“Cuando tratas a una persona ayudas a todo su entorno”
Jesús Porta-Etessam
“Cuando tratas a una persona ayudas a todo su entorno”
Jesús Porta-Etessam
Neurólogo
Creando oportunidades
Historias, mitos y contradicciones del cerebro humano
Jesús Porta-Etessam Neurólogo
Jesús Porta-Etessam
El neurólogo Jesús Porta-Etessam ha dedicado los últimos 25 años de su vida a la ciencia y la investigación, con especial interés por la mejoría de la atención neurológica y el tratamiento personalizado. “Cuando tratas a una persona piensas que solo ayudas a esa persona y no es verdad: estás ayudando a muchas más personas, a su familia, a su entorno, cuando mejoras su calidad de vida”, reflexiona el doctor.
Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense de Madrid, su trayectoria ha destacado por una capacidad excepcional para encontrar soluciones innovadoras a trastornos funcionales neurológicos y cefaleas, entre otras especialidades. Actualmente, el doctor Porta-Etessam es el jefe del Servicio de Neurología de la Fundación Jiménez Díaz, después de su paso por el Hospital Clínico San Carlos, y ha sido elegido como presidente de la Sociedad Española de Neurología y Vicepresidente del Consejo Español del Cerebro. Es autor de más de 250 publicaciones en revistas científicas, más de 50 capítulos de libro, más de 100 ponencias y del libro ‘Adiós a la migraña’, uno de los trastornos más frecuentes e incapacitantes entre la población mundial. Además de su trabajo en el ámbito clínico y su aportación a la investigación, el doctor Porta-Etessam también destaca por su vocación docente, como profesor de la Universidad Complutense de Madrid, y por su apuesta por la divulgación científica, con el objetivo de que el conocimiento sea accesible para todos.
Transcripción
Nunca me podría haber imaginado que, encima, he tenido la suerte de vivir dos siglos que han sido absolutamente fundamentales en la historia de la medicina y de la neurociencia, que es el siglo XX, que fue el siglo del cerebro, donde hemos tenido los avances más importantes del conocimiento del cerebro, y nos hemos dado cuenta de que lo que pensábamos que era la estructura más compleja del universo conocido era todavía mucho más compleja de lo que nosotros pensábamos. Y estoy viviendo ahora mismo, como neurólogo, el siglo XXI, que es el siglo de la neurología. Y, encima, tengo la suerte de estar trabajando en un hospital como es la Fundación Jiménez Díaz, donde tengo muchísimos recursos para poder ayudar a mis pacientes, y la gran suerte de que mis compañeros neurólogos me hayan elegido presidente de la Sociedad Española de Neurología, con lo cual puedo tener mucha proyección social y, además, tomar decisiones que para mí son muy importantes, como que una de las obligaciones que tenemos todos los médicos es ser capaces de transmitir a la sociedad lo que es la enfermedad, la esperanza de los nuevos tratamientos, que ellos se sientan identificados, e intentar cambiar este mundo para que, al final, cuando estemos en una consulta, lo que todos tenemos delante, pensemos que es una persona que tiene una enfermedad y no un enfermo. Porque, al final, como empecé en esta pequeña introducción biográfica, todos somos personas y, por lo tanto, son dos cerebros los que se están comunicando y, como tal, lo tenemos que entender.
Cuando viene una persona con migraña a la consulta y le mejoras la calidad de vida, que luchas por ello, que a veces no lo conseguimos porque todavía no somos capaces de mejorar a todo el mundo, de tratar todas las enfermedades, no estás ayudando a esa persona, estás ayudando a su familia, a su entorno laboral, a sus amigos. Es toda una dimensión, y te pone una responsabilidad que todos tenemos que tener en cuenta y tenemos que seguir luchando por avanzar con la investigación, que es otro de los puntos absolutamente fundamentales que tiene que tener un médico: investigar para poder cambiar realmente la evolución natural de las enfermedades. Y luego, otro de los puntos es el punto social. Cómo tenemos que mirar a la sociedad y darnos cuenta de que tenemos que cambiar muchos aspectos de la sociedad. Y para terminar, quería también comentar en esta introducción, en estos momentos, algo que estamos viviendo. Y es que recientemente se ha publicado un artículo en una revista que es de gran impacto, como nos gustan a los médicos. «Revista de gran impacto, es un D1». Bueno, es el Lancet Neurology, una revista muy importante donde se ha visto que el 43 % de la población mundial padece una enfermedad neurológica. Y que en nuestro país somos un 1,7 % más que en el resto de Europa y, encima, un 18 % más que la media, por la mayor esperanza de vida que tenemos, que es un elemento positivo. Pero esto, fijaos en lo que supone desde el punto de vista sociosanitario. Es decir, tenemos que cambiar el mundo, tenemos que empezar a prevenir. Y otro aspecto precioso que hemos vivido en los últimos 10, 15 años, es que lo que, prácticamente desde los griegos, sabíamos que eran medidas «cerebrosaludables», como el ejercicio físico, cognitivo, etcétera, ahora se ha demostrado que realmente pueden retrasar la aparición de enfermedades tan discapacitantes como el Alzheimer.
Es decir, con prevención, podríamos prevenir el 40 % de las demencias e incluso evitar el 90 % de los ictus, que es la primera causa de fallecimiento en las mujeres y una de las primeras causas de discapacidad. De tal manera que tenemos que ser capaces de transmitir que hay que cambiar muchos hábitos sociales. Tenemos que hacer ejercicio, tenemos que intentar que no haya diferencias económicas o disminuirlas al máximo entre las personas que viven en los países, porque las personas que han nacido en un ambiente socioeconómico bajo tienen un 300 % más de posibilidades de padecer un Alzheimer. Y si encima no han tenido posibilidad de tener estudios, se multiplica por 4,5 la posibilidad. Y, por lo tanto, yo creo que es una responsabilidad de todos, desde un punto de vista social, pero también desde un punto de vista egoísta, si lo miramos así, el intentar disminuir la incidencia de todas estas enfermedades. Así que yo creo que es nuestra obligación y tenemos que cambiar este mundo para que en el futuro tengamos la misma esperanza de vida o más. Pero lo que importa no es lo que vives, sino cómo vives esos años. Y es muy importante estar cognitivamente bien, porque cuando pasas una consulta y ves lo que supone para la persona y para la familia tener un deterioro cognitivo, realmente te das cuenta de lo importante que es cuidarse y, dentro de lo que podamos, evitarlo. Aunque va a haber casos en los que, desgraciadamente, no podamos hacer nada, a día de hoy, pero ya veremos en el futuro. Y si os parece bien, yo estoy aquí, dispuesto a intentar contestar todas las preguntas que os planteéis.
