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El piano de Charly García y el arte de disfrutar del momento

Luciano Mellera

El piano de Charly García y el arte de disfrutar del momento

Luciano Mellera

Comediante


Creando oportunidades

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Luciano Mellera

Si hubo algo que destacó en la infancia de Luciano Mellera fue la alegría. Sus padres y su hermano, a cada cual más divertido, convirtieron el humor en una forma de comunicación, con la sonrisa y la carcajada siempre a punto. Durante un tiempo, esa vis cómica innata le llevó a simultanear otros trabajos con su auténtica vocación: subir al escenario para interpretar monólogos cómicos. Después, su formación en la Escuela Superior de Creativos Publicitarios y su trabajo como publicista quedaron atrás para dedicarse exclusivamente al humor, algo que ha recogido en memorables sketch como "Agarrá la pala" y en su filosofía de vivir y aprovechar el momento. "No hace falta pasarla mal, no hay que sentirse culpable ni hay que permitir que te hagan sentir culpable si vos disfrutás de tu trabajo. Si vos te ganaste tener tiempo libre, no es culpa tuya que el resto no. Me encantaría que todos tuvieran tiempo libre y que puedan disfrutar del ocio y apreciar el arte y estar con sus seres queridos y elegir tal vez no hacer nada. Tengo fe de que en algún momento eso va a suceder, con una igualdad que hoy no estamos alcanzando, pero no es culpa de los que hoy tienen un trabajo que los gratifique", reflexiona el cómico.
Mellera es también el primer comediante que llevó el stand up comedy al estadio Luna Park, al Teatro Colón y Movistar Arena en Argentina, después de participar en cinco ediciones de TEDx RíodeLaPlata y estrenar su primer especial de comedia original, 'Infantiloide', en Netflix. En la actualidad, el cómico argentino compagina sus giras internacionales con su participación en podcast de humor como 'Aislados' y 'Guía de supervivencia'.


Transcripción

00:15
Luciano Mellera. Hola. Hola a todos. ¿Qué tal? Yo soy Luciano Mellera, soy comediante desde hace un poco más de 15 años. Siempre creí que el humor es un vehículo. Un vehículo maravilloso para comunicar ideas, pensamientos, y también para unir, definir y, sobre todo, forjar relaciones. Trabajando con el humor me di cuenta de que además se podía transformar en un vehículo para mí, para llevarme a mí alrededor del mundo, acercarme a gente nueva, a sus costumbres, a sus comidas, a sus lenguajes y a sus risas sobre todo. Me metí en el mundo de la comedia porque el humor me parece cosa seria. Quería ver cómo era el otro lado de la cocina y acá me quedé, cocinando. Durante muchos años pensé que hacer «standup» era simplemente hablar yo y que el público se limite a escuchar, en el mejor de los casos, a reír. Pero cuando empecé a permitirles participar activamente, formar parte de mis «shows» y permitirme reír yo también, todo fluyó más aún. Tuve y tengo el terrible privilegio y honor de subirme a los escenarios más maravillosos de Argentina y del mundo y siempre estoy de gira, siempre estoy de gira y muy poco pienso en todo lo que vivo con este oficio. Estar acá hoy me dio una excusa y la oportunidad de frenar un poquito, mirar hacia atrás, hacia el presente también y concientizar todo un poco, agradecer y seguir adelante. Pero no quiero hablar más yo. Prefiero que me guíen ustedes. Pregunten, propongan, llévenme a donde quieran y vamos juntos.

02:06
Iván. Hola, Lucho, ¿qué tal? Soy Iván y soy un gran fan tuyo porque admiro muchísimo a las personas que como tú tienen la capacidad de hacernos reír. ¿Dirías que es algo con lo que se nace o se hace? Y, si se entrena, ¿cómo es tu entrenamiento?

02:21
Luciano Mellera. Un gusto, Iván. Yo creo que no está del todo definido. No es algo tan rígido eso. Creo que obviamente hay algo que viene, tal vez no de nacimiento, pero sí que tiene que ver mucho con la crianza y el entorno donde uno nace y donde uno empieza su vida y sus primeros años. Obviamente que estar dentro de una familia graciosa, a mí me pasó eso. En mi familia son todos muy graciosos. El humor siempre es como la excusa para unirnos y para comunicarnos. Eso obviamente que ayuda y te va forjando y te va formando con ciertos recursos al momento de entablar relaciones. También creo que uno va encontrando su rol en los diferentes grupos donde va perteneciendo y, por lo general, a los comediantes nos pasa que siempre quisimos hacer reír. En mi caso, hablo personalmente, siempre sentí que lo que me tocaba a mí era intentar sacar la risa del grupo al que sea que pertenezco. El desafío tal vez era encontrar el código de todos los grupos para lograr esas risas, en definitiva. Pero creo que tiene que ver con una necesidad, con algo de supervivencia, esto de que el humor esté tan presente en unas personas más que en otras. Yo creo que todos tenemos una cuota de humor. Hay algunos que lo tienen más consciente y otros no tanto. Creo que la gente más graciosa que conozco no hace comedia. La hace, pero no profesionalmente. Y obviamente que también se puede entrenar.

04:11

Hay muchas técnicas, estrategias y formas para optimizar esas ideas, esos chistes que se te ocurren y para poder trasladarlos arriba de un escenario o al formato o a la plataforma que sea. Se puede eso ensayar y se puede perfeccionar con el tiempo, pero creo que, sobre todo, lo que se necesita para hacer comedia es sentir la pulsión, la necesidad de hacer reír al otro. Es raro que alguien quiera empezar a hacer «standup» o vivir de la comedia por algo económico. Yo creo que todos los que empezamos a hacer comedia lo hacemos como una necesidad y, si después se puede vivir de eso, es un regalo total. Pero la búsqueda tiene que ser que el otro sea feliz gracias a vos. Y la verdad que cuando se logra eso uno se siente completo por un ratito al menos.

El piano de Charly García y el arte de disfrutar del momento. Lucho Mellera
Quote

“Todo el tiempo suceden cosas graciosas o pasibles de ser llevadas a un escenario”

Luciano Mellera

05:05
Andrea. Hola, Lucho, ¿qué tal? Soy Andrea. Me gusta muchísimo lo que haces y yo quería preguntarte en qué te inspiras al momento de crear un monólogo.

05:13
Luciano Mellera. Yo creo que lo que inspira al comediante en general es la vida misma. Todo el tiempo suceden cosas graciosas o pasibles de ser llevadas a un escenario. Creo que el mundo con sus altibajos tiene mucho humor. El desafío o la responsabilidad del comediante es encontrar ese humor, encontrar ese hilito y tirar para ver qué encuentra ahí y tratar de trasladarlo al escenario, pero la inspiración es la vida. Entonces yo no soy de salir mucho de fiesta o estar rodeado todos los días de demasiada gente. Yo tengo un mundo interno tal vez muy grande, entonces mi humor viene por ese lado, por la observación, por ver en los detalles cotidianos. Hay una frase que es que «no es ver lo que nadie ha visto, sino pensar lo que nadie ha pensado sobre lo que todos ven», y yo creo que eso define un poco la comedia de observación y yo me identifico más por ese lado, pero todo el tiempo uno está ahí con las antenas paradas, con el radar encendido, tratando de recopilar información y momentos que puedan llegar a ser trasladados a un escenario y, en definitiva, poder seguir viviendo de eso. Pero sí, es todo el tiempo, todo el tiempo es estar atento. Yo tengo ahí un bloc de notas en el teléfono, cualquier ideíta, estamos en una conversación y lo que sea, sale una ideíta, un disparador, y yo ya saco el teléfono y en algún momento eso me va a servir de algo. Y la idea que uno no anota era la mejor del mundo. Entonces siempre hay que anotar. Por más que no te dediques a hacer comedia, está bueno, cuando hay algo que les interesa, registrarlo, guardarlo y después se puede transformar en algo o no. No hace falta que todo sea productivo tampoco, que es algo que es como un mal actual ese también: todo tiene que servir para algo. Tal vez no hace falta, simplemente con después leer eso y recordar un momento grato es suficiente. En mi caso, muchas veces esos momentos gratos los puedo compartir después con ustedes en un escenario, y si no, no pasa nada, pero siempre tratando de registrar.

