La asombrosa historia de la mujer lobo mexicana
María Emilia Beyer
La asombrosa historia de la mujer lobo mexicana
María Emilia Beyer
Bióloga y Directora del Museo de las Ciencias Universum
Creando oportunidades
“La ciencia nos libera del miedo y la ignorancia“
María Emilia Beyer Bióloga y Directora del Museo de las Ciencias Universum
María Emilia Beyer
María Emilia Beyer es una bióloga y maestra en filosofía de la ciencia que ha dedicado su vida a explorar y compartir el conocimiento del mundo natural. Desde pequeña, su curiosidad la llevó a interesarse por la biología, influenciada por su entorno familiar y su amor por la lectura. Aunque su sueño inicial era ser bailarina de ballet, una lesión la llevó a redirigir su pasión hacia la ciencia. Su interés por la conducta animal y la divulgación científica la ha llevado a dirigir Universum, el Museo de Ciencias de la UNAM, donde crea exposiciones que buscan maravillar al público con la naturaleza.
Además, ha escrito libros que combinan ciencia y narrativa, como su obra sobre mitos y monstruos, donde explora la ciencia detrás de las leyendas. María Emilia también ha sido una ferviente promotora de la igualdad de género en el ámbito científico, participando en proyectos como "Mil Niñas Mil Futuros", que busca empoderar a jóvenes mujeres en carreras STEM. Su enfoque en la divulgación científica se centra en tender puentes de conocimiento, invitando a todos a maravillarse con el universo que nos rodea.
Transcripción
La verdad es que yo de chiquita, y de chiquita y hasta de bastante grandota, lo que quería hacer era bailarina de ballet. Estudié ballet muchísimos años, desde los 8 o 9, hasta básicamente hasta que ya entré a la universidad. Y aún así me mantuve cerca, pero claro que ya no podía hacer las dos cosas. Y yo ensayaba en la biblioteca de mi papá. Mi papá tenía una biblioteca que no se imaginan que era así como de un castillo, no era enorme. De hecho, era chiquita, pero súper nutrida de libros y me brindaba un espacio de solaz en el que realmente, a menos que estuviera ahí mi padre leyendo, pues como que no iba la gente. Hay muchísimas cosas que yo aprendí allí que son parte de quién soy hoy y yo creo que eso es algo que siempre tendríamos todos que validar y valorar, ¿no? De dónde venimos, pues tiene la respuesta de quiénes somos, ¿no? Y en la biblioteca de mi padre había sobre todo dos cosas. Mi padre era científico, biólogo, fue premio nacional de ciencias, pero sí tengo que decir que nunca trajo el trabajo a casa. Es decir, sus libros de ciencia todos estaban en el laboratorio, pero lo que él gozaba y disfrutaba y era un ávido lector era novela, historia, historia del arte, etcétera, ¿no? Biografías de grandes cantantes de ópera, literatos, etcétera. Y divulgación científica. Y muchos de esos libros me contaban historias maravillosas acerca del mundo natural. Y entonces, sin saberlo, de alguna forma yo me fui enamorando del mundo natural, pero también me fui enamorando no nada más del conocimiento científico, sino de que alguien te cuente una historia en el rincón y en el momento en el que estés.
Tuve una lesión muy fuerte que definitivamente evitó que yo pudiera ingresar a la Compañía Nacional de Danza. Mi preparación sí ya era para poder ingresar a la compañía, pero nunca llegué ni siquiera a audicionar. Una persona joven que lleva preparándose desde los 9 años y en ese momento tienes 18, es decir, en ese instante es del 50% de tu vida, pues, ustedes imaginarán el impacto que tiene el que te digan, ni siquiera lo intentes porque todos sabemos que estás lastimada y no vas a pasar. Pues, como que se te cae la vida, cachos, ¿no? Pues, mi papá me dijo, OK, pero yo veo que también te gusta mucho leer, que también te gusta mucho escribir, ¿por qué no piensas en otra cosa? Él creía que yo me iba a ir hacia las letras cuando me dio ese consejo. Y yo lo que pensé fue, de todas estas lecturas, ¿qué es lo que me ha asombrado más? Como les dije al principio, yo siempre fui curiosa. Yo creo que el asombro es un motor de vida que te lleva a puertos insospechados. Y me di cuenta de que eran las historias naturales lo que me gustaba más y entonces le dije, tienes toda la razón. Ya encontré la segunda cosa que me encanta. Y la segunda cosa que me encanta, dado que son estas historias naturales, es la biología. Y voy a ser bióloga como tú. Y él me dijo, no. ¿No? Y para mí fue un shock. La única persona en la vida que me ha dicho, no estudies ciencias, fue mi padre. Premio Nacional de Ciencias, ¿no?
Lo que a él le preocupaba muchísimo era que viendo en mí una persona joven, apasionada, curiosa y con una serie de cualidades, decidiera, dado que se había muerto mi sueño inicial, irme por la fácil. Y la fácil era tratar de seguir sus pasos, copiarlo a él. Y cuando entonces yo entendí que su preocupación era más genuina, era que él quería que yo volara, ¿no? Y no que me quedara adherida a su sombra. Me acuerdo perfecto que lo que le dije fue, ya te entendí, pero no te preocupes. Sobre todo lo que yo quería era justo, contar historias que a todos nos asombraran. Y yo entonces le dije, para eso se necesita otra cosa. Entonces, yo no voy a bailar, sí voy a estudiar biología, pero después con ese conocimiento voy a tener una trayectoria totalmente distinta. Lo vas a ver, te lo prometo. Y bueno, pues así fue. Como soy bióloga, me encanta, me apasiona la naturaleza. Dentro de la naturaleza, lo que más me gusta es el estudio de la conducta animal, los animales y cómo han sobrevivido a través de la evolución y tal, y cómo se llevan entre ellos, y cómo compiten entre ellos, y cómo se ayudan entre ellos. Me parece absolutamente fascinante. Y también me gusta mucho el mundo de los museos. Y soy directora de Universum, el Museo de Ciencias de la UNAM. Genero exposiciones de ciencia para maravillar a la gente con el mundo natural y eso, sobre todo, soy una contadora de historias.