Entonces, somos capaces de vivir y nos da igual la temperatura que haga fuera, hemos sido capaces, en muchos sitios, de traer el agua a nuestras casas… Hemos sido capaces de cambiar, realmente, de adaptarnos a nuestro ambiente y de adaptarnos de tal manera que lo que es una cosa excepcional lo transformamos en normal. Entonces, yo sí que diría que es, por un lado, la capacidad de abstracción, que nos ha permitido ver más allá, ir cambiando el mundo y, luego, el lenguaje. El lenguaje humano es una auténtica maravilla. Si ves a Noam Chomsky, todas sus primeras descripciones de cómo se estructura el lenguaje humano en el cerebro, realmente es apasionante. Y no es un sistema de comunicación, es mucho más. Es una capacidad creativa con unos códigos que, en palabras de los que se han guiado por la gramática transformativa generativa, cualquiera de nosotros, en cualquier momento de nuestra vida, hemos construido una frase que nunca nadie ha dicho en la historia de la humanidad. Y es muy bonito ver el lenguaje humano desde ese punto de vista. Yo diría que estos dos elementos son los que más me llaman la atención. Pero desde el punto de vista también emocional, hay otro elemento que es bonito y es, aunque también ocurre en otras especies, cómo los seres humanos hemos sido capaces de cuidar a los enfermos, que es otro de los elementos que se ven cuando los antropólogos llegan a un sitio y ven que una persona que se ha roto una pierna ha sobrevivido muchísimo tiempo.
En otra especie, lo dejan abandonado y llegan las hienas y los buitres y se alimentan, dentro de lo que es la cadena de la vida, fuera de los que no tenemos presión ecológica, que es lo normal. Y, sin embargo, ves que desde etapas muy tempranas de la evolución, antes del «Homo sapiens sapiens», ya hemos tenido esta capacidad de cuidar a los nuestros y considerar que la enfermedad no es un obstáculo, sino que tenemos que luchar para que las personas sobrevivan el máximo posible, aunque no sean elementos que produzcan de la misma manera que el resto. Yo creo que, quizá, estos sean los elementos que más me emocionan y que más considero fundamentales del cerebro humano.
Una vez dicho esto, en cualquier acción de nuestra vida, y en neuropsicología se dice que para hacer una taza de café necesitas utilizar todo tu cerebro… Una vez dicho esto, sí que es verdad que nosotros podemos mejorar mucho nuestras capacidades. Es decir, el cerebro lo utilizamos todo, pero es verdad que si yo, por ejemplo, quiero aprender a tocar la guitarra, puedo practicar, tocar la guitarra, y voy a mejorar mis capacidades en este sentido. Una de las grandes maravillas del cerebro humano es esa capacidad, podemos decir, plástica, que tiene, y que nos permite, realmente, aprender y coger distintas habilidades. Pero, realmente, utilizamos prácticamente todo el cerebro y desde hace muchos años lo sabemos. Sin embargo, ese mito sigue existiendo y se sigue transmitiendo.
Posteriormente, otro neurólogo, Wernicke, describe otra área que es más el área que constituía la parte semántica del lenguaje, que está un poquito más posterior, en el lóbulo temporal. Y, entonces, empezamos a pensar, realmente, que el cerebro funciona como estos núcleos, aunque no tienen una repercusión directamente en la estructura craneal de cada uno de nosotros, pero sí que existen estos núcleos. Y cuando se empieza a estudiar la vista, que es muy bonito cómo vemos, porque nosotros creemos que vemos el conjunto, pero no, nosotros vemos distintas partes. Hay como cinco partes y luego el cerebro las va integrando, pero vemos el color por un lado, la forma… Y cada una de ellas es consciente de manera independiente. Es algo realmente precioso. Hacemos la construcción, luego le damos una categoría a lo que corresponde y luego el nombre. Se vio que eran como distintas vías y surge lo que es la «modularidad», que dentro de los estudios del cerebro, la mente sería como la expresión del cerebro. Fodor habla de la modularidad de la mente. Con los últimos estudios se ha visto que, realmente, en el cerebro, aunque hay funciones que están más balanceadas hacia el lado izquierdo y funciones que están más balanceadas hacia el lado derecho y, por lo tanto, en lesiones vas a perder una capacidad primaria, el cerebro tiene estas capacidades primarias, pero hay unas áreas que se llaman «polimodales», que se encargan de integrarlas. Y luego tenemos otras, las «supramodales», en el lóbulo frontal, que incluso incluyen la emoción. Por lo tanto, al final, el cerebro funciona en su conjunto. Y sí que es verdad que podemos mejorar una serie de habilidades, pero a veces te llevas la sorpresa de que para mejorar la capacidad pictórica tienes que mejorar un elemento práxico, que está en el lado izquierdo y no en el lado derecho. O sea, que, al final, necesitamos todo el cerebro. Con respecto a la educación, es importante tener en cuenta las capacidades de cada niño a la hora de darle una educación adecuada, eso es verdad, pero yo no creo que tenga ninguna relación con el desarrollo, mayor o menor, de uno de los hemisferios.
Las personas no van a entender lo que digo. Esto es cuando se afecta el área de Wernicke, fundamentalmente. Pero ya a finales del siglo pasado, en los años 80, se vio que no solamente eran estas áreas importantes, sino que estas áreas polimodales que existen en el cerebro trabajan en equipo con estas estructuras, con lo cual se ha ampliado mucho más lo que correspondería a esta parte del lenguaje, podemos decir más teórica, que tenemos los seres humanos. Recordad también que incluso hasta dos tercios o el 70 % de las personas que son zurdas de manera espontánea tienen una dominancia izquierda. Llamamos dominancia en el cerebro a donde está el lenguaje, es decir, básicamente es a lo que corresponde. Pero también el lado derecho es importante en el lenguaje, porque ahora mismo me estáis escuchando hablar. Y yo no hablo así, yo hablo dando entonación a lo que estoy diciendo habitualmente. La prosodia es fundamental en la expresión lingüística y, en español, incluso le da un componente también de semántica, de significado. Según cómo digo las cosas, puede que la otra persona se enfade o lo tome como una broma. Entonces, toda esta parte de entender lo que es la prosodia del lenguaje y expresar el lenguaje con inflexiones y transmitiendo lo que es la emoción en el propio lenguaje, ocurre más en el lado derecho. De tal manera que la mayoría de las personas que tienen un ictus hemisférico izquierdo, que afecta estas áreas del lenguaje, van a tener una alteración en la estructura del lenguaje, bien en la estructura gramatical o en la comprensión del lenguaje, dependiendo de la zona, mientras que muchas personas a quienes se les afecta más el lado derecho pueden tener una alteración en lo que es la prosodia, la expresión, la entonación que estamos dando al lenguaje. Pero, realmente, si los analizas con detalle, tanto unos como otros comparten también alteraciones en la estructura si se afecta el lado derecho, aunque sean menores, y en la prosodia, en el lado izquierdo, aunque sean menores.
