Cómo encontrar el camino cuando estamos perdidos
Natalia Lafourcade
Cómo encontrar el camino cuando estamos perdidos
Natalia Lafourcade
Cantante
Creando oportunidades
Encuentra la misión y sigue tu propia corriente
Natalia Lafourcade Cantante
Explora la vida, descubre ese "algo" que se te da
Natalia Lafourcade Cantante
Natalia Lafourcade
Reconocida como la primera Embajadora de la Música por la Paz, la voz de Natalia Lafourcade, una oda al amor, a la libertad y a la vida, ha traspasado las fronteras de su país para conmover e inspirar con sus letras a generaciones de todas las edades alrededor del mundo.
Su música, fusión de múltiples géneros que mezcla notas del pop, el jazz y la cumbia con el son jarocho, acordes de su tierra natal veracruzana que rescata en honor a sus raíces, pero también melodías de otros territorios como el bolero o la bossa nova, la ha convertido en una de las personalidades más fascinantes del folclore latinoamericano.
Galardonada cuatro premios Grammy y 17 Grammy Latino, en sus más de 20 años de trayectoria artística Natalia ha formado parte de numerosos proyectos musicales hasta perfilarse como una de las cantautoras contemporáneas en español más importantes, polifacéticas y aclamadas por el público. Además de su alabado talento para la composición y el canto, su faceta filántropa y activista por la preservación de los orígenes y costumbres ancestrales la designan como una guardiana de la memoria cultural de México.
Convencida de que el arte posee el poder transformador de derribar muros, sanar heridas y colmar de esperanza al mundo, sus canciones son una invitación a perder el miedo y a luchar contra los prejuicios para encontrar una identidad única. Como ella misma reivindica, “para conectar con la esencia que brinda felicidad al alma, cada uno de nosotros debemos perseguir nuestra propia misión en la vida”.
Transcripción
Soy María Natalia Lafourcade Silva, mujer de 40 años, mexicana, orgullosamente mexicana. Soy hija de María del Carmen Silva Contreras. Mi madre nació en esta tierra. Ella es músico. Ella es egresada del Conservatorio de Música como pianista. Ella también estudió pedagogía musical y es autora de un método de enseñanza musical integral para niños. Desde muy chiquita me tocó verla desarrollar este método de enseñanza, verla estudiar y verla buscar sus formas de enseñar. Y yo aprendí música de mi madre, principalmente de mi madre. Mi padre también es músico. Mi padre nació en Chile, en Angol. En 1973 tuvo que viajar, después del golpe de Estado, a México. Y México se convirtió en el país que lo recibe, que lo abraza y eventualmente le da la nacionalidad. Y dónde se queda el resto de su vida hasta ahora, que tiene 89 años. Él músico también, docente de la música, clavecinista, constructor de clavecines, maestro de piano. A mí, por parte de mi padre, me tocó verlo en casa, rodeado de todo tipo de maderas en su taller, tallando maderas, haciendo clavecines, haciendo instrumentos musicales. Y yo tenía una casa, cuando yo era muy pequeñita, de un año o de dos años, en la Santa María la Ribera. Esta casa vieja, que tenía habitaciones todas comunicadas, donde todo el tiempo ocurría música. Yo nací en una escuela de música. A los dos años, mis padres decidieron separarse y yo me fui con mi madre a Veracruz. Por eso, en todos lados dicen que soy veracruzana. Y sí, como Chabela Vargas dice, yo también puedo decir que soy veracruzana, pero yo nací en la Ciudad de México, crecí en Veracruz, en un pueblo que se llama Cuatepec, un pueblo cafetalero, en donde con mi madre tuvimos que iniciarlo todo.
