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“En cada una de mis peleas siempre tuve a México en mis espaldas”

Julio César Chávez

“En cada una de mis peleas siempre tuve a México en mis espaldas”

Julio César Chávez

Exboxeador


Creando oportunidades

Julio César Chávez

Julio César Chávez, nacido en Ciudad Obregón, Sonora, y radicado en Culiacán, Sinaloa, es un exboxeador profesional que dejó una huella imborrable en el mundo del boxeo. 90 peleas invicto, seis campeonatos mundiales, y un récord Guinness de 37 peleas de campeonato del mundo, pero su vida no ha estado exenta de desafíos. Tras enfrentar una dura batalla contra la adicción, lleva ya 16 años limpio, convirtiendo esta lucha en su mayor victoria personal.

Hoy, Chávez dedica su tiempo a ayudar a otros a superar problemas de adicción a través de sus clínicas especializadas. Además, comparte su experiencia de vida en pláticas motivacionales, inspirando a muchos con su historia de superación. A pesar de su retiro, el cariño y respeto del público hacia él permanecen intactos, reflejando su impacto tanto dentro como fuera del ring.


Transcripción

00:22
Julio César Chávez. Hola, soy Julio César Chávez, exboxeador profesional, nací en Ciudad Obregón, Sonora, pero radicado en Culiacán, Sinaloa. La verdad estoy contento de estar con ustedes aquí. Este, para mí es una experiencia nueva esto porque yo doy pláticas motivacionales, hablo de mi experiencia de vida, de cómo llegué hasta lo más alto, cómo caí hasta lo más bajo, pero cómo me levanté. Tuve un problema de adicción donde la verdad fueron años muy difíciles para mí, donde hice mucho daño a mi familia, pero sobre todo a mí mismo. Pero el día de hoy, gracias a un programa de recuperación, tengo solo por hoy, porque mañana quién sabe, tengo 16 años sin alcohol y sin drogas. Y creo que esa ha sido la pelea más difícil de mi vida, pero es solo por hoy. Ahora también tengo clínicas en adicciones, donde ayudo a mucha gente que tiene el problema que yo tuve. Y a eso me dedico, aparte de que soy analista de, yo creo que a lo mejor de aquí ustedes ya me han visto en Box Azteca. Y eso es lo que me dedico ahora actualmente, aparte de otras cositas.

02:09
Yair. Hola Julio, mi nombre es Yair, soy un gran admirador tuyo, eres un referente para el boxeo y un ídolo mexicano. Estoy muy emocionado de poderte hacer una pregunta. Muchos expertos en boxeo coinciden en que una de tus mayores cualidades es que nunca te dabas por vencido. ¿Estás de acuerdo con ello?

02:27
Julio César Chávez. Pues sí, sí estoy de acuerdo con ellos. Bueno, mira, yo era un peleador que siempre me preparaba para ganar, como todos los peleadores nos preparamos para ganar. Pero arriba del ring efectivamente se pierde y se gana. Lógicamente yo siempre iba con la mentalidad de ganar, de salir adelante. Siempre, la verdad, te soy honesto, siempre tuve miedo. No miedo al peleador, miedo al ridículo, a quedar mal con el público. Entonces es por eso que siempre nunca me di por vencido, porque hubo peleas muy difíciles para mí antes de ser campeón del mundo. Tuve muchas peleas difíciles, duras. La pelea con Meldrick Taylor, déjeme decirle a todos que ha sido la pelea más difícil de toda mi carrera. Fue la pelea más dura que tuve, porque estaba peleando con un peleador mucho más rápido que yo, un peleador más fuerte que yo. Pero él no tenía lo que yo tenía, que era, ya saben. Entonces fue una pelea para mí sumamente complicada, difícil. Como les digo, es la única pelea donde yo, se los digo honestamente y con el corazón, es la única pelea donde yo sentí la muerte. ¿Por qué? Porque como les digo, hice un esfuerzo sobrehumano en esa pelea, porque tuve que pelear a un ritmo que no era el mío.

