El mundo griego y los valores de hoy
Carlos García Gual
El mundo griego y los valores de hoy
Carlos García Gual
Filólogo y experto en Cultura Clásica
Creando oportunidades
Las humanidades: espacios para la reflexión
Carlos García Gual Filólogo y experto en Cultura Clásica
Carlos García Gual
“El periódico de ayer está viejo y muerto para siempre, un clásico es joven cada mañana”, sentencia el filólogo y helenista Carlos García Gual. Se define a sí mismo como “un viejo catedrático de griego”, pero aún se le iluminan los ojos al explicar las peripecias de Ulises, Penélope o Aquiles: “Somos muy griegos todavía”, afirma con una sonrisa. Para él, el mundo actual guarda fuertes paralelismos con el mundo antiguo, especialmente con la Grecia Clásica y sus valores. Defensor a ultranza de las Humanidades, considera que en ellas habitan las grandes pasiones universales, que trascienden todas las épocas y todos los tiempos, y que son las que definen lo que seguimos llamando “humano”.
Carlos García Gual es escritor, filólogo, helenista, editor y mitógrafo. Especialista en Antigüedad Clásica y Literatura, se formó con grandes helenistas españoles como Manuel Fernández Galiano, Francisco Rodríguez Adrados y Luis Gil Fernández. Es catedrático emérito de Filología Griega en la Universidad Complutense de Madrid, tras haberlo sido en la Universidad de Granada, la Universidad de Barcelona y la UNED. Es autor de más de una centena de obras y artículos especializados, crítico literario en ‘El País’ y ‘Revista de Occidente’ -entre otros- y colaborador habitual de la revista ‘Historia’ de National Geographic. También destaca su labor como traductor de clásicos: en 1978 recibió el Premio de traducción Fray Luis de León y en 2002 el Premio Nacional de Traducción. En 2020 fue galardonado con el prestigioso Premio Internacional Alfonso Reyes, por su intensa labor de investigación literaria y su contribución a la difusión de la cultura clásica en lengua española. Desde 2019 ocupa la ‘silla J’ como académico de la Real Academia Española (RAE).
Transcripción
Pero que vieron en el mundo ese espectáculo maravilloso que presenta, por ejemplo, la ‘Odisea’. Y que transmitieron luego sus valores como la curiosidad intelectual, la búsqueda de la verdad en la filosofía y en todo lo demás, el sentir el aspecto trágico que tiene la humanidad, incluso en sus seres más grandes como son los héroes. Y luego cosas que se han ido borrando un poco, pero que también estaban en el mundo griego, como son la hospitalidad, el amor al otro, la democracia y el amor a la libertad. Todo eso estaba en ese pequeño pueblo. Bueno, en ese pequeño país. No llegó a ser un país, sino un conjunto de ciudades, que eran los griegos. Y yo creo que muchos de esos valores son los nuestros. Yo pienso en nuestro amor a la libertad, nuestro amor a la democracia, nuestro amor al saber. Incluso, yo diría, la filantropía, esa apertura hacia los otros, que luego el cristianismo llamará caridad u otras cosas, pero eso ya está en el mundo griego. Y creo que eso lo conservamos. Y cuando lo comparas con otras culturas te das cuenta de que es una gran riqueza, incluso con la cultura nórdica, que es una cultura de grandes héroes y aventureros y de fuerzas y de batallas, o con las culturas de Oriente, que son las culturas más cerradas sobre sí mismas. Me parece que es algo claro. Somos muy griegos todavía. Alguna vez yo he criticado la frase de Shelley, que decía: «Nosotros somos los griegos». Y a veces digo que sí. Lo malo es que cada vez lo somos menos. Pero algún chico joven me ha protestado diciendo: «No, no, seguimos siendo los griegos».
Hay muchas figuras griegas que nos hacen ver cómo el mundo griego, que trataba a las mujeres como las trataban todas las culturas antiguas, como un poco figuras secundarias. Es decir, estaban condenadas al servicio doméstico y al silencio en una cultura que era la cultura de la palabra y de la gloria. Pero, sin embargo, en la mitología hay una cantidad de figuras femeninas admirables. Enseguida se me ocurren muchas más: Antígona, Casandra, Medea, Ifigenia… Bueno, en fin. Calíope, etcétera. Y yo decía que los mitos, de alguna manera, son necesarios, porque ya no se trata tanto de creer al pie de la letra en los mitos. Nosotros ya no creemos en los dioses griegos, o la mayoría de gente, no sé si habrá alguno que aún cree por ahí. Pero, sin embargo, es magnífica la figura de los dioses griegos. Esos dioses que son demasiado humanos, pero que han enriquecido muchísimo nuestra cultura. Por ejemplo, pensemos en las bellas artes. ¿Qué sería de la pintura o de la escultura si no hubiera reflejado tantas historias de mitos griegos? Y una cultura con una civilización sin mitos es una cultura pobre.