Ella tuvo que iniciar de nuevo su escuela después de esta separación. Y digamos que ahí inicia esta peculiar forma de vida, de conexión con las músicas, con el canto, con el campo, que es una parte muy importante de mi mundo musical, porque el campo me permite conectar a la música desde el ritmo de la tierra. Y por eso mi música todo el tiempo habla de la naturaleza, todo el tiempo ocupa el ritmo de la naturaleza, de la tierra, evoca un río, evoca una montaña, evoca un cielo, una tormenta, una primavera, un invierno, todo el tiempo, porque esa fue la forma en la que yo crecí en este contexto. A los seis años hubo un evento que cambió mi vida. Después de que todo era muy normal, la música era algo muy cotidiano, yo tuve un accidente. El día de mi cumpleaños quise ir a montar a caballo, probar, y los caballos eran enormes, y mi madre dijo «No hay manera de que te subas al caballo». No pude subir al caballo, el caballo me dio una patada en la frente, y esto fue un accidente, fue un accidente fuerte que provocó que yo tuviera que rehabilitarme durante un buen tiempo. Esta situación generó, naturalmente, que yo dejara de ser una niña normal. Había que habitar otro tiempo. Entonces, construir mi propio ritmo. Y aquí inicia mi viaje, esta conexión tan fuerte con la música, a un nivel casi espiritual, casi medicinal, en una complicidad muy fuerte de sanación. Y más adelante se me marcó que yo era la que iba a contracorriente, la que iba totalmente en otra dirección, totalmente fuera de lo común. Me hizo entender que yo iba a mi propio ritmo y a mi propia corriente, porque no era normal. Después de muchos años entiendo que nadie lo somos y que quizás todos en la vida tenemos un episodio que nos cambia la vida, que nos da ese giro importante para encontrar nuestro propio algo que tiene que ver con eso esencial que llevamos dentro, que se lleva hasta la raíz, que se protege, que se cuida, y que tiene que ver con esta canción que compuse con mi gran amigo Leónel García, que tiene, primero antes que nada, que ver con uno mismo y con cómo uno va cultivando ese algo y lo va desarrollando con la vida y con ese algo que amas hacer y amas compartir y que se va desarrollando de otras maneras. Gracias.
El trabajo, la paciencia, todo pasa a su tiempo, todo tiene su tiempo. Hacer arte, crear, es de muchos pantalones, es de mucha valentía. Y el camino que elegí no siempre fue ser condescendiente con lo que otros querían que yo hiciera. Eso generó que mi camino no fuera, quizás, para algunas miradas, tan rápido de llegar a ciertas cosas. Me he tardado más, ha sido más a paso corto. Pero como yo digo, yo voy a paso de tortuga, pero yo llego, yo llego al último, pero llego. Una vez me fui a Perú a caminar a la montaña, a hacer una peregrinación, tres años seguidos fui. Yo era la última del grupo, siempre era la última. Y decía, claro, esto refleja mi personalidad. Así yo voy, al último, pero de verdad que les juro que llego, siempre llego. Con el tiempo me fui amigando con ese aspecto, mi ritmo, a mi ritmo. Aprendí a amarme, aprendí a quererme, porque mucho tiempo me reproché, una etapa, ya ves que a los 20 uno como que no sabe ni para dónde, me reprochaba muchas cosas. Y yo decía, ¿por qué no soy como este artista? ¿O por qué no mejor hago esto así? ¿O por qué no voy a tal país? ¿O por qué no mejor canto en inglés? ¿O por qué no mejor…? Hasta que eventualmente vino, claro, el momento de la identidad, que es muy importante ese momento, donde empiezas a decir, «Soy de esta manera y quiero hacer las cosas de esta manera». Vas aprendiendo cosas. El trabajo en equipo, el tener tu tribu, eso es muy importante. El tema de la soledad para crear es muy importante. Tener un espacio para cultivar, para cuidar, eso que ahora llamo en mi último disco «El jardín interno», cultivar tu propio jardín interior es muy importante, para poder crear, para poder renovarte, para poder entender quién eres. Vas cambiando, te vas haciendo otra persona con el tiempo. No, no puedes ser la misma persona todo el tiempo, vas cambiando. ¿Cómo vas comulgando todas estas cuestiones? Quizás quieres seguir haciendo lo que hacías o quizás ya no y está bien. Eso, es como…
Por eso pasarla bien es como mi punto número uno. Siempre digo, estoy feliz haciendo lo que estoy haciendo, estoy feliz con mi vida, con la vida que tengo. Y es una gran pregunta, una fuerte pregunta que hacer constantemente. Y trabajar, trabajar. Sé que hay que trabajar, pero ya ahora también sé que hay que balancear y hay que ponerle tiempo para ir a ver a papá en su cumpleaños, hay que ponerle tiempo para estar con mamá, para estar con mi marido, para estar conmigo. Principalmente para eso me alcanza ahora. Y eso. Una cosa que… Una cosa muy importante que me gustaría compartir a todos los que viven procesos… Procesos, procesos. Todos vivimos procesos creativos, hacemos proyectos, cosas. Muchas veces uno… El tema del prejuicio es una cosa que nos limita mucho. Y yo, por ahí de mis 20 años, tenía claridad de que tenía ganas de cumplir cosas para mi proyecto musical, para mi carrera artística. Y que o me quitaba dos cosas. No tenía dinero, estaba de verdad rota. O sea, no tenía manager, no tenía dinero, tenía necesidad de trabajar. Y la otra era, tengo necesidad de conectar con las personas. Aparte. Me paro en el escenario y siento que la música que estoy haciendo no está conectando lo suficientemente con las personas. Bien, tuve que ser humilde para darme cuenta. Están bonitas mis canciones, pero me gustan a mí. Y a unos cuantos que lo valen muchísimo. Pero yo quiero cantar para México entero. Yo quiero todo México, todo, todo México. Y quizás luego más. Pero no está pasando. Y tuve que abrir mi corazón. Y tuve que bajar las barreras, los prejuicios, y abrir mi corazón. Y simplemente recibir lo que la vida empezó a poner sobre mi mesa y lo que el destino empezó a traer oportunidades. Y empezaron a pasar cosas increíbles. En esa década, fue unos 10, 15 años, donde de verdad se me abrieron cosas muy bonitas, muy, muy bonitas.