 

Entonces para mí era muy cansado estarlo forzando, forzando, forzando, forzando. Yo le pegaba cinco golpes, él me pegaba diez golpes, porque era más rápido que yo, pero mis golpes eran de más poder. Y la pelea se iba perdiendo, la pelea se iba perdiendo y yo recuerdo perfectamente bien que llego a ese doceavo round sumamente cansado, agotado, desahuciado por el esfuerzo que había hecho sobrehumano y recuerdo que llego a la esquina, me echan agua helada en la cabeza para que reaccionara y me dice muy claramente, vamos Julio, es el último round Julio, todavía lo puedes noquear Julio, hazlo por tu familia Julio, hazlo por México, hazlo por tus hijos. Y me lo quedo viendo y dije, ¿por mí qué cabrón?

 

Y la verdad sus palabras fueron mágicas, sinceramente si soy honesto, no sabía si lo iba a noquear, pero salí con esa motivación de que me decía Búfalo hazlo por tu familia, hazlo por México y salí con la convicción de terminar el round, pero no sabía, se los juro por Dios si lo iba a noquear, pero fueron unas palabras tan motivadoras que salí con la convicción, bueno es el último round, voy a darlo todo y afortunadamente gracias a Dios faltaban catorce segundos para terminar la pelea, donde yo llevaba como setenta y siete peleas invicto, entre los dos llevamos como cien peleas invictos, pero cuando lo tumbo, se lo juro por Dios que a mí no me importaba perder o ganar, porque yo estaba sumamente cansado, estaba exhausto, y cuando el referee para la pelea yo quería vomitar, quería desmayarme y lógicamente si hubiera vomitado en ese momento, pues realmente no estuviera con ustedes aquí, porque realmente yo creo que me hubiera muerto, me hubiera pegado un derrame cerebral o algo, porque eso es lo que pasa en las peleas cuando son así, cuando te empieza a doler en la cabeza, cuando estás muy exhausto, muy cansado, es cuando vienen los derrames cerebrales, y el caso que termina la pelea y el referee me levanta la mano y recuerdo perfectamente bien que mi hermano Rodolfo se sube y me dice ganamos, ganar, ganamos, si hermano, le digo pero bájame del ring, le dije por favor, quiero desmayarme, quiero vomitar, sí pero ganamos, si ya sé pendejo, le digo pero bájame del ring, le digo porque quiero vomitar y quiero desmayarme, y gracias a Dios gané la pelea, no me desmayé ahí ni nada, me querían llevar al hospital, y le dije no, no, no, espérense, y le dije báñenme con agua helada, le dije, y si no me recupero me llevan al hospital, porque las peleas son en el mismo hotel, entonces me llevan ya al cuarto, me bañan con agua helada, y a la media hora pues todos bien agüitados pero pisteando, y alguien no sé, me dejan un caguamón bien helado, y ya como a la media hora me aliviané, agarré la caguama.

 

Tuve un problema de adicción que duró muchos años, estuve a punto de quitarme la vida con una pistola, me fui varias veces al hospital y gracias a Dios con un programa de recuperación como les dije, estuve internado, recuerdo cuando fui a una clínica en Guadalajara, les voy a contar esta anécdota porque fue algo para mí muy triste la verdad, recuerdo que cuando estaba yo en el hospital, mi familia fue a verme y a decirme que tenía que internarme, porque me iba a morir, y yo la verdad con todo respeto para que no estuvieran chingando, dije yo bueno voy y me interno en Guadalajara, un mes me hago pendejo y salgo y me sigo drogando, y me dijeron tenga, tenga para que se entretenga cabrón, llego y ya la cancha de fútbol bien bonita, los cuartos acá bonitos y acá un galerón, y entro y me cierran la puerta de fierro, y me dicen “échenle humildad” me dijeron, y como no le puse atención y me asomé, me dije “¿qué dijiste?” “Que le eches humildad”, me dijo. “¿Que le eche qué wey?”, le dije. “Que le eches humildad” dice “porque por hoy te vas a quedar aquí.” “Estas pendejo,” le dije yo, “¿que no sabes quién soy pendejo?” le dije, “soy el gran campeón mexicano” y me dice “no, aquí eres un pinche adicto más, y aquí te vas a quedar.” ahí me agarró a chingazos, me pegaron la chinga más, ni de la Hoya me pegó como ese cabrón, y me amarran y todo, pasé los cuatro meses más amargo de toda mi vida, durmiendo en el suelo, comiendo verduras podridas, con las manos atrás, la vista al frente, fue algo horroroso para mi, increíble la verdad, fue una experiencia que nunca se me va a olvidar, porque yo tenía para pagar una clínica, yo tenía mi casa que era una mansión, yo tenía mis carros alegóricos, o sea, y yo decía “Dios mío, ¿qué hago aquí?”

