«Aprender a leer y escribir es el mejor regalo para tus hijos»
Francesco Tonucci
«Aprender a leer y escribir es el mejor regalo para tus hijos»
Francesco Tonucci
Pedagogo y dibujante
Creando oportunidades
"Hay que cuidar el niño que fuimos y no perder esa mirada"
Francesco Tonucci Pedagogo y dibujante
Francesco Tonucci
¿Cómo dibujaría el viñetista y pedagogo Francesco Tonucci la escuela de hoy? El pensador italiano afirma que los alumnos se mimetizan con el mobiliario escolar, aburridos, y pasan más horas de las que deberían en clase. “El tiempo de la tarde es de los niños, no de las escuelas. Y debemos hacer todos un esfuerzo: los maestros no encargando deberes y los padres dedicando tiempo a sus hijos y no ocupándolo con actividades extraescolares”, reflexiona Tonucci.
Maestro y pedagogo, dibujante y ‘niñólogo’, como él mismo se define, Tonucci es uno de los grandes nombres de la historia de la pedagogía. A través de FRATO, su alter ego y seudónimo, convierte sus viñetas en ventanas desde las que invita a mirar sobre la escuela y el aprendizaje con los ojos del niño. "Hay que cuidar el niño que fuimos y no perder nunca esa mirada, para no tener que reaprenderla", afirma.
Su viaje continúa como autor de libros en los que defiende firmemente los derechos de la infancia. Destacan títulos como ‘Los niños y las niñas piensan de otra manera’, 'Con ojos de maestro' y ‘La ciudad de los niños’. En este último, cuenta la experiencia pedagógica del mismo nombre que protagonizó en su ciudad natal y con la que reivindica la necesidad de reconquistar espacios públicos para los niños: "Las calles son más seguras con los juegos de los niños, con pelotas, abuelos, risas… y menos coches".
Transcripción
De manera que los adultos puedan… Si lo quieren, si hacen esta elección, que es una elección dura, complicada. Escuchar a los niños es complicado. Porque normalmente nos llevan a conflictos. Y el conflicto siempre es un motor fundamental de cambio. Lo importante es que nosotros, los adultos, tanto en el papel de profesores y directores de la escuela o de alcaldes y concejales de la ciudad tengamos la disponibilidad de transformar las preguntas, las propuestas, las protestas de los niños en acción política. Esta es la política. Esto es como yo pienso y veo la política. Bueno, ahora empezamos. Estoy a vuestra total disposición.
"Los niños que llegan caminando a la escuela tienen un nivel de atención más alto que los demás"
Y en este tiempo es posible que unos profesores se formulen la idea de que es un niño con dificultades de atención. El niño que va caminando, mejor si solo, solo en el sentido de sin adultos, con sus compañeros, jugando en la calle, hablando entre ellos… Bueno, claro que llega a la escuela ya trabajando. Está listo. No es difícil. Esto es el primer aspecto que parece marginal y no lo es. El otro es que una buena escuela debería trabajar sobre lo cercano. Sobre el ambiente donde surge. Yo espero que la escuela retome esta costumbre de salir, conocer el entorno, conocer el barrio, visitar el mercado, conocer a los comerciantes… Bueno, es una expresión de un contexto social. Y si yo vivo en otro contexto y elegí esta escuela porque me gusta, porque conozco a la profesora… Todas buenas razones. Pero mi hijo no conoce, no vive, el mundo que la escuela va a estudiar. Esto también puede ser una razón. Por lo cual, a mí me gusta decir esto. Y dice: «Pero será la que le toca». Sí, será la que le toca. Después los padres pueden hacer mucho para que mejore, no poniéndose como jueces a juzgar todo lo que hace la escuela, sino poniéndose a trabajar con ella. Como se hacía. Encontrándose con los maestros, dedicando tiempo a la escuela, estando disponible… Es como ocurre en las buenas escuelas. Hasta ahora, esto no digo que no ocurra. Pero bueno, esto… Por lo cual, la escuela se hace buena porque trabajamos juntos.
