“¿Cuál es la mujer que quiero que mi hijo vea todos los días?”
Greeicy Rendón
“¿Cuál es la mujer que quiero que mi hijo vea todos los días?”
Greeicy Rendón
Cantante y actriz
Creando oportunidades
Greeicy, la artista y la mujer detrás del escenario
Greeicy Rendón Cantante y actriz
Greeicy Rendón
Greeicy Rendón es una de las artistas más queridas en Colombia y un referente en el mundo del panorama artístico latinoamericano. Un sueño hecho realidad para aquella niña que frente al espejo cantaba y bailaba imitando a Shakira y soñaba con llenar estadios.
“El universo me vio tanto tiempo visualizándome en los escenarios que, un día, me dijo: ¡Tené esto!” Su salto a la fama comenzó a los 13 años en el programa Factor Xs, un trampolín que la llevó a oportunidades cada vez más grandes en el mundo de la interpretación. Como actriz, su papel en Chica Vampiro fue su salto a la fama, permitiéndole combinar su amor por la actuación y la música. Fue aquí, precisamente, donde encontró su verdadera pasión, dejando la actuación en un momento en el que su carrera estaba en auge, algo que para muchos fue una locura.
Su humildad y conexión con sus raíces hacen que sus fans la adoren aún más. Hoy, Greeicy no solo brilla por su música, sino por ser un símbolo de perseverancia y sencillez, una artista que inspira a millones de jóvenes a seguir sus sueños y que representa al pueblo colombiano en todo el mundo.
Transcripción
Y creo que el universo me vio tanto tiempo visualizándome en esos escenarios que, un día, dijo: «Estoy cansado de que me lo pidas imaginariamente. Ya, tené esto». Y creo por eso completamente que uno atrae lo que desea. De hecho, tengo una historia muy bonita. Cuando yo salí de primaria, en Colombia, entré a otro colegio y había una prueba que era con un psicólogo. Yo no recuerdo esto, pero ese día me pusieron a hacer un dibujo. Yo tenía creo que diez u once años, no lo tengo tan claro. Hice el dibujito, pasaron los años, yo salí de ese colegio porque tuve la fortuna de empezar a construir mi camino en lo que me apasiona, y un día le llegó un mensaje a mi madre que era del psicólogo del colegio. Y le dicen: «Lucy, tengo algo que te quiero mostrar muy bonito: el dibujo que tu hija cuando iba a entrar al colegio». Y era yo con un micrófono con luces y miren qué bonito cómo uno, desde niño, de verdad puede visualizar cosas que… Yo en ese momento no lo dibujé, seguramente, pensando… Yo no me acuerdo del momento exacto del dibujo, pero sí recuerdo que cuando jugaba el arte, claro, sí soñaba con estar algún día en un escenario, pero más desde la imaginación y de jugar a ser esa persona que me encantaría. Pero en mi cabeza yo decía: «Esto realmente no es posible». Pero miren que uno sí atrae las cosas. Y quiero que sepan que me gusta contar como toda esta parte de mi historia porque, por lo general, la gente, cuando ya te reconoce y no conoce todo el detrás y todo el antes, ve ya el título: Greeicy, la artista, la que soy, la de los logros, la de las metas, los discos, los escenarios, las alfombras rojas.
