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Alejandro Amenábar. El cine, me atrevería a decir que es la perfecta manera de enseñar historia pero claro, estoy barriendo para casa. Pero el cine tiene algo muy importante, y ya que hablamos de divulgación, es la conexión por la vía de la emoción. Yo siempre insisto, de todas formas, cque cuando haces películas y en este caso, además porque ha habido, ya sabéis, o si no lo sabéis, ya os lo digo yo, cierta polémica en España por la condición sexual del personaje. Yo parto de la base de que cuando haces una película o escribes una novela estás ficcionando. Desde el minuto uno, la primera frase, todo te lo tienes que imaginar. Hay cosas que están más o menos demostradas, otras que forman parte de lo probable, pero finalmente te lo tienes que imaginar. Esa imaginación es necesaria precisamente para conseguir el vínculo emocional. Porque en un párrafo de un libro de texto, en un ensayo está perfectamente puesta la fecha, lugar, etcétera… pero lo que allí pasa una vez que esos dos personajes, en este caso Cervantes y su captor, que se sabe que se conocieron, pero yo ahora tengo que entrar en qué se dijo, en qué se dijeron. Entonces tengo que imaginar. Y eso es lo que me permite crear ese vínculo, porque transporto al público, en este caso a vosotras, a vosotros a ese lugar, ese momento y os hago vivir o sentir lo que los personajes sentían. Es esa mezcla, insisto, de divulgación y de imaginación. Y para mí es perfecto porque la vía de la imaginación o de la emoción es la que para mí da sentido a mi arte. Es decir, que para mí el cine lo que tiene de hermoso es que te hace soñar, te lleva a otros sitios y a veces, como dice mi productor: «A ver si se te ocurre una más baratita». Porque evidentemente hace unos años hice la película ‘Ágora’, y cuando analizabas Alejandría, siglo IV, pues ya se te ponen los pelos de punta porque tienes que recrear eso. Pero toda esa labor de recreación también depende, entiendo, de la seriedad con que te lo tomes. Ahora se ha discutido precisamente la última película, ‘Gladiador II’, de Ridley Scott, donde se sabe que hay clarísimamente cosas que forman parte de lo imposible. A mí me gusta, cuando hago cine basado en hechos reales o basado en hechos históricos, moverme entre el nivel que va de lo probable a lo probado. Me gusta más eso. Pero, sobre todo, te ayuda a aprender. Aprendo muchísimo haciendo películas porque muchas de las cosas en historia, a mí me gustaba mucho la historia, la asignatura de niño. Pero hay partes de esa asignatura o esas partes de la asignatura que quedan un poco relegadas y, no nos engañemos, en mi época por lo menos, yo soy un poquito postboomer, por la Guerra Civil pasábamos de puntillas porque veíamos toda la historia de España y cuando llegaba la Guerra Civil, de pronto habías pegado cuatro saltos y estabas ya en la transición. Hacer una película como ‘Mientras dure la guerra’ a mí me obligó a ponerme las pilas sobre cómo se había gestado el golpe de Estado. Es muy interesante hacer cine histórico porque te ayuda a aprender.