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Ana Ibáñez. El talento, bueno, viene de un término griego que a mí me gusta mucho, que es ‘talanton’ y que significa pesa en la balanza y que también significa moneda de alto valor y, bueno, hay una, de hecho, hay una parábola muy bonita con esto que es cómo a dos personas se les entrega unas monedas de oro y una de ellas lo que decide con sus monedas de oro para no perderlas es esconderlas, guardarlas y asegurarse de que se queda con ellas, no las pierde. Y la otra persona con las monedas de oro dice: “Oye, pues yo voy a expandir esto, voy a utilizar que tengo monedas de oro para hacer algo que puedo hacer porque las tengo, si no las tuviera no las podría hacer.” Y entonces lo que ocurre al final es que el que utiliza las monedas de oro no solo logra más y se expande, sino que logra mejorar su entorno por esas monedas de oro, mientras que el otro pues las tienen encerraditas y al cabo de un tiempo pues la saca y bueno, tiene sus monedas de oro, pero han dejado de ser unas monedas de oro vivas. Con nuestros talentos ocurre exactamente lo mismo. Es muy curioso desde el punto de vista cerebral, porque los talentos son como, a mí me gusta verlo como esos regalos que nos ha hecho la vida, porque la vida es complicada. Estarán conmigo que la vida es difícil. Entonces, si la vida es difícil, que bueno que nos llegan algunas cartitas, ¿no?, comodines de estas, que cuando estás jugando a las cartas y te llegan dices: “Buah, que bien tengo, el resto son malísimas, pero yo con estas tres, con estas tres puedo jugar.” Los talentos son exactamente eso y todos los tenemos. A mí me da mucha pena cuando hay gente que me dice yo no tengo ningún talento, digo no, no es verdad. Pero es verdad que los talentos son muchas veces difíciles de ver. Y yo les explico por qué es difícil de ver. Es difícil de ver porque los talentos es algo que para nosotros sale de manera más natural, se hace más natural a nosotros, la disfrutamos y nos acostumbramos a ella. Entonces seguramente les ha pasado que hay gente que les alaba y les dice: “Oye, qué bien esto que has hecho.” Y uno dice: “Bueno…” Es normal, esto nos pasa a todos, ¿no? Dice: “Ah, no, es normal.” “Que no, que no, que está muy bien” y dices: “Qué bien me quieren.” ¿Cuántas veces han dicho eso? “¡Qué bien me quieres!” “Es que me miras con buenos ojos.” Oye, no, si te lo dicen es por algo. Es porque esa chispa que es el talento, eso que te hace especial está brillando y está haciendo un reflejo en la persona que tienes enfrente. Pero lo maravilloso de esto es que podemos decir: “Ay, gracias, que bueno que me lo digas.” Porque igual que tú reconoces que tienes talentos, reconoces que los otros también los tienen. No es una cosa solamente tuya. Entonces aquí no estamos jugando con ser humildes o… No, no, no. Aquí es con que bueno, seamos personas que nos hablamos de nuestros talentos. Esto es maravilloso. Bueno, desde el punto de vista cerebral ocurre una cosa con los talentos y es que para identificar qué es o cuándo o dónde están los tuyos, pues suelen venir asociados a algo que es muy concreto. Y es que cuando tú estás haciendo algo para lo que eres especialmente talentoso, suele ocurrir que te sumerges en esa actividad y se te olvida el tiempo. Entras en algo que cerebralmente llamamos estado de ‘flow’, que es lo que buscamos. Bueno, no saben la cantidad de gente que viene desde el deporte a cualquier tipo de actividad, de profesión o de vida, ¿no?, que dicen: “Ay, yo lo que quiero es entrar en ese estado de flow en el que me siento tan bien, en el que todo me sale, en el que no hay resistencia y que de alguna manera parece que me he conectado con lo divino porque todo me sale.” Es que ese es un estado cerebral que ustedes conocen, ¿a que sí? Bueno, ese estado de flow se suele dar cuando estamos conectados con nuestros talentos, entonces es un buen lugar para buscarlos. A mi me gusta decir: “Aquí una vez más, hay tres sitios donde podemos ir a buscar nuestros talentos” y vienen por tres escuchas. Yo les digo: “Escuchen su pasado, escuchen que es aquellos lugares donde siendo niños, siendo más jóvenes, se sentían especialmente bien.” Qué actividades hicieron de niños cuando se sentían libres, cuando no había la presión de tener que hacer las cosas con un destino, cuando se permitían jugar más con ustedes, cuando las cosas le salían de forma natural, porque ahí están alojados muchos talentos. Pero lleven la mirada más grande. Imagínense que de niños ustedes les gustaba pintar, por ejemplo, quedarse en un lugar pintando, dibujando, tranquilitos.