Autoestima y motivación: desmontando mitos
Roberto Colom
Autoestima y motivación: desmontando mitos
Roberto Colom
Psicólogo e investigador
Creando oportunidades
Todo lo que siempre quisiste preguntar a un psicólogo
Roberto Colom Psicólogo e investigador
Roberto Colom
¿Qué es la psicología? ¿Y la inteligencia? ¿Cómo se puede solucionar la falta de motivación, o de autoestima? ¿Está todo dicho sobre la Inteligencia Emocional? ¿Puede la psicología contribuir a mejorar nuestra sociedad? Roberto Colom es catedrático de Psicología Diferencial en la Universidad Autónoma de Madrid y uno de los investigadores en inteligencia más destacados de España. Desde la universidad, ha desarrollado su actividad científica e investigadora desde hace más de tres décadas. Es autor de una veintena de obras técnicas y de divulgación, así como de más de ciento cincuenta artículos científicos y colaboraciones con colegas de distintos continentes. En 2021 publicó su último libro de divulgación, ‘Psicología para no volverse loco’ (Plataforma Editorial). En él, Colom responde a muchas de las preguntas que todos, alguna vez, hemos querido hacer a un psicólogo.
Transcripción
Esa segunda versión es la que da un poco el hilo argumental al tipo de cosas que probablemente vayamos a comentar en esta entrevista: qué caracteriza a los individuos, a los ciudadanos; qué tipo de factores psicológicos o variables pueden ayudarnos a entender por qué tú y yo compartimos una naturaleza humana, pero somos únicos. Un mensaje fundamental de la disciplina psicológica desde la que voy a intentar hablar en los siguientes minutos está vinculada estrechamente con la respuesta a la pregunta de por qué ni hubo ni hay en la actualidad ni habrá en el futuro dos personas iguales sobre la faz de la Tierra. Todos somos distintos y esto es muy importante para poder entender por qué hacemos lo que hacemos en diferentes contextos. Uno de ellos es justamente al que tú te referías, Elena, en relación a por qué hay personas que pueden tener más dificultades de funcionamiento cotidiano; por qué hay gente que presenta unos niveles de funcionamiento más adaptado, menos adaptado; por qué acaba en consulta de un psicólogo; por qué no necesita en absoluto acercarse a una consulta, etcétera.
Y te voy a poner un ejemplo que creo que es muy interesante para que podamos entender qué quiero decir con que las mismas circunstancias no nos afectan igual a cada uno de nosotros, que tenemos un cristal a través del cual vamos filtrando ese tipo de circunstancias. Podemos pensar que la familia nos influye mucho en cómo acabamos siendo en nuestra vida adulta. Mis experiencias cuando soy pequeño están muy a expensas de lo que mis padres deciden por mí. Y es fácil pensar que ese tipo de influencias van a marcar cómo voy a ser en mi vida adulta. Pues bien, hay muchos estudios en psicología que son francamente interesantes, aunque quizá no muy conocidos, pero que vale la pena conocer, que vale la pena poner encima de la mesa. Y es lo siguiente. Tendemos a pensar que el parecido que existe entre nuestros padres y nosotros se debe a que hemos compartido miles de experiencias y sabemos a día de hoy que eso no es así. Sabemos que yo me parezco a mis padres más o menos porque somos parientes, no porque hemos compartido experiencias. Hay un parentesco genético entre mis padres y yo y ese parentesco genético explica de modo muy directo por qué nos parecemos hasta un cierto punto. No somos iguales, somos distintos. ¿Y cómo se ha comprobado esto? Pues haciendo una comparativa muy interesante. Viendo qué ocurre en familias, digamos, convencionales y qué ocurre en familias adoptivas.
Esa comparativa nos ha dado mucha información a los psicólogos para poder llegar a la conclusión de que la semejanza a nivel psicológico entre padres e hijos se debe fundamentalmente a que son parientes. Se parecen físicamente, no lo pueden evitar, porque son parientes. Y el parecido psicológico es lo mismo. No es muy diferente al parecido físico entre padres e hijos. No se parecen porque hayan compartido experiencias en el contexto familiar. Lo mismo ocurre en el colegio. En el colegio un profesor puede intentar explicar un contenido equis, pero los chavales de la clase no van a experimentarlo igual. El nivel de adquisición de información, de conocimientos, de mensajes, que se transmiten en el colegio van a tener un impacto diferente en los distintos chavales, porque de entrada son distintos. En resumidas cuentas. ¿De qué depende que la sociedad a nivel familiar o en el colegio nos influya de manera psicológica? Depende fundamentalmente de cómo soy yo de entrada. Y eso va a hacer que algunas cosas tengan un impacto en mi personalidad, mientras que otras me pasen completamente desapercibidas.
