Comer en familia reduce el riesgo de obesidad infantil
Luján Soler
Comer en familia reduce el riesgo de obesidad infantil
Luján Soler
Dietista-nutricionista
Creando oportunidades
Consejos nutricionales para familias sin tiempo
Luján Soler Dietista-nutricionista
Luján Soler
¿Son los alimentos hiperprocesados, grasas y azúcares los únicos responsables de la epidemia de obesidad en el mundo desarrollado? La dietista-nutricionista Luján Soler señala que se trata de un problema social, donde influye también el desorden horario de las comidas, la exposición a pantallas mientras comemos y la falta de tiempo para practicar ejercicio físico o para hacer la compra, cocinar y comer en familia.
"Como dietista-nutricionista, en consulta veo niños con síndrome metabólico, diabetes tipo 2, sobrepeso-obesidad, colesterol elevado o tensión arterial elevada. Y esto es muy preocupante, por lo que implica en esa edad y en su posterior etapa adolescente y adulta. Los profesionales del deporte piden que en los colegios tengan más horas de actividad física y que las familias puedan conciliar y practicar más ejercicio físico. Se ha comprobado que cuando los niños comen acompañados por sus padres consumen más verduras o más frutas. Es diferente comer acompañado a comer mirando el portátil o la televisión, porque no hay conciencia de la cantidad y alimentos que consumimos", reflexiona la experta.
Licenciada en Nutrición por la Universidad de Buenos Aires (Argentina), Luján Soler continuó formándose en Estados Unidos, Inglaterra y España, donde ha desarrollado su carrera en la industria alimentaria y en la Unidad de Nutrición del Hospital Universitario HM de Madrid. La dietista-nutricionista, co-autora del libro 'Alimentos Funcionales en Pediatría' dirigido a profesionales de la salud, se especializó en alergias e intolerancias alimentarias y actualmente es decana del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad de Madrid, miembro de la Sociedad Española de Enfermedad Celíaca, de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica y co-fundadora del portal informativo ‘SinlactosaFree’.
Transcripción
Entonces es, pues eso, un conjunto de factores que vamos haciendo, vamos educando para que ellos se puedan alimentar sanos y que toda la familia se alimente sana. Yo siempre recomiendo a los papás que los peques tengan contacto con la comida en todo momento. Es decir, tenemos que comprar si nos falta fruta, verdura, legumbres… Que los peques vengan con nosotros al mercado. Mis peques en casa somos los Popas Family, tenemos cuatro peques y ellos vienen siempre con nosotros a la compra. Unos van a buscar las ciruelas, les enseñamos desde muy pequeñitos qué ciruelas elegir, cómo tiene que estar, su punto… Luego lo mismo si compramos lentejas. Ir involucrándoles en lo que es la compra. Que también vayamos viendo su curiosidad, que preguntan: ¿y esto qué es y para qué sirve? Entonces, pues eso, el momento de la compra, que vayan también los peques con nosotros. Algunos dirán: «uy, pero es que tardo más y tengo poco tiempo». Bueno, pues podemos empezar con determinados alimentos y luego pues eso, que siempre nos acompañen. Luego, a la hora de ir a casa, que ayuden a acomodar los alimentos, que sepan si son de temperatura ambiente, dónde hay que almacenarlos, si los tenemos que poner en la nevera, en qué lugar, cómo hay que ponerlos. Porque eso también les va enseñando temas de conducta. Y luego, por supuesto, de cómo se tienen que conservar y cuidar los alimentos.
Y luego, por supuesto, que nos ayuden a preparar la comida, la cena, el desayuno. Que pongan sus manitas y que pasen descubriendo las texturas y que los vayamos involucrando en todo. Porque, aunque algunos digan: «no, es que mi peque es poco receptivo, no le gusta la fruta…». Si ellos van y también preparan y uno dice: «esto es lo que tú preparaste», van a querer probar, van a preguntar y se van a ir, pues eso, de a poco, teniendo una buena relación con los alimentos. Y luego algo también muy importante, el tema de la bebida, de beber agua. Que los peques, los adultos, todos debamos bebamos agua. Porque, además… digamos del producto, que también, es la cantidad. Mucha gente no bebe líquidos. Y luego pues, evidentemente, todas las consecuencias que esto puede tener.
