“Somos artistas de nuestras vidas”
Odin Dupeyron
“Somos artistas de nuestras vidas”
Odin Dupeyron
Actor y escritor
Creando oportunidades
“Haz de tu vida la mejor de las aventuras”
Odin Dupeyron Actor y escritor
Odin Dupeyron
Odin Dupeyron, cuyo nombre completo es Dante Humberto Jorge Iván Odin Dupeyron Navarrete, es un multifacético artista mexicano que ha dejado una huella significativa en el mundo del teatro y la literatura. Desde muy joven, Odin supo que su destino estaba en el arte, influenciado por su familia de actores y artistas. A lo largo de su carrera, ha desempeñado roles como actor, escritor, director y productor de teatro, además de ser un apasionado poeta y Muppetero.
Su obra más conocida, "¡A Vivir!", es un monólogo que ha resonado profundamente con el público, llevándolo a llenar el Auditorio Nacional en múltiples ocasiones. Esta obra, junto con su libro "Y colorín colorado, este cuento aún no se ha acabado", refleja su filosofía de vida y ha impactado a multitud de personas.
A pesar de su éxito, Odin mantiene una perspectiva humilde y realista sobre la vida, enfatizando la importancia de ser auténtico y vivir plenamente. Su enfoque en la autonomía personal y la libertad de pensamiento lo ha convertido en un inspiración para muchos, demostrando que el verdadero éxito radica en ser fiel a uno mismo y en encontrar significado en cada experiencia.
Transcripción
La verdad es que estudié la carrera actuación porque vengo de una familia de actores, de una familia, de artistas, de artistas de La legua, de siempre. La vena artística… Nos acaban de dar un reconocimiento la UNESCO como dinastía teatral por todos las generaciones que se han dedicado a hacer teatro. Yo de chavito sabía que quería ser actor desde los tres años lo supe, y lo supe porque tenía una abuela que quería ser actriz y no le dejaron ser actriz. Y ella fue la que reventó a todos los hijos. A los siete que tuvo los pudo trabajar en cine y tal y ella me enseñaba actor de chavito. Jugábamos a actuar cuando yo era chiquito, jugábamos al teatro y en ese momento, a los tres años y en pañales, dije yo quiero dedicarme a esto toda la vida. Decidí que iba a ser actor a esa edad. Más adelante, en primaria, más o menos en tercero de primaria, empecé a recitar poesías en la escuela un poco porque no sabía que, que eso me iba a encantar.
De repente la maestra nos dijo aprendes una poesía. Me lo aprendí, me encantó y en ese momento dije quiero ser un actor que tenga algo que decir. Esta sensación que tiene el arte, que es maravillosa, de cuando cuando cierras un libro que acabas de terminar y sientes que algo cambió en ti, o cuando cantas una canción con un tequilita que te representa la canción y eso hace que no quede huella, que no y que no, y cuando ves una película y sales, que sientes que estás cambiado, que algo te pasó. Esa sensación que produce el arte a mí me fascina y dije quiero hacer esto toda mi vida. Nunca he hecho esto, ni por el dinero, ni por la fama, ni por la gloria, que no los rechazo porque no estoy imbécil. Pero por supuesto que es bienvenido, pero bienvenido siempre sea la gloria y el dinero, la fama siempre que venga después de lo que a mí me gusta hacer, que es transmitir, comunicar. Creo que el arte es la forma más humana de transmitir conocimiento. El hombre empezó antes de hablar, a pintar en las cuevas.
El arte a veces es un tipo de consejo, creo yo, en las historias que se cuentan en la poesía y en las canciones. Y los consejos no son para que lo sigas siempre, es nada más para que tengas una idea o para que puedas aprender. Yo creo que un consejo es eso, el consejo es, quisiera que pudieras aprender libre de dolor lo que yo tuve que aprender a putazos, lo que yo aprendí a golpes, lo que yo aprendí con dolor y con sangre, con heridas, a lo mejor si me escuchas, vas a poder aprenderlo libre de ese dolor y de esas heridas. Y entonces es el arte gusta, el arte que transforma y que cambia. Y a ese arte me dedico y me entrego y amo la catarsis en el teatro y amo cuando la gente se siente transformada. La catarsis es esta sensación de que algo sucedió en ti y que a través de la obra de teatro reíste y lloraste, tus penas y tus alegrías, y entendiste a tu padre, o a tu madre, o a ti mismo. Y sobre todo, que no estás solo. Y creo que eso es algo que tiene el teatro, que es maravilloso.