“De pequeña, más que soñar con ser, jugaba a ser cantante, a ser actriz"
Pero detrás hay una historia de una niña que, como lo dije ahora, viene de una familia supertrabajadora. En ningún momento tuvimos un contacto de alguien especial que nos dijera: «Mira, te voy a llevar para que seas…». No, hice un ‘reality’ muy chiquitica, ‘Factor Xs’, tenía trece años. No gané, pero siempre lo he llamado como el trampolín. Siento que a partir de ahí empezaron a pasar cosas muy bonitas en mi vida. Cuando terminé el ‘reality’, se me acerca un director. Él es actor y director de Colombia, se llama John Bolívar, y se le acercó a mi madre porque en esa época yo era chiquita y siempre tenía que estar con la persona que se encargaba de mí. Y le dicen: «Mira, te he visto en el programa, sé que ya salió y considero que los cantantes tienen mucho de actores, porque interpretan canciones. Hay un proyecto que el próximo año lo vamos a desarrollar y me gustaría mucho que Greeicy hiciera ‘casting’ para este proyecto». Mi mamá: «¡Claro!», superemocionada, «Claro que sí, claro que sí». Regresamos a Cali, pasa un año, yo volví a mi vida normal y tenía quince añitos, recuerdo, cuando le llega un mensaje a mi madre: «Buenas tardes, señora Lucy. No sé si usted se acuerda de que, afuera del canal, John Bolívar se acercó a ustedes para decirles que había un proyecto donde él quería que Greeicy se presentara a un ‘casting’». Mi mamá: «Sí, claro, claro, me acuerdo, me acuerdo». Y yo decía: «¿Pero y mi mamá por qué está…?». «Sí, me acuerdo de que se nos acercó John Bolívar». Y yo toda emocionada, porque ya había pasado un año, yo ya me había olvidado de eso, cuando dije: «Ah, no, era verdad. Este señor no dijo esto por ilusionarme». Entonces, dice: «Bueno, no, efectivamente ya estamos haciendo el ‘casting’, nos gustaría verla mañana». Yo estaba en Cali. Y mi mamá, obviamente… su respuesta fue: «Claro que sí, mañana vamos a estar allá». Mi mamá, de donde pudo, sacó. Tenían el negocio de ellos, que era una papelería. Entonces, abrió la caja y sacó los billetes, las monedas, lo que había vendido en el día, nos fuimos para Bogotá, viajamos toda la noche, diez horas.
Yo me fui ya vestida, llegamos al ‘casting’. No me bañé. Yo como que medio me peiné, en esa época no me maquillaba, me acomodé la ropita. Me pasaron el libreto por primera vez en mi vida. Había actuado antes en el colegio, pero eran obras de teatro donde el libreto te lo memorizabas y ya, no había como un texto así… como en la televisión. Nos entregaron el libreto. Esta historia me encanta porque, en los libretos, para los que de pronto no se han cruzado con un libreto, está: cuando dice «Greeicy» y dos puntos es el texto de Greeicy, luego dice «Carolina» y dos puntos porque habla Carolina. Eso es obvio, eso lo entendemos todos. Pero en los libretos hay algo que se llaman las acotaciones, que es lo que explica la situación. Entonces, acotación de ese momento: están todos sentados mirando a la artista, ella les comparte su historia. En ese momento, mi personaje era Daniela. Entonces, yo dije: «Ah, okay, donde dice ‘Daniela, dos puntos’ soy yo, los otros personajes», y antes de Daniela estaba la acotación, que decía: «Ella se siente triste, se siente sola, se siente mal, se mira al espejo». Parecía tanto como si lo pudiera decir que yo dije… Yo me lo aprendí todo. Yo, muy juiciosa, me aprendí todo. Y, entonces, cuando entramos ya al ‘casting’, la persona que estaba detrás de la cámara era la persona que me daba los textos de los otros personajes. Esto no era con más actores, sino que la persona de la cámara leía los otros textos, yo decía los míos. Entonces, «Acción» y yo empecé… O sea, yo agüé, yo era buenísima, me considero muy buena actriz. Yo agüé el ojo y todo, diciendo la acotación.
