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Cómo encontrar el camino cuando estamos perdidos

Natalia Lafourcade

Cómo encontrar el camino cuando estamos perdidos

Natalia Lafourcade

Cantante


Creando oportunidades

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Natalia Lafourcade

Reconocida como la primera Embajadora de la Música por la Paz, la voz de Natalia Lafourcade, una oda al amor, a la libertad y a la vida, ha traspasado las fronteras de su país para conmover e inspirar con sus letras a generaciones de todas las edades alrededor del mundo.

Su música, fusión de múltiples géneros que mezcla notas del pop, el jazz y la cumbia con el son jarocho, acordes de su tierra natal veracruzana que rescata en honor a sus raíces, pero también melodías de otros territorios como el bolero o la bossa nova, la ha convertido en una de las personalidades más fascinantes del folclore latinoamericano.
Galardonada cuatro premios Grammy y 17 Grammy Latino, en sus más de 20 años de trayectoria artística Natalia ha formado parte de numerosos proyectos musicales hasta perfilarse como una de las cantautoras contemporáneas en español más importantes, polifacéticas y aclamadas por el público. Además de su alabado talento para la composición y el canto, su faceta filántropa y activista por la preservación de los orígenes y costumbres ancestrales la designan como una guardiana de la memoria cultural de México.

Convencida de que el arte posee el poder transformador de derribar muros, sanar heridas y colmar de esperanza al mundo, sus canciones son una invitación a perder el miedo y a luchar contra los prejuicios para encontrar una identidad única. Como ella misma reivindica, “para conectar con la esencia que brinda felicidad al alma, cada uno de nosotros debemos perseguir nuestra propia misión en la vida”.


Transcripción

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Natalia Lafourcade. Sigo cruzando ríos, andando selvas, amando el sol. Cada día sigo sacando espinas de lo profundo del corazón. En la noche sigo encendiendo sueños para limpiar con el humo sagrado cada recuerdo. Cuando escribo tu nombre en la arena blanca o con fondo azul, cuando miro al cielo en la forma cruel y una nube gris aparezcas tú. Una tarde subo una alta loma, mire el pasado, sabrás que no te he olvidado. Yo te llevo dentro hasta la raíz. Por más que crezca, vas a estar aquí. Aunque yo me oculte tras la montaña y encuentre un campo lleno de caña, no habrá manera, mi rayo de luna, que tú te vayas. Pienso que cada instante he sobrevivido al caminar y cada segundo de incertidumbre, cada momento de no saber, son la clave esa feta de ese tejido que ando cargando bajo la piel. Así te protejo, aquí sigues dentro. Yo te llevo dentro hasta la raíz. Por más que crezca, vas a estar aquí. Aunque yo me oculte tras la montaña y encuentre un campo lleno de caña, no habrá manera, mi rayo de luna, que tú te vayas. Yo te llevo dentro hasta la raíz. Por más que crezca, vas a estar aquí. Aunque yo me oculte tras la montaña y encuentre un campo lleno de caña, no habrá manera, mi rayo de luna, que tú te vayas. Que tú te vayas. Yo te llevo dentro hasta la raíz. Y por más que crezca, vas a estar aquí. Aunque yo me oculte tras la montaña y encuentre un campo lleno de caña, no habrá manera, mi rayo de luna, que tú te vayas. ¡Ay, ya llegamos! Muchas gracias. ¡Qué bonito estar aquí!

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Soy María Natalia Lafourcade Silva, mujer de 40 años, mexicana, orgullosamente mexicana. Soy hija de María del Carmen Silva Contreras. Mi madre nació en esta tierra. Ella es músico. Ella es egresada del Conservatorio de Música como pianista. Ella también estudió pedagogía musical y es autora de un método de enseñanza musical integral para niños. Desde muy chiquita me tocó verla desarrollar este método de enseñanza, verla estudiar y verla buscar sus formas de enseñar. Y yo aprendí música de mi madre, principalmente de mi madre. Mi padre también es músico. Mi padre nació en Chile, en Angol. En 1973 tuvo que viajar, después del golpe de Estado, a México. Y México se convirtió en el país que lo recibe, que lo abraza y eventualmente le da la nacionalidad. Y dónde se queda el resto de su vida hasta ahora, que tiene 89 años. Él músico también, docente de la música, clavecinista, constructor de clavecines, maestro de piano. A mí, por parte de mi padre, me tocó verlo en casa, rodeado de todo tipo de maderas en su taller, tallando maderas, haciendo clavecines, haciendo instrumentos musicales. Y yo tenía una casa, cuando yo era muy pequeñita, de un año o de dos años, en la Santa María la Ribera. Esta casa vieja, que tenía habitaciones todas comunicadas, donde todo el tiempo ocurría música. Yo nací en una escuela de música. A los dos años, mis padres decidieron separarse y yo me fui con mi madre a Veracruz. Por eso, en todos lados dicen que soy veracruzana. Y sí, como Chabela Vargas dice, yo también puedo decir que soy veracruzana, pero yo nací en la Ciudad de México, crecí en Veracruz, en un pueblo que se llama Cuatepec, un pueblo cafetalero, en donde con mi madre tuvimos que iniciarlo todo.

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Ella tuvo que iniciar de nuevo su escuela después de esta separación. Y digamos que ahí inicia esta peculiar forma de vida, de conexión con las músicas, con el canto, con el campo, que es una parte muy importante de mi mundo musical, porque el campo me permite conectar a la música desde el ritmo de la tierra. Y por eso mi música todo el tiempo habla de la naturaleza, todo el tiempo ocupa el ritmo de la naturaleza, de la tierra, evoca un río, evoca una montaña, evoca un cielo, una tormenta, una primavera, un invierno, todo el tiempo, porque esa fue la forma en la que yo crecí en este contexto. A los seis años hubo un evento que cambió mi vida. Después de que todo era muy normal, la música era algo muy cotidiano, yo tuve un accidente. El día de mi cumpleaños quise ir a montar a caballo, probar, y los caballos eran enormes, y mi madre dijo «No hay manera de que te subas al caballo». No pude subir al caballo, el caballo me dio una patada en la frente, y esto fue un accidente, fue un accidente fuerte que provocó que yo tuviera que rehabilitarme durante un buen tiempo. Esta situación generó, naturalmente, que yo dejara de ser una niña normal. Había que habitar otro tiempo. Entonces, construir mi propio ritmo. Y aquí inicia mi viaje, esta conexión tan fuerte con la música, a un nivel casi espiritual, casi medicinal, en una complicidad muy fuerte de sanación. Y más adelante se me marcó que yo era la que iba a contracorriente, la que iba totalmente en otra dirección, totalmente fuera de lo común. Me hizo entender que yo iba a mi propio ritmo y a mi propia corriente, porque no era normal. Después de muchos años entiendo que nadie lo somos y que quizás todos en la vida tenemos un episodio que nos cambia la vida, que nos da ese giro importante para encontrar nuestro propio algo que tiene que ver con eso esencial que llevamos dentro, que se lleva hasta la raíz, que se protege, que se cuida, y que tiene que ver con esta canción que compuse con mi gran amigo Leónel García, que tiene, primero antes que nada, que ver con uno mismo y con cómo uno va cultivando ese algo y lo va desarrollando con la vida y con ese algo que amas hacer y amas compartir y que se va desarrollando de otras maneras. Gracias.

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Claudia. Hola Natalia, soy Claudia. Una profunda admiración por ti y por tu música.

11:30
Natalia Lafourcade. Gracias.

11:31
Claudia. De la creación de tu propia corriente, ¿cuáles han sido los mayores aprendizajes y cuáles aplicas al día de hoy en tu vida?