Ustedes aquí sentados están siendo una sola, una sola entidad. Pero cuando empiezo a oír a reírse al otro de algo que tú te ríes o que alguien se conmueve de algo que a ti te conmueve, empiezas a darte cuenta que no estás tan solo, que también ese está llorando por lo mismo, que también está sintiendo esto, que el otro también le parece chistoso y curiosamente se va generando una empatía maravillosa que es lo que hace el arte y lo que hace el teatro y de lo que yo me he enamorado desde siempre y que trataré de seguirlo haciendo. Estamos aquí juntos, todos tratando de sacarle sentido. Si nos podemos compartir las notas, si puedo decirte mira, a mí me funcionó y te sirve pos que padre ¿no? Y dejarlo documentado en libros y en arte como la mano en la cueva. No estás solo, no estás solo. Alguien estuvo aquí también. Y tengo algo que decirte.
Seguramente no, pero como, como amarro la herida o cómo, ¿cómo, que me pongo un… qué hago? Entonces habría que definir una cosa que tenemos muy claro y está en las palabras, en una definición que es para todos, no como el éxito o la derrota. Pues sí, evidentemente la derrota es que las cosas no salgan como tú quieres o el éxito es que las cosas sean como tú quieres que sea. Ahora, en lo personal, pues cada quien sabrá cuál es su derrota y cuál es su éxito. ¿Sabes? No podemos definirla como para todos igual. El dolor hay, aunque hay como un tabulador sobre el dolor y que te duele más y que te duele menos. Pues es muy personal, ¿no?
Hay dolores que a una persona le costarán superar los tres semanas y a otros le costará un año. Y bueno, pues tendrás que llorar tres meses o dos semanas o un año. También hay un tabulador. Después de acá, ya ve a terapia tienes que haberlo solucionado, no puedes estar llorando diez años lo mismo ¿no? El dolor pasa, el enojo pasa, las cosas pasan. Pues tampoco te puedes regodearse en el dolor. Entonces, hablando del fracaso y las realidades, la realidad es lo que es, lo que está, lo que está frente a ti, lo que puedes ver, lo que puedes palpar ahora ¿derrotado por la realidad? Pues depende.
O sea, yo por ejemplo, siempre quise ser actor de teatro de preferencia. Hice teatro solo 35 años, empecé a hacer teatro y el éxito que tengo ahora me vino a los casi 40 que me podrían haber dicho que no soy exitoso si era exitoso. Yo soy exitoso hace mucho tiempo. Amo lo que hago, siempre lo he amado, siempre me ha gustado. Ahora soy reconocido por la gente. Pues si, puede ser y quién sabe cuántas habrá quien me diga es que hasta que te reconozcan universalmente o en todo el mundo, o cuando llegues a triunfar y te den un Oscar o un Tony o un… pues no. Entonces uno tiene que definir su éxito personal y su fracaso personal. Alguna vez yo estaba –yo estudié en Televisa, en el CEA, de Televisa, en la escuela actuación de Televisa– alguna vez yo salí, dirigí, escribí, viste el Muppet en Plaza Sésamo, que era un, eh, un Pancho Contreras, un gruñón azul que está abajo del Muppet y lo movía y hacia la voz y dirigía y daba clases.
Y un día me llamó el director de la escuela, me dijo “Odin, ¿cuando vas a ser exitoso?” Le dije “¿Cómo que cuándo voy a ser exitoso?” “Tienes mucho talento haces muchas cosas, pero no te veo en la tele”. Y dije “cuándo voy a hacer la tele, quién sabe. Pero exitoso soy yo. Hago lo que me gusta y trabajo y me encanta mi trabajo y estoy ocupado. Soy el que más trabajo de mi generación. Exitoso soy, ahora ¿cuándo voy a salir en la tele? Ah, pues cuando me contraten, pero no me han contratado”. Entonces enfrentar la realidad es simplemente ver las cosas como son y poder actuar en consecuencia de como son.
La gente de repente piensa que eso es ser conformista, pero no, a veces simplemente ves las cosas, así son. ¿Qué tengo que hacer? Para cambiar, para no cambiar, para moverme, para saber si hay algo que cambiar, para aceptarlo si no lo puedo cambiar y si lo puedo cambiar, tratar de cambiarlo. Y el fracaso es relativo, es bien relativo. Entonces este… con que estés satisfecha con tu vida y con quien eres creo que es un gran éxito que no todo mundo lo tiene. Yo creo que lo más difícil para el ser humano es darse cuenta de la paradoja de la vida. ¿Cómo puede ser que no somos nada? No somos nada, no somos nada.
