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Así nació la leyenda

Carl Lewis

Así nació la leyenda

Carl Lewis

Atleta


Creando oportunidades

Carl Lewis

Nacido en 1961 en Alabama (Estados Unidos), Carl Lewis es considerado uno de los atletas más grandes de todos los tiempos. El 'Hijo del viento' destacó en pruebas de velocidad y salto de longitud, combinando una técnica impecable con una fuerza mental extraordinaria.

Su dominio absoluto en los años 80 y 90 lo convirtió en una leyenda del atletismo, comparado con figuras como Jesse Owens, a quien homenajeó igualando su hazaña en los Juegos de Los Ángeles 1984.

Tras retirarse, Carl Lewis ha promovido la educación, el deporte y la sostenibilidad, defendiendo el poder del esfuerzo y la preparación mental. Su legado va más allá de los récords, encarna la idea de que el éxito es el resultado de disciplina, fe y determinación.


Transcripción

0:00
Carl Lewis. Bueno. ¿Cómo estáis todos? Muy bien. Genial, vamos a tener una charla divertida. No tengo ni idea de lo que voy a hablar, así que haced todas las preguntas que queráis. Tomaos todo el tiempo del mundo conmigo. Nunca antes he dado una entrevista. Estoy muy nervioso. Y además, soy la persona más mayor aquí. Pero no pasa nada. Ah, no, tú estás allí. ¡Es broma! Sí, Fuimos juntos al instituto. Hola a todos. Soy Carl Lewis y estoy encantado de estar aquí. Tenía muchas ganas de venir. Me encanta Madrid. He estado aquí muchísimas veces. Y España, obviamente, como podéis imaginar, es importante para mí porque gané dos medallas olímpicas de oro en este país, así que es un lugar muy especial para mí y quiero ir al grano. Así que primera pregunta. ¿Quién es la primera persona en preguntar?

0:57
Hombre 1. Carl, un gusto conocerte y tremenda tu trayectoria. Has participado en varios Juegos Olímpicos, ganado nueve medallas de oro. Y quería entender un poco si valió la pena todo ese esfuerzo que imagino que has dado para poder ganar todo esto.

1:12
Carl Lewis. Bueno, para empezar, para ganar todas esas medallas obviamente hay que tener cosas inimaginables. Cuando era pequeño e iba al colegio veíamos los Juegos Olímpicos por televisión. En cada olimpiada mi padre compraba un televisor nuevo. ¿Saben?, soy lo suficientemente viejo para recordar cuando sólo había un televisor en casa. ¿Quién más es lo suficientemente mayor para recordar aquellos tiempos? Un solo teléfono, una única televisión. Siempre soñé con ir a allí y nunca pensé que lo lograría. Pero una vez que me convertí en deportista olímpico, a los 18 años, sentí el deseo de regresar. En aquel entonces, ningún velocista competía en dos o tres Juegos. Solo íbamos a uno, tal vez dos. Era así. Pero lo importante para mi no fue centrarse en los próximos juegos ni en los pasados. Una cosa que hice fue que al terminar los Juegos Olímpicos, guardé mis medallas en una caja fuerte para no verlas durante los siguientes cuatro años. Porque puedes aprender del pasado, pero al final tu pasado no te hará mejor en el futuro. Simplemente obtendrás más información y experiencia.Eso fue lo primero que aprendí. Lo segundo fue ir año a año. Jamás en 1 millón de años me imaginé ir a cuatro Juegos Olímpicos porque en aquel entonces no era lo común. Así que muchas cosas tuvieron que pasar. Si el deporte no se hubiera profesionalizado, si no se hubiera cambiado, el profesionalismo habría sido imposible que lo lograra. Si no hubiéramos tenido todos los problemas que tuvimos, no lo habríamos logrado. Así que lo más importante es centrarse en lo que uno puede controlar, lo básico: encontrar al entrenador adecuado, el lugar adecuado para vivir y el mánager correcto. Y, lo más esencial, la responsabilidad empieza con uno mismo. Siempre me equivoqué yo. Mi manager nunca se equivocó. Mi entrenador nunca se equivocó. La ciudad nunca se equivocó. El pueblo nunca se equivocó. El promotor nunca se equivocó. Porque no puedo controlar lo que hacen. Así que usé esa actitud para aprender que si una carrera salía mal, hay que trabajar en lo que falló. En cuanto a mis competidores. No odiaba a mis competidores. Los respetaba. Quería vencerlos. Pero nunca permití que se adueñaran de mi entorno. Por suerte, tuve un solo entrenador, un solo club, una sola escuela, una sola ciudad, un solo representante durante toda mi carrera. Así que elegí a las personas adecuadas. Me responsabilicé de mis actos y con el tiempo, ellos también se hicieron responsables de los suyos al darse cuenta de que no íbamos a discutir sobre quién tenía la culpa. Siempre hablábamos sobre cómo hacerlo bien. Y creo que así fue como duró. Nunca di mi deporte por sentado. Me di cuenta de que tenía que esforzarme mucho. Esto es un dato curioso. Fui el número uno del mundo en los 100 metros cuando tenía 19 años y corrí en diez segundos.

4:25
Carl Lewis. Fui el número uno del mundo en los 100 metros. Pero la última vez tenía 30 años y corrí en 9.86. Así que nunca me centré con ser el número uno. Me obsesioné con superarme a mí mismo porque, una vez que me convertía en el número uno, tenía que vencer a esa persona. Como digo, vencer al hombre del espejo, no a alguien más que intentaba alcanzarme. Nunca me conformé ni disfruté de ser el hombre más rápido del mundo. Siempre pensaba: “Soy la persona más rápida que todos conocen.” Así que podría haber alguien que aún no conociéramos de algún pueblito o de algún lugar recóndito que de repente aparezca y sea más rápido. Por eso creo que lo importante es concentrarse en lo que uno puede controlar. Sigue esforzándote, elige bien a la gente que te rodea y sé responsable de tus actos. De este modo, ellos también tendrán la oportunidad de ser responsables y, por consiguiente, trabajaréis juntos. Así se ganan nueve medallas de oro.

5:24
Mujer 1. Pues un gusto conocerte Carl. Sé que en el 85 tuviste un momento un poco crítico, distanciándote como medio de protección ante toda la presión que estabas viviendo. Y en diferentes entrevistas hablabas que por ejemplo, a los 40 hiciste muchas cosas que hubieras podido hacer a los 20. Entonces mi pregunta es: ¿si viajaras en el tiempo, qué le dirías a ese Carl de 1985?

5:54
Carl Lewis. ¡Uh! ¿Qué consejo le daría ahora al Carl Lewis de 1985? Creo que la primero que le diría es que no te creas más listo de la edad que tienes. Escucha. Es verdad eso que dicen que por algo tenemos una boca y dos orejas. Escucha. Oigo a los jóvenes decir todo el tiempo: «Oh, somos más listos que antes». No, no lo sois. Tenéis la edad que tenéis. Es la experiencia de la vida. Cuando eres joven… bueno, yo suelo decir que está bien ser joven y guapo, ¿no? Pero es ridículo ser tonto y viejo. Así que, aprende algo. Y lo que le diría esa persona es simplemente que escuche más y esté más abierta a la información de personas mayores con más experiencia. Yo lo hice bien, pero no creo que ningún otro ser humano fuera diferente. Siempre les digo a los chicos a los que entreno, trabajo con jóvenes de entre 18 y 23 años, y les repito continuamente: «A los 18 fui atleta olímpico. A los 19 batí un récord mundial. A los 20 fui el número uno del mundo y a los 21 ganaba un sueldo de seis cifras. Y seguía siendo tan ingenuo como vosotros, chicos.» La única diferencia es que yo conseguí todo eso. En definitiva, lo que me diría a mí mismo es: “escucha”. Hay una razón por la que las personas mayores tienen información porque tienen experiencia de vida. Y lo que he aprendido es que al hacerme mayor, tengo un hijo y una nieta, intento ser más abierto con esa información. Pero no para no decir solo: «Oye, soy más inteligente que tú, sé más cosas». Intento explicarles las cosas al haber vivido experiencias, así que creo que le diría a ese chico que escuche más. No soy de los que dicen: «Ojalá pudiera cambiar aquello que hice»; porque estoy bien. Un pequeño cambio hubiera alterado el rumbo de todo. Y tuve muchos desafíos en mi carrera, sobre todo al intentar cambiar el deporte, hacerlo profesional, luchar contra el dopaje y todo lo demás con lo que tuve que lidiar. Pero obviamente tuve la fuerza para superarlo porque sigo en pie. Así que ese sería el primer consejo: escucha lo que dice la gente y busca información de personas mayores y con experiencia que estén dispuestas a escuchar. Quiero decirte esto porque es un honor que una persona mayor – no me refiero a mi que tengo 64 años, sino a alguien de 30, 40, 50 o 60 años – quiera compartir contigo consejos sobre la vida. Es un honor porque se preocupa por ti y por tu futuro. Eso es lo que me diría a mí mismo. Cierra la boca y escucha más.

8:28
Hombre 2. ¿Si no hubieras sido atleta, qué hubieras elegido ser en tu vida?