También me gusta mucho pensar acerca de los animales que tienen resueltas cosas que a nosotros nos cuesta mucho trabajo resolver mediante la tecnología. Por ejemplo, un murciélago que con ecolocalización funciona como un radar. A nosotros nos llevó siglos poder tener un radar que nos ayudara a identificar en dónde estaban ciertos objetos. Y hace millones de años que la evolución resolvió eso de otras maneras y otros animales son los que de pronto tienen estas facilidades. Entonces, yo, por ejemplo, tengo un libro, escribí un libro sobre animales y me encanta contar historias acerca del mundo natural. Creo que yo sobre todo soy una bióloga, pero soy sobre todo una contadora de historias. Y en este libro yo retomé las preguntas que hacían los niños y las niñas acerca de los animales y estas preguntas se las hacían al zoológico de Chapultepec de la Ciudad de México. Una que me llamó muchísimo la atención y que además si la piensan tiene pues toda la razón, es por qué el hipopótamo está gordo si es vegetariano.
Claro, a las niñas y a los niños, los mamás, los papás, los doctores les dicen, come bien y come frutas y verduras y supuestamente es esa receta para que esté siempre bien. Y después resulta que van al zoológico y que ven al hipopótamo o lo ven en algún documental científico en la televisión y el hipopótamo desde el principio te dicen, no se preocupen y no es carnívoro y lo único que hace es comer vegetales y el mundo vegetal, pues, entonces no me sale la cuenta dirán los niños y las niñas, porque ve el tamaño del hipopótamo, ¿no? Entonces, esa fue una pregunta que me pareció preciosa, pero que además habla de un sentido, ¿no? De una mirada muy curiosa de los niños, las niñas e incluso de nosotros si te lo cuestionas, en donde claro, puedes entonces ir revelando un montón de explicaciones científicas y puedes ir viendo que no todo es blanco y negro y que no todo lo que te van a decir pues va a funcionar siempre así tal cual, sino que, bueno, pues entran muchísimas otras cosas en consideración. En el caso del hipopótamo es también una cuestión adaptativa, o sea, ellos debajo de la piel, que de por sí la piel es tremendamente gruesa, lo que ya les genera un peso enorme, pues también hay unas reservas grasas necesarias, de entrada para que floten, son como pequeños submarinos, porque son básicamente casi que acuáticos más que terrestres, se sienten más cómodos en el agua, porque justo pesan mucho, entonces flotan. Y tienen patitas muy cortas, piensan en un hipopótamo, entonces es muy complicado pretender andar todo el tiempo en la tierra cargando ese peso. El agua les ayuda, pero entonces como si hubiera una boya de flotación, tienen entonces un contenido graso que a propósito sus cuerpos no queman, tienen un metabolismo basal que permite que tengan grasa, porque no están como nosotros pensando en que se quieren ver fit, sino que quieren flotar con facilidad.
Entonces, bueno, esa sería una de las preguntas que me encantó y que me puso a pensar mucho, porque también expandió mi mirada, a mí no se me hubiera ocurrido. Entonces, el estudio de la naturaleza con la mirada de la especie misma, no con nuestra mirada, nos enseña a expandir el conocimiento y a ser más sensibles. Entonces, yo creo que los animales en realidad nos muestran muchas, muchas otras estrategias de supervivencia en este planeta, no todas son las nuestras, las nuestras no necesariamente son siempre las mejores y entonces nos aproxima a esto, a lecciones de humildad.

Entonces, tiene que haber una comprensión importante. Entonces, lo que yo te quiero decir con todo esto es, la ciencia puede llegar a ser difícil, pero es un ejercicio intelectual fascinante. Entonces, aunque sea difícil, a veces conviene hacer estos esfuerzos para llegar al premio. Y el premio es la maravilla, la maravilla de la naturaleza, la maravilla de comprender un concepto. O a lo mejor no necesariamente la maravilla y en emociones tan, digamos, positivas, sino el comprender qué te está pasando ante una enfermedad y tomar decisiones informadas que realmente no incrementan el problema y te ayuden a mejorar. Estoy pensando, desde luego, por ejemplo, en la pandemia. No siempre necesitas información científica para sentirte feliz. Y yo soy una embajadora de la belleza de la naturaleza, claro. Pero también entiendo que el conocimiento científico no es nada más pura emoción de qué bonito está todo. También nos sirve para salvarnos, para curarnos, para tomar decisiones informadas y tener mejor calidad de vida, no solo individual, sino poblacional, regional o incluso, desde luego, planetaria. Entonces, es un esfuerzo que como ciudadanos de un mundo que tiene ciencia y tecnología como brújulas, pues, deberíamos de tomar, independientemente de que nos encante o no. Con todo, regreso a lo que dijiste y tienes razón, a veces la ciencia es complicada.
No todo tiene que gustarnos a todos. Ni todas ni todos tenemos que ser científicos. Pero lo que tratamos de hacer los divulgadores de la ciencia es tender puentes para que sea un poco más fácil el tránsito y puedas, entonces, hacerte con un poquito de información o un mucho, que te ayuden a vivir mejor, a azorarte, a asombrarte, a maravillarte o a tomar decisiones que realmente pueden hacer que tu vida, pues, camine por mejores rutas. Entonces, en pocas palabras, yo creo que la ciencia, bien contada, podría acercar a muchísimas más personas y que todos pudiéramos en un momento dado, como si te dieran un pasaporte, acercarte al mundo de la ciencia, aunque no seas el que vive en el mundo de la ciencia. Y esa es la divulgación para mí. Encontrarás que seguramente hay muchas cosas que te gustaría conocer y que no importa lo que estudies y no importa la ruta de vida que tomes, tienes derecho a conocer. La ciencia es un patrimonio de la humanidad. El conocimiento es un patrimonio de la humanidad. La posibilidad de entender el mundo en el que estamos es un derecho ciudadano. Pero sí es verdad que hay que hacer como ciudadanos, como individuos, un pequeño esfuerzo para acercarnos y entenderlo.
Entonces, yo creo que lo que uno puede hacer es buscar aproximarse a través de buena comunicación de la ciencia al conocimiento científico. Y si además te pasa como a mí, que a través de eso, aunque no lo habías considerado, te acabas enamorando de la ciencia y te vuelves científico o científica, pues qué mejor, que también se puede. Pero no necesariamente todo mundo tiene que ser científico o científica para enamorarse de la ciencia. Entonces, yo creo que ese sería el mensaje. Pero sí es cierto que hay que hacer a veces un pequeño ejercicio intelectual. Pero nada es regalado. Pensemos en el ejercicio físico. Si yo quiero tener un cuerpazo y quiero tener abs marcados, pues también tengo que ir a hacer un ejercicio de otro orden. Bueno, aquí es un ejercicio intelectual. Y también si quiero aspirar a ciertas cosas, pues, necesito echarle ganitas, como en todo. En la ciencia y en la búsqueda del conocimiento científico, hay como un montón de posibilidades para que esto se vuelva realmente fascinante y divertido. Y lo primero es la importancia de las preguntas. Pero aquí sí lo quiero traer a la mesa, porque el problema está en que desde pequeños nos enseñan, de entrada con las evaluaciones y los exámenes que tienen preguntas, que necesitan respuesta, lo primero es que nos enseñan a que la pregunta abierta sin respuesta nos debe de generar ansiedad o estrés. ¿Cómo es posible que no sepamos responder? En realidad, son muchísimas más las cosas que no sabemos responder. Entonces, ya vamos mal. Entonces, tendríamos que pensar en cambiar un poco el chip. Y yo creo que eso sí es parte del entrenamiento que se nos da a las personas que estudiamos ciencia. La importancia de la pregunta, no necesariamente del resultado. Y es más, incluso en la ciencia, pues se ve muchas veces.