“En consulta veo niños con síndrome metabólico, diabetes tipo 2, colesterol y tensión arterial elevados”
En casa tenemos cuatro peques y cuando lo llevo al cole, porque yo lo veo, muchos compañeros, lo que les dan a media mañana son productos que uno ve que son altos en azúcares, en grasas. Que aparte, en teoría ha desayunado probablemente en su casa y, al poco tiempo, va a comer en ese colegio. Y para media mañana, muchas veces es mucha cantidad. Y luego, pues eso, la calidad nutricional. Y lo mismo ocurre, por ejemplo, en las meriendas. Cuando yo los voy a recoger, en muy pocos veo frutas. En muy pocos veo, de pronto, panes o colines de grano entero, integrales con, por ejemplo, no sé… con humus o verduras, trocitos de zanahorias. Eso no se ve. Y se ve en otros alimentos o productos que evidentemente no son los más propicios para estos peques. Y luego, hay colegios donde puedan tener quioscos, en donde los productos que se venden no son saludables o, fuera o dentro, puede haber máquinas vending. Nosotros, los dietistas-nutricionistas, queremos y deseamos que, en los colegios, puedan tener asignaturas sobre nutrición, que podamos explicarles, porque a los nenes les encanta y son esponjas, y están muy abiertos a este tipo de charlas, que las hacemos muy amenas, adaptadas a las edades que tienen… Con juegos, muy interactivas.
También sería muy interesante que, me los dicen mis hijos, dicen: «¿por qué en los coles no se enseñan a cocinar?», dentro del horario programático o, por ejemplo, como extraescolar. Así como puede haber robótica, baloncesto y demás, que también puedan tener… Que les enseñemos y les vayamos preparando. Y luego, por supuesto, también a los padres. Porque los peques pueden tener esa voluntad, van a casa y pueden explicar: «si nos han dicho que el kiwi tiene potasio tal, no sé qué…». Pero claro, si luego en la casa no lo van a comprar, no lo toman, digamos que el mensaje al peque le queda, pero que, luego, es complicado que lo pueda adquirir. Es un conjunto de cosas que tenemos que conseguir, que también los padres puedan tener más tiempo, la conciliación… Que salgamos del trabajo, los podamos recoger del cole y que podamos merendar de forma saludable y, luego, podamos ir a hacer actividad física todos juntos… Todos esos hábitos que deberíamos cambiar todos.
También el consumo de pescado, sobre todo en adolescentes. Frutas y verduras más de lo mismo salvo, por ejemplo, patata, tomate, pimiento, el resto de frutas y verduras. También hay estudios donde están demostrando, aquí en la población española, que el consumo está muy por debajo de lo que se recomienda en el día a día. Entonces, tenemos que ser conscientes de estas cosas y volver a lo natural, y consumir lo que la naturaleza nos da. Tomar la fruta, las verduras y demás que están de temporada, de proximidad, que vean ese momento de parar, de comer tranquilos, de masticar bien, de ser consciente de las porciones, de las cantidades que se come, de lo que se come, la preferencia de gustos, las distintas texturas… Es que, realmente, estamos viendo que la gente no para, no desayuna, que eso hay cierta disputa de que hay profesionales dicen que sí, que no… Eso también va un poco en lo que es los gustos y logística de la persona. Pero bueno, hay veces que salen con un café, de pronto comen, también rápido y de pronto, a las cinco de la tarde, y ni saben qué comen. Uno le pregunta y dice: «no sé si un bocata, un tal…». No se merienda, no toma nada. Y luego viene la hora de la cena, y cena a las doce de la noche. Y claro, va con hambre y comen cantidades y ni mastican. Entonces, normalmente la hora de la cena es cuando en teoría estamos todos en casa, podemos estar tranquilos, preparar la cena en familia, estar todos juntos, escucharnos… Y pues eso, que tiene muchos efectos, además de lo que pasa, de la alimentación, de la nutrición, por supuesto, a nivel afectivo, a nivel emocional…
