“Tenemos intelecto ¿Pero somos tan inteligentes?”
Jane Goodall
“Tenemos intelecto ¿Pero somos tan inteligentes?”
Jane Goodall
Primatóloga
Creando oportunidades
Lecciones de vida de un espíritu indomable
Jane Goodall Primatóloga
El mensaje de Jane Goodall a las niñas que quieren ser científicas
Jane Goodall Primatóloga
Jane Goodall
Está considerada como una de las mujeres científicas de mayor impacto en el siglo XX. Los ojos de Jane Goodall brillan al compartir sus historias de ayer, convertidas hoy en grandes lecciones de vida sobre la ciencia y la educación: "Sé curiosa y comete errores, sé paciente y no te rindas", repite esta mujer extraordinaria. Goodall es Doctora en Etología por la Universidad de Cambridge y Doctora 'honoris causa' por más de 45 universidades del mundo. Ha recibido más de 100 premios internacionales como el Premio Príncipe de Asturias de Investigación, la Legión de Honor de la República de Francia, el título de Dama del Imperio Británico o la Medalla de Oro de la UNESCO, entre otros. Además es “Mensajera de la Paz” de Naciones Unidas.
Goodall vivió su infancia y juventud con un solo sueño: viajar desde su Inglaterra natal a África para estar cerca de los animales y escribir sobre ellos. En 1960, con apenas 23 años, hizo realidad su propósito de la mano del famoso antropólogo Louis Leakey quien le encargó la arriesgada misión de viajar a la selva de Gombe, Tanzania y convertirse así en el primer ser humano en observar e investigar a los chimpancés salvajes. Acompañada de su madre comenzó un proyecto de investigación de seis meses de duración. Hoy, casi 60 años después, continúa desarrollándose gracias al equipo de investigadores del Instituto Jane Goodall en la que es, una de las investigaciones de campo más prolongadas sobre animales en libertad.
Las investigaciones de la Doctora Goodall revolucionaron a la comunidad científica y fascinaron al mundo entero. Su perseverancia, intuición, empatía y capacidad de observación, no solo nos han permitido descubrir el desconocido mundo de los chimpancés y de otras especies, sino que, nos invitan a reflexionar sobre nosotros mismos, promover un estilo de vida más sostenible y a construir una sociedad más justa.
Transcripción
¿No es extraño que la criatura más inteligente que ha caminado sobre la faz de la Tierra esté destruyendo su único hogar?
Sueña con algo que puedas conseguir”. Pero mi madre no. Volvemos otra vez a mi maravillosa madre, que me dijo: «Si de verdad quieres hacer algo así, vas a tener que trabajar muy duro y aprovechar cada oportunidad, pero no te rindas”. Y, como ya sabéis, al final conseguí irme a África, tuve esa oportunidad increíble. Yo no elegí estudiar a los chimpancés. Yo habría estudiado lo que fuera. Hasta que conocí al doctor Louis Leakey, famoso paleontólogo y antropólogo. Creo que le impresioné por todo lo que sabía de los libros, a pesar de que acababa de llegar de Inglaterra. Así que me dio la increíble oportunidad de vivir y aprender, no con un animal cualquiera, sino con el que más se parece a nosotros. Cuando llegué allí por primera vez, los chimpancés me miraron y salieron corriendo. Pero, al final, pude acercarme a ellos. ¿En qué momento surgió mi pasión por trabajar con chimpancés y por su conservación? Yo creo que fue el día en que el primer chimpancé perdió el miedo hacia mí. Yo le llamé David Greybeard, que significa Barba grís, porque tenía una hermosa barba blanca. Yo iba siguiéndole por el bosque. Había pasado casi un año. Pensaba que le había perdido, pero me lo encontré sentado mirando hacia atrás, casi como si estuviera esperándome. Quizá lo estaba. Me senté cerca de él.
Pero claro que tienen emociones. Y tienen sentimientos. Y pueden sentir miedo, dolor y tristeza.
Y le dice: «Koko, si no me dices de qué color es esto, no tendrás zumo de manzana en la cena». Y Koko alarga el brazo, coge el trapo blanco y, con mucho cuidado, coge una pelusilla roja minúscula y le dice: Ese es solo un ejemplo de muchos, pero es muy ilustrativo.
Los proyectos del Instituto Jane Goodall tienen tres objetivos: ayudar a la gente, a los animales y al medio ambiente
Ahora incluso han enseñado a los abejorros a empujar una bolita, y si la meten por un agujero, obtienen una recompensa de néctar. Eso ya es increíble de por sí. Pero otros abejorros a los que no se les ha enseñado pueden aprender a hacer lo mismo solo con mirar a los abejorros que saben hacerlo. Está muy claro que no somos los únicos seres inteligentes del planeta. Pero ¿tan inteligentes somos? Yo creo que la diferencia principal entre nosotros y el resto de los animales es el tremendo desarrollo de nuestro intelecto, de nuestro cerebro.
