yo no sé ni por qué lo escribo. Yo trato de escribir cosas agradables y me sale lo que me sale. Hay algo que aprendí en esta profesión es que uno escribe lo que puede, no lo que quiere. Es la primera lección que debe recibir un escritor, un creador. Vas a hacer lo que puedes, no lo que quieres. Y se vive más tranquilo como creador, saber esa regla. Y una vez que lo entiendes, empiezas también entender que lo que tú escribes es una sorpresa, incluso para ti mismo. No es que en México los escritores hablen de lo extremo. Sí somos un país extremo, pero no creo que todos los escritores hagan eso. Si tú ves, por ejemplo en la cartelera, ahorita en este momento del cine mexicano, el 95% son comedias y son comedias románticas y nada extremas. Al contrario, son bastante ligeras. Pero sí creo que hay quienes tendemos a ver lo extremo de las cosas. Yo veo extremos de la vida porque yo mismo viví cosas muy extremas de niño. Yo recuerdo que estaba jugando en la calle, estábamos jugando béisbol y de repente llegó un tipo mucho más grande que yo, debe de haber tenido 25 años y me dio una cachetada. Yo con el bate le dije, “¿Qué te traes?”. 25 contra diez. Me quitó el bate y me agarró a batazos. Casi me mata. Y esa es una de muchas cosas que me pasaron en la calle, de las cuales ninguna me traumó. Al contrario, yo decía, “Ahora sí yo tengo algo que contar”, cuando hable con ustedes, ¿verdad? Si no hubiera sucedido, no lo hubiera podido contar. Y esas cosas extremas que me pasaron, violencia gratuita, porque nunca, nunca entendí por qué me agarró a batazos. Nunca. Hasta hace poco que me dijo mi hermano, “Te pegó…”, porque luego le dijo, porque mi hermano agarró una pistola. Imagínense, de nueve años, agarró una pistola y dijo “Te voy a matar” al que me agarró batazos. Yo no sabía ni siquiera que mi hermano había ido a por una pistola que mi papá tenía escondido, para amenazarlo. “Es que le dijo una grosería a mi hermana”. No es cierto. Yo le dije a mi hermano, “Corre, idiota a primera” y creyó que le había dicho idiota. En otras palabras, no tan… mucho más altisonante,

09:42
Guillermo Arriaga. No voy a decir aquí y creyó que se lo había dicho a la hermana y por eso me agarró a batazos. Casi me mata. El último batazo, me lo dio en el cuello y no pude mover de la cintura para abajo durante varias horas. Y yo creo que ese tipo de cosas, esos elementos crean una visión del mundo y creo que está matizada mi visión un poco por estas cosas. Mis historias, al fin y al cabo, son historias optimistas, porque yo creo que para llegar a lo luminoso de la vida a veces tienes que recorrer pasajes oscuros. Y para mí son historias luminosas, porque mis personajes, aunque viven momentos extremos y violencia, siempre terminan encontrando algo de sí mismos que les permite ser optimistas en la vida. Cuando te va siempre bien, llegar al optimismo no es difícil, pero cuando te va mal y llegas al optimismo, creo que esa es la esencia de lo que yo escribo, que la gente termina encontrando un pedazo de luz al final del túnel. Yo soy un optimista compulsivo. Yo sí creo en el ser humano. Cuando me dicen que cómo veo México y por qué soy optimista con respecto a México, siempre menciono a la familia Estrada. La familia Estrada es unos amigos míos campesinos del estado de Tamaulipas, que es un estado al norte, que es frontera con Texas. Casi no tienen que comer. Se la ven muy difícil. Cada vez que llego yo a su casa, o desde la primera vez que llega a su casa, se bajan de su cama para que yo duerma en su cama y me dan de la poquita comida que tienen y siempre están de buen humor. Y cuando me dicen, “¿Por qué eres optimista?”, digo, “Por Lucio Estrada y su familia”. Mi compadre Lucio Estrada. Soy padrino de sus hijos, de sus siete hijos, imagínense. lo difícil que es mantener un hijo en la clase media de cualquier país. Imagínense un campesino analfabeto que tiene siete hijos. Entonces es tal la alegría con la que viven la vida, es tal las bromas que se hacen padres e hijos, Evelia, mi comadre, que desafortunadamente ya murió. Todo el tiempo, porque yo conviví con ellos varias veces. Yo debo haber vivido con ellos unas 70 veces. De esas 70 veces me quedé con ellos unos diez días. Vean la cantidad, son 700 días de convivir con ellos. Nunca los vi de mal humor, nunca los vi, “No, este es mi comida”, sino “Aquí alcanza, aquí alcanza. No se preocupen, aquí alcanza”.

12:42
Guillermo Arriaga. Y yo decía “No, no alcanza”. Llegaban momentos en que se hacían tacos con aceite en el que alguna vez cocinaron carne. Y esa era su comida. Pero esa vitalidad de los Estrada a los que les he hecho homenajes en varias de mis obras, Los tres entierros de Melquiades Estrada, Un dulce olor a muerte, una novela que tengo donde ellos son protagonistas. Ahora, la película que dirigieron mis hijos, A cielo abierto, que yo escribí, que dirigieron Mariana y Santiago, que les recomiendo, A cielo abierto –no lo olviden– el personaje se llama Lucio Estrada. Curiosamente el actor que hizo Melquiades Estrada hace 20 años exactamente, ahora hace el de Lucio Estrada, le dije “Vas a hacer toda la familia Estrada. No te preocupes”. Julio César. Julio César Cedillo, gran actor. Entonces, yo siento que mi obra, en mi obra permea siempre el optimismo y permea siempre una llegada a la luz. Muchas gracias por tu pregunta.

13:53
Chico. Hola Guillermo, Lo primero enhorabuena por tu trayectoria como guionista, escritor, etcétera. Te quería preguntar, decías ahora la última respuesta, que trabajas mucho pensando como en esa luz al final del túnel, esa esperanza y esa bondad del ser humano. Pero también en tus obras se ve cómo mucho la parte de la venganza. Es como un motor narrativo común. Y quería preguntar, ¿por qué ese interés?