Pero hay anécdotas con respecto a esto. Todos conocéis a un compositor, que es Maurice Ravel. El famoso «Bolero» de Ravel. Aunque tiene composiciones, para mí, mucho más bonitas que el «Bolero», que es la más conocida de todas. Pues él, desgraciadamente, en las últimas etapas de su vida, tuvo una enfermedad que pertenece a un grupo que los neurólogos llamamos las «taupatías», y fue degenerando la parte derecha de su cerebro. Entonces, él era capaz de componer, pero no era capaz de sentir la música que estaba componiendo. Perdió esa capacidad por la enfermedad. O sea, que sí que es verdad que, aunque necesitamos todo el cerebro, sí que está balanceada de esta manera lo que es la parte más emocional y de entender la música frente a la parte más gráfica, que está más en el lado izquierdo.
Y cuando a una persona le haces buscar los usos alternativos, qué es la capacidad creativa u otra serie de tareas, ves que no solamente se activa el lóbulo frontal, sino también todas estas áreas de la memoria. Y esto a mí me hizo reflexionar, cuando leí este artículo hace un par de años, sobre que hemos pasado, casi, de un aprendizaje mnésico a un aprendizaje plástico. Pero si lo necesitamos realmente y se activan las áreas de la memoria cuando yo quiero tener una capacidad creativa, a lo mejor la creatividad es la combinación de la memoria que hemos adquirido conjuntamente con el desarrollo de las habilidades individuales de cada uno de ser capaces de ver donde los demás no han visto. De tal manera que el cerebro del artista es igual que el cerebro de los demás, pero, probablemente, bien porque de genética haya tenido unas características especiales… Que todos somos muy parecidos, pero hay pequeñas diferencias entre unos y otros que vemos en el día a día, afortunadamente. La gran virtud del ser humano es que somos todos distintos. Sería horrible que fuéramos todos iguales. O bien, porque se ha desarrollado el cerebro de esa manera, ha tenido especial capacidad, ha estudiado, se ha esforzado, y ha conseguido que esa capacidad con respecto al arte sea mayor que el resto. Ya lo dijo Picasso, realmente hay que estar trabajando para que aparezca esa musa, esa creatividad. Si no lo trabajas, no va a aparecer nunca. Así que muchas gracias por la pregunta.
Entonces, es verdad que hay que transmitir estos elementos de: «Tú eres capaz de superarte», pero siempre poniendo unos límites y no transmitiendo ideas que no son correctas. Pero sí que es verdad que yo puedo modificar mi cerebro y ser capaz de ser un artista o tener capacidad creativa. Y, de hecho, se ha visto en muchísimos grupos que muchos de los grandes artistas que conocemos son generaciones espontáneas. O tenemos, incluso, ejemplos como puede ser Van Gogh, que modificó la manera de pintar y, realmente, si él no hubiera sido un pintor… Ya en su momento pasó desapercibido, pero no le habríamos conocido y habría sido una persona que habría tenido unas enfermedades psiquiátricas y que habría vivido unas condiciones y probablemente nadie había mirado ese cerebro como el cerebro de un artista. Es decir, que muchas veces es el momento que tiene esa persona, las circunstancias, el ambiente en el que está, las personas que conoce y la decisión personal para cambiar estos aspectos.
Esto es verdad. Pero esto nos está haciendo potenciar uno de los sistemas clásicos, que es el sistema rápido de toma de decisiones, que no siempre es el mejor y que es un sistema mucho más instintivo e inmediato, frente al sistema más prefrontal, más madurativo, de toma de decisiones a largo plazo, que suele ser mucho más acertado y con menos componente emocional. Y luego, para la mayoría de nosotros, no hay problema. En esta sociedad casi nos vemos obligados a hacer esto. Desgraciadamente, yo también lo hago, lo confieso, no lo puedo evitar, porque esta es una sociedad que es así. Pero en las personas, por ejemplo, que tienen problemas para fijar la atención, les genera un gran problema posteriormente. A los niños que tienen problemas para fijar la atención, o a los niños, incluso, que no los tienen, les genera un problema, porque desde pequeñitos están cambiando de pantallas, de tareas, están con el móvil todo el rato, y no son capaces de focalizar la atención en una tarea. Les cuesta mucho más, les resulta aburrido, no liberan dopamina en el «accumbens». Entonces, esto hace que luego les cueste mucho más, por ejemplo, la lectura o tareas en las que tienen que mantener la atención constantemente, en una conferencia, etcétera. Entonces, ¿cuál es mi consejo? Yo creo que en los niños hay que evitar estos estímulos rápidos, inmediatos, y de cambio de estímulos, para que aprendan a focalizar y a potenciar estos aspectos mucho más lentos y reflexivos. Y, cuando somos mayores, tenemos que entender el mundo en el que vivimos y nos tenemos que adaptar, dentro de lo que podamos, a las circunstancias en las que estamos viviendo.
Y, desgraciada o afortunadamente, estamos en un mundo donde esto ya forma parte de nosotros y es muy difícil, ahora mismo, luchar frente a la multitarea, que no es multitarea, sino cambios de atención, cuando estás realizando un trabajo. Porque, quieras o no, estás escribiendo y, de repente, te aparece un aviso de que te ha llegado un email y es imposible, a no ser que lo quites, no contestar ese email. Y, si no lo contestas, la otra persona, además, se va a enfadar. Pero yo creo que dentro de lo posible lo tenemos que evitar. Y yo creo que todos deberíamos luchar por momentos, no de meditación, porque hay estudios que dicen que la meditación es buena, sino momentos de estar con nosotros mismos, de reflexión, y que cada uno busque el suyo. Uno busca el gimnasio y es su momento. Otros hacen yoga, otros hacen «mindfulness», otros, meditación… Pero es curioso que para tener tiempo para nosotros lo tenemos que poner en la agenda con algún nombre que no sea «tiempo para mí», porque si no, nos da la sensación de que estamos perdiendo el tiempo, cuando, realmente, haciendo esto lo que estamos haciendo es ganar tiempo. Pero bueno, lo podemos llamar como sea, pero tenemos que tener también tiempos para hablar con nosotros mismos, porque ahora mismo solo queda la ducha. Es el único tiempo que tenemos para nosotros mismos. Y qué buenas ideas se nos ocurren mientras nos estamos duchando. ¿Por qué? Porque estamos reflexionando con nosotros mismos.