 

“Oye cabrones, sáquenme de aquí, cabrones, ¿porqué me tienen aquí?” “Para que valore cabrón”, me decían. “¿Para que valore qué cabrón?” “Para que valore lo que tiene afuera y no lo disfruta.” y en cierta parte tenían razón, entonces fue algo muy triste para mi, fue una experiencia muy dolorosa para mi, pero de nada me sirvió la verdad, porque salí de ahí bien resentido, bien enojado, y después salí y me seguí drogando y todo, y otra vez estuve a punto de morirme, hasta que mi señora tuvo ahora sí los pantalones, y mi hijo Julio, de internarme en una clínica de rehabilitación, pero ya en una clínica donde ahí se me dio tratamiento, donde ya había psicólogos, había psicólogas, había consultores, psiquiatras, doctores, un equipo bien especializado, entonces ahí entendí por qué me drogaba, por qué tomaba, y fueron cinco meses que estuve ahí internado, y gracias a Dios, como les digo, el día de hoy, solo por hoy, tengo 16 años sin alcohol y sin drogas, ahora tengo clínicas en adicciones, donde ayudo a mucha gente que tiene el mismo problema que yo, beco a mucha gente que no tiene para pagar una clínica, porque una clínica pues cuesta, una clínica tenemos doctores, consultores, tenemos un equipo muy especializado, donde ahí desayunan, comen y cenan, ahí viven por espacios de seis meses, un año, entonces a eso me dedico ahora, y yo creo que ese ha sido, la verdad con todo respeto, gané seis campeonatos mundiales, tuve 90 peleas invicto, tuve 15 años sin perder ni una sola pelea, tengo el récord Guinness de más peleas de campeonato del mundo con 37, soy el único en la historia a nivel mundial con 37 peleas de campeonato del mundo, pero definitivamente la batalla más difícil fue abajo del ring.

13:21
Hombre. Si el día de hoy pudieras regresar el tiempo, ¿qué le dirías a ese niño que quería ser futbolista de pequeño? Y si ese niño estaría orgulloso del Julio César actual.