14:19
Guillermo Arriaga. Yo he tratado el tema de la venganza por una sencilla razón. Porque no creo en ella y me gustaría vacunar a todos contra la venganza. A mis hijos desde niño les di dos principios que me parecían fundamentales, dos valores. La venganza no conduce a nada y la otra, tu calidad humana no puede depender de la calidad humana de los demás. Si el otro es un tipo malo, tú no tienes porque ser una mala persona. La venganza yo creo que es veneno puro. Confucio decía “En tu camino a la venganza, cava dos tumbas, la tuya y la de tu enemigo”. Obviamente, durante muchos años tuve la fantasía de ir a romperle la cara al tipo que me agarró a batazos. Hasta que me di cuenta que yo estaba preso de un sentimiento que no me conducía a nada, porque aunque yo lo destrozara, no iba a aliviar el suceso ni iba a cambiar el suceso. Escribí un libro que se llama Salvar el fuego, como se lo conté, que se lleva a cabo en la cárcel y no sé por qué, a cada país que iba me llevaban a la cárcel. Y en Holanda me llevaron a la cárcel y platiqué la historia de esto que les conté, que me agarró a batazos, y me dice uno de ellos, “A mí me pasó lo mismo, solo que yo sí lo maté. Me esperé tres años y cuando pude lo maté y por eso estoy aquí”. Y me preguntó uno de los presos, “¿Por qué él sí lo mató y tú no?”, dije “Porque yo tenía una familia que me contenía. Yo regresaba a un hogar amoroso. Yo regresaba a unos padres que confiaban en mí, que me daban amor”. Y eso me parece muy importante. Por eso me enorgullezco de tener hijos, que son buenas personas y que me llaman por teléfono, porque sé que tiene una contención. Sé que mis hijos saben que cuentan conmigo. Yo sabía que contaba con mis papás y cuando yo hablé con este preso que sí mató al que lo agarraba a él, fue a palazos. Me dijo “Es que yo no tenía un padre, mi madre trabajaba todo el día, sentía abandono, sentía rabia de ese abandono”. Yo no sentía esa rabia de abandono. Entonces, yo creo que es muy importante que haya siempre un espacio donde la gente se sienta querida. No importa que los padres se divorcien o se separen, el espacio debe permanecer aunque los padres estén separados, siempre debe permanecer. Y eso creo que es la diferencia que hizo entre que yo no cobrara venganza y él sí cobrara venganza. Hay pueblos que se están vengando uno del otro por milenios. Alguien tiene que parar la venganza.

17:38
Guillermo Arriaga. Porque se los juro, la venganza crea una espiral que no conduce a nada. Entonces, por eso mis libros hablan de la venganza. Para vacunar a la gente contra la venganza.

17:58
Chica. Hola, Guillermo. Mucho gusto. Un gusto saludarte y muchas gracias por estar aquí. Quería que nos pudieses contar un poco con estas visiones que nos has dado, ¿cómo haces para dar… usar tantas voces tan distintas en tus historias?

18:14
Guillermo Arriaga. Antes de contestar esto, quiero decirles que yo no escribo un libro y es solamente mi obra, es un trabajo de equipo. Aquí está una de mis dos editoras, Carolina Rebollo. La otra es Mayra González, a las que les tengo que agradecer su trabajo. Hay quien hace la portada, hay quien ve la tipografía, hay quien hace la caja, hay quien almacena los libros, hay quienes transportan los libros. Están los libreros, parte fundamental. Cuando me dicen “Es que el libro es muy caro”, es que hay 100 personas detrás del libro. No me están pagando a mí. Le están pagando a 100 personas que trabajan en el libro. Y respeto siempre y respetaré siempre el trabajo de equipo. Algo que he hecho cuando yo dirijo una película, le pido una foto a cada miembro de mi equipo y pongo su nombre. Me despierto a las 04:00 a memorizar los rostros de todo mi equipo para no decirle “Oye, tú el de rojo, tú”. Le digo a cada uno, le digo, le hablo por su nombre. Y me han dicho tanto en Estados Unidos, donde he filmado, como en Brasil, que he filmado, como en México, que soy el primer director que a muchos del equipo les dirige la palabra, que me parece vergonzoso que esto suceda. Alejandro Magno era famoso porque sabía el nombre de todos sus soldados, el nombre de sus esposas y sus hijos y siempre preguntaba por ellos. Yo creo que hay que respetar siempre al equipo y reconocer el trabajo de un equipo. Ahora las historias uno debe escucharlas. Yo no soy un autor como otros más serios que yo, que planean con mucho cuidado la novela antes. Yo conozco muchos profesores que dicen, “Nunca empieces una historia si no sabes el final”, a lo que yo he respondido “Si ya sabes el final, ¿para qué le escribes?”. A mí me gusta que la novela me sorprenda. Yo, como escritor, tengo que escuchar la novela. Tengo que escuchar la historia. ¿Y qué significa escuchar la historia? Significa que dentro de la historia hay una estructura que yo tengo que descubrir. No todas las historias se pueden contar del mismo modo. Yo les voy a pedir que hagan un ejercicio, cuando cuenten una historia, vean qué estructura han elegido, porque son estructuras muy sofisticadas. Si ustedes cuentan de cómo conocieron a su pareja, les apuesto que no empiezan de manera lineal. Van a decir bueno, nosotros tenemos 15 años juntos, porque yo la conocí en el pueblo de mi abuelo, en el pueblo de mi abuelo nos hacían correr porque venían los toros y a mí me daban mucho miedo los toros.