Y yo: «Ella se mira al espejo. Se siente sola. Se siente mal. Se siente fea». Yo agüé el ojo, yo lo hice divino. Yo lo hice divino. Lo que yo no sabía es que estaba diciendo algo que no tenía nada que ver con lo que yo tenía que decir. Terminamos la escena. Superrespetuoso, seguramente le generé tanta ternura con catorce años que él no me dijo nada. Cuando terminamos la escena, me dijo: «Muy bien, muy bien. Quiero que la repitamos una vez más. Esta parte no la tienes que decir». Y yo… Yo dije: «Ya, si no me iban a escoger, ahora peor». La volvimos a hacer. Yo salí obviamente muy apenada, con catorce años. Yo dije: «No, mami, lo hice supermal, porque como una idiota dije esto, que no tenía que decirlo». Pasaron yo creo que… No recuerdo, yo creo que fue menos de un mes porque ya estaban haciendo ‘casting’ para empezar a hacer la preproducción y todo eso. Cuando le llega un día de nuevo la llamada: «Queremos decirle que su hija se ganó el ‘casting’». O sea… Me gané ese ‘casting’, ahí empecé a actuar. Me enamoré plenamente de la actuación. Hice un personaje muy bonito que me obligó, porque el personaje cantaba, bailaba, actuaba… Se llamaba ‘Chica vampiro’ este proyecto, y era sobre escenarios. Empezamos a hacer una gira donde yo cantaba las canciones de ese personaje. Y lo que yo sentía en esos escenarios, siendo… Además, claro, el personaje se llamaba Daisy, que suena… Greeicy, Daisy. Cuando íbamos a salir al escenario… O sea, esto eran escenarios de cuatro mil o cinco mil personas en Italia, en Francia… Fue una experiencia hermosísima.
Y, antes de los ‘shows’, la gente era: «¡Daisy, Daisy!». Y yo escuchaba «Greeicy» y yo decía… Yo sabía que no decían mi nombre, yo sabía que estaban… Pero eso me puso a soñar, de verdad. Eso me… No desde el ego, pero sí desde… Yo decía: «Yo me imagino de verdad haciendo lo mismo, pero siendo Greeicy, haciendo mi música, mis canciones», y creo que eso y la presencia de… En ese momento, yo estaba empezando con mi pareja actual, que llevamos once o doce años más o menos… Él llegó a mi vida también con ese sueño de la música. Lanzó su primera canción, que fue un éxito, y él llegaba a la casa a decirme: «Greeicy, mirá, me pasó eso», me mostraba videos. La gente cantando, la gente emocionada con su música. Y yo decía: «Creo que la vida me está antojando». Como cuando están preparando la comida, que a uno le empieza a oler a almuerzo y dice: «Uy, quiero que me sirvan ya la comida». Era Michael contándome sus historias, yo haciendo la gira de ‘Chica vampiro’, y yo decía: «Este olor me tiene enloquecida, yo quiero almorzar ya, yo quiero dedicarme a la música». Creo que ahí fue ese momento donde tomé la decisión. Tomé esa decisión en un momento muy loco porque estaba pasando algo muy positivo en la actuación. Estaban llegando oportunidades muy grandes en ese momento. Es como si vas al cine y, en el momento clímax de la película, te salís. Siento que así me fui yo de la actuación. Me fui con mucho miedo. Los comentarios eran: «Está loca, o sea, se está yendo de la actuación cuando mejor le está empezando a ir y se va para algo que desconoce, a lo que nunca se ha dedicado, no sabe si le va a funcionar, no sabe si va a estar bien».
Pero, bueno, ha valido completamente la pena. Después de todos esos años de haber tomado esa decisión, creo que empecé a vivir un momento muy especial en mi vida de mucho aprendizaje, de mucho crecimiento, de muchísimos retos. A mí me encanta hablar de las cosas complejas, porque las bonitas son bonitas, las bonitas son las que nos hacen sonreír y siento que, cuando las cosas están bien, pues sonreír es genuino, como que uno está así porque está feliz. Pero, cuando las cosas se ponen complejas, ahí está el verdadero reto de la vida, cómo vas a asumir esas cosas. Y, en mi caso, yo soy de las que piensa que el propósito más grande de la vida es irnos mejor de lo que llegamos, en todos los sentidos: económico, laboral, pero sobre todo como ser humano. Como que tengo que irme mejor. O sea, yo creo que no hay nadie en el mundo que sea perfecto. Esto todos lo sabemos, esto no es un secreto. Estamos llenos de errores, de defectos, de inseguridades, de miedos. ¿Pero cuál es el reto más bonito como ser humano? Y es lo mejor, sentir que… Dentro de los propósitos superficiales, laborales, económicos y todo esto que mostramos al mundo, que nos acompaña y es importante, cómo voy yo mejorando como persona. Yo tengo un montón de cosas en mi vida que no me gustan tanto de mí, pero soy consciente y digo: «Tengo que ir mejorando esto». Y lo he ido mejorando: yo hoy me siento feliz de lo que soy, con muchos defectos más que me faltan por mejorar, pero siento que la vida y los retos te permiten eso. Yo sé que ustedes vienen a hacer preguntas, pero es que yo hablo demasiado. ¡Páreme ya!