07:32
Estefanía. Hola, Lucho, ¿qué tal? Soy Estefanía. En tus shows interactúas y juegas mucho con el público y ahí puede salir lo que sea. Quiero preguntarte hoy qué es lo más surrealista que te ha pasado en alguno de tus espectáculos.

07:46
Luciano Mellera. Hola, Estefanía. Yo creo que, a grandes rasgos, lo más surrealista que me pasó es poder vivir de esto, como decía antes. Yo empecé a hacer comedia para hacer comedia y nada más. Tenía mi trabajo de oficina de nueve a 18 y nunca mi búsqueda fue vivir de esto. Cuando eso se dio, muchos días yo me despierto a la mañana diciendo: «Tengo que ir a la oficina». Hace 15 años que hago esto y todavía creo que se puede terminar en cualquier momento, que se puede terminar, en definitiva, pero como que me cuesta. Tengo muy presente la época en la que tenía que trabajar de otras cosas para poder permitirme hacer esto algunos días a la noche. Más surrealista que eso creo que no me parece nada. Y después, con respecto al público, es muy extremo cuando se piden casamiento en vivo y pasa más seguido de lo que creen. Yo creo que tiene que ver con esto que hablaba al principio de que el humor es una forma de conectarte con gente que querés y gente que estás conociendo. Muchas parejas comparten el humor. Yo creo que en cualquier tipo de relación el humor define. Si no te reís de lo mismo que quien te acompaña, hay un cortocircuito ahí. Entonces, cuando dos personas comparten el humor y van a ver al comediante o a lo que sea que los haga reír, hay una unión extra ahí. Entonces entiendo que ese es un buen momento para tal vez que pase algún hito importante en la relación.

09:42

Pasa muy seguido que la gente se pone de novia después de venir a ver, pero muchas veces, cuando yo hablo con la gente, cada tanto dicen: «Yo tengo una pregunta, pero no es para vos, es para mi pareja: ¿Te querés casar conmigo?» Adelante de todos. Eso me parece tremendo. Es una responsabilidad increíble y hermosa también. Y a mí me encanta y bienvenido siempre y muchas veces los caso yo en vivo, oficio de casador con «s» y robamos un anillo por ahí de alguien que se ofrece y le ponemos ahí y después nada, la vida dirá qué pasa después, pero pocas cosas más raras que esa. Después, una vez una chica también adelante de todos, un «show» muy grande… Una chica le había ofrecido casarse a su novio y después de eso el «show» ya estaba para terminar. Pero una chica estaba desesperada que quería agregar algo y fue como: «Bueno, sí, decime». Y era una chica de 16 años que dijo: «Quiero aprovechar que hay este ambiente así tan relajado y tan de buena onda, y quiero aprovechar y contarle a mi mamá que me gustan las mujeres». Y hubo un segundo de silencio y explotó el teatro, un aplauso de apoyo hermoso a ese momento y la chica llorando y la mamá también. Y la mamá estaba como… Y le preguntamos a la mamá como: «¿Querés decir algo?». Y la mamá dijo como: «Si bien no me sorprende, no lo sabía, pero está perfecto y no me importa de qué forma lo haga, mientras ella ame y se deje amar, para adelante». Y fue como: «¿En serio, esto en un “show”, en un espectáculo público?». Y después, pensándolo, tiene sentido. Tiene sentido porque qué mejor momento para hablar de algo tan lindo, tan íntimo, que rodeado de risas. Así que, no sé, deben haber pasado más cosas, pero a mí esas cosas que por ahí son simples a mí me impresionan un montón. Y después, sí, por ahí alguno en algún momento se desmayó y hubo que llamar un médico y después todo el resto del «show» estaban todos preguntando si sobrevivió o sobrevivió. No sé, que me lo diga. No sé si sobrevivió. Espero que sí.

12:17
Matías. ¿Qué tal, Lucho? ¿Cómo estás? Soy Matías y quería consultarte sobre el arte de la improvisación. Es algo que a mí me inspira mucho. Me gusta mucho y quería consultar cómo fueron tus principios, las primeras veces que te subiste y decidiste improvisar y cómo te sentís ahora. ¿Cómo has visto un cambio entre esa primera vez y hoy en día?

12:35
Luciano Mellera. Sí, la improvisación a mí me fascina. ¿Cómo empezó? Empezó con algo que yo llamo improvisación o consignas limitadas. Que siempre las respuestas son de cierta cantidad que yo más o menos ya ubico. Creo que la primera improvisación tenía que ver con preguntarle al público qué dibujitos animados, qué caricaturas veían cuando eran chicos. Y si bien las primeras veces fueron improvisadas, las próximas funciones ya se empezaban a repetir, porque no son infinitas las caricaturas que había en los 90. Repetían que Tom y Jerry, que Bugs Bunny que… Y entonces yo ya sabía más o menos qué decir e iba mejorando lo que tenía para decir, pero en definitiva, la respuesta era siempre la misma. Era una improvisación contenida y eso me empezó a dar un poquitito de seguridad en mí mismo y un poco de práctica en que también a la gente le gusta mucho eso, porque obviamente, cuando hay algo que es improvisado es único y tiene que ver con una complicidad que es muy íntima, que es algo de: «Esto está sucediendo hoy y todos los que no están formando parte de este momento no saben lo que pasó», y eso se agradece mucho. Con el tiempo me empecé a animar a hacer improvisaciones un poco más abiertas, como por ejemplo con los datos curiosos, que hay infinidad de datos curiosos, si bien muchos se repiten, porque cuando uno googlea datos curiosos aparecen en las primeras páginas y yo me doy cuenta quiénes son los que googlearon ahí y quienes realmente vienen preparados. Hay gente que viene con libretitas y anotan muchos datos y me sorprenden.

14:30

Y ahí empecé a encontrarme un poco más con una parte mía que nunca había llevado al escenario, que tiene que ver con estar expuesto, con estar sin red, con estar ahí, al borde del abismo, teniendo que resolver rápido, muy rápido, porque no puedo dejar un hueco, porque se ven los hilos y se ve que estoy pensando y se ve que no tengo nada con que salir. Y además de rápido tiene que ser gracioso, porque no es una conversación nada más, es un «show» de comedia. Entonces tengo que encontrarle la gracia. Y ahí me conocí mucho más como comediante, porque empezó a salir sin filtro la comedia que estaba en mí. Porque cuando uno escribe un monólogo tiene mucho tiempo de corregir, de reparar, de repensar, de preguntar. Y cuando uno tiene que improvisar, todo eso sucede en una fracción de segundo. Tu cerebro tiene que hacer todos esos procesos a la vez y tirar. Y muchas veces se habla mientras se piensa. Se empieza una frase sin saber dónde va a terminar esa frase. Entonces hay una cuota de confianza en el público, en el que van a estar conmigo y de que no van a intentar hacerse los graciosos, simplemente van a colaborar y me van a ayudar a mí a ser gracioso. Y hay una cuota muy grande de confianza en uno mismo, porque yo tengo que confiar en mí, en que voy a ser rápido, en que voy a ser gracioso y que además va a aflorar de mí algo sin filtro que tiene que ver con la esencia. Y yo tengo que confiar en mi esencia. Si en mis principios hay algo oscuro o poco deconstruido o que tiene que ver con el odio, eso se va a notar, eso es imposible en tan poco tiempo de esquivar.