Estamos un momentito en este planeta que lleva millones de años existiendo. Nada, no eres nada, no eres nada, nada, no eres nada. Tu vida ya nada, nada estás, No estás. Un parpadeo. ¿Cómo puedes lidiar con esto y al mismo tiempo lidiar con que eres todo lo que tienes? Eres los más importante de tu vida. Eres lo más importante de tu vida. El mundo va a dejar de existir cuando tú te mueras. Para ti. Para ti el mundo se acaba cuando te mueras. Es la única oportunidad que tienes. Eres el centro de todo tu universo. Tú eres lo más importante que existe. ¿Cómo puedo lidiar… cómo puedo en esta paradoja? Y yo creo que ahí es donde está la respuesta. Tengo que ver las cosas desde los dos puntos de vista.
Esto que me está pasando es importante. Es muy importante porque me está pasando a mí, porque es mi madre, porque es mi hijo, porque es mi trabajo, porque es mi problema. Pero no es nada, no es nada, no es nada. ¿Qué es esto? ¿Qué es esto ante la inmensidad del universo y de la vida? ¿Y qué es esto? Que es este problemita en medio de este mundo que está lleno de… entonces darle proporción, que es lo que yo creo que es la forma de encontrar la realidad, darle proporción a las cosas, ni tan tan ni muy muy ni es muy para allá… tratar de traer las cosas al centro. Nada es tan terrible, nada es tan… Tampoco nada es tan maravilloso.
Relájate un montón. Yo he tenido grandes éxitos. Afortunadamente me ha ido muy bien y he llenado cuatro veces el Auditorio Nacional. La primera es con ¡A vivir! 10.000 personas ahullando en la obra de teatro, gritando y haciendo y gritaban mi nombre. Y luego al salir de la función, firmando libros, y “tu vida me cambió”, “Tu libro y a mí… ”mi mamá…”. Y “mira, me salvaste”, porque me han dicho cosas increíbles. Pero después de toda esa maravilla y esos gritos y 10.000 personas aullando y gritando y diciendo de repente estaba yo en mi casita con mi sandwichito. Solito. Y es la paradoja. Igual me voy a enfermar, igual voy a tener sufrimiento, igual se va a morir mi madre, igual me voy a caer, me voy a romper una pata, igual voy a envejecer, se me van a caer las nalgas igual, de la misma manera que a todo el mundo. Entonces creo que una forma de ver la realidad es pudiendo ver lo que te está pasando desde esos dos extremos. No eres nada. Eres todo. Ahí en medio. Tienes que navegar.

Ahí te está doliendo la panza, corre al hospital. Ah, ah, no, nada… era un pequeño gasecillo, ¿no? Y entonces ya no pasa nada. Pero en una de esas es un gran problema. Bueno, es lo mismo con las emociones. La angustia sirve para algo. El miedo sirve para algo. El miedo te previene, te cuida. No, el miedo es parte de la naturaleza. Había un cuate que decía que el miedo no existía. No, el miedo no existe, el miedo no existe. El miedo no nos impuso la sociedad. El miedo no es, no está en la naturaleza. Y la gente que tienen muchas ganas de creer tonterías. Yo diría otra cosa, pero no quiero que… la gente que tiene mucho miedo creer estas cosas fáciles de repente dice “Sí, es cierto, el miedo no existe”. Y yo, “¿cómo no existe?”.
Cómo este tipo… Agarren a este tipo y metenlo a Tepito a las doce de la noche y cuando salga pálido de un asalto le dices ¿qué pasó? No, ¿que no existe el miedo? El miedo existe, el miedo existe. Lo que no puedes hacer es que el miedo te paralice, que el miedo no te permita salir adelante. Pero el miedo te tiene que decir aguas, cuidado, ya checaste esa calle está muy oscura, No te vayas por acá, te vas a aventar por paracaídas. Okay, okay, okay. Pero checa que sirva, Checa donde es bien el bien, o sea presente para hacer las cosas. El miedo te cuida, el miedo te protege.
Todas las emociones sirven para algo. Ahora todas las emociones pueden ser pervertible. Todo es pervertible. Creo que el miedo es una emoción, como todas, que tienes que entrarle, que tienes que verla, que tienes que hacerle caso y escucharla. Y después esta parte que a la gente le molesta mucho, que es pensar. ¿Por qué me da miedo?, ¿Qué me da miedo? ¿Es razonable este miedo? ¿Está bien lo que siento?