Porque, claro, muchas veces hay personas que prácticamente solo cenan. Entonces, ¿que es un imprescindible, un sí o sí, que se tenga que desayunar? Pues no. Lo que pasa es que luego tenemos que ver, en el resto del día, en qué momentos esa persona come y qué alimentos va a tomar, y si hace actividad física, etc., para asegurarnos que esa persona va a estar saludable. Esto de no cenar, habría que ver por qué no se cena. Si es porque, durante el día, suelen tomar estos alimentos, como digo yo, si es porque creen que, de esa forma, van a poder perder peso, si es porque no quieren estar con la familia y prefieren trabajar… Entonces claro, habrá que ver cada caso en particular. Yo no quiero decir que esté mal no cenar, o esté correcto no cenar, porque insisto, que va a depender de muchas cosas. Pero lo que nosotros estamos viendo es esto de la falta de tiempo para comer, que estamos teniendo cada vez más, por ejemplo, y es muy habitual, mujeres de todas las edades, con datos de valores de vitamina D muy bajos, que se están viendo temas de estreñimiento, de estrés, de…
Pues eso, de que no se respetan los horarios. Hay una gran investigadora, que es Marta Garaulet, excelente investigadora, que ha sacado libros y, luego, tiene muchos papers, muchas publicaciones con otros profesionales, donde habla de la importancia de las horas en las que comemos y el impacto también que tiene en nuestro cuerpo, vinculados, por ejemplo, con el sobrepeso, obesidad, con la diabetes… Entonces, tenemos que ir siendo conscientes de la importancia de qué alimentos elegimos para comer, en qué momentos los comemos, si nos detenemos, a qué hora comemos… Hay personas que están comiendo a las cinco de la tarde y no una vez, sino todos los días. Y claro, pues eso, al final, cuando nos alimentamos, además de disfrutar y que es un placer comer, que de esto no nos tenemos que olvidar, es que nuestro cuerpo, nuestra máquina, necesita de estos nutrientes para estar sanos. Entonces, preguntarnos o ir a este profesional, al dietista-nutricionista para ver si, con lo que estamos haciendo, nuestro ritmo de vida diario, a nivel individual o a nivel familiar, nos estamos asegurando esos nutrientes que nuestro cuerpo necesita.
Además de que, evidentemente, con el sobrepeso u obesidad hay un problema, es una enfermedad que, luego a su vez, tenga muchas carencias. Porque, por ejemplo, que sea una persona que básicamente se exceda en azúcares, en grasas, sobre todo grasas no saludables, no haga actividad física y demás, y que se centre en tomar determinados productos, posiblemente, además de tener sobrepeso u obesidad, puede que tenga problemas que estén por debajo del déficit, deficiencia de hierro, de vitamina B12, de vitamina A, de calcio… Entonces, no solo es lo que en sí significa tener esa sobrecarga de peso en articulaciones a nivel estético, a nivel del corazón y un largo etcétera, sino, evidentemente, también la falta de esos nutrientes. Porque uno escucha hierro, calcio, vitamina D, pero todo esto tiene una función en nuestro cuerpo. La naturaleza ha creado un cuerpo que es una maravilla. Para que todo funcione, tenemos que darle con los alimentos a estos nutrientes, para que podamos estar bien.
Y el plato de Harvard, como, también pueden ser las guías canadienses… Dependiendo del país y demás, hay distintos. Pero el plato de Harvard está muy bien, es muy visual, cualquier persona lo puede buscar. Está en español también. Se lo puede bajar, se lo puede poner en la nevera, poner mensajes, como explican los dietistas-nutricionistas, positivos en casa. Trabajarlo con los peques, eso les encanta. Pues explicar el tema, no solo de la parte, por supuesto cualitativa, que para mí es muy importante de qué alimentos elegir, que básicamente es más de la mitad del plato de origen vegetal, de frutas, verduras… Luego, cereales de grano entero y, en la parte de proteínas, que sean de origen saludable. Por ejemplo, de los pescados y demás, la gente dice: «no, pero es que mi hijo es adolescente y esto no le gusta. O mi marido, o mi mujer, o mi sobrina…». Siempre se puede cambiar. Nunca es tarde.