El cerebro se activa y te da la sensación de que tienes ansiedad, cuando realmente no has tenido ansiedad. Lo que ha hecho es acelerarse el corazón. De tal manera que esta visión que tenemos a veces tan simplista de que el cerebro está por un lado y el resto… Todo el organismo es maravilloso y todo tiene que funcionar en equipo y, por lo tanto, el cerebro siente realmente todas las demás estructuras. Fijaos en que todo está inervado, es decir, a todo nuestro cuerpo llegan nervios para sentir, menos al propio cerebro. Comentaban antes en una de las preguntas lo del violín. Es decir, tú puedes operar a un paciente el cerebro, estando despierto, y no va a tener ningún dolor cuando le estás tocando, incluso quitando partes del cerebro, porque el cerebro no duele. Y, sin embargo, sí sentimos en el resto del cuerpo. De tal manera que, el otro día, en una reunión que tenía con mis compañeros neurólogos, decíamos: «Hemos dividido el sistema nervioso periférico y central», que para nosotros es muy importante por las enfermedades y por los síntomas que tienen los enfermos y para hacer el diagnóstico, pero realmente es todo funcional, es decir, todo son sistemas. Y como tiene mucho sentido en lo que es la neurociencia, la ciencia neurológica, tan importante es que se active aquí y transmita al intestino como que el intestino me transmita sensaciones a mi cerebro. Entonces sí que hay una relación bidireccional, aunque al final todo lo sentimos en el cerebro, que es el único que no siente.
Hay otros que son menos importantes. Por ejemplo, la cefalea que aparece, no que empeora, sino que aparece con los esfuerzos o con la tos. Es decir, si yo hago un esfuerzo y me duele la cabeza o toso y me duele la cabeza en ese momento y antes no me dolía, es otro de los datos de que hay menos riesgo de que sea grave, pero que también tenemos que tener en cuenta. Y, finalmente, la mayoría de las «cefaleas primarias», que es como llamamos los neurólogos a las cefaleas donde la enfermedad es el propio dolor de cabeza y no hay nada más, suelen debutar generalmente por debajo de los 45 o 50 años. Es muy raro que debuten por encima de esa edad. Si una persona de 60, 70 años que nunca en su vida tiene dolor de cabeza empieza a tener dolor de cabeza, lo más seguro es que sea una primaria y que no pase nada, es lo más probable, pero aumenta la probabilidad de que haya algo más y, por lo tanto, también debería consultar. Pero si me decís: «Quédate solo con una, Jesús», sin lugar a duda, la cefalea que llamamos nosotros «en trueno» o «en explosión», que es ese estallido que nota al paciente en la cabeza. Esto, desde luego, la mayoría de las veces, va a ser algo grave. Y en ocasiones no consultan y cuando viene el paciente está mucho peor. Y muchas veces, además, relacionamos el dolor de cabeza con el ictus, y es verdad que hay ictus que pueden doler, por ejemplo los hemorrágicos, pero la mayoría de los ictus no tienen dolor de cabeza. Entonces, muchas veces, la persona no se preocupa, porque le han dicho que el cerebro, la mayoría de las veces, no duele. Entonces, relacionamos que algo es grave cuando nos duele. Si me duele el corazón, pienso que voy a tener un infarto agudo de miocardio y voy a Urgencias. Sin embargo, cuando tienes un ictus, lo normal es que no te duela. De ahí que sea tan importante que tengamos que hacer una tarea de educación a toda la población para reconocer los síntomas iniciales del ictus. Porque, fijaos, ¿cuál es la primera causa de fallecimiento de las mujeres en nuestro país? El ictus. La primera causa de fallecimiento. Y también es porque muchas enfermedades tienen un estigma de género. Lo tiene la migraña. Tiene un estigma de género. Como es más frecuente en las mujeres, pues no es importante. Se tarda más en diagnosticar los ictus y van más tarde a Urgencias, porque como son mujeres se le da menos importancia. Se piensa que una mujer es menos probable que tenga un ictus. O un joven. Hay niños, yo he visto niños con ictus. O personas de 40 y tantos años con ictus. Teníamos a un compañero que es fisioterapeuta que antes ha hecho una pregunta y él habrá visto niños y personas relativamente jóvenes que, por otras causas distintas, por la hipertensión, etcétera, han tenido un ictus. Pero si van en las primeras horas al hospital, a más del 50 % de ellos somos capaces, o bien con una sustancia que ponemos por la vena que limpia el trombo, o bien metiendo un catéter y sacando el trombo, de cambiarles el pronóstico y que esa persona pueda hacer una vida normal. O mejorarle tanto, que con una rehabilitación adecuada pueda recuperar su vida. Esto es fundamental. Si, desgraciadamente, no hemos sido capaces o ha llegado tarde o no ha respondido a los tratamientos, actualmente hay rehabilitación de alto impacto que va a hacer que muchos de ellos mejoren, y esto es muy importante. Pero es fundamental en las primeras horas. Cuando alguien pierde el lenguaje de manera brusca, por ejemplo, o tiene dificultad para hablar… Imaginaos que ahora yo empiezo a tartamudear y tengo problemas para hablar, como le pasó a un actor nuestro cuando le dieron un premio y había tenido un AIT, un evento vascular, un ictus.
Pues, realmente, es uno de los síntomas que tengo que tener en cuenta. Otro, es si yo pierdo fuerza. A mí no hay nada que más tristeza me dé, que cuando una persona viene a Urgencias al día siguiente por la mañana y dice: «No, es que ayer perdí fuerza en el lado derecho del cuerpo y me he acostado a ver si se me pasaba». Y viene ocho horas después. Ya no podemos hacer mucho por él. Podemos hacer mucho, pero no podemos hacer nada agudo por él en ese momento. Pérdida de fuerza o pérdida de sensibilidad brusca en un lado del cuerpo. Una inestabilidad, también, brusca, es otro de los datos habituales del ictus, o lo que es la parálisis facial que nosotros llamamos «central», que es que se te tuerza la boca. Normalmente, lo de los ojos no, pero ya nos encargamos nosotros de saber si es central o periférica, pero se te tuerce la boca bruscamente. Es otro de los datos que vamos a ver habitualmente. O alguien que, sin venir a cuento, pierde la consciencia relativamente pronto y cuesta recuperarle. Un síncope, que podemos tener cualquiera de nosotros. Con todos estos síntomas, si los tenemos, hay que activar el código ictus. No es solo que la persona vaya a Urgencias, muchas veces él no puede, es que el acompañante active el código ictus, bien con una ambulancia, o bien en un helicóptero, incluso. En las zonas donde no tienen acceso directo a la sanidad, son capaces de trasladarlo a tiempo y se activa el código ictus para intentar cambiar la vida de esa persona. Es algo absolutamente fundamental y todos tenemos que ser conscientes de ello. A pesar de que es maravilloso, como neurólogos, tenemos que luchar para que todavía sea mejor, porque no nos tenemos que conformar. Porque no tenemos que ver lo que tenemos ahora, tenemos que ver lo que queremos tener dentro de diez años y queremos tener todavía más.