¿Me gusta lo que me gusta? A ver, ¿por qué? A ver… y negociar con el miedo y decir ok, sí me voy a atrever, o no me voy a atrever, o está bien, me voy a ir con cuidado. Miedo, Muchas gracias por advertirme, y ya. Y también yo cuento mucho una historia de las cebras, ¿no? Porque cuando este cuate decía el miedo no existe en la naturaleza. Yo siento, es cuando las cebras ven las leonas, ¿corren por deporte, no? Así, vamos a trotar.
No, corren del miedo. De hecho se van cagando del miedo porque el miedo es natural. Que le dice a los esfínteres “suelten el sobrepeso para salir corriendo tan ágil como puedas”, ¿no? Entonces te haces pipí y te haces popó del miedo, para salir ligero. El problema con nosotros que sobre pensamos a veces las cosas. Las cebras están corriendo de un lado para el otro y vienen y de repente “Ah, ya agarraron esta… ah no bueno. Pobre Juanita, Ya la mataron”, ¿no? Y luego vuelven a pastar.
No se siguen corriendo kilómetros diciendo “¡Ay fue horrible, que espanto, que horror!” No se levantan quince días después “No puedo ni pastar porque m triggeré. Ah, horrible”. No, no, ya pasó el peligro. Ya tranquilízate. Ya. No lo sigas alimentando, ¿no? Entonces uno tiene que aprender a controlar sus emociones. Nunca deben gobernar las emociones.
Vivimos una sociedad que nos impulsa cada vez más a “Lo que tú sientes…”. No, no, no, no, no. O sea, si siento lo que quiero sentir. Pero tienes que pasarlo por la cabeza, cabrón. No puedes no pasarlo por el cerebro. No puedes saber si lo que sientes es válido o no es válido, según las circunstancias, el punto de vista, lo que estás sintiendo. Si te ofendieron, no te ofendieron, si te están insultando, no te están insultando. Tú creíste que pensaste no es nada más lo que sientas.
Es lo que sientas, pero tienes que pasarlo por el lóbulo frontal para saber si eso vale o no vale. Todas las emociones humanas, todas, todas las emociones sirven para algo. Todas son pervertibles. Hasta el amor es pervertible. El miedo es simplemente una emoción que tenemos que aprender a controlar. Como todas las emociones.
Eres libre. Yo me voy a ir a vivir a Tulum, a una palmera. Ajá. Y luego bajas a comprar comida al tipo, o sea…Necesitas un avión y un boleto y la carretera. O sea, necesitas de la sociedad. Necesitamos todos. Entonces ser libre es un concepto muy difícil, pero ser libre dentro del marco de referencia que tienes en el país, en el que naciste, con las circunstancias en el que naciste, la libertad tiene que ser la independencia, la autonomía. ¿Cómo yo puedo ser dueño de mi vida aún a pesar de las circunstancias en las que nací?
La autonomía tiene que ver con saber si lo que tú piensas, tú lo piensas realmente o te lo dijeron. La libertad tiene mucho que ver con saber que lo que tú piensas lo piensas por ti, porque estás de acuerdo contigo, porque estás de acuerdo con lo que es cierto –lo vi y así me parece que debe de ser– ¿no? Entonces creo que la libertad es posible. Por supuesto que es posible en la autonomía, en poder decidir sobre tu vida, tu manera de vivirla. Crees tu éxito, que es tu felicidad, como tú quieres encontrar el amor. Y cuando tú estás encontrando el amor que tú estás buscando porque a ti te gusta así y estás en el trabajo que a ti te gusta, aunque el otro diga que es… a ti te gusta, eso es libertad. Yo soy quien quiero ser y como quiero ser y puedo cambiarlo también. Porque tengo la libertad de recalcular las veces que sean necesarias.
Y la gente dice “Pues antes no te gustaba”. “Pues sí, pero ahora me gusta”. “Pero entonces si es que no”, “Pues ya dije que no, pero ahora digo que sí” ¿No? Es válido, es válido. Es como lo que decías tú del éxito. Me voy a divorciar. Fracasó. No, no fracasó. Tuve diez años maravillosos de matrimonio muy chingón. Nada más ya no quiero y ya me quiero despedir y ya está. Y la gente te dice estupideces como “¿Vas a echar a la basura diez años?” No, no, los viví. Estuvo maravilloso. Estuvo increíble. Nos casamos, lo disfrutamos, nos amamos mucho, nomás ya no quiero estar. Y se vale. Y se vale que las cosas acaben, y se vale que ya no las quieras.