13:31
Julio César Chávez. ¿Qué le diría a ese niño? La verdad que me siento orgulloso, la verdad porque déjenme decirles que siempre que hablo de esto, que menciono a mi madre, se me hace un duro en la garganta, porque siempre creo, no creo, siempre mi madre ha sido y fue mi inspiración toda la vida, recuerdo cuando estaba chico, mi mamá lavaba y planchaba ajeno, a mí en lo particular, lógicamente no me gustaba porque éramos 11 hermanos y mirar planchar y lavar ajeno mi madre, se me hacía algo inhumano, ¿por qué? porque tenía un padre alcohólico, tenía buen trabajo, pero todo se lo gastaba en la tomada y yo recuerdo que yo ya tenía la intención de pelear, pero estaba yo muy chico, mis hermanos me ponían los guantes todos los días y yo no quería ser boxeador, la verdad a mí me gustaba más el futbol, el béisbol, pero tanto va el cántaro al agua hasta que se revienta, mis hermanos me ponían los guantes, y guantes y- bueno dije yo voy a ser boxeador, entonces cuando miraba a mi mamá lavar y planchar ajeno, yo iba y le agarraba las piernas y le decía, mamá cuando yo sea campeón del mundo, la voy a sacar de lavar y planchar ajeno y le voy a comprar su casa, y mi mamá me rascaba– yo le agarraba las piernas y me rascaba la cabeza y mi mamá me decía, “Ay muchacho pendejo, ¿cuándo vas a ser campeón del mundo?” “Va a ver mamá” le dije, “va a ver que voy a ser campeón del mundo.” y pasaron los años y gracias a Dios le cumplí el sueño a mi madre, le hice su casa, ya ganando tanto dinero, gracias a Dios le di todo lo que yo soñé, pero todavía me sigue diciendo, le digo “mamá, ¿se acuerda que le dije que iba a ser campeón del mundo y le cumplí ese sueño?” “Sí,” dice “pero sigue siendo muy pendejo”, me dice. “¿Por qué mamá?” le dije, “porque te casaste muy joven pendejo”, me dijo. Pues sí, la verdad estoy orgulloso, estoy orgulloso porque creo que Dios me dio otra oportunidad de vida, porque gracias a que estoy ahora limpio, he podido ayudar a muchísima gente que tiene el mismo problema que yo, pero sobre todo he podido ayudar a mis hijos, ¿por qué? porque mis hijos desafortunadamente también tuvieron ese problema, entonces yo lo doy gracias a Dios, porque mis hijos hoy están sanos y gracias a que yo me he mantenido limpio, he podido ayudar a mis hermanos y por eso no me arrepiento de nada campeón, como te digo, Dios me dio otra oportunidad de vida y la he sabido aprovechar gracias a Dios.

17:30
Anaí. Hola Julio, mi nombre es Anaí Montero, soy fan tuya de tu carrera profesional, cuando he tenido oportunidad de conocer a gente del extranjero y hablarles acerca de lo que es México, siempre es un orgullo hablar de ti y de tu desempeño profesional y todo lo que has hecho posterior a eso, pero México, ¿qué significa para ti?

17:53
Julio César Chávez. ¿Qué significa México para mí? Pues todo, la verdad, todo. La verdad que es increíble el apoyo que siempre tuve en cada una de mis peleas, me acuerdo que me propusieron pelear en el estadio Azteca, le dije a Don King, “¿Cómo voy a pelear yo en el estadio Azteca? Ni acarreando gente, lo voy a llenar”, le dije, y pasó algo increíble, se quedó gente afuera, 136 mil personas, pero deja de eso, ¿entiendes? Es increíble cómo pasan los años, los años, los años, los años, y la gente más me arropa, más me quiere.

 

Mira, siempre se ha dicho que soy el mejor peleador mexicano de todos los tiempos, y yo la verdad se los digo honestamente y con el corazón en la mano, nunca me he creído el mejor peleador mexicano de todos los tiempos. Yo creo que cada peleador en su tiempo ha sido el mejor, y siempre lo voy a decir, si nos vamos al pasado, México ha tenido, qué bárbaro, es increíble los peleadores que México ha dado, es increíble la verdad, y yo creo que por respeto, cada uno en su tiempo ha sido el mejor, el más grande, pero si nos vamos a los récords, ahí sí, pues la verdad, ¿pues qué les digo? Digo, pues, gracias a Dios, como te digo, en cada una de mis peleas, siempre tuve a México a mis espaldas, era increíble cómo Las Vegas, cómo se paralizaba México cuando yo peleaba, eso dicen, a mí no me consta, yo tengo que creerlo, o me lo tengo que creer, pero México, pues es todo para mí, la verdad, ya tengo más de 20 años retirado, sin embargo, el cariño de la gente, el afecto de la gente, lo sigo teniendo a donde quiera que vaya, lo único que recibo son puras bendiciones, lógicamente, una que otra mentada de madre por ahí, porque no soy monedita de oro, ¿me entiendes?