8:34
Carl Lewis. No me hacen esa pregunta muy a menudo. Si no hubiera sido atleta, ¿qué habría sido en mi vida? Sinceramente, no lo sé. Tenía un plan A. Nunca pensé que ese plan A llegaría a ser tan exitoso. Pero una vez que me centré en el atletismo, me centré en todo lo que podía obtener de él. De niño era muy tímido. Ahora soy más abierto y extrovertido. Y eso se debe a que sabía que era lo que tenía que hacer en el atletismo. Así que sinceramente, no lo sé. Nunca tuve un plan B, pero sí entendí el valor de la educación. Mis padres eran profesores, así que sabía que tenía que tener una base sólida y obviamente el deporte fue mi base, pero con la educación en la universidad me formé y aprendí sobre negocios. Y cuando dejé el deporte me puse en contacto con gente del mundo del entretenimiento, me puse en contacto con gente de negocios, me puse en contacto con todos los que hacen que todo esto funcione. Así que no sé. No estaría en el mundo del entretenimiento como estoy ahora. No sería el orador que soy. Habría sido algo mucho más discreto, porque el deporte me hizo mostrar mi personalidad. Y todo salió a la luz. El deporte me permitió ser yo mismo, porque sabía que era necesario para tener éxito, tanto en lo deportivo como en lo económico y en la imagen pública que deseaba. Así que nunca tuve un plan B. Si no hubiera podido dedicarme al deporte, de todas maneras habría sido mi plan A. Y me ayudó porque como atleta me entregué por completo. Analicé cada aspecto. Quiero decir, cuando corría, claro que entrenaba a diario, tenía el entorno adecuado, pero también asistía a clases de dicción. Tenía la voz desafinada así que tomé clases de canto y de actuación. Hice todo esto porque quería impulsar mi carrera deportiva. Si simplemente hubiera obtenido un título universitario, me habría adaptado a las circunstancias y habría intentado ser el mejor, porque esa es mi personalidad y también contaba con el apoyo necesario. Pues no lo sé, de verdad que no lo sé. Tenía un plan A y por suerte funcionó. Salió muy bien.

10:50
Hombre 3. Es un privilegio, Carl, estar aquí contigo. Muchas gracias. A lo largo de tu vida, ¿cómo llevaste la gestión de expectativas que las personas podían tener sobre ti? ¿Cómo fue tu proceso y qué nos recomendarías?

11:03
Carl Lewis. Bueno, lo que pasa conmigo es que tuve una vida singular, en el buen sentido. Maduré muy tarde, así que no fui rápido de joven. No era alto, no era… bueno, sí era un poco sexy, ja ja ja. Parecía un niño pequeño. Siempre tuve una sonrisa preciosa, una naricita bonita, pero usaba gafas, así que era un niño un poco cursi. Ya saben, el típico niño pequeño y cursi al que ignoran. Siempre practiqué atletismo. Pero no era el mejor. Lo bueno de eso es la experiencia. Cuando ganas siempre adquieres una experiencia particular. Pero cuando pierdes y no eres popular consigues una experiencia totalmente distinta. Adquirí esa experiencia por primera vez cuando empecé a los nueve años y duró hasta los dieciséis. Esa fue mi experiencia. Jugué, corrí en pista, jugué al fútbol durante seis años. Y vi lo que era ser una estrella y sentí lo que era perder. Así que cuando empecé a ganar, no lo olvidé. No olvidé cómo me trataron, cómo me menospreciaron, y me ignoraron. Pero no lo hice. Nunca sentí que fuera un motivo de represalia, una razón de venganza porque me identificaba con la gente que era como yo, no con ellos. Así que eso fue todo. Recordé esa experiencia, y no pensé en vengarme. Fue más bien como decir: «Vale, voy a representar a la gente como yo para fortalecerla. No a vengarme de la gente que nos está destruyendo”. Y de nuevo, no fue algo consciente, simplemente me sentí identificado con eso. Y por suerte, cuando vi a mis padres entrenando a niños y viendo los valores que yo veía, supe que tenía suerte. No era un genio, no era inteligente. Pero tuve la fortuna de presenciar y observar cómo mis padres siempre se dedicaban a ayudar a los demás y eso me parecía normal incluso antes de comprenderlo del todo. De pequeños no íbamos de vacaciones e íbamos a las competiciones de atletismo. Y si lo ves desde fuera, pensarías: “Qué familia más disfuncional, nunca se van de vacaciones, no hacen nada, blah, blah, blah, blah, blah.” ¿Pero saben qué? Mis padres estaban allí. Mi hermano y mi hermana estaban allí. Todos mis amigos iban a las competiciones. Así que vivíamos una vida familiar increíble que, por muy disfuncional que pareciera, en su interior era maravillosa. Así que nunca, incluso hoy en día, lo he olvidado. Todavía no he olvidado algunas de las cosas que me decían: «Tú eres esto, tú eres aquello, no vales…”. Estaba en el equipo de relevos y recuerdo un día que estaba corriendo con vallas y fallé porque mis zapatillas de clavos eran demasiado pequeñas y no pude saltar las vallas. ¡Hemos perdido por tu culpa! Pasé por todo eso y nunca lo olvidé. Pero nunca los culpé.

14:22
Carl Lewis. Quería honrarnos. Y creo que ahí está la clave. Así que si eres joven, un atleta joven, no puedes fiarte cuando escuchas decir sobre un niño de diez años: “¡Dios mío, es genial! ¡Va a llegar lejos!” No tienes ni idea. No lo sabes hasta los 16 o 17 años, después de la pubertad. Así que anima a los jóvenes, si no son buenos, puede que lo sean cuando crezcan. Yo no alcancé la altura de mi madre hasta los 16, y ahora soy el más alto de la familia. Y gracias a Dios que mis hermanos también son mayores, porque se están encogiendo como yo. Sí, aquí los más mayores, lo entenderán. ¿De qué estábamos hablando? Creo que lo más importante para mí es que fui un perdedor mucho antes de ser un ganador, y nunca olvidé esas derrotas.

15:09
Mujer 2. Hola Carl. Quería saber cómo fue la relación con tu padre y si fue una referencia para ti tanto en tu vida profesional, ¿no?, como una forma de vida.

15:20
Carl Lewis. Tuve unos padres maravillosos. Ambos eran maestros de escuela pública y fundaron el club de atletismo al que pertenecía. Crearon un club cuando yo tenía ocho años para mujeres. Mi madre quería un programa en 1969 exclusivamente para mujeres, porque las mujeres no tenían acceso. Así empezó. Luego mi padre también contribuyó. Y después se unieron otros chicos y empezamos a ir. Mis padres eran increíbles por todo lo que veía en ellos: eran profesores y yo iba a sus escuelas. Después del colegio, iban a dar clases y a entrenar niños. Así que lo único que veía hacer a mis padres era enseñar. Y de pequeño, no me daba cuenta de lo que me estaba pasando. Y el hecho de haber aprendido en su club, hablo en plural porque ambos eran padres increíbles, y la razón por la que digo «ellos» es porque todo lo que hacían era juntos y desde el respeto. Vi el respeto que mi padre y mi madre sentían. Mi madre era una mujer muy, muy fuerte e independiente. Una mujer muy fuerte e independiente, pero ella respetaba a mi padre. Yo lo veía. Y mi padre también era un hombre muy fuerte e independiente. Y se respetaban el uno al otro y era algo increíble. Me transmitieron cosas diferentes. Mi padre era más práctico. No era muy hablador. Iba directo al grano. Y eso fue bueno. Él nació en 1926 y no era de esos que llegaba y te decía: “Oh, te quiero, hijo” y te abrazaba todos los días. Nunca tuvimos eso. Creo que se trata de una cuestión generacional, pero nunca sentí que no me quisiera. Y las cosas que le vi hacer demuestran que era el líder de nuestra familia. Cuidaba de todos. Con dos sueldos de maestros, no nos faltaba de nada. Teníamos una casa bonita, teníamos un buen coche, pero no teníamos lujos. Y los pocos que teníamos los gastaban en el equipo de atletismo. Así era. Mi madre era el pilar de la familia. Mi madre era mi sombra, y mi padre era… No, mi padre era la sombra. Mi madre era la competitiva. Ella era esa verdadera fuerza impulsora de todo lo que hacía. Entre los dos formaban un gran equipo. Mi madre falleció hace dos años, tenía 93 años. Y mi padre falleció muy joven, tenía 60. Y eso fue realmente devastador porque yo solo tenía 25 años cuando sucedió y fue bastante duro en ese momento. Ser tan joven y perder a tu padre… Recuerdo que me quedaban tantas cosas por contarle y mostrarle. Y él fue a unos Juegos Olímpicos. Eso fue todo. Un Campeonato Mundial, unos Juegos Olímpicos. Y se fue. Eso es lo que más eché de menos. Había tantas cosas que le quería contar, pedirle su opinión. Porque se hacía más prudente mientras yo me hacía famoso. Mi madre era más como: «Vamos, ¡hazlo!» Pero mamá, tranquilízate. Ella decía cosas como: «Le he dicho a ese reportero que parara…» Mamá, tranquila. Así que papá fue el que dijo: “Vale, haremos esto. Listo.” ¿Saben? Como he dicho, papá solo fue a unos Juegos Olímpicos, los de 1984. Y cuando corrí mi primera prueba, los 100 metros, mis padres estaban en las gradas y yo sabía dónde estaban.

18:47
Carl Lewis. Así que al terminar esa carrera, sentí ese alivio como: “Ya lo logré, gané.” Me sentí feliz. Y verlos en las gradas fue increíble. Siempre bromeo diciendo que mi madre quería bajar a la pista, pero mi padre no la dejó; hizo que se mantuvieran en un segundo plano. Le dijo: «Sal de aquí», «ponte detrás de la cámara», o algo así. Y cuando nuestro padre falleció de cáncer, no dejaba de pensar en ese momento. Teníamos una cinta de vídeo de aquella carrera. En ella se ve a la gente de las gradas. Y papá, como casi todos los hombres de su época, supongo, era el que siempre estaba detrás de la cámara. Así que casi no teníamos fotos suyas. Teníamos fotos por todas partes, pero no de él. Y vi ese vídeo y pensé en ello. Cuando falleció, le di mi medalla de oro de los 100 metros. Mis nueve medallas de oro, es decir, mis nueve medallas restantes, ocho de oro y una de plata, están todas en el Smithsonian afroamericano en Washington, D.C. Fue una donación. Y luego el primer oro, el que gané en Los Ángeles, sigue en el ataúd con él hasta el día de hoy, Y no le voy a decir a nadie dónde está, que no lo encuentren. Fueron unos padres maravillosos y nunca quise ser entrenador cuando me retirara. Es decir, cuando me retiré estaba como: “Chico, me largo de aquí. No quiero veros nunca más”. Y luego, me ofrecí como voluntario y lo hice. Pero muchas de las cosas que hago, y mis hermanos y mi hermana me lo dicen, las hago como si fuera mi padre. «Eso es como mamá y papá. Es como papá, lo haces como papá». Esa es la gente a la que admiraba de niño, mi padre y mi madre, personas a las que quería mucho y que me querían. Fueron unos padres estupendos para toda nuestra familia. Y ahora dicen que me parezco a ellos. Teníamos una relación maravillosa y los echo mucho de menos todo el tiempo. Y estoy muy agradecido por la vida que tuve. Ellos me dieron la vida que tuve.

