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Los límites nos protegen y cuidan nuestros vínculos

Shulamit Graber

Los límites nos protegen y cuidan nuestros vínculos

Shulamit Graber

Psicoterapeuta


Creando oportunidades

Shulamit Graber

Shulamit Graber es psicóloga, terapeuta familiar sistémica y especialista en trauma. Desde niña mostró una profunda curiosidad por el mundo emocional, lo que la llevó a estudiar psicología y a buscar el aprendizaje directo de los grandes creadores de teorías humanas. Su vida dio un giro tras vivir un secuestro, experiencia que la impulsó a especializarse en trauma y a desarrollar un método propio de cuatro pasos para la transformación del dolor en aprendizaje y crecimiento personal.

Ha viajado internacionalmente para formarse con expertos en trauma y terapia multigeneracional, y ha trabajado con familias de hasta seis generaciones para comprender la transmisión de creencias y sanar vínculos. Graber ha dedicado su carrera a acompañar a personas en procesos de duelo, resiliencia y resignificación de experiencias difíciles, convencida de que la historia personal no define a nadie, sino la decisión de transformarla.

En el ámbito personal, ha construido una familia sólida y ha sanado relaciones significativas, integrando su experiencia vital en su práctica profesional y en la formación de nuevas generaciones.


Transcripción

00:00
Shulamit Graber. Hola, me da muchísimo gusto verlos a todos. Quiero platicarles que desde niña me interesaba el mundo de las emociones. Mientras mis amigas jugaban con sus muñecas a que eran doctoras, a que jugaban al fútbol, a que se acariciaban, a mí me interesaba si lloraban, si les dolía algo y hacía terapia con mis muñecas para entender cuáles eran sus miedos, de qué sufrían, qué les faltó de niñas. Y esa curiosidad inicial de niña se volvió en mi propósito de vida. Y así fue como llegué a estudiar psicología. Me apasionaban los fenómenos humanos. ¿Por qué tú te convertiste en la persona que eres? ¿Por qué piensas como piensas? ¿Por qué ríes como ríes? ¿Por qué eres más extrovertido? ¿Por qué eres más callada? Pero no me conformé con estudiar en los libros. Mi curiosidad me llevó a conocer a los grandes creadores de todas las teorías que yo estudiaba, y así viajé con el mundo, con mi libro bajo el brazo, porque yo quería la firma, porque quería conocerlos, porque quería oír de su viva voz quiénes eran. Pero como suele suceder hace un par de décadas, la vida me puso a prueba. Fui secuestrada y ahí tuve que abrir mi caja de herramientas. Encontré una nueva misión, que el dolor, que las heridas, que los traumas, que lo que vivimos no sea nuestra identidad, sino que nosotros tengamos la capacidad de transformar el dolor, de transformar lo que vivimos en una oportunidad de aprendizaje y crecimiento personal. Y desde ahí no he parado. Decidí hacer una especialidad en trauma y repetir lo que me había funcionado cuando era psicóloga. Y volví a viajar y a conocer a los grandes que han estudiado y descubierto de qué está hecho el trauma, cómo podemos resignificar nuestra historia, cómo podemos sanar esas heridas, esos momentos que a veces creemos que no tienen salida. Poco a poco fui encontrando respuestas y esa es mi nueva misión. Ver cómo nuestra historia no nos define, pero nuestra decisión de transformarla sí. Y ese es el camino en el que estoy ahora.

02:55
Megan. Doctora Shuly. Mi nombre es Megan. ¿Cuál es el mayor obstáculo que tenemos para manejar el dolor y sanar?

03:02
Shulamit Graber. Cuando tenemos un obstáculo que no hemos sanado es muy importante entender que en la sociedad nos han dicho, ya, estás vivo, dale carpetazo, todo está bien. No vale la pena, sigue adelante. Y quiero decirles que no se evapora, lo que vivimos, nos va a alcanzar. Entonces, la única forma de superar el miedo y de superar este obstáculo es verlo de frente. Atrevernos a mirarlo, a manejarlo y a entender que la postura de víctimas es el segundo factor que no nos ayuda a superar el miedo. ¿Por qué? Porque tenemos ganancias secundarias. Es muy lindo que todos te apapachen, que todos te vean con lástima, que todos te digan pobrecito, viviste esto. Esa silla de víctima nos hace quedarnos ahí. El tercer motivo por el cual no sanamos es por el tema de los apegos, nos apegamos a relaciones tóxicas, a momentos cómodos y seguimos ahí. Seguimos diciendo es que me maltrata esta relación, no estoy a gusto, pero qué bonita es la reconciliación. Y entonces esa emoción, esa adrenalina nos mantiene ahí. Esos son los apegos. Los apegos no son a una persona, es a una emoción que no te deja moverte. La única forma de darnos cuenta es de ver si hay un patrón que se nos está repitiendo en nuestras relaciones. Muchas veces ese mismo patrón se nos da en varios ámbitos, en varios lugares, y nos pasa lo mismo, nos sentimos maltratados en el trabajo, nos sentimos maltratados en la relación, nos sentimos minimizado en nuestras relaciones. Y entonces ahí, ojo, se está repitiendo un patrón. Quiere decir que esa toxicidad no es de los otros y es nuestra. Entonces, el reflejo de nuestros vínculos nos puede dar una clave importante que viene de una historia, que viene de un momento, que es muy probable en mi infancia, que hoy tengo el compromiso conmigo mismo, con nadie más, de sanar. Pero para sanar tengo que dar un paso, salirme de ahí para poderme ver a distancia y entender dónde estoy.

05:44
Diana. Doctora Shuly, soy Diana y mi pregunta es: ¿cómo podemos sanar las heridas de nuestra infancia que no nos permiten ser quienes queremos ser hoy?