Ahora mismo, se han diseñado unos virus que infectan esas células ganglionares. Les meten un material que produce el núcleo y luego se meten dentro de la mitocondria. Y no conseguimos que se curen, pero sí que mejoren muchísimo en la vista. Está ahora mismo en ensayo clínico, pero los resultados son superesperanzadores. ¿Qué voy a contar de la enfermedad de Parkinson? Al principio todos los pacientes suelen ir bien con el tratamiento, no los Parkinson atípicos, sino en la enfermedad de Parkinson más habitual, pero con el tiempo todos empiezan con complicaciones. Y fuimos capaces de ponerles un tratamiento directamente en el duodeno con un catéter, con una bombita, para que mejorasen. Ahora mismo también se puede poner subcutáneo. Ponemos la fosduodopa subcutánea para mejorar a los pacientes. Pacientes que tienen temblor esencial. Esto que se dice de: «Es que tienes mal pulso». También lo tiene tu padre y no es mal pulso. Realmente, es una enfermedad que se llama temblor esencial, que de pequeño a lo mejor dices: «Bueno, pues yo no me voy a hacer arquitecto», aunque ahora mismo con AutoCAD puedes ser arquitecto perfectamente teniendo un temblor esencial, pero ahora mismo, cuando pasa el tiempo puede ser muy incapacitante ser incapaz siquiera de comer. Pues con ultrasonidos de alta frecuencia, es decir, sin necesidad de abrir el cráneo, se les coloca un casco y somos capaces, con la resonancia, de localizar un núcleo muy pequeñito y hacer una lesión exclusivamente en esta zona y que los pacientes mejoren del temblor en cuatro horas. Pasan de no poder comer sopa a poder comer sopa en cuatro horas sin necesidad de abrirles el cráneo. Es un poquito molesto, lo que es el procedimiento, pero les cambia totalmente la vida.
Si alguien dice: «Oye, Jesús, ¿enfermedades neurológicas?». El Alzheimer es una enfermedad neurológica. Fijaos en que se acaba de aprobar por la EMA el lecanemap. El donanemab viene aquí. No es maravilloso, no va a curar el Alzheimer. Está destinado a muy poquitos pacientes, pero es un gran avance. Aunque no vayamos a curarlo y, probablemente, en los próximos años no se vaya a curar el Alzheimer, pero es un gran avance el tener terapias contra el amiloide que cambian la evolución de un pequeño porcentaje de pacientes muy seleccionados, para evitar las complicaciones que también tienen estos tratamientos. Y alguien me dice: «Jo, la ELA, qué enfermedad más dura». La esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad durísima. ¿Hay algo con la ELA? Pues fijaos en que se han descrito nuevas variantes genéticas y nuevos mecanismos por los que se produce la ELA y nos hemos dado cuenta de que, claro, antes considerábamos que la ELA era una sola enfermedad, con lo cual, ponías la medicación para todos igual. Pero ahora hemos visto que hay distintas formas de llegar a la misma enfermedad, con lo cual, cada tratamiento va destinado a un subtipo distinto y estamos empezando a tener resultados positivos. Y en una de las variantes hereditarias que afecta a menos del 5 %, que es una mutación de una cosa que se llama «superóxido dismutasa», ya hay tratamientos que pueden cambiar un poquito la evolución de esta enfermedad. Esto es verdad que es para pocos, pero ya nos está abriendo el campo para seguir investigando y conseguirlo para muchas más personas. Y otra enfermedad también es la esclerosis múltiple, que es la primera causa de discapacidad en las personas jóvenes. Lo comentaba el otro día con los residentes. Todavía hay personas que no responden al tratamiento y, desgraciadamente, terminan con muchísima limitación o con el uso de una silla de ruedas, pero ya es excepcional.
Con la mayoría de los pacientes conseguimos que, con los tratamientos, cambiando las distintas líneas, tengan pocos episodios, pocos brotes, y que les queden pocos déficits y puedan hacer una vida bastante normal. Y podría seguir hablando de la ataxia de Friedreich y de muchísimas más enfermedades neurológicas. Ha cambiado totalmente en los últimos años y es el fruto de la investigación. De tal manera que, ahora mismo, en neurología, siempre se puede ayudar a las personas, haya tratamiento o no. Siempre podemos poner tratamientos sintomáticos para que las personas estén mejor. Pero ahora mismo estamos entrando en una época de tratamientos etiológicos, y algunos de precisión, que realmente modifican la evolución de las enfermedades, e incluso se pueden curar algunas de ellas. Es un momento absolutamente maravilloso y de esperanza total para los pacientes, el 43 % de personas que padecen enfermedades neurológicas. Así que te agradezco muchísimo la pregunta, porque me hace estar todavía más contento y emocionado. Tenemos que seguir luchando por la investigación y por el desarrollo de nuevas terapias para cambiar la vida de las personas. Y, especialmente, en las enfermedades raras. Ahora mismo están surgiendo nuevos tratamientos y me parece precioso que estén invirtiendo en estas enfermedades que afectan a tan pocas personas, tan graves, y que realmente les cambia la vida. Muchas gracias, de verdad.