La gente que no está en la ciencia a veces cree que a los científicos lo que les encanta es decir, ya, resolvimos esto. Pues si vieron que no, a veces el gremio científico cuando se le resuelve algo dice, caray, entonces, ahora ya se me acabó este terreno de conocimiento o cómo. Entonces, para que esto se vuelva divertido, de repente hay que saber que en el trayecto está lo interesante también, que no tener una respuesta fija y tener un montón de preguntas y perderle el miedo a la pregunta es parte de navegar por estas aguas que nos van a llevar a lo mejor en la aventura del conocimiento a un puerto desconocido. Y ese puerto desconocido justo, no es como yo lo pensé, pero ahí es en donde está algo que a lo mejor va a cambiar la mirada del mundo. Y entonces, tienes que soltar amarras. Y entonces, es una aventura, realmente es una aventura, a lo mejor más que una fiesta, es una aventura. Es una aventura que además no termina. Es una aventura en donde, como ya se ha dicho y no lo he dicho yo, ¿verdad? Pues, para continuar te paras en los hombros de gigantes, de personas que antes también sembraron ideas y llegaron hasta cierto punto y de alguna manera, pues, te dicen, hasta ahí, te la dejo y ahora te toca a ti. Y a ver qué puedes hacer tú por la humanidad en el tiempo de vida que tienes. A mí eso me parece una cosa maravillosa. Y pocas empresas humanas como la ciencia para dar continuidad durante siglos a esto.
Entonces, sí es una fiesta, pero también es sobre todo esto, es una aventura humana en la que estamos todos, de la que gozamos muchos beneficios gracias a las aplicaciones de la ciencia básica. Y bueno, pues, entonces, estamos todos en este planeta, estamos todos en este barco, expandir lo que podemos hacer como especie. Tenemos un tiempo evolutivo que en algún momento se terminará, que si seguimos con las crisis planetarias, yo ya me empiezo a preocupar en serio, ¿no? Que en algún momento, entonces, nuestra historia se terminará, pero que habremos dejado posiblemente una enorme huella de conocimiento. Y bueno, y si seguimos, qué mejor, a seguir construyendo. Esa es la invitación, esa es la fiesta.
Las mujeres estudian ciencia y de repente les toca la edad reproductiva. Y aquí yo soy mamá y, desde luego, que amo mi carrera, pero, desde luego, también amo y adoro sobre todo a mi hija. Por lo tanto, cuando tuve que poner en la balanza, ¿qué hago? ¿Me resto de la carrera profesional dos años para estar acompañando a Milly o no me resto? La decisión fue evidente, me resto. Dejé de escribir libros, perdí posibilidades de invitaciones en conferencias y, desde luego, esas oportunidades, otros colegas, pues, las pudieron entonces cosechar. Yo hice un estudio hace varios años con las escuelas. Bueno, he hecho varios, les voy a contar al menos dos. Uno de ellos radicaba en, las escuelas tienen equipo para hacer investigación y experimentación en laboratorios, que, desde luego, es finito. Hay escuelas que tienen más dinero, que tendrán más microscopios y hay escuelas que tal vez tienen solo un microscopio. Y, entonces, yo lo que evaluaba como observadora era qué pasaba cuando el grupo llegaba al laboratorio. Y lo que sucedía era que los chavos, los niños, varones, entraban empujando, pateando, corriendo, gritando y a las niñas, que se nos pide que seamos modositas y nos portemos bien, pues, no entraban pateando a nadie, no, dejaban pasar a los chicos. El resultado era que, entonces, los que podían asomarse a ver las maravillas del mundo microscópico, por ejemplo, pues, siempre eran los varones. A las niñas, en cambio, entonces, la maestra o el profesor les pedía, bueno, es que hay pocos microscopios, entonces, por favor, ustedes dibujen. Y, en realidad, pues, es ya ir generando en la visión de las niñas y los niños lo que te toca y lo que no te toca. Y aquí, lo peor del caso es que yo hablaba con los profesores al final del estudio y se azoraban cuando les mostraba los videos. Genuinamente no se daban cuenta.
Si eso, entonces, tú lo extrapolas a cómo nosotras, como mujeres jóvenes, llegamos a los laboratorios cuando estudiamos ciencia, es muy probable que reproduzcamos esa conducta, aunque nadie nos la pida. Y si eso tú lo multiplicas por muchos días y por muchas horas y por muchísimos meses y años de trabajo, al final del día, pues, los que acaban siendo los jefes de los laboratorios, por lo tanto, los que se llevan en representación de todo el grupo, el premio Nobel, son varones. Entonces, los proyectos STEM que ahora tratan justo y desde el nacimiento se enfocan a empoderar a las mujeres en la ciencia y la tecnología, son fundamentales. No como una visión feminista, sino como una visión humanista. ¿Por qué? Porque la buena idea que pueda incluso salvar a la humanidad en un momento dado de un problema, puede surgir tanto en un cerebro femenino como masculino. Y si tú te acostumbras a mermar la mitad aproximada, 52% la población mundial femenina, o sea, un poco más de la mitad, ¿no? De los cerebros que podrían estar trabajando para generar innovación tecnológica, creatividad y ciencia para el futuro, porque son niñas, pues, te estás disparando en el pie. Sin ir más lejos, y aquí para dar un ejemplo rápido, decirles, nosotros estamos hoy aquí, y posiblemente sobrevivimos, de verdad, no es una historia en donde yo quiera ser dramática, no, no, El SARS-CoV-2 y el COVID-19 en gran medida por vacunas y varias de ellas fueron diseñadas por mujeres. La más importante de todas, la más importante de todas, que fue la que fue por el RNA, fue diseñada por Katalin Karikó, que para júbilo enorme personal, porque es una de mis heroínas de la vida, ganó el premio Nobel en el 2023, ojo, con su colega varón, que fue quien la ayudó a probar que su idea valía.