La colaboración que hice con Los Ángeles Azules es un gran ejemplo de esto. Quizás yo hubiera dicho, «Son mundos musicales totalmente diferentes. Mi música no tenía nada que ver con Los Ángeles Azules. ¿Cómo voy a colaborar con Los Ángeles Azules?». Pero mi corazón estaba abierto de par en par. Claro, me habló Juan Gabriel, me fui a su casa. Tres veces fui a Cancún, o dos veces, no me acuerdo. Fui ahí con él, fui a cantar, y de repente, todo lo que aprendí, lo conocí, nos hicimos amigos, me dio consejos. O sea, nunca hubiera imaginado que alguien como él me iba a buscar. Muy importante, me di la oportunidad de componer con Leonel García, que él tenía su grupo Sin Bandera y que yo muchos años atrás decía, «No, no, no, no, no, no sé si podría componer con Sin Bandera porque yo quiero… Yo soy más jazz y funk y como medio, un poco como bossa nova y electrónico con mi primer disco, una mezcla de puras cosas que yo ni entendía en la vida. ¿Qué ando diciendo? ¿Qué cosa? No sabes nada y eres muy joven y tus prejuicios y tus cosas, en lugar de abrir el corazón, como que te pones cosas. Y con el tiempo nos hicimos amigos y un día nos juntamos e hicimos una canción como esta, «Hasta la raíz», que me cambió la vida y que le ha cambiado la vida a tantas personas. Así que un día estaba con un manager que tuve, Jorge Mondragón, y él ya no quería representar a artistas y estaba ya como cerrando un ciclo. Estábamos justo en ese cierre de ciclo y me dice, «Te tengo un trabajo que deberías aceptar. No te va a gustar, pero deberías aceptarlo. Es un reality show». Y yo, «¿Cómo me buscas eso? ¿Qué te pasa? ¿Pero yo cómo voy a hacer un reality show? Estás loco». Y dice, «Pero acéptalo, necesitas el dinero, te va a hacer bien, la gente te va a conocer más personas». Y era un programa que esperaba que yo fuera una artista muy glamurosa, que no soy. Pobrecitos esperaban que yo tuviera una camioneta con chofer, que no yo andaba en la ecobici, que no tiene nada de malo. Yo orgullosamente andaba en mi ecobici, pero ellos querían que yo anduviera con guaruras, pintándome uñas y siendo muy glamurosa. Querían un artista que no soy. Pero gracias a que lo hice, porque sí lo hice, conocí a mi marido. Entonces creo que es importante también estar atento a que fuera de lo que tú harías, podría enriquecer tu mundo de una manera totalmente inesperada para enriquecer tu camino.