Bueno, no lo voy a contar todo porque… Pero es muy interesante porque organizó este orfanato como una República de los Niños, donde había un Consejo de Niños que tomaba todas las decisiones. Había un periódico interno. Y había un tribunal de niños que juzgaban tanto a los niños como a los adultos. Cuando los nazis entraron en el orfanato para llevarse a los niños, y llevarlos a un campo de concentración le permitieron, tanto era su prestigio, que se salvara. Él renunció. Acompañó a sus niños y niñas al tren. Viajaron hasta Auschwitz y los acompañó hasta la cámara de gas. Por lo cual, es un gran maestro. El otro es don Milani, un cura de Florencia que vivió toda su vida dedicándola a la educación. A la educación de los últimos, de los montañeros. Chicos que la escuela había excluido. Y a los cuales él dedicó toda su vida, lamentablemente breve. Murió por un cáncer hace justo 50 años, en el 67. Con sus alumnos que la escuela había rechazado, escribió uno de los libros más bellos a nivel literario que yo conozca, y que un crítico severo y duro como Pier Paolo Pasolini reconoció como uno de los mejores libros que él había conocido que es Carta a una maestra. Cuando leí esta obra, me derrumbó el mundo. Porque la obra tiene esta tesis: la escuela no puede suspender. La escuela es para los últimos y tiene que aprobar. Promover, en el sentido… Y, bueno, esto cambió mi vida. El último es Mario Lodi. Mario Lodi es un maestro que he tenido la suerte de tenerlo como amigo. Amigo mayor, pero nos hemos querido mucho. Yo lo visité hasta los últimos días de su vida. Murió hace tres años. Y fue un gran maestro de los últimos, de los campesinos. Había una pequeña escuela de un pueblo de Italia. Y con estos niños de pueblo escribió cosas impresionantes. Hasta publicar libros hechos colectivamente para la clase.
Si hay una pizarra aquí que podamos aprovechar yo puedo intentar, a ver… No cómo puedo dibujar hoy La máquina de la escuela, que tendríamos que tener una hora porque es un dibujo muy complicado. Pero bueno, puedo decir cómo… Podría describir gráficamente la condición del niño en la escuela. Bueno, más o menos lo dibujaría así. Claro que es un niño en la escuela que a mí no me gusta. Porque podría dibujar un niño en una escuela distinta. Pero creo que en La máquina de la escuela moderna lo que ocurre que no debería ocurrir es que los niños están tristes. Y aburridos. Está como incorporado en el pupitre. Esto es para subrayar el tema de que pasan muchísimas horas sentados y casi identificándose con este mobiliario escolar. Y claro, esto dice bastante sobre lo que no debería ocurrir. No se puede a los seis, ocho, diez, doce años, pasar cuatro o cinco horas, todos los días, sentados. Ya solo esto es una denuncia de una escuela que no puede ser. No puede funcionar. Un niño de esta edad tiene que moverse. Pero tiene que moverse porque es sano. Normalmente un niño que se mueve se considera como problemático. Lo llaman «hiperactivo». Un niño hiperactivo es sano. Un niño quieto debería preocupar. Pero esto no ocurre, nunca hay… No se señalizan nunca niños quietos al equipo psicopedagógico. Pero bueno, a mí siempre me da mucha pena pensar que un niño, una niña en este caso, pueda pasar tantas horas, tantos días, y tantos años de su vida triste y aburrido. No… No se puede. Esto es un delito.
Esto me parece muy importante pensando que hay muchos niños que no tienen una familia capaz… No solo… Hay muchos que no tienen una familia disponible. Y esto crea una injusticia impresionante. Don Milani decía: «La escuela, muchas veces, es como un hospital que solo cura a los sanos». Efectivamente, reciben mucha ayuda los que lo necesitan menos. Y el maestro debe ser el garante de la recuperación. Si no, este trabajo en casa aumenta la tijera de las diferencias entre los mejores y los peores. El tiempo de la tarde no es de la escuela. Es de los niños. Y tenemos que hacer todos un esfuerzo. Los maestros no ocupándolo con deberes, los padres, posiblemente, reservando tiempo libre a los hijos y no ocupándolo todo con escuelas de la tarde. Aparentemente de cosas muy divertidas, pero son escuelas. No son ni juego ni tiempo libre.