05:52
Shulamit Graber. Es un proceso, pero tenemos que atrevernos a vivir ese proceso. Número uno, a elaborarlo. ¿Qué quiere decir elaborarlo? Primero, reconocerlo. Dos, nombrarlo, a resignificarlo. ¿Qué me voy a decir hoy? Que sigo siendo esa niña que los papás no la quisieron y pobrecita de mí, o que soy un hombre o una mujer adulta con el derecho de sentir amor y de construir la realidad que quiero. Tres, incorporarlo. Que quiere decir a dónde lo voy a guardar. En qué cajoncito de adentro de mi vida voy a guardar eso. Porque, ¿qué creen? La vida no se vive con borrador. Lo que vivimos, vivimos, no lo podemos sacar de nosotros, pero si lo podemos acomodar en un lugar que sea más cómodo y que hoy abra mi cajoncito y lo pueda platicar con ustedes y cuando acabe yo lo guardo en un lugar cómodo. No es como la gastritis que está regurgitando adentro de mí todo el tiempo. Yo me vuelvo dueña de mi dolor, me vuelvo dueña de mi herida y la coloco donde yo puedo tenerla. No la saco de mi sistema porque eso no es posible, quien se los haya dicho no les está diciendo la verdad. No podemos mandar a la estratosfera lo que hemos vivido. Permanece con nosotros, pero no me controla, yo lo controlo a partir de hoy. Y por último, me transformo. Me transformo en la persona que hoy elijo ser, un ser de amor, un ser de luz, porque me parece que esa es la verdadera sanación, hacer algo con ese dolor, ayudar a que tengamos un mejor mundo, a que todos los que hemos sufrido no nos volvamos perpetradores por haber sufrido, sino que nos volvamos transformadores en algo mejor. Entonces esa es mi misión. Por eso creé este método que le llamo el método de los cuatro pasos. No es muy complejo, sí es un proceso, pero yo creo que todos los que queramos sanarnos podemos accesar a él. Si tienen una herida y no la encuentran, váyanse a su presente. ¿Cómo viven? ¿Qué les pasa? ¿De qué sufren hoy? Y seguramente esa es la consecuencia de aquella herida. Mi historia puede haber sido difícil, pero la decisión de transformarme es ahora mía.

08:35
Sayuri. Hola, doctora, Mi nombre es Sayuri. Mi pregunta sería ¿por qué en la actualidad nos cuesta mucho colocar esos límites hacia otras personas?

08:44
Shulamit Graber. Bueno, el tema de los límites es de mis preferidos y es de mis preferidos les voy a decir por qué. Porque hemos vivido en un error, nos han enseñado que poner límites es para los demás y ¿qué creen? Poner límites es para nosotros mismos. Porque si yo le voy a decir a una pareja violenta, ni una más, ¿ustedes creen que él va a cambiar? Yo me lo estoy diciendo a mí. Yo no vuelvo a estar presente, a mí no me vuelven a maltratar, a mí no me vuelven a tocar, a mí no me vuelven a agredir, a mí no me vuelven a lastimar. Entonces los límites es como impermeabilizar tu casa, tu morada sagrada. Cuando tú impermeabilizas una casa y dejas una grietita, por ahí se va a filtrar la humedad. Entonces los límites nos protegen. A ver, vamos a poner como un ejemplo, un ejemplo muy típico. La mamá o la suegra que se mete en la vida de la pareja. Cuando yo me casé, la familia de mi esposo es muy abundante y habían millones de eventos, el bautizo, podía yo haber vivido de eventos y a mí me importaba mucho mi realización profesional. Y todos los días me hablaba mi suegra, acuérdate que el jueves es el bautizo del primo tal, acuérdate que este… y yo decía no voy a vivir así y decidí hablar con mi suegra y le dije voy a hablar con usted de un tema delicado, pero le voy a dar una buena y una mala noticia. Le voy a decir primero la buena. La buena es que quiero mucho a su hijo y lo voy a hacer muy feliz. La mala es que creo que no soy la nuera que usted hubiera esperado, porque no voy a asistir a tantas cosas, ni esa es la vida que yo elijo. Y entonces me dijo pero cuando tú tengas algo de tus hijos, la familia no va a cumplir contigo. Le dije qué cree que he aprendido, voy a aceptar el precio. Los límites van acompañados de un precio, estoy dispuesta a pagar el precio. Y así fue mi vida, realmente acabó admirándome mucho y estuvieron presentes en todos los momentos importantes de mi vida. Me conmueve. Ya no viven, pero los quise muchísimo. Fue un límite que nadie más puso en la familia, que nadie más se atrevió a poner. Y ese límite no solo mejoró la relación, tuvimos la mejor relación. Todos los eventos que yo tuve estuvieron retacados porque venían a cumplir con ella, no conmigo. Entonces nunca sucedió lo que ella pensaba, pero ese límite cambió mi vida. Pude hacer una carrera, me pude desarrollar, pude no estar presente en los eventos. El límite tiene que ver con quererme a mí mismo. ¿Por qué nos cuesta trabajo? Hay varias razones, les voy a mencionar las más importantes. La primera, vamos sacrificándonos a nosotros, a nuestra autoestima, a nuestro amor propio y a nuestra identidad para ser buenos, para ser lindos y eso es muy fuerte. Acuérdense que los mensajes que recibimos de nuestra sociedad y nuestra cultura se convierten en leyes y vivimos a través de esas leyes.

11:56
Shulamit Graber. Número dos, no nos sentimos merecedores. Nos han enseñado a merecer por hacer, no por ser. Y hay que sentirnos merecedores de protegernos, porque también nuestra autoestima y nuestro amor propio se juega a la hora de no poner límites. ¿Y luego que nos pasa? Pasa el tiempo, pasa el tiempo, te hartas de no haber podido poner un límite a tiempo y un día por algo que de veras no amerita gritas y pones el límite que nunca pusimos. Yo digo pon límites con elegancia, sin gritar, bonito, Pero, ¿por qué gritamos y nos atropellamos? Porque ponemos límites cuando el agua nos llegó hasta acá. Es un aprendizaje y creo que hoy es de nuestros retos más grandes. Enseñemos a nuestros hijos, a nuestros seres queridos, a poner límites y seamos parte de aceptar que nos pongan límites. Un límite a tiempo es preventivo, siempre es preventivo. Un límite tarde sale como abuso, como exageración. Atrévanse a poner límites de una forma linda. Los límites no son para dañar al otro, son para mejorar la relación en nuestro día a día. Y si tu mamá se mete todo el tiempo en tu vida, es muy lindo decirle mamá, te quiero decir algo, te quiero mucho y quiero que seas parte de mi vida. ¿Cómo le hacemos? Este diseño no nos va a funcionar, porque yo me siento así. Y esto me hace recordar un tip muy importante. Siempre que hables con el otro desde la primera persona, el otro no se siente agredido. Es que yo pienso, es que yo siento. Pero cuando tú criticas al otro, es que tú eres, es que tú haces, estás atentando contra su identidad y se va a defender. Pero si yo le digo a mi mamá es que yo siento que por más que te quiero, este modelito de que todo el día te metas en mi vida no va a funcionar. Qué te parece que yo me acerco a ti cuando necesite un consejo y te prometo que cuando lo necesite te lo voy a pedir y te prometo que te voy a contar lo que me pasa en mi día a día, que crea que corresponde contártelo. Y cuando tú quieras decirme algo, pídeme permiso así como yo estoy hablando contigo y lo van a entender. Entonces, yo creo que si hoy sacamos algo importante de este momento es sintámonos todos con el derecho de poner límites a tiempo y cuidar lo más valioso que tenemos, nosotros mismos.