21:22
Guillermo Arriaga. Y es que los toros imaginas una bestia enorme y pasas de los toros, que es que me acaban de contar esta historia, por cierto, pasas de los toros y pasas a tu abuela y luego pasas al barrio en el que creciste y de ahí vas urdiendo un tejido muy complejo en la vida diaria para contar historias. ¿Cierto, no? Entonces, cuando yo voy a contar una historia, quiero que tenga esta sensación de que es una historia que usa esas estructuras que usamos en la vida diaria. Por eso digo hay que escuchar la historia para elegir la que mejor corresponde a lo que la historia pide. Y como yo no planeo cuando me siento, empiezo a tratar de entender cómo tengo que contar la historia. Voy a darte el ejemplo de El hombre, la nueva novela. El hombre trata sobre Henry Lloyd, que es un hombre muy despiadado, muy cruel, que en el siglo XIX crea un imperio de tal peso y tal fortuna que seis generaciones después siguen siendo multi multi multimillonarios su familia. Para construir este imperio el tipo es extremadamente salvaje, pero también cuenta con lealtades feroces. La gente a su alrededor lo adora. Es más, él maneja esclavos. Y los esclavos dicen, “Yo doy mi vida por él”. Dices, pero si él es el esclavista. Y es que casualmente él es el único de todos los capataces que ha habido en una plantación de algodón que escucha a los esclavos y no solamente eso, se sabe los nombres de todos los esclavos. y los esclavos dicen, “Me escuchó. Y se preocupa por mí”. Entonces, cuando él decide liberarlos para hacer un ejército propio con los esclavos, ellos están de su lado y sus hijos, que lo adoran porque se lo sienten en la pierna, además, dicen, “¿Cómo es posible que mi padre sea un asesino tan despiadado si conmigo jugaba y era el más amoroso y me contaba cuentos a la hora de dormir?” ¿Quién es este monstruo? Y como yo quiero, entendí cuando me me empecé a escribir la novela, que para poder explicar un hombre de esta complejidad no podía hacerlo solamente desde un punto de vista. Necesitaba varios puntos de vista y creé seis puntos de vista. Y en cada punto de vista procuré que hubiera un lenguaje distinto. ¿Qué significa un lenguaje distinto? Un vocabulario personal, una sintaxis distinta, una puntuación distinta, un ritmo distinto, un tono distinto, y que también tuvieran una vida propia que el personaje de Henry Lloyd se enriqueciera por el pasado de estos personajes. Uno de ellos se llama James, uno de los que cuenta la historia. James es un muchacho que a los nueve años lo raptan de su aldea en África para llevárselo de esclavo y matan a sus papás y se lo llevan con sus hermanas.

24:44
Guillermo Arriaga. Y él dice, “¿Qué hice para merecer esta maldita vida de esclavo? ¿Qué hice?”. Y James se da cuenta que la mejor forma de vencer a los esclavistas es aprender su idioma. Porque una vez que aprendes el idioma del que te somete, sabes dónde están las entrañas de esa maldad. Y es el personaje que tiene el lenguaje más desarrollado de todos, porque el vocabulario para él le parece fundamental. En lugar de cantar canciones mientras están recogiendo el algodón, como hacían los esclavos en el siglo XIX y de ahí viene el blues, él repite palabras en voz alta para que todos se las aprendan. Palabras difíciles. “Inexpugnable, inexpugnable, inexpugnable”. Y todos dicen “Inexpugnable…”, y así. Hay otro personaje que se niega a hablar la lengua de los colonizadores y la gente piensa que es mudo hasta que hay un momento en que habla. Pero él no llega de niño a ser esclavo, sino llega ya de adulto. Y cuando por fin habla a los 100 años de edad, la construcción de su sintaxis es distinta, la construcción de su lenguaje que pone el verbo al final en lugar de decir como en español vamos a ir a la grabación del programa, él dice, “A la grabación del programa a ir vamos”, y así construye. Esas voces me permiten y esas diferencias me permiten que vaya yo entendiendo la médula de la historia. Y yo no quiero decir que no haya una historia que exija ser contada de manera lineal y de forma acostumbrada. Simplemente tengo que escuchar si sí, o si no pulsa dentro de la historia eso.

26:52
Chico. Guillermo, sabemos que has tenido la oportunidad de trabajar con artistas de talla internacional como Brad Pitt, Kate Blanchett, Jennifer Lawrence… ¿Qué es lo que más te ha impresionado de estos talentos y qué te ha sorprendido?

27:08
Guillermo Arriaga. ¿Me he sentido muy afortunado de trabajar no solamente con talentos frente a cámara, sino también detrás de cámaras que son tan importantes como los que están frente a cámara. Yo creo que hay que reconocer el trabajo no solo de las celebridades que están enfrente de nosotros, sino todo el equipo que está detrás de cámara. He tenido la fortuna de trabajar con grandes fotógrafos, grandes asistentes de dirección, grandes scripts, grandes gaffers, grandes asistentes de producción. Creo que hay que valorar el trabajo de todos en una producción. Cierto el que da la cara, es el actor, pero el actor es una parte de un complejo mecanismo que es hacer cine. Yo sé que es un privilegio trabajar con estos actores, pero igual de privilegio es trabajar con todos mis compañeros, desde la gente que te sirve de comer, que lo hace siempre con gentileza y con unas presiones brutales, a el más famoso actor del mundo. Yo valoro a todos por igual. Y hablando en particular de actores y actrices con los que he trabajado, te voy a hablar de aquellos en los que yo he podido dirigir. Tuve la enorme fortuna de trabajar en una de las primeras películas de Jennifer Lawrence y te voy a contar una anécdota de Jennifer Lawrence. Yo no podía, porque no tenía permiso de trabajo, ir a la búsqueda del reparto. No podía tener juntas porque no tenía, no salía mi permiso de trabajo. Y a mí me manda Debby Zane, la directora de reparto, me manda unos CDs, nos DVDs de perdón con las primeras personas que fueron a hacer el casting y me dice… yo iba a ver a 400 jóvenes mujeres y 400 jóvenes hombres, y veo el de Jennifer Lawrence. Cuando tú como director eliges a alguien, lo eliges por las siguientes razones: una, que tenga el rostro adecuado y la personalidad adecuada. Pero lo más importante es el gusto que tiene. Cómo responde. Y Jennifer Lawrence respondía sin mover un músculo de la cara. Y me conmovió muchísimo sin mover un músculo de la cara. Escogí también a Jorge Daniel Pardo, J. D. Pardo y por fin tengo el permiso de trabajo y los junto en la sala de Debby Zane para que hablen. No sé si ustedes han hecho… si hay aquí alguno que sea actor, pero cuando se hace un ejercicio de reparto es en un cuarto con dos sillas y nada más, y las cámaras con las que lo están grabando.