11:40
Natalia Lafourcade. Aplicar, encontrar la propia corriente es un viaje, es un viaje de vida. Creo que principalmente la parte de disfrutar es algo muy importante para mí. Disfrutar el camino es una de las reglas número uno que trato de poner para toda cosa que voy a hacer, disfrutar, pasarla bien. Mucho la lealtad con lo que estoy haciendo, ¿sabes? ¿Qué voy a hacer? ¿Por qué lo voy a hacer? ¿Para qué lo voy a hacer? Que sea por una buena razón. Cuando yo tenía cinco años, yo sabía lo que quería hacer. O sea, yo en mi casa agarraba una cosa para poner mi micrófono y agarraba los peluches de mi habitación, que nunca me gustaron los peluches, pero bueno, los ocupaba para que fuera mi público y les cantaba. Eventualmente convencí a mis vecinos de que vinieran a la casa cuando era mi cumpleaños, porque era cuando ellos decían «vamos a jugar a lo que tú quieras», y les decía «se sientan y me escuchan cantar». Yo tenía la claridad de lo que quería hacer y con el tiempo aprendí que lo que uno manifiesta lo puede materializar. El sueño, eso que dicen de que los sueños se hacen realidad, es verdad. Y lo he comprobado, lo he comprobado. O sea, tengo 40 años ahora, casi 25 años de carrera, y he podido comprobar así en persona todos los sueños que me puse en una hoja de papel, en una agenda, en un diario, hasta el momento en el que dije «ya no sé qué quiero». Viene la crisis de los 40, ¿no? ¿Y ahora qué? Pues así tal cual. Lo bueno es que soy muy feliz haciendo lo que hago. Si no sé qué más quiero, haciendo lo que hago, soy muy feliz. Porque cumplí todo lo que quise. Con el tiempo aprendí. En mi corriente, ¿qué quiero? Mapear exactamente lo que quiero con puntos, con coma, el grado que lo pintaba en una hoja de papel, te lo juro. Yo pinté la casa donde vivo. Es una casa que construí, cada tabique de esa casa es un ticket que ustedes compraron. Y así lo digo, de verdad, porque fue eso, fue ir ahorrando poco a poco, a poco. Se trabajó por eso.

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El trabajo, la paciencia, todo pasa a su tiempo, todo tiene su tiempo. Hacer arte, crear, es de muchos pantalones, es de mucha valentía. Y el camino que elegí no siempre fue ser condescendiente con lo que otros querían que yo hiciera. Eso generó que mi camino no fuera, quizás, para algunas miradas, tan rápido de llegar a ciertas cosas. Me he tardado más, ha sido más a paso corto. Pero como yo digo, yo voy a paso de tortuga, pero yo llego, yo llego al último, pero llego. Una vez me fui a Perú a caminar a la montaña, a hacer una peregrinación, tres años seguidos fui. Yo era la última del grupo, siempre era la última. Y decía, claro, esto refleja mi personalidad. Así yo voy, al último, pero de verdad que les juro que llego, siempre llego. Con el tiempo me fui amigando con ese aspecto, mi ritmo, a mi ritmo. Aprendí a amarme, aprendí a quererme, porque mucho tiempo me reproché, una etapa, ya ves que a los 20 uno como que no sabe ni para dónde, me reprochaba muchas cosas. Y yo decía, ¿por qué no soy como este artista? ¿O por qué no mejor hago esto así? ¿O por qué no voy a tal país? ¿O por qué no mejor canto en inglés? ¿O por qué no mejor…? Hasta que eventualmente vino, claro, el momento de la identidad, que es muy importante ese momento, donde empiezas a decir, «Soy de esta manera y quiero hacer las cosas de esta manera». Vas aprendiendo cosas. El trabajo en equipo, el tener tu tribu, eso es muy importante. El tema de la soledad para crear es muy importante. Tener un espacio para cultivar, para cuidar, eso que ahora llamo en mi último disco «El jardín interno», cultivar tu propio jardín interior es muy importante, para poder crear, para poder renovarte, para poder entender quién eres. Vas cambiando, te vas haciendo otra persona con el tiempo. No, no puedes ser la misma persona todo el tiempo, vas cambiando. ¿Cómo vas comulgando todas estas cuestiones? Quizás quieres seguir haciendo lo que hacías o quizás ya no y está bien. Eso, es como…

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Por eso pasarla bien es como mi punto número uno. Siempre digo, estoy feliz haciendo lo que estoy haciendo, estoy feliz con mi vida, con la vida que tengo. Y es una gran pregunta, una fuerte pregunta que hacer constantemente. Y trabajar, trabajar. Sé que hay que trabajar, pero ya ahora también sé que hay que balancear y hay que ponerle tiempo para ir a ver a papá en su cumpleaños, hay que ponerle tiempo para estar con mamá, para estar con mi marido, para estar conmigo. Principalmente para eso me alcanza ahora. Y eso. Una cosa que… Una cosa muy importante que me gustaría compartir a todos los que viven procesos… Procesos, procesos. Todos vivimos procesos creativos, hacemos proyectos, cosas. Muchas veces uno… El tema del prejuicio es una cosa que nos limita mucho. Y yo, por ahí de mis 20 años, tenía claridad de que tenía ganas de cumplir cosas para mi proyecto musical, para mi carrera artística. Y que o me quitaba dos cosas. No tenía dinero, estaba de verdad rota. O sea, no tenía manager, no tenía dinero, tenía necesidad de trabajar. Y la otra era, tengo necesidad de conectar con las personas. Aparte. Me paro en el escenario y siento que la música que estoy haciendo no está conectando lo suficientemente con las personas. Bien, tuve que ser humilde para darme cuenta. Están bonitas mis canciones, pero me gustan a mí. Y a unos cuantos que lo valen muchísimo. Pero yo quiero cantar para México entero. Yo quiero todo México, todo, todo México. Y quizás luego más. Pero no está pasando. Y tuve que abrir mi corazón. Y tuve que bajar las barreras, los prejuicios, y abrir mi corazón. Y simplemente recibir lo que la vida empezó a poner sobre mi mesa y lo que el destino empezó a traer oportunidades. Y empezaron a pasar cosas increíbles. En esa década, fue unos 10, 15 años, donde de verdad se me abrieron cosas muy bonitas, muy, muy bonitas.

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La colaboración que hice con Los Ángeles Azules es un gran ejemplo de esto. Quizás yo hubiera dicho, «Son mundos musicales totalmente diferentes. Mi música no tenía nada que ver con Los Ángeles Azules. ¿Cómo voy a colaborar con Los Ángeles Azules?». Pero mi corazón estaba abierto de par en par. Claro, me habló Juan Gabriel, me fui a su casa. Tres veces fui a Cancún, o dos veces, no me acuerdo. Fui ahí con él, fui a cantar, y de repente, todo lo que aprendí, lo conocí, nos hicimos amigos, me dio consejos. O sea, nunca hubiera imaginado que alguien como él me iba a buscar. Muy importante, me di la oportunidad de componer con Leonel García, que él tenía su grupo Sin Bandera y que yo muchos años atrás decía, «No, no, no, no, no, no sé si podría componer con Sin Bandera porque yo quiero… Yo soy más jazz y funk y como medio, un poco como bossa nova y electrónico con mi primer disco, una mezcla de puras cosas que yo ni entendía en la vida. ¿Qué ando diciendo? ¿Qué cosa? No sabes nada y eres muy joven y tus prejuicios y tus cosas, en lugar de abrir el corazón, como que te pones cosas. Y con el tiempo nos hicimos amigos y un día nos juntamos e hicimos una canción como esta, «Hasta la raíz», que me cambió la vida y que le ha cambiado la vida a tantas personas. Así que un día estaba con un manager que tuve, Jorge Mondragón, y él ya no quería representar a artistas y estaba ya como cerrando un ciclo. Estábamos justo en ese cierre de ciclo y me dice, «Te tengo un trabajo que deberías aceptar. No te va a gustar, pero deberías aceptarlo. Es un reality show». Y yo, «¿Cómo me buscas eso? ¿Qué te pasa? ¿Pero yo cómo voy a hacer un reality show? Estás loco». Y dice, «Pero acéptalo, necesitas el dinero, te va a hacer bien, la gente te va a conocer más personas». Y era un programa que esperaba que yo fuera una artista muy glamurosa, que no soy. Pobrecitos esperaban que yo tuviera una camioneta con chofer, que no yo andaba en la ecobici, que no tiene nada de malo. Yo orgullosamente andaba en mi ecobici, pero ellos querían que yo anduviera con guaruras, pintándome uñas y siendo muy glamurosa. Querían un artista que no soy. Pero gracias a que lo hice, porque sí lo hice, conocí a mi marido. Entonces creo que es importante también estar atento a que fuera de lo que tú harías, podría enriquecer tu mundo de una manera totalmente inesperada para enriquecer tu camino.

23:42
Leo. Hola, Natalia. Soy Leo, soy del Salvador, y recuerdo muchísimo haber ido a tu concierto en El Salvador hace ocho años, justo un mes antes de venirme a México. Me gustó muchísimo la historia que contaste de tu papá y tu mamá. Nos deja ver cómo creciste, cómo creciste rodeada de mucho amor, pero sobre todo de mucha música. Y tengo dos preguntas al respecto. Primero, ¿qué crees que hicieron diferente? Y segundo, ¿qué crees que pueden aprender otros padres y madres de la contribución que hicieron a Natalia como su hija?