Cuando componía canciones, mi madre me decía «Creo que el lenguaje que estás usando es un poco… A ver, búscale más, intenta ser un poquito más metafórica, a ver, ¿cómo dirías eso de otra manera? Está siendo muy directa, a ver, busca, hay otras formas de decir las cosas. Busca otras rimas, busca otras palabras. Esto ya lo dijiste en otra canción, cámbiale». Ese no conformarme constantemente hasta decirme… No voy a dar muchos detalles de esta anécdota, pero en algún momento me dijo «Lo siento mucho, pero estás en el camino equivocado y lo estás haciendo fatal. Esta música que está sonando en este concierto que acabo de ver es horrible. Estás haciendo ruido, no hay música, o sea, no hay armonía, no te veo bien, estás gritando». Una mezcla de varias cosas, la honestidad, la formación, la libertad, la presencia. Entonces, yo creo que sí es importante que… Digo, yo no soy mamá, pero pienso que la parte de la presencia de mis padres sí que fue especial. Mi padre jamás me compró una muñeca o un juguete ni nada, me lo hacía él con sus manos. Y eso lo tengo muy grabado. Mi madre también. «¿Quieres un juguete? Vamos a hacerlo. Agárrate un pedazo de papel, un cartón. Vamos a hacer las cosas». Yo creo que eso me generó algo, una relación distinta con las cosas. Y esa humanidad, digamos, y esa sensibilidad, y esa conexión, trasciende a mi qué hacer en la música, porque a mí soy mucho de conectar. Y me gusta conectar con el público, me gusta conectar con las personas, me gusta conectar a través de mi trabajo. Eso para mí es muy importante. Mi padre llegó en el 73 a esta ciudad, convirtió de este país su tierra. Yo tengo dos hermanas chilenas, mis hermanas de las cuales no supe nada durante mucho tiempo. Vaya, yo sabía que tenía mis hermanas, pero no había un contacto cercano con mis hermanas. Y también hubo un tiempo en el cual yo tenía mucha curiosidad de conocer esta tierra, de conocer Chile. Cuando yo estaba trabajando mi disco de «Hasta la raíz», fue una cosa que se dio muy orgánicamente, porque yo empecé a viajar mucho a Centro y Sudamérica y ya yo había explorado un poquito más cantar música tradicional mexicana, y entender que había algo más para mí, para aprender. Y que en el folclore yo iba a poder encontrar mi propia raíz y que también iba a poder encontrar mi identidad y encontrar ese algo que me iba a forjar mucho mejor como artista. Y entonces dije «pero yo también tengo raíz chilena y yo tengo que ir a Chile, yo tengo que encontrarme con mi familia, tengo que conocer a mis hermanas, tengo que conocer más a mi padre».
Y entonces ahí fue un momento muy lindo porque eso me permitió poder encontrarme con Chile en otro aspecto, ya no dando un concierto, ya no haciendo una promoción por un disco, y sino mucho más para conocer esta tierra, para conocer su gente, para conocer un poquito mejor. Y entonces hicimos viajes muy lindos, fuimos al sur de Chile, fuimos a las casas de Pablo Neruda, estuvimos en la Fundación de Violeta Parra, estuve compartiendo con mucha familia y encontrando ahí aspectos que eventualmente marcaron también mi camino musical naturalmente. Ahí compuse una de las canciones que está en mi disco de ‘Hasta la raíz’, que se llama ‘No más llorar’, que la compuse al sur de Chile, en Osorno, y me conecté mucho con Violeta Parra en ese viaje. Y Violeta Parra se convirtió en uno de mis referentes más importantes de la música y de mi camino, y de decir cómo a mí me gustaría transitar mi camino en la música y mi aportación hacia la música y hacia mi cultura. Porque Violeta Parra no solamente hacía la música, también estudiaba el folclore, también estudiaba a sus comunidades, también pintaba, también hacía manualidades, también tenía un compromiso muy fuerte con su pueblo y eso me inspiró mucho. Y más adelante tuve el atrevimiento, por fin, de interpretar un tema de Violeta Parra que me gusta mucho, que se llama ‘Qué he sacado con quererte’, en un volumen dos que hice junto a los Macorinos, un disco que hice en homenaje a la música latinoamericana. Son estos aspectos personales, la necesidad de encontrarme con mi familia, de encontrarme con mi padre, de entender la historia de mi padre, por qué llegó acá, por qué se fue, por qué no vi a mis hermanas, por qué… Esas cosas que uno se pregunta, que uno entra en estas dudas en la vida y cómo uno, a nivel personal, va resolviendo este tipo de cosas y cómo estas cosas fueron afectando de manera muy bonita las decisiones que yo hice para todas las músicas que he estado liberando en los últimos 15 años de mi camino musical.