30:24
Guillermo Arriaga. Entonces le digo a Jennifer y a J. D. Pardo, “Hagan esta escena”, y están haciendo la escena y empiezo a oír unos ruidos extraños, detrás de mí, yo tratando de concentrarme en los actores, yo oyendo… Iba a decirles, “Por favor, están actuando” y allí están en un mar de lágrimas Debby Zane y su asistente. Conmovidísimos por lo que están viendo en dos tipos sentados en una silla, y se me acerca Debby Zane y me dice, “Los dioses del casting han bajado aquí hoy”. Y yo nada más te puedo decir… Mira, se me puso la piel de gallina de pensar en eso. Estábamos filmando una escena con Jennifer y de repente, está llorando Jennifer. Y de repente el director de fotografía, que es un tipo rudo. Robert Elswitt, un monstruo de la cinematografía mundial, hizo Petróleo Sangriento, There Will Be Blood, hizo Magnolia, Boogie Nights, etcétera, etcétera. Agacha la cabeza y veo y está hecho un mar de lágrimas y se va llorando con la escena y le digo “¿Y ahora quién agarra la cámara?”, ¿no? Le llamo al asistente, un holandés, le digo “Agarra la cámara” y agarró la cámara. Y es muy bonito ver que descubres un talento como el de Jennifer. Ahora voy a hablar de otra compañera, de Charlize Theron. Charlize es quizás la mejor compañera de trabajo que puede uno desear en la vida. Las estrellas que son un poco divas, llegan dos tres horas tarde. Ella a las 05:00 ya estaba en maquillaje. Y algo muy lindo de Charlize, para que vean el tipo de personalidad que tiene Charlize, las estrellas de cine tienen un tráiler, una casa rodante para ellas mismas y ahí les llevan la comida. Charlize no. Charlize se formaba con los técnicos a que le sirvieran y se iba a comer con los técnicos. Todos la adorábamos a Charlize. Es la mujer más profesional que se puedan imaginar. Más divertida, cuenta unos chistes. Es mal hablada y yo mal hablado. Ya se podrán imaginar. Se aprendió malas palabras en español. Yo le contestaba en español porque habla un poco de español y habla italiano. Entonces le contestaba también. Muy divertido. Fue muy divertido estar con ella. Entonces te he dado dos ejemplos de lo placentero que es trabajar con algunos actores. También tengo anécdotas de los directores de fotografía. He trabajado con Robert Elswitt, que ahora dije que es un monstruo con John Toll, el que hizo Legends of the Fall o que hizo Braveheart o La Delgada Línea Roja.

33:34
Guillermo Arriaga. He trabajado con Janusz Kaminski, que fotografió Salvar al Soldado Ryan, que fotografió Munich, que fotografió Lincoln, todas las películas de Spielberg. Tú no sabes lo que es trabajar con estos monstruos. No sabes lo que es el privilegio de tener un fotógrafo de este calibre… con Adrián Teijido que fotografió para la película brasileña que ganó –Ainda Estou Aqui– ganó el Oscar a mejor película extranjera. Él es brasileño. Es tan importante tener un fotógrafo bueno, como director. Entonces igual te tengo anécdotas, pero sino aquí me la pasaría contando anécdotas. Pero creo que estas dos ilustran el placer de trabajar con gente como Jennifer o Charlize.

34:28
Alexander. Hola, ¿qué tal? Me llamo Alexander y a lo largo de mi carrera –estoy estudiando literatura– he tenido la oportunidad de ver muchas películas tuyas y leer algunos libros, y algunas de las constantes en si es tu dureza como tal. Y a pesar de esta dureza, yo en lo personal creo que existe mucha humanidad en Extrañas por ejemplo, ¿no? especialmente en cómo se habla sobre los monstruos. A lo que quiero llegar es ¿qué dice esto de nosotros mismos como seres humanos con respecto al cómo tratamos al diferente?

35:01
Guillermo Arriaga. Gracias Alexander por tu pregunta. Gracias por leer Extrañas. Extrañas es un libro que situé en Inglaterra en 1781. Es un noble que se llama William, William Burton, que se llama así en homenaje a William Faulkner y a William Shakespeare, que son mis maestros y Burton, por Richard Burton, no el actor, sino el famoso explorador inglés. Que Richard Burton es un tipo muy interesante. Sabía hablar 36 idiomas y 18 dialectos y cada vez que iba de explorador a alguna región se vestía con la ropa de la gente, hacía las prácticas sexuales. Su mujer mandó quemar varios sus libros, que contaba sus prácticas sexuales y le daba vergüenza. Comía lo que ellos comían y aprendía su idioma y sus costumbres. Entonces se llama William Burton. Y William es un noble que va a heredar una extensa propiedad de… calcula en 100.000 hectáreas. Tan extensa es que varios aldeas hay dentro de la propiedad y su padre, que es un noble, le dice “vas a recorrer todos los pueblos y para que la gente sepa que tú vas a ser el próximo mandamás”. Y se sube William a una carreta, va recorriendo, le da un poco de pereza, es muy cansado. Él tiene 15 años, quiere hacer otras cosas, pero él va a ser el nuevo heredero, es el primogénito, va a llevar el apellido Burton, que tiene 800 años y es muy importante lo que va a ser. Y en alguna ocasión le platican con tanta pasión los lugareños, los aldeanos, del ganado que tienen. Va a asomarse a las trancas del corral y ve que en medio de las vacas hay una figura blanquecina que se mueve. Las vacas no lo dejan ver, está oculto por las patas de los de los animales y le pregunta al encargado de la propiedad, al administrador de la propiedad, que ha trabajado desde el bisabuelo, ya es un viejo de 80 años, dice, “¿Qué es eso?”. Le dice, “Nada, nada, nada. No te preocupes, vámonos”. Dice, “No, no, ¿qué es eso que se mueve ahí?” Le da curiosidad a William, se salta las trancas, camina y descubre que es un muchachito desnudo, encadenado entre las vacas. El muchachito apenas puede hablar y apenas se puede mover. Le dice, “¿Qué hace este ser humano aquí?”. Le dice “No, no es un ser humano, es un animal que nació de hombre y mujer, una bestia”. “¿Y cuánto tiempo tiene aquí?”