Podemos reeducar al paladar, podemos ir cambiando. Por eso digo lo de los grises. Los cambios tan radicales, por mi experiencia, acá no hablo tanto de evidencia científica, sino que por mi experiencia de más de 15 años ejerciendo, todo cambio radical puede realmente generar un gran impacto. Entonces… cambios paulatinos… Por supuesto, voy a insistir, se tendrá que ver en cada caso en particular si la persona tiene patologías o lo que sea. Pero tenemos que ir de a poco y siempre hay esperanza. Siempre se puede cambiar y podemos ayudar a ir modificando esos hábitos.
Entonces, desde mi punto de vista, es algo colectivo. Por eso, tanto hincapié hago en educar, educar a todos en todas las etapas de la vida, que pueda estar un dietista-nutricionista enseñando eso, los buenos hábitos, la buena alimentación y que se empiece, como decíamos, desde la preconcepción, que sea algo ya innato en nosotros y que las opciones sean esas, que sean las saludables. Si hay espacio en el cole, que ojalá cada vez se fomente más, también por temas de sostenibilidad y demás, pueda tener huertos. A los peques les encanta, si han puesto lechugas, luego tomar esas lechugas. Entonces, son acciones que podemos ir haciendo y e implementando. Porque luego ese peque, que es un peque sano, va a ser un adolescente sano, un adulto sano y un anciano sano.
Y algunos dicen: «vale, fenomenal. No tomo pan». Pero no es tan sencillo. Hay que tener muchas cosas en vista. Por ejemplo, el celíaco puede también ser diabético tipo 1, puede debutar con la celíaca y también de forma secundaria, tener intolerancia a la lactosa. Yo tengo pacientes que tienen intolerancia a la lactosa, a la fructosa y celíaca. Para que se den una idea, por ejemplo, la fructosa, hay muchísimas frutas, un altísimo porcentaje que no pueden tomar. Tampoco verduras. Por lo tanto, la vitamina C va a estar muy baja. Si también por la celíaca tienen intolerancia a la lactosa secundaria, muchas veces el calcio y la vitamina D también están bajos. Por la propia celíaca, es bastante habitual que tengan bajos el hierro y la vitamina B12, o anemia ferropénica megaloblástica. Entonces, si vamos nombrando esto y, sobre todo, está en el inicio de este diagnóstico, es vital el rol del dietista-nutricionista, porque no solo va a tener que evitar al gluten, sino que también a productos con lactosa, con fructosa… ¿Qué pasa luego con la contaminación cruzada cuando preparo los alimentos en casa? O donde toma el peque en el cole. O, si salimos fuera por trabajo, por placer… Todo eso va a cambiar.
Y luego, insisto, a nivel de estado de salud, a nivel nutricional, si ese paciente tiene baja la vitamina C por intolerancia a la fructosa muy marcada, baja la vitamina D y calcio por esta lactosa. Insisto sobre todo por ahí, en el inicio de los diagnósticos y bajo el hierro y la vitamina B12, pues no solo es evitar, por ejemplo, el gluten, tal como dijimos, sino también ver de qué manera puedo darle alimentos que tengan como fuente a estos nutrientes, ver si tengo o no que suplementar. Y luego, en todas estas situaciones, yo siempre digo que es muy importante el equipo interdisciplinar. Que pueda estar el médico, que es donde tiene que hacer el diagnóstico. Cuidado, por favor, en casa. No ir a estos centros que le hacen una analítica y luego les dicen que son intolerantes prácticamente a todo, menos al agua. Hay que hacerlo como corresponde, con los médicos, que le den el diagnóstico, que les van a explicar cuál es la prueba que se tienen que hacer y que, en este equipo, estén los médicos que sean especialistas, que también enfermero, también dietista-nutricionista y psicólogo.