Y yo llego a Argentina y resulta que miles de personas están cantando mi tierra veracruzana como si fuera su tierra, con un orgullo y con un gusto y con un amor y una hermandad. Porque nuestras canciones, nuestras músicas, tienen hermandades, nuestros ritmos tienen hermandades. Entonces, ahí yo entendí que mi camino de estudio en esas músicas era infinito y que podré seguir aprendiendo mucho y que eso siempre va a nutrir mi música, porque me encanta. Empecé a sentir esa cercanía y esa necesidad de, justamente, de quitarle la barrera a mi mundo. O sea, soy una artista de mi propio ritmo, de mi propia búsqueda, de mis propias formas, en donde cabe de todo, de todo. Ahí, en la última gira que hicimos, me atreví a cantar unos tanguitos con Adriana Varela y no me fue mal. Logré entrar ahí a los tangos y dije «Oye, ¿no estaría mal un disquito de tangos?». Y, de repente, voy y escucho el flamenco, que no entiendo ni un carajo, que si los palos, que si el ritmo, que si dónde se entra, no sé qué. Pero no me importa, que es muy emocionante, porque son formas de comunicarse en la música y se me hace maravilloso. Y a mí me gusta la música. Y la música, pues, me habla, me llama, me emociona y soy muy curiosa. No sé dónde anda, que ando coqueteando con una acá y con la otra por allá. Y me gusta sentir esa libertad, justo esa libertad que sentí en la infancia de no hay límites. Y así como escuché Bach, estaba escuchando ópera con mi mamá los viernes en la orquesta en Jalapa, estaba yo escuchando unas cosas terribles, no voy a decir los nombres, unas cosas terribles escondidas de mi papá. Pero todo eso nutre al final. Me ha convertido en una persona, siento, una mujer músico que me ando metiendo por aquí o por allá y no pasa realmente nada. O sea, voy viendo cómo ajusto la música a mi ritmo, a mis formas, a mis maneras. Por eso me siento mexicana, me siento latina y me siento del mundo, me siento del universo, de la Tierra. Soy una hippie total. Sí, me siento como de otra galaxia. Es que en verdad, cuando estoy dando un concierto, no me siento ni yo, me desarmo entera, de verdad, te lo juro que dejo de ser yo. Yo soy ustedes, así de hippie. Amor, amor, puro amor, amor, amor, expandido así.
Y gracias a que yo regresé a Veracruz, es que, hombre, yo regresé a Veracruz y lo que Veracruz me da es que no tengo llenadera. No, soy feliz en mi pueblo, comiendo tamales, frijoles, maíz, mole, nopales. Amo nuestra comida, amo el aroma de nuestros fueguitos, amo el aroma de nuestras tradiciones, a lo que huelen nuestras tradiciones, a lo que se escuchan nuestras músicas. El son jarocho me llena de vida, poderme subir a la tarima, a un fandango, meterme en un fandango y ver las nuevas generaciones amar el son jarocho, me puede llenar el alma, me hace llorar. Me hace llorar ver eso, ver a las mujeres de la tercera edad sentarse ahí y ver a los jóvenes honrar a las abuelas tocando sus jaranas, tocando sus leonas, pegándole a la quijada de burro. Es así. El marimbol, todos estos instrumentos que me encantan. Me voy a meter a esos contextos porque eso me llena el alma. Y eso es verdad. Con el tiempo me he dado cuenta que ese espacio es muy mío. Y eso a mí nadie me dijo «Vete a meter ahí». Más bien, me dicen «Salte de ahí». «Ya son las cinco de la mañana, ¿qué haces acá y acá? Todos están muy borrachos, ya vámonos». Y yo no me quiero ir, ¿verdad? Por aquí ya nos ha pasado. Yo no me quiero ir porque se pone tan caliente la cosa, se pone buena. Se pone buena el fandango, la naturaleza, los ríos, los mares, todo eso. Y me da pena cuando veo que, a veces, no se valora en estos aspectos como deberían ser valorados. Me entristece eso. Me da pena que se valore más un mall. Y bueno, creo que volver a Veracruz me ayudó a reconectar con esto. Tampoco soy radical con mi música en el sentido de que mi música tiene los matices de Natalia. Ya yo hago un disco de todas las flores que se ve empapado de estos contextos, pero suena a mi mundo interior, en donde a mí también amo la música clásica, amo Debussy, amo Chopin, amo el jazz, amo John Coltrane, amo Miles Davis, amo ese tipo de cosas, amo Ella Fitzgerald y Billie Holiday. Me encantan esas músicas también. Y por eso mi música se encuentra en un lugar raro que a veces personas dicen «¿Qué será?». Y yo les digo que es como dicen en inglés «genderless». No tiene género, lo cual viene muy bien, ¿no? Sin género. Ahí nada más. Pero mi raíz sí que la llevo ahí. Mi raíz sí que la llevo y la amo y me hace mucho bien, me hace mucho bien. Me reconforta.