La propuesta de la escuela, más o menos, es: Lengua, Matemáticas, Ciencias. Y poco más. Y de todas maneras, también, si hay algo más, no cuenta. El éxito escolar se decide sobre esto. O casi solo sobre dos: Matemáticas y Lengua. Un alumno que tenga buenas notas en Matemáticas y Lengua no tiene peligro de tener problemas. Esto prácticamente excluye a todos los que nacieron para ser artistas, para ser artesanos, para ser investigadores. Porque no solo algo que es más bajo, también lo que es más alto no está incluido en la escuela. Yo siempre fui un buen dibujante. Tenía diez en Dibujo siempre. No le interesaba a nadie. Como tenía problemas con Matemáticas, yo viví siempre con un miedo espantoso de no llegar a final de año con la suficiencia. Por suerte siempre lo conseguí, pero sufriendo, llorando. Bueno, pasé con los binomios… No os cuento lo que pasé. Lo que pasé… Porque me decían: «No te preocupes si no lo entiendes. Estúdialo y después lo entenderás». Tengo 78 años. No lo entendí. Lloré mucho y me siento traicionado. Y creo que esto lo están viviendo muchos niños. Con lo cual, frente a esto, ¿qué puedo decir? Que la escuela tiene que darles cosas que los niños puedan reconocer como suyas. La lectura, la escritura… No digo que no, ¡sí! Pero de esta forma. Aprender a escribir para escribir, no para demostrar que sé escribir, no para pasar un examen. Para escribir a alguien, para escribir para mí mismo, para escribir una poesía, para escribir mi diario. Si lo quiero, secreto. Y la escuela me dice: «Si es secreto, ¿cómo vamos a evaluarlo?». ¡No tiene que evaluarlo! Tiene que contentarte que él te diga que está feliz. Por esto me gustaría que en la escuela las propuestas fueran muchas. Y que tengan todas un mismo respeto. Por esto digo: un taller de bicicletas. Hay niños que tienen una habilidad manual impresionante y estos son los que suspenden.
Es decir, la escuela que está viviendo mi nietita de diez años se parece demasiado a la escuela que he hecho yo. Por esto antes decía que La máquina de la escuela, bueno, con mucha pena, debería dibujarla casi igual. Y lo que me preocupa más es que mis hijos, que ahora tienen 50 años, han vivido una escuela mejor que mi nietita. Significa que hemos tenido momentos bastante fuertes de investigación, de preocupación, de encuentros, de debates, donde se salía de las escuelas… Lo que contaba. Estudiando el entorno, los padres iban a la escuela para contar su punto de vista. Bueno. Ahora se ha parado mucho. Por lo menos en Italia yo veo que se han hecho pasos atrás. Le doy una propuesta para que entre el humor en la escuela. En el último libro de Frato, me hago propaganda, hay un último capítulo que se llama «Si quieres ayudar a Frato». He puesto dos viñetas incompletas. Son dos perfiles de niños o niñas, depende de cómo se complete, con globos blancos. Y hay otra con un adulto o adulta y un niño o niña con globos blancos. La propuesta es hacer fotocopias y llenarla y enviarla a la editorial. Esperando yo, un día, hacer otro libro aprovechando las ideas que llegan. Esto puede ser una experiencia escolar interesante porque puede ser también una sugerencia casi… ¿Cómo se puede decir? …terapéutica. Para que puedan expresar su punto de vista sobre la misma escuela. O sobre la relación con los padres. Y pueden salir cosas interesantes para discutir. Y bueno…
"Los niños deben jugar con otros niños fuera de casa, fuera de la escuela, fuera de un control directo de los adultos"
Pero cuando los niños consiguen expresar esto nosotros tenemos que tener una oreja verde, una oreja joven, una oreja preparada para escucharlos, para coger lo que están proponiendo. Porque lo proponen de una forma que no es evidente. Dicen poco. A veces parecen tonterías. Pero si nosotros los escuchamos con pasión, con amor, con participación, muchas veces descubrimos que dentro hay elementos que podemos transformar en política. Esto es el proceso virtuoso. Con lo cual, por ejemplo, en la portada de este último libro hay una frase una niña, Victoria, de Rosario, Argentina, que en un consejo de niños, en el cual yo participaba, dijo: «La culpa de todo es de los mayores. Hay que limitar el poder de los mayores». Yo creo que es un diagnóstico y una propuesta política impresionante. Me imagino que una niña de diez años no sabe mucho, pero lo siente, lo intuye. E intuye, probablemente, lo que nosotros, al contrario, sabemos muy bien: que lo hemos hecho todo mal. Nos hemos reservado todo el poder para nosotros, los adultos. Y si examinamos los distintos ámbitos: ambientales, económicos, sociales, de justicia y tal… Es un desastre. Hay varios. Por ejemplo, esta viñeta que citaba de las últimas, esta del parque. Nace de una propuesta de una niña que escribe a su alcalde diciendo: «Querido alcalde, habéis puesto los bancos del parque al revés. Porque lo habéis puesto que miran hacia el parque. Y cuando yo voy con mi abuelo, él me mira mientras que yo juego. Y no lo soporto». Y de ahí nace esta viñeta de: «Vosotros cuando jugáis…». Porque esta niña está protestando que no puede ser que mientras un niño juega haya un adulto que lo vigila, que lo observa. Es incómodo. Es más que incómodo. Es… ¿Cómo se puede decir? Irrespetuoso.