Esa capacidad intelectual, para que te hagas una idea y podamos tener una imagen icónica que nos permita recordar cuál es el modo de responder de un modo muy directo a esa pregunta que me haces, que es compleja, es que imaginemos un cosmos psicológico. Tenemos planetas, tenemos estrellas, tenemos distintos tipos de componentes y ese tipo de componentes podríamos hacerles equivaler a las características que estudiamos en psicología. ¿Qué lugar ocuparía en ese cosmos psicológico esa inteligencia? El del Sol. Y alrededor del Sol orbitarían diferentes planetas que serían equivalentes a esas capacidades que hemos enumerado antes o características que tienen que ver con la gestión de las emociones, tu motivación, tus actitudes, tus valores. Todo eso tiene que integrarse de algún modo, porque al final yo tengo que hacer algo en el mundo real. ¿De qué depende lo que hago en un contexto determinado, ahí fuera, en el mundo real? Depende de que sea capaz de integrar diferentes aspectos. ¿Qué ocurre cuando se presenta una patología? Que ese cosmos se convierte en caos. Empieza a haber un descontrol. Ya no hay una capacidad adecuada para integrar, para coordinar, para orquestar ese tipo de características o factores psicológicos y aparecen los problemas psicológicos.
Y todo este tipo de situaciones me permiten hacer una estimación de lo que realmente me interesa cuando aplico una batería de evaluación psicológica destinada a obtener ese CI, que es un número, un simple número. Es un número que nos recoge esa capacidad que tú tendrías para gestionar problemas más o menos complejos. Y de esto va. Es muy tentador y es muy habitual que se critique a ese tipo de test de cociente intelectual, porque los problemas que planteamos ahí no parecen realistas. Y hay una respuesta muy interesante a esa crítica, que es muy fácil de entender, y es que da un poco igual el tipo de problema que plantee. Igual que yo puedo estimar la capacidad atlética de alguien con pruebas que le puedo hacer aquí en este contexto, sin necesidad de estar ahí fuera y decir: «Este individuo tiene una capacidad atlética magnífica, está en el percentil 90 de capacidad atlética». Luego salgo a la realidad y compruebo que, efectivamente, su capacidad atlética le facilita el desarrollo de actividades deportivas. Yo he hecho el test en un laboratorio, pero ahí fuera resulta que lo que he visto en el laboratorio se refleja bastante bien. Con los test de cociente intelectual pasa lo mismo. Ese tipo de pruebas que aplicamos que pueden parecer muy artificiales, al final te están revelando hasta qué punto la persona es capaz de manejar una información más o menos compleja, y eso tiene un reflejo en la realidad. Yo puedo hacer un pronóstico con esa puntuación de cociente intelectual de cómo se va a comportar en contextos cotidianos, que es lo que me interesa en realidad. El CI, en sí mismo, es instrumental. Tiene un significado por lo que me dice o por lo que me va a decir del comportamiento en la vida cotidiana.
¿Por qué? Porque la motivación, para decírtelo de un modo muy directo, es algo parecido a la inteligencia. Tienes la que tienes. Tienes la que tienes de fábrica y podemos hacer cosas para mejorar ciertas habilidades que tienen que ver con el intelecto, igual que podemos hacer ciertas cosas desde fuera para intentar motivar a la gente. Pero si la gente de modo intrínseco no tiene esa motivación, va a ser muy difícil que mantenga en el tiempo lo que es necesario para que ese intelecto permanezca en un nivel de estimulación sistemática. Un buen contexto para poder entender hasta qué punto se puede mejorar la motivación, hasta qué punto es fácil incrementar ese nivel de motivación para que impacten características como el intelecto o incluso el desempeño en el colegio, es una investigación que se hizo en Reino Unido con miles de gemelos. Se conoce como «TEDS». Es un estudio muy interesante. Es un estudio longitudinal que se hace con estos miles de gemelos. Y han analizado en concreto cómo poder entender el hecho de que en el colegio haya chavales que aprenden con facilidad y chavales a los que les cuesta mucho aprender los contenidos curriculares.