Ese tipo de cosas tóxicas que uno piensa, cuando es tan fácil simplemente decir «esto es lo que se me dio, soy bueno para pintar o soy bueno para bailar, o soy bueno para las cuentas, o soy bueno para… Pues yo soy buena para cantar, yo puedo cantar, puedo compartir con ustedes, amo hacerlo, y aparte hago feliz a muchas personas y soy feliz yo». Y eso es maravilloso. Cuando realmente logré hacer esa… Es que suena muy básico, pero créanme que muchos años de mi vida estaba yo en una lucha de cosas tontas hasta que acepté la misión. Y creo que es muy importante encontrar la misión en el camino de la vida. Y ahí quiero volver a la escena de los peluches, siendo una niña de cinco años en mi casa, poniendo peluches. Y quiero decirle a los padres de familia que hay que observar a los niños, las niñas, qué hacen, porque ese es ese ser libre que no pone la mente de por medio, que es una libertad total, que está bailando, que es niño, pero se monta el vestido… Bueno, libertad, señores, por favor, libertad. Que luego se monte el otro disfraz, que si se lo pone, se lo quita. Hay que dejar, porque es una exploración del alma en ver qué, qué. Si uno no va por la vida palpando qué, qué es lo que quieres hacer, cómo vas a saber. Tienes que ir explorando la vida hasta que, eventualmente, dices… «Ah», y si no hay libertad para explorar la vida, ¿cómo vas a saber cuál es tu don? ¿Cuál es ese algo que se te da? Que no solo se te da, que te da placer, que disfrutas. Y una vez que lo encuentras, pues lo vas ajustando, lo vas cultivando, lo vas trabajando, lo vas desarrollando, y luego dices «Ah, con esto quiero hacer esto, que es genial, y lo voy a poner al servicio de… Y voy a traer estos valores, y esta es mi filosofía, y este es mi camino». Y vas. Muy importante la misión, muy importante definir si tienes una misión, si tienes un algo, por qué estás aquí y a qué le vamos a servir a esta gran red que se procura en esta maravilla de sesiones, de charlas, en la que estoy aquí, que me mandaron a hablar. Que yo quiero decir, encontremos todos eso, porque es muy importante en estos tiempos que demos ese servicio a nuestro mundo. Es muy importante que encontremos esa forma de servir. La única forma que yo puedo servir, les juro, es cantando, es así de humilde. Yo tengo que tener ese nivel de humildad, no me cuesta nada, y lo hago con todo el amor, y con eso es bastante. ¡Qué bendito sea la vida! Ahí está. Es así de simple, las simples cosas, como en la canción. Gracias.
Y ahí, El nervio, todo, el nervio de ustedes y el nervio mío. Y ahí estamos, Y empieza la música y, de repente, cuando tú volteas la cara, esto se vuelve una energía, es una energía, es un organismo, es un todo que cantan todos al mismo tiempo. Entonces, es una maravilla de la música. Sucede esa magia. Entonces, luego viene alguien con algo así muy emocionante y dice «Ay, por favor, fírmame». Y lloran y me abrazan y yo les abrazo. «Ay, es que sentí cosas muy bonitas y cuando pasó esto en el show y que no sé qué». Y yo digo «Todo lo que te pasó es un reflejo». Eso es lo que nos hace el arte, nos lleva a lugares inimaginables, lejanos, infinitos. Nos acerca, nos transforma, nos incomoda. A nivel personal y a nivel colectivo, creo que es una esperanza enorme, es necesario. Nos ayuda a sanar. Y creo que es el camino. Entonces, creo que es muy importante cuidarlo y cuidarnos. Y creo que, o sea, yo creo firmemente, eso me ha tocado que a veces en entrevistas dicen «Para los que no somos artistas, ¿qué nos dices?». Y yo digo «No, yo sí siento que somos artistas». Hay que conectar. ¡Vamos! Hay que conectar, hay que conectar. ¿Cómo que no somos artistas? Claro que somos artistas, somos sensibles, por Dios. Somos artistas. Si sentimos, hombre, la creatividad está ahí, a la mano, en cualquier momento. Hay que crear, hay que crear vida. Nos han hecho pensar que solo algunos, pero yo pienso que no, yo sí creo que podemos ser muchos, todos, todas, artistas de nuestro camino. Porque creamos realidad con lo que imaginamos, con lo que pensamos, con lo que escribimos, con todo, desde que quiero una mesa en mi casa, pues me la dibujo, me la mando a hacer. O quiero mandarme a hacer un traje. Estás creando, cualquier detalle, un pastel, estás creando. Entonces creo que hay que conectar a eso. Creo que es una esperanza enorme el arte, en todos sentidos.