20:47
Mujer 3. Hola Carl. Encantada de saludarte. Es un privilegio tenerte aquí.

20:50
Carl Lewis. Gracias.

20:51
Mujer 3. Me gustaría que nos hablaras un poco sobre tu fundación y que nos contaras un poco como ayuda a mayores y pequeños.

20:58
Carl Lewis. Bueno, mi trabajo se basa en mi fundación. Básicamente, me centro en la actividad física y en el bienestar infantil. Participo en varias juntas directivas. Soy miembro de la Junta de ‘Best Buddies’ que trabaja con niños con discapacidad intelectual. Patrocinamos muchos programas juveniles y deportivos. Lo fundamental es crear un espacio donde los jóvenes puedan desarrollarse plenamente. Y eso es realmente lo más importante. Los niños con discapacidades intelectuales a menudo son marginados, no tienen amigos. Por eso, ‘Best Buddies’ crea relaciones y amistades para ellos. Por supuesto, todos los programas juveniles a los que hemos donado ayudan a los niños a mejorar su condición física y otras cosas. Y ahora, cuando empecé a entrenar en la universidad, comencé como voluntario simplemente para ayudar con el programa. Lo interesante es que llevo ya once años aquí y he visto cómo los jóvenes se comportan como si fueran cada vez más pequeños. Casi siento que ahora entreno a estudiantes de instituto. Así es como está cambiando. Y le doy gracias a Dios por ser mayor. Porque si siguiera 20 años más, esto podría ser como tratar con niños de primaria. Pero lo más importante es el bienestar de los jóvenes, sus relaciones, sus amistades y también comprender el mundo en el que vivimos. No es más complicado que cuando nosotros estábamos aquí. Es frecuente que digamos: «Oh, sí, es más difícil.» Ahora con las redes sociales se dice: «¡Madre mía, hay mucho acoso en redes sociales!» A mí me hacían bullying delante de mi cara. Eso fue difícil. Mirad, tengo las orejas pequeñas. Me hicieron daño, ¿sabéis? Así que creo que tenemos que lograr que los niños entiendan que el mundo es un lugar difícil allí fuera. Siempre lo ha sido. Y tenemos que asegurarnos de prepararlos para afrontar esos desafíos en lugar de intentar evitárselos. Porque, en definitiva, necesitamos entender cómo funciona el mundo. Cuando estás en secundaria o en la universidad, vas a una escuela pública o a una escuela privada, el mundo invierte en la educación. Mis impuestos, tus impuestos se destinan a la educación de todos, no solo de tus hijos. Luego, cuando llegas a la universidad, parte de esos fondos se financian y otra parte tienes que conseguirlos tú. Así funciona. Y una vez que terminas la universidad, probablemente sea la última vez que le importes a alguien quitando a tu familia y amigos. En tu trabajo no tienen por qué preocuparse de nada salvo de contratarte. Lo mismo puede pasar con tus relaciones. Lo esencial es cómo nos desenvolvemos en este mundo y cómo vemos a los demás, cómo nos vemos a nosotros mismos. Y creo que eso es lo más importante en mi situación actual. Y en mi evolución, pública y política, me inclino cada vez más hacia ese ámbito, especialmente en Estados Unidos, donde no estamos polarizados, seamos honestos. Estados Unidos está mostrando quiénes somos realmente ahora mismo y por eso tenemos que entender que la gente tiene que madurar y aprender a desenvolverse en ese proceso, porque lo que ven ahora es la verdadera América.

23:58
Carl Lewis. Especialmente para un hombre negro. Esa es la América que siempre he conocido, pero ahora todo el mundo la está viendo. Y, ¿cómo lidiamos con esto y nos aseguramos de seguir siendo globales y formando parte de este mundo? Y eso es lo mejor que me ha pasado y que puedo ofrecer a estos jóvenes: que he estado en todas partes. Veo el mundo. Y si sintiera que simplemente no pudiese aguantar más en Estados Unidos hay docenas de lugares donde me encantaría vivir. Y por eso quiero transmitir ese mensaje a los jóvenes, así como la importancia de la amistad, las relaciones y el preocuparse por quienes son diferentes. Hay personas con discapacidad intelectual o atletas y el 98% de ellos termina la universidad y consigue un trabajo. Así que no soy entrenador. En realidad preparo a los jóvenes para que consigan empleo. Y entreno a un par de personas. Y ahí radica mi entusiasmo. Pero en Estados Unidos estamos evolucionando. Por lo tanto, esto tendrá que politizarse cada vez más, porque la política afecta a los jóvenes, ya sea en la atención médica, la educación o la forma en que se trata y se respeta a los niños. Así que estas son cosas en las que tenemos que evolucionar para asegurarnos de que nos preocupamos por nuestros hijos y les brindamos una perspectiva global para que comprendan el mundo y puedan desenvolverse en él.

25:24
Mujer 4. Bueno, un placer estar aquí. Mi pregunta es: creo que todos sabemos los valores positivos que te enseña el deporte, pero me gustaría saber, tú como deportista olímpico, ¿qué valores has cogido del deporte para tu día a día y para inculcar en tu fundación? ¿Y qué valores crees que todos deberíamos aplicar en nuestro día a día?

25:49
Carl Lewis. Sí, creo que es una buena pregunta. Y la mayoría de las veces no depende de lo que uno haga, sino de las circunstancias. Lo primero es no tener miedo al fracaso. Eso es lo más importante. No tengas miedo al fracaso. No vas a vivir sin retos, dificultades ni derrotas. Así que no tengas miedo de eso. Muchos atletas dicen: «No quiero intentarlo porque…» Eso es lo que aprendí. Y he estado involucrado en muchos negocios diferentes. He estado en muchas cosas en la vida. He estado en muchas cosas en el deporte. Como os dije antes, sólo gané… diez medallas de oro, pero intenté conseguir 16. Y creo que esa es la principal lección que aprendí. Otra cosa es que el trabajo duro e inteligente tiene su recompensa. Bromeo con los chicos porque tienen un par de entrenamientos intensos a la semana y dos meses de vacaciones. Y les pregunto: «¿Cuántas veces recordáis un día sin problemas?» Y también os pregunto a vosotros: ¿cuántas veces recordáis un día sin problemas? ¿Y cuántas veces recordáis los días difíciles? Todo el tiempo, ¿verdad? Solo os estoy contando mis experiencias. Es que así son las cosas. ¿Y qué podemos hacer? Siempre bromeo diciendo que antes perdía carreras. Es solo que no las perdía en la tele, ¿saben? Así son las cosas. Creo que lo más importante es no tener miedo al fracaso. No tener miedo. Y eso es mucho, porque todos conocemos a gente que desearía estar en nuestro lugar. Creciste con ellos. Ahora son tus amigos. “Tío, recuerdo cuando deseaba esto o aquello”…. Eso es lo que más aprendí. Tú también puedes aprenderlo. No tengas miedo al fracaso. Es parte del proceso de aprendizaje. Y además cuando encuentras algo que de verdad quieres hacer, te puede llevar adonde quieras. Esto es interesante. Me mudé a Los Ángeles porque quería ser actor, así que me apunté a clases de actuación. Hice un par de películas y algunas series de televisión. Un día, en clase (que se suponía que duraba tres horas) avanzamos bastante pero varios chicos querían quedarse más tiempo, así que nos dijeron: «Tomaos un descanso de 15 minutos, luego volvemos y hacemos dos horas más». Y fue como: «¡Madre mía, dos horas más de clase!» Nunca volví a clase. Nunca volví porque no me di cuenta. Luego, al terminar la clase, iba conduciendo a casa y pensé: «¡Caramba!, nunca hice eso para entrenar en atletismo. Nunca hice eso con el atletismo». Siempre decía: «Vale, vamos a entrenar a las cuatro de la mañana. Nos vemos allí.” Así que me dije: «Si no puedo hacerlo, si me resulta difícil, y es algo en lo que la gente se esfuerza muchísimo y están encantados de quedarse dos horas más mientras yo no estoy dispuesto a quedarme esas dos horas extra, no debería estar aquí.» Y nunca volví a clase. Pero lo que aprendí me sirve en todos los demás aspectos de mi vida.