La ciencia no es femenina ni masculina. La ciencia se debe de hacer en colectivo, ¿no? Por eso les digo que todas esas actividades y propuestas STEM que invitan a las mujeres a acercarse, no es que ahora digamos solo las mujeres, no. Es que sí necesitamos mujeres. Y hay mujeres que pueden incluso ser las que van a generar las vacunas del futuro, como Katalin Karikó. Entonces, adivinen qué, sí las necesitamos. Sí las necesitamos. Y si desde chiquitas no le prestas el microscopio, no la dejas asomarse a un telescopio, le dices tú eres la que dibuja porque es lo único para lo que te da la mente, pues entonces, insisto, nos estamos nosotros, además de sesgando y de ser profundamente injustos, pues también nos estamos disparando en el pie como humanidad, ¿no? Entonces, de ahí la importancia de la igualdad de oportunidades en ciencia y tecnología.
Justamente para tratar de acercar a las niñas a la ciencia y a la tecnología, hace algunos años participé en un programa verdaderamente fabuloso que se llama Mil Niñas Mil Futuros. Es un proyecto de orden internacional que lo que busca es hacer llegar a mil niñas a estudiar carreras sobre ciencia y tecnología. ¿Y cuál es la manera? Bueno, la manera es ubicando, sobre todo en poblaciones vulnerables, a mil niñas que a través de los colegios, pues eran los mediadores que nos informaban, tenían talento, tenían las ganas y sobre todo sabían que muy posiblemente dadas las condiciones socioeconómicas y culturales no iban a poder estudiar. Este es un proyecto, entonces, de orden internacional, insisto. Los vimos en México, pero también lo estábamos haciendo en paralelo en la India, en Bangladesh, en China, ¿no? Pero, bueno, el caso y el que más cercano me tocó fue el de México, en donde gracias a un apoyo en ese momento fantástico del gobierno de Puebla y de la secretaria de Educación de Puebla, Patti Vásquez, pudimos entonces ubicar a 54 niñas que querían ser científicas y que no iban a poder. Esa era la condición para entrar al programa. ¿Y qué hacías una vez que las ubicabas? Bueno, justo la secretaría de Educación y el gobierno entraban en charlas de sensibilización muy importantes con los padres de familia, con las madres de familia, con los directores de las escuelas y les hacían notar, ahí tienes un talento. O sea, no dejes que se desperdicie. Ayúdanos a hacerlo crecer, ¿no? ¿Qué hacíamos nosotros para hacerlo crecer?
Buscábamos a mil mentoras para que cada niña tuviera una mentora, una científica que pudiera entonces de manera personalizada acompañarla durante todo un año, el año de la preparatoria, para prepararla para que pasaran los exámenes de la universidad y pudieran entonces estudiar lo que querían. Ahora, la familia típica generalmente te decía que sí, un poco porque le daba pena, pero no porque creyeran en la niña. Claro, les llega la secretaria de Educación al poblado y entonces, pues, bueno, ¿no? Pues, no se atreven a decirle que no. Y la secretaria de Educación además trae computadoras. Y si la niña queda en el programa, además, te van a poner internet, no nada más en tu casa, en el pueblo. Entonces, ¿qué queríamos y qué logramos? Cuando la gente empezó a ver que todo el pueblo ganaba algo porque tenían a cinco niñas increíblemente inteligentes y talentosas, las niñas empezaron a ser relevantes. Pero además, las niñas, unas campeonas. Las niñas se la rifaron, las niñas nos acompañaron todo el año. Prácticamente en la 54 no hubo deserción por temas de salud y otras cosas, ¿no? Sí terminamos con 52. Es decir, de verdad, nada. Y el programa en México, porque en el mundo seguía, pero el programa en México, al tener tan poca deserción y convertirse en algo que las comunidades al final abrazaron, insisto, las familias abrazaron, la comunidad ya no quería ver a la niña haciendo otra cosa que estudiando. Eso no pasó en otras regiones del planeta. Al grado que, digamos que Mil Niñas Mil Futuras estaba impulsado, sobre todo, a nivel mundial, pero sobre todo, la base de operaciones, digamos, era la Academia de Ciencias de Nueva York. Y la Academia de Ciencias nos buscó y nos dijo, el proyecto más exitoso en todos los años que hemos lanzado esta convocatoria está sucediendo hoy en la zona rural de la Sierra de Puebla, en México. Entonces, queremos invitar a las niñas a graduarse en la Academia de Ciencias de Nueva York. La embajada norteamericana se convirtió en el padrino de la ceremonia.
Se fue generando una ola que abrazó a 52 niñas talentosas, porque todos los días nos demostraban que si les prestábamos el mundo, se lo iban a comer. Mil Niñas Mil Futuras terminó siendo un proyecto exitosísimo. Nos fuimos a Nueva York, por si se lo preguntan. Las niñas se graduaron en Nueva York. Los padres no podían creer que sus hijas se iban a subir un avión. Obviamente, la pregunta que sigue es, ¿qué pasó con todas estas niñas? Les puedo contar que varias, porque esto fue antes de la pandemia, que varias ya terminaron su carrera. Tenemos muchas que, de hecho, estudiaron ingeniería automotriz, porque en Puebla es un lugar en donde hay muchas empresas que se dedican a eso. Gracias a este programa, pues varias de las marcas las invitaron desde estudiantes a hacer ahí sus prácticas profesionales y hoy trabajan en estas empresas. El proyecto hoy no existe, pero lo que sí existe es que en las escuelas de donde esas niñas salieron, hay más niñas mujeres estudiando y las comunidades, porque ahora son los padres de otras niñas menores que fueron parte del programa, las hermanas mayores las dejan estudiar la carrera universitaria. Entonces, sí se puede, sí hay proyectos que funcionan, sí hemos avanzado, se necesitan millones más. Y muchas manos y muchas ganas y mucha sensibilidad. El problema está en la desigualdad, no en la capacidad. No nos quitemos los lentes, porque ahí es donde encontremos cómo tender la mano, siempre tenemos que hacerlo.

Este descubrimiento de que los gorilas ni siquiera comen carne, o sea, son herbívoros, ¿no? Se lo debemos a una mujer que se fue a vivir con ellos, literal con ellos y que tuvo que aprender los códigos, arriesgando, por supuesto, mucho la vida con tal de poder estar verdaderamente siendo un observador respetuoso. Los estudios de chimpancés y de gorilas, no, no quiere decir que no existieran antes de ellas, no. Claro que existían. Con una mirada, tal vez vamos a ponerlo así, una visión muy masculina, era la jerarquía, la dominancia, la agresión, el macho alfa. Y también está muy bien que entendamos eso porque claro que también sucede en estas comunidades, pero a nadie le interesaba qué hacían las mamás chimpancés, a nadie le interesaba cómo aprendían las crías, hasta que llegaron ellas. Entonces, es una visión femenina, pero es una visión que nos suma conocimiento. Es decir, no está mal que sigamos entendiendo qué pasa en estas otras visiones, pero simplemente durante décadas a nadie le había interesado. La tercera, que es más joven y llegó mucho después y que todavía hoy sigue abogando por la defensa de los orangutanes Biruté Galdikas. Las tres. Las tres son fantásticas. Las tres son para mí un referente tremendo.