 

Pero la verdad, es increíble el afecto, el cariño, que recibo todos los días en las calles, en donde quiera que voy, a Estados Unidos, así vaya a China, a Europa, a cualquier parte del mundo, siempre me reconocen, pero a veces es muy cansado, ¿me entiendes? Por ejemplo, en los aeropuertos, ay Dios santo, fotos, autógrafos, fotos, autógrafos, fotos, autógrafos, es el pan de todos los días, ¿me entiendes? Pero yo hice una promesa, cuando yo me coroné campeón del mundo por primera vez, me acuerdo que me pidieron mi primer autógrafo, entonces fue una emoción para mí muy grande, juré ante Dios, no negarle ninguna foto, ni al más pobre, ni al más rico, y eso para mí, es llevar la bandera de México, a donde quiera que yo vaya.

21:31
Hombre. Hola, ¿cómo está Julio? Buenas tardes, para mí es un gran honor estar aquí con un verdadero campeón, mi pregunta va relacionada a cuando estás tan acostumbrado a ganar, cuando se presenta la derrota, ¿cómo la procesas?

21:46
Julio César Chávez. De la chingada. Fíjate, mira, imagínense ustedes, yo tenía casi 14 años sin perder una sola pelea, 90 peleas invicto, el día que yo perdí, yo ya tenía mi adicción muy avanzada, digo, seguía ganando peleas, porque era muy, la verdad, con todo respeto, era un peleón natural, era un peleador bueno, pero cuando yo tengo mi primera derrota, me pasó algo increíble, mi adicción ya estaba muy avanzada, yo sabía que tarde o que tarde me iba a perder, cuando pierdo esa pelea con Frankie Randall, yo recuerdo que no lo podía creer, decía Dios mío, ¿qué pasó? Miraba a mi alrededor ahí en Las Vegas, a toda la gente llorando, la gente bien triste, y me acuesto, y mi hijo Omarcito estaba chiquito, me acuesto a dormir después de la pelea, y cuando me despierto, no me acordaba que había perdido, me dice mi hijo Omarcito, “apá, apá, qué barro, ¿te acuerdas? ¿Qué pasó, hijo?” “Ay, apá, caíste de culitos”, dice, porque Frankie Randall me tumbó, fue la primera caída que tuve en toda mi carrera, y la primera derrota, y llego a Culiacán, y algo increíble, digo, siempre que llego a Culiacán después de las peleas, era algo increíble, me recibía todo Culiacán, desde el aeropuerto hasta mi casa, las calles inundadas de gente, bueno, como si fuera el papa, claro, no lo soy, pero más de 300.000 gentes esperándome, y ese día que peleé con Frankie Randall, pues dije, pues nadie me va a recibir, y era algo increíble, estaba todo Culiacán en el aeropuerto, hasta las calles inundadas de gente, la gente llorando, y ahí me di cuenta realmente de lo que yo valía, esa fue la mayor derrota, ¿por qué? porque tenía 90 peleas invictas, yo hubiera podido llegar a 100 peleas invicto, si no me hubiera desviado, pero esa, definitivamente, porque después perdí con Oscar de la Hoya, pero ya no estaba yo en mi prime, después tuve otras derrotas, pero ya era, ¿me entiendes? pero sí, el mayor impacto que tuve fue mi primera derrota, después de 15 años sin perder una sola pelea, de 90 peleas invicto, definitivamente esa fue la que marcó un antes y un después.

25:17
Daniela. Hola Julio, ¿cómo estás? Mi nombre es Daniela Solís, y mi pregunta es, previo a subirte a una pelea, ¿te sentías nervioso? ¿Cómo sobrellevabas este nerviosismo? y a su vez, ¿cómo te ha ayudado a nivel personal?

