El optimismo frente al cambio climático
Esther Duflo
El optimismo frente al cambio climático
Esther Duflo
Economista y Premio Nobel
Creando oportunidades
Mensajes de una Premio Nobel contra la desigualdad
Esther Duflo Economista y Premio Nobel
Esther Duflo
Esther Duflo es una economista reconocida por su trabajo pionero en el campo de la economía del desarrollo y la lucha contra la pobreza. En 2019, recibió el Premio Nobel de Economía, convirtiéndose en la segunda mujer en la historia en recibir este prestigioso premio, y la persona más joven en hacerlo hasta la fecha. Un galardón que reconoce su enfoque experimental para mitigar la pobreza global y abordar los grandes desafíos a los que nos enfrentamos.
Para Duflo, el objetivo de los experimentos es intentar dar respuesta a qué intervenciones funcionan realmente para solucionar los problemas en el terreno. Uno de sus mayores logros es la implementación de conceptos como la economía conductual o la psicología, una metodología que utiliza ensayos aleatorios para evaluar la efectividad de diferentes intervenciones sociológicas destinadas a reducir la pobreza, y mejorar los resultados en áreas como la salud y la educación.
Además de su trabajo académico, Duflo es profesora de Economía en el MIT y una defensora incansable de políticas basadas en evidencia y de la importancia de abordar la pobreza desde una perspectiva multidisciplinaria. Un enfoque inclusivo que muestra el impacto significativo en la lucha contra la pobreza y la evolución del desarrollo humano en todo el mundo. “Soy optimista porque creo que es la única manera de avanzar. Y uno puede ser optimista si se centra en los problemas en los que se puede progresar, aunque sean pequeños. Puedes ir uno a uno y todo suma”, reflexiona.
Transcripción
Y dije: «Bueno, voy a volver y a intentar aprender de economía, a ver si hay forma de saber qué políticas pueden ser efectivas de verdad en la lucha contra la pobreza en el mundo». Así, podría ser académica y dedicarme a la investigación, pero al mismo tiempo hacer algo para cumplir ese sueño de ayudar a quienes han nacido en países pobres. Así fue cómo me convertí en economista.
Y, por tanto, podemos perdernos aspectos importantes de la vida simplemente porque no hay tiempo de pensar en ellos. Y también puede ser difícil concentrarse en el trabajo o en cualquier cosa que requiera reflexión porque los problemas económicos acaparan toda nuestra atención. Así que esa es una de nuestras limitaciones psicológicas. Es muy simple, nuestro ancho de banda mental es el que es. Por otro lado, el presente tiende a parecernos mucho más importante que el futuro. Y, además, lo que deseamos ahora puede diferir de lo que querríamos después. Por ejemplo, si le preguntas a la gente qué película quiere ver, si tienen que verla ya, elegirán una película entretenida en vez de una película francesa profunda para reflexionar. En cambio, si tienen que verla mañana o el mes que viene, elegirán la peli francesa. Porque pensarán que sí, que hay que ver cine para cultivarse y tal. Pero, si la decisión tiene efecto inmediato, en este caso priorizaríamos ver algo ligero porque estamos cansados. De la misma manera, una persona sin recursos hoy elegiría, por ejemplo, darles una tarta muy rica a sus hijos en lugar de guardar el dinero para pagar el colegio en el futuro. Pero, claro, si piensan a largo plazo, saben que necesitan ahorrar ese dinero, aunque les encantaría que sus hijos pudieran disfrutar de la tarta.
Esta inconsistencia en el tiempo entre las decisiones que tomamos y las que nos gustaría tomar también es un rasgo fundamental de la mente humana. Ahora, la economía tiene esto en cuenta, para estudiar los problemas tanto de los más ricos como de los más pobres.