15:28
Melisa. Hola, doctora Shuly. Soy Melisa Nava. Estoy muy feliz de estar aquí ya que soy admiradora tuya desde ya hace algunos años y me gustaría hacerte una pregunta. Mi pregunta es respecto a ese acontecimiento tan fuerte que pasaste en tu vida. Me gustaría que si así lo quieres, platicarnos acerca de cómo lo transformaste para convertirlo en parte de tu misión de vida.

15:55
Shulamit Graber. Bueno, efectivamente hace un par de décadas fui secuestrada, como les comentaba. Sí fue un momento de mucho miedo, de mucha incertidumbre, y estando en ese momento lo primero que pensé, y creo que fue el hilo conductor que hoy les puedo compartir es, si tuviera que encontrar una cualidad mía, algo que me distingue como terapeuta, una herramienta. Todos ustedes están llenos de recursos y fortalezas. Les voy a decir cuál es la diferencia. Los recursos son sus recursos internos. Sus fortalezas. Es lo que tienen alrededor, como la fortaleza de su castillo. Entonces tu fortaleza puede ser tu esposo, tus hijos, tus padres, tus amigos y tus recursos son tu tenacidad, todo lo que tú has cultivado adentro de ti. Hay que recurrir a esos recursos, no se les olviden que todos los tienen y yo en ese momento, en vez de entrar en miedo, dije la curiosidad, esa curiosidad que les conté que me distingue desde niña y si me atrevo a ser curiosa en este entorno tan difícil, ¿qué pasaría? Y decidí atreverme y le dije al jefe de la banda que me secuestró le quiero hacer una pregunta, si quiere me la contesta y si no, no. ¿Qué fue lo que le hizo ser secuestrador? Y él me contestó nunca nadie me había hecho esa pregunta, a nadie le había importado mi vida. Usted es la primera persona que le preocupa mi vida y se lo voy a contar. Y me contó su historia. Cuando tú te vulnerabilizas frente al otro, cuando muestras tus áreas vulnerables, cuando muestras lo que te duele, te haces más humano, no más débil. Y ojo, porque este es otro mensaje que nos ha enseñado esta cultura, a confundir debilidad con vulnerabilidad. Cuando muestras quien eres, cuando muestras tus emociones, cuando hablas de ti, no eres más débil, eres más humano. Y sea lo que sea, yo estaba segura que tenía una parte humana con la que yo iba a conectar. Y cuando él me dijo nadie le había importado mi vida, ya estábamos conectando desde otro lugar. Y creo que eso me salvó. Hice lo que sé hacer, platicar, hablar, hablar de temas que me eran importantes, atreverme a preguntar cómo había vivido, cómo había crecido. No les voy a decir que no tuve mucha violencia emocional, pero aprendí algo muy importante, que aún en las situaciones más difíciles en las que te quiten tu libertad, hay una que no te pueden quitar, tu libertad de pensar y otra, tu libertad de sentir. Aprendí que también hay límites que tengo que acatar en ese momento, pero me atreví a acercarme, a perder el miedo y a sentirme con el derecho de preguntar, de cuestionar y eso fue importantísimo en mi proceso. Ya sé lo que están pensando todos, ya me lo preguntaron muchas veces. ¿Cómo le creíste? ¿Saben qué? Al cerebro le da lo mismo pensar en positivo que negativo.

19:11
Shulamit Graber. Y creer es una forma de sobrevivir, hoy lo sé y hoy lo aprendí. Pasaron muchos momentos muy difíciles en un torbellino de emociones muy complicadas de manejar, pero yo tenía una cosa que me estaba funcionando no perderme a mí, estar lúcida, no perderme en miedo, en pánico, porque de todas maneras no podía controlar lo que iba a pasar. Solo podía controlar lo que yo pensaba y me hice las dos preguntas más difíciles que pensé que nunca me iba a hacer en mi vida. Si es el último minuto de mi vida, ¿qué me faltó por vivir? La segunda pregunta fue, si salgo viva, ¿qué voy a hacer diferente? Si salía bien, me iba a convertir en una especialista en trauma. Cuando salí, salí libre, decidí que esa misión y esa promesa era muy importante cumplirla, porque había sido parte de mi proceso de libertad. Y ahí volvió mi misma curiosidad y decidí viajar como les comenté, y conocer a los grandes especialistas en trauma, a los métodos más novedosos para sanar y convertir eso en una misión. Y dije y tengo que crear un método y tengo que ayudarle a la gente. Y hoy me preguntan mi esposo, mis hijos, mis amigos, ¿por qué trabajas en un tema tan horrible? ¿Pero por qué no eres terapeuta sexual? ¿Pero por qué no te dedicas más a lo que hacías antes? Y les voy a decir la respuesta, porque yo sé el otro lado del camino. Porque cada vez que está frente a mí una persona con un trauma y un dolor, yo no estoy en su historia ni estoy en su dolor, estoy viendo el otro lado, estoy viendo el arcoíris. Ya estoy viendo a dónde la voy a mandar, ya estoy viendo cómo se va a transformar, porque yo ya probé ese camino, porque creo en el camino y por eso trabajo con el dolor y por eso trabajo con esos temas. Tengo testimonios hermosos y creo firmemente en que todos, todos, no importa lo que hayamos vivido, tenemos la capacidad de transformar nuestra historia.

22:09
Liz. Hola doctora, mi nombre es Liz. Bueno, antes que nada, a mí me gustaría decirle que es un enorme placer estar aquí el día de hoy con usted. Y bueno, mi pregunta es, ¿por qué en la actualidad se ve como más frecuente el tener ansiedad, como que cada vez es más común?