16:26

Entonces yo tengo que confiar en que mis bases son honestas y son no cancelables para eliminar ese momento de censura y poder hacerlo más rápido todavía. Tengo que permitirme confiar en mí y que salga de adentro mío la comedia más cruda. Y eso yo lo agradezco mucho, porque me empecé a conocer a mí como comediante mucho más y permitir que la gente también me conozca a mí como comediante mucho más, porque es eso, es lo que hay. Muchos en las redes sociales dicen: «Esto está todo armado», muchos comentan: «Esto está todo armado, son actores pagos los que están en el público y está todo prearmado y guionado». Y yo siento dos cosas muy fuertes con eso: por un lado es un piropo, porque estás creyendo que yo guioné y preparé algo que realmente se me ocurrió en el momento. Eso es un piropo que viene desde el odio, pero es un piropo, porque me estás diciendo que está tan cerrado que parece manufacturado y no lo es. Y por otro lado, siento: «No tenés idea lo que implicaría armar esto». Sería muchísimo más difícil armar eso, hacer una puesta en escena, contratar actores que sean diferentes en todas las funciones, contratar actores que hablen antes que el resto, porque yo recién ahora estoy poniendo micrófonos, porque ahora me estoy encontrando con teatros más grandes en los que si hay 3000 personas, el que está atrás de todo no me puede gritar. Entonces les tengo que dar un micrófono. Ahora, tal vez podría ser más dudoso que le den los micrófonos solo a los actores pagos, ponele, pero cuando me están gritando del público, yo no podría hacer que los actores griten y que el resto se quede callado.

18:26

Me grita, levanta la mano y yo señalo. A veces me gritan y empezaron a hablar. A veces está la oscuridad total. Yo la mayoría de las veces tengo las luces de frente y al público no lo veo. Yo ahora a ustedes los estoy viendo a todos, pero en mis «shows» el público no se ve. Entonces me tira cualquiera lo que quiera y sería muy difícil, porque yo durante la semana me tendría que poner a guionar cuál es la pregunta, me tendría yo que poner a googlear datos curiosos para que ellos me los tiren, yo pensar cuál sería la respuesta, pensar con mi grupo de amigos, de comediantes, con mi novia, con mi hermano, cuál sería la respuesta más adecuada y que salga y yo tener que actuar. Y además yo no soy actor. Si bien oficié de actor en algún momento, yo no soy actor, yo soy comediante, entonces me costaría mucho. Se notarían, se verían los hilos de que eso está armado. Agradezco que lo piensan, pero les prometo que no, no haría nada armado porque se notaría, porque también estaría traicionando la confianza de los que sí me creen y también porque me aburre. Me aburre a mí hacer algo armado. Ya yo tengo la parte armada del monólogo, que me encanta hacerla, porque es lo que hago de hace mucho tiempo, pero cada vez que se viene la parte de la improvisación, quien me vino a ver a un «show» se da cuenta que mi cara cambia, que yo me pongo contento, porque me da una adrenalina tremenda no saber qué va a pasar. A mí me gusta mucho eso, me gusta ponerme en esa situación de presión y de que me pongan entre la espada y la pared para tener que sacar algo gracioso como sea. Muchas veces no sale algo gracioso. Obviamente que yo no voy a subir los videos en los que dije un chiste idiota en el que la gente no se rio, pero la mayoría de las veces sí, y la gente también lo agradece, porque entienden esto, entienden que es algo genuino, que es algo espontáneo, es algo único y muchos vuelven a las funciones.

20:21

Me dicen: «Buenísimo. ¿Cuándo vuelves acá, que quiero volver a ir?». La parte del monólogo escrita va cambiando, pero muchas veces ven la misma parte de monólogo, pero como el resto del «show» es improvisado, siempre sale algo nuevo. Y yo lo agradezco muchísimo, porque es una gimnasia hermosa y porque esa adrenalina hace que yo lo disfrute muchísimo. Si querés improvisar, improvisá. No hay mucha más vuelta que eso. Si lo querés hacer… ¿Vos sos comediante?

20:52
Matías. No.

20:53
Luciano Mellera. ¿No sos comediante? ¿Pero te gusta esto de la improvisación?

20:57
Matías. Sí, principalmente a nivel musical.

20:58
Luciano Mellera. A nivel musical tenés que hacerlo. Yo de música no sé mucho, pero entiendo que más allá de, igual que en la comedia, uno tiene que aprender las bases, tiene que nutrirse de comedia, el comediante tiene que consumir comedia. Messi ve fútbol y es Messi. Y no necesitaría aprender muchas cosas más. Pero ve fútbol y él ve y aprende una táctica nueva, un movimiento nuevo. Si él ve fútbol, cualquiera del resto de nosotros que estamos abajo tenemos que consumir lo que queremos hacer. Yo consumo comedia, vos hacés música, consumí música, aprendé música, sabés las bases y para después poder romperlas. Pero hay que animarse. Simplemente es eso. Es tan simple y tan complejo como eso. Hacelo, improvisá y sobre la marcha irán saliendo. No sé si… Yo creo que la música y la comedia tienen mucho que ver. Es una forma de transmitir sentimientos, sensaciones. Es una forma de arte, creo, la comedia también. Tienen mucho que ver también los silencios en la comedia, como en la música. Pero hacelo, hacelo. Hay que creérsela un poquitito, que a veces es difícil, porque todos tenemos el síndrome del impostor. Yo todavía me sigo despertando cada mañana creyendo que esto se termina, como les contaba. Así que no te dejes ganar por ese por ese fantasma. Improvisá y si no sale nada, genial, no vas a lastimar a nadie. No te preocupes.

El piano de Charly García y el arte de disfrutar del momento. Lucho Mellera
22:34
Paula. Hola, Lucho, soy Paula. Tengo entendido que tenés un teclado de Charly García con una gran historia detrás. ¿Nos la podrías contar?

22:41
Luciano Mellera. Sí, tengo un teclado de Charly García. No sé cómo sabés, porque está en mi casa. No se lo muestro a nadie. Uno de mis primeros trabajos fue en un «call center», hablando en inglés, y yo no sabía mucho inglés. Todavía no sé cómo entré en ese call center. Ahí me hice amigo de Lucas, un compañero divino que tenía una locura hermosa. En esa época yo tenía 19 y él 29. Y es muy gracioso porque uno de nuestros compañeros había nacido el mismo día y el mismo año que Lucas. Los dos habían nacido el mismo día y el mismo año, y era gracioso. Y se venía el cumpleaños de ellos y el otro chico le dice: «Festejemos juntos, festejemos juntos nuestro cumpleaños, que 29 no se cumplen todos los días». Y Lucas le dice: «¿Cómo 29? 28, cumplo». Y el otro pibe le dice: «¿Cómo me vas a decir a mí cuántos años cumplo?». Y Lucas le dice: «Pero nacimos el mismo día, cumplimos 28.» Y el pibe le dice: «Hacé la cuenta contada desde el año en que naciste». Y Lucas lo veo. Yo estoy al lado de Lucas y hace la cuenta y le veo la cara transformársele y dice: «No sé hace cuántos años que estoy festejando mal mi cumpleaños». En algún momento pifió. Él no tenía a sus papás y en algún momento se equivocó y siguió de largo con la tradición errada. Y de hecho nos trajo fotos al día siguiente del año anterior, las velitas decían 27. Ese era Lucas. Y él había trabajado un tiempo con Charly García.

24:31

Te diría que es de mis únicos ídolos desde chico, y siempre me contaba historias de Charly, siempre me contaba cosas, anécdotas y yo todo el tiempo le insistía: «Contame más, contame más, quiero saber de Charly, quiero saber.» Y él me decía: «Pero te gusta un montón Charly, te gusta mucho.» «Pero sí, sí, me encanta, me encanta.» Me dice: «Bueno, yo te voy a traer un regalo, te voy a traer una especie de minicomponente, un estéreo que tenía Charly que no funcionaba, pero lo había escrito Charly, te voy a traer eso». Le digo: «No, me vuelvo loco, ¿me traés eso? Pero es un tesoro». Me dice: «Ah, te gusta en serio Charly.» «Pero te estoy diciendo que sí, me encanta Charly, me vuelve loco Charly.» Y dice: «Te voy a traer algo mejor.» Entrábamos a ese trabajo a las seis de la mañana y cayó a las seis de la mañana a la oficina con un teclado de Charly gigante que había sido de Charly y estaba todo escrito por él, pintado con aerosol. Es un teclado de esos que tienen como efectitos, cada número es un efecto diferente y él se había anotado los números preferidos de él para rápido acceder a eso. Y me lo trae y le digo: «No, no, no. No puedo aceptar esto. Es demasiado, mucha responsabilidad.» Me dice: «No, no, en serio, en serio. Tomá. Yo tengo un montón.» Ahora les cuento por qué. «Te lo doy solo con una condición: no podés venderlo nunca.» Digo: «No, pero no se me ocurriría. Yo puedo quedar en la calle, voy a estar abrazado a mi perrita y al teclado así.» «Toma, tuyo.» Y me fui a mi casa con eso. Y un día fui a la casa de Lucas y él había trabajado en un bar del cual Charly también era como una especie de socio, participaba ahí. Por ruidos molestos cerraron ese bar y, cuando cerró ese bar, bueno, él tuvo que hacer trabajo comunitario y empezar de vuelta a sus 28 o 29 años trabajando conmigo.