Greeicy es esta, la que ustedes ven aquí, la que también soy yo, la que la gente conoce, la que está ante las cámaras, la que sale y sonríe. Yeliana es la parte más íntima, Yeliana es la que está llena de… Greeicy, también. Al final soy la misma. Pero es como que en la parte más íntima siento que soy Yeliana y aproveché ese segundo nombre para construir un personaje muy bonito a través de historias de otras mujeres. Cuando quedé embarazada… Seguramente, antes me escribían madres de familia, seguramente, y mujeres embarazadas, muchas. Pero cuando entré en este universo y me puse los zapatos de la maternidad, todas las mujeres que estaban viviendo el tema del embarazo o estaban viviendo la maternidad me buscaban, seguramente buscando como un montón de respuestas, haciéndome un montón de preguntas a las que yo no sabía qué decirles porque estaba descubriendo este universo. Hice como un análisis personal. No sé si esto sea una estadística del mundo, pero estoy respondiendo por lo que me llega a mí. Había un veinte… por ejemplo, digo así, un veinte por ciento de las mujeres que vivían la maternidad similar a la mía, desde el privilegio, con una familia unida, con una pareja estable, con un embarazo sano, con una estabilidad económica, que sí hace mucho la diferencia, pero había un ochenta por ciento de historias que todos los días, cuando yo las leía, se me hacía el corazón… O sea, se me torcía. Yo decía: «¡Guau!». Las aplaudo, las aplaudo porque, aún hoy, en medio del privilegio, en medio de las grandes posibilidades que tengo como madre, digo: «Si para mí sigue siendo un reto tan grande y siento que la maternidad tiene sus momentos complejos para la mujer de manera individual, no me imagino cómo tiene que ser para estas mujeres a que les toca solas, que no tienen con quién dejar a su hijo para seguir construyendo su camino». Eso me parece muy complejo y Yeliana hoy para mí es eso.
De hecho, hoy en día, después de haber descubierto y construido este personaje gracias a las historias de un montón de mujeres, cada vez que yo tengo un momento complejo en mi vida, como los que tengo siempre y como los que seguiré teniendo, porque es que es natural estar así en la vida, cuando me siento insegura, cuando tengo miedos, cuando las inseguridades se me paran enfrente y no me dejan ver lo hermoso que tiene cada uno de los días en la vida, vuelvo como a ese momento de esa construcción, vuelvo a todas esas historias, vuelvo a todas esas mujeres que en su momento decían que yo era su fuerza, que yo era su inspiración. Y yo decía: «Ellas no entienden cómo ellas, con sus historias, son fuerza para mí y me inspiran». Y hoy me siguen inspirando. Nada más ayer. Ayer estábamos en una ‘van’, había una señora, que es colombiana, que trabaja aquí en Colombia. Alguien me dijo: «Mira, ella trabaja conmigo, es superfán tuya. ¿Puedo hacer una videollamada para que te salude?». La saludé, ella se emocionó demasiado y luego me cuentan que lleva cinco años en España. No, es que esto es muy fuerte. Que su hija hoy tiene cuatro añitos. Bueno, debe de tener seis o cinco años, y le dice en las videollamadas: «Mamá, te quiero conocer». «Mamá, te quiero conocer». O sea, ¿me entendés? Es muy fuerte y seguramente ella no dejó a su hija porque no quiere estar con ella. Está acá porque necesita trabajar, está acá porque seguramente quiere construir un mejor futuro para ellas. Eso ayer se me quedó… Y, así, mil historias recibí yo. Entonces, Yeliana hoy para mí es como… No soy solo yo, sino todas esas mujeres. Y hoy en día siento que… Hoy en día me sigue demostrando y en su momento para mí, en medio de mi reto personal, Yeliana me demostró que somos más capaces de lo que creemos. Todos, no solo las madres de familia, todos los seres humanos somos más capaces de lo que creemos. Me lo sigo demostrando y seguramente muchas mujeres y personas y hombres y todo el mundo se lo seguirán demostrando. Así que Yeliana hoy para mí es como… Con orgullo, digo: «Me llamo Greeicy Yeliana Rendón Ceballos».