22:25
Shulamit Graber. La depresión es exceso de pasado, la ansiedad es exceso de futuro. La gente deprimida está todo el tiempo sin haber resuelto y con nostalgia y con su historia y atorado. La gente realmente ansiosa está muy lejos del hoy, tiene demasiada longitud sus pensamientos. Reduzcan sus pensamientos y la ansiedad se va. El 90% de los pensamientos que tienen ustedes futuros son catastróficos y qué creen, no van a ser así, es una pérdida de energía. Tengo grandes ejemplos de la época de la pandemia de la gente que al iniciar la pandemia empezó, y ¿qué va a pasar y cuándo va a acabar? Y solo oía noticias en todas las redes, catastróficas, de que esto está tremendo va a durar diez años, va a durar cinco años y se quedó ahí en ansiedad. ¿Y saben qué hizo de su vida? Nada. Y hay quienes dijeron hay limones, hago limonada. Gente que se reinventó porque lo que hizo es decir hoy estoy encerrado, ¿qué es lo que siempre quise hacer con mi tiempo? Escribir, hoy son escritores. Leer libros que nunca tuve tiempo de leer, hoy son científicos. Testimonios reales. ¿Por qué? Porque redujeron a lo que había hoy. No se sabía lo que va a pasar, entonces lo que teníamos hoy era una sola cosa, nuestro tiempo. Y hay quien hizo con su tiempo un papalote y hay quien hizo con su tiempo oro, oro valioso. Entonces, la ansiedad tiene que ver con este exceso de futuro y con este exceso de preocupaciones que no van a pasar. Reduzcan al hoy. ¿Cómo? Aprendan a respirar, es muy importante. Aprendan a meditar para que las vibraciones de su cerebro se pongan en otras ondas y en otra sincronía. Esa sería una respuesta.

24:50
Ramfer. Hola doctora, mi nombre es Ramfer Gutiérrez y mi pregunta es la siguiente. Yo sé que ninguna familia es perfecta, pero ¿es posible sanar la relación entre padres e hijos?

25:00
Shulamit Graber. Yo tengo una formación original de terapeuta familiar sistémica. Creo en el enorme poder de que las familias son la fuente de amor y sanación. Es en la familia donde se sana todo. Como les digo que yo soy ambiciosa y no me conformé con tener familias, decidí estudiar generaciones, lo que se llama la terapia multigeneracional. Y yo he tenido en mi consultorio a seis generaciones de mujeres para entender el linaje femenino de la abuela, bisabuela, abuela, madre, hija, nieta. Para entender qué pasa ahí, cómo fue la transmisión de creencias, porque ahí está el secreto. Nosotros estamos llenos de creencias que nos han transmitido a través de las generaciones y ¿saben por qué las repetimos? Por dos motivos. Una, porque eso es lo que aprendimos y yo voy a repetir lo que aprendí, sin filtro. Y dos, por un tema muy importante que pocos hablan de él, las lealtades. Yo soy leal a mis progenitores. ¿Por qué yo prometí que nunca voy a educar a mis hijos con el dedito, así como me hacía mi papá que me chocaba y al rato me cachó haciendo lo mismo? Porque las lealtades son inconscientes, son lazos muy delgados que mantienen unidos vínculos ancestrales. ¿Cómo voy a sanar un sistema si no encuentro cuál es la creencia que hay atrás? Quiero contarles que yo he ayudado a gente a despedirse de las creencias de los abuelos que hoy les hacen mucho daño, pero ya no vive el abuelo. Le hemos escrito una carta pidiéndole permiso para dejar de llevar esas creencias y hemos ido a llevar la carta a la tumba del abuelo, porque las familias viajamos con escudos. Los Juárez somos de mecha corta. Quiero decirle, doctora, desde antes que empiece su terapia, que nosotros no pedimos perdón, nosotros somos orgullosos. Le digo ¿y eso es bueno o malo? No, no, no sé si es bueno o malo, pero así somos nosotros. Y esto me lleva a un ejemplo práctico como ya vi que les gusta, de un hombre en sus 50 años que me habló una vez y me preguntó si yo hacía terapia preventiva. Esto fue hace unos 25 años. Terapia preventiva, nadie me había preguntado eso, pero como soy curiosa, le dije sí, porque yo quería entender que era eso. Y vino a consulta y me dice resulta que nosotros somos ocho hermanos y cuando se murieron mis padres y nos sentamos a platicar los hermanos, descubrimos una de cosas, una de información, uno de secretos familiares, unas cosas que sabía la hermana pero no el hermano, otras cosas que le habían prometido a uno pero no sabía el otro, y yo, hoy para mí es un trauma. No sé si eso se llame trauma en su profesión, pero quiero que me diga qué hacer para que eso no pase con mis hijos. Yo quiero que hoy me digan y quiero que me pregunten lo que quieran saber de mí. Me pareció muy interesante y le dije traigamoslos. Llegaron a sesión él y sus hijos en aquel entonces adolescentes, no saben y de veras me dan escalofríos, no saben qué caso tan hermoso. Habían cosas que sanar, no tantas, ni tan graves ni tan profundas, pero se habló de todo. ¿Y saben qué hizo ese padre con sus hijos? Les dio un regalo de vida. Porque esos hijos, por eso me acuerdo que fue hace 25 años, ya crecieron y son papás. Cada vez que se les atora algo en la vida me llaman y me dicen que necesitan su alineación y balanceo, cambio de bujías y de aceite. Es mi caso preferido, son mis consentidos y me dieron una lección de vida tan importante que yo también sané con mi familia, con mi padre y con mis abuelos en vida. Entre ellas fue la historia con mi padre, una escena que no había contado, que conté hace muy poquito en un podcast y yo sé que mucha gente lo oyó de que mi papá tenía un carro muy bonito, un Mustang.