38:01
Guillermo Arriaga. “Desde que nació. Avergonzó a su familia y pues aquí lo amarramos. No lo quisimos matar porque no sabemos si Dios nos castiga o no nos castiga, pero lo dejamos aquí”. ¿Qué es el muchachito? Es un hombre que tiene parálisis cerebral y lo tienen atado porque les da vergüenza. El tipo se indigna y dice, “¿Hay más como estos en la propiedad?”. Le dice, “Mira, habla con tu papá”, y dice, “¿Mi padre sabe de esto?”. “Bueno…”. Se indigna y resulta que va a ver a otra que también está desnuda, tiene los ojos rasgados y está mordida no solamente por ratas, sino que tiene mordidas en los senos. Los muchachos del pueblo han ido a perder su castidad con ella, la han violado repetidas veces. Él se vuelve a indignar, dice, “¿Qué es esto?”. Le duele tanto lo que acaba de ver, que termina por renunciar a su heredad, a su posición, para dedicarse a la medicina con tal de ayudar a estas personas. ¿Y de dónde viene esta historia? Yo hice documentales sobre personas, voy a decir ahorita de capacidades diferentes, porque parece que tiene una discapacidad pero no, tienen otras formas de de vincularse con el mundo. Y yo no lo vi, pero me enseñó un amigo mío el material que hizo en unas rancherías en Oaxaca, en México, y vi a un muchacho con parálisis cerebral encadenado entre los pavos. Durísimo. Y dije esto se tiene que contar. Presentando la novela en Santander se acerca un hombre, me dijo, “Hace diez años aquí en Cantabria descubrieron igual amarrados a personas con discapacidad entre los animales. Los mandan con el ganado, los mandan…”, y me pareció que era una historia que había que contar. Me parece que hay una tensión muy fuerte con las personas diferentes, con capacidades diferentes, en las que hay dos tensiones. Una es la naturaleza y otra es la civilización. La naturaleza, las madres, cuando una cría nace con un problema, con una falta de habilidad para algo, la madre misma los mata. Esa es la tendencia natural, el rechazo al que es diferente. Pero la civilización y el humanismo dicen, no podemos dejar a ningún ser humano atrás, no importa lo que tenga, porque estos seres humanos van a aportar algo a la sociedad. Y voy a hablar de una novela de Kenzaburō Ōe, premio Nobel japonés. Él tiene un hijo y los doctores le dicen, “Su hijo nació con el cerebro fuera de la bóveda craneal, está fuera del cráneo. Si sobrevive, nunca va a poder hablar. Va a tener un retraso mental profundo”. Y dice Kenzaburō Ōe, “esto es una cárcel. ¿Voy a vivir con este niño?

41:24
Guillermo Arriaga. No, que se muera. Ojalá y se muera”. Y se va con su amante, a acostarse con su amante. Está acostándose con la amante y le dice del niño y “no quiero”. Y hay un momento en que el amante le dice, “¿Sabes qué? Te vas al hospital con tu mujer y tu hijo, cuidas ese hijo y a mí no me vuelves a ver. Si me amas, no me vuelvas a ver. Dale ese amor a tu hijo”. Efectivamente, el hijo de Kenzaburō Ōe no habló. ¿Pero qué creen? Es uno de los máximos compositores musicales que hay en Japón. Alguna vez di una plática con una mujer cuyo hijo tiene otras capacidades y con un alumno mío que quedó parapléjico en un accidente parapente. Y ella decía, que estábamos hablando y decía, “No hay que enojarnos con las personas que rechazan la discapacidad. No hay que enojarnos, es lo natural, lo natural que se sientan incómodos con una persona con síndrome de Down. Es lo natural que se sientan incómodos con alguien que tiene parálisis cerebral y no le entiendes. Es natural. No nos enojemos, mejor eduquemos. Mejor expliquemos. Mejor hagamos entender a la gente que estas personas tienen un valor y hay que descubrir su valor y no enojarse contra quienes los rechazan”. Y eso es lo que quiere hacer la novela Extrañas, una reflexión sobre esto y a la vez es también una historia de como un noble desciende a los bajos fondos de la sociedad y es una reflexión sobre las primeras cirugías que se hicieron. Espero que también les interese y corran a la librería a comprarla.

43:28
Chica. A mí me gustaría saber si como guionista piensas en alguien en concreto o en un tipo de público en particular al escribir.

43:35
Guillermo Arriaga. Primero quiero decirles que no me gusta la palabra ‘guionista’. Les voy a decir por qué. Porque la palabra ‘guión’ es una palabra que empezó con la televisión y significa pequeña guía. Yo me paso tres años escribiendo una obra para que digan, “tu pequeña guía”. No creo que sea una pequeña guía. Creo que son obras por sí mismas. Cuando en los años 50 se hacía una película se le decía ‘libro cinematográfico’, no ‘guión’. La palabra ‘guión’ me parece peyorativa. La palabra de quien me dice a mí, “Ah, el que hace pequeñas guías”, eso significa guionistas. Entonces he querido, he empujado siempre porque le diga ‘escritor de cine’ y ojalá la acuñen ustedes la palabra, es un escritor de cine. Haces una obra para cine. Y nunca le van a preguntar a alguien que hace teatro si está haciendo literatura, ¿o sí? ¿Por qué un dramaturgo de cine le dicen, “¿haces literatura?”? Claro que hago literatura. ¿Y si le dan el Nobel a Bob Dylan por cantar, por qué no se la dan a alguien que escribe… a un dramaturgo del cine? Eso pienso. Pero bueno, yo creo que hay distintos tipos de creadores. Yo pertenezco al creador que no piensa en el público, porque si piensas en el público empiezas a cargar la obra con un peso que no soporta. Ya sea para la lectura de una novela o como espectador de una película, yo me concentro en tratar de contar la historia lo mejor posible. Cuando yo daba clases –di muchos años clases en la universidad– le decía a mis alumnos “Cuando escriban no traten de ser profundos”. Decían, “¿Cómo? ¿Quieres que seamos superficiales?”. Les dije “No, ustedes cuenten la historia. Si ustedes son profundos, la historia va a ser profunda. Si ustedes son superficiales, la historia va a ser superficial”. Y quiero aquí contarte algo muy importante: no hay voluntad en el arte. Hay rigor, hay disciplina, sí. Pero yo no puedo decir, “¿Me permiten? Voy a escribir una obra maestra. Ahora vuelvo. Voy a escribir el libro con el que me van a dar el Nobel”. “Esta película la escribí para ganarme Cannes”, o “Con este libro voy a meter millones y millones de dólares en mi cuenta”. ¿Saben lo que yo daría por ser como García Márquez? ¿Ganarse el Nobel y ser millonario? Pues no puedo. No hay voluntad en el arte. Yo no puedo decir “Voy a escribir una novela que le va a encantar al público”. No puedo. Nadie puede, ni siquiera JK Rowling. A JK Rowling dile ahorita, “Haz un una serie de libros que venda tanto como Harry Potter”. No puedes, no puede a voluntad hacer una obra que venda tanto como Harry Potter, que por cierto, ganó cerca de 2.500.000.000 de libras esterlinas. 2.500.000.000 de libras esterlinas. Hay meses que no los gano. Entonces, no se puede pensar en el público porque es creer que a voluntad tú puedes hacer que le guste algo al público.