O sea, si en una semana se acumulan cosas, en cuatro meses ya entendés lo que se puede acumular. Era una cosa… Yo de una hice… O sea, se me hizo un nudo en la garganta, quería vomitar, porque yo dije… Me miré en el espejo y dije: «Hoy a duras penas me baño». O sea, hoy a duras penas logro ducharme. Salí rápido. O sea, a duras penas hacía muchas cosas por mí. Y sentí mucho miedo porque me di cuenta… No me había dado cuenta, pero dije: «Guau, llevo mucho tiempo superalejada de lo que era mi gran propósito en la vida, que eran mis sueños, y me estoy dando cuenta de que no sé si voy a ser capaz de volver a ser la misma. Quizás, definitivamente, la vida cambia cuando una es madre y tengo que dejar lo mío y tengo que dejar mis sueños». Empecé en un caos mental, me hice mil preguntas, se me activaron las inseguridades al mil por ciento, me vi el cuerpo en el espejo. Esto nunca me pegó muy fuerte, pero igual me vi, porque tenía que grabar videos y dije: «Es que no soy Greeicy. Sigo siendo yo, pero no soy la que la gente espera ver. No soy la misma de toda la vida». Les dije: «Denme una semana». No sé para qué pedí una semana. Pero era un poquito como para organizar mi cabeza, a ver cómo iba a desarrollar todo lo que tenía. Me llené de miedos, me llené de inseguridades. Hoy, después de mucho tiempo, me di cuenta de que definitivamente la vida cambia. Definitivamente, hay un desencuentro con el tiempo y hoy no soy la misma de antes, soy una mejor. O sea, hoy cada propósito que yo logro, cada meta que cumplo, es como: «¡Guau, es que sí soy capaz!». Es que todas esas cosas que pensé que no iba a lograr, estoy logrando eso y más.
Obviamente, tengo que ser honesta y decirles que tengo una fortuna enorme, que es la red de apoyo que me acompaña, que es mi familia, que es Mike, que es tener una relación estable, que eso me permite que la parte emocional esté bien, que ustedes saben que es vital. Las hormonas y… Naturalmente las mujeres… Ahora, después de un parto, con toda la parte hormonal, esto es una locura, pero mi familia ha sido un gran apoyo. Sigo sintiendo en muchos momentos que… No sé, por ejemplo, en días donde salgo mucho de la casa y no estoy tan presente con Kai, la culpabilidad es una cosa que siento que acompaña a las madres. De repente hay madres aquí que tienen mucha más experiencia que la que yo tengo, pero el tema de la culpabilidad es como que no te suelta. Y hay semanas donde digo: «Tengo un hijo y no estoy presente» y vuelvo y me pregunto: «¿Será que es que lo estoy haciendo mal y necesito estar más con mi hijo y, de repente, soltar un poquito más los sueños y todo?». Y es que no puedo. Vuelvo a mí, vuelvo a mí y siempre me llega una pregunta superlinda, que me salva, que la repito en muchas ocasiones y, en ese momento, cuando estuve en mi peor caos mental, llegó y dije… Porque me visualicé dejando hacer lo que amo, me visualicé diciendo… Igual estaba feliz, porque es que quiero aquí hacer una separación. Una cosa es mi relación con mi hijo, que es hermosa y lo más espectacular. Siento que los hijos elevan la vida al mil por ciento en todos los sentidos, siento que le dan un sentido a todo, siento que es un motor que llega. Eso es una cosa, pero otra cosa es la relación con vos misma, con tus sueños, con ese ser individual que quiere hacer todo por sí mismo. Y hubo una pregunta que me salvó en ese momento y que cada vez que la necesito me la pregunto y es: «¿Cuál es la madre que yo quiero que Kai vea?». No la madre, cuál es la mujer que yo quiero que él vea todos los días. Porque un hijo es un observador veinticuatro siete.