Entonces, dicen: «El chocolate me ha desencadenado el dolor de cabeza». Y, en la mayoría de las personas, no es así. Ha sido la migraña lo que le ha hecho que tome chocolate, el comienzo de la migraña. De tal manera que si a alguien le gusta especialmente el chocolate, tiene migraña y tiene esta relación, lo que tiene que hacer un día que no le apetezca mucho, es tomar chocolate y ver si se desencadena o no la crisis de migraña. Si no se desencadena, probablemente sea un síntoma premonitorio o prodrómico y puede seguir tomando chocolate, que está buenísimo, sobre todo el que tiene 80 % de cacao. Y si no, si ve que se desencadena, pues a lo mejor tiene que intentar, dentro de lo posible, aunque de vez en cuando uno… Pues me sacrifico, me tomo mi medicación y me tomo mi chocolate, si tengo muchas ganas, pero que intente evitarlo. Esto es muy del cerebro humano. El cerebro humano busca una causa. Como David Hume, una causa-efecto. Entonces ves el chocolate, te duele la cabeza y no piensas que puede ser al revés. Pero gracias a la ciencia… Esto es interesante, porque se metió en una mujer… De todos estos síntomas, los neurólogos siempre decimos: «¡Esto es el hipotálamo!». No todas las crisis se originan en el hipotálamo. Pero una mujer voluntaria estuvo dentro de una resonancia magnética, yendo y viniendo, durante, prácticamente, un mes. Y se fue capaz de registrar una crisis de migraña. Y se vio que lo primero que se le activaba era el hipotálamo, antes de que le doliera la cabeza. Entonces, todos los neurólogos sonreímos: «¡Ya lo decíamos nosotros!». Porque muchos de estos síntomas nos orientaban a esta estructura, al hipotálamo, y probablemente es esto. Es un síntoma premonitorio, con lo cual, muchos de los pacientes con migraña sí pueden tomar chocolate si les apetece.
Y esto nos lleva a algo que es importante, que son los desencadenantes de la migraña. Nosotros decimos que la migraña se trata de tres maneras. Con hábitos personales de evitar los desencadenantes. El tratamiento de las crisis. «Me va a doler la cabeza, me tomo una medicación para evitar que me dé la crisis o, en cuanto empieza la crisis, que se vaya cuanto antes», que esto le da la libertad al paciente. Porque fijaos lo que es ir al concierto de Navidad. Lo has conseguido. Ir a Viena. Has entrado en el sorteo. Compras o alquilas… Vas en el avión, llegas a tu hotel, te empiezas a vestir y a colocar la pajarita, te da una crisis de migraña y no puedes ir al concierto de Navidad y te quedas vomitando, con tu pareja, en el hotel. Al día siguiente, coges el avión de vuelta y le tienes que contar a todo el mundo que has tenido una crisis de migraña en el concierto de Navidad. La migraña no es una enfermedad, la migraña son las personas que padecen la enfermedad, realmente. Este es el sufrimiento real de las personas. Es impredecible. Entonces, si hubiera tenido su tratamiento, se lo habría tomado. Y a lo mejor no habría ido en perfectas condiciones, o sí, a ese concierto, pero podría haber ido. Y luego, el tratamiento preventivo, que se pone para intentar disminuir la frecuencia, la intensidad, la duración y mejorar la respuesta de las crisis al tratamiento que he comentado antes de los ataques de migraña. Entonces, es muy importante también ver los desencadenantes, por si se pueden evitar o no. Hay desencadenantes que no se pueden evitar. Los cambios atmosféricos. Hay desencadenantes que el paciente a veces no quiere evitar. ¿Por qué? Porque hay algo que le gusta mucho y es un desencadenante de sus crisis. Entonces, lo tienes que regular, pero si él quiere seguir haciendo esa actividad, tenemos que ayudarle. Nosotros no estamos para decidir lo que tienen que hacer las personas, tenemos que estar para acompañarlas y ayudarlas en ese sentido.
Pero sí que hay desencadenantes que se pueden evitar. Por ejemplo, el estrés. Relajarse después del estrés es un desencadenante clásico. Si yo hago terapias para evitar ese estrés, pues voy a tener menos relajación después del estrés y a lo mejor evito algunas de las crisis. Eso no cura la migraña, no tiene nada que ver, es un desencadenante. La migraña no es por el estrés, es una enfermedad del cerebro. Pero este es un desencadenante. Igual que la migraña no se produce por la menstruación, pero la caída de estrógenos antes de tener la menstruación la mujer es un desencadenante clásico de la migraña. Entonces, no se puede evitar, pero podemos tratarlo antes para evitar que tenga el dolor de cabeza durante los episodios. Y luego hay mucho mito con respecto a la alimentación. ¿Hay alimentos que desencadenan la migraña? Sin lugar a duda. En el 20 %, si no entramos en sustancias, por ejemplo, como es el alcohol, que no se tiene que considerar un alimento, evidentemente. Ni siquiera el vino. El vino y los alcoholes tienen unas tasas mucho más altas de desencadenar la migraña, especialmente los vinos. Y, curiosamente, en España, los pacientes lo cuentan más con el vino tinto, porque se consume más, pero en otros países, cuando se hacen estudios, se ve que lo produce más el vino blanco, en general, que el vino tinto, por las distintas sustancias. El vino no es saludable nunca. No se tiene que recomendar a ninguna persona que beba vino. No, los médicos no lo podemos recomendar. Otra cosa es que sea algo social, nos guste en las reuniones, etcétera. Pero, por lo tanto, no lo podemos recomendar. Lo digo porque es importante, ahora que estamos hablando de este tema. Entonces, sí que hay desencadenantes de la alimentación en un 20 %. Y cada uno tiene el suyo. Es decir, que muchas veces, cuando nos hacen entrevistas y nos preguntan, decimos los alimentos que lo producen y aparecen en una tabla, y a lo mejor alguien lo lee y dice: «Pues tengo que dejar estos alimentos, tengo que dejar los frutos secos», que son las chuches buenas, como dice un amigo mío. Pues no, si no te desencadenan dolor de cabeza, vivan los frutos secos y las chuches buenas, que son mucho mejores que las chuches malas. «Tengo que dejar de tomar conservas». «Tengo que, por ejemplo, dejar de tomar cítricos». «No puedo tomar tomate». «No puedo tomar embutidos». Entonces, claro, te están restringiendo muchísimo la dieta. Y luego resulta que, a lo mejor, un elemento que no está en esa tabla, es el desencadenante en esa persona de sus crisis de migraña. Lo que quiero decir es que es muy individual. De tal manera que la mayoría de las personas que tienen migraña ya saben cuál es su desencadenante y lo suelen comentar en la consulta. Dicen: «Mire, yo no puedo ir al restaurante chino, porque voy a los restaurantes chinos y, por el conservante que ponen habitualmente, sé que voy a tener un dolor de cabeza posteriormente». Y ya lo saben ellos. De tal manera que, si lo saben, lo que tenemos que decir es que, dentro de lo posible, lo eviten. Que dicen: «Pues claro, lo evito». Te lo dicen ellos directamente. Con lo incapacitante que es la migraña, pues te lo dicen. Y si no, pues que se fijen. Pero si no encuentran nada, pueden comer absolutamente de todo.