Y aquí se han estudiado un montón de variables, entre otras el intelecto, el nivel de motivación, el esfuerzo, la autoeficacia, la autoestima… Un montón de variables. Y lo que se ha comprobado en este estudio con miles de gemelos es que el nivel de esfuerzo, el nivel de motivación, la autoestima que está vinculada al contexto de aprendizaje, está tan influida por características propias del individuo, entre otras su genotipo, como las características que de toda la vida sabemos en psicología que están influidas por el genotipo, los genes, que es el intelecto. Sabemos que en el contexto académico, el mejor predictor de que haya chavales que aprendan con más facilidad, con más dificultad, es la capacidad intelectual de la que hemos hecho referencia antes. Y en este estudio, con estos miles de gemelos que comentaba, en este estudio TEDS, se intentó comprobar si otras variables como el nivel de motivación o el esfuerzo podían añadir algo a la explicación de por qué algunos chavales aprenden más y mejor que otros en el colegio. Y al hacer esta comprobación se observó justamente este patrón, el patrón de que todas las características que tienen que ver con el desempeño en el contexto académico, en el contexto escolar, están tan influidas por las diferencias genéticas que nos separan como el intelecto.
Después de observar este tipo de patrón, concluyeron lo siguiente. Estos resultados ponen patas arriba todo lo que sabemos a día de hoy sobre la educación, en el sentido de que nos desmontan ciertas leyendas que no se corresponden con la evidencia empírica. No es nada fácil intentar que el personal tenga motivación por hacer algo. Por tanto, para poder conseguirlo hace falta una supervisión explícita sistemática del entorno. No nos va a servir dejarlo a cuenta del propio individuo. Tenemos que hacer una planificación desde el exterior, programas de supervisión sistemática que estimulen, que vayan acompañando a la persona para que su nivel de motivación no se venga abajo, porque espontáneamente va a ocurrir. En este sentido, Elena, la famosa frase de «si quieres, puedes» no parece muy congruente con la evidencia que hemos acumulado en los últimos años. Es muy importante tener en consideración trabajos recientes publicados en psicología y que no acaban de impactar en el mundo real, lamentablemente. Uno de los estudios que recuerdo reciente es una denuncia de la tendencia casi patológica en el mundo de la educación, en el mundo del trabajo, etcétera. En el mundo de la salud, incluso.
A darle demasiado protagonismo a las circunstancias quitándosela a los individuos. Esto no es buena idea porque va a hacer que las personas alberguen esperanzas que no vamos a poder cumplir. Y esto no es bueno. No debemos subrayar demasiado el poder de las circunstancias quitándose a los individuos. Los individuos son muy importantes, de manera que debemos trabajar intensamente para, por ejemplo, en el contexto escolar. ¿Cómo podemos ayudar a la mayor parte de los escolares a que aprendan lo que tienen que aprender en el colegio? Pues fundamentalmente adaptándonos a los diferentes escolares. ¿Qué quiero decir con esto? Si miramos lo que dicen los informes, los famosos informes PISA, constantemente subrayan la importancia que tiene el aprendizaje autónomo. Los chavales tienen que aprender por sí mismos. Tienen que ser cada vez más autónomos. ¿Qué hemos visto en psicología? Y lamentablemente, lo que hemos visto no tiene ningún impacto en la educación. Lamentablemente. Pues hemos visto que ese aprendizaje autónomo es válido para un 20 % de los escolares, nada más. El 80 % restante aprende mucho mejor con supervisión explícita. Hay que guiarles de la mano. Hay que estar cerca de ellos para mejorar ese proceso de aprendizaje escolar. Por tanto, esa autonomía no va bien para todos los chavales. Tengamos una vez más cintura para adaptarnos a esa variedad de estudiantes. Por poner un ejemplo.