Él me ve cuando estoy angustiada, él me ve cuando me levanto, él me ve si algo… Él me observa y ese es el ejemplo que yo le estoy dando. Yo crecí en una familia hermosísima, donde mis padres nunca en la vida se sentaron en la mesa a decirme: «Mira, hoy te vamos a hablar de valores, hoy te voy a enseñar que uno no puede robar». Nunca me lo enseñaron. Hoy yo soy lo que soy y tengo los valores que tengo por lo que vi en ellos, por el ejemplo que me dieron. Y esa pregunta viene de ahí. ¿Cuál es la mujer que yo quiero que Kai vea todos los días? Aprendí con esto que hay mil maneras de llegar al mismo lugar. No hay un solo camino. Algunos son más lentos, otros son rapidísimos. Hay mil caminos. No es solo uno, no es como que, si yo no lo hago de esa manera, no lo voy a hacer. Yo hoy lo estoy haciendo de otra manera porque no tengo la libertad en el tiempo como la tenía antes, como iba antes, así, galopando como un caballo. Ahora voy caminando, voy caminando pero feliz, haciendo lo que me gusta, acompañada de mi familia y siendo el mejor ejemplo que yo pueda ser para Kai y para los que se inspiren conmigo.
Eran unos premios muy importantes y me dieron la oportunidad de hacer como un ‘showcase’ donde había mucha gente de la industria, entre fans y gente de la industria muy importante. Y yo lo primero que dije cuando me subí fue: «Estoy cagada del susto». «Estoy cagada del susto». Y empecé a decir, y aparte hablaba rápido. Yo hablo naturalmente rápido, pero en ese momento no tenía experiencia en un escenario. Entonces, no… Hoy, por ejemplo, estoy hablando… Me toca pensar en hablar más pausado, porque cuando yo me emociono hablo rapidísimo y no se me entiende. Entonces, me toca pensar. En ese momento solo tenía nervios y empecé a hablar rapidísimo y nadie me entendía nada y decía un montón de locuras. Hoy las sigo diciendo, pero me controlo un poquito. Y eso me pasa. Como que, igual, aunque lo he madurado y ya tengo más experiencia sobre el escenario, sí igual me gusta que, aunque abajo sea más humana, me gusta subirme también como un ser humano al escenario y hacerme ver de esa manera. Y en los interludios, entre canción y canción. me gusta que la gente me vea como lo que soy y como lo que somos, un ser humano como cualquiera de los que está aquí. Yo también lo hice, cuando no cumplía mis sueños, que uno ve a los artistas como allá, como esos inalcanzables, como esos dioses cuyas vidas son perfectas. «Es que ellos son tan privilegiados porque ellos no tienen problemas».
Yo siempre digo que el momento más importante y especial por la conexión con el público es el escenario. Para un artista es el escenario, porque yo siento que pueden pasar dos cosas. Ustedes hoy están aquí y puede que pasen dos cosas. Sobre todo cuando canto, porque es a lo que me dedico, pero digamos que hoy cantara. A ustedes les pueden pasar dos cosas: o dicen «Ah, ya fui, ‘cool’, ya la vi», o dicen «Uf, repetiría, quiero volver». Bueno, aquí, «Quiero volver». Creo que aquí tenemos un par que volvieron y eso es lo más bonito. Yo siempre quiero que la gente se vaya mejor de lo que llegó y se vaya con las ganas de que volvamos a agendar una cita. Entonces, eso al final es una presión que uno mismo se pone porque es tratar de convencer y de llenar la satisfacción de cada una de las personas que en ese momento estuvo ahí. Pero me encanta. A mí me encanta esa presión porque es lo que te permite como estar en esa búsqueda de ser siempre mejores.
O sea, ese contraste entre estar en el escenario con un millón de personas, que es como que te conocen, se sienten muy cercanos, y de repente estar en otro lugar del mundo y llegar a un hotel sola. Sola, es que es un momento donde uno se siente vacío y uno dice: «Guau, no puede ser que tantas personas me conozcan y que me haya encontrado con ellos ahorita y yo me sienta en tanta soledad». Siento que es muy común en el universo no de la música, sino en el universo del reconocimiento, pero hoy, afortunadamente, creo que eso ha cambiado. Antes era un poquito más complejo, pero hoy, siempre, las veces en que lo puedo hacer, en el hotel me espera mi familia. Eso es una plenitud total.