24:12
Natalia Lafourcade. Siento que soy muy afortunada por los padres que tengo. Principalmente la pasión. Siento que tanto en mi padre como mi madre, a sus maneras, porque los dos son muy diferentes el uno del otro, el tema de la pasión. Ahora vengo de pasar con mi padre su cumpleaños número 89 y de verlo a sus 89 años dar clases de piano, y seguir siendo este maestro que con tanto detalle va procurando la enseñanza y con tanta pasión está metido en otra de sus grandes pasiones ahora, que es construir barcos de madera. Está metido horas en su taller tallando una escalera, poniendo una cosita aquí, una cosita acá. La pasión, la disciplina de todos los días, estudiar de todos los días, seguir aprendiendo cosas. Lo mismo con mi madre, creo que la parte de vivir rodeadas de campo, rodeadas de música, en la necesidad de salir adelante, el trabajo, de verla trabajar, trabajar, trabajar, entender esa relación con no dar nada por sentado, entender que todo se trabaja, por todo se trabaja y por todo se agradece. En estos días recordaba, por ejemplo, una cosa muy bonita que había una tradición, hay una tradición de en diciembre se canta la rama, en aquel entonces, con mis vecinos, armamos una rama para ir cantando de casa en casa los villancicos y la rama. Y vas con un botecito, vas juntando dinero, a mí me daban el bote porque cantaba afinada y el primer día juntamos harta plata, harto dinero, estaba lleno. Y llegué a la casa y le dije a mi mamá, «Mira, ya tengo para comprarme mis zapatos». Lo pusimos en la mesa y mi mamá me dijo, «No, este dinero lo tienes que compartir, este dinero lo compartes con tus compañeros». Me enojé tanto porque dije, «Pero este dinero es para comprarme mis zapatos de charol». Y entonces me dijo, «No, vas a tener que cantar todas las ramas, o sea, hasta que se acaben los cantos y a ver si te alcanza para tus zapatos». Pues me fui a comprarme mis zapatos y la sensación de poder comprarme mis zapatos con ese dinero que hice cantando a ocho años, nueve años yo creo que tenía, nunca se me olvidó. Y ese tipo de cosas, ella siempre me dio la libertad, por un lado, me dio los valores, me fue dando la guía. La parte de la libertad en la música fue muy importante porque aunque yo tuve un padre maestro de música y una madre maestra de música, yo siempre fui muy rebelde y siempre fui de improvisar. Entonces, buscaba aprender algo o lo aprendía porque estaba ahí, porque estaba en el contexto y después iba a buscar mi propia forma de componer, mi propia forma de hacer, mi propia manera de encontrar mi mundo. Y soy afortunada que nunca se me… Nunca hubo una pausa, nunca hubo un «no lo hagas, no lo hagas de esta manera», al contrario. Siempre fue «vas para adelante, vas por más». «Ah, ¿qué hiciste? A ver, muéstrame, ¿podrías arreglar esto aquí? ¿Podrías arreglar esto acá?».

28:30

Cuando componía canciones, mi madre me decía «Creo que el lenguaje que estás usando es un poco… A ver, búscale más, intenta ser un poquito más metafórica, a ver, ¿cómo dirías eso de otra manera? Está siendo muy directa, a ver, busca, hay otras formas de decir las cosas. Busca otras rimas, busca otras palabras. Esto ya lo dijiste en otra canción, cámbiale». Ese no conformarme constantemente hasta decirme… No voy a dar muchos detalles de esta anécdota, pero en algún momento me dijo «Lo siento mucho, pero estás en el camino equivocado y lo estás haciendo fatal. Esta música que está sonando en este concierto que acabo de ver es horrible. Estás haciendo ruido, no hay música, o sea, no hay armonía, no te veo bien, estás gritando». Una mezcla de varias cosas, la honestidad, la formación, la libertad, la presencia. Entonces, yo creo que sí es importante que… Digo, yo no soy mamá, pero pienso que la parte de la presencia de mis padres sí que fue especial. Mi padre jamás me compró una muñeca o un juguete ni nada, me lo hacía él con sus manos. Y eso lo tengo muy grabado. Mi madre también. «¿Quieres un juguete? Vamos a hacerlo. Agárrate un pedazo de papel, un cartón. Vamos a hacer las cosas». Yo creo que eso me generó algo, una relación distinta con las cosas. Y esa humanidad, digamos, y esa sensibilidad, y esa conexión, trasciende a mi qué hacer en la música, porque a mí soy mucho de conectar. Y me gusta conectar con el público, me gusta conectar con las personas, me gusta conectar a través de mi trabajo. Eso para mí es muy importante. Mi padre llegó en el 73 a esta ciudad, convirtió de este país su tierra. Yo tengo dos hermanas chilenas, mis hermanas de las cuales no supe nada durante mucho tiempo. Vaya, yo sabía que tenía mis hermanas, pero no había un contacto cercano con mis hermanas. Y también hubo un tiempo en el cual yo tenía mucha curiosidad de conocer esta tierra, de conocer Chile. Cuando yo estaba trabajando mi disco de «Hasta la raíz», fue una cosa que se dio muy orgánicamente, porque yo empecé a viajar mucho a Centro y Sudamérica y ya yo había explorado un poquito más cantar música tradicional mexicana, y entender que había algo más para mí, para aprender. Y que en el folclore yo iba a poder encontrar mi propia raíz y que también iba a poder encontrar mi identidad y encontrar ese algo que me iba a forjar mucho mejor como artista. Y entonces dije «pero yo también tengo raíz chilena y yo tengo que ir a Chile, yo tengo que encontrarme con mi familia, tengo que conocer a mis hermanas, tengo que conocer más a mi padre».

32:25

Y entonces ahí fue un momento muy lindo porque eso me permitió poder encontrarme con Chile en otro aspecto, ya no dando un concierto, ya no haciendo una promoción por un disco, y sino mucho más para conocer esta tierra, para conocer su gente, para conocer un poquito mejor. Y entonces hicimos viajes muy lindos, fuimos al sur de Chile, fuimos a las casas de Pablo Neruda, estuvimos en la Fundación de Violeta Parra, estuve compartiendo con mucha familia y encontrando ahí aspectos que eventualmente marcaron también mi camino musical naturalmente. Ahí compuse una de las canciones que está en mi disco de ‘Hasta la raíz’, que se llama ‘No más llorar’, que la compuse al sur de Chile, en Osorno, y me conecté mucho con Violeta Parra en ese viaje. Y Violeta Parra se convirtió en uno de mis referentes más importantes de la música y de mi camino, y de decir cómo a mí me gustaría transitar mi camino en la música y mi aportación hacia la música y hacia mi cultura. Porque Violeta Parra no solamente hacía la música, también estudiaba el folclore, también estudiaba a sus comunidades, también pintaba, también hacía manualidades, también tenía un compromiso muy fuerte con su pueblo y eso me inspiró mucho. Y más adelante tuve el atrevimiento, por fin, de interpretar un tema de Violeta Parra que me gusta mucho, que se llama ‘Qué he sacado con quererte’, en un volumen dos que hice junto a los Macorinos, un disco que hice en homenaje a la música latinoamericana. Son estos aspectos personales, la necesidad de encontrarme con mi familia, de encontrarme con mi padre, de entender la historia de mi padre, por qué llegó acá, por qué se fue, por qué no vi a mis hermanas, por qué… Esas cosas que uno se pregunta, que uno entra en estas dudas en la vida y cómo uno, a nivel personal, va resolviendo este tipo de cosas y cómo estas cosas fueron afectando de manera muy bonita las decisiones que yo hice para todas las músicas que he estado liberando en los últimos 15 años de mi camino musical.

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Jessica. Hola Natalia, un gusto saludarte. Yo soy Jéssica. Y bueno, yo escucho tu música y tus canciones desde que soy muy pequeña. Desde siempre has sido una inspiración y una gran motivación en mi forma de ver la vida y de experimentar la música y las emociones sobre todo, a través de los colores, contrastes y todo lo que transmites con tu música. Te he escuchado decir que eres una artista mexicana latina y me gustaría saber exactamente a qué te refieres con esto y cómo esto influye en tu manera de vivir la vida y al momento de crear.