Tenemos intelecto, pero en realidad no somos tan inteligentes. Hemos perdido la sabiduría. Tomamos decisiones basándonos en: «¿Cómo me ayuda esto a mí, a mi familia, ahora, en la próxima junta de accionistas, en mi siguiente campaña política?». Y no pensamos en cómo nuestras decisiones afectarán a las generaciones futuras. Me parece que hay una desconexión entre este cerebro tan listo y el amor y la compasión, el corazón humano. Y estoy convencida de que solo podemos alcanzar nuestro potencial humano cuando la cabeza y el corazón están en armonía.
Por ejemplo, le di un texto que yo había escrito para mi tesis sobre la familia de Flo, su hija Fifi, y el recién nacido, Flint. Fifi no se alejaba nunca de su madre, y si algún joven se acercaba los espantaba. Yo decía que Fifi estaba celosa. Robert Heinde me dijo: «No puedes decir que está celosa porque no puedes probarlo». Y yo dije: «No puedo probarlo, pero estoy segura de ello. ¿Qué digo entonces?». Y me respondió: «Te recomiendo que digas: ‘Fifi se comportaba de tal manera que si fuera una niña humana, diríamos que está celosa’. Así no podrán decirte nada”. He contado esto a muchos estudiantes. Lo que más me gustó fue aprender a pensar y escribir de una forma científica, con lógica. Pero con lo que nunca estuve de acuerdo es lo de que para ser buen científico hay que ser objetivo y no puedes sentir empatía por los sujetos.
“El futuro del mundo está en manos de los niños. Ellos tienen la libertad para marcar la diferencia cada día. Son nuestra esperanza para el futuro”
Y ahora hay hasta niños de preescolar. De preescolar no tantos, pero sí hay muchos desde el jardín de infancia y se extiende hasta la universidad. Está en casi ochenta países. Hay alrededor de ciento cincuenta mil grupos activos. También hay gente mayor que ha pasado por Raíces y Brotes en la escuela y en la universidad, y han continuado en su vida adulta.
Así que… Yo sé que este programa, que es el programa humanitario y educativo del Instituto Jane Goodall, está cambiando vidas. Y como sabes, nuestros proyectos tienen tres objetivos: ayudar a la gente, ayudar a los animales y ayudar al medio ambiente.Y, por ejemplo, ahora conozco personas de todo el mundo que vienen y me dicen que estar en Raíces y Brotes ha sido una parte muy importante de sus vidas y que ha cambiado su forma de pensar. Hace poco he estado en China, donde conocí a varias personas que se acercaron a decirme: «Amo a los animales porque estuve en tu programa de Raíces y Brotes en primaria». «Amo y me preocupo por el medio ambiente porque estuve en tu programa de Raíces y Brotes en secundaria». Y esto me pasa en todo el mundo. Y después de casi todas las charlas, alguien se acerca y me dice: «Has cambiado mi forma de pensar». Hace solo dos días, estando aquí en España, alguien se me acercó después de una charla y me dijo: «Me has convencido. No volveré a comer carne”. Y la razón que la llevó a decir eso, y a otra mucha gente, es que les hablé del hecho de que debido a que hay tanta gente que come carne en todo el mundo, hay muchos animales hacinados en horribles granjas industriales.
No os deseo que veáis lo que hay en una de esas granjas industriales, porque yo no pude dormir durante semanas, y vosotros tampoco podríais, porque amáis a los animales tanto como yo. Y cuando me enteré… Porque no lo supe hasta que volví de África, esas granjas industriales no existían cuando tenía veinte años. Y la siguiente vez que vi un trozo de carne en mi plato, pensé: «Esto simboliza el miedo, el dolor y la muerte. No quiero comérmelo.” Seguro que todos os sentiréis igual cuando comprendamos a los animales. Lo que tú haces con los gatos, es solo un ejemplo de cómo los jóvenes, cuando los padres les alientan, del mismo modo que mi madre alentaba mi amor por los animales, entonces surge una nueva forma de ver a estos seres tan maravillosos con los que compartimos el planeta. Aprendemos mucho de ellos. Seguro que tú has aprendido mucho de los gatos. Las ratas, por ejemplo, son extremadamente inteligentes. A las ratas gigantes del bosque se les enseña a detectar minas de tierra. Rascan para marcar el lugar donde huelen una mina para que el equipo de desactivación de minas vaya a desactivarlas.
Hay que llegar a su corazón. Y la única forma que conozco de llegar a los corazones es contando historias. Yo he visto el efecto que tienen sobre las personas.