28:54
Carl Lewis. Así que creo que el simple hecho de no tener miedo a intentarlo me abrió las puertas a otras áreas. Y creo que eso es lo más importante. La sociedad y todos lo demás tienden a encasillarnos. Y también, supera tus límites, porque en la universidad nunca quise hacer otra cosa que salto de longitud. No quería ser velocista, no quería correr relevos, relevos tal vez, pero no velocista. No quería eso. Pensé: “Me salgo de esto”. Pero cuando llegué a la universidad tenían el sistema universitario donde los equipos compiten entre sí. Y me llevó unos tres meses odiar a todas las demás universidades de mi división. Así que dije: “Quiero participar porque quiero vencerlos.” Esa pasión por mi equipo y mi escuela me impulsó a participar en otras pruebas. Y de repente me di cuenta de que tenía cierto éxito. Recordad que yo quería ser rico y famoso. Y en aquel entonces, si eras el hombre más rápido del mundo, eras famoso. No el saltador de longitud que era Bob Beamon. Así que, bueno, entonces tenía que ser el hombre más rápido del mundo. Y así fue como lo conseguí, y luego fui a por las cuatro categorías. Nadie puede hacerlo. Absolutamente nadie. Pero lo intenté. Y creo que el principal problema es simplemente la falta de miedo y de atreverse a intentarlo todo. Y creo que no siempre terminará exactamente como uno piensa, pero siempre aportará algo. Si te dedicas a las ventas, toma clases de actuación. Yo era tímido, no hablaba bien y aprendí que tenía que aprender a hacerlo. Así son las cosas, ¿saben? Hay que superar el miedo. Y creo que hay que probar cosas nuevas. No tengas miedo al fracaso porque vas a perder cosas, vas a echar de menos cosas y van a pasar cosas. La gente va a hablar de ti, así es la vida. Y creo que eso lo aprendí del deporte. Siempre hay una oportunidad para recuperarse. Pero por otro lado, el deporte también te enseña a valorar lo que haces porque no tienes mucho tiempo. Mi carrera duró 18, bueno, 17 años, que es muchísimo tiempo. Pero me retiré a los 36. Así que el año que viene, casi ya estamos ahí, en 2027 se cumplirán 30 años desde mi retirada. Así que la mayor parte de mi vida la he dedicado a ello. Pero todo lo que hice entonces me ayudó a llegar donde estoy ahora.

31:14
Hombre 4. Carl, qué gusto tenerte aquí con nosotros.

31:19
Carl Lewis. Gracias.

31:20
Hombre 4. Haber ganado una medalla de plata en lugar de una de oro, ¿lo consideraste un fracaso?

31:31
Carl Lewis. ¿Sabéis algo? Es interesante. Es una gran pregunta: ¿considero que gané la plata? Muchas veces la gente piensa que perdí el oro, pero en realidad gané la plata. Gané a otras personas. No, lo analizo y supongo que es una buena pregunta para darte una respuesta más amplia. Mi primera prueba fueron los 100 metros. Unos cuatro o cinco días antes de los Juegos Olímpicos. Estaba en una rueda de prensa. Debía haber mil personas. Y cuando un periodista me preguntó: “¿Y si ganas tres medallas de oro y una de plata?” Y a mi me parecía absurdo que alguien que nunca ha ido a los Juegos Olímpicos, dijera que había fracasado por ganar tres medallas de oro y una de plata. En realidad de eso se trataba la pregunta. Y fue algo muy extraño. Pero, poniendo todo eso en el contexto de la historia, si no ganas los 100 metros, entonces el resto de la semana es un fracaso. Así que cuando competía, nunca intentaba ganar una medalla de oro porque eso no estaba en mis manos. Si trabajas en una empresa, no puedes decir: “Queremos ser la empresa número uno del mundo.” Eso no está en tus manos. Pero lo que sí puedes controlar es el proceso que seguirá tu empresa para lograrlo. Así que mi enfoque era: “Corre más rápido que los demás y ganarás.” Sí, sé que suena simple, pero así entrenaba a diario. Si hubiera sabido que si saltaba 8.60 ganaría, si corría 9.90 ganaría, si corría 19.80 ganaría. Pero fui a los Juegos Olímpicos, corrí 9.93 y gané. Salté 8.76 y gané. Y corrí 19.80, no, perdón, corrí 19.79 y perdí. Así que, ya saben, mi cálculo no era correcto. Por eso, me convertí en alguien que entrena y es su propio amigo. Y en lugar de lamentarme por mi derrota, le preparé a él para la carrera. Y corrió la carrera de su vida. Mejoró su tiempo en dos décimas de segundo, hizo una carrera increíble. Así que aquí tenemos a un chico al que ayudé a entrenar para llegar a los Juegos Olímpicos. Es un muy buen amigo mío que logró una marca personal impresionante. Y luego corrí yo pensando que iba a ganar y perdí. Así que fue como: “Caramba, ven aquí. Vamos a dar una vuelta juntos.” No fue algo devastador, porque realmente pensé que 19.80 sería suficiente para ganar. Y entonces, él corrió los 200 metros e igualó mi mejor marca personal. Lo interpreté así. Pensé: «Participé en diez pruebas de los Juegos Olímpicos. Usé esa estrategia en las diez y gané nueve”. Tuve un 90% de éxito. Lo veo desde esa perspectiva. Y si hubiera ganado, si hubiera logrado su mejor marca personal, yo habría ganado. Si hubiera corrido un poco más, yo habría ganado. Pero logró una gran marca personal y yo formé parte de esa marca y de esa carrera. Así que en ningún sentido perdí. Es como con los universitarios. Lo mejor de entrenar a nivel universitario es que todos ganan.

34:51
Carl Lewis. Si no pasas al siguiente nivel, obtienes un título y avanzas en tu vida.

35:08
Hombre 5. Carl, un placer conocerte. Mi pregunta es sobre la rivalidad. Sabemos que en tu carrera tuviste grandes rivales como Mike Powell, por ejemplo. Mi pregunta es: ¿qué opinas de la rivalidad y cómo la vivías dentro y fuera de la pista?

35:25
Carl Lewis. Sí, rivalidades. Lo analicé desde diferentes perspectivas. Para empezar, al principio de mi carrera siempre tuve una rivalidad en los 100 metros. Primero con Calvin Smith, luego con Ben Johnson y después, ya saben, se lesionó. Luego con Leroy Burrell y después con Lynn Ford Kristy. Siempre hubo alguien que me desafiara durante mi carrera. Y así fue. En salto de longitud, no hubo nadie hasta 1991. Competí durante toda mi década de los 20 y nunca perdí. De los 19 a los 30 nunca perdí. Así que no veía las rivalidades de esa manera. Me centraba en rendir a un nivel que ellos no pudieran igualar. Siempre quise superarme y llegar más lejos y sabía que al ser saltador de longitud y velocista eso influía en mi rendimiento en ambas disciplinas. Creo que si me hubiera centrado en una sola habría sido más rápido y si me hubiera centrado en la otra, habría saltado más lejos. Pero no estaba allí solo para ganar. Estaba allí para exigirme al máximo. Y analicé las rivalidades desde una perspectiva interna. Y todos eran únicos y diferentes. Pero les vi como algo que me hizo mejorar. Leroy Burrell sin duda me hizo mejor. Mike Powell me mantuvo en la competición. Cuando estuve en Tokio, pensé que iba a batir el récord mundial ese día y retirarme del salto de longitud. Bueno, Mike Powell batió el récord mundial. Tuve que seguir practicando salto de longitud. Y curiosamente, dos de mis medallas de oro olímpicas llegaron después. Eso fue a mitad de mi carrera, incluso casi al final. Así que los veía como una manera de mejorar. No odiaba a mis rivales. Teníamos nuestros jueguecitos. Hacíamos ese tipo de cosas. Yo no era de hablar mucho. Me movía por el estadio, interactuaba con la gente, y si competía en salto de longitud, daba un gran salto al principio para ponerlos nerviosos, y luego me sentaba detrás de la pista. Y cuando salían a la pista, les decía: «A ver si te atreves a saltar más lejos de lo que yo acabo de saltar». O en las carreras de velocidad. Siempre me acercaba a saludar a todos antes de la carrera. Yo era el más alto de todos. Los miraba desde arriba y les decía: “Buena suerte.” Me ponía un poco intimidante. Sí, hacía ese tipo de cosas. Pero básicamente ganas y mejoras con los entrenamientos. No mejoras en una competición de atletismo. No te vuelves mejor en una competición de atletismo. Aprendes, demuestras lo aprendido en los entrenamientos. Y luego vuelves a entrenar y corriges los errores. No me dejé llevar por las emociones. Y mis rivales definitivamente me ayudaron. Mike Powell me ayudó en el salto de longitud y Leroy Burrell, sobre todo, me ayudó en las carreras de velocidad. Incluso Ben Johnson me ayudó en los sprints. No me gustó lo que pasó. “¡Dios mío, no puedo creer que esta persona haga esto!» En fin, pasa con algunos atletas, y sobre todo tenemos que trabajar esto con los jóvenes. Algunos se creen con derecho a ganar. Y otros dicen: “No me gustan porque quieren ganar”. Yo les digo, “bueno, tú también”. Pero es raro porque algunos piensan que la victoria es suya. “Esa medalla es mía”, ¿me entendéis?

38:39
Carl Lewis. No, no lo es. Es de quien la gana. Y siempre he mantenido esa perspectiva.

38:44
Mujer 5. En los años 80 y 90 fuiste un pionero en las pistas y fuera de ellas. Entonces me gustaría saber cómo hiciste para vencer los estereotipos y si fue fácil el camino.