Es como si dijeran “¿Te vas a comer esos molletes y luego los vas a cagar?”. Pues sí, sí. Y me los voy a disfrutar mucho, aunque después sea un desperdicio, que será bueno para las plantas, yo que sé, pero… Entonces eso es la libertad. Y también creo, y lo voy a agregar rápidamente, en la libertad está la felicidad, está en la libertad, como decía Don Gabriel, de ser, de ir, de amar así, sin pena, así. La felicidad está en la libertad, y la libertad de estar en el coraje, en el coraje de conocerte, en el coraje de decir “No, perdóname, sociedad, no me voy a casar” o “Sí, me voy a casar, pero no voy a tener hijos”, “¿Cómo no vas a tener hijos?” “No voy a tener hijos”. O “No Perdón, sociedad. Yo soy ateo y no creo en Dios”. “¿Cómo?” “No creo.
No te voy a hacer la guerra, no voy a pelearme, pero no voy a entrar a todo lo que tú quieras, Sociedad. voy a cumplir, voy, pago mis impuestos, voy a respetar las reglas, pero no voy a hacer todo lo que tú quieras”. Y eso es la libertad. Y ahí está, ahí está la autonomía.

No, yo hice todo, no hay intermedio, nadie, porque nomás me faltaba vender dulces y ya no da tiempo de todo. Pero yo al principio de la obra, quien conoce mi historia sabe que yo cortaba boletos al principio. Traje a mi mamá y a mi hermana para que me ayudaran. No que fuera un negocio familiar. Es que no había nadie más. Entonces primero fue por hambre, por supuesto, que salí a trabajar y hacer la obra. Y yo pensaba que iba a durar 50 funciones. Yo decía ojalá 50 funciones, que bueno que no existe el decreto, qué bueno que no existe la visión.
Yo no visualizaba el Auditorio Nacional, nunca. Era… ni se podía soñar que un monólogo de un mexicano escrito por un mexicano independiente y sin ser famoso, salir en la tele, tener películas, pudiera llenar el Auditorio Nacional con 10.000 personas sin publicidad, sin patrocinios, porque el auditorio lo hice yo y mis huevos nada más, que son mis mejores socios. Pero, lo hicimos. Bueno, con Felipe, que me ayudó también, pero, pero lo hice yo que eso sucediera era inimaginable. Era indecretable. Ni siquiera lo podías pensar. Entonces lo primero fue eso, tratar de sobrevivir. Y después la obra fue creciendo y creciendo y creciendo y creciendo.
Y entonces la parte emocional que a mí me gusta mucho, de lo que a mí me deja vivir, aparte de dejarme comer y vivir de lo que amo, es descubrir que no estoy solo. Por eso es importante la manada. En la obra -para quien no lo haya visto– hablo del lobo que aúlla y aúlla para encontrar a su manada. Aúlla para huir a otros lobos y entonces reunirse. Una vez que se separan para ir a cazar y a comer, entonces, y a vivir es mi aullido. Es decir “Yo creo esto de la vida”. Y la sorpresa fue que la gente contestó “¡Yo también!” y “yo creo”, y la gente empezó a decir “lo que tú dices, yo lo había pensado, estás diciendo lo que yo no sabía como decir”. Y en ese momento empezó a crecer la manada y a crecer la manada.
Y entonces me aúllan en los Starbucks y así es que me enseñan piedras en los coches, porque en ¡A vivir! doy una piedra de regalo y la sigo dando, pero pues ahora afortunadamente tenemos teatros más grandes y es más difícil. Pero en el Auditorio Nacional dimos. Tuvimos más de 10.000 piedras que yo dije, la gente tiene que irse con su piedra, porque hay un momento en la obra de teatro en que el personaje de la madre le da al hijo una piedra y le dice “No eres una piedra. No eres una piedra. Tú eres un ser pensante, eres una fuente milagrosa de sentimientos. Cuando estés triste, cuando estás deprimido, cuando estés feliz, cuando te encuentres perdidamente enamorado, cae de rodillas y das gracias porque puedes sentir, porque puedes llorar, porque es útil, Porque si alguna vez te duele profundamente el corazón, esa también es una señal de que estás vivo. Alégrate por estar vivo, sal y defiende tu vida.