Los niños tienen que jugar fuera y juntos. Fuera de casa, fuera de la escuela, fuera de un control directo de adultos y junto con otros niños. Hay muchas propuestas, claro, que ahora no tengo tiempo… Pero el tema es que siempre los niños lo dicen de una manera porque piensan de otra manera. Somos nosotros, los adultos, los que debemos ser capaces de escuchar. Y, repito, transformar en política lo que los niños proponen. Así en la escuela. Pensad que los niños deben poder interactuar con el gobierno de la escuela, sobre todo. No solo que puedan hablar de la comida, que normalmente es donde se permite que expresen su opinión, o el recreo. No, también sobre la didáctica, sobre los deberes, sobre los profesores, sobre los horarios. Con esto no digo que tengamos que hacer la escuela como la quieren los alumnos. Pero digo que no podemos hacer una buena escuela sin saber lo que piensan los alumnos. Y el artículo 12 vincula también a la escuela. Tienen derecho a expresar su opinión cada vez que se tomen decisiones que los afecten. Y en la escuela todas las decisiones que se toman afectan a los niños.
Por ejemplo, un niño de Roma decía que para el pasaje peatonal no hay remedio. Con lo cual, deberían subir, cuando hay posibilidad… Cuando hay peatones que tienen que pasar, que tocan un botón, por ejemplo, salen lamas de navajas que cortan las gomas de los coches que pasan. Es una propuesta. ¿La podemos asumir? No. Porque si no vamos a la cárcel. Pero esto nos da una indicación muy importante. Por eso digo que hay que tener una manera de escuchar. Hacer espacio significa: «Bueno, venga. ¿Qué me estás diciendo?». Que no tiene ninguna confianza que los adultos puedan respetarnos si no ponemos cosas así. Bueno… ¿Hay medios para hacerlo? Sí. En Italia, para quien no se para en las sendas peatonales, en los pasos de cebra, hay la multa más alta del Código de la Carretera. Sacan no sé si siete u ocho puntos. Más que pasar con el semáforo rojo. Bueno, con lo cual lo hemos resuelto. ¡No! No se aplica nunca. Pero no poco, ¡nunca! Yo lo estudié con el comandante de las Guardias Urbanas de Roma, que es como un ejército, no sé cuántos miles son. Y el capitán o el comandante de las Guardias comprobó que no sé si en un día se hacen seis o siete multas de este tipo. Cuando se hacen diez mil de prohibición de aparcamiento irregular y tal.
Y estas pocas, casi nada, son porque hay accidentes en los pasajes de cebra. Claro, allí llega la patrulla y tiene que aplicar también esto. Pero es el único caso. Claro, los niños tienen razón: ponemos las lamas. Pero es una provocación. Nosotros, tomándolo en serio, dije: «Bueno, no puedo hacer esto. Pero sí que puedo aplicar la multa. Pongo… Doy indicaciones para que se haga». Y si se hacen multas, cambian las actitudes. O inventamos otras cosas. Pero para conseguir este resultado. De esta manera, hay muchos aspectos que se pueden desarrollar así. Los niños y las niñas piensan de otra manera y esto explica todo. Me pidieron, por ejemplo, recién, en una conferencia, que tratara el tema de por qué a los niños no les gusta la escuela. Y yo contesté: «Porque piensan de otra manera».