Las tres, pues digamos que se enfrentaron a críticas muy serias. La primera, sobre todo Jane, ¿cómo es posible? No es científica. ¿Cómo se atreve a tratar de publicar? Y es cierto, Jane no era científica. Digo, ahorita tiene todos los doctorados honoris causa que quieran, ¿no? Pero en ese momento lo que tenía era muchas ganas, pasión. Una invitación de Luis Leakey de irse a meter a las montañas, al lado ahí del lago, a ver a los chimpancés y vivir ahí. Y algo que me parece muy hermoso hablando de mujeres, muy hermoso y que también me parece una fuente de inspiración y se los tengo que decir, es que cuando Jane anunció, mamá, sí me voy y me voy a vivir. Claro, la mamá dijo, ¿qué? ¿y sola? Sola. Meses. La mamá le dijo, pues no te vas. Sola. Me voy contigo. Casi nadie sabe que los primeros estudios de Jane Goodall, la mamá estaba al lado, ¿no? A mí me parece una historia preciosa. Y habla de esta sororidad, ¿no? La mamá no le dijo, no te vas y te corto las alas y te encierro. La mamá dijo, sola a vivir en medio de los chimpancés. Mi niña se va conmigo y yo voy contigo a esta aventura y te apoyo. Entonces, hay cosas que son muy hermosas, ¿no? Y para mí ellas son referentes, las tres. Insisto, se enfrentaron a un establishment que en ese momento era muy masculino. Y cambiaron para siempre el estudio de la etología, el estudio de la conducta animal.
Entonces, también todo lo que se podía sumar de la cultura del chocolate, que además en Mesoamérica, pues, estábamos justo en la cuna. Por lo tanto, había muchísimo que contar. La economía del grano de cacao como moneda. Llegan los españoles y Bernal Díaz del Castillo, da cuenta de cuánto costaba comprar un pavo en granos de cacao. Es decir, había un mercado. Imagínense nada más qué cosa tan sofisticada. Había desde luego los tramposos que el grano de cacao, le sacaban el cacao y le metían entonces arenita para que pesara. Entonces, también había piratas del mercado ya en esas épocas. Bueno, todo esto es fascinante y hay un montón de historias cuando uno empieza a estudiar. Porque, claro, nada nací yo sabiéndolo. Hay que estudiar muchísimo. Entonces, bueno, me encantó eso y prepararlo.
Mi libro de monstruos, monstruos, sueños y otros cuentos vistos desde la ciencia, fue una investigación de siete años. Yo no sabía si eso iba a acabar siendo un libro, una exposición, una bola de anécdotas interesantes para contarle a la gente algún día o qué. Finalmente se volvió un libro, pero fueron siete años de estudio. Que me llevaron desde las comunidades en donde había un folclore, una tradición, un alguien que decía aquí hay el chupacabras y yo platicar con el que dijo que lo vio, hasta la biblioteca del NIH, en donde también tuve la fortuna de poder ponerme a estudiar por dos meses los artículos más relevantes acerca de todo lo que yo quería estudiar. Entonces, ese fue, bueno, ese proyecto fue una gozada. Pero hoy lo que de verdad más me apasiona y era uno de mis sueños en la vida, porque amo los museos con loca pasión. Entonces, uno de mis sueños era dirigir Universum, el Museo de Ciencias de la UNAM, que es el museo que también me ha visto crecer profesionalmente y es, aunque ame todos los museos, sin duda, es el museo que amo más. Entonces, el día que por fin me dijeron, pues, te toca, pues, es una aventura que todavía no termina. Y hoy por hoy, sin duda, es el proyecto más hermoso que he tenido en mi vida.

A veces uno no tiene chance y te dicen, te toca hacer esto. Bueno, en esa ocasión, como lo hacía en mi tiempo libre, yo dije, pues, voy a hacer lo que yo quiera, ¿verdad? Y entonces me puse a buscar la realidad detrás del Kraken, de Drácula, de los hombres lobo, de las sirenas, ¿no? Del monstruo de Lago Ness. Encontré dos cosas que me fascinaron de esta búsqueda. La primera tiene que ver con que nosotros tememos a lo desconocido. La principal, digamos, el principal motor del miedo es la falta de comprensión o el saber que no sé lo que va a haber detrás de esa puerta o qué me va a brincar detrás de esa cortina. Y eso no lo digo yo, lo usa Hollywood en todas las películas de miedo, ¿no? O sea, empieza a sonar la musiquita y dices, ya viene algo, pero no sé qué. Y el no saber qué ya te asustó y todavía ni pasa, ¿no? Entonces, bueno, es saber cómo funciona, ¿no? Neurológicamente este enganche con el temor. Y el temor es un motor muy fuerte. Y el desconocimiento y la incomprensión muchas veces nos han hecho a lo largo del tiempo crueles. Entonces, yo validé todavía más, ¿no? mi cariño, mi pasión hacia el conocimiento científico cuando comprendí que este conocimiento puede funcionar como una linternita que arroja de repente luz en rincones oscuros, en donde no necesariamente hay algo malo, pero al ser oscuros y desconocidos ya nos generan aversión. Si yo los comprendo, si yo entiendo que ese bebé que acaba de nacer tiene a lo mejor irsutismo, por lo tanto tiene un problema en las glándulas suprarrenales, el tema es de salud, no de que la mamá bailó desnuda bajo la luz de la luna, que eso que se decía en el siglo XV, por lo tanto, hay que matar al bebé y a la madre.