47:09
Guillermo Arriaga. Yo lo que procuro hacer es concentrarme en hacer las cosas lo mejor posible. Y en esto quiero decirte que yo una vez que escribo mi obra, una novela, la reescribo varias veces. ¿Qué significa reescribo? Me siento a transcribir la novela palabra por palabra y mientras la voy transcribiendo voy corrigiendo. Mis novelas, no sé si las has visto, son así de voluminosas. Yo lo veo como el Himalaya, digo “¿Tengo que subir el Everest otra vez?”, y cada reescritura digo “Ok, va”, y vuelvo a reescribir. Termino, digo, “Viene la otra. No te hagas tonto, vas”. Termino. Otra. Y mientras voy escribiendo, voy cortando, voy puliendo. Luego de eso, corrijo. Luego de eso, Carolina –le consta– empieza a buscar palabras para que no se repitan. No soporto las cacofonías. ¿Y por qué hago esto? Porque yo me siento muy honrado y muy privilegiado de que alguien compre un libro mío y le dedique tiempo. Lo menos que puedo hacer es poner todo mi rigor y toda mi disciplina en la obra que estoy haciendo, porque yo tengo que respetar al lector. No soy como esos autores que dicen, “Yo no corrijo, soy un maestro”. No compadre, es un trabajo, un trabajo serio que hay que hacer porque los lectores te están regalando su tiempo y eso es muy valioso y están pagando una buena cantidad de dinero por leerte. Lo mejor es hacer un trabajo profundo. En extrañas me puse reglas muy salvajes para mí como escritor. No usé más que palabras usadas en el siglo XVIII. No hay ningún ‘qué’, ‘por qué’, ‘aunque’, o ‘para qué’. Si ustedes no van a encontrar un solo ‘qué’. Les voy a dar un ejemplo de cómo es escribir 600 páginas sin ‘qué’. El hombre que vive junto a mí y al que se le acusa de asesinato sin que haya un por qué de que haya actuado y aunque se les sabe inocente, la policía ha llegado a apresarlo. Quítenle ese ‘al qué’, el ‘aunque’ y el ‘por qué’. Y verán que… ahora háganlo en 600 páginas. Y yo empecé a escribir la novela y afortunadamente conté con un diccionario que me decía cuándo se usaron por primera vez las palabras. Y descubro que palabras que yo creí que eran de ese siglo… ‘torso’ no existía. ‘Optimista’ no existía. Y los sinónimos no existen. Imagínense cuando busqué ‘optimista’ decía ‘hombre alegre’, ‘esperanzador’ tiene que ver con optimista. No existía ‘esquelético’. No existía la palabra ‘salomónico’, no existía la palabra ‘autopsia’ ni ‘disección’. O sea, me empecé a volver loco. No existía la palabra ‘sífilis’. ¿Saben cómo le decían a la sífilis? Morbo gálico. Luego dije, bueno, en México se usa la palabra el ‘consultorio’ del doctor.

50:41
Guillermo Arriaga. Pues no, es una palabra que se acuñó en 1916. Bueno, voy a decir, como dicen en España, la consulta del doctor. 1916. Bueno, el gabinete del doctor. 1888. ¿Cómo demonios se decía en el siglo XVIII a dónde vas… el lugar donde vas con el doctor? La oficina del doctor o el despacho del doctor. Y esas son dificultades que yo mismo me impuse. ¿Para qué? Para respetar al lector. Para que sienta que está leyendo una novela del siglo XVIII.

51:25
Chico. Hola, Guillermo. ¿Qué tal? La frontera es un territorio esencial en tu obra. En la nueva novela El hombre, para ti, ¿qué importancia tiene la frontera como tal y por qué nos gusta, nos llama tanto la atención estas historias de la frontera?

51:44
Guillermo Arriaga. ¿De dónde eres?

51:45
Chico. De Venezuela.

51:46
Guillermo Arriaga. Sí, pana, te lo capté de volada. Ok. Muchas gracias por tu pregunta. Cuando yo tenía 12 años fui a Piedras Negras, Coahuila. Piedras Negras, Coahuila es una ciudad fronteriza que tiene… cruzando está Eagle Pass, Texas –y como dicen allá en Piedras Negras, “Eagle Pass”– y cruce caminando el río y es muy impresionante como pasas de un país del tercer mundo a la mayor potencia del mundo, cruzando un puente de alrededor de 250 metros de largo. Recuerdo que mientras cruzaba decía “Aquí está Estados Unidos y aquí está México” y yo ponía un pie en Estados Unidos y un pie en México. Me sentía lo máximo. Y esa frontera, no sé si lo sepas, pero Estados Unidos despojó a México del 56% de su territorio. Se fue Texas, Nuevo México, Arizona, Colorado, Nevada, California. Partes de Wyoming, partes de Utah, se fue el equivalente al tamaño de Argentina, 2.700.000 kilómetros cuadrados. O sea, México tiene 1.991.000 kilómetros cuadrados, cerquita de los dos. Imagínense 2.700.000 kilómetros que perdimos y yo cruzo la frontera y todos hablaban español y todos eran prácticamente mexicanos. Decía “¿Cómo? ¿Cómo estoy en otro país y siguen siendo mexicanos?”. Y ahí empezó a interesarme el tema de las fronteras, porque tenemos que saber que un país es una abstracción. No son reales los países. De hecho el concepto ‘país’ es muy reciente. México tiene 200 años, 204 años de que se independizó. 204 años, no es nada. Nada. En la historia de la humanidad es nada. Y un país es un grupo de personas que se ponen de acuerdo en ciertos valores, en ciertas leyes, en cierta identidad y en fronteras. Pero las fronteras siempre son arbitrarias. Siempre. A mí me llama mucho la atención este concepto de quién decide dónde empieza algo y termina algo. Y no solamente en los espacios geográficos, sino también en la vida, dónde empieza algo y dónde termina algo. Cuando yo doy… yo doy cursos de escritura alrededor del mundo, y una pregunta, que les voy a hacer a todos ustedes, es elijan los diez momentos más importantes de su vida.