29:10
Shulamit Graber. Yo tenía tan solo cuatro años de edad, íbamos en la carretera, yo me mareé y devolví y le manché su carro y me dejó tirada en la carretera. Me sacó del coche y me dejó ahí. Cómo estoy viva, no sé. Cómo no corrí y me atropellaron, no sé. Cuánto tiempo tardó en regresar, muchísimo. ¿Qué pasaría si yo me cuento la historia de una niña abandonada, no querida y me quedo ahí con esa herida? Esa sería mi identidad. Pero en algún momento, después de haber terminado mi maestría y de haber conocido este hombre, decidí que yo no iba a ser una buena terapeuta. Y decidí que yo no iba a escoger una buena relación de pareja si yo no sanaba la relación con mi padre. Fui a terapia un año para atreverme a preguntarle a mi papá si podíamos hablar, ese era mi miedo y aceptó. Y fuimos a terapia mucho tiempo, casi dos años. Y hoy, a veces, cuando cuento esta historia, me pregunto qué hubiera sido de mí si no hubiera sanado esa relación. No sé si estaría casada con el hombre maravilloso que estoy casada, con el que llevo 41 años casada. No sé si tendría la familia que tengo. Y no sé si hubiera podido ser la terapeuta que soy. Y fue una elección muy importante. Y además les cuento que mi papá vive, tiene 94 años y a partir de ese momento logramos hacer una relación muy diferente y él pudo reparar con sus nietos una relación que no tuvo conmigo, que no tuvo como padre. Entonces viví en carne propia el ejemplo de sanar y de sanar las relaciones. Y vuelvo a inspirarlos a que se atrevan, sobre todo a una cosa, a sanar mientras están vivos. Es tan diferente cuando está en vida la gente con la que yo puedo sanar y acercarme a cuando ya no están. Hay muchos rituales y formas de sanar. Yo después de esa experiencia me senté con mis hijos y les dije quiero que me lo digan todo. Cuéntenme cómo quieren llevarnos hoy, cómo les gustaría que fuera la relación. Porque yo soy mamá intrensa gallina, les puedo hablar todos los días. ¿Les gusta eso? No, please no, ok. ¿Quieren que haya una comida fija que nos veamos una vez? No, cuando podamos y queramos todos, queremos ser más libres. Perfecto. Atrévanse a preguntar con curiosidad cuál es el estilo de familia y de relación que quieren tener y entonces van a ver que todo se puede sanar y que todas las familias tienen la capacidad de sanarse. Y ahí está el verdadero amor.

32:56
Esmeralda. Hola doctora, mi nombre es Esmeralda Rubio. Agradezco mucho estar aquí el día de hoy y le agradezco mucho por compartir con nosotros. Mi pregunta es la siguiente. Al principio hablábamos sobre las relaciones de pareja y sabemos que en todas las relaciones hay altibajos y desgaste. ¿Es posible revertir este desgaste incluso si hubo un caso de infidelidad?

33:25
Shulamit Graber. Sé que es un monstruo que se hace silencio, pero los voy a sorprender. A ver, vamos a empezar por la primera parte. Las relaciones se desgastan por lógica, porque nosotros cambiamos en lo personal, ya no nos gusta lo mismo, queremos algo diferente. Antiguamente te casabas para toda la vida y más te vale que no rompas ese juramento. ¿Eran felices? Claro que no. Hoy nos estamos, gracias, atreviendo a si no somos felices movernos de lugar. No me separo por cualquier cosa, pero no me quedo a pesar de todo. Hay que atrevernos a mostrar nuestra incomodidad, a decir lo que hoy ya no me gusta. ¿Quién dijo que el amor da la cualidad de adivinar? Pónganlo en la mesa, siéntense, platiquenlo. Y cuando un acuerdo caduque, háblenlo y digan esto ya no me funciona. Oye, pero cuando nos casamos. Sí, claro. Cuando nos casamos sí, pero ya no. ¿Cómo lo ponemos de otro lugar? Entonces las parejas que más duran son las que tienen la rara habilidad de negociar sus acuerdos, de cuestionar sus valores, inclusive el del amor. ¿Qué pasa con los años? Se nos olvida porque admiramos al otro. Inventen nuevas formas de admirar, porque si lo admirabas, porque era el robusto, delgadito, ya está choncho y calvo. Qué pena. Admiralo por otra cosa. Lo mismo a la mujer. ¿Quieres admirar esa mujer que ya pasó por cuatro embarazos, cuatro hijos? ¿Quieres que tenga la figurita que tenía y entonces te vas a ir con otra modelo que tiene esa figurita? ¡No! Ve por qué admiras a esa madre, a esa mujer, a esa compañera. La infidelidad es la cúspide de una montaña que hizo erupción por miles de cosas que estaban pasando abajo. Y ojo, no estoy justificando la acción, no la justifico, pero para que eso pase hay dos responsables que no supieron mirar la relación y uno de los dos encontró cómo solucionar eso. No era la buena solución, pero fue fiel a él mismo. Por eso la pregunta es ¿a qué somos fieles? Soy testigo que una infidelidad se puede perdonar. La he tenido en frente de mí en mi consultorio muchísimas veces. Pero también hay algo que he aprendido con los años, hay quien puede perdonar y quien no puede perdonar. ¿De dónde viene eso? Otra vez vengo de las creencias, de ideas ancestrales, de cosas que nos han dicho. Para mí el perdón es un valor, pero si tú perdonas a alguien por una infidelidad, tienes que perdonarlo, volviendo a confiar. Pero ojo, si eligen perdonar contratando un detective, buscando la clave del celular, siguiéndolo todo el día. ¿Saben qué? No perdonen. Si no pueden, retírense. Es un acto de decisión, yo elijo volver a creer en esta relación. Y eso es lo que yo he trabajado en mi práctica. Ayudando a la gente a entender, no por qué hizo erupción el volcán, porque en el pueblo todos veían que salía humo, pero el día que hace erupción el volcán. ¡Qué horror! Hizo erupción pero lleva sacando humo cinco años, no pensabas que algún día va a ser erupción. Yo más bien creo que esas crisis son oportunidades camufladas para justamente reinventar la relación. Si te atreves a perdonar y a trabajar la relación y entender cómo llegaron a ese lugar, hay una garantía, van a ser una mejor relación y van a ser una mejor versión de ustedes mismos.

38:00
Público. Con todo lo que nos has contado, ¿es posible transformar el dolor en gratitud?