39:01
Carl Lewis. En los años 80 y 90 tuve la suerte de que la fuerza y la determinación, supongo, surgieron en los años 60. Mis padres participaron activamente en el Movimiento por los Derechos Civiles. El doctor King era amigo de la familia. Mi madre conocía a Rosa Parks. Si estudias aquel movimiento, te darás cuenta de que ellos formaron parte. Por tanto, cuando cenábamos, hablábamos de ello. Hablábamos de derechos civiles, de derechos de las mujeres, de ser un afroamericano en el país, una persona negra en Estados Unidos. ¿Cómo funciona? ¿Qué tienes que hacer? ¿Cómo tienes que estar por encima de eso? Así que aprendí todo eso de niño, y eso nos preparaba para el trabajo y otras cosas. Así que cuando empecé a practicar atletismo, quería ser rico y famoso a los 18. Quería ser rico. Quería ser millonario. Quería ser famoso. Lo quería todo. Y entonces me di cuenta: «Espera, este deporte no da dinero». Así que teníamos un problema. Tenía que cambiar eso. Surgió por necesidad. Si quería algo, tenía que hacer lo que fuera necesario para conseguirlo. No es que fuera un genio y lo hubiera descubierto por mi cuenta. Simplemente comprendí cuál era el resultado final, ser millonario, rico y famoso, como decía ese chico de 18 años. Pero tenía que esforzarme y completar los pasos necesarios. Y parte de eso consistía en buscar información de distintas personas, de distintos sectores. Nunca me sentí cómodo siendo solo un atleta. Siempre quise ser artista. Quería aportar entretenimiento a las pistas. Así que fui a los premios Grammy, conocí a músicos y actores y me sentía como pez en el agua en esos ambientes. Luego, al volver a una competición de atletismo pensaba: «Vaya rollo». Así que, al regresar incorporé todo eso. Me di cuenta de que el aspecto financiero estaba en el entretenimiento. Y entonces comprendí que no debía ganar dinero solo para mí. Tenía que mejorar el deporte. Hacerlo accesible para todos. Porque, de ese modo, nos beneficiaría a todos. Y cuanto más beneficie a todos, más me beneficiaría a mí. Pero si solo intento hacerlo yo solo por mi cuenta, todo se derrumbará a mi alrededor. Así que, en realidad, así empezó todo. No era un genio. No era inteligente. Simplemente era alguien que hablaba sin pensar y decía: “Quiero ser rico y famoso.” Y ahora es como: “Bueno, y ahora ¿qué vas a hacer al respecto?” Así que tuve que buscar la manera. En aquellos tiempos no teníamos redes sociales. No teníamos ordenadores cuando empecé. No teníamos consultores ni agentes. No teníamos nada de eso. Simplemente tuve que apañármelas. Hoy en día pasa todo lo contrario. O sea, ¡Dios mío, si este fuera mi tiempo arrasaría!” Habría conseguido 50 millones de seguidores. Estaría en todas partes. Me encantaría. De verdad. Pero estoy agradecido de que muchas de las cosas que pensaba hace 40 años se estén haciendo realidad ahora. Y estoy agradecido por eso.

42:02
Carl Lewis. Y no es que yo fuera un genio ni inteligente. Siento que el mundo del entretenimiento y el deporte se fusionaron hace unos 20 o 30 años. Estamos empezando a comprenderlo, y además, ahora también se ha colado la política. Yo simplemente los uní antes de que otros lo hicieran, y ya está. Y no fue porque fuera un genio. Simplemente era algo innato en mí. Antes de empezar a practicar deportes, mi madre tenía una escuela de danza, así que hacíamos claqué. Antes de empezar con los deportes ya hacía claqué. Ya saben: talón punta, talón, punta, talón, punta. Así que creo que tengo suerte. No es que fuera un genio y lo hubiera descubierto por arte de magia. Lo que sucedió fue que recibí apoyo y no tuve miedo de actuar. Así que lo más importante fue que tuve unos padres maravillosos. Conocí a Jesse Owens cuando era pequeño y aprendí sobre lo que le ocurrió. No solo sobre Hitler, sino también sobre cómo lo trataron en Estados Unidos. Lo trataron mejor en la Alemania nazi que en Estados Unidos. Aprendí eso desde muy joven. Aprendí sobre derechos civiles. Me formaron sobre ello y sobre todos estos temas. Así que, cuando empecé a hacer todo aquello, sentí que tenía apoyo. Siempre tuve una familia. Tuve amigos. Tuve gente que estuvo ahí. Si me caía, estarían ahí para ayudarme. Creo que ese es el punto clave. Sin darme cuenta, me estaban preparando para afrontar aquella situación. Y afortunadamente conté con el apoyo suficiente para aprovecharlo. Esa es una excelente pregunta. Así que hay varios factores que influyen en que me superen. ¿Medallas? Sí, porque ahora es más fácil ganar medallas. Es decir, las pruebas son más fáciles en términos de menor número de participantes. Ahora tenemos varios relevos, quiero decir, el atletismo se está convirtiendo en natación. Tienen relevos mixtos y van a tener otro tipo de relevo mixto. Así que sí, alguien va a superar la cantidad de medallas, porque ahora es demasiado fácil conseguirlas. Mucho más fácil. Muchas disciplinas en velocidad ya lo han hecho. Yo he tenido el récord mundial en 100 metros y 60 metros. Ambos se han perdido. ¿El salto de longitud? No lo creo. No creo que el récord mundial de Mike Powell vaya a ser batido. No creo que el mío vaya a ser batido en lo que me queda de vida. Y lo digo con tristeza, porque forma parte de la naturaleza de una sociedad. La sociedad intenta simplificar las cosas. Creemos que el mundo debería ser más fácil, cuando en realidad deberíamos centrarnos en los desafíos. El salto de longitud es una prueba muy difícil, así que no creo que vaya a ser superada. En cuanto a las demás, no sé si los atletas de hoy tienen la voluntad de hacer lo necesario para recuperar nuestro deporte porque económicamente está en declive de forma drástica.

43:36
Raquel. Hola Carl, mi nombre es Raquel y te admiro muchísimo. Te quería preguntar si siendo el atleta de pista y de salto con más medallas de Estados Unidos, ¿crees que alguien te superará algún día?

43:48
Carl Lewis. Esa es una excelente pregunta. Así que hay varios factores que influyen en que me superen. ¿Medallas? Sí, porque ahora es más fácil ganar medallas. Es decir, las pruebas son más fáciles en términos de menor número de participantes. Ahora tenemos varios relevos, quiero decir, el atletismo se está convirtiendo en natación. Tienen relevos mixtos y van a tener otro tipo de relevo mixto. Así que sí, alguien va a superar la cantidad de medallas, porque ahora es demasiado fácil conseguirlas. Mucho más fácil. Muchas disciplinas en velocidad ya lo han hecho. Yo he tenido el récord mundial en 100 metros y 60 metros. Ambos se han perdido. ¿El salto de longitud? No lo creo. No creo que el récord mundial de Mike Powell vaya a ser batido. No creo que el mío vaya a ser batido en lo que me queda de vida. Y lo digo con tristeza, porque forma parte de la naturaleza de una sociedad. La sociedad intenta simplificar las cosas. Creemos que el mundo debería ser más fácil, cuando en realidad deberíamos centrarnos en los desafíos. El salto de longitud es una prueba muy difícil, así que no creo que vaya a ser superada. En cuanto a las demás, no sé si los atletas de hoy tienen la voluntad de hacer lo necesario para recuperar nuestro deporte porque económicamente está en declive de forma drástica.Es duro de ver. Desde un punto de vista financiero, probablemente sea en el mejor de los casos, el 50% de lo que era hace 30 años. Y como sabemos, cualquier negocio, si es menos de lo que era, en el futuro desaparecerá. Ese es mi temor. Me preocupa cómo puede ser sostenible financieramente nuestro deporte si seguimos en declive año tras año. Es curioso porque comparo nuestro deporte con ‘Sears’. Como la enorme tienda ‘Sears’. ‘Sears’ inventó el catálogo en el siglo XIX. Inventaron un catálogo y se convirtieron en una enorme tienda. ¡Madre mía! Íbamos a ‘Sears’ todo el tiempo cuando era pequeño. ¿Y que acabó con ‘Sears’? Internet. ¿No es interesante? Inventaron algo, pero no fueron lo suficientemente rápidos para darse cuenta: «Nosotros fuimos quienes inventamos el catálogo». Pero la compra online es el nuevo catálogo. Así que ahí es donde se encuentra el atletismo:simplemente no nos dimos cuenta de que el deporte estaba creciendo en los 80 y 90, y luego evolucionó aún más. Todo giraba en torno a la televisión y las ruedas de prensa. Y nosotros nos quedamos ahí. Y simplemente lo han dejado de lado. Todos las demás competiciones deportivas y todos los deportes televisados nos han pasado por encima. Mi frustración radica en quién o qué grupo de atletas va a decir: “¡Basta!, intentemos salir a luchar por esto.” Pero ahora mismo no veo a nadie con estómago, porque, ya saben, las redes sociales han permitido que cualquiera se crea un genio. Y os daré un ejemplo sobre eso. Tiene que ver con esto. El año pasado publiqué un mensaje en una red social, decía que el salto de longitud era la prueba más difícil del atletismo. Así que durante dos semanas todas las respuestas fueron: “No, no lo es. Bla, bla, bla. No lo es. Bla, bla, bla.” «Esto es más, esto es más». No pasa nada, está bien. Lo acepto todo. Pasadas dos semanas, respondí lo siguiente: “Escribí algo hace dos semanas y ninguno de ustedes me pidió mi opinión”. Nadie lo hizo. El mejor saltador de todos los tiempos y nadie me preguntó: «¿Por qué pensáis que pasó?» Todos se consideraban más inteligentes que yo. Así que creo que ahí estamos. Y hasta que no nos demos cuenta de que el mundo es más complejo de lo que sabemos, y dado que las redes sociales han permitido que la gente piense que mi opinión no vale nada, porque solo verás a gente decir: «Bla, bla, bla”. Sin más. Y de acuerdo, es una opinión. Pero ese es el reto al que nos enfrentamos, porque la realidad es que se siguen ganando medallas. Aún así, debería cambiar esa narrativa de: «Sí, gané cuatro medallas de oro» “Ya, pero hace 20 años ni competirías”. ¿Me entendéis? Ese es el tipo de cosas con las que tenemos que lidiar.

48:02
Mujer 6. Hola, Carl. Encantada de conocer un poco más de tu vida y de tu historia. ¿Y pues qué decir? Eres un ídolo para muchas personas alrededor del mundo. Y yo quisiera preguntarte: ¿quién es tu ídolo y por qué?