El desconocimiento nos puede hacer muy crueles, nos puede acercar al miedo. El miedo nunca es un buen motor para tomar decisiones, ¿no? Porque siempre las vamos a tomar, pues, mal. En toda esta búsqueda de la mitología, lo que yo encontré fue la fuerza de estas narraciones, y a mí, como saben, me gusta contar historias. No son narraciones de ciencia, pero son narraciones que sí tienen conocimiento, que en el momento están evaluando conforme a la evidencia presente y que no hay por qué despreciar, siempre hay que ser respetuosos. Y luego tratar de a eso sumarle lo que uno sabe hoy, gracias a que hoy tenemos lo que tenemos. Entonces, me hizo, digamos, así humilde hablar con todas esas personas, me hizo valorar mucho el conocimiento que llegaba de otros ámbitos y otras rutas, ¿no? Pero sobre todo, yo quería explicarlos a la luz de la ciencia. Entonces, en el caso del hombre lobo, en particular, lo voy a decir porque fue la persona históricamente que ha sufrido más por haber nacido con esta condición, fue una mujer mexicana, Julia Pastrana. Les cuento rapidísimo, obviamente, ella nace con todo el cuerpo cubierto por cabello, se vuelve entonces freak, ¿no? Tuvo una familia que sí, afortunadamente, la cobijó un poco y que le enseñó a leer y escribir. Eso en esa época ya era muy importante, estoy hablando de finales del XIX. Pero lo que pasó fue que, bueno, creció y se enamoró. Y se enamoró de alguien que le enamoró. ¿Y quién enamoraría a una mujer que tiene todo el cuerpo cubierto por cabello? Bueno, pues un empresario de un circo, que se casó con ella y se volvió rápidamente su manager y que entonces se hizo rico vendiendo los shows de la mujer mono, la mujer simio, la mujer lobo. Todo esto que les digo son los anuncios, están los documentos históricos. La prestaba para que los científicos de la época, en ese entonces no teníamos comisiones de bioética, hoy sí existen, ¿verdad? Fueran y la analizaran como si fuera un animal. O sea, pagaban, ¿no? El Museo Británico pagó. Digo, hoy se puede arrepentir muchísimo, pero en esa época, nuevamente, anacrónicamente, veamos lo cómo es. La analizaban, le jaloneaban, la pesaban, la medían. Gracias a eso tenemos mucha información de su vida. Pero la realidad es que siempre se le trató de una manera deleznable.
El conocimiento hoy nos dice que esa era una persona que padecía de hipertricosis congénita. Y se sabe que es una enfermedad hereditaria de nacimiento, que no tiene cura, pero que no vas a vender en el circo a la persona, ni la vas a quemar en la hoguera. Entonces, son estos flashazos de luz que una vez que uno tiene ese conocimiento, viene una comprensión de la otredad. Y entonces, en ese sentido, a mí la búsqueda de respuestas a través de la ciencia y encontrar algunas de estas respuestas me hizo cobrarle a la ciencia mucho agradecimiento humano. Porque el miedo es un motor. El desconocimiento es un motor. Y tú te alejas de esa otredad que no identificas. Pero si la comprendes, la identificas como distinta, pero la comprendes. Es muy importante. La otra que les quiero contar es el monstruo de Lago Ness. Yo decía, voy a estudiar y yo sé que esta foto de 1933 es trucada, pero imagínense para una bióloga, imagínense para los científicos o zoologos, qué maravilloso sería encontrarnos un plesiosaurio. Pues desafortunadamente, les tengo que contar varias cosas. Primero, los plesiosaurios se extinguieron hace 200 millones de años. Y uno diría, ¿y qué tal si no? Y esa es la pregunta interesante. ¿Qué tal si no? Y esa es la que yo quería buscar. Y entonces, uno empieza a buscar, pero descubres cosas como, el Lago Ness no existía hasta hace 10,000 años. Se formó con la última glaciación. Resulta que los plesiosaurios eran depredadores tremendos en su época. Y pues lo que tenemos que decir es que si acaso el monstruo de Lago Ness fuera un plesiosaurio, pues así como que depredador tremendo, nunca oyes de ninguna embarcación atacada y nunca pasa nada. Nunca sale Nessie a comerse a nadie. Entonces, bueno, pues tampoco funciona, digamos, con la etología que sabemos que tenían estos animales. De todas maneras, un animal de ese tamaño, primero, no puede ser uno que desde hace 250 millones de años está todavía aquí. Porque entonces no tendríamos que buscarlo por ser el monstruo del Lago Ness y no porque tiene el secreto de la inmortalidad.
Evidentemente, para que hubiera llegado a nuestra época, tendría que haberse mantenido no uno, sino una población sana. Una población sana habla de muchos individuos. ¿Qué me enseñó eso? No por tener muchas ganas va a suceder. Y la evidencia, finalmente, nos ayuda a tener un pensamiento crítico. Otra de las cualidades es que el agua en el Lago Ness tiene muchísimos sedimentos, lo que la hace muy oscura. Al ser muy oscura, de hecho, es pésimo lugar para pescar. Ahí no hay pesca. Pues cualquier animal tiene que vivir en una cadena trófica, es decir, en una cadena alimentaria. Y si tú tienes mucha pobreza de especies en el lago, pues, entonces, tampoco puedes mantener vivo a una comunidad de animales de ese tamaño. Además de que también la ciencia lo ha buscado. Lo ha buscado con radares, se han invertido millones de libras esterlinas. No, hombre, la BBC, el Instituto Smithsonian, se la han tomado en serio. Han barrido con barcos isonares y con satélites y no han encontrado nada. Entonces, cuando tú ves todo eso, que es lo que tienes que concluir, aunque ames a Nessie, pues que Nessie no existe. Ahora, ¿qué me enseñó el libro? Buscando todo esto, fósiles vivientes, encontré la historia del celacanto.
El celacanto nadaba en los mares junto a los plesiosaurios, incluso desde antes. Y resulta que el celacanto sí existe. Y el celacanto sí se salvó. Y el celacanto sí está aquí. Y el celacanto lo encontró a principios del siglo XX, una mujer, por cierto, a la que desde luego al principio nadie le creyó. Pero hoy el celacanto tiene un nombre científico, Latimeria columnae. Y Latimeria es para honrar a la mujer que se apellidaba Latimer, que fue la primera que dijo, ese pez que salió en esa pesca está rarísimo. Y yo lo he visto en libros como cuando me representan los mares de antaño. Y de ahí ella dijo, yo no sé hacer esto bien. Trabajaba en un museo, también es cierto que coyuntura tan buena. Porque entonces ella dijo, yo no sé hacer preservación, pero el material biológico se echa a perder de volada. No tengo ni idea. Lo voy a dibujar. Y lo mandó de inmediato a un zoologo en un museo en Inglaterra. Y el zoologo lo vio y le dijo, es absolutamente imposible que tú hayas encontrado este bicho. Porque este bicho está extinto desde la época de los plesiosaurios o más. Pero voló a donde ella estaba y encontró que sí existía. El encontrar científicamente y demostrar que ellos existen, de inmediato generó un impacto buenísimo para la zona. Porque se volvió una reserva natural para la humanidad. Se declaró un patrimonio natural por la UNESCO. Todas las zonas en donde se encuentran celacantos. Entonces, de su ayuda, finalmente a todo el ecosistema, no solo al celacanto.