25:30
Julio César Chávez. Mira, le voy a decir una cosa, siempre tuve miedo, siempre tuve miedo antes de subir al ring, siempre, siempre, mentiría yo la verdad, si les dijera, no, no, siempre subía bien confiado a pelear y todo, siempre subía con miedo, miedo a la derrota, ¿me entiendes? miedo a quedar mal ante tu público, ¿me entiendes? Les voy a platicar lo de la cinta roja, esa cinta roja nació cuando yo iba a pelear con Edwin Rosario, que por cierto ha sido el peleador que más duro ha pegado, cada pinche ya que me pegaba, me pegaba con un bate en la cabeza, pero en ese entonces yo estaba, se necesitaba algo más para tumbarme, entonces yo recuerdo esa cinta roja, que me dice Eddie Mafut, me dice, “Julio, Julio, Julio, póntelo esta cinta roja”, le digo, “¿para qué, para qué wey?” “Para que viente los malos espíritus” “¿Qué es eso pendejo?”, digo, “wey, ¿que viente los malos espíritus?” “Sí, es que te tienen embrujado” “¿Me han embrujado wey?” le digo, “¿embrujado de qué?” “Es que la mamá de Edwin Rosario te tiene tu foto en una cubeta con hielo”, “¿Y eso qué pendejo?” le dije, “pues ¿qué tiene?” “¿Qué tiene que tenga mi–?” “No, se vas a subir engarrotado”, “¿Cuál engarrotado pendejo? Si yo estoy bien”, le dije, “No, no, ponte la cinta roja por favor.” hasta que me puse la cinta roja, ahí nació la cinta roja y le pegué la chinga de su vida, ¿no? Entonces, la hice ya después como un amuleto, aparte pues me pagaron un chingo de dinero por ponérmela, ¿me entiendes? Pues me la ponía, ¿me entiendes?

 

Pero no, pero fíjate una cosa, fue cosa increíble, ¿no? Porque después de esa pelea, yo podría, llegaba a las peleas, y ya todos con la cinta roja, pero era algo bien curioso, llegábamos a las peleas, siempre llega uno a las peleas, a las arenas, dos horas antes porque ese es el reglamento de llegar a la arena, ¿no? ¿Qué dos horas y media? Como tres horas, dos horas y media. Entonces, siempre que llegaba a la arena, Era increíble, ¿no? Porque estaba bromeando y todo, cotorreándola, oyendo música y todo, y cuando me decían, “Julio, ya sigues tú”, me ponía la cinta roja y me transformaba, me transformaba en el sentido de que decía, ya no había bromas, ya no había nada, ¿me entiendes? Todo ya, concentrado en la pelea, y yo me concentraba y decía, “Yo soy mejor que él”, y así subía, y ya la patenté, ¿me entiendes? Digo, no la patenté porque todo el mundo se la pone ahora, pendejo yo la hubiera patentado, ¿me entiendes? Pero se hizo como un ritual para mí, ¿me entiendes? Se hizo como un ritual para mí, ya me ponía la cinta roja, el miedo se me quitaba.

29:02
Jazmín. Hola, Julio, soy Jazmín Gallegos, mucho gusto. ¿Nos podrías decir tres o cuatro valores que aprendiste con el boxeo?

29:11
Julio César Chávez. ¿Tantos?

29:13
Jazmín. ¿O dos?

29:18
Julio César Chávez. Aprendí del boxeo a que se gana y se pierde, aprendí en el boxeo que uno necesita una preparación para ganar una pelea, se necesita, lo más importante para una pelea es la disciplina, definitivamente. Siempre detrás de una pelea, la gente lo ve a uno peleando arriba del ring, pero no ven lo que hay atrás. Yo, por ejemplo, para cada una de mis peleas de campeonato del mundo, principalmente, yo me tenía que alejar de mi familia, me tenía que alejar de mis seres queridos. Yo me iba a prepararme al Otomí, que está a 3200 metros, donde yo entrenaba, 3200 metros, y donde yo corría a 4000 metros a nivel del mar. Entonces, era algo muy pesado para mí, porque tenía que alejarme de mi familia, de mis hijos, de mi esposa.