Sal y llora y ríe y acepta tus emociones y vívelas. No eres una piedra”. Entonces al final de la obra regalaba, al principio y todavía, una piedra para que la gente se llevara. Entonces me decían piedras en los coches o estoy el aeropuerto y una mujer me dice “ay, mira, tengo cuatro piedras…”. Es maravilloso. Pero eso es lo que me dejó, saber que hay manada, saber que habemos más, saber que no estoy solo, que habemos más que pensamos como yo pienso. Y de nuevo, no me considero de verdad nadie extraordinario y lo repito muchas veces, no soy coach, no soy psicólogo, esto no lo aprendí. Esto es lo que… tengo las cicatrices de lo que les estoy diciendo lo aprendí en la vida y así lo comparto.
Lo comparto a través del arte y a través de pláticas. Lo hago porque la gente me quiere escuchar, pero no tengo ninguna autoridad más que las heridas que tengo en el alma y el aprendizaje que llevo en la vida. Y poderme parar en un escenario a decir eso, y que la gente responda y que llegaran 10.000 personas al Auditorio Nacional a aullar conmigo, al final. Y después la pandemia y me valió pito todo. Pero es lo que me dejó vivir.
Es la manera en la que nos comunicamos los humanos. Contamos historias por eso es importante saber cuando te está contando una historia que no es cierta. Cuando tu cerebro te está engañando, tu cerebro te va a proteger y siempre el cerebro siempre va a decir que “corre”, porque el cerebro quiere que te cuides, pero es una manera de protegernos. El contarnos historias, la manera de transmitir información de generación en generación, durante muchos años antes de que existiera la imprenta, eran historias. Entonces contabas historias y había leyendas y había canciones y esta hierba pica y esta mata y está cuidado. ¿No? porque nos contábamos eso a través… Entonces todos somos artistas, todos somos artistas. Unos podrán expresarlo mejor que otros, pero todos nos contamos historias.
Todos tenemos la capacidad de crear arte y de vigilar –que eso es bien importante– vigilar las historias que nos contamos. No creernos todo. No te creas todo lo que piensas. Pienso luego di ¿esto es cierto? ¿En qué me baso? ¿Es una fantasía? ¿Me lo enseñaron, no me lo enseñaron? y cuestionarte que esa es la base de todo. Y como artista uno se vuelve crítico, ¿no? de su trabajo. De nuevo, en tu cabeza vuélvete crítico de tus pensamientos, de tus historias que te cuentas. ¿Son reales, no son reales? ¿De qué vienen cargadas estas historias? ¿De miedos infantiles, de deseos guardados? Somos artistas y tenemos que cuidar el arte que hacemos en nuestra cabeza y las historias que contamos. Yo específicamente estoy parado en el mundo de manera distinta en cuestión al arte, porque cuando empecé era esto es lo que yo creo, A ver qué dice la gente.
Y ahora esto es lo que yo creo y tengo gente que me apoya y tengo gente que ha hecho eco y eso de alguna manera me hace parar distinto el mundo, para bien y para mal, porque todo tiene un bueno y malo. ¿No? Hay un compromiso que no estoy dispuesto a adquirir, de cumplir a la gente, ¿no? ¿Qué pasa? Sucede que si me dicen tu obra me cambió, tu libro cambió, tu tu este, me cambió la vida. Entonces de repente, como que tengo que escribir algo súper cambiador de vidas. No, no, tengo que escribir lo que a mí se me hinchen las ganas y si les gusta, que padre. Y si no les gusta, pues también.
¿No puedo volverme esclavo de lo que la gente está esperando que yo sea, ¿no? Y es una lucha constante que tengo con el arte que hago. Que siga siendo honesto, que siga pensando lo que yo pienso y que la gente siga buscándome porque va a oír mi punto de vista, no lo que quiere escuchar. Y eso creo que es lo que me ha hecho pararme distinto en el mundo y en el arte. Cuando cumplí 40 años estaba yo en un momento muy bueno de mi vida en el que todavía sigo, pero ya mi obra había funcionado, a vivir en un éxito. El libro se convirtió en un best seller nacional, el otro libro, Nos tomamos un café, también estaba muy bien posicionado. Tengo yo un departamento muy bonito, con una terraza muy linda. Entonces me acuerdo que cuando cumplí 40 años, que era una fecha importante para mí, todo el mundo me dice “¿Qué vamos a hacer?” “Entonces vamos a desayunar y vamos a comer”.
Dije “sí, bueno, ya quiero que me dejen en paz, que quiero quedarme en mi casa”, y me quedé en mi casa y me serví un poquito de vino en mi balcón y me tuve un segundo y dije, “Odín, permíteme felicitarte. Estoy encantado de haberte conocido. Tienes una obra de teatro que es un éxito en taquilla. Tienes un libro que es bestseller, has sido amado…” Tuve una relación de ocho años. Maravilloso. “Permíteme felicitarte por tus primeros 40 años”, y volteé y vi lo que había escrito y lo que había hecho de mi vida. No nada más escrito. Somos artistas de nuestras vidas.