Entonces, una cosa de pronto lleva a la otra. Y yo les decía que a mí me gusta en esta aventura del conocimiento justo decir, sí sé a qué puerto voy, pero si de repente la ruta me lleva por otro lado, también voy a ir a descubrir. Porque a mí me gustan las preguntas, no necesariamente las respuestas. Y ese libro y esos mitos eran formas en las que la gente veía cosas y se las trataba de explicar. Digamos que cuando tú tienes pocas herramientas para comprender el mundo, pues tu descripción del mundo es muy pobre. Y muchas veces es muy emocional. Y cuando es muy emocional y las emociones provienen del miedo, pueden ser incluso peligrosas para la otredad. Entonces, lo que me enseñó esta búsqueda fue que el conocimiento ilumina, que el conocimiento acerca, que el conocimiento nos apoya para comprenderlos los unos a los otros. Y que por eso yo no necesito que toda la humanidad sea científico y científica, pero sí me gustaría que toda la humanidad tuviera cultura científica. Porque entonces eso es lo que nos ayudaría a cuestionarnos muchas de las cosas que a veces nos dicen, nos tragamos, nos creemos y actuamos en consecuencia y que, pues, no necesariamente nos tienen en el mejor lugar.
En el caso de los terraplanistas, pues contamos sin ir más lejos con una estación espacial internacional que a 400 kilómetros de aquí arriba está orbitando todo el tiempo y que se la pasa mandándonos fotos, imágenes, incluso cosas en vivo, diciendo, se los juro, se los juro que esto sí es redondo. Creo que cuando una persona, independientemente de, no pensemos ya en terraplanista o no, sino una persona, elige a pesar de la evidencia, sentarse en una idea, se puede finalmente generar un problema serio, incluso de salud, en el caso de que esa fuera la temática. Cuando la evidencia te invita a pensar diferente y tú no quieres cambiar de ruta, puedes estar generando, si eres educador, si eres padre de familia, incluso para generaciones siguientes, también herencia de errores en un mundo que además va muy rápido, que tiene muchísima información a disponibilidad y en donde el pensamiento crítico debería de ser una de las brújulas para la búsqueda del conocimiento actual. Entonces, yo lo que creo es que parte del problema radica en que las personas eligen, a pesar de la evidencia, seguir con estas ideas. Y esto me lleva a describir un poquito el quehacer científico. Y yo soy filósofa de la ciencia. Entonces, me encanta tu pregunta porque me da chance para decir algo más.
Toda la gente que no está cercana a la ciencia, tiene una percepción y opina sobre la vida de los científicos. Una de las percepciones que salen más en las encuestas públicas, justo de percepción y de opinión, es que a los científicos no les gusta no tener la razón. Y si yo pienso en los terraplanistas, digo, bueno, más bien yo pondría esa característica en otro lado. Porque yo no conozco un gremio que esté tan dispuesto a que le digan todo el tiempo no tienes la razón, como los científicos y las científicas. Vamos, hacemos congresos. Y nos reunimos anualmente. Y el tema es, te expongo mi trabajo ante 300 y los 300 van a levantar la mano para decir, pues eso no es así. En mi laboratorio funcionó distinto. Y esa es la emoción. Porque entonces dices, acabando quiero hablar contigo. Quiero ver por qué lo que yo estoy presentando no te está saliendo a ti. Pocos gremios y, por lo tanto, pocos individuos conozco yo, tan proclives a aceptar, a admitir el error y a vivirlo como algo entusiasta. Me equivoqué. Entonces, como decía Edison, si me equivoqué una vez, ya tengo un camino en donde sé que este no era. Qué emoción. Me quedan otros 99. La evidencia es un cúmulo de conocimientos que finalmente no pasa por la opinión de una sola persona. Generalmente hay muchísimos grupos, muchísimas décadas a veces, muchísimos países, que entonces no comparten intereses, no comparten nada. A veces no comparten ni la cultura, ni siquiera el siglo. Pero la evidencia está. Se ha ido acumulando a lo largo del tiempo. Y entonces esa, con pensamiento crítico, esa que nos debería de guiar como brújula para el tema que sea.

Yo creo que esa es una de las cosas que podrían ser un principio de solución. Porque si a ti no te dejan escoger algo, pues la verdad es que yo veo muy difícil que a partir de ahí lo ames. Bueno, los museos son ventanas de oportunidad para asomarnos a otros mundos. Son ventanas y túneles del tiempo para ver cómo se vivía antes, para ver con qué objetos se bebía el chocolate, para ver la indumentaria de culturas que a lo mejor nos resultan muy exóticas o para aprender las ideas de la ciencia que no has comprendido del todo en la escuela, pero que aquí mediante un juego te van a poder acercar. Y entonces, como tenemos distintos modos de aprendizaje, distintos cerebros y no está todo estandarizado, de pronto es en el museo en donde ibas a enamorarte de un concepto. Y si solo vas porque te mandaron a ver solo eso, pues ya es una visita bastante pobre. Entonces, lo que tenemos que hacer es pedir ayuda, pedir ayuda a los profesores para que entonces no solo manden a los alumnos con esta mirada, pedir ayuda también a los padres de familia, a las madres de familia, para que se relacionen desde la elección del museo mismo y también qué queremos hacer adentro del museo. Y le den voz y voto porque el museo es un espacio de uso de tiempo libre, de entretenimiento, de educación no formal.
Sí que es cierto que hay museos que cuidan el patrimonio de la humanidad. Y también es verdad que en los museos, por ejemplo, de arte, que yo siempre defiendo mucho, pues todos mis colegas me dicen, ah, claro, pero tú en Universum, pues todo se toca, con todo se juega, pues entonces tú ya la tienes ganada. Primero, insisto, la admiración, el juego, la diversión y la risa genuina no son fáciles de lograr. Entonces, tampoco crean que la tiene uno tan lograda. De veras hay un esfuerzo y un trabajo muy, muy serio. Ahora sí que muy serio para ser divertidos. Pero lo que sí les contesto también a mis colegas es, independientemente de que no es sencillo, también es cierto que tú no puedes convertir tu museo en algo que se toque y que todo mundo entonces aquí venga y lo más no sé, porque entonces vamos a perder el patrimonio de la humanidad. Y desde luego por eso, pues yo siempre invito a que visiten muchos tipos de museos, porque tienen muchas estrategias y todos son ventanas y todos son oportunidades y todos son maneras de incrementar nuestras preguntas en la cabeza y alguna que otra respuesta también y también se vale. Algo que estamos haciendo en Universum cada vez más es, antes de lanzar una exposición, hacer prototipos. Yo no monto la exposición y digo, bueno, ya la monté. Y ya, pues ojalá se diviertan, sino que desde antes, en el diseño mismo, traemos gente o la propia que está visitando ese día y le decimos, ayúdame a prototipar. Y entonces te dicen, pues no me enganchó, pues no me gustó. Y entras en un proceso de rediseño y de creatividad. Esa es una.