35:53
Natalia Lafourcade. Muchas gracias, Jéssica. Muchas gracias. Siento que con el tiempo hay algo de mi corazón o de mi alma que se ha expandido. Primero comienza en la necesidad de arraigar muy bien mis raíces. Un tema de identidad muy fuerte. Nace la canción de «Hasta la raíz», ¿no? Una canción que hago con la intención muy, muy clara de no olvidar de dónde vengo. Entonces, viene esa conversación con Leonel García donde decimos «¿De qué vamos a hablar? No quiero olvidarme». Porque yo sueño con ser una cantante, yo sueño con viajar por todos lados, voy a irme a muchos lugares, ojalá que eso suceda. Pero eso implica muchas cosas y yo quiero que cuando esté muy lejos de mi casa no se me olvide mi origen, ni de dónde vengo, ni quiénes fueron las personas que me enseñaron a ser lo que soy ahora, las vivencias, el lugar, la tierra, el olor, el aroma, qué huele mi casa, a qué huele Veracruz, pero mi cultura, las personas, mi país, eso que amo, lo esencial, que no se me olvide. Quizás en este miedo de que podría olvidarlo, que se me puede ir el avión, y que se me va cumpliendo el sueño y que de repente estoy viajando por todos lados. Entonces, justo con ese disco, estoy viajando por Latinoamérica y me doy cuenta de nuestras hermandades. Hay un gusto por conocer, por aprender, por escuchar. Quiero conocer de la chacarera y entonces quiero conocer el tango y entonces quiero conocer más de la milonga, de la samba y quiero conocer más «Ay, pero qué bonita música aquí que tienen». Y luego me voy para acá, para Colombia, «Uy, pero mira acá lo que se escucha en Venezuela». Y de repente conozco a Simón Díaz y estoy allá escuchando a Simón Díaz y de repente me voy moviendo de un lugar para otro y empiezo a escuchar y a escuchar músicas que me empiezan a abrir un mundo y me empiezan a abrirme una ventana de posibilidades nuevas. Porque yo antes del disco de «Hasta la raíz», claro, venía escuchando otros géneros musicales, quizás mucho más como el jazz, mucho más músicas brasileñas, música internacional en otros idiomas, pero de repente hubo algo que despertó mi curiosidad y empezó a pasar una cosa que otros países comenzaron a hacerme sentir en casa. Comencé así, imagínate, tú de repente llegué a Argentina a cantar una canción que le compuse a mi tierra veracruzana, «Solo quiero tomar café, un poquito de azúcar y caña para ponerme a mover los pies, de la penca de una banana, de su verde morena piel, ando toda renamorada, solo quiero tomar café, volverte a ver, mi tierra veracruzana, te quiero ver».

39:40

Y yo llego a Argentina y resulta que miles de personas están cantando mi tierra veracruzana como si fuera su tierra, con un orgullo y con un gusto y con un amor y una hermandad. Porque nuestras canciones, nuestras músicas, tienen hermandades, nuestros ritmos tienen hermandades. Entonces, ahí yo entendí que mi camino de estudio en esas músicas era infinito y que podré seguir aprendiendo mucho y que eso siempre va a nutrir mi música, porque me encanta. Empecé a sentir esa cercanía y esa necesidad de, justamente, de quitarle la barrera a mi mundo. O sea, soy una artista de mi propio ritmo, de mi propia búsqueda, de mis propias formas, en donde cabe de todo, de todo. Ahí, en la última gira que hicimos, me atreví a cantar unos tanguitos con Adriana Varela y no me fue mal. Logré entrar ahí a los tangos y dije «Oye, ¿no estaría mal un disquito de tangos?». Y, de repente, voy y escucho el flamenco, que no entiendo ni un carajo, que si los palos, que si el ritmo, que si dónde se entra, no sé qué. Pero no me importa, que es muy emocionante, porque son formas de comunicarse en la música y se me hace maravilloso. Y a mí me gusta la música. Y la música, pues, me habla, me llama, me emociona y soy muy curiosa. No sé dónde anda, que ando coqueteando con una acá y con la otra por allá. Y me gusta sentir esa libertad, justo esa libertad que sentí en la infancia de no hay límites. Y así como escuché Bach, estaba escuchando ópera con mi mamá los viernes en la orquesta en Jalapa, estaba yo escuchando unas cosas terribles, no voy a decir los nombres, unas cosas terribles escondidas de mi papá. Pero todo eso nutre al final. Me ha convertido en una persona, siento, una mujer músico que me ando metiendo por aquí o por allá y no pasa realmente nada. O sea, voy viendo cómo ajusto la música a mi ritmo, a mis formas, a mis maneras. Por eso me siento mexicana, me siento latina y me siento del mundo, me siento del universo, de la Tierra. Soy una hippie total. Sí, me siento como de otra galaxia. Es que en verdad, cuando estoy dando un concierto, no me siento ni yo, me desarmo entera, de verdad, te lo juro que dejo de ser yo. Yo soy ustedes, así de hippie. Amor, amor, puro amor, amor, amor, expandido así.

42:53
José Luis. Hola, Natalia, soy José Luis. «Hasta la raíz», un disco icónico que te representa y que dependiendo el mood, como nosotros lo escuchamos, lo sentimos. Y «Hasta la raíz», ¿no? ¿Qué importancia tiene para ti el conocer de dónde venimos, pero más que nada, el entender nuestras raíces? Esa es mi pregunta.

43:38
Natalia Lafourcade. Gracias, José Luis, muchas gracias. Bueno, yo creo que en mi caso, el entenderlo me ha ayudado a, como decía hace un momento, el tema del amor por uno es muy importante en la vida, en el camino. El amarte, amarte uno, amarse, eso es un camino tremendo. Todos lo sabemos, ¿no? Amar de dónde vienes, los matices de tu vida. Tu vida puede tener cosas lindas, luminosas, no tan luminosas. La familia, con sus cosas, todas las familias tienen sus cosas. Amarlo, entender que todo eso forma parte de un algo que nos va forjando, nos va enriqueciendo ese árbol de vida que somos. A mí me gustan mucho esos seres, que son así, como yo. Árboles de vida. Sí, me gusta decir que soy un árbol de la vida, que tengo todo un ecosistema alrededor de mí, que soy, en ese jardín. Basto lleno infinito de cosas. El haber procurado entender de dónde vengo y sentirme orgullosa. Por ejemplo, lo que decía hace un rato, esa crisis que quizás se vive en esa década de los 20. Recuerdo, había un momento donde yo decía «Quizás voy a ser una artista, voy a cantar en inglés». Y decía no tiene nada de malo cantar en inglés, como digo, hay que quitar los prejuicios y todo eso. Pero el desde dónde ve esa intención mía venía de una confusión muy fuerte. Había un algo que yo sentía que para encajar o para que yo me fuera bien, o para yo tener éxito, yo tenía que inclusive cantar en otro idioma. Porque yo no entendía ni el mismo idioma lo entendía, ni sabía de qué estaba hablando. Y, eventualmente, la vida, las cosas, se me fueron prestando de cierta forma que terminé en el Ángel de la Independencia cantando con Alondra de la Parra, con la POA, cantando música tradicional mexicana para México. Y ver al pueblo de México ahí, reunidos, celebrando la mexicanidad, eso me cambió la vida. Porque ahí yo dije «Ah, mira, ve, yo tengo que conectar con esto». Porque yo tengo una voz, a mí me gusta cantar, yo puedo conectar con las personas y quizás yo puedo intentar, antes de ir a conectar a otros lugares o lo que sea, conectar con mi tierra. Si quiera, entender un poquito mejor de qué. Y, eventualmente, quise volver a la tierra que me vio crecer y donde yo me vi crecer, que fue Veracruz.