48:18
Carl Lewis. Tengo muchos ídolos y me alegra decir que, en primer lugar, mis padres, sin duda alguna, son la fuerza dominante en todos los sentidos. Como padres, como mentores, como apoyo. Así que ellos están realmente en la cima. Pero también Jesse Owens fue un gran ídolo para mí. Hubo un velocista en los años 70 con quien últimamente hemos estado intercambiando mensajes de un lado a otro que se llamaba Steve Williams. Corrió durante 1970. Nunca fue a los Juegos Olímpicos porque siempre se lesionaba. Pero él era alguien a quien yo admiraba. Y luego todo fue evolucionando. Hay tanta gente en la música, Narada Michael Walden, cuando conocí a Quincy Jones, Michael Jackson, Prince. Ellos son gente como: “Oh”, ya saben. Y también conocí a actores y a todo tipo de personas. Y eso es lo mejor que este deporte ha hecho para mí. Una de las mejores cosas es que he conocido a todo el mundo. Quiero decir, cuando conocí a Nelson Mandela, estaba en Sudáfrica, y sólo estábamos Nelson Mandela y yo. Así que se me ha abierto la puerta para conocer a muchísimas personas que han influido en mi vida. Pero diría que la persona que más ha influido en mí es Jesse Owens. Y mis padres los que más me han marcado. Y luego alguien a quien no llamaría mi ídolo, sino mi mentor, mi entrenador, Tom Tellez. Él cambió mi vida. Es él quien me convenció para recibir su ayuda. No fue como: “Ven aquí. Quédate conmigo.” Fue más bien: “Podría ayudarte.” Y sin él, no estaría aquí sentado. No me conoceríais. Así que he tenido la fortuna de que todas estas personas que han entrado en mi vida para darme consejos. Personas a las que admiro y respeto hayan influido en mi cambio. Y lo más importante es que cuando mis padres lo hicieron, me dieron la confianza para no tener miedo a perder, a equivocarme porque creo que muy a menudo vivimos la vida medio vacía en lugar de medio llena. Y la razón por la que luché por cuatro medallas fue porque no tenía miedo de intentarlo. No tenía ni idea de si podría hacerlo. Cuando fui a ver a mi entrenador le dije: «¿Puedo conseguir cuatro oros?» “No lo sé, me contestó. Déjame preguntarle a alguien”. Luego regresó y me dijo: «Bueno, ojalá pudiera preguntarle a alguien, porque todos están muertos». Jesse había fallecido, su entrenador había fallecido… Lo más importante es que mis ídolos me dieron confianza. Me dieron… ¿cómo decirlo?, conocer a Jesse Owens fue increíble. Me dieron no solo confianza, sino también la carencia de miedo porque participé en cuatro Juegos Olímpicos. ¿De acuerdo? E intenté clasificarme para el equipo en las cuatro disciplinas, las cuatro veces. Las dos primeras, lo logré. Las dos últimas no. ¿Pero por qué intentaba clasificarme para el equipo olímpico en cuatro pruebas a los 35 años? No iba a competir en todas si lo lograba. ¿Pero por qué lo intentaba? Simplemente porque no quería esperar. Volver después y preguntarme: “¿Y si hubiera podido?” Prefería no conseguirlo a tener la duda de si podría haberlo hecho. Y eso surgió de la confianza de la gente que me rodeaba y de los mentores que conocí.

51:31
Carl Lewis. No tener miedo y vivir una vida en la que, en lugar de decir «no puedo», decir «a por ello».

51:37
Mujer 7. Carl, un gusto. Yo también practiqué atletismo de joven. Sé que tu hermana Carol fue una gran atleta también. ¿Podrías hablarnos de ella?

51:46
Carl Lewis. Bueno, mi hermana… me gusta bromear diciendo que es como yo pero con una «o», Carol. Es dos años menor que yo, pero nos parecemos muchísimo. Mucha gente pensaba que éramos gemelos. Siempre fue alta, desde pequeña. Éramos de estatura parecida. Así era yo. Fuimos de estatura parecida durante mucho tiempo. Y es increíble. Seguimos siendo mejores amigos hasta el día de hoy. Hablo con ella todos los días. Ella se asegura de que así sea. Y fue una atleta increíble durante toda su vida. Además, era una excelente estudiante. Tiene tres títulos universitarios. Formó parte del equipo olímpico a los 16 años y participó en tres Juegos Olímpicos. Fue poseedora del récord estadounidense, la primera estadounidense en saltar siete metros en salto de longitud. Es una persona maravillosa. Carol es de esas personas que el 95% del público adora, más que a nadie que puedas conocer. Y al 5% que no le cae bien, mejor ni acercarse. Es una persona increíble a la que todo el mundo quiere. Siempre me ha apoyado. Es una gran amiga para todos, trabaja muchísimo y es una gran persona. Así que hemos tenido una gran relación. Pero te digo, ella era una atleta increíble. Participó en tres equipos olímpicos, fue plusmarquista estadounidense y saltadora de siete metros. Y me río porque compartimos muchísimos buenos momentos. Solo es dos años menor que yo. Y lo más impactante para mí, con mi hermana Carol, en toda mi vida, en mis 64 años de vida, fue cuando cumplió 60. Eso me dolió muchísimo cuando cumplió 60. ¿Mi hermanita tiene 60? ¿Qué significa eso? Pero bueno, pensemos en lo que hace mi hermana y en el papel de las mujeres en el deporte, que obviamente es un tema muy popular hoy en día porque las mujeres tienen más acceso a los deportes y a otras actividades. Y creo que con ese acceso tan increíble, hay oportunidades. Pero el reto que les propongo a las mujeres es que tomen las riendas de sus deportes. Las mujeres necesitan que otras mujeres vayan a ver sus deportes. Las mujeres necesitan que otras mujeres apoyen sus deportes. Las mujeres necesitan que otras mujeres patrocinen sus deportes. Hay más mujeres que hombres y sabemos que si hay un evento deportivo masculino, el marido llevará a su esposa con él, aunque ella quiera o no estar en el partido, irá con él. Lo que digo es que: “Mujeres, es hora de que se unan y apoyen entre ustedes. Que lleven a los hombres, a los niños, a sus hijos e hijas a ver deportes femeninos. Ellos lo verán, lo respetarán y les encantará.” Pero creo que lo mejor de todo es que ahora hay acceso y oportunidades en todo tipo de deportes. Y me parece increíble porque crecí con una madre que era atleta de pista.

54:50
Carl Lewis. Mi hermana obviamente tuvo muchísimo éxito, así que creo que hemos llegado a un punto de inflexión y es hora de que las mujeres puedan decir: “Miren, no me importa.” Me encantaría ver un Mundial femenino con el 90% de los aficionados mujeres; entonces sabremos que no habría que hablar de igualdad salarial ni de oportunidades, estaremos hablando de igualdad en el deporte, porque en algunos deportes se paga lo mismo. Ya saben, el tenis y algunos deportes femeninos reciben más, la gimnasia y otros deportes. Así que creo que estamos en un momento en que existe la oportunidad y solo espero que las mujeres entiendan que tendremos que salir a la cancha y hacer que nuestros deportes funcionen. Es algo que está arrancando, y ese es un momento único.

55:42
Mujer 8. Carl, un placer. Mi pregunta es: a lo largo de más de 40 años y por todo el mundo, has sido conocido como ‘El Hijo del Viento’. ¿Ese viento dónde te ha llevado?

55:54
Carl Lewis. Bueno, no ha sido a lo largo de toda mi carrera. Mi vida, mi carrera, ha durado más de 40 años. Pero lo de ‘Hijo del viento’ sé exactamente donde empezó. Y fue en 1992, aquí en España. Y me ha llevado por todo el mundo. Piénsalo. Yo era como todos vuestros hijos, o tú misma o cualquier persona. Todos soñamos. Estamos sentados, con ocho, nueve, diez, quince años, soñando y viendo la televisión, soñando que podríamo llegar ahí. Podríamos ser algo así. Bueno, a mí me ha llevado no solo a conseguir medallas por todo el mundo, sino también a ver diferentes cosas expuestas en diferentes áreas. Me ha llevado a todas partes. No podía imaginar mi trayectoria profesional. No puedes decir: “Oh, tengo 17 años, oh voy a participar en los Juegos Olímpicos y ganar nueve medallas de oro.” No funciona así. Simplemente lo haces. Simplemente sucede. Y lo que ha pasado es que me ha llevado a recorrer el mundo. Y lo que más disfruto a mi edad ahora es que puedo elegir. Entreno porque quiero. No necesito ser entrenador. Pero lo disfruto, cuando ganamos. Claro que también me equivoco, tengo mis momentos. Pero creo que me ha llevado a recorrer el mundo, me ha permitido conocer gente, me ha llevado a lugares que jamás imaginé. Tenía esta peculiaridad de que, ya saben, mi nombre es Frederick, como la gente me conoce. Y por supuesto, mi nombre público es Carl. Siempre he pensado que Frederick es el que se afeita, pero Carl es el que está en el espejo. Carl es el adicto al trabajo y Frederick es al que le gustan las cosas caras. Así que gracias a eso, he viajado por todo el mundo y lo he visto todo. Mientras Carl siga trabajando, Frederick estará contento, ¿me entendéis? Me muevo por todos lados. En las últimas dos semanas, habré estado en Brasil, dos veces en Estados Unidos, España e India. Sí, voy a India la semana que viene y estuve en Brasil la semana pasada. Así que eso es lo que me ha aportado. ¿Y sabéis qué es lo que pasa? Conoces la cultura, vas a museos, conoces gente, pruebas comidas, ¡Me encanta comer! Me encanta comer, me encanta la comida internacional allá donde voy. Así que eso es lo que ha pasado. Para mí, eso es lo más importante. Mi carrera duró 18 años y terminó cuando tenía 36. Pero todo lo que acabo de mencionar lo sigo haciendo hasta el día de hoy. Así que el atletismo, ‘El Hijo del viento’, seguirá presente hasta que me vaya de esta tierra, porque todo está conectado. Porque todo está conectado. Estoy aquí porque corrí, ¿saben? Y voy a dar la vuelta al mundo porque corrí, porque conocí gente y porque era rápido y podía saltar lejos. Pero tampoco lo di nunca por sentado. Siempre creí y entendí que era un honor y no debía desaprovecharlo. Me ha llevado a recorrer el mundo. Me ha brindado oportunidades y me ha abierto todas las puertas. Y uno no siempre sabe, entra en una habitación y a veces esa habitación no es la adecuada. Vuelves a abrir la puerta y sales. Pero todas las puertas del mundo se me han abierto y creo que eso ha sido increíble.