38:09
Shulamit Graber. La lógica nos diría que no. Cómo algo que tanto me dolió, que tanto me afectó, lo puedo agradecer. Y a mí me ha pasado eso. He tenido entrevistas donde la gente me ha dicho pareciera que esta mujer agradece lo que le pasó, así que aprovecho para decirles que no lo agradezco. Nadie agradece haber sido privado de su libertad, pero lo que puedo agradecer es la persona en la que me convirtió. Hoy me pregunto si sería quién soy y me lo he preguntado muchas veces. Creo que no lo sería. Muchísima gente que me conoce antes y después ha notado la diferencia. Si a mí se me ponchaba una llanta o me sucedía algo tantitito fuera de mi día planeado, voy derecho, no me quito, todo tiene que estar perfecto, no saben lo que me afectaba, me descomponía totalmente. Hoy hay muy pocas cosas que me puedan descomponer porque mi marco de referencia es ¿qué me va a quitar la paz después de lo que viví? Y lo agradezco. No sé cómo lo hubiera hecho de otra forma. Entonces, el dolor se puede convertir en gratitud si, solo si, haces algo con él. Hay que ver a nuestros dolores y a nuestros momentos difíciles como nuestros maestros de vida, no como los obstáculos que nos impiden crecer o formarnos en quienes queremos. El problema es que queremos agradecer y no sabemos cómo agradecer. Entonces, el primer paso es dejar de preguntar el por qué. ¿Por qué me pasó? ¿Por qué a mí? Y preguntar el sentido que tuvo ese dolor en mi vida. Agradezco esas herramientas que no tenía dentro de mí. Agradezco lo que descubrí de la gente que me rodeaba porque descubrí que gente que estaba muy lejos, que yo pensaba, estaba muy cerca y desafortunadamente, como suele suceder en momentos difíciles, gente que estaba muy cerca no estaba tan cerca. Todo eso lo agradezco. Entonces la gratitud viene cuando trabajas la experiencia, cuando te echas un clavado y no te quedas en la superficie y ves qué aprendizajes te dio. Qué puedes hoy aportar al universo o al mundo para que sea un mejor mundo a raíz de lo que tú viviste. Y entonces la gratitud se vuelve una emoción de alta vibración. Y quiero decirles que hoy hay una forma de medir con vibraciones, porque es energía, las emociones. De hecho, hay una máquina que ya las mide y se pensaba que la vibración de más alto poder o de más alta energía, por decirlo de una forma fácil, era el amor y hoy ya cambiaron. Tiene poco que se dieron cuenta que la emoción de más alta vibración es la gratitud. La gente que aprende a agradecer lo más simple de la vida, vibra en gratitud y vibra más alto. Sean más compasivos y amorosos con versiones anteriores de ustedes que hicieron lo que pudieron, como pudieron y agradezcan en quien se convirtieron por lo que vivieron. Y entonces sí, es posible que la gratitud y el dolor coexistan, sean amigos y se den la mano. No es o dolor o gratitud, no. Es, y dolor, y gratitud.

42:07
Alma. Hola, doctora Shuly. Mi nombre es Alma Rosa. Estoy muy contenta de estar aquí. La sigo, soy su fan la sigo desde hace mucho tiempo. Y mi pregunta es la siguiente ¿cómo podemos trabajar para aceptarnos tal y como somos?

42:21
Shulamit Graber. Ok, es una muy buena pregunta porque lamentablemente tenemos una sola vida y vivimos viendo cómo hacerle para ser los que no somos. Físicamente, en todas las formas, siempre nos estamos comparando y esto viene de muchos lugares. Primero viene de que hoy vivimos en un mundo de muchas comparaciones. Nos estamos comparando todo el tiempo con los demás. ¡Qué horrible vivir así! Tenemos una constitución, un cuerpo que es el que nos transporta y nos lleva a todos lados. Este es nuestro cuerpo, de la forma en como nosotros nos miremos, fíjense que importante, vamos a hacer que nos miren los demás. Si yo me siento orgullosa, contenta de cómo soy, eso es lo que voy a hacer que vean los demás. Y ojo, somos, no somos perfectos y somos perfectibles, sí, yo no estoy peleado con eso. La belleza es un valor, pero no una obsesión. ¿Y qué creen? Es inalcanzable. Se vuelve una obsesión inalcanzable en el que nunca jamás acabamos de estar en paz con quienes somos. Entonces uno es la comparación, en redes sociales, en todos los medios digitales, en todas las revistas. El segundo, es el tema del merecimiento. Trabaja tu merecimiento. ¿Por qué no te sientes merecedora de ser como eres? ¿Qué pasa en tu historia? Y me lleva al tercer tema, las creencias. ¿De dónde viene la creencia que decía la abuela Rosa que las mujeres tienen que ser así? Y la mamá me lo repitió y yo lo repito y se lo repito a mi hija. Nunca se va a parar la transmisión automática de creencias hasta que una generación la pague. Lo que tú dices y se repite, se va a seguir repitiendo a lo largo de cinco generaciones hasta que esa creencia se debilita. Por qué esperar cinco generaciones. Yo me avergonzaba de mi pelo chino y viví 40 años de mi vida alaciándome el pelo, 40 años, porque yo pensaba que una mujer china no era merecedora ni siquiera de gustarle un novio, porque todas las mujeres guapas eran lacias. Y viví alaciándome todo el tiempo. Y tuve la oportunidad de dar con una gran mujer que en paz descanse, pero que es la famosa Silvia Galván, que se dedica a pelo chino, que me dijo ¿cuándo te vas a aceptar como eres? Son hermosos tus chinos, deja de cambiar para una ocasión para otra y ese día de veras es un acto de vanidad, pero se los comparto porque cambió mi vida y decidí que nunca más me vuelvo alaciar, no que un día y un día no, jamás. Soy china en Chapultepec, corriendo en la calle, a donde sea, en la boda, en la conferencia y en donde sea, esa soy y así me voy a querer y aceptar. Y ahora hasta me gusto. Ahora tengo una nieta que sacó mi pelo chino que tiene siete años y no dejo de decirle lo hermosa que es y ella está feliz que se parece a su abuela y espero que nunca siga el camino que yo seguí cuando empiece a ver otras cosas.

45:37
Shulamit Graber. Ámense. Cuando empiecen por amarse y aceptarse, van a empezar a ver cambios que ustedes mismos se van a sorprender.

46:26
Yesenia. Hola doctora Shulamit. Mi nombre es Yesenia. Va a sonar romántico, pero ¿se puede realmente ser feliz? Y si se puede, ¿qué se tiene que hacer?