47:09

Y gracias a que yo regresé a Veracruz, es que, hombre, yo regresé a Veracruz y lo que Veracruz me da es que no tengo llenadera. No, soy feliz en mi pueblo, comiendo tamales, frijoles, maíz, mole, nopales. Amo nuestra comida, amo el aroma de nuestros fueguitos, amo el aroma de nuestras tradiciones, a lo que huelen nuestras tradiciones, a lo que se escuchan nuestras músicas. El son jarocho me llena de vida, poderme subir a la tarima, a un fandango, meterme en un fandango y ver las nuevas generaciones amar el son jarocho, me puede llenar el alma, me hace llorar. Me hace llorar ver eso, ver a las mujeres de la tercera edad sentarse ahí y ver a los jóvenes honrar a las abuelas tocando sus jaranas, tocando sus leonas, pegándole a la quijada de burro. Es así. El marimbol, todos estos instrumentos que me encantan. Me voy a meter a esos contextos porque eso me llena el alma. Y eso es verdad. Con el tiempo me he dado cuenta que ese espacio es muy mío. Y eso a mí nadie me dijo «Vete a meter ahí». Más bien, me dicen «Salte de ahí». «Ya son las cinco de la mañana, ¿qué haces acá y acá? Todos están muy borrachos, ya vámonos». Y yo no me quiero ir, ¿verdad? Por aquí ya nos ha pasado. Yo no me quiero ir porque se pone tan caliente la cosa, se pone buena. Se pone buena el fandango, la naturaleza, los ríos, los mares, todo eso. Y me da pena cuando veo que, a veces, no se valora en estos aspectos como deberían ser valorados. Me entristece eso. Me da pena que se valore más un mall. Y bueno, creo que volver a Veracruz me ayudó a reconectar con esto. Tampoco soy radical con mi música en el sentido de que mi música tiene los matices de Natalia. Ya yo hago un disco de todas las flores que se ve empapado de estos contextos, pero suena a mi mundo interior, en donde a mí también amo la música clásica, amo Debussy, amo Chopin, amo el jazz, amo John Coltrane, amo Miles Davis, amo ese tipo de cosas, amo Ella Fitzgerald y Billie Holiday. Me encantan esas músicas también. Y por eso mi música se encuentra en un lugar raro que a veces personas dicen «¿Qué será?». Y yo les digo que es como dicen en inglés «genderless». No tiene género, lo cual viene muy bien, ¿no? Sin género. Ahí nada más. Pero mi raíz sí que la llevo ahí. Mi raíz sí que la llevo y la amo y me hace mucho bien, me hace mucho bien. Me reconforta.

50:43
Vianney. Hola, Natalia. Mucho gusto. Soy Vianney y estoy muy emocionada de estar aquí hoy y tenerte aquí cerquita. Me encanta tu música. La pregunta que te quiero hacer es, ¿nos podrías platicar un poco de tu misión? ¿Por qué aceptaste esta misión y no otra? ¿Y qué haces para poder cumplirla día a día?

51:06
Natalia Lafourcade . Es una pregunta muy bonita, porque ustedes no sienten que a todos nos regalan algo. Sí. Cuando llegamos, no sé, como que a mí me da la sensación que cuando llegamos a este mundo a todos se nos da algo. Algo. Y yo antes de hablar, canté. Y creo que canto mejor de lo que hablo, porque me da mucho rollo, como pueden ver. La relación con la voz a través de mi camino ha sido algo tan especial, tan medicinal, tan poderoso. Y me he dado cuenta que la palabra cantada, para empezar, la palabra tiene una fuerza máxima. Hay que tener mucho cuidado con lo que uno dice, porque la palabra tiene poder. Y luego, cuando tú a la palabra le metes una melodía, la cantas, la palabra así, va así, así, como que va como una serpiente, se engancha al corazón de las personas. Y luego hace lo que le da la gana. La música hace lo que quiere. La música te dice «quítate, ahí te voy». Y ahí agarra. Me agarra a mí y te agarra a ti. Y yo desde muy pequeña, yo me acuerdo de la primera vez que me paré en un escenario, tenía diez años, yo creo, una cosa así. Y ya me temblaba todo, las rodillas, sudaba todo. Yo me quería morir, tenía un mariachi para mí solita. Y canté dos canciones de José Alfredo Jiménez, ahí me puse para cantar El Rey, imagínate. Y entonces me pongo ahí, pero no, me temblaba todo, todo, todo. Y a la mitad de la canción yo decía «¿Qué es esto? No me baje de aquí nadie jamás, nunca más, aquí me quedo la vida». Yo me di cuenta que tenía eso y que eso era lo que quería hacer toda mi vida. Y lo sé hoy y yo sé que probablemente será así siempre. Hay un llamado. Y lo que es especial con esta relación es que existe, y esto lo digo porque seguramente hay quienes lo hacen también y viven la famosa lucha, que si el miedo, que si la inseguridad, que si la sombra de esto. Y esto es terrible porque uno hasta se enferma. Tú, por no abrazar tu luz, te puedes llegar hasta enfermar. Pasé años enferma de la espalda, enferma del brazo, me dolía, la garganta, no sabía dónde poner la voz. Y ahí andaba yo dando conciertos enferma todo el tiempo porque había una relación no saludable en el sentido de no aceptar la misión. «No, es que no me lo merezco». O «No soy suficiente para recibir esto, no es que yo no, como yo». ¿Cómo?

54:37

Ese tipo de cosas tóxicas que uno piensa, cuando es tan fácil simplemente decir «esto es lo que se me dio, soy bueno para pintar o soy bueno para bailar, o soy bueno para las cuentas, o soy bueno para… Pues yo soy buena para cantar, yo puedo cantar, puedo compartir con ustedes, amo hacerlo, y aparte hago feliz a muchas personas y soy feliz yo». Y eso es maravilloso. Cuando realmente logré hacer esa… Es que suena muy básico, pero créanme que muchos años de mi vida estaba yo en una lucha de cosas tontas hasta que acepté la misión. Y creo que es muy importante encontrar la misión en el camino de la vida. Y ahí quiero volver a la escena de los peluches, siendo una niña de cinco años en mi casa, poniendo peluches. Y quiero decirle a los padres de familia que hay que observar a los niños, las niñas, qué hacen, porque ese es ese ser libre que no pone la mente de por medio, que es una libertad total, que está bailando, que es niño, pero se monta el vestido… Bueno, libertad, señores, por favor, libertad. Que luego se monte el otro disfraz, que si se lo pone, se lo quita. Hay que dejar, porque es una exploración del alma en ver qué, qué. Si uno no va por la vida palpando qué, qué es lo que quieres hacer, cómo vas a saber. Tienes que ir explorando la vida hasta que, eventualmente, dices… «Ah», y si no hay libertad para explorar la vida, ¿cómo vas a saber cuál es tu don? ¿Cuál es ese algo que se te da? Que no solo se te da, que te da placer, que disfrutas. Y una vez que lo encuentras, pues lo vas ajustando, lo vas cultivando, lo vas trabajando, lo vas desarrollando, y luego dices «Ah, con esto quiero hacer esto, que es genial, y lo voy a poner al servicio de… Y voy a traer estos valores, y esta es mi filosofía, y este es mi camino». Y vas. Muy importante la misión, muy importante definir si tienes una misión, si tienes un algo, por qué estás aquí y a qué le vamos a servir a esta gran red que se procura en esta maravilla de sesiones, de charlas, en la que estoy aquí, que me mandaron a hablar. Que yo quiero decir, encontremos todos eso, porque es muy importante en estos tiempos que demos ese servicio a nuestro mundo. Es muy importante que encontremos esa forma de servir. La única forma que yo puedo servir, les juro, es cantando, es así de humilde. Yo tengo que tener ese nivel de humildad, no me cuesta nada, y lo hago con todo el amor, y con eso es bastante. ¡Qué bendito sea la vida! Ahí está. Es así de simple, las simples cosas, como en la canción. Gracias.

58:14
Guillermo. Hola Natalia, soy Guillermo, y te quiero contar que tu música me ha acompañado en muchos momentos de la vida y me ha entregado muchas respuestas. Y por eso creo que tienes una misión preciosa, que justo como nos cuentas, cada persona tiene su propia misión. Entonces, a raíz de esto, yo te quiero preguntar, ¿qué papel crees que tiene el arte en esta sociedad que está tan centrada en otras cosas como tal vez la ciencia o la tecnología?