59:25
Hombre 6. En los Juegos Olímpicos, antes de las competiciones, ¿cómo te sentías? ¿En qué pensabas? ¿Tenías algún método para concentrarte al máximo en tus rutinas?

59:33
Carl Lewis. Bueno, el proceso para los Juegos Olímpicos fue diferente para cada uno. Los primeros juegos a los que fui en Los Ángeles fueron una locura. Os podéis imaginar. Estaba en todas partes haciendo de todo, un caos total. Y nunca había estado en algo así antes. Así que estaba muy nervioso. Vivía en casa de mis padres y mi familia. Nadie me conocía. Así fue. Pero comencé un ritual que repetía en cada edición de los juegos. Tres cosas. Y es gracioso. Os vais a reír al final, creedme. Lo primero que hacía era irme a algún lugar donde nadie supiera dónde estaba. Nunca me quedaba en la villa porque requería seguridad. Una de las cosas que la gente no sabe es que recibía muchísimas amenazas de muerte durante mi carrera. Muchísimas, en cada uno de los Juegos Olímpicos. Así que siempre estaba en un lugar donde de alguna manera estaba escondido. Iba a los Juegos y lo primero que hacía era eso, esconderme. En segundo lugar, preparaba todas mis equipaciones, como si fuera a competir. Los ponía en una silla, por ejemplo, ordenaba los chándals y todos los pantalones a la perfección. Y luego las zapatillas, porque claro, corría 100 metros, 200 metros y salto de longitud todo el tiempo. Así que para cada prueba tenía un par de zapatillas diferente. Quería un par de zapatillas nuevas para cada competición. Sé que a mucha gente le gustan las zapatillas usadas, pero a mi me gusta verme bien. Quería zapatillas blancas, nada de colores, solo blancas con el logo y quería un par nuevo para cada ocasión. Así que lo dejaba todo preparado. Y lo último, que es lo más raro de todo, es que dejaba los uniformes en la habitación, lo dejaba allí y al llegar a casa iba directo a meter las medallas en la caja fuerte. La idea era dejarlo todo así colocado. Ahora viene lo gracioso. Mi madre sabía todo esto. Y un día salí de la habitación y fui hacia el coche. Solíamos salir todos juntos pero ella siempre era la última. Y yo pensaba: «¡Ay, no! ¡Esta mujer! ¿Qué hará?» Estaba recogiendo toda habitación. Cogió todas las equipaciones y las guardó. En mi ritual, en realidad, lo más importante era la preparación: dejar las equipaciones listas todo el tiempo, y luego irme del lugar donde se competía. La noche anterior, hay una cosa más, que sucedía la noche antes de cada competición. Es difícil dormir en esas circunstancias. Os podeis imaginar cómo es. «Mañana es la final olímpica, muy bien, buenas noches.» “Anda ya”. Comprenderéis que es muy, muy difícil dormir. Y yo competía en muchísimas pruebas. Llegaba un punto en que tenía que irme a dormir porque si no, podía pasar una semana sin dormir. Pensaba en la carrera. Por ejemplo, si iba a correr 100 metros, me acostaba, cerraba los ojos y pensaba: «Vale, voy a impulsarme desde los tacos». Pensaba en esas cosas. Hacía que fuera lo último en mi mente antes de dormir. ¿Qué podía ayudarme a conciliar el sueño? Si iba a saltar, pensar en impúlsame, correr de cierta forma. Y eso se convirtió en algo muy, muy importante. Pero les contaré algo realmente especial al respecto. Estábamos en Seúl la noche anterior a la final de los 100 metros.

1:02:48
Carl Lewis. Mi padre falleció y yo le había dado la medalla y le dije que iba a conseguir otra, ya conocéis la historia. Esa noche estaba sentado en esa habitación y, claro, no podía dormir. Mi madre entró, porque había conseguido alojamiento para toda la familia. Y aunque estaba muy oscuro, me di cuenta que entraba con una manta y una almohada. Se tumbó en el suelo y yo le dije: «¡Pero bueno, he reservado la casa entera para la familia! Y ella dijo: «No, no, no, no, no. No quiero meterme en la cama. Solo quiero estar en la habitación.» Y eso fue algo un poco raro. Pero creo que quizá me relajó, me dormí y sentí que fue la cosa más extraña que me había pasado. Y, ¿sabéis?, creo que realmente siento que fue mi padre quien unió a todos. Lo sentí de verdad porque al día siguiente, Ben ganó la carrera, aunque luego lo descalificaran. Ganó la carrera y al terminar, fui a estrecharle la mano. Él parecía que no quería dármela, pero me aseguré de que me la estrechara. Y claro, estaba molesto porque sabía lo que estaba pasando, pero me aseguré de que me diera la mano. Y recuerdo que si no se la hubiera dado, sé que mi padre me habría matado. Si me hubiera ido me hubiera dicho: «Ha conseguido una medalla, ¿cómo no has estrechado su mano?». Sé que lo hubiera dicho. Y sentí que en esa carrera, ese momento en particular, fue donde demostró su espríritu con mayor fuerza. Y cuando terminó la prueba y Ben cruzó la meta primero, antes de que lo descalificaran, todos se quedaron destrozados. Pero yo sentí una gran paz. Y al día siguiente tenía el salto. Recuerdo que les decía a todos que no pasaba nada y me respondían: «Sí, sí… está bien, no pasa nada». Y les repetía: «Vale, ¿podéis relajaros un poco? Mañana tengo un salto. Se llevó esta medalla, pero no aquella”, ¿saben? Y claro, dos días después lo descalificaron, lo pillaron y lo descalificaron. Pero creo que, Aún puedes… cuando tus padres u otras personas te inculcan valores, no tienes por qué olvidarlos cuando ya no están. Y creo que ese espíritu estaba ahí, guiándome. Era casi como si sintiera que no le hubieran pillado si no hubiera estrechado su mano. Suena raro, pero ¿me entendéis? Después sentí como si hubiera superado una prueba: ¿cómo iba a reaccionar? Sabía lo que pasaba, pero no podía controlarlo. Y luego estaban las cámaras, todas ahí. Y por si fuera poco estaban enfocando la cara de mi madre todo el tiempo. “¿Y si dice: «Oh, os está engañando»?” Y la pillan diciéndolo. O dice cualquier otra cosa. Fue como si tuviéramos que unirnos porque nos estaban poniendo a prueba. Y al final terminé ganando la medalla. Así que siempre hay que intentar hacer lo que uno cree correcto. Defender tus convicciones y entender que la gente observa todo lo que haces y cómo tus acciones afectan a los demás.

1:05:55
Mujer 9. Hola, Carl. Mucho gusto. Encantada de conocerte.

1:05:58
Carl Lewis. Hola.

1:05:59
Mujer 9. A lo largo de tu vida has conseguido grandes logros. Para ti, ¿lo has conseguido todo o qué otras cosas te faltan por hacer?

1:06:07
Carl Lewis. Lo he conseguido todo en mi vida. Incluso más. Porque cuando ganas medallas y todo lo demás, es más de lo que te imaginas. Sí. Hay pocas cosas que deseo. Quiero vivir hasta los 100 años, así que ojalá me quedaran 35 veranos, ahora que este se ha acabado. Quiero que nuestro equipo gane un campeonato nacional porque yo estudié en esa universidad. Hemos quedado terceros, hemos quedado segundos, cuartos, quintos, sextos. Me encantaría conseguir esto en lo que me queda de vida. Quiero encontrar un segundo hogar en algún lugar del mundo. ¿Lo lograré? Sin duda lo haré. Tengo una nieta de ocho, bueno, ahora ya tiene nueve años, y quiero verla crecer, ir a la universidad, casarse y todo eso. Me da pena el chico. Tengo que ser duro contigo, chico. Ya saben, hay muchas cosas. Y creo que dentro de una hora se me ocurrirán cinco más y dentro de otra hora otras cinco. Pero, quiero decir, he vivido, como siempre les digo en broma a los chicos 180 años. Porque he vivido tres vidas. Viví, crecí siendo un niño pequeño, totalmente desconocido, con orejas pequeñas del que todos se reían. Era pequeño y luego tuve una carrera increíble como atleta. Llegué a ser una de las personas más famosas del mundo. Y ahora vivo una vida adulta que forma parte de eso. Y forma también parte de todo lo anterior. Pero es una existencia completamente nueva. Así que acabo de vivir tres vidas. Esta es mi tercera iteración de vida y creo que, supongo, que en muchos sentidos todo el mundo hace eso. Pero para mí, las dos últimas fueron frente al mundo entero. Así que, aún hay cosas que quiero hacer. Estoy construyendo una casa ahora mismo. Quiero terminarla. ¡Dios mío, su construcción está durando una vida! Hay tantas cosas que se me ocurren y también cosas que se me ocurrirán mañana. Simplemente veo que mientras sigues adelante, el mundo seguirá evolucionando ante tus ojos. No hubiese podido imaginar hace un año que estaríamos donde estamos ahora en este mundo. El verano pasado tampoco me lo imaginaba. Eso está cambiando algunas cosas de mi forma de pensar y actuar y es parte de mi evolución. Se trata de las cosas que quiero hacer, como ya comenté, pero también dejo las puertas abiertas porque pueden surgir oportunidades y cosas que nunca imaginé. Siento que necesito involucrarme más activamente en la política, no en cargos públicos, sino en temas específicos. Mi voz. Nuestras voces son importantes. Como dije, dejaré la mitad de esto abierto a la interpretación del momento, porque el mundo cambia muy rápido y nosotros, como estadounidenses, debemos comprender que nuestro liderazgo global ha terminado.