26:29

Y un día voy a la casa y veo que en su casa tenía todo lo que era la decoración de ese de ese bar, que eran los instrumentos de Charly. Tenía la guitarra con la que había tocado en el «Unplugged» de MTV y tenía cuadros que había pintado Charly, que es un artista maravilloso. Tenía cosas que le mandaban los fans a Charly. Todo eso estaba decorando el bar y le quedó a él. Y me contó que había una puerta de un placar, de un ropero de Charly, que la había dibujado Charly. Y por esa puerta, en su momento, le habían ofrecido como que te diga 5000 dólares. Y yo le dije: «¿Por qué no la vendés? Vendela ya mismo. ¿Tan encariñado estás con Charly? Tenés un montón de cosas. Vendés esa y es el sueldo de un año entero trabajando al lado mío. Renunciá y hacé otra cosa y vendé eso, desprendete, que tenés un montón de otras cosas. ¿Tanto lo cuidás?». Me dice: «No, a mí Charly no me importa tanto. Yo estoy esperando que Charly se muera y, cuando eso pase, todo va a subir de precio una barbaridad.» Y digo: «Bueno, está bien. Yo, para mí, igual tendrías que vender eso, pero bueno, vos hacé lo que quieras.» Yo me quedé con ese teclado. Los dos dejamos de trabajar, porque esos son trabajos de paso. Él estaba de novio con otra compañera nuestra ahí del trabajo. Cada tanto nos veíamos. Después ellos se van para un lado, yo para el otro, se terminan separando también y años después me escribe esta chica porque iba a hacer de productora mía en una provincia de Argentina del sur, lo cual ya era mucha coincidencia.

28:29

Y ahí empezamos a hablar nuevamente. Y a los pocos días me dice: «Lucho, te acordás de Lucas?». «Sí». «Se murió». Lucas, con 30 y pocos años falleció, tenía un problema en los pulmones y más allá de la tristeza por él, me trajo a la memoria este momento de especular con: «Voy a esperar, voy a dejar para después». Y me hizo replantear como un montón de cosas internas de: «Tal vez es especular un poquitito menos y hacernos cargo de que la vida es hoy, es ahora. No siempre va a haber un después». Tal vez era más simple la cosa, pero a mí me agarró por ese lado. Y el teclado ese, que lo tenía colgado de una tanza con la que él me lo había regalado, con un hilo, lo enmarqué, lo puse con un vidrio y ahí estará siempre. Cada vez que me mudo lo primero que pongo: el tecladito de Charly.

29:40
Catalina. Hola, Lucho. Yo soy Catalina y tengo un perrito que amo con toda mi vida y sé que tú también tienes a tu compañera Casimira. Entonces quería preguntarte si alguna vez o bueno, ¿cuántas veces has ensayado tus «shows» frente a ella? O bueno, si tú ensayas o les muestras tus espectáculos a algunos otros amigos antes de llevarlos al escenario.

30:05
Luciano Mellera. Sí, Casimira es mi mejor compañera. No ensayo con ella mi material porque no le importa tanto. Ella no entiende de qué trabajo, pero le encanta sobre todo cuando vuelvo. Mis giras serían más largas si ella no me estuviera esperando. Y con respecto a cómo los ensayo, yo creo que sí, tengo muchos amigos de la comedia, pero sobre todo lo pruebo con un par de amigos de la comedia y con mi hermano, que es la persona más graciosa que yo conozco. Es mucho más gracioso que yo. Y tiene un pensamiento lateral muy fuerte. Entonces su input siempre mejora muchísimo todo. Cualquier pensamiento que yo tenga. Y mi novia. Mi novia Poli es muy crítica también con mi humor. Y yo ya sé que si yo le tiro una idea y ella se ríe, va a ser un éxito tremendo con gente que viene al «show», y si a ella no le causa gracia nunca me va a decir… nunca me va a mentir, no me va a decir: «Sí, bueno, está bien, sí, puede ser». No, no, no. Si no, no, y eso me sirve muchísimo. Ese filtro, sobre todo de ellos dos, es el que más me sirve. Y después sí, obviamente con amigos comediantes. Sobre todo hay algo que pasa mucho en la comedia, en el arte en general, pero en la comedia pasa mucho, que es: se nos ocurren ideas que ya se le ocurrieron a otra gente, entonces eso sirve mucho. Mis amigos, sobre todo los chicos de «Aislados», consumen mucha más comedia en formato «standup» que yo. Yo consumo mucha comedia, tal vez en otros formatos, en libros, películas, series. Ellos ven mucha comedia, mucho podcast de comediantes, mucho «standup». Entonces cuando tengo algún chiste lo comentamos y: «No, este lo hizo tal, pero lo llevó por tal lado, si vas por otro puede ir o esto ya se habló».

32:13

Para eso me sirve muchísimo. Pero sí, siempre se conversan los chistes antes de llevar al escenario para testear un poquitito las aguas, para ver qué le provoca a la gente de alrededor y eso es una vara para medir lo que puede llegar a pasar después. Igual también el comediante va ejercitando y va puliendo su criterio, su sentido común y uno ya se va dando cuenta más o menos de que algo tiene el potencial de hacer reír sin cuestionarlo demasiado. Cuando hay una duda es ahí donde se consulta y se trabaja también, porque siempre hay que es una idea en bruto, en crudo y siempre hay que pulir un poquitito. Siempre la síntesis ayuda muchísimo en el humor. Por ahí la idea que se nos ocurre, nos vamos por las ramas y un gran desafío de la comedia es la síntesis de tratar de decir con pocas palabras y tal vez ayudado con gestos, o a mí me sirve mucho hacer énfasis en determinadas palabras, como en la palabra énfasis recién, porque yo sé que yo necesito esa ancla, ese punto para que la gente entienda adonde voy. El relleno acompaña y decora, pero hay ciertas palabras o conceptos que tienen que quedar muy claras para poder seguir adelante. Eso tal vez es lo que ayuda en la síntesis. Saber cuáles son los puntos, las lianas en las que yo me tengo que agarrar y después tratar de que el resto sea una decoración que sume y no que te aleje del objetivo que es comprender mi idea original.

El piano de Charly García y el arte de disfrutar del momento. Lucho Mellera
34:01
Toñi. Hola, Lucho. Mi nombre es Toñi. Soy una gran fan de «Aislados» y soy de esas que también tiene la adicción de leer los comentarios que ponen los demás. Pongo pausa un momentín y leo los comentarios y doy «like». Hay mucha gente pasándolo muy mal, mucha gente deprimida que escribe que ustedes les suben el ánimo, que ustedes son una razón para salir ese miércoles de la cama y eso es un gran superpoder que tienen los cuatro y cada uno independiente también. Y ¿cómo llevan eso y esa responsabilidad de sacar a esa gente del agujero o incluso de nosotros mismos, del agujero? Porque me puedo incluir.