58:44
Natalia Lafourcade. Bueno, yo creo que el arte quizás es una esperanza enorme de poder conectarnos, de poder reflejarnos. No buscar que el arte sea condescendiente, no por complacer. Lo que decía hace un rato, tú tienes curiosidad de hacer algo, de montarte una locura, una cosa que pareciera que es imposible, que no sabes ni por dónde vas a empezar, ni cómo lo vas a hacer, y que empiezas un viaje y allí estás tú con tu mundo, haciéndote tu historia. Pero cómo se va desarrollando esa historia es muy bonito, cómo el arte, eventualmente, tu proyecto, tu creación, en mi caso, una canción, o cómo voy a hacer un concierto, cómo voy a hacer un video, cómo voy a poner una cosa escénica, hay un punto donde la música misma, cómo arranco una canción y cómo termina, hay un punto donde el arte te habla y te va diciendo, te va dictando, te va marcando camino y se van mostrando muchos matices de ti. Tu ego tiene que hacerse a un lado, tienes que ser muy humilde, tienes que quitar de ahí, tienes que responder a ti, tienes que serte leal a lo que tú necesitas hacer, tienes que responder a eso. Y por ahí, con suerte, eventualmente, eso le va a afectar de alguna manera a alguna otra persona, que lo va a ver, que lo va a sentir. Entonces, ahí está cuando nos vemos un cuadro y decimos «¡Ay, ese soy yo!». Y tu mamá está al lado y dice «¡Qué cosa más espantosa!». Y tú dices «No, no, no, esto soy yo». Y ahí está una música que te saca una catarsis de lágrimas y a la persona que está al lado no. O sea, es tan subjetivo, es tan personal, pero el arte siempre nos genera esa conexión. A mí me gusta mucho usar esta analogía o esta frase de los puentes. Y me gusta decir mucho que cuando llega el momento de cruzar el puente, entonces, hay un momento en el que yo estoy conviviendo con mi propio arte, vamos a decirlo, mi propia música, mis propias canciones, mis letras, mis ocurrencias. Yo estoy con eso en mi habitación, en mi mundo. Hay un momento donde esto me dice «Ya se acabó, hay que cruzar el puente». Y entonces llega la hora del concierto. Y entonces ahí están ustedes y tienen un tíquete en la mano y pasan por un pasillo y vienen y se sientan ahí. Y yo con mi guitarra y me siento, pum, y ahí está la energía.

1:01:58

Y ahí, El nervio, todo, el nervio de ustedes y el nervio mío. Y ahí estamos, Y empieza la música y, de repente, cuando tú volteas la cara, esto se vuelve una energía, es una energía, es un organismo, es un todo que cantan todos al mismo tiempo. Entonces, es una maravilla de la música. Sucede esa magia. Entonces, luego viene alguien con algo así muy emocionante y dice «Ay, por favor, fírmame». Y lloran y me abrazan y yo les abrazo. «Ay, es que sentí cosas muy bonitas y cuando pasó esto en el show y que no sé qué». Y yo digo «Todo lo que te pasó es un reflejo». Eso es lo que nos hace el arte, nos lleva a lugares inimaginables, lejanos, infinitos. Nos acerca, nos transforma, nos incomoda. A nivel personal y a nivel colectivo, creo que es una esperanza enorme, es necesario. Nos ayuda a sanar. Y creo que es el camino. Entonces, creo que es muy importante cuidarlo y cuidarnos. Y creo que, o sea, yo creo firmemente, eso me ha tocado que a veces en entrevistas dicen «Para los que no somos artistas, ¿qué nos dices?». Y yo digo «No, yo sí siento que somos artistas». Hay que conectar. ¡Vamos! Hay que conectar, hay que conectar. ¿Cómo que no somos artistas? Claro que somos artistas, somos sensibles, por Dios. Somos artistas. Si sentimos, hombre, la creatividad está ahí, a la mano, en cualquier momento. Hay que crear, hay que crear vida. Nos han hecho pensar que solo algunos, pero yo pienso que no, yo sí creo que podemos ser muchos, todos, todas, artistas de nuestro camino. Porque creamos realidad con lo que imaginamos, con lo que pensamos, con lo que escribimos, con todo, desde que quiero una mesa en mi casa, pues me la dibujo, me la mando a hacer. O quiero mandarme a hacer un traje. Estás creando, cualquier detalle, un pastel, estás creando. Entonces creo que hay que conectar a eso. Creo que es una esperanza enorme el arte, en todos sentidos.

1:04:40
Brenda. Hola Natalia, soy Brenda, y quiero preguntarte si hay algún ejemplo en el que tu música te ha ayudado a sobrellevar alguna circunstancia.

1:04:50
Natalia Lafourcade. Gracias, Brenda, gracias. Siempre la música me ha ayudado a caminar la vida. Realmente mi manera de escribir canciones, de componer, es mucho contando lo que me sucede. Hasta ahora, casi siempre que se trata de mis canciones, es parte de mi historia. Lo que para mí ha sido maravilloso es ver cómo trasciende a lo personal para volverse la historia de otras personas. Eso me gusta mucho de ver de la música. Cuando yo no controlo mi canción, la canción va a donde quiera y hace lo que quiere. El último disco que hice, que se llama ‘De todas las flores’, es la vuelta al jardín propio, al jardín interno, partiendo de un corazón que está deshecho por amor y desamor. Y entonces, la vivencia de uno entregar el corazón en otra persona y lo que sucede cuando esa persona te deja de querer. Y entonces, esa persona se va y se lleva tu corazón. Claro que tú tienes que decirle «dame el corazón de vuelta». O «¿dónde queda? ¿dónde queda todo?». Hay un ejercicio de reconstruirse inevitable que todos tenemos que hacer. Y entender esa vuelta a lo importante, y vuelvo a lo de ‘Hasta la raíz’, fíjate cómo, siendo tan joven, intuitivamente una canción que habla de lo esencial, de eso que no lo podía nombrar en ese momento, pero que con Leonel decíamos «yo te llevo dentro hasta la raíz». Que es esa semilla. Que es eso. Ahora lo puedo nombrar. Es ese cuidado de ese corazón, esa tu alma, esa tu integridad. ¿Cómo la compartes con otra persona? Pero como entendí que mi jardín es enorme, es una inmensidad de cosas, que soy como persona y que eso lo tengo que cuidar. Mi padre me dice «¿pero qué es eso de la inspiración? Explícame eso, cómo funciona para ti». Yo le digo «sí, o sea, me inspiro. Y de repente como que se me ocurre una canción». «Pero la escribes en una partitura, ¿cómo la haces?». «No, me la aprendo de memoria». «No, no, pero ¿cómo no la escribes en una partitura?». Claro, porque para él lo lógico es como «¿pero tú la escribes en un papel?». «No, no, no, me inspiro».

1:07:50

Estas canciones en este disco fueron llegando como maestras con mensajes, entonces cada una llegaba con el mensaje de la curandera, el mensaje de la muerte, con esta parte como que tenemos de nuestra tradición. Día de muertos, que es una tradición que tenemos aquí en México que tanto me gusta, pero entender como la muerte es una parte de la vida, que vamos a ir habitando pequeñas muertes en vida en nuestro camino, a través de las experiencias que vamos viviendo y como esto es un aspecto de la vida que no podemos quitar, pero que se fue reflejando a través de las canciones. Te voy a responder mejor con un poquito de música, porque la verdad te respondí fatal. No les voy a cantar las canciones completas, pero no para eso vayan al concierto. Pero mira. Esto del jardín. Este es el cuento. El cuento dice De todas las flores que sembramos solo quedan unas encendidas Cada mañana se preguntan ¿Cuándo llegarás para cantarles? Eso se trata de mí. ¿Cuándo me vas a cuidar? ¿Cuándo vas a venir para cantarme? ¿Cuándo vas a venir para estar conmigo? Estoy hablando a mí a mí. De todas las lunas que miramos solo quedan algunas memorias Cuando nos reímos Cuando nos tuvimos En las calles de Madrid borrachos fuimos sin un rumbo fijo Cuando nos bailamos Cuando nos perdimos En esa canción que nuestro antiguo mundo juntos comprendimos En ese jardín de rosas bugambillas donde compartimos Y esa es la ilusión de las bugambillas, el jardín, el pedacito del jardín donde se vivió esa ilusión de amor. Entonces, luego viene la… Pasan los días y sigo pensando en ti Pasan las horas, no me logro desprender Es tan absurdo imaginar que nuestro amor no es suficiente para hacernos regresar Pasa la vida y sigo pensando que teníamos todo para hacernos tanto bien que la distancia no podría destruir aquel espacio construido en la ilusión Dime cómo hago para respirar en ese mundo tan vacío que queda en mí Dónde ha quedado aquel encanto entre los dos Te lo suplico, no lo olvides, por favor Y lo dejo ir Solo quiero quererte, yo solo quiero abrazarte En este universo loco mirarte crecer Y en la distancia amarte Solo quiero quererte, yo solo quiero abrazarte En esta nuestra despedida mirarte arrancar Como dicen en el tango, que tirante. Tirante, arrancar, y en la distancia amarte Amar, dejar ir, y amar en la distancia, ¿no? Amar dejando ir, que bueno, cómo cuesta.