Tres. Que no son míos, por cierto. Son de Judi Harris, lamentablemente fallecida a finales de 2019. Y Harris planteaba que hay tres mecanismos para intentar entender esto de la identidad, la reputación, etc., que son: con quién me relaciono a título individual. Yo contigo, yo con cualquier otra persona. A título individual. Cuáles son mis amistades, cuál es mi red de amistades. El segundo mecanismo es con qué grupos sociales me identifico. En segundo lugar. Cuáles son mis referentes, mis grupos de identificación social. Y en tercer lugar, que es el más importante, cómo me coloco yo dentro de los grupos sociales en los que me relaciono. ¿Qué soy? ¿El líder? ¿Soy un admirador del líder? ¿Soy alguien que realmente tiene un papel protagonista en mis grupos de referencia? ¿Cuál es mi estatus en último término dentro de mis grupos de referencia? Y las tres características, los tres mecanismos, son fundamentales para poder entender eso de por qué necesitamos sentirnos reconocidos. Fundamentalmente porque va a tener un impacto, de hecho, en mi vida cotidiana. Si yo tengo un reconocimiento mayor que tú o al revés, eso va a tener un impacto en mi comportamiento, en cómo se ven los demás y que ocurre en mis circunstancias, en mi vida cotidiana. En resumidas cuentas, es muy importante que tengamos en consideración esa tensión entre identidad y reputación y nos preguntemos qué puede fallar cuando hay un excesivo peso de eso de la reputación.
¿Por qué nos preocupa más el cómo nos ven los demás que el cómo nos vemos a nosotros mismos? Y esto conecta, yo creo, puede conectar directamente con lo que hemos hablado antes, Elena, de por qué es importante enseñar psicología en los colegios. Porque esto nos ayudaría a que entendamos que todos nosotros, todos y cada uno de nosotros tenemos virtudes y defectos. Esa combinación de virtudes y defectos que todos, todos tenemos, es lo que configura nuestra identidad. Entonces, lo que hacemos de cara a la galería es subrayar las virtudes e intentar disimular los defectos. Pero no pasa nada. No hay que ponerse nervioso si tenemos en cuenta que todos, todos nosotros tenemos esos dos tipos de características. Tenemos cosas buenas y cosas menos buenas. Y esa combinación peculiar en tu caso y en el mío y en el de todos los demás, es lo que genera mi identidad. Y aceptar cómo soy es muy importante. Cómo nos ven los demás tiene su relevancia, pero desde luego no es buena idea que predomine cómo nos ven los demás a cómo me veo yo a mí mismo. Tengo que aprender a conocerme y eso cuanto antes lo empiece a hacer, incluso en el colegio, mejor. Acéptate como eres e intenta mejorar en la medida de lo posible. Que se puede conseguir. Con esfuerzo, por cierto, pero se puede conseguir.
¿Cómo conectamos ese incremento generacional de inteligencia con el hecho de que Internet nos pueda estar atontado, que es la respuesta larga? Pues con lo siguiente. En los últimos 10, 15 años, se ha venido observando que ese incremento generacional, ese Efecto Flynn, esa mejora de la inteligencia se ha parado. Y, de hecho, en algunos países, que es en los que primero comenzó ese efecto positivo, empieza a revertirse, empieza a volver a declinar. Y algunos malpensados dicen que eso tiene que ver con el uso creciente de este tipo de tecnologías. ¿Qué podemos hacer? Lo que hemos comentado antes: Alejarnos de la tentación. Poner un poquito de tranquilidad y que el uso de ese tipo de herramientas de Internet sea un uso que en el que nosotros llevemos la voz cantante, no los dispositivos. Todos sabemos en qué consiste ese control por parte de los dispositivos. Tenemos un teléfono móvil que no para de vibrar constantemente y darnos señales. Tenemos que cambiar eso. Tenemos que ser nosotros quienes tengamos control sobre ese tipo de tecnología y no al revés. Es la única manera, la única salvación para que podamos utilizar ese recurso, que es fantástico, pero usarlo sabiamente.
Pero, y esto es muy importante, las características propias del individuo no se van a manifestar salvo que las circunstancias sean propicias. ¿Qué quiero decir con esto? Quiero decir que hemos comprobado en la investigación psicológica que alguien con un temperamento que le haría proclive a un comportamiento antisocial en ningún caso va a manifestarlo cuando el proceso de educación, de socialización ha sido el correcto. ¿Y qué significa que ese proceso ha sido el correcto? Que se ha adaptado a las características del niño, del chaval. No se puede educar exactamente igual a chavales con diferentes temperamentos. Y esto es muy importante. Cuando ese proceso de educación falla porque no se ha adaptado al temperamento del chaval, tenemos una mayor probabilidad de que en su vida adulta se convierta en una personalidad antisocial. Y esto es muy importante. Tener en consideración que esa interacción es la clave. Cómo eres tú y qué tipo de circunstancias te han rodeado en períodos críticos de tu vida.