34:39
Luciano Mellera. Hola, Toñi, un gusto. Qué lindo que escuches «Aislados». Disfrutamos mucho de hacerlo. Y sí, se siente eso de la gente, que el humor acompaña, obviamente, que dar una excusa para que gente que no encuentra razones para reírse, por un ratito, al menos, lo logre. Es una responsabilidad hermosa. Una responsabilidad al fin. Pero creo que lo hacemos con felicidad eso. Obviamente que nos pone muy contentos poder acompañar en esos momentos, siempre queriendo que se superen esos momentos, porque el capítulo del episodio se termina después y queda la vida. Así que nada, ojalá en tu caso y en el de todos, que se mejore, que pase. Pero sí, todos tenemos nuestros momentos altos y bajos y a nosotros también nos pasa como comediantes. Ustedes aunque no lo sepan y nosotros no lo digamos mucho, ustedes nos ayudan a nosotros también, porque hacer comedia nos gratifica igual que ustedes consumirla, la comedia. Es un momento hermoso. Estar solo en el escenario o estar con tres amigos más es un momento muy gratificante y que, cuando nosotros estamos tal vez un poquitito abajo, porque nos pasan cosas igual que a todos, somos personas, están los otros para levantarnos y están ustedes también desde el público para darnos una excusa para también salir de la cama muchas veces. Pero se vive con alegría y muy agradecidos de que ustedes también nos den ese lugar, porque nosotros también consumimos comedia y consumimos podcast y entendemos que son una compañía diaria, que los sentimos casi como amigos o como parte de nuestra rutina, que muchas veces…

36:30

Siempre recuerdo que una chica, una oyente de «Aislados», nos dijo que una vez estaba con un grupo de amigas y estaban hablando de algo y ella dice: «Ay, esto lo hablé el otro día con unos amigos y lo que estábamos diciendo…» y ahí se dio cuenta que no lo hablo con amigos, que lo escuchó en «Aislados», y eso habla de lo que sintió ella. Ella siente, como muchos, que cuando está escuchando el podcast la quinta silla es ella y está rodeada y está callada escuchando. Y a mí me pasa muchas veces eso con «Aislados». Yo estoy ahí sentado y los escucho a ellos tres y estoy callado porque la estoy pasando bien y no hace falta ni siquiera agregar nada. A veces agrego porque es mi trabajo, pero muchas veces estoy ahí escuchando y la paso bárbaro y entiendo que a ustedes les pase lo mismo, porque a mí me pasa con otros podcast. Pero gracias, gracias por escuchar «Aislados» y me alegra acompañarte.

37:27
Mile. Hola, Lucho. Soy Mile. Vos que llevás ya 15 años en la comedia, quería preguntarte si crees que cambiaron los límites del humor. Si sentís que de ahora tenés que ser más políticamente correcto para no ofender a nadie.

37:40
Luciano Mellera. Sí, los límites del humor van cambiando. Van cambiando porque va cambiando la sociedad, va cambiando lo que sabemos o lo que creemos saber. En los últimos años aprendimos muchas cosas que tienen que ver con lo que llamamos deconstrucción. Y yo creo que ahí tal vez es en lo que se piensa cuando se habla de los límites del humor, sobre todo en los actuales. Yo creo que lo que cambia es la línea que mencioné antes, en la cual el comediante tiene que hacer un poquito de equilibrio entre lo que vale y lo que no vale hablarse en público. Creo que es un poco cobarde quien dice que no se puede hacer chistes con todo. Yo digo que sí se puede hacer chistes con todo. El tema está en qué chiste se hace con eso, en dónde se pone a la víctima, por ejemplo, en ese chiste. Si uno se ríe del que está sufriendo, obviamente que se van a reír solo los desgraciados. Hay que saber dónde pararse, en qué lado pararse frente a algo desafortunado, pero se puede. La clave es que si lo delicado del acontecimiento que se va a hablar es así de alto, así de delicado, el chiste tiene que ser así de genial. Ese es el trabajo. Ese es el desafío también. Yo no puedo hacer un chiste tonto sobre algo que duela, porque la gente simplemente se va a quedar con el dolor. Pero el humor sirve, entre otras cosas, para exorcizar, para transformar lo malo, lo triste, lo feo en un momento simpático, en un momento de alegría y transformar tal vez ese dolor de ahí en adelante en algo que pueda generar felicidad también. Hay gente que no lo entiende, hay gente que le cuesta más, tal vez porque es muy reciente lo que pasó, tal vez porque eligen todavía no reírse o porque no les interesa.

39:41

Cada uno tiene sus límites. Obviamente, cada comediante y cada público, cada persona tiene sus límites. Me parece que ahí hay que trabajar y ejercitar un poco el respeto. Un respeto de ambos lados. Si yo sé que a vos te duele esto, tal vez no te voy a hablar de esto, pero también del otro lado es entender que si para mí el límite está corrido del tuyo, no tengo porque compartirlo con vos. Mucha gente se regocija en comentar dónde está. «Acá te pasaste. Yo te bancaba». Hay muchos comentarios hacia los comediantes de: «Yo te bancaba, a mí me hacías reír, pero hablaste de esto y ya no te sigo más». Y es como… tal vez podemos aprender que todos tenemos pensamientos diferentes y diferentes principios, o que nos pasan cosas opuestas con respecto a lo mismo. Y tal vez no siempre me interesa saber dónde está tu límite. Te lo puedes guardar para vos el límite tal vez. ¿No te hace reír esto? Pues no te rías, nadie te está obligando a reírte. Y también hay algo muy importante que la mayoría de la gente lo entiende, por eso digo que se pueden hacer chistes con todo: yo, sobre todo, confío mucho en mi público y esta línea de la que hablamos se fue corriendo a lo largo del tiempo. Hoy ya sabemos que no está bueno reírse de ciertas cosas, pero en los 90 no lo sabíamos todavía o no estaba tan conversado el tema. Y esa línea se fue corriendo. Y los comediantes que hacían comedia en los 90 o la gente de a pie que hacía chistes en los 90 o en los 80 donde la mujer era cosificada, donde cualquier discapacidad era un punto de risa, donde la diferencia era una cuestión de burla, los chistes estaban en esa línea. Esa línea estaba en otro lado y la gente se reía de otras cosas.

41:42

Hoy la línea está en otro lado y es injusto juzgar los chistes de esa época con la línea de hoy. Eso es lo que hay que aprender también. Hoy estamos acá. Hoy entendemos que este es el límite. Los chistes de hoy en adelante van a ser juzgados con este límite. Es completamente injusto juzgar el humor de esa época con los límites de esta. Es como juzgar a alguien por cómo se vestía en esa época. Obviamente que si vemos a la gente, los peinados que tenían en los años 70 y los pantalones y los sacos y las combinaciones que hacían eran ridículos, pero era otra época. Lo mismo, hoy no podemos poner en tela de juicio los principios de quien hace un chiste teniendo en cuenta dónde estaba esa franja hace tanto tiempo. Aprendimos. Y además, ya que somos tan tolerantes y que estamos tan deconstruidos, podemos aprender que la gente se puede equivocar y que puede mejorar y que puede deconstruirse a lo largo del tiempo, y que el mismo comediante que hizo un chiste en los 90 o en los 2000 riéndose de algo que hoy no lo haría, hoy ya no se ríe de eso y hubo un proceso y hay que abrazar eso que se aprendió, que todos aprendimos, el público y quien está haciendo el chiste. Entonces me parece que eso también es parte importante. Me gustaría que tratemos de que cuando consumimos humor no estemos juzgando, no estemos tratando de encontrar dónde el otro pisó el palito para exponerlo en redes e intentar cancelarlo. «Miren, se rio de esto, es tremendo, es una mala persona, no le den un micrófono nunca más». Me parece que es todo lo contrario. Dentro de la deconstrucción, gran parte es aprender y enseñar. Ya que estamos aprendiendo sobre tolerancia, toleremos, y en vez de enojarnos, compartamos el mensaje que creemos nosotros que es el correcto. Y con respecto a los límites, cada uno tiene los suyos. Que se los guarde. Y si no te causa gracia, no te rías y pasá al siguiente comediante.

43:58
María. Hola, Lucho. ¿Cómo estás? Bueno, mi nombre es María y a mí me gustaría hacerte una pregunta. Se asocia mucho la inteligencia a lo que es el humor y también se puede saber de acuerdo a la risa si la persona es buena o no. ¿Vos qué pensás de eso? ¿Qué te parece?