46:37
Shulamit Graber. Me encanta la pregunta. No crean que no me gusta lo romántico, soy muy romántica. Nada más que hoy hemos romantizado cosas. A ver, se puede ser feliz, empiezo por contestar contundentemente, sí. Todos podemos ser felices, pero les voy a contar que nos pasa en el camino. Nos han enseñado a exotizar lo extraordinario. ¿Qué quiere decir? Las personas felices son las que tienen, tanto, estos lugares, poseen estas cosas, tienen dinero, tienen sueños, viajan y entonces la felicidad se vuelve cada vez más inalcanzable. ¿Por qué? Porque está puesta en lo extraordinario, en la vacación, el coche, las posesiones. ¿Cuántos días al año van a estar ahí? ¿60 días al año? ¿Y el resto? ¿Y saben cuáles son las personas más felices? Esas personas que hoy se levantan y dicen qué delicioso huele mi café. Y se sientan en la puerta de su casa o ven por la ventana el árbol o se van al parque de la esquina y se sientan en una banca a hacer tres respiraciones y una meditación de gratitud por tener hoy un día extraordinario. Y llegan al trabajo que aman. Y llegan a su casa y viven el estilo de vida que hoy escogieron vivir. Esas personas para mí son las personas más felices, pero no saben que eso es ser feliz porque no les enseñaron a nombrarlo como felicidad. Lo dan por hecho, porque nadie vino a decirles que esa es la verdadera felicidad, lo simple, lo cotidiano. Y porque esas personas tienen la capacidad de ver como el colibrí toma miel y como el pajarito canta en la ventana, porque los otros no tienen tiempo para eso, ni paciencia, ni les importa, solo tienen tiempo para lo grandioso y siempre están soñando lo que sigue para tener, lo más grande. La felicidad es hermosa y todos tenemos el derecho y merecemos ser felices. ¿Pero qué creen? Tenemos que creer que está en nosotros conquistarlo, porque la felicidad está hecha de esos pequeños pasos, de estas pequeñas cositas cotidianas pero que se sostienen en el tiempo, que las logro mantener en el tiempo y voy construyendo la vida que quiero. La gente feliz tiene una cosa muy importante, la vida que quiere. La vida que soñó al día día porque se levanta como quiere, porque hace lo que quiere, porque está rodeado de la gente que quiere, porque hizo una limpia de sus creencias. Y aquí les voy a dar una magia para que se la lleven de regalo, porque esa gente cuidó su botiquín de autocuidado, que cuando abres tu botiquín tiene cinco cosas importantes. Uno, se cuidó físicamente, su salud nada más su salud.

49:40
Shulamit Graber. ¿Cómo me siento hoy? ¿Qué me hace bien? ¿Me conecto con mi salud? ¿Sé lo que me hace bien? ¿Qué me cae mal? ¿Qué me gusta? No se pongan a comer lo que dicen que hay que comer. Todas las mañanas te desayunas el vinagre con el limón muerto de acidez porque dicen que es alcalino. Bueno, qué bueno que sea alcalino, a mí me cae mal. ¿Cómo te cuidas? Conéctense con ustedes, no hagan cosas por hacerlas. Dos, el intelecto. En mi botiquín de autocuidado veo qué pensamientos dejo entrar. ¿Consumen chatarra mental o proteína mental? ¿Qué consumen? Neta. ¿En qué ocupan sus pensamientos, todo el tiempo en el celular o leen algo interesante? Tercero, ¿cómo se autorregulan emocionalmente? ¿Ustedes conocen las emociones que los visitan a diario? ¿Cómo se llama esa emoción? Porque si no nombro las emociones no las voy a poder regular. ¿Soy mayormente irascible? ¿Todo el tiempo estoy en nostalgia? ¿Qué emociones me visitan? Ese es el tres. El cuatro, mis relaciones. ¿Cómo están mis relaciones? ¿Estoy hoy cerca de la gente que quiero estar? ¿Me estoy rodeando de la gente que hoy quiero estar? Más no es siempre más en la vida. A veces menos es más. Menos relaciones, menos amigas, menos gente, más cercana. ¿Vale? Y por último, la espiritualidad. Y no me refiero a una espiritualidad religiosa. ¿Qué hago con mi parte espiritual para estar en paz? La paz interior no es negociable. El que no está en paz consigo mismo está en guerra con el resto del mundo. ¿Qué hago para estar en paz? Yo ya les dije miles de secretos. Mi perro, mi caminata, mi meditación. ¿Qué haces tú para estar en paz? No se casen con cosas. Oír música, perfecto. Sentarte en silencio viendo un árbol, perfecto. Tomar un tecito a media tarde, perfecto. Pero que tú logres estar en paz. Y estas cinco cosas que les acabo de decir, métanlo en su botiquín de autocuidado y revisenlas cada ratito. ¿Cómo ando en esta área? ¿Cómo veo mis emociones? ¿Cómo ando aquí? ¿Qué pienso? ¿Ando en la onda pesimista? ¿Qué pensamiento estoy dejando entrar? ¿Qué tan lejos van mis pensamientos? Me están causando ansiedad, ¿cómo lo regreso? Es como estarte auto checando, no lo tiene que hacer nadie. Tú lo haces contigo mismo, es tu derecho y tu privilegio. Así que siéntanse con el derecho de ser felices, porque les aseguro que después de escuchar esto, la mayoría de ustedes son más felices de lo que creían que son, pero no se han atrevido a nombrarlo como felicidad.

53:40
Miriam. Mi nombre es Miriam Verde. Es un honor para mí escucharla y me gustaría si nos podría hablar o compartir un poco acerca de cómo transitar el duelo.

53:50
Shulamit Graber. Muy bien, a ver. Todas las pérdidas del tipo que sean, tienen que transitarse por un duelo. ¿Por qué? Porque tenemos que hacer algo con la pérdida, no la podemos dejar abierta, es como si dejaras una herida abierta sangrando. El problema es que hay dos tipos de pérdidas. Hay pérdidas reales, como se ha acostumbrado, que es como la muerte, la pérdida de un ser querido. Pero hay otras pérdidas que se llaman pérdidas ambiguas que durante mucho tiempo no se les dio nombre, y son estas pérdidas como la pérdida de una amistad, la pérdida de una pareja, la pérdida de una facultad por enfermedad, la pérdida de un miembro del cuerpo, la pérdida de la dignidad por algo que me pasó. ¿Y qué ha pasado con estas pérdidas? Que como no nos han enseñado a legitimizarlas, no nos han dado permiso a nombrarlas, pensamos que no son pérdidas. Hay que cerrar el ciclo. ¿Cómo? En el caso de las ambiguas, nombrarlas, llorarlas, escribir las emociones que me acompañan, tristeza, soledad, enojo, por haber perdido esta amiga, por haber perdido este trabajo, por haber perdido a mi compañero. Hay que honrar la pérdida, aunque suene contradictorio, y darle un lugar. Si fue una enfermedad, ¿quién era yo antes y quién soy hoy? Es una pérdida. Si es una facultad, también. Entonces, en caso de las pérdidas ambiguas, hay que atrevernos a darle valor y esta sociedad nos ayuda a no darle valor. ¿Cómo, estás llorando porque perdiste un trabajo cuando el otro perdió su papá? Cada quien su dolor, no comparen los dolores. Cada quien está en su proceso, en su vida y en su dolor. En el caso de las pérdidas reales como la muerte, nunca, nunca, el ser humano está preparado para ningún tipo de pérdida, ni porque fue grande, ni porque fue chico, ni porque estaba joven, ni porque fuera adulto. No estamos preparados, no nos gusta perder y es natural que no nos guste perder. Pero hay que elaborar el duelo y no tratar de esconder el duelo. Hay que legitimizar el dolor, llorarlo y saber que es un proceso tardado. Se sabe que una pérdida puede tardar hasta dos años en procesarse. Dale la bienvenida a las emociones, de estar triste, de no querer ir con tus amigas, de no querer sonreír, de no querer, date permiso. Mientras más permiso te des, entran las emociones y van a salir cuando tengan que salir. Los duelos congelados no son porque te quedaste triste, es porque no te permitiste estar triste, porque no permitiste vivir lo que te tocaba vivir. Después viene una etapa a lo mejor de enojo, estoy enojada con la vida y el universo por haber perdido esto. Dale permiso al enojo, dale permiso, enójate, pégale una cosa de box, escribe, pinta, raya un cuaderno. Les voy a decir algo, escribir es una forma de elaborar pérdidas muy importante, porque el cerebro procesa a través de dos formas, de la escritura, pero no les va a gustar, no en tablet y en computadora, de la escritura antigua en un cuadernito y de hablar, pide ayuda, ve a terapia, platica con alguien cercano, pero háblalo, no lo escondas.

