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Cristina Rivera Garza. Muy bien. Gracias por tu pregunta, Andrés. Fíjate que es… pareciera ser como una pregunta muy obvia después de mi introducción diciendo que nací entre México y Estados Unidos y mi vida se ha llevado a cabo entre esos dos países. Dirás bueno, “esta mujer ha escrito sobre todo, sobre migración” y lo cierto es que no necesariamente. No de una manera directa y no como un tema único. Creo, sin embargo, que la frontera me ha marcado de muchísimas maneras. Nací en la frontera entre, les decía, entre Matamoros y Brownsville, que es la ciudad en Texas. Pero después, por decisión propia, decidí vivir entre San Diego y Tijuana. Di clases muchos años en la Universidad de California, en San Diego, pero tenía muchos amigos, por supuesto, y una vida cultural muy intensa en Tijuana, que es del otro lado de la frontera. Y ahí sí no, fui… Ahí no me llevaron, ¿no? Eso sí fue una decisión propia. Hay una especie como de recurrencia a la frontera y si lo quieres ver así, incluso una adicción a la frontera, ¿no? Son ciudades muy, muy distintas, San Diego y Tijuana. Yo tenía mi vida laboral en un lado y mi vida, digamos, más social, artística, cultural en el otro. Con el tiempo me fui dando cuenta de que necesitaba los dos. No había veces que decía “Hay demasiado orden aquí. Esto es demasiado conocido, hay que… necesito la intensidad de este lugar tremendamente fuerte, vibrante que es Tijuana”. Pero había otros días en que decías “Es suficiente. Yo creo que necesito regresarme a descansar”. Entonces, bueno, eso por una parte, y el hecho de traer en los bolsillos, monedas de un lado y de otro lado. No sé, hay una sensación, o para mí, la vi en todo caso, de una libertad de poder reinventarme de un lado y del otro también. Y en términos de mi trabajo, yo creo que eso tiene mucho que ver con esta interrogación constante que he hecho de los géneros literarios. Cuando uno empieza a escribir te dicen y te preguntan “¿Y qué escribes? ¿Cuento, novela, poesía, ensayo?”. Y conforme han pasado los años digo “bueno, todo eso, pero no revueltos”, ¿no? Todo eso, pero interrogándose con mucho cuidado los unos a los otros, en términos del género literario. Yo creo que el género, visto así, es como los países ¿no? Te los entregan. Hay una tradición, ¿no? que dicen estos son géneros reconocidos, se dan clases en las universidades, etcétera. Pero mi labor como escritor, haciendo una labor crítica, es también poner en cuestión esos géneros. Y si esos géneros como los conozco o como se conocen, no me ayudan a mí a contar una historia, al contrario, me estorban para contar una historia, entonces entro por el proceso, que es pasar esos bordes que son, después de todo, muy porosos, ¿no? Y hacer preguntas que le corresponden a un género respecto al otro. Una especie de mantenerlos activos y de subvertirlos también.