54:51
Guillermo Arriaga. De esos diez momentos de su vida, ¿cuáles fueron interiores y cuáles fueron exteriores? Interiores es, “Ya no puedo seguir en este matrimonio. Me voy”. Fue un proceso interior, ¿no? Exterior puede ser la muerte de alguien querido. Un accidente. Ahora, de esos momentos que eligen, ¿cuales ustedes los decidieron y cuáles otras personas los decidieron? No es lo mismo decir “Yo me quiero divorciar” a “me quiero divorciar de ti”. No es lo mismo que tú vayas y choques tu automóvil a que tú vas cruzando la calle, pasa uno y te atropella. Son fronteras, son fronteras muy interesantes. ¿En qué momento dejamos de ser algo para convertirnos en otra cosa? Y eso es algo que me llama la atención. ¿En qué momento cruzas? Hay fronteras, por ejemplo, que ya no puedes echarte para atrás. Tu no puedes decir “Fui tantito virgen”. No, no puedes decir “Fui tantito asesino”. Una vez que tú jalas el gatillo y matas a una persona, ya cruzas una frontera que no da vuelta para atrás. No puedes decir, “Ay, maté poquito” o “Fui virgen poquito”. Entonces eso a mí me interesa mucho. Por eso me gustan los personajes al extremo. Y también hay, en teoría dramática, hay el modo probable, que es la personalidad y el modo necesario, que es el carácter. El modo probable es cómo creemos que va a responder alguien de acuerdo a cómo se ha comportado en la vida diaria. El carácter es cómo respondes frente a una situación extrema. Voy a dar un ejemplo muy rápido. Yo tenía una alumna que le vamos a llamar Betty, así como en americano, y Betty mide 1.50. Es muy bonita, una rubiecita, de esas que subrayan sus cuadernos en la universidad con colores distintos y les ponen calcomanías de Hello Kitty, no sé ahora cuáles calcomanías pongan, pero…Me habla así muy dulce. Y –esto es una historia real– un día me dice “Ya no quiero tener…” –yo era coordinador de la Licenciatura en Comunicación– “ya no quiero tener clases en la tarde”. “¿Por qué?” “Porque un amigo de mi hermano iba manejando se le cerró un tipo. Tuvieron un incidente y el de al lado sacó una pistola, le metió tres balazos en la cabeza y tengo miedo”. Lunes. Miércoles, miércoles, el novio se despide. “Bye bye mi amor” tal y tal, y está en su casa. Se mete a su casa. A dos horas, regresa el tipo bañado en sangre. ¿Qué pasó? Secuestro express. ¿Saben que es el secuestro express? Ok. Viernes –es una historia real–. Sale de la universidad rumbo a su carro y un tipo de 1.95 le pone un cuchillo en la espalda.

58:15
Guillermo Arriaga. Dice, “Vas a venir conmigo”. ¿Cuál es el modo probable de acuerdo a la personalidad de Betty, de responder? Gritar o ponerse… No. Se da vuelta Betty, lo confronta y le empieza a pegar. El tipo le pone un golpe, la tumba, le deja todo esto así. Y de acuerdo al modo probable, Betty debería de salir corriendo. No. Le brincó encima. Al tipo le mordió en la oreja y se la arrancó. La Tyson, le decimos a Betty ahora. ¿Quién creen que corrió? Reveló el carácter. En un evento extremo, se vio de qué estaba hecha ella. ¿Sabes? Entonces es el modo necesario. Y a mí me interesa, como ser humano y obviamente como creador, esos momentos en los que se revela el verdadero ser de una persona, la frontera que convierte la personalidad en carácter. ¿Sí? Gracias por tu pregunta.

59:46
Chico. Hola Guillermo. Como escritor y cineasta, y sin pensar en géneros, ¿cuáles serían esos libros y películas que siempre recomendarías, que tú consideras que son imprescindibles?

59:59
Guillermo Arriaga. Muchas gracias por tu pregunta. Miren, voy a hablar de los libros que a mí me marcaron y las películas que a mí me marcaron. Yo recuerdo cuando leí El sonido de la furia de William Faulkner. Yo tengo déficit de atención y yo escribía de forma muy desordenada, como sigo escribiendo ahora, y creí que era una persona normal, hasta que leí a William Faulkner, que bueno, William Faulkner escribe una estructura distinta con cada historia que cuenta. Y odié el libro, porque es un libro difícil de leer. Dije, “¿Por qué estoy leyendo esto?”, pero cada que lo leía se me ocurrían historias y mientras más lo leía, más historias se me ocurrían. Y El sonido de la furia es un libro que marcó profundamente mi carrera. Luego, El llano en llamas, de Rulfo. Lo mismo. No sé si han leído a Rulfo, pero los invito a que lean a Rulfo. Y algo que fue muy importante para mí es que cuando yo entré a la escuela secundaria, a los 12 años, la materia de teatro era obligatoria, y me hicieron leer a Esquilo, Sófocles, Eurípides, –no solo leerlos, montarlos– a Shakespeare, a Calderón de la Barca. O sea, tuve que dirigir y hacer teatro y leer estos grandes dramaturgos. Y Shakespeare me pareció que era un monstruo. Las cosas que Macbeth, Hamlet, ¿saben lo que es leer Macbeth, Hamlet a los 13, 14 años? Obviamente, Romeo y Julieta. Todos queríamos ser románticos en esa época, a los 12 años. Enamorarse como locos, como Romeo y Julieta, que por cierto, se lo dije a mi hija a los ocho años, le dije “Hija, en la vida enamórate como loca, te va a doler cabrón. Perdón. Pero te va a doler más no enamorarte”. Y entonces Shakespeare es alguien. Por motivos no solamente la calidad literaria, sino por motivos familiares, Sor Juana Inés de la Cruz. Mi padre, que era una fuerza de la naturaleza, Carlos, compró una huerta Nepantla, que es donde nació Sor Juana Inés de la Cruz, y había un pequeñito museo de la casa de Sor Juana Inés de la Cruz. Y mi padre fue y convenció al gobernador de hacer un centro cultural. Convenció a uno de los arquitectos más importantes de México, Abraham Zabludovsky, que hiciera el Centro cultural. Convenció que fue un centro cultural grande, hizo un centro cultural enorme. Y luego le cambió los nombres de las calles en Nepantla, por nombres de poetas. Y el gobernador dijo, “Pues si fue usted que inventó este centro, dirijalo, ¿no?”. Entonces lo empezó a dirigir mi papá. E hizo congresos sobre Sor Juana, hizo clases de ballet, de pintura, de literatura, hizo bibliotecas campesinas… un tipo brillante. Se le ocurrió a mi papá –y pongo aquí a mi mamá, porque mi papá no pudo haber hecho sus locuras si no contaba también con la locura de mi mamá– que en Nepantla se había formado por una estación de tren, dijo “Hoy voy a traer una locomotora del siglo XIX”.