44:14
Luciano Mellera. Sí, yo creo que el humor es una de las formas en la que aflora la inteligencia. Obviamente hay muchos tipos de inteligencias. Esto no lo digo yo, pero claramente sí. El humor es una forma de demostrar inteligencia. El humor haciéndolo y el humor interpretándolo también. Yo creo que la risa tiene que ver un poco con eso. La risa, fíjense ustedes que la mayoría de la gente, siempre hay salvedades, pero que cuando están viendo algo gracioso solos en sus casas es difícil que les saque carcajadas. Es difícil ver un «show» de una hora de comedia y que estés todo el tiempo tirando carcajadas. Si ves ese mismo «show» rodeado de pares, las carcajadas van a ser más continuas y van a ser más contagiosas. Yo tengo la teoría de que la risa tiene muchas excusas y muchos objetivos tal vez. Una de ellas es demostrarle al resto que entendí el chiste. Cuando yo me estoy riendo quiere decir que decodifiqué la propuesta y que mi intelecto está a la altura de eso. Entonces la risa es una forma de decir: «Vieron, vieron, vieron. Entendí, entendí. Soy inteligente porque entendí». Tal vez por eso cuando empiezan las redes sociales por lo general lo que se hace viral son las cosas que tienen que ver con la comedia. Porque la comedia vista en solitario no se termina de completar tal vez. Al humor le falta lo social. La risa tiene una cuota de social muy grande. Entonces, si lo estamos viendo solos, la forma de compartir «esto me causó gracia», es compartiendo directamente ese video, ese chiste… es la forma de reírme virtualmente.

46:13

Es como: «Miren, entendí este chiste, fíjense ustedes si también lo entienden». Y obviamente que cuando uno le muestra el video, cuando uno va a ver al comediante y se lo quiere mostrar a alguien, lo que estás haciendo es estás viendo si se ríe en el momento donde para vos corresponde que se ría y ahí vas juzgando a la otra persona, vos decís si es bueno o no. Yo no sé si alguien se puede determinar si es bueno o malo dependiendo de cuándo se ríe o no, pero sí qué códigos maneja, cuáles son sus límites también, porque también una de las características del humor y una de las tareas del comediante es buscar los límites de la comedia. Es jugar con eso, es hacer equilibrio entre lo que está avalado socialmente y lo que es un poquito tabú. Entonces también está bueno testear las aguas con la gente que te rodea con la comedia. Es saber hasta dónde llega, hasta dónde tolera, hasta dónde aguanta, hasta dónde entiende que eso es un chiste y hasta dónde se lo toma personal. Obviamente que es una maravillosa forma de conocer gente realmente. ¿De qué se ríe? ¿Cómo me hace reír? Pero también ¿de qué se ríe? Y sí, la inteligencia siempre está presente en el humor. Yo creo que hay diferentes también niveles de complejidad en el humor. Yo me puedo hacer el intelectual y decir que me causa gracia el humor sumamente sofisticado y pensado y con una estructura difícil de verle los hilos, pero yo veo a un mono oliéndose el dedo y cayéndose para atrás en una rama y me muero de la risa. Yo veo un pingüino que se tropieza y se cae de cara y lo tengo que ver 100 veces ese video. Y digo: ¿hay inteligencia en eso? No me importa. No sé, creo que el objetivo es pasarla bien, del humor y de la vida en general. No sé, no hay que ponerle tampoco la presión al humor de que te haga cosquillas en el cerebro a nivel intelectual, yo creo que con hacer pasar un grato momento ya cumplió su cometido y adelante.

48:31
Paqui. Hola, Lucho, ¿qué tal? Soy Paqui. Quería preguntarte: si un día en uno de tus «shows» tu notas, percibes que la gente no colabora, no pregunta o no se ríe como habitualmente, ¿cómo reaccionas o cómo cambias esa…?

48:48
Luciano Mellera. Sí, puede pasar que hay «shows» en los que el público está menos participativo o menos risueño. Eso pasa siempre. Hay muchos comediantes que dicen que la culpa siempre es del comediante. Que de él depende que la gente se ría o no, que la gente esté conectada o no. Obviamente que es gran culpa de los comediantes eso, pero yo creo que el público tiene su gran responsabilidad, que los públicos tienen personalidades, tienen identidades como masa. Te das cuenta. Yo al menos me doy cuenta desde que entro al escenario. Ya por cómo veo o cómo escucho el aplauso inicial, por las caras, por la forma en la que están sentados. No es lo mismo alguien que esté… que te reciba así, que alguien que te reciba así. Ese lenguaje corporal se nota mucho. No digo que sea mejor o peor, pero obviamente que hay una apertura diferente cuando uno está aplaudiendo y recibiendo que cuando uno está casi esperando un servicio, como si fuera el gas o la luz, que uno aprieta un botón, giro una perilla y ya se provee la risa. Y no, y la risa necesita de ambas partes. Yo voy a hacer lo posible porque el público se ría, pero el público tiene que tener ganas. Si el público no quiere reírse, no hay comediante que lo dé vuelta. Tal vez un pingüino tropezándose lo logre, porque es infalible, pero si hay alguien que no tiene ganas de reírse porque le caíste mal, porque llueve, porque es fin de mes y todavía no cobró, porque perdió su equipo, por lo que sea, porque tuvo un problema en su casa… Cuando está uno con esa coraza es difícil atravesarla.

50:53

Y en el público se nota muy rápido eso. Cuando estás receptivo todo fluye, todo sale, es imposible que esa función salga mal, porque todo va a ir sobre ruedas. Cuando entro y yo ya veo que el público está o distraído, o están muchos con el teléfono, que es un mal actual que a mí particularmente me afecta a niveles que no debería, tal vez, pero es algo con lo que lucho, porque también es algo que a mí me pasa, que estoy mucho tiempo con las pantallas. Yo no nací con tanta pantalla y ser consciente de ese cambio es un poco desesperante, de que estamos más conectados que nunca y a la vez estamos más solos que nunca. Porque sí, puedo hablar con gente que está del otro lado del mundo, pero en definitiva estoy solo, por ahí no tengo contacto físico con gente por días. Entonces mucha gente que viene a ver el «show» viene porque me vio en un video, porque me vio en redes sociales y por ahí me conoció. Entonces dice: «Voy a verlo en vivo». Y cuando vienen a verme, en vez de mirarme, ponen un teléfono entre los dos para hacer un video, vienen a verme en vivo y me hacen un video en vez de verme en vivo. Me ven después en un video y para eso se hubieran quedado en su casa, porque el video ese lo voy a subir yo después con una cámara mejor que tu teléfono, que está temblando así, que está en la oscuridad y yo necesito conexión con la gente. Yo necesito que nos estemos mirando, que nos estemos prestando atención, que nos escuchemos ellos a mí y yo a ellos. Y el teléfono atenta contra eso. Y eso se nota muchísimo, si yo salgo al escenario y la mayoría de la gente está con el teléfono en la cara, yo sé que va a ser muy difícil eso. Obviamente que siempre está la posibilidad de revertirlo y de mejorar, pero la predisposición inicial marca una tendencia bastante clara que, por haberlo hecho muchos años esto, lo fui aprendiendo.

52:57

Se va midiendo la temperatura del público y uno lo va lo anticipando. Pero sí, hay diferentes públicos y sí, hay a veces que tienen más ganas de participar que otras. Yo creo igual que esto que está pasando ahora, que muchos comediantes lo hacemos porque es como la forma de difundir lo que hacemos, que es participar con la gente, improvisar y compartir eso en redes, porque si nosotros compartiéramos lo que hacemos en el «show» que está guionado, eso vence. Entonces en cada «show» tengo que escribir una hora de material nuevo y obviamente que no va a estar a la altura de algo que por ahí lleva meses escribir. La parte de la interacción, si bien no es todo el «show», muchos vienen al «show» creyendo que todo el «show» es interactivo y no, es la parte más corta del «show» esa, pero es la que compartimos porque es la que se renueva. Es la infinita. Si compartiéramos la otra parte, cuando venís al «show», ya la escuchaste. Y el humor en gran medida tiene que ver con la sorpresa, con no anticipar lo que va a venir. Con romper el eje de lo esperado, de lo esperable. Si quemáramos esa sorpresa, mucha menos gente vendría a los «shows». Por eso se comparte esa otra parte. Y muchos de los que vienen al «show» vienen con la intención de participar. Entonces, si hay muchos vergonzosos, yo sé que hay un gran porcentaje que quiere participar, porque quiere formar parte del «show», algunos siempre tienen necesidad de protagonismo, que por ahí no se atreven a hacer lo que hacemos nosotros arriba del escenario, que obviamente el comediante tiene necesidad de protagonismo, por algo estoy solo, con un micrófono, sin más escenografía que yo mismo, pero muchos por ahí lo hacen desde un lugar de imposición, desde el público, interrumpiendo, molestando. Entonces, permitirles un momento de tener la palabra calma esos momentos. Y siempre va a haber alguien que tenga ganas de sumar en el mejor de los casos.