Por las tardes cuando voy al bar siempre comentamos que amar tanto a los animales es una chorrada cuando hay tantas personas que necesitan ayuda». Y yo pensé: «Madre mía, no puedo permitir que diga eso.”
Me puse en el asiento detrás del conductor y estuve hablando con él por la mampara hasta llegar al aeropuerto. Le hablé sobre los chimpancés, le conté historias, le hablé sobre Rusty y otros perros que he conocido, le hablé sobre cómo los perros ayudan a la gente con problemas, y sobre la conexión que podemos establecer con los distintos animales.
Eso demuestra el poder de contar historias para llegar al corazón. Si hubiera discutido con él, no habría servido de nada. Yo estuve luchando para que dejaran de utilizar chimpancés en la investigación médica, los tenían en jaulas de metro y medio por metro y medio. No servía de nada discutir con los científicos que llevaban a cabo la investigación. Lo que hice fue hablarles de los chimpancés de Gombe y de cómo vivían, y de los lazos familiares que los unían, y de las horas que pasaban acicalándose en paz, y de las suaves camas de hojas que se hacían en los árboles, y les enseñé vídeos.Y, poco a poco, conseguimos mejorar sus condiciones. Ya no estarían en jaulas de metro y medio por metro y medio, les pusieron unas más grandes. Y, al final, los más de cuatrocientos chimpancés que se utilizaban para la investigación médica en Estados Unidos, fueron liberados y llevados a refugios. A veces tarda un tiempo. No siempre consigues cambiar la opinión de alguien de inmediato. Pero siempre vale la pena tomarse la molestia de contar historias en vez de discutir agresivamente. ¿Cómo hay que contar las historias? Tienes que sentirlas en tu corazón, tienes que vivirlas, tienes que estar allí en ese momento.
A las mujeres que quieren entrar en la ciencia les digo lo que me decía mi madre: “Si quieres, vas a tener que trabajar muy duro. No te rindas"
La mujer se dedicaba a cuidar de los niños y a cuidar de los hombres que salían a cazar y luego volvían cansados, y les hacían la comida. Entonces, como la mujer era responsable de los hijos y de mantener la paz en la familia, debía tener cualidades como la paciencia, debía ser capaz de entender a su bebé antes de que aprendiera a hablar. Y tenía que estar muy atenta al estado de ánimo de los miembros de la familia. Porque si el abuelo está de mal humor, mejor que el niño no se acerque hasta que se le pase para evitar conflictos. De modo que es posible que tengamos ventaja desde un punto de vista evolutivo. No puedo asegurarlo. Pero, en cualquier caso, yo creo que la ciencia está cambiando. Ahora las mujeres entran en campos de la ciencia en los que no entraban antes. Tengo constancia de ello. A veces parece que esté presumiendo, pero es que cientos, literalmente cientos de mujeres jóvenes me han escrito o me han dicho: «Hago ciencia gracias a ti”. En su mayoría están en los campos de la conservación y del comportamiento animal. Pero el otro día conocí a una que era química, que me dijo: «Gracias a que tú entraste en el mundo científico, que estaba dominado por los hombres, yo sentí que podía hacerlo también”. Cuando conozco a mujeres jóvenes que tienen muchas ganas de meterse en ciencia, pero a lo mejor sus familias no quieren que lo hagan, solo les digo lo que me decía mi madre: «Si realmente quieres hacerlo, vas a tener que trabajar muy duro. Tal vez más que tus compañeros, no lo sé. Tendrás que sacar buenas notas en tus exámenes. En general, las mujeres están teniendo mucho éxito en estos campos. No te rindas”.
Estamos avanzando mucho en esa dirección. Al menos en Occidente. Aún queda mucho camino. Pero llegaremos si trabajamos duro, si aprovechamos las oportunidades y no nos rendimos.
Me encuentro con que mucha gente que entiende lo que estamos haciendo se siente indefensa e impotente. Creen que no pueden hacer nada, así que no hacen nada. Y si nadie hace nada, entonces habrá un colapso ecológico total.