Y luego, la otra parte de la pregunta, la positiva. Que ahora tenemos que hablar en positivo, sobre prevención. ¿Hay algo que yo pueda hacer con respecto a la dieta o con respecto a mi vida para mejorar? Sí, sí que hay cosas. Tener una dieta sana y equilibrada se ha visto que es muy bueno y que mejora realmente a los pacientes con migraña. Esto quiere decir, no solamente una dieta equilibrada con respecto a lo que estoy comiendo, sino que ahora se ha puesto, por ejemplo, muy de moda, incluso hay artículos publicados en el New England, que hacer un ayuno prolongado puede ser incluso positivo. Pero depende de para quién. Hay muchas personas con migraña a quienes, si hacen ayuno prolongado, les da una crisis de migraña. Luego, no lo pueden hacer. Una dieta adecuada para una persona con migraña es tener unos horarios establecidos, muy estrictos, a la hora de comer. En el trabajo dicen: «Joder, es que este siempre come a las dos». Pero oiga, mire, es que si no como a las dos me tengo que tomar una pastilla, prefiero comer a las dos que tomarme un tratamiento para mis crisis de migraña. Y luego, otro aspecto que es superimportante ahora mismo, dentro de lo que es la prevención, es el sueño. Para todo, pero también para la migraña. Se ha visto que los trastornos del sueño predisponen a enfermedades neurodegenerativas. Y esto también tiene otro aspecto muy bonito. Cuando yo estudié Medicina, se decía que el cerebro era la única estructura que no tenía sistema linfático, que es lo que se dedica a limpiar. Limpia las cosas, los desechos. Se decía esto, y hace pocos años, hace como ocho años, unas investigadoras descubrieron que sí. Fijaos en que el cerebro, que lo estamos estudiando desde hace muchos años, hace ocho años se descubre que sí, que tiene sistema linfático y que se llama «sistema glinfático», por la glía, y que por las noches, sobre todo, limpia de proteínas y de desechos nuestro cerebro. Pero es cuando estamos dormidos cuando lo limpia. De ahí lo importante que también es el sueño. Y es importante para prevenir enfermedades, pero también para las personas con migraña. Que tengan un sueño adecuado es absolutamente fundamental. Y, muchas veces, si les regulas bien el sueño, consigues, a lo mejor, no poner un tratamiento preventivo a esa persona. Es decir, en personas que tienen insomnio o trastornos del sueño, pueden mejorar muchísimo.
De ahí que sí que haya actividades en la vida, como el ejercicio, en la migraña episódica, el sueño, o una dieta equilibrada, que son recomendables para las personas con migraña. Claro, a veces es imposible. ¿En qué sociedad vivimos? Le dices a una persona: «Tiene que hacer usted ejercicio». Y dice: «¿Y cuándo lo hago? ¿Entre que termino del trabajo y voy a recoger a uno de mis hijos para llevarlo al violín, lo dejo en el violín y luego me voy corriendo a coger a los otros hijos para llevarlos al baloncesto?». Y digo: «Pues tiene razón». A veces es difícil. Muchas veces, lo que tenemos que cambiar son nuestros hábitos. Subir escaleras en lugar del ascensor, que la electricidad que gasta son varios árboles, cuando subimos por el ascensor. O sea, que a veces es mejor subir por las escaleras o utilizar la bicicleta, si vivo en un medio que es razonable y donde no hay riesgos, de vez en cuando, en lugar de utilizar el transporte público. O, simplemente, ir andando a buen ritmo es una manera de hacer ejercicio cuando no tengo tiempo para hacerlo. Pero eso lo tiene que decidir la persona, porque a veces es muy complicado meter una cajita más en todas las cajitas que tenemos en nuestra vida.
Y hay otra más. Que esto, también en el ambiente médico pasa mucho, y es el café. El café se utiliza como tratamiento de la migraña muchas veces. De hecho, hay sustancias que se venden sin receta que contienen café, aparte de algún analgésico, algún antiinflamatorio, para tratar la migraña. Entonces, el café sí viene bien. De hecho, hay pacientes que se lo saben y a veces se toman el fármaco, el triptán, con un poquito de café, porque notan que es un poquito más eficaz. Entonces, yo tomo mucho consumo de café a lo largo de la semana y me privo del café el fin de semana. Y, entonces, el sábado por la tarde, me aparece un dolor de cabeza por la privación del consumo excesivo de cafeína que he tenido durante toda la semana. Nuestra función es, en la historia clínica, cuando el paciente nos lo cuenta, saber si es una u otra causa o son varias, porque a veces están varias asociadas, e intentar modificarlas, si se pueden modificar, para que al paciente no le duela el fin de semana. A veces no es posible, porque el estrés laboral a veces no se puede disminuir. Entonces ahí tenemos dos opciones. Si tiene muchos días al mes dolor de cabeza, imaginaos que empieza viernes, sábado y domingo. Al final lo sumas, lo multiplicas por cuatro, son 12 días, prácticamente cuatro meses al año en los que esa persona está sufriendo migraña. Merece la pena ponerle un preventivo, que lo toma todos los días, y disminuir la probabilidad de que lo tenga, aparte de su tratamiento de las crisis. Si es en ocasiones, lo que hacemos a veces es poner un tratamiento previo. Es decir, si yo sé que te va a doler el sábado por la mañana, ya te pongo tu medicación de las crisis el viernes por la noche para evitar que te duela el sábado por la mañana. Porque como saben muy bien los pacientes que padecen migraña, las personas que padecen migraña, cuanto más precoz el tratamiento, más eficaz va a ser. Lo podemos hacer también de esta manera. Es muy interesante desde el punto de vista médico, pero muy incapacitante y un sufrimiento absoluto para los pacientes que padecen la migraña del fin de semana.