 

Entonces, tenía que prepararme como dos meses y medio por la altura, porque al principio, las primeras dos semanas, pues, era un agotamiento, porque uno viene del nivel del mar y sube a la altura, los glóbulos rojos se bajan, el aire casi no lo agarras. Entonces, tenía que estar dos meses y medio allá entrenando, aislado, concentrado en la pelea, no desvelarse, no nada, ¿me entiendes? Dormirte a las 7, 8 de la noche, levantarte a las 5 de la mañana a correr, a veces 5 grados bajo cero, porque ya era muy alto en Otomí, entonces, era algo no tan fácil, ¿me entiendes? Era increíble, los doctores se asustaban conmigo, porque cuando me tomaban la presión, me subía a 295, 300, ¿saben lo que es eso? Es para un infarto, ¿me entiendes? Y yo bien, entonces, me tomaban la presión en el gimnasio, ya cuando tenía un mes y medio entrenando, que ya entrenaba 8 o 10 rounds, me tomaban la presión y estaba a 300. Y los doctores decían, “¿Pero cómo, este cabrón, eres de otro planeta o qué?” Porque tengo el corazón más grande de lo normal, tengo el cráneo más grande de lo normal, soy un superdotado. Y decía yo, “¿Qué es, pendejo? ¿Cómo que tengo el cráneo más grande de lo normal? Y el corazón más grande de lo normal”. Sí, lo que pasa es que el corazón se agranda a mayor altura, ¿me entiendes? Entonces, pues sí, era algo sobrenatural, la verdad, los doctores no se creían cómo me llegaba la presión a tanto y sentirme bien.

 

A mi edad, no lo van a creer, pero todos los días entreno, todos los días hago ejercicio. Y creo que esa disciplina se me quedó pues de lo que era, disciplinado yo, ¿me entiendes? Porque aún así, en mis tiempos malos, recuerdo que tenía tres días amanecidos y me iba a correr una hora, o sea, siempre he tenido ese hábito de entrenar, de hacer ejercicio todos los días. Y es un hábito que se me quedó, es un hábito que se me quedó y… y yo creo que hasta que el cuerpo me aguante voy a seguir haciendo ejercicio, porque a veces ya me duele todo… ay. Pero no dejo de hacer ejercicio todos los días. Creo que esa es mi mayor virtud ahorita que tengo.

33:41
Rodolfo. Hola Julio, me llamo Rodolfo, quería…

33:44
Julio César Chávez. Espérate, te llamas igual que mi padre, igual que mi hermano. Lo que quieras campeón, ¿eh?

33:50
Rodolfo. Gracias. Quería enviarte un abrazo de mi familia, de mis amigos y de la gente de Culiacán. Sabes lo que te queremos. Decirte que te ves muy bien, a pesar de tantas peleas arriba y abajo del ring.

34:07
Julio César Chávez. O sea, no estoy tan madreado como otros.

34:11
Rodolfo. Te veo muy bien.

34:13
Julio César Chávez. Y eso que no me eché ninguna cirugía, espérate que me de la cirugía.

34:18
Rodolfo. Preguntarte, has superado pruebas difíciles y ahora ayudas a otros a superarlas. ¿Cómo funciona tu proyecto de las clínicas?

34:27
Julio César Chávez. Pues todo es emocional, ¿me entiendes? Trabajamos los 12 pasos, ¿me entiendes? Este es un programa de recuperación donde trabajamos lo emocional. La mayoría de los adictos sufrimos de emociones, ¿me entiendes? La gente no se droga nomás por drogarse, ¿me entiendes? Siempre hay algo emocional en nuestras vidas que nos dicen, “¡Ah, dámela esa!” Si estás alegre, porque estás alegre, tomas. O consumes. Si estás triste, porque estás triste. Yo soñaba, ¿no? Yo soñaba con ser campeón del mundo. Yo soñaba con tener… Porque provenía de una familia humilde, ¿no? Y uno pues tiene sueños, ¿no? Tiene sueños. Cuando uno no tiene nada en la vida, uno sueña tener todo el dinero del mundo, tener carros alegóricos, tener yates, tener avión privado. Y todo lo tuve a manos llenas. Todo lo tuve a manos llenas. Y me pasó algo bien triste. Porque cuando yo estaba en mi pleno apogeo, que ya cuando ya llegué a 90 peleas invicto, que ya tenía millones en el banco, tenía mi avión privado, tenía mis yates, tenía mis casas. Me pasó algo bien triste. Me empecé a sentir solo.