54:57
Hombre 1. Hola Lucho, ¿cómo estás? Bueno, yo te quería preguntar si a la hora de llevar tus espectáculos a otros países existe un desafío extra y si esto recae, en el caso de que exista, sobre la improvisación o sobre la parte que preparás.

55:12
Luciano Mellera. Yo creo que el humor es bastante universal. Lo que tal vez tengo que adecuar son ciertas palabras, ciertas expresiones, a veces ciertas pronunciaciones, pero el humor es bastante universal, sobre todo en los países en los que yo me muevo. No creo que… Si yo pudiera hablar en chino, creo que no tendría que transcribir mi monólogo simplemente a nivel lenguaje. Creo que ahí sí hay un nivel cultural muy diferente. En los países en los que me muevo yo, que son América Latina, Estados Unidos, España, donde me vienen a ver latinos, gente que habla en mi idioma y el idioma creo que de alguna forma te forma las estructuras mentales, la cultura es similar. Yo soy argentino, puedo hablar con españoles y con italianos que sepan castellano porque somos eso en Argentina, somos mitad y mitad, sobre todo en Buenos Aires, y compartimos muchas cosas en común. Lo que tengo que adaptar, el desafío ahí es ciertas palabras, pero yo ya sé cuáles son las palabras de mi monólogo que son las que cambian. Tengo esas ya registradas y cada vez que voy a un país pregunto. Si no fui nunca pregunto cómo les dicen a las palomitas de maíz acá, por ejemplo. En todos los países lo dicen diferente. Nosotros le decimos «pochoclo». ¿Ustedes cómo le dicen? ¿Palomitas, acá? En otro lado, en Venezuela es «cotufa», en otro lado es «pororó», «popcorn».

57:12

No sé, por ejemplo eso. Yo en Argentina digo «pileta», acá tengo que decir «piscina». Y después por ahí ablandar un poquito las «sh», que en Argentina, sobre todo en Buenos Aires, que es de donde soy yo, todo es con «sh»: «shopping, gallina, llave, lluvia». Y tal vez tengo que ablandar levemente. Pero también entiendo que muchos de los que me vienen a ver, la gran mayoría, vienen a verme porque ya saben un poco de lo que hago y si me vieron en algún momento ya entienden el código de cómo es que hablo, entonces no tengo que modificar demasiado. Ya saben que yo hablo con «sh» y ellos en su cabeza hacen la traducción. Reitero que yo confío mucho en el público y eso me da mucha libertad también. Y en el momento de improvisar, simplemente es lo que hablábamos antes, me tengo que dejar llevar y no hay mucho tiempo para intentar traducir. Y se puede. Es una conversación. El «standup» es una conversación. Se dice que es un monólogo, pero claramente hay un diálogo. El público responde. Responde con risas, con aplausos, con silencios, muchas veces corrigiéndome. Si yo vengo acá y digo «pileta» y hay un argentino, el público me dice: «Piscina», entonces yo ya sé que tengo que corregir y no pasa nada. Y si no pregunto: «¿Cómo se dice acá, se dice pileta o cómo le dicen?» «Piscina». Nosotros en Argentina decimos «antiparras», acá le dicen «gafas», gafas de natación. Lo pregunto ahí, no pasa nada, porque la gente también valora eso. Valora la intención del esfuerzo por la comunicación y el esfuerzo está siempre de ambos lados: de mi lado hablando y, desde el otro lado, escuchando.

El piano de Charly García y el arte de disfrutar del momento. Lucho Mellera
58:58
Tulum. Mi nombre es Tulum. Yo quería saber, porque yo vi fotos tuyas o videos tuyos cuando vos probablemente eras adolescente, porque los vi en Paseo La Plaza o por ahí. Mi pregunta es: ¿qué te costaba en ese momento que ahora extrañás o, aunque sea, que por lo menos que recuerdes con cariño, que lo veas como de otra manera? Y un poco también la perspectiva hacia el futuro. O sea, a partir de ahora ¿qué? O sea, ¿tenés ese vértigo de pensar en el futuro y decir: «Bueno, ya está, llegué hasta acá, y ahora ¿qué?»?

59:28
Luciano Mellera. Cuando empecé no era adolescente, no. Tenía 23 años ya. Lo que pasa es que el hecho de no tener barba hace que parezca un poco más joven. Y si extraño algo de esa época… La verdad es que no soy muy nostálgico en general en mi vida, al menos hasta ahora, a mis 39 años siempre pienso que hoy es el mejor momento. Tal vez en algún momento me deje de suceder y, si bien me fascina toda mi vida, me encantó y fui siempre muy feliz, no es que volvería. De esa época, tal vez, con respecto a la comedia, me gustaba esto de lo desconocido, como mi sensación frente a lo desconocido, frente a lo nuevo y el miedo y el no saber con qué me voy a enfrentar. Si bien siempre antes de subirme al escenario estoy un poquitito nervioso y con una ansiedad, sobre todo cuando voy a ciudades o países nuevos, yo ya sé con qué me voy a encontrar más o menos, yo ya tengo la experiencia de que me vaya muy bien y de que me vaya muy mal. Entonces tengo las herramientas mentales o las herramientas que tienen que ver con el alma como para enfrentarme a eso. Si me va muy bien, no soy un genio y si me va muy mal, no soy el peor. Aprender a convivir con eso requiere un tiempo de experiencia. Y tal vez en un principio esa ansiedad era mucho más grande, esos nervios eran mucho más grandes y eso hace que se note en el escenario, que haya que haya una vibración, un brillo en los ojos que es fácil después de acostumbrarse uno.

01:01:25

Yo creo que todavía no me acostumbré. Me sirvió muchísimo la pandemia, la época en la que tuvimos forzosamente que dejar de subirnos a un escenario por dos años me hizo dar cuenta de que no estaba siendo consciente de que vivo de esto. Lo había metido en mi día a día como lo más normal del mundo y no es lo más normal del mundo. Y que me falte eso me hizo concientizarlo y extrañarlo. Y creo que ahí, de hecho, a partir de la pandemia, mi carrera cambió radicalmente. Empecé a permitirme hablar mucho más con el público, empecé a llegar a gente de otros países y gran parte tiene que ver con eso, con empezar de vuelta a valorar algo que ya me parecía cotidiano y que, si bien lo es, no dejo de estar agradecido.

01:02:19

Y con respecto al futuro, siempre la base es poder seguir haciendo esto. Eso es constante desde que arranqué. Poder seguir haciendo comedia. Segundo y cerca es poder seguir viviendo de la comedia, que no es lo mismo. Yo por muchos años hice comedia sin vivir de la comedia y estaba muy agradecido. Para mí vivir de la comedia es casi un milagro. Poder seguir haciendo comedia, poder seguir viviendo de la comedia y seguir creciendo siempre. Poder seguir generando material que esté a la altura de lo que la gente espera de mí y sobre todo de mi autoexigencia, que es muy grande. No sé si eso se nota, pero yo tengo una exigencia muy grande conmigo mismo y no me permitiría darles algo de lo que yo no estoy orgulloso. Por eso tal vez a veces me cuesta mucho escribir material nuevo, por eso me quedo con mi monólogo durante mucho tiempo, porque siento que lo nuevo tiene que estar a la altura y cada vez la presión es más grande y, cuanto más exposición uno tiene, la responsabilidad crece. Obviamente que no tengo la responsabilidad de un neurocirujano, pero como hablábamos antes, hay mucha gente que le hace bien la comedia, que la acompaña, y yo tengo que estar a la altura de eso. La pandemia me hizo entender eso también. Mucha gente hablándome directamente de: «Necesito que hagas comedia». Por eso tuvimos que encontrar los comediantes formas nuevas, plataformas nuevas para hacer comedia: los «streamings» y estar en vivo y en directo para nosotros no volvernos locos y para seguir dando ese servicio que es más vital de lo que yo creía. La gente necesita distraerse, la gente necesita entretenerse, porque si no, es solo producción, es solo trabajar, comer, dormir y morir. En el medio hay que hacer cosas que te diviertan y muchos de nosotros la diversión la encontramos con la comedia. Me di cuenta de eso hace relativamente poco y eso es una presión. Entonces, que hacia el futuro, poder seguir manteniendo un nivel con el que yo esté satisfecho y ustedes también. No necesito plantearme mucho más que eso, la verdad.