01:03:28
Guillermo Arriaga. ¿Cómo se trae una locomotora? Primero encuéntrala. La encontró. Bueno, saben lo que era traer una locomotora, de mil kilómetros que fue donde lo encontró, a montarla en unas vías. Fue algo que yo le admiré siempre a mi padre. Entonces Sor Juana decíamos que era la novia de mi papá, que mi mamá sabía, pero no se quejaba. Y Sor Juana es muy importante para mí. Desde antes que mi padre fuera Sor Juanista, en la escuela leímos los sonetos de Sor Juana y me parece que era importante. Hay un autor español que le recomiendo, que es Pío Baroja. Pío Baroja tenía una gran sensibilidad y contaba unas historias verdaderamente profundas, con un estilo muy directo, muy fuerte. Hemingway estaba en deuda con Baroja y fue con Baroja, a su lecho de muerte, a conocerlo y agradecerle su influencia. Como me hubiera a mi gustado ir a ver a Faulkner, decirle Faulkner, Shakespeare, Baroja, Hemingway… Entonces El árbol de la ciencia, o La busca, libros de Baroja, son importantes para mí. Hemingway, ya lo he dicho. Tiene un libro que se llama Las verdes colinas de África, que me gusta muchísimo. Adiós a las armas. El viejo y el mar. También un libro de Steinbeck que me hicieron leer a los 11 años en la escuela que se llama El este del Edén, que es una brutalidad, el libro. Y hay un autor mexicano que les recomiendo mucho, que es uno que es un autor muy interesante. Él escribió un libro que se llama El águila y la serpiente sobre la Revolución Mexicana. Martin Luis Guzmán. Él era el secretario particular de Pancho Villa y cuenta con una prosa extraordinaria, la crueldad brutal de Pancho Villa y de su sicario, por así decirlo, que era Rodolfo Fierro. Voy a contar rápidamente una historia de Rodolfo Fierro. Dicen a Rodolfo Fierro –lo cuenta Martin Luis Guzmán– le dice “Atrapamos a 300 colorados”, le llaman colorados a las fuerzas huertistas, enemigas de Villa, dice, “¿Qué hacemos con ellos?”. Villa le dice “Fusílalos”. Y Rodolfo Fierro, que lo describieron como la bestia más bella. John Reed, un periodista americano, lo describió como la bestia más bella que hay en el mundo. Un tipo grande, guapo, dice, “No los va a fusilar, los voy a matar yo, uno por uno. Pero les voy a dar oportunidad de salvar la vida”. Entonces los meten a los corrales con una tapia al fondo y le dice a su asistente “Me vas a dar una pistola… voy a darte dos pistolas y las tienes que tener cargadas inmediatamente”. Dice, “Sáquemelos de diez en diez”. Entonces él con la pistola, empiezan a correr, pa, pa, pa, pa, pa, mata los primeros diez. “¡La pistola!”. Pa, pa, pa, mata otros diez. “¡La pistola!”. Da da da da da. Y así mata a 299 de los 300. Y el último le apunta. Va corriendo el pobre. Un desesperado. El que salte la tapia se salva, le hace piu, piu, piu y lo deja vivo.

01:06:51
Guillermo Arriaga. En la noche está dormido, Rodolfo Fierro con su asistente, y se oye una voz que dice “Agua”. “Agua”. Y le dice… despierta a Rodolfo Fierro, “Ve a ver qué quiere”. Dice “¿Le doy agua?”, “No, idiota, mátalo que no me deja dormir”. Ya ve el asistente tembloroso. ¡Pum! Le dispara y lo mata. Y de Adolfo Fierro ¿saben cuál es su preocupación? Que tiene una ampolla en el dedo con el que dispara y le duele y no puede dormir. Ya. Y esto lo describe Martin Luis Guzmán con una belleza que estoy seguro que van a querer leerles. Y en cine, la película que más me dieron ganas de hacer cine es El Padrino dos. Yo vi El Padrino dos, y dije “¿Cómo se hace esto? Yo quiero hacer eso. ”Yo quiero hacer El padrino dos”. Es impresionante las historias paralelas que va contando, el detalle, la fuerza de las actuaciones, el encuadre, “No, no”, dije “yo quiero hacer algo como esto alguna vez en la vida”. Entonces El Padrino dos, una película que me marcó. Muchas gracias. Gracias por sus preguntas. No sé si me logré acordar los nombres de todos, Jandro, Esperanza, Noelia, Mariana, Manuel, Alexander. Ya te mencioné, no sé si me faltó alguien, pero muchas gracias por sus preguntas. Ha sido un honor estar aquí con ustedes. Me siento muy conmovido que hayan aceptado escucharme y bueno, espero que estas palabras de algo les motive, les impulse, les enoje, los alegre. Muchas gracias.