Estas canciones en este disco fueron llegando como maestras con mensajes, entonces cada una llegaba con el mensaje de la curandera, el mensaje de la muerte, con esta parte como que tenemos de nuestra tradición. Día de muertos, que es una tradición que tenemos aquí en México que tanto me gusta, pero entender como la muerte es una parte de la vida, que vamos a ir habitando pequeñas muertes en vida en nuestro camino, a través de las experiencias que vamos viviendo y como esto es un aspecto de la vida que no podemos quitar, pero que se fue reflejando a través de las canciones. Te voy a responder mejor con un poquito de música, porque la verdad te respondí fatal. No les voy a cantar las canciones completas, pero no para eso vayan al concierto. Pero mira. Esto del jardín. Este es el cuento. El cuento dice De todas las flores que sembramos solo quedan unas encendidas Cada mañana se preguntan ¿Cuándo llegarás para cantarles? Eso se trata de mí. ¿Cuándo me vas a cuidar? ¿Cuándo vas a venir para cantarme? ¿Cuándo vas a venir para estar conmigo? Estoy hablando a mí a mí. De todas las lunas que miramos solo quedan algunas memorias Cuando nos reímos Cuando nos tuvimos En las calles de Madrid borrachos fuimos sin un rumbo fijo Cuando nos bailamos Cuando nos perdimos En esa canción que nuestro antiguo mundo juntos comprendimos En ese jardín de rosas bugambillas donde compartimos Y esa es la ilusión de las bugambillas, el jardín, el pedacito del jardín donde se vivió esa ilusión de amor. Entonces, luego viene la… Pasan los días y sigo pensando en ti Pasan las horas, no me logro desprender Es tan absurdo imaginar que nuestro amor no es suficiente para hacernos regresar Pasa la vida y sigo pensando que teníamos todo para hacernos tanto bien que la distancia no podría destruir aquel espacio construido en la ilusión Dime cómo hago para respirar en ese mundo tan vacío que queda en mí Dónde ha quedado aquel encanto entre los dos Te lo suplico, no lo olvides, por favor Y lo dejo ir Solo quiero quererte, yo solo quiero abrazarte En este universo loco mirarte crecer Y en la distancia amarte Solo quiero quererte, yo solo quiero abrazarte En esta nuestra despedida mirarte arrancar Como dicen en el tango, que tirante. Tirante, arrancar, y en la distancia amarte Amar, dejar ir, y amar en la distancia, ¿no? Amar dejando ir, que bueno, cómo cuesta.
Y luego, bueno, vienen cosas muy bonitas como los encuentros con las montañas, con vientos que te quitan, que te arrebatan los dolores Viento, guiame a donde la bruma no pueda encontrarme Donde los pájaros canten y el agua me salte Levanta mis piernas, sacude mi cuerpo y canta, canta Viento, álzame a como las hojas las ves el otoño Susurra la voz de tu amor que despierta muy hondo Baila conmigo, baila conmigo ligero, ligero Viento, hoy necesito un abrazo que rompa el hielo El hielo de mi corazón que ya no puedo volver a amar Viento, hoy necesito un abrazo que andabas lejos Escuchan en el disco porque se pone bueno el arreglo, ¿no? Yo con mi imaginación me pongo arreglos que pasan cosas, ¿no? Bueno Y entonces Perdona que me tuve que ausentar por un momento Tenía una cita que atender conmigo misma Había olvidado cómo ver en un espejo En mi rostro, en mis ojos lo que habita en mi universo Perdona si lloré, lloré, lloré mientras bailaba Tenía dolores viejos que atender de aquel pasado Entonces regresé a ese silencio necesario Para escuchar el corazón hablar de la verdad De la verdad que hay en esos atardeceres De la verdad que brilla en el tiempo presente De la verdad que hay en aquellas simples cosas Como respirar, ¡viva la vida que estoy viva! No morí Y bueno, pues viene la curandera Inspirado en la María Sabina Y la medicina de la tierra Cúrate mi hijita el dolor con nuestra luz del sol Y los rayos de la luna ¡Ay! Cúrate mi niña el dolor con el sonido del río La cascada y la espuma ¡Ay, ay, ay! Con el va y ven del mar que va y viene deja que te agarre Con el va y ven del mar que va y viene deja que te ame Cúrate mi niña con amor del más bonito Enciende el fuego entrega tus olores Que se vuelvan polvo y vengan nuevas flores Que se vuelvan polvo, que se vuelvan polvo todos los dolores Que los queme el fuego, que los queme el fuego y vengan nuevas flores Que se vuelvan polvo, que se vuelvan polvo todos los dolores Que los queme el fuego, que los queme el fuego y vengan nuevas flores