 

Siempre estaba rodeado de muchísima gente. Recuerdo que llegaba a mi cuarto y me sentía triste. Y no le hallaba sentido a la vida. Decía Dios mío, Dios mío, ¿qué me pasa? ¿Qué me pasa? No me quiero sentir así. Porque imagina tener todo a tus pies y sentirte solo y triste. O sea, me faltó alguien que me guiara. Me faltó alguien que estuviera a mi lado, que me supiera guiar, que me supiera manejar mis emociones. Y no pude con eso. O sea, me entró una depresión. ¿Qué fue lo que hice? La cosa más estúpida, pendeja, que puede pasar en el mundo. Agarrarme de la droga y del alcohol. Y eso me fue atrapando. Porque en un principio yo pensé que la podía dominar. Pero no. Ya no me preparaba igual. Ya no entrenaba igual. Ya le empezaba a faltar el respeto a mi esposa, a mis hijos, a mi madre, a la gente que me rodeaba. Me empecé a convertir en un cabrón que no era Julio César Chávez. No era aquel jovencito alegre con toda la gente. ¿Entienden? O sea, no, me empecé a convertir en una persona sin principios.

 

Entonces, ahí trabajamos en la clínica lo emocional, ¿me entiendes? O sea, porque… Pues todo viene de ahí, ¿me entiendes? Todo viene de ahí, de una alegría, de una tristeza. Tomamos, ¿me entiendes? Entonces, es por eso que se trabajan ahí los 12 pasos. Que si me acuerdo de uno, es el primero. Aceptar no más que uno tiene un problema, aceptar que uno realmente necesita un programa de recuperación. Así es que… Vamos a poder dar muchísima gente.

38:19
Saúl. Hola, Julio. Soy Saúl, y para mí estar aquí cerca de ti es un sueño cumplido. Te tengo mucho respeto, mucha admiración. Y quisiera preguntarte. Cuando peleabas, tu motivación, tu motor, era el boxeo. Pero ahora, ¿qué es lo que a ti te hace feliz?

38:37
Julio César Chávez. Me hace feliz mis nietos, ¿me entiendes? Yo no sabía lo que era ser abuelo, pero ahora me doy cuenta que es algo increíble. Me da gusto que mis hijos estén bien, sanos. ¿Me entiendes? Que, gracias a Dios, hagan podido también salir de lo que yo salí. Me da gusto que mi madre esté sana, que mis hermanos estén bien. Que si tengo una hermana con cáncer… Pero ahí va, gracias a Dios. Yo no quiero ponerme sentimental. Pero… Eso es lo que me da gusto, campeón, ¿me entiendes? Me da gusto que a todos les vaya bien en la vida. Me gustaría que… Me daría gusto, la verdad, que todos tengamos salud. Eso es lo más importante para mí, campeón.

 

Muchísimas gracias a todos. La verdad, me siento contento de estar con ustedes. Creo que fue una dinámica diferente a lo que yo doy en mis pláticas. Yo, cuando doy mi experiencia de vida, pues hablo de mis triunfos, de mis fracasos. Pero, sobre todo, hablo de cómo salir adelante en esta vida, cuando uno tiene un problema de adicción. Porque yo creo que, todo el mundo conoce al boxeador. Todo el mundo conoce al campeón, que siempre se jugó la vida arriba del ring. Pero de mi vida privada, pues… Soy un ser humano también que llora, que sufre, que es alegre, ¿entienden? Pero que tengo los pies bien puestos en la tierra. La verdad que gracias por sus… No por sus palabras, sino por las preguntas que me hicieron. Las pude contestar a como yo soy. Sin filtros y sin nada. Así como me ven, así soy. Bueno, antes era más guapo, pero ahora ya… Tanto chingazo, ya quedo uno loco. Y pues muchísimas gracias, campeón, para todos. Dios los bendiga. Gracias. Gracias, gracias, gracias.