Elsa Punset. Ay, Olga. Podemos ayudarles de mil maneras diferentes. Una de mis grandes fuentes de inspiración y de fortaleza y de creatividad han sido mis hijos, ha sido ser madre. Es que quieres que ellos no sufran como tú, quieres que no tropiecen una y otra vez en la misma piedra, quieres que se conozcan, se disfruten, que tengan amigos, que viajen, que… Y, bueno, lo primero que tienes que aprender cuando eres madre es que los niños humanos, fíjate que sobre todo los humanos, hay otras especies que menos, pero los humanos aprenden por imitación, y que no importa lo que les digas, importa lo que haces, y eso… Entonces, si eres padre o madre, expectativas, ¿cuántos queremos que nuestros hijos sean los más altos, los más guapos, los más inteligentes? Qué faena. Yo siempre digo: «Oye, yo creo que hay que querer de los abuelos», el amor incondicional. Los abuelos ya pasaron todo esto, y la… Yo tuve un abuelo que me quiso mucho, y siempre le recordaré con mucho amor, porque me regaló eso, me regaló que me miraba con amor incondicional, no esperaba nada de mí, más que el que yo disfrutase estando con él. Dejádles ser lo que son, que tengan los ojos del color que quieran, que se dediquen a la profesión que quieran, apoyarles en que sean lo mejor de sí, pero no otra cosa diferente. Y, luego, está, y este es otro de mis maestros, que es John Gottman. Nos habla de la importancia de las emociones positivas, de la alegría. Si os fijáis, todos aquí hemos nacido con cinco o seis emociones básicas, por ejemplo, el miedo, la ira, la tristeza, el asco y la alegría. ¿Os fijáis en un cierto desequilibrio aquí? Repito, ira, tristeza, miedo, asco y alegría. Muchas son lo que llamamos emociones negativas, que siempre digo que no son ni negativas ni positivas, son útiles o perjudiciales, pero hay que aprender a gestionarlas. La ira puede ser el germen de la justicia social, la tristeza es necesaria cuando hay una pérdida que asumir, etcétera, etcétera. El miedo no te cuento, es lo que te permite sobrevivir, pero, claro, en exceso, mal gestionado, a destiempo y con un cerebro que tiende a generarlas permanentemente porque se siente un poco agobiado y estresado, pues nos hacen mucho daño. Entonces, ¿qué nos dice Gottman? Nos dice: «Sed los entrenadores emocionales de vuestros hijos», y esto vale también para los maestros. Dejadles expresar todas las emociones que llevan dentro. Muy a menudo, en una casa, unas emociones son bienvenidas y las otras no, y eso nos pasa a todos, sobre todo, si estás cansado después de un largo día. No quieres enfrentarte a si el niño está triste o si está enfadado: «Mira, vete a tu habitación y estate quieto». Entonces, el mejor favor que podemos hacerles es ayudarles a vivir con todas las emociones, ser ejemplo de cómo se gestionan, dejadles expresarlas, ayudadles a poner nombre a esas emociones. El miedo… cualquier emoción es como una carta de colores, tiene muchas graduaciones, y, pues puede empezar con unos pequeños nervios hasta un pánico espantoso, enseñarle cómo puede gestionar esas emociones. Que tenga esta riqueza de vocabulario emocional y luego ayudadle a encontrar soluciones, pero no imponérselas. Vamos con mucha prisa los padres, y muy a menudo es: «Yo te lo soluciono, esto es lo que tienes que hacer». No, ayúdale a encontrar sus propias soluciones, educar es ayudar al niño a que sea autónomo, cada día más autónomo, eso es educar. Entonces, cada día vas soltando un poco más, le acompañas, al final, lo que podemos hacer los padres es acompañar, no forzar. Gottman, para finalizar, hace algo muy… por lo que es muy famoso. Él toma parejas, es muy especialista en niños también, pero en parejas. Toma a una pareja, la encierra en una sala y la observa durante quince minutos, y, al cabo de quince minutos, sin decirles nada, solo los observa, los escucha, al cabo de quince minutos, sabe con un… no sé si es un noventa y tres o un noventa y cinco por ciento de probabilidades de acierto quién se va a divorciar en los próximos cinco años. Eso es muy útil, muy útil. ¿Qué observa? Pues observa el equilibro entre emociones positivas y negativas que intercambia esa pareja. Esas parejas maravillosas que todos decimos: «Jo, qué suerte, qué maravillosa pareja», esas parejas intercambian cinco veces más emociones positivas que negativas, cinco veces, ahora volvemos a ello. Las parejas normales que se aguantan amablemente, tres emociones positivas por cada emoción negativa, por debajo de esto, no hay pareja que lo aguante. Y ¿qué pasa? Que tenemos, de nuevo, cerebro programado para sobrevivir que tiende a generar muy fácilmente emociones negativas. Entonces, es un verdadero esfuerzo, es una verdadera disciplina el asegurarnos de que generamos suficientes emociones positivas, y Gottman nos da mil ideas para hacerlo. Es, realmente, para mí, una de las personas que merece la pena leer, y eso, por favor, trasladarlo a vuestra vida en clase y en casa. Es lo mismo, tenemos que generar entornos donde la alegría pese más, no que desaparezcan las demás emociones, pero que pese mucho. Cinco veces más, si puede ser, o al menos, tres veces más. El máximo de alegría en casa siempre, esto es una escuela de vida que estás dando a tus hijos, florecerán emocionalmente y físicamente, y tú también te lo pasarás mucho mejor.