1:12:38

Y luego, bueno, vienen cosas muy bonitas como los encuentros con las montañas, con vientos que te quitan, que te arrebatan los dolores Viento, guiame a donde la bruma no pueda encontrarme Donde los pájaros canten y el agua me salte Levanta mis piernas, sacude mi cuerpo y canta, canta Viento, álzame a como las hojas las ves el otoño Susurra la voz de tu amor que despierta muy hondo Baila conmigo, baila conmigo ligero, ligero Viento, hoy necesito un abrazo que rompa el hielo El hielo de mi corazón que ya no puedo volver a amar Viento, hoy necesito un abrazo que andabas lejos Escuchan en el disco porque se pone bueno el arreglo, ¿no? Yo con mi imaginación me pongo arreglos que pasan cosas, ¿no? Bueno Y entonces Perdona que me tuve que ausentar por un momento Tenía una cita que atender conmigo misma Había olvidado cómo ver en un espejo En mi rostro, en mis ojos lo que habita en mi universo Perdona si lloré, lloré, lloré mientras bailaba Tenía dolores viejos que atender de aquel pasado Entonces regresé a ese silencio necesario Para escuchar el corazón hablar de la verdad De la verdad que hay en esos atardeceres De la verdad que brilla en el tiempo presente De la verdad que hay en aquellas simples cosas Como respirar, ¡viva la vida que estoy viva! No morí Y bueno, pues viene la curandera Inspirado en la María Sabina Y la medicina de la tierra Cúrate mi hijita el dolor con nuestra luz del sol Y los rayos de la luna ¡Ay! Cúrate mi niña el dolor con el sonido del río La cascada y la espuma ¡Ay, ay, ay! Con el va y ven del mar que va y viene deja que te agarre Con el va y ven del mar que va y viene deja que te ame Cúrate mi niña con amor del más bonito Enciende el fuego entrega tus olores Que se vuelvan polvo y vengan nuevas flores Que se vuelvan polvo, que se vuelvan polvo todos los dolores Que los queme el fuego, que los queme el fuego y vengan nuevas flores Que se vuelvan polvo, que se vuelvan polvo todos los dolores Que los queme el fuego, que los queme el fuego y vengan nuevas flores

1:16:42

Y voy a cerrar con esta que habla de que al final no hay que tener miedo a la vida, no hay que tener miedo a vivir las experiencias porque cuando uno se enamora y luego te rompes y luego ¡ay! y tanto trabajo te da recuperar que luego ya no, ya dices ¡ay! no, ya no voy a amar otra vez o ya no voy a vivir otra vez y ya no, ya no, ¡qué miedo! Y esta canción creo que viene a decir, a hablar de muchas cosas pero lo llevo a la parte de que no hay que tener miedo a vivir que es una cosa muy simple, a vivir el camino de uno, el ritmo de uno, las formas de uno hay que permitir que nuestro camino se convierta en el camino de nuestra alma hay que conectar a eso y todo va a estar bien entonces llegó, a ver, espérenme Este mensaje de estos seres supremos que están en la naturaleza que vienen como a soplarnos al oído como si fuéramos como ellos y diciendo pajarito colibrí no tengas miedo de vivir hoy el mundo quiere que despiertes para ser feliz pajarito colibrí no tengas miedo de salir que la noche oscura y misteriosa nace para ti cuando sientas que infinito el mundo se abre ante tus alas dentro de tu pecho pierdas el aliento pídele al cielo que te haga volar y si sientes vértigo en el vuelo que se enciende el fuego que el tumbimiento pide al universo en tu ser entero dulce libertad todo va a estar bien pajarito colibrí ya no tengas miedo de vivir todo va a estar bien pajarito colibrí tú llegaste al mundo para ser feliz bien pajarito colibrí ya no tengas miedo de vivir todo va a estar bien pajarito colibrí tú llegaste al mundo para ser feliz Estuvo mejor esta respuesta.

1:20:22
Jean Pierre. Hola Natalia, ¿qué tal? En verdad un honor estar acá. Mi nombre es Jean Pierre. Yo soy de Perú y decirte que tu música ha traspasado todas las fronteras y creo que ha tocado y ha conectado millones de corazones, incluyendo el mío, alrededor del mundo. Y gran parte de esto me parece que refleja o se debe a esa autenticidad y esa honestidad que transmites en todo tu arte y como persona y bueno, sabemos que a lo largo del camino del éxito probablemente hayan muchas presiones por mantenerse ahí o por la misma popularidad para dejar esta autenticidad de lado, para dejar esta honestidad o la humildad de lado. ¿Cómo has podido tú mantener esos valores y si alguna vez, digamos a lo largo del trayecto, te has sentido tentada a dejarlos de lado?

1:21:11
Natalia Lafourcade. Gracias Jean Pierre. La posibilidad de cambiar el rumbo o la duda es algo que está presente. Yo creo que a todos nos pasa, como que se dice «será que lo estoy haciendo bien». Pero, como decía hace un momento, creo que es muy importante encontrar el «qué» porque cuando lo habitas no hay duda, o sea, hay algo que es muy evidente, que es muy claro. Cuando tú encuentras justo, cuando conectas con tu misión, cuando conectas con tu servicio, no perder de vista el «hacia dónde». Creo que siempre voy replanteando el «¿para qué lo estoy haciendo? ¿Por qué lo estoy haciendo de verdad? ¿Quiero o no quiero?». Y no temer porque hay mucha presión. Hoy en día la industria musical va a una velocidad feroz y yo sé que no le puedo llegar al ritmo que lleva. Simple, no le llego al ritmo a la industria musical de hoy en día como es. No llego. Entonces seguiré en mi ritmo por ahora, yo creo, y por mucho tiempo. Así, con las canciones que me gustan, las influencias que me gustan, las inquietudes que me dan, yo creo que por ahí me da. Y creo que uno tiene que buscar eso, creo que uno tiene que buscar lo que le emocione en el corazón. Porque sí que pasa que cuando no lo haces hay algo de ti que se empieza a enfermar, porque estás como tratando de cumplir una expectativa de otra persona o de alguien más, o de una cosa que te imaginas que ni siquiera es real. Y que ni se cumple el intercambio es tanto, que al final yo digo de verdad, o sea, es tanto el trabajo que se da, es tanto lo que se pone, que tiene que ser por algo que de verdad le llene a mi corazón y a mi alma. Y a eso es a lo que le apuesto yo, siempre. Y cada vez más. Gracias.

1:23:52
Daniel. Hola Natalia, soy Daniel. Tu música ha hecho más linda a mi vida.

1:23:58
Natalia Lafourcade. Gracias, Daniel.

1:24:00
Daniel. Y tu ritmo existencial creo que es sublime.

1:24:03
Natalia Lafourcade. Muchas gracias.

1:24:06
Daniel. Trabajo en una fundación donde buscamos que los jóvenes alcancen sus sueños. Tú hoy nos compartiste que de alguna manera lograste atrapar los tuyos a través de la música. ¿Qué hiciste para poder atrapar tus sueños? ¿Y qué nos dirías a los que queremos verlos cerca de nuestro corazón?

1:24:30
Natalia Lafourcade. Creí en mis sueños. Creo que es muy importante creértela. Y sí, me genera mucha curiosidad cómo desde pequeña lo creí. Cómo nunca… Quizás dudaría más ahora que ya pasó todo. Que en mi infancia, en mi adolescencia, recuerdo la convicción de mis pasos, ¿sabes? La rebeldía de mis 16 años de decirle a mi madre «me voy a la escuela y yo regreso a la casa». Y no volver dos días a la casa, pero no porque me iba… Claro, era refiestera, sí. Pero yo me iba días a la casa de un amigo a grabar mis demos. Y me desvelaba hasta las cinco de la mañana grabando mis demos porque yo decía «esto me lo va a firmar la discográfica». Porque ya me habían pedido que firmara un contrato para hacer una banda que yo no quería firmar y ya había dicho que no iba a firmar ese contrato. Aunque a mí me habían dicho «¿cómo te atreves a no firmar ese contrato? Es la única oportunidad de tu vida», me decían mis compañeros, mis amigos. «¿Cómo negaste el contrato a la discográfica?». Yo decía «es que eso no es lo que yo quiero, yo quiero tocar mi música». La convicción de ir cargando mi guitarra, meterme al metro. A los 16, 17 años, la ciudad, cruzar toda la Estación Azul, hasta Tasqueña, toda la Tasqueña para irme a… no sé a dónde iba yo a meter, a la casa de mi amigo Mauricio. Y ahí estábamos picando unas maquinitas, grabando todas, las de «En el 2000», las de «Busco un problema», las de «Amar te duele», todas esas. Y ahí estaba. Yo creía en mi sueño. Y yo creo, mi madre lo sabía. Que al final decía «está bien, está bien». Aguantó. Y me apoyó. Y trabajé muchísimo. Entonces, lo que yo quiero decir es que hay que creer, hay que tener esa fe personal, quizás, como ese crédito en uno, pero voy a hacer. Hay que trabajar. Yo me lo he trabajado.