Cuando… Yo dije: «Hijueputa…». La cara de Juangui. Esto era una cosa… Y me pasa todo el tiempo, pero lo bueno es que mi equipo… Por eso digo que la gente que lo rodea a uno es importante, que te quieran y que te acepten como sos. Ellos ya me quieren como soy y, sí, tengo ese tema. Nos reímos un montón por eso y además nos reímos un montón por eso, porque cuando me pasa en lugares públicos, no sé, como que estemos ahí parados y estén ustedes, se lo juro que, cuando huela a pedo, nadie va a pensar que fui yo. O sea, van a pensar… Porque como los artistas no tenemos gases ni nada de eso… Claro, la gente piensa que fue todo el mundo menos yo. Entonces, yo aprovecho y digo: «¡Uy, no! ¿La gente por qué es así?».
Ese tipo de cosas, aunque suenan tan simples, tan sencillas, realmente cuando dejas de hacerlas, sí las extrañás un montón y al final siento que son sacrificios, que por supuesto son sacrificios que hacés porque es algo de lo que estás seguro que te apasiona y decís: «Bueno, vale la pena hacer este sacrificio». Pero me encanta tanto lo que hago que al final, cuando lo converso, sí me doy cuenta de que hago un montón de sacrificios, pero en el transcurrir no es algo que está en mi mente. Estoy disfrutando demasiado lo que hago y se me olvida, pero cuando me lo preguntan digo: «Uy, es verdad que hay muchas cosas que se sacrifican por hacer esto que tanto nos apasiona».
A mí pensar que no estoy sola en ese sentido me ayuda y creo que esa pregunta que me hacés también me da como un poco un impulso a la manera cómo quisiera cerrar esta conversación con todos, que además de agradecerles de nuevo por haber estado aquí, es un poco que… Le dedicamos un gran porcentaje de la vida al trabajo. No sé si este es el número, yo siempre menciono que es como un setenta por ciento de nuestra vida en su totalidad al trabajo. ¿A qué le querés dedicar ese setenta por ciento? La vida es un vaivén. Esto es natural. O sea, no podemos pensar, cuando estamos mal, que… No, es normal, es normal, es normal, es natural y ha pasado, nos está pasando y nos seguirá pasando. Pero, entonces, cuando vienen estos momentos de oscuridad, de preguntas, de angustia, a mí lo que siento que más me ayuda a salir de esos momentos es pensar y es darme cuenta de que estoy haciendo lo que me apasiona, que ese setenta por ciento que le dedico al trabajo es algo que realmente me mueve. Y cuando el día está complejo digo: «Uf, hoy el día estuvo muy difícil, hoy me caí, me golpeé y me duelen los codos porque me raspé y me está saliendo sangre. Pero esa cicatriz va a valer la pena. Yo sé por qué me caí, porque necesito llegar allá y no vi esta piedra y me tropecé porque tenía que aprender algo, pero sé que me levanto y sé hacia dónde estoy viendo». Y saber hacia dónde estás yendo te lo permite saber a qué le estás dedicando tu tiempo. Entonces, siento que esa luz en la oscuridad se la puede dar uno mismo escogiendo a qué le queremos dedicar el tiempo. Así que espero que cada uno de ustedes, si ya tiene ese por qué estás aquí, cuál es tu propósito, qué es lo que te gusta o qué es lo que te apasiona, pues lo sigan disfrutando, lo sigan construyendo. Y a los que están en esa búsqueda, que lo encuentren, que se pregunten a qué le quieren dedicar ese gran porcentaje de la vida. Y se van a dar cuenta de que los momentos complejos se hacen un poquito más llevaderos. Así que gracias a todos por haber estado aquí, por compartir conmigo. Espero que tengan una vida feliz y que de verdad encuentren eso que los impulsa y que los hace continuar siempre a pesar de lo que sea que esté pasando.