Vi lo que había escrito y vi lo que había hecho y me sentí muy orgulloso y sentí como si me hubieran dado otro lienzo. Como hubiera pintado 40 años, bien hecho. Aquí está otro lienzo para que pinten los próximos 40. Digo “Agárrense”, otra vez. Ya llegué a una adultez chida. Voy por la vejez exitosa, ¿no? Voy a tratar de disfrutar la vida. Es lo que digo mucho.
Somos artistas. Cuida lo que le pones a tu cuadro. Hay gente que dice ay, no importa, yo no, yo no, no cualquier cosa. Ni le meto cualquier cosa, ni le pongo cualquier cosa, ni le entro a todo. Yo decido muy bien qué me gusta, qué no me gusta… no tengo ningún problema en salir y explorar. La vida es exploratoria, pero no cualquier cosa ni como sea. A lo mejor puede sonar muy fuerte, pero es la vida, nunca lo pendejo. Nunca nada a lo pendejo. Incluso si te quieres aventar algo peligroso, ¿dónde está? ¿Quién es? ¿Dónde me agarro? ¿Si esto sale mal, qué hago? ¿No? Nunca a lo tonto, nunca a lo bestia. Siempre bien planeado y dejándote llevar. Entonces yo creo que siempre eres dueño de tu vida.
Siempre eres dueño de tu vida. De lo único que eres dueño es de eso, de tu cuerpo y de tu vida. Y tienes que ser dueño todos los días de tu vida, siempre, aunque cambies, aunque seas otra cosa y aunque decidas cambiar de carrera, uno va cambiando de muchas cosas. La gente de repente dice es que yo no soy así. No eras así, pero ahora puede ser así, porque uno no nace haciendo lo que hace. Uno nace y aprende a hablar como hablan sus padres y aprende a caminar como vieron caminar, todos crecimos y aprendimos de imitación. Puedes imitar otra cosa. ¿Ya no te gusta esto? Voy a cambiarlo. Ya no me gusta la forma de hablar. Voy a hablar de otra manera. Hipócrita. No es hipócrita. Me estoy rediseñando otra vez. Me puedo rediseñar varias veces. Puedo ir hoy, ahora más a cambiarme la naricita que no me gusta. A ponerme más…, vamos, arreglarme. Hacer lo que yo quiero, ser la mejor versión de mí. No te obsesiones con nada, no te operes hasta volverte una cosa espantosa. Te recomiendo. Si quieres, date. Pero te recomiendo que todo sea no a lo bruto, sino diseñándolo. Siempre eres dueño de vida. Eres dueño de tu cuerpo. Tú decides qué quieres ser, cómo quieres ser y quién quieres ser todos los días de tu vida hasta que te mueras.

Entonces el fracaso es relativo porque a lo mejor no encuentras por aquí, pero encuentras por acá. Jamás pensé yo que iba a ser Muppetero. Nunca pensé que iba a ser feliz en el piso, arrastrándome con un Muppet, sin que nadie supiera quién soy. Jamás. Y la gente, mis amigos me decían, “Pero haces a Pancho Contreras, y está padrísimo, pero nadie sabe quién eres”. Yo no me importa que nadie sepa quién soy. Soy feliz haciendo este personaje y no nada más porque me gustaba hacerlo, sino por lo que representaba. De nuevo, el arte que me gusta es lo que va más atrás.
Pancho Contreras, es un Muppet azul y gruñón que le gustaban las cebollas y coleccionaba triángulos y tenía de mascota un elefante. Y era rarísimo y era extraño. Y había fiesta en la plaza y Pancho Contreras llegaba con su helado de cebolla y todo el mundo decía “Que asco Pancho come un helado de cebolla”. Lo que mi personaje le decía al niño de manera inconsciente era se vale ser diferente, se vale ser rarísimo, se vale que te gusten cosas que a otros no les gustan, se vale que colecciones cosas extrañas y aún así mereces ser amado y mereces participar y ser parte de una sociedad y que acepten tus excentricidades. ¿Cómo no me voy a enamorar de eso? ¿Cómo no me voy a enamorar de eso? Entonces probablemente mucha gente podrá decir Odín no está teniendo éxito porque está bajo de un Muppet y nadie lo conoce. Eso es personal.