57:08
Shulamit Graber. Siguiente, una persona nunca se va a ir totalmente aunque se haya ido de este plano si tú logras honrar lo que te dejó. Extrae lo que esa persona te dejó a ti. Ay, tengo este sentido del humor del abuelo, de mi padre. Híjole, muevo mis manos como mi madre y me encanta cuando me veo el espejo y me recuerdo a ella. Traten de extraer lo que esa persona en vida les dejó, porque eso nunca muere. Y pónganle nombre y escríbanlo y transmitenselo a sus generaciones. Así era la abuela, así era la mamá. Y es una forma de hacer presente lo ausente.

58:44
Ivonne. Mi nombre es Ivonne y quiero preguntarle cuáles serían los primeros auxilios emocionales después de pasar por un evento traumático y si el tiempo que tardamos en recibirlos afecta la recuperación.

58:59
Shulamit Graber. Los primeros, digamos, como recursos emocionales que hay que hacer es hablar. El silencio es muy dañino, porque el silencio empieza a carcomerte por dentro y tú empiezas en soledad, a hacer un montón de cosas en un momento y de interpretaciones en un momento en que tú estás débil, porque acabas de sufrir un evento traumático. ¿Con quien hablarlo? Con alguien de mucha confianza, con alguien muy cercano que te ayude precisamente a pedir ayuda, a orientarte. A veces necesitamos más tiempo del que quisiéramos para elaborar un trauma, pero depende de muchísimos factores. Número uno, de nuestra capacidad de resiliencia, que es un tema muy importante. La resiliencia es la capacidad de levantarnos más fortalecidos de la adversidad, más fuertes de lo que vivimos. La resiliencia se construye y se construye atreviéndonos a trabajar nuestros eventos. Así construimos la resiliencia, no es proporcional, pero lo que sí es proporcional a la sanación es el tiempo en que tardas en hablarlo y en poderlo decir. Porque yo me he sorprendido mucho de gente que ha venido conmigo y me cuenta algo que vivió y me lo está contando con un llanto y con un, que yo ya estoy hasta nerviosa de que ahorita que le pregunte hace cuánto fue y me diga 25 años, me va a dar un no sé qué, pero les tengo una muy buena noticia. La resiliencia se ha descubierto que es acumulativa. ¿Qué quiere decir? Que en nuestra mente hay un archivo donde se guarda la memoria resiliente. No es el mismo archivo donde se guardan nuestros recuerdos, es diferente. Y cuando tú trabajas algo y te atreves a resignificarlo y a transformarlo, eso, ese recurso, se guarda en esa memoria y cuando necesitas otra vez ser resiliente, se abre y sale y te ayuda. Entonces es una ganancia que tiene el trabajar nuestra historia, que la resiliencia nos vuelve fuertes y cada vez que la necesitamos está con nosotros. Quisiera cerrar diciéndoles que es de valientes amar. La gente valiente cura sus heridas y se da cuenta que lo que calla y carga, acaba pesando. Hay que atrevernos a decir lo que no nos gusta. Hablamos de parejas, hablamos de límites, hablamos de aceptar nuestro cuerpo y nuestro ser como somos. Hablamos de muchos temas, pero todos tienen algo en común y es el amor propio. El amor propio se construye, no se hereda, no nos lo da nadie, es un trabajo personal. La única persona que se va a ir de este mundo con ustedes cuando nos vayamos, son ustedes mismos. Y es a donde hay que invertir nuestra energía. Nunca es tarde. Hoy haz un compromiso. Yo he descubierto que hay tres tipos de personas, las personas que se las pasan tomando cursos, yendo a pláticas y son las personas A, se quedan igual. Las personas B son las mismas que van a miles de cosas y hacen lo que yo le llamo la curvita de la luna de miel, oyen, oyen, oyen, hacen un cambiecito y siguen igual. Las personas C, que quiero que seamos todos nosotros hoy, son las personas que salen con un compromiso, que no se levantan de su silla hasta decir un compromiso que hoy quieren hacer con ustedes mismos. Uno, no 26, uno solo, de algo que hoy eligen hacer diferente. Una herida que sanar, alguien con quien hablar, un límite que tienen que poner, una relación con la que tienen que negociar.

01:02:54
Shulamit Graber. Cómo van a nombrar su día a día y cómo se van a decir que son felices porque hoy lo descubren y no lo sabían. Y yo espero que si se llevaron algo de hoy es que nunca es tarde para resignificar nuestra historia. Y que la gente que resignifica su historia, la cambia y la gente que la cambia, no solo se transforma a sí misma, sino que también transforma a los demás. Y hay una sola cualidad que yo he descubierto que puede ser ese hilo conductor, y es la curiosidad. Y por eso empecé hablándoles de esta niña curiosa, porque la curiosidad me ha llevado a donde estoy hoy. Así que simplemente hoy, si no saben por dónde empezar, empiecen por ser curiosos con ustedes mismos y eso les va a dar justamente el siguiente paso que les toca dar en su vida. Yo les agradezco mucho por haber estado aquí y por haberme acompañado a lo largo de estas horas juntos. Muchísimas gracias.