1:09:10
Carl Lewis. No va a volver a ser lo mismo con el próximo presidente. Se acabó. Porque si estuviera en cualquier otro lugar del mundo, ya no confiaría en Estados Unidos. Soy sincero. ¿Por qué confiar en nosotros? Nunca se sabe. Ponen a un tipo como los que tienen ahí y lo pueden arruinar todo. Así que hay una evolución. El mundo dentro de veinte años no será, mi país no será lo que pensaba que sería hace dos años. Así que hay que dejar la mitad de las cosas a la interpretación del momento para comprender cómo evoluciona el mundo. Pero simplemente agradezco estar en una posición donde tengo opciones. Y creo que eso es lo más importante. Por eso intento trabajar con jóvenes para ayudarles a obtener un título, a insertarse en el mundo laboral y aconsejarles para que puedan labrarse un futuro con opciones. Siempre bromeo con los niños cuando van lentos; les digo: «¡Ven aquí en un minuto!» Casi no se mueven. Me acerco a ellos y les digo: “Mi vida avanza. Así avanza mi vida. La vuestra así. La mía así. Ven aquí.” Porque te das cuenta, sí, como dije, llegaré a vivir cien años, lo conseguiré, voy a vivir hasta los 100. Soy como George Parks. Por lo tanto me quedan 36 años, ¿verdad? Así que empecé a pensar, 36 años… Vale, retrocedamos 36 años y eso son 28. Así que desde los 28 hasta ahora. Madre mía. Ya saben lo que está pasando. Es muchísimo tiempo. Y mira, quiero decir, son dos Juegos Olímpicos, campeonatos mundiales, esposa, hijos, nietos… Viví en tres ciudades en ese tiempo. Cuatro ciudades, ya saben, con todo esto pasando… O sea, aún queda mucho tiempo Pero por desgracia, como todos sabemos, el tiempo pasa más rápido con la edad, así que no será lo mismo porque no voy a estar corriendo por ahí a los 90 como lo hacía a los 28, quizá a los 38, pero no a los 28. Por eso valoro las cosas y las veo de otra manera. Soy mucho más emocional. Y me saca de quicio. Veo cosas y me emociono, y pienso: “¿qué me está pasando?” Imagino que es parte de la edad. Bueno, supongo que estamos en esa etapa. ¿Te pasa lo mismo? ¿Te vuelves más emotivo? ¿Me entiendes? ¿Te vuelves más emotivo con la edad? ¿No lo odias? Ahora estoy viendo una película y estoy: “¡Ay!”. Me da tanta vergüenza. Y me digo: “No pasa nada, Carl”. Lo sé, ¡pero me está pasando algo! Pero creo que en realidad, cuando deje de entrenar, que será dentro de unos años, no voy a entrenar hasta los 80. No voy a hacer eso. Nunca volveré a entrenar, ¿saben? Y con los chicos trabajaré con algunos, pero ya nada será igual. Hay cosas que haces cada pocos años, que sabes que nunca volverás a hacer. Nunca volverá a suceder. Y por eso empiezas a valorar todo lo que haces. ¿Saben? Y ya no puedes pensar en 30 años a la vista. Piensas en, digamos, diez años desde ahora. Diez años, y luego los siguientes diez y los siguientes diez.

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Carl Lewis. Y esas pequeñas cosas, como por ejemplo, están construyendo una autopista cerca de mi casa. Pregunté y me dijeron que terminarían en 2037. Y yo reaccióné con un, “¡Madre mía!» O sea, van a terminar esta maldita autopista cuando tenga ochenta años. ¡Es raro!” Así que veo las cosas de otra manera. Me emociono mucho más con lo que me rodea. Y más aún con la edad. También siento que mi voz debe ser escuchada más por la gente, sobre todo por los niños. Y en muchas ocasiones no entienden lo que les digo, son niños. Yo también he sido niño, era como ellos, lo entiendo. Pero también me doy cuenta de que mantenerme en forma y tener energía juvenil me permite conectar mejor con ellos. Pero creo que soy como todo el mundo. De hecho, soy muy parecido a la mayoría. Tenía un talento increíble, una familia maravillosa, todo eso. Pero la realidad es que, ya saben, el tiempo es implacable. Todos vamos al mismo sitio tarde o temprano. ¿Pero qué hacemos aquí y ahora? Todavía hay muchas cosas que quiero hacer. Hay muchas cosas que quiero lograr. Cada año hago algo interesante. Creo que el año que viene quiero bucear a mucha profundidad, hacer paracaidismo. Hago todo tipo de cosas. Cuando viajo a otros países, pruebo comidas nuevas. Quiero que mi vida siga siendo aventurera, pero también, cuanto mayor me hago, más me doy cuenta de que uno pierde a la gente que los rodea. Solo sigue viva una de mis tías. Todos mis abuelos fallecieron, mis padres, tíos y tías, solo me queda uno de ambos lados de la familia. Y eso es duro. Mi primo mayor ya tiene 80 años. Así que es algo difícil y desafiante porque cuanto mayor te haces, más pierdes. Y de repente te das cuenta de que tus compañeros, muchos de ellos, empiezan a fallecer a los 50. Ya saben, pasan tantas cosas. ¿Cómo haces para seguir adelante? Tienes que estar agradecido. Y soy afortunado porque he tenido la oportunidad de estar en un momento de mi vida en el que puedo hacer lo que quiero y estoy feliz de estar en un momento tan pleno. Lo que quiero hacer es esforzarme al máximo para hacer el bien. Quiero seguir marcando la diferencia y ayudando. El mayor reto es no envejecer amargado y enfadado, mantenerme siempre optimista y positivo. Eso es todo. Y esa es una de las razones por las que envié mis medallas al Smithsonian. Aunque mi hijo quiso matarme porque pensaba:»¡Tío, esas medallas valen un dineral!» Me han ofrecido mucho dinero por ellas.

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Carl Lewis. Pero un día miré a mi nieta y dije: «¡Madre mía, llegará un día en que tenga 80 años!». Ahora solo tiene nueve pero quizá para entonces todo el mundo viva hasta los 100. Así que supongamos que dentro de 90 años, bueno, ninguno estaremos aquí. Ninguno de nosotros estaremos aquí. Así que. Sí. Así que todos nos habremos ido, pero en 90 años, ella tendrá 100, y tendrá bisnietos y yo seré su tatarabuelo, y eso es inspirador. Además, sé que si no las dejara allí, cuando yo muera, mi hijo diría: «¿Dónde están las medallas? Por fin podemos conseguir ese dinero!». No te ofendas, hijo, pero bueno, es ahí donde quiero llegar. Hay que encontrarle el lado positivo. Quiero decir, la miro y dentro de 100, 90 u 80 años, podrá contarlo. Yo seguiré aquí. Y algunos niños se inspirarán. Igual que yo me inspiré con mis abuelos y mis antepasados. Así que se trata de disfrutar del momento presente y permitirte evolucionar, pero no demasiado rápido, porque todavía hay muchas cosas que disfruto haciendo. No quiero renunciar todavía, pero hay cosas a las que tengo que renunciar por completo porque, ya saben, al hacerte mayor, empiezas a darte cuenta de que vuelves a caer en ellas. Porque ahora ya no bebo demasiado por las noches. Esos días se acabaron. Porque antes podías no orinar en la cama, ahora tienes que levantarte tres veces. Pero hay muchas cosas. Lo bueno es que me siento genial. Y cuando mi padre falleció a los 60, falleció. He vivido muchos años más que él y su generación. Pero su energía era diferente.Todavía me siento como si tuviera cuarenta y tantos, y no me diera cuenta de que ya tengo sesenta. No me siento tan viejo todavía. Sí, tengo mis problemas, pero no me siento aún tan viejo. Y mientras me sienta así, todo irá bien y seguiré adelante. Pero sin duda, uno empieza a pensar en la cuenta atrás y empieza a hacer cambios, porque os voy a decir algo que no sabéis de mí: mi mejor amiga del mundo es una cosa: mi cama. Bueno, hicimos un pacto a los 60. Vamos a llegar hasta el final juntos porque adoro mi cama. ¿De acuerdo? Esto ha sido divertido para mí porque es un formato único que nunca había tenido antes y lo he disfrutado mucho. Disfruto mucho de estar con todos ustedes. Me encanta estar en España, me encanta estar en el mundo y me siento muy afortunado. Siempre he intentado llevar una vida compleja pero sencilla, porque es imposible que sea simple dada mi situación, pero hemos intentado simplificarlo. Vivo según un par de cosas muy sencillas. Si la vida fuera realmente fácil, a todo el mundo le iría bien en ella. Pero no lo es. Es complicada. Es difícil. Es un reto. Y otra cosa. Cuando era pequeño, en el instituto e incluso en la universidad, tenía mi propio plan.

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Carl Lewis. Y solía perderme muchas fiestas. No consumía drogas. No bebía mucho ni nada de eso. No hice nada de eso, me perdía las fiestas, los eventos. Ahora los organizo yo. La lección es que hay que comprender el sacrificio que implica todo aquello que uno quiere lograr. No se puede tener todo. Y en nuestra sociedad necesitamos decirles a los jóvenes: “No se puede tener todo.” Hay que dar algo para recibir algo. Guau, cuando llegas al otro lado vale muchísimo la pena porque solo vas a vivir un tiempo limitado como joven. Pero vas a vivir muchos años como anciano. Entonces, ¿por qué? ¿Por qué no lo hacemos así? Gracias. Gracias.