Y voy a cerrar con esta que habla de que al final no hay que tener miedo a la vida, no hay que tener miedo a vivir las experiencias porque cuando uno se enamora y luego te rompes y luego ¡ay! y tanto trabajo te da recuperar que luego ya no, ya dices ¡ay! no, ya no voy a amar otra vez o ya no voy a vivir otra vez y ya no, ya no, ¡qué miedo! Y esta canción creo que viene a decir, a hablar de muchas cosas pero lo llevo a la parte de que no hay que tener miedo a vivir que es una cosa muy simple, a vivir el camino de uno, el ritmo de uno, las formas de uno hay que permitir que nuestro camino se convierta en el camino de nuestra alma hay que conectar a eso y todo va a estar bien entonces llegó, a ver, espérenme Este mensaje de estos seres supremos que están en la naturaleza que vienen como a soplarnos al oído como si fuéramos como ellos y diciendo pajarito colibrí no tengas miedo de vivir hoy el mundo quiere que despiertes para ser feliz pajarito colibrí no tengas miedo de salir que la noche oscura y misteriosa nace para ti cuando sientas que infinito el mundo se abre ante tus alas dentro de tu pecho pierdas el aliento pídele al cielo que te haga volar y si sientes vértigo en el vuelo que se enciende el fuego que el tumbimiento pide al universo en tu ser entero dulce libertad todo va a estar bien pajarito colibrí ya no tengas miedo de vivir todo va a estar bien pajarito colibrí tú llegaste al mundo para ser feliz bien pajarito colibrí ya no tengas miedo de vivir todo va a estar bien pajarito colibrí tú llegaste al mundo para ser feliz Estuvo mejor esta respuesta.
Como lo que les digo, cada tabique de mi casa lo miro y digo «esta es una persona, esta es otra persona, esta es otra persona». Y digo «gracias» a mi casa, todos los días que me levanto digo «qué bonita es». Y aquí están todos esos conciertos. Ahí está. Nadie me lo regaló. Ustedes me lo regalan. Así fue. La música me lo regaló, pero por trabajar. Entonces, para cumplir el sueño, eso hay que clarificar, hay que mapear. Es superimportante, hay que mapear lo que quieres. Hay que pintar un mapa. Yo pinto mapas y agarro libretas y dibujo lo que quiero. Soy como maga. Es verdad. Pinto la casa que quiero tener, le pongo «quiero que tenga tal, tal, tal, tal». Me la dibujo. Mapeo, mapeo el video que quiero hacer, lo mapeo, lo mapeo. Quiero trabajar con esta persona. El disco que quiero hacer. Por eso saqué un libro ahora con mi último disco. Pongo «quiero que la canción tal, pum, pum, pum, lo quiero hacer así, lo quiero hacer asá», todo ese tipo de cosas. Ahora, este año, hice mi primer asesoría empresarial. Aquí debe haber empresarios, porque en estas charlas hay muchas de esas cosas que sí hablan mucho más organizado que yo. Pero bueno, me encantó ver que hay muchas de esas magias que se hacen en esos niveles que yo lo he aplicado en mi vida de una manera muy intuitiva y muy a mi manera, con mis juguetitos. Así lo hago. Así se han hecho realidad sueños. Tener tus equipos, tener tu familia, tener tu tribu con la que colaboras, tu gente de confianza con la que vas para adelante, cuidar tus relaciones, es súper importante. Hay que valorar las relaciones, cuidarlas, poner al servicio tu sueño también. Sueño por mí, pero sueño por un bien común. Y eso funciona mucho. Yo creo que a eso le gusta al universo. Que tu sueño sea para ti, pero también para los demás, para un bien común. Yo creo que a eso le gusta a algo, no sé. No sé. Pasión.