La otra, hay exposiciones que de cero, yo de plano inicio, preguntándole a la gente, al público meta, qué quieres saber. Al regreso de la pandemia, por ejemplo, hicimos una exposición muy sencilla de carteles, pero lo que pasa es que el chiste era que salieran del museo y estuvieran en las estaciones de metro, por ejemplo. Entonces, lo más sencillo es un cartel, pero con códigos que detonaban, QR que detonaban. La respuesta a preguntas para público sordo. Porque una de mis mayores preocupaciones durante la pandemia fue que a todos nos fue muy mal y todos nos encerramos en nuestra casa. Y sabemos que entonces las clases por Zoom eran un tema complicadísimo. Pero si tú eras una niña o un niño ciego, ¿cómo estuviste esos dos años en México educándote en la escuela? Y si eras sordo y a lo mejor no tenías pantalla o tu profesor en su casa no tenía pantalla, entonces, ¿cómo llegaban a ti? Entonces, cuando abrimos el museo, uno de los proyectos que yo tenía era saber qué era lo que esa población, no lo que a mí me interesaba, lo que esa población le interesaba conocer acerca de la ciencia. Y entonces, nació una exposición que se llama Ciencia que no se habla, porque justo no era hablada, era todo en lenguaje mexicano de señas. Entonces, yo también creo que atender la voz del visitante, incluso antes de generar la exposición, es algo que nos puede dar, no un éxito garantizado, pero sí un diálogo social. Y entonces, eso también es importante hacerlo.
Y otra de las cosas que ella hizo de manera super seria fue estudiar venenos. Y ese estudio de los venenos le surge cuando ella está en la primera guerra mundial de voluntaria en un centro de salud. Y bueno, aunque desde luego no tenía los conocimientos en esa época, todo mundo ayudaba en lo que podía. Y a ella, como no era enfermera acreditada, ni era médico, ni nada, le pidieron que se encargara del armario en donde se guardaban bajo llave todas las sustancias que funcionaban como medicina, pero los farmacéuticos le iban contando, hazme esta preparación y es urgente que no se te pase, porque la dosis hace al veneno. Y si se te pasa en lugar de medicina, pues vamos a matar al paciente. Y a ella eso le prendió una chispa y una pasión por el estudio de la química que nunca se dio. Ella dijo, ¿cómo? Lo mismo con lo que yo puedo salvar a alguien si en mis manos está y me equivoco. Sí, lo mismo. Porque estás trabajando con arsénico, estás trabajando con cianuro, por ejemplo. Pero increíble, en esa época se vendía como raticida, por ejemplo. Ella aprende muchísimo de química, muchísimo. Y llega al grado de sofisticación en donde en una de sus novelas, el asesinato se da por un envenenamiento por talio, que es un elemento altamente, desde luego, tóxico, que vamos. O sea, que por ahí se dice que quienes lo usan son los antiguos espías de la KGB, ¿me entiendes? O sea, ella llega a una sofisticación de la comprensión de los efectos de los elementos tóxicos en el cuerpo que construye así, no solo los síntomas y las descripciones revisadas por científicos, hay libros que hablan de eso, son perfectas.
Entonces, finalmente para mí, Agatha Christie, entonces, insisto, me marcó porque me encantaba, me fascinaba, me enamoraba sumergirme en el mundo de sus novelas. Pero, además, después de los años, pues descubro que sí teníamos un pequeño puente. Ella desde las artes se acerca de alguna forma a la ciencia y yo desde la ciencia, pues he escrito libros y tal, pues me acerco también a las artes. Yo me invento que esa es mi unión con Agatha Christie, porque la admiro mucho. Y los otros personajes, bueno, a ver, yo admiro mucho a bailarines, a un Nurayev, a un Nijinsky, a una Ana Páblova. Yo admiro también a grandes artistas y me encanta, por ejemplo, que sean mexicanos y que estén o latinoamericanos, como un Rolando Villazón y que se caiga aplausos, ¿no? La ópera de Milán cuando él canta. En fin, hay muchas personas que creo que por trabajo y disciplina eran ordinarias y consiguen hacer cosas extraordinarias. Y a mí esas historias siempre me fascinan y en particular, pues me quedaría ahorita con ellos.
A mí me gustaría cerrar esta charla señalando algunas de las ideas que no solo he compartido hoy aquí, sino que en general mueven un poco como mi vida e incluso mi toma de decisiones, no solo en la vida personal, sino también en la profesional. Y hay una frase que a mí me gusta muchísimo y que es de las que me mueve. Inicia diciendo ella, pero por favor, todo mundo apropiesela y póngala en el género correspondiente de acuerdo a su sentir. Y va así, ella creyó que podía y entonces lo hizo. Y yo creo que creer en que puedes, no a la primera, a lo mejor 10 años después, pero que puedes, creer que puedes y hacerlo conducente es importante. Si quieres estudiar ciencia, que no te digan que es difícil. Es más, ve y compruébalo. Y si a lo mejor sí resultó muy difícil y ese no era tu camino, como yo que quería ser bailarina y no lo fui, escoge otra cosa. No importa, pero no te quedes con lo que te digan. Si tú crees que puedes, ve, trata, apasionadamente, échale ganas y compruébalo. Y casi, casi te aseguro que si haces todo con ganas, pasión y disciplina, lo vas a lograr. Y va a resultar que no es cierto que no podías. No nos quedemos en la percepción de otros. Tratemos nosotros de trazar nuestra ruta. Y creer en uno mismo, en una misma, es muy importante. Y finalmente, también decirles que para mí esta ruta ha sido la ciencia, ha sido la búsqueda del conocimiento, pero es un conocimiento que busca, en lugar de separarme del yo si sé y ustedes no saben, siempre, siempre, siempre está buscando trazar puentes. Es un conocimiento que quiere aventarle a alguien una invitación para decir, acércate, porque aquí hay maravillas. Vivimos en un mundo maravilloso, vivimos en un universo maravilloso, aquí hay maravillas. Invitarles entonces a que nunca se les acabe el asombro, a que nunca se les acabe el gusto por buscar más preguntas que respuestas cerradas y agradecerles esta invitación. Gracias. Gracias por acompañarme. Gracias.