1:27:16

Como lo que les digo, cada tabique de mi casa lo miro y digo «esta es una persona, esta es otra persona, esta es otra persona». Y digo «gracias» a mi casa, todos los días que me levanto digo «qué bonita es». Y aquí están todos esos conciertos. Ahí está. Nadie me lo regaló. Ustedes me lo regalan. Así fue. La música me lo regaló, pero por trabajar. Entonces, para cumplir el sueño, eso hay que clarificar, hay que mapear. Es superimportante, hay que mapear lo que quieres. Hay que pintar un mapa. Yo pinto mapas y agarro libretas y dibujo lo que quiero. Soy como maga. Es verdad. Pinto la casa que quiero tener, le pongo «quiero que tenga tal, tal, tal, tal». Me la dibujo. Mapeo, mapeo el video que quiero hacer, lo mapeo, lo mapeo. Quiero trabajar con esta persona. El disco que quiero hacer. Por eso saqué un libro ahora con mi último disco. Pongo «quiero que la canción tal, pum, pum, pum, lo quiero hacer así, lo quiero hacer asá», todo ese tipo de cosas. Ahora, este año, hice mi primer asesoría empresarial. Aquí debe haber empresarios, porque en estas charlas hay muchas de esas cosas que sí hablan mucho más organizado que yo. Pero bueno, me encantó ver que hay muchas de esas magias que se hacen en esos niveles que yo lo he aplicado en mi vida de una manera muy intuitiva y muy a mi manera, con mis juguetitos. Así lo hago. Así se han hecho realidad sueños. Tener tus equipos, tener tu familia, tener tu tribu con la que colaboras, tu gente de confianza con la que vas para adelante, cuidar tus relaciones, es súper importante. Hay que valorar las relaciones, cuidarlas, poner al servicio tu sueño también. Sueño por mí, pero sueño por un bien común. Y eso funciona mucho. Yo creo que a eso le gusta al universo. Que tu sueño sea para ti, pero también para los demás, para un bien común. Yo creo que a eso le gusta a algo, no sé. No sé. Pasión.

1:29:57
Rubi. Mi pregunta va porque hay una persona muy especial en mi vida que quiere ser músico y se siente perdido. ¿Qué le podrías decir tú a todas esas personas que de alguna manera no hemos encontrado todavía nuestra misión, nos sentimos perdidos? Me recordaba un poquito lo que hace un momento decías que en tu juventud, pues es el momento en el que más uno no siente hacia qué camino tomar. ¿Qué nos recomendarías tú a nosotras, esas personas que apenas comenzamos?

1:30:50
Natalia Lafourcade. ¿Cómo se va a encontrar el camino, no? ¿Cómo vas a conectar con ese algo que te mueve, que… Bueno, la respuesta es muy simple de mi parte. Tienes que ir a conectar contigo. Es tu camino. Hay que entrar a la montaña. A tu montaña. Y eso yo cuando fui a Perú a hacer este viaje de peregrinación tan bonito, que yo sentí el llamado de la montaña. Y literal, fue entrar a caminar la montaña por días, dormir adentro de la montaña, conversar con la montaña, conversar conmigo. Por eso en la canción digo «tenía una cita que atender conmigo misma». Hay que atender esas citas. La cita con uno es muy importante. Es algo que tiene mucha sabiduría y vive en nosotros, que está en nosotros, se los juro. Seguro lo saben. Hay sabiduría dentro de nuestro corazón, de nuestra alma, de nuestras mentes. Existe. Somos seres maravillosos. Esa luz, esa claridad, existe. Pero si uno está en el teléfono, o si te pones una serie, o si te pones una película, o estás con los amigos, o te distraes con cualquier cosita, y no tienes la valentía de lo que es conectar contigo mismo, contigo misma, esa claridad no aparece. Es tremendo lo que ocurre cuando tú conectas contigo. Es tan grande que aterra. Y te lo digo porque a mí me pasó. El ver la grandeza de mi ser, por supuesto que me aterró en su momento. Y dije «¡La madre! Esto es tsunámico». ¡Sí! Está bien. Es bonito. Es lo que me dieron. Aquí estoy compartiéndolo. Es una belleza. Pero hay que tener esa valentía. Se apaga lo que nos distrae y uno comienza a buscar en la cotidianidad esos pequeños momentitos que nos empiezan a nutrir, que nos empiezan a conectar, que es nuestro jardín. Por eso ocupo la analogía del jardín interior. Son pequeñas cosas, pequeños momentos que se vuelven tus tesoros personales para regar tu propio jardín, tu propio corazón, tu alma, tu mente, tu meditación personal. Pero es tu forma personal de conectar. Eso es súper importante. Hay que apagar lo de afuera y encender lo de adentro. Y primero no hay nada. Y no hay que tenerle miedo al vacío, al silencio, a ese lugar raro, oscuro, donde no pasa nada. Y estás aburrido, con una ansiedad, porque habita eso.

1:34:27
Natalia Lafourcade . Y por ahí uno quiere llorar, uno quiere reír, uno quiere… Empiezan a surgir cosas. Porque aunque pareciera muy simple lo que estoy diciendo, de verdad, eso te lleva a algo que es supremo, que es escuchar una voz que quién sabe de dónde viene, que te dice «quiero bailar». A mí me pasó eso en la pandemia. De repente algo de mí dijo «me quiero arrastrar en el suelo por horas». Y dije «claro, existe la danza contemporánea y en la danza contemporánea existen unas formas de expresión maravillosas». Y descubrí el contact, que es una forma de danza maravillosa, y después descubrí el butoh. Y ahí andaba yo bailando en la pandemia, en mi casa, arrastrándome en el piso de mi casa. Horas, horas. ¡Feliz! Es mi intimidad, se las comparto. Fui muy feliz, me regalé eso que mi corazón, quién sabe por qué me lo pidió, pero eso me dio todo el código musical de «De todas las flores». Eso que hice. Me ayudó a entender cómo quería yo hacer la música de ese disco. Una música lenta, con calma, con carencias, pausadas, alargadas. Escuchen el disco así, con audífonos acostados. Así van a volar, van a levitar, van a ver lo que les digo, porque es como esas danzas. Un artista tiene que hacer ese tipo de cosas, locuras. Cosas que nadie entiende. Porque nadie lo entiende ¿Por qué las haces? Pero las haces. Porque si no, no conectas. Y que nadie te juzgue, ni tú ni nadie. Cuídate. Eso. Gracias. Gracias. Gracias. Gracias. Quizás… ese mensaje de Pajarito Colibrí es muy importante. El cuidado del camino, el cuidado del alma, de vivir lo más bonito posible. El caminar bonito. Ahí en Perú, en la montaña, dicen «vamos a caminar bonito». Y por eso hice la canción de «Caminar bonito» en el disco. Sí, la vida tiene sus matices, sus cosas, sus cositas. Pero bueno, creo que lo que está sucediendo aquí es muy importante. Yo no sabía ni cómo iba a dar esta charla porque me gusta cantar y mi mente es bastante dispersa, caótica, y así voy haciendo las cosas. Pero, en verdad, todo lo que importaba al final de esto era poder compartir un conocimiento, una experiencia que se acumula en el paso. Y yo considero que nos compartamos esas experiencias, ese saber. Es importante que nos volteemos a ver como humanidad, que sí nos veamos a los ojos, que sí nos tomemos los brazos, que no nos tomemos por el teléfono nada más, que nos tomemos por los brazos, que nos tomemos por la mirada, por el corazón, por las voces, por el canto. Por eso amo mi quehacer, porque el canto nos agarra a todos y nos vuelve una familia. Vayan a sus caminos con su ritmo, a su ritmo, gocen la vida. Todo lo mejor. Gracias.