Coges doscientas escuelas, o en este caso eran cien. En el primer año, les das libros a veinticinco y al resto las usas para comparar. Y las escuelas se escogen aleatoriamente para que no haya diferencias entre ellas excepto los libros en cuestión. Al año siguiente, cambias o añades otras veinticinco escuelas, hasta que todas tienen libros. Y, por el camino, vas analizando. Entonces, te preguntas, por ejemplo, si los niños que tuvieron libros el primer año aprendieron más que los que no. Pues, en este caso, sorprendentemente, no. Los libros no cambiaron nada, los niños aprendieron lo mismo con que sin. Es un resultado que choca mucho, porque uno da por hecho que, con libros, a la fuerza deberían aprender más. Pues no. Y esto también demuestra que, muchas veces, nuestra intuición falla y lo que nos parece obvio no lo es. Siempre hay que contrastar las hipótesis con la realidad. Entonces, hace veinte años fundé la red J-PAL, el Poverty Action Lab, para reunir a muchas personas y hacer este trabajo. Se trata de realizar miles de experimentos para poner a prueba todas las ideas y ver qué sirve y qué no sirve para luchar contra la pobreza y por qué. Y, en el proceso, nos damos cuenta de que, a menudo, esa intuición económica básica de una persona totalmente racional no da resultado y, por eso, es importante incluir ideas de la psicología, la sociología, la economía conductual, etcétera.
Enseñar al nivel adecuado es, por ejemplo, hacer grupos de alumnos con logros similares en un momento determinado, enseñarles lo que no saben y luego ir cambiándolos de grupo. Se han hecho experimentos basados en eso y se ha visto que funciona muy bien. Y, luego, el programa de Pratham y estos resultados hicieron posible que Pratham llevara su programa tanto a otros lugares de India como a otros países. Por ejemplo, la organización Teaching at the right level Africa lleva este enfoque que se ideó y probó en India a muchos países de África. Así que lo importante es el movimiento que se ha creado, y eso va mucho más allá de nosotros. O sea, digamos que, si hubiera una invasión extraterrestre y destruyeran todo mi trabajo, daría lo mismo, porque lo que importante son los miles de experimentos, artículos y proyectos que, en conjunto, ayudan a comprender un poco mejor los problemas de los más desfavorecidos y cómo ayudarlos a solucionarlos.
En estos países, es vital encontrar formas de adaptación a pesar de la falta de dinero. Y la verdad es que vamos muy atrasados. La ciencia no le ha prestado demasiada atención a esto, en parte porque los estudios se centran en los países ricos. Entonces, mucho de nuestro trabajo tiene que ver con eso y una de las cosas que investigamos es cómo acceder a energía de una manera que no sea perjudicial para el planeta: cómo hacer para que los países pobres no cometan los mismos errores que, históricamente, han cometido los países ricos, como el uso de centrales eléctricas de carbón, por ejemplo. Ese es un poco el trabajo que hacemos, siempre siguiendo la estrategia de J-PAL de convocar propuestas, reunir a un montón de gente y recopilar ideas para generar conocimiento sobre lo que puede ser útil para mitigar el cambio climático, para adaptarnos a él y para resarcir a las víctimas de este problema. Además, a título personal y aparte de los experimentos, pretendo convencer a los países ricos de que tienen la responsabilidad de compensar a los países pobres por la pobreza derivada del cambio climático. Porque la mayoría de emisiones responsables del cambio climático, tanto en el pasado como ahora, son el resultado de nuestras decisiones: de nuestros coches, de caldear demasiado los sitios en invierno y refrescarlos demasiado en verano… de todo ese consumo de energía que genera emisiones de CO2 que provocan parte del cambio climático.
Además, en los países pobres, el cambio climático aumenta los índices de mortalidad porque las temperaturas suben y la gente no tiene cómo protegerse. Así que creo que estamos en deuda con ellos y es una deuda que no dejamos de acumular. Mis estimaciones son de unos quinientos mil millones de dólares anuales. No estamos haciendo nada por saldarla y creo que es hora de empezar a destinar fondos a este problema.
O sea que, en las últimas décadas, la cantidad de personas que viven en situación de pobreza extrema se ha reducido a la mitad, lo cual es un gran logro y demuestra que el crecimiento inclusivo es posible, pero no es automático, requiere que prestemos mucha atención a la división de ese crecimiento. Y, tanto en los países ricos como en los pobres, eso tiene que ver con las instituciones: los impuestos, las compensaciones a los directores generales, si se permite la evasión de impuestos, etcétera. La cumbre del G20 ahora es en Brasil y los brasileños quieren poner el foco en el tema de la pobreza en el mundo y en la colaboración internacional para evitar la fluidez fiscal, no tanto la evasión fiscal, sino la optimización fiscal de los más ricos, que terminan pagando muy pocos impuestos y siendo cada vez más ricos.