La memoria semántica está en las zonas del lenguaje que participan como tales, que es donde yo doy categoría a las cosas, les doy un nombre a las cosas. Lo tengo que aprender y se queda en mi memoria, que a veces es complicado. Algunas de las palabras que tengo que aprender van quedando en la memoria. Y es muy bonito, porque se hace una relación entre que primero aparece para qué sirve ese elemento y que luego le doy la memoria. Con lo cual, puede que no sepa el nombre y sepa para qué sirve, porque he tenido una lesión. O puede que incluso no sepa para qué sirve ese objeto, o ni siquiera, si es de la visión, sea capaz de verlo como es ese objeto directamente. Esto puede pasar. Esto sería más la memoria semántica. Y luego tenemos lo que es la memoria episódica. Tenemos una memoria, dentro de estas memorias, que es la que llamamos nosotros, clásicamente, «memoria de trabajo», pero que es la memoria inmediata, que es la que utilizamos, que dura muy poquito y se va. Esto es cuando dices: «Oye, ¿cuál es tu teléfono?». «Seis, siete cuatro…». «Oye, ¿cuál era tu teléfono?». Que la necesitamos, por ejemplo, para los cálculos. Vas a la tienda y dices: «¿A ver cuánto cuesta esto? Uf, me están engañando, porque dice que esto vale tanto, pero son 200 gramos y, aunque está de oferta, es más barato este de aquí». Para el manejo de estos elementos en la cabeza necesito esta memoria. Si falla esta memoria, que pasa a veces en lesiones frontales, el paciente tiene dificultad, por ejemplo, para repetir una serie de números que le decimos al paciente, en sentido inverso. Porque no es atención. Con la atención, lo digo directamente. Es tenerlos en mi cabeza para ser capaz de utilizarlos. Esto es lo que es la memoria, no la atención, que es simplemente repetirlos. Los tengo en mi cabeza y los digo al revés. Para eso necesito la memoria. O si hago un cálculo. Este tipo de memoria.
Y luego tenemos la memoria episódica, que es lo me ha pasado. Entonces, en la memoria episódica, es muy bonito lo que hemos visto en los últimos años. En la memoria episódica inmediata o a corto plazo, la que llamaremos «a corto plazo», se establecen unas estructuras que se llaman «estructuras hipocampo» y «parahipocampo», que están en el lóbulo temporal, por dentro, ahí metidas. Y esto es lo que se afecta más precozmente en una de las enfermedades más duras que existen, que es la enfermedad de Alzheimer. Entonces, ¿qué ocurre? Que yo tengo que grabar en esas neuronas lo que acabo de hacer o lo que he hecho hace unos días o hace unas semanas. Entonces, voy metiendo allí los ficheros. Mientras que la memoria episódica a largo plazo depende de otras estructuras, también, más frontales. Entonces, ¿qué ocurre en enfermedades que afectan primero a los hipocampos? Que lo que se le olvida primero a la persona es lo último que ha hecho. Y, sin embargo, se puede acordar perfectamente de cosas que había hecho hace años. Entonces, tú vas a visitar a tu familiar, por ejemplo, a tu abuelita que tiene un deterioro cognitivo, y le dices: «¿Qué has comido hoy?». Y dice: «Si no he comido», y tiene el plato, puesto en la mesa, que se acaba de comer. Y dice: «Pero me acuerdo de cuando eras pequeño, que fuimos un día y cogí un tomate, lo partí por la mitad y te lo di y lo mordiste y de la cara de ilusión que pusiste». Y se acuerda de detalles del pasado, y tiene que ver con esto.
Pero también el lóbulo frontal participa en la memoria esta que comentábamos de más a corto plazo. Porque yo tengo las fichas, pero tengo que coger la ficha correcta. El que decide qué ficha cojo es el lóbulo frontal. Entonces, en otro tipo de demencias, como la que se llama «demencia frontotemporal», a veces a los pacientes también les falla la memoria, pero no porque tengan mal el hipocampo. Si les das una pista, lo sacan. Es porque el lóbulo frontal no es capaz de coger las fichas adecuadamente, aunque esas fichas de memoria estén allí. De tal manera que, resumiéndolo de una manera didáctica, tenemos muchísimos tipos de memoria y en cada enfermedad, desgraciadamente, se va a afectar una diferente y puede ser un dato, conjuntamente con el resto de las pruebas, para hacer el diagnóstico. Pero, realmente, hasta cómo se almacena la memoria y los tipos de memoria que tenemos en el cerebro humano es algo realmente apasionante. Bueno, al final en nuestra vida cuidamos el coche, ¿no? Lo llevamos a las revisiones, la mayoría. Lo llevamos a la ITV, porque si no, nos ponen una multa de 200 €. Lavamos la ropa, limpiamos los zapatos, ¿no? Nos cuidamos el pelo. Incluso tomamos medicación para ser eternamente jóvenes. Y, sin embargo, la joya de la corona que tenemos todos la cuidamos muy poquito. Hemos estado hablando aquí y podríamos tirarnos hablando del cerebro toda la vida. De esta estructura que son 1.400 centímetros cúbicos que tenemos dentro del cráneo, que es bastante fea. El cerebro es feo, pero es maravilloso. Y, sin embargo, es lo más bonito que existe. Una estructura que es nosotros mismos, la estructura más compleja de todo el universo. Y le dedicamos muy poquito tiempo. Dedicar tiempo al cerebro es dedicar tiempo a nosotros mismos.
Cuidar nuestro cerebro es cuidarnos a nosotros mismos. Pensar en nuestro cerebro es pensar en nosotros. La mente está en el cerebro, las emociones están en el cerebro. La tristeza, la alegría, el llanto, el mirar a otra persona y que se nos dilaten las pupilas y sentirnos comprendidos. Entonces, a mí lo que sí me gustaría es que todos empecemos a cuidar mucho más nuestro cerebro en el día a día. Entendamos que es fundamental el hacer ejercicio, el estar cognitivamente activos, el ayudar a los demás, el intentar ser felices, el disminuir las pantallas, el evitar los traumatismos del cerebro poniéndonos casco siempre que montamos en un monopatín o montamos en bicicleta. Y educar a los niños desde pequeñitos sobre lo importante que es cuidar el cerebro y tomar estas actitudes. El intentar que, si quiero trasnochar, trasnocho, pero que ya no sea un hábito. A veces es obligatorio por el tipo de trabajo que tengo, pero, cuando pueda, intentar hacerlo. El disfrutar de nuestra dieta mediterránea. Que me dicen: «No es que es muy difícil». No, perdona, te compras un rodaballo de piscifactoría y lo pones en el horno y el trabajo que le has dedicado son dos minutos y tienes un producto mucho más rico y mucho más sano que mucho de lo que consumimos habitualmente. Lo mismo que una buena ensalada o las legumbres. Es decir, que nos cuidemos muchísimo más, porque cuidar nuestro cuerpo es cuidar nuestro cerebro. Y entendamos que va todo en conjunto. Así que quería agradeceros de corazón el que hayáis venido y, a las personas que nos van a ver al otro lado, agradecerles que estén atentos. Espero que seamos entre todos capaces de cambiar este mundo. Un mundo donde seamos todos un poquito más felices y consigamos que haya muchísima más equidad en todos los aspectos, que es importante, y que nos cuidemos muchísimo más para que sigamos siendo el país con más longevidad, pero que consigamos ser el país de Europa con menos enfermedades neurológicas. Muchísimas gracias a todos.