Me encuentro con que mucha gente que entiende lo que estamos haciendo se siente indefensa e impotente. Creen que no pueden hacer nada, así que no hacen nada. Y si nadie hace nada, entonces habrá un colapso ecológico total.En particular, los jóvenes están comprendiendo que cada día de nuestra vida estamos aportando algo. Y nosotros podemos decidir qué tipo de aportación hacemos. De modo que aunque parezcan pequeñas decisiones, como: ¿Qué compras? ¿Qué vistes? ¿Qué comes? Pregúntate de dónde viene. ¿Ha dañado el medio ambiente? ¿Ha habido crueldad animal, como en las granjas industriales? ¿Es barato debido a la esclavitud infantil? Y si tomas decisiones éticas… Si lo hicieras solo tú, daría igual. Pero no eres solo tú. Habrá cientos, luego miles, luego millones, ojalá llegue a los miles de millones de personas de todo el mundo que comprenden que el efecto acumulativo de las pequeñas decisiones pueden hacer del mundo un lugar mejor. Y algunas personas, los directores generales de grandes empresas, o altos funcionarios del Gobierno, cuyas decisiones pueden afectar a cientos de miles de personas con una sola firma. Por suerte, las personas poderosas de los gobiernos y los negocios, suelen tener hijos. Y los hijos están cambiando la actitud de sus padres por todo el mundo. Lo sé porque algunos padres me dicen: «Claro que reciclo. Tengo que hacerlo, mis hijos me obligan». «Claro que compruebo que el producto que voy a comprar no contenga aceite de palma». Ese tipo de cosas. Y cada vez más gente se hace vegetariana por el impacto que saben que tiene sobre el planeta.
“Me gustaría ser recordada por dos cosas: por ayudar a abandonar el pensamiento de que los animales son cosas y por llenar de esperanza a la gente”
Pero si estuviera aquí, no os dariais cuenta de que es ciego. Coloca sus cosas de antemano. Trabaja con niños, y les dice: «Hay cosas que pueden salir mal en la vida, nunca se sabe. Pero si os pasa, no os rindáis, siempre hay un camino». Él practica buceo, esquí de fondo… De hecho, creamos un programa en Tanzania para jóvenes con discapacidad. Hacen carreras con sillas de ruedas y carreras con muletas. Eso cambió la manera en que se percibía a las personas discapacitadas en Tanzania. El nombre de ese hombre es Gary Horne.Por eso se llama Señor Hache. Él creía que me estaba regalando un chimpancé de peluche y entonces le hice agarrarle la cola. Me dijo: «No te preocupes, llévatelo donde vayas, y mi espíritu estará siempre contigo». Y me ha acompañado a sesenta y cuatro países.
Lo más increíble que ha hecho Gary Horne, en mi opinión, es que ha aprendido a pintar él solo. Y nunca ha visto al Señor Hache, solo lo ha tocado. Ha publicado un pequeño libro, lo podéis encontrar en Amazon, se titula «Blind artist», de Gary Horne. En él hay un retrato del Señor Hache. Os quedaréis alucinados. Así que, el indomable espíritu humano. Yo creo que tú posees uno de esos espíritus indomables. La cuestión es que cada uno de nosotros posee un espíritu indomable, pero algunos no se dan cuenta. No comprenden que tienen influencia, que importan como individuos, que el mundo se abre ante ellos. Así que, bueno, es tremendamente importante darnos cuenta de que cada día de nuestras vidas estamos influyendo de alguna forma. Aunque sea sonreírle a alguien que esté triste. O pararnos a acariciar a un perrito. O rescatar gatos, darles de comer y cuidarlos. O regar una planta que esté marchitándose y darle la oportunidad de vivir. Es muy importante saber que cada día de nuestra vida, estamos contribuyendo de alguna forma. Y creo que todos los presentes queremos contribuir al mundo y crear un futuro mejor para los animales y para nuestra propia especie.
Pero gracias a los chimpancés y a mi perro Rusty, la ciencia ahora acepta que formamos parte del reino animal, que no estamos separados. Y en segundo lugar, me gustaría ser recordada por crear el programa Raíces y Brotes, y por dar esperanza no solo a los jóvenes, sino a todo el mundo.
Yo creo que dar esperanza a la gente es muy importante. Todos mis libros están llenos de esperanza. Si no hay esperanza, nos rendimos. Y si nos rendimos, especialmente si se rinden los niños, entonces es el fin.
Cuando repaso lo que ha sido mi vida, me doy cuenta de la suerte que tuve de tener una madre que me apoyaba cuando era pequeña. Y creo que a veces subestimamos la importancia de los primeros años de vida, y la imperiosa necesidad de los niños de tener una familia que les apoyen.
No tiene por qué ser la madre biológica. Algunas mujeres, sencillamente, no están preparadas para criar hijos. Pero puede haber una, dos o tres personas en la vida de ese niño que le apoyen y estén siempre ahí para él, y que lo animen a aprender haciendo preguntas, y a responderlas saliendo y explorando.
Esperemos que los padres, los profesores y los niños puedan trabajar juntos en esto. Sé que en algunos países y en algunas escuelas ya se han dado cuenta y están dando a los niños la libertad para desarrollar su pasión.Como mi madre, que me traía libros sobre animales porque sabía que aprendería a leer más rápido si leía algo que me apasionara. Estoy convencida de que tenía razón.