Aquí también hago un llamamiento para que, en el sistema de salud, en el público, en los hospitales públicos, podamos estar todo este equipo para poder realmente llevar a adecuadamente estas patologías. Porque ahora mismo, por ejemplo, dietistas-nutricionistas en hospitales públicos prácticamente no hay y no todo el mundo puede pagar a uno privado. Pero, sobre todo, tiene que estar por la salud de la población. A estas personas les diagnostican y les dan el diagnóstico, y se tienen que buscar la vida. Entonces, como les estoy comentando de en qué situaciones pueden encontrarse de estos déficits, el dietista-nutricionista realmente es vital.
Entonces, por eso que no me canso de decir, de educar, educar, educar y explicar a la población, para que pueda entender e interpretar y no quedarse con: «grasas no, azúcar no». Claro, a ver, grasas… Grasas están también las saludables y las no saludables. El aceite de oliva virgen extra es un tipo de grasa saludable, pero no me va a dar cero en grasas. Entonces, lo que pasa es que sí es una realidad. Y, volviendo un poco a los peques, y lo que comen por ahí a media mañana, o en las meriendas o en los desayunos, en donde estamos viendo que hay un exceso de azúcar. Ejemplos: toman la leche con un producto de cacao y, este producto de cacao, tiene azúcar. Y, encima vemos que, además, el peque agrega más azúcar a lo que ya trae ese cacao. Y, luego, se puede tomar unas galletitas que pueden tener también más azúcar. Y lo mismo por ahí lo unta con una crema de…tal, que también tiene azúcar. Entonces, vamos sumando todo esto. Y, luego por ahí, para media mañana, un batido de tal con más azúcar. Y entonces, claro, es la suma de todo esto y del origen de dónde viene ese azúcar porque, evidentemente, la fruta tiene. Pero es distinto cómo viene presentado ese azúcar. Entonces, por eso digo que hay que enseñar y hay que educar para que puedan entender, si se toma azúcar, de dónde proviene y de cuáles sí se podría consumir.
Y buscar si no se tiene idea de qué se puede preparar, también hay recetas, hay opciones. Y eso, volver a la fuente, volver a conectarnos. Pero no como si fuera un castigo, no como si fuera algo obligado, no como si: «ahora, tengo que tomar esto». No. Es de a poco. Yo me pondría muy feliz si una persona que no toma nada de todas estas cosas que tal… empieza, al menos, a decir: «bueno, tomo una manzana con piel. Y mañana incorporo las lentejas en mi ensalada. Y pasado un pan de grano entero». Y así. «Y voy reduciendo la cantidad de sal que le puedo poner al agua para la pasta. Y, si tomaba tres cucharaditas de azúcar para el café, pongo dos, y luego pongo una. Y, luego, pruebo el sabor del café sin más». Es muy frecuente, en la consulta, las preguntas que hacen: «¿y qué puedo comer? Trabajo fuera. No siempre me puedo llevar el tupper». Y claro, si uno mira lo que encuentra en varias máquinas vending, o en algunos restaurantes, es cierto que la opción es nada saludable.
Pero esto se puede cambiar. Nosotros decimos que si el dietista-nutricionista empieza a entrar más en la industria alimentaria, en los departamentos de I+D+i, de marketing, de calidad, podemos reformular. Podemos diseñar otros productos en donde, a mí me gustaría aclarar que no se entienda que, porque es pizza, no se puede comer o que, si es un bocata, no se puede comer. Sí, siempre que esté elaborado, por ejemplo, una pizza que realmente la base sea agua, levadura, sal y aceite. Que el queso sea un buen queso. Que sea de verdad y que, luego encima, en el topping, podamos poner fruta, podamos poner verduras, calabacín, rúcula… Es decir, que no nos quedemos con este concepto porque es pizza, nunca se puede. No. Va a depender de qué ingredientes tenga esa masa. cómo es ese queso, qué le pongo encima a esa pizza. Lo mismo un bocata. Puedo tener un bocata de un pan de grano entero, ponerle salmón, ponerle atún, ponerle queso, ponerle vegetales, lechugas, rúcula, canónigos, humus… También se puede hacer humus con remolacha, con zanahoria… Que hay opciones. Que, si tengo poco tiempo, puedo tomar y que sean saludables. Simplemente que hay que modificar a estos que encontramos, y que se puede comer bien y muchas veces, como la gente menciona en poco tiempo.