01:04:44
Toni. Hola, Lucho. Soy Toni y, para terminar, me gustaría saber hasta dónde llega tu compromiso con la comedia y si crees que es cierto que hay que sacrificarse para dedicarse a lo que uno quiere.

01:04:55
Luciano Mellera. Mi compromiso con la comedia tiene que ver con lo que hablábamos recién, con intentar seguir haciendo cosas que a ustedes les hagan felices al menos un rato y de las que yo me sienta orgulloso. Y, con respecto al sacrificio, siento que siempre, en todo lo que hacemos, hacemos un sacrificio. Primero porque tenemos una vida y no hay tiempo para hacer todo. Entonces, cuando elegimos, estamos sacrificando todas las cosas que no estamos eligiendo. Creo que el sacrificio viene por ese lado y por esforzarse por hacer lo que uno quiere hacer. Tratar de hacerlo bien, tratar de mejorar. Creo que el sacrificio viene por ese lado. Pero creo que la palabra «sacrificio» con respecto al trabajo está muy asociada al sufrimiento, y me parece que eso es lo que tenemos que aprender a dividir y a separar un poco. No hace falta sufrir y tampoco… Hay que sacarnos de la cabeza la idea de que, si no se sufre, no lo vale ese trabajo. No es más válido el trabajo de alguien que sufre y que la pasa mal que el de alguien que lo disfruta mucho y trabaja menos horas, menos días. Tenemos que empezar a pelar esas capas que vienen de un pasado en el que esa era tal vez una realidad. Hoy en día las tecnologías y lo que fuimos aprendiendo en estos siglos nos han enseñado que no hace falta realmente sufrir. Obviamente que siempre va a haber gente que sufre y que tiene menos posibilidad de elegir, porque hay diferentes realidades. Hay gente que empieza su vida con una herencia en la que nunca va a tener que preocuparse por ganarse el pan y hay gente que nace en familias en las que no se sabe si al final del día van a tener pan sobre la mesa.

01:06:58

Obviamente que yo entiendo esa diferencia, pero tal vez a quien le hablo es a la gente que más me consume, que es una franja en el medio, que tal vez es una franja muy grande en la que también me encuentro yo, en la que obviamente que hay que elegir, pero ya sabemos que no es necesario pasarla mal. En Argentina he tenido charlas con mucha gente con respecto a una frase o a un concepto que entiendo que acá se repite, que tiene que ver con «agarrar la pala». Acá creo que es «pala y pico, pico y pala». Esto de «agarrar la pala» viene de una época en la que el trabajo era sufrir, era partirse el lomo y eso era la producción. Obviamente que eso sigue sucediendo y va a seguir sucediendo, porque hay que trabajar la tierra, hay que construir edificios, pero no es la única salida, no es la única opción. Hay gente que disfruta realmente agarrando la pala, que le gusta estar bajo el sol. Yo no podría. Y agarrar la pala no es solamente agarrar la pala, literalmente, es trabajar de algo que tal vez no es lo que más feliz te hace, pero es donde vos te sentís cómodo, donde encontraste tu rol tal vez. Yo trabajé de muchas cosas antes de ser comediante. Esa es mi pala. Trabajar en un «call center» nueve horas por día, trabajar en oficina sobre algo que no me interesaba, 12 horas por día para llegar a mi casa muy cansado, irme a dormir para el otro día repetir y así para tener 15 días de vacaciones. Hay mucha gente que necesita eso porque hay mucha gente que no podría tolerar lo que, por ejemplo, me pasó a mí en cuarentena, que es estar dos años casi sin ganar un centavo.

01:09:09

Hay gente que le cuesta afrontar eso. Yo no sé cuánto voy a ganar a fin de mes. Yo si me enfermo, yo si me quedo sin voz, ese tiempo tengo cero ingresos y hay gente que no puede convivir con esa incertidumbre. Es algo con lo que tiene que aprender el que trabaja para sí mismo, el que trabaja con algo que tiene que ver con el arte, con trabajos que son inestables. A mí hoy me va bien y puedo viajar por mi país y por el mundo yendo a enfrentarme, a encontrarme con mucha gente, pero todos mis primeros años yo tenía otro trabajo en la oficina, trabajaba mis 10, 11 horas, a la noche, cada tanto, tenía un bolo, tenía un «show» y al otro día lo mismo. Eso por ahí tiene que ver con el sacrificio. Pero no hace falta pasarla mal, no hay que sentirse culpable ni hay que permitir que te hagan sentir culpable si vos disfrutás de tu trabajo. Si vos te ganaste tener tiempo libre, no es culpa tuya que el resto no. Me encantaría que todos tuvieran tiempo libre y que puedan disfrutar del ocio y apreciar el arte y estar con sus seres queridos y elegir tal vez no hacer nada. Y un día, si no tenés ganas de levantarte de la cama, no te levantás. Me encantaría que todos lo hagan. Tengo fe de que en algún momento eso va a suceder, con una igualdad que hoy no estamos alcanzando y de la cual soy consciente también, pero no es culpa de los que hoy tienen un trabajo que los gratifique, no es culpa de ellos. Y esta acusación de: «Eso no es trabajo, agarrá la pala». Ese dedo muchas veces me señala a mí. Yo ya aprendí que a mí no me tiene que afectar.

01:10:42

Yo ya lo aprendí y, sin embargo, cada vez que lo escucho me pica y lo digo, pero no me pica a mí, porque yo ya lo aprendí, porque hay mucha gente que se quiere dedicar al arte, a la música, a trabajos no tradicionales y que no se animan porque está ese dedo señalándonos muchas veces desde arriba, desde sus padres, muchas veces desde afuera, juzgando un camino que es necesario para llegar hacia el tener el tiempo libre, hacia poder apreciar y ganarse ese momento de ocio. Es una responsabilidad muy grande también tener tiempo libre, porque cuando uno se halla con las manos con tanto tiempo libre a disposición, hay que llenarlo también a veces, y hay que aprender a convivir con eso. No estoy diciendo que eso es sufrir, pero también hay que saber que hay que honrar ese tiempo que uno se ganó trabajando, trabajando sonriendo, pero trabajando, en definitiva. Y me gustaría que la gente que no lo logró porque no le interesa o porque todavía no lo consiguió, en vez de enojarse con los que sí lo logramos, traten de ver, si es que lo quieren hacer, cómo lo hicieron y fijarse que tal vez se puede, en muchos casos no se puede, pero en muchos casos sí se puede. Y esos dedos son los que le están diciendo… le están nublando la vista. Ojalá todos puedan. Yo pude y sigo pudiendo hasta el momento. Nunca hay que dar el partido ganado hasta el último día, pero yo hoy puedo y lo agradezco e intento honrarlo. Espero que los que lo quieran hacer lo logren, y los que no, no es culpa nuestra.

01:12:40

Les quiero agradecer a todos, a la gente de la producción, a todos los que vinieron acá, la verdad me lo hicieron pasar muy lindo. Espero que ustedes hayan tenido un grato momento. Y como para cerrar quería decir que yo creo que todos, como humanos, uno de nuestros desafíos es intentar encontrar la forma de sumar. No hace falta que sea una fuente de ingresos financieros esa forma de sumar, la búsqueda debería estar ligada a la felicidad, a la felicidad propia y a la felicidad ajena. No dejemos de buscar la manera de sumar. Yo sospecho que encontré la mía en la comedia y espero que ustedes encuentren la suya. Y, si todavía no llega, sigan con alegría. Siempre buscando. Gracias.