Jamás hubiera… O sea, jamás hubiera soñado ser Muppetero. Y lo fui. ¿Por qué? Porque me quedé sin trabajo, porque no había nadie, porque me dijeron “¿Haces voces?”. “A huevo”. Y fui a hacer voces. Fui a hacer voces porque dije “Está bien, le entro. Vamos a dar, a ver qué pasa”. Y descubrí que me encanta. Hice 16 años, Plaza Sésamo. Entonces. Es relativo desanimarte de una cosa te puede hacer encontrar otra. La vida está llena de posibilidades y si tú nada más quieres cumplir lo que puedes ver desde tu pequeño balconcito, estás frito. O sea, ten tu mirada de la vida, pero estate dispuesto a que la vida te empuje, te tumbe, te aviente, te lleve. En el nuevo libro que estoy escribiendo que se llama La buena Nueva, digo que somos un corcho a la deriva porque es lo que yo creo. Somos un corcho a la deriva en un río de incertidumbre que va directo a quién sabe dónde.
A lo desconocido. Pero el que vayamos a la deriva no quiere decir que no podemos ser navegantes, que dentro de esta, de este río que va, no podemos ir por acá. Si por acá no, por acá me echa para atrás porque me echo pa adelante. Aunque vayamos todos al mismo río, podemos navegar, podemos navegar. Entonces tienes que ser dispuesto a ver a dónde quieres llegar y a momentos, flotar. Y decir, “pues ya la vida que me lleva a ver a dónde” y encontrar lugares inesperados. El fracaso es relativo. Darte por vencido es relativo y creo que más importante es, y esto también lo digo en un nuevo libro, que de nuevo no soy ninguna autoridad. Es lo que yo creo. La vida no tiene sentido. No tiene sentido. No vienes a nada. ¿A qué vienes? Tu misión. ¿Qué misión? ¿Cuál misión? ¿De qué? ¿Cuando…? Vienes. Antes yo decía, ¿vienes de hacer eso? Bien. ¿De dónde viene? No apareciste, Te mueres. Ya no vienes de nada a nada. Y eso da mucha paz. Después de que pasas por este, entonces estoy. Sí. Después, ah, okay. ¿Por qué? Porque no tienes que cumplir con nada. Con nada. Sé buena persona porque te conviene.
Trabaja porque te conviene. Gana dinero porque en este marco histórico en el que vives, tú necesitas dinero. Antes eran papas rusas, antes era de tener muchas chicas para regentearlas, antes era tener un espacio, yo que sé, en los diferentes marcos de la humanidad ha sido diferentes cosas. Lo que necesitamos aquí es el dinero, es tu marco histórico. Si quieres vivir bien, tener ciertas cosas par vivir bien, pero no vienes a nada, a nada, a pasártelo lo mejor posible. A mí me preguntan en las entrevistas a veces, ¿Odin cómo se divierte, qué hace Odin para entretenerse? Pues vivo. ¿Pero cómo te entretienes?
Pues si me voy al cine, platico con mis amigos, vengo a dar podcast con gente. O sea, me entretengo, yo… no sé que estén esperando que les diga, me voy a las amazonas a cortar un sapo, la mitad de embargarme el veneno no, no, yo soy feliz viviendo, existiendo. Me tiene muy entretenido platicar con mis amigos, tomar café, salir a probar lugares ricos, recomendar comida mexicana a platicar con la gente, conocer el cariño de la gente, que es una de las cosas que decir ahorita, el cariño que la gente me tiene a mí me tiene súper sorprendido. Cómo la gente me quiere y me abraza y me dice… eso me tiene entretenidísimo. La vida es entretenida, eso está padrísimo, no tengo que llegar a ninguna parte y si no tienes que llegar a ninguna parte, tampoco existe del todo el fracaso. Es personal. Con que quieras estar bien contigo, con eso basta.
Pues no depende de mí. Yo haré lo que pueda, pero de repente un día se seca y un día ya no puede. Le pones abono en la bolsa y se seca después de diez años. ¿Cómo se secó? Se secó. A veces lo encuentras y lo pones y no pasa nada. No puedo decir “¿Pero por qué no pasa nada, o no se dio?” No se dio. Era un frijol. Sí, aquí está. Pero no se dio. Ni modo. Y sigues adelante. Ahora, y es importante, tampoco vienes a enamorarte. No necesitas una pareja para que tu vida tenga sentido. Yo prefiero estar solo que mal acompañado, que mal enamorado. Yo me la paso muy bien yo solito.
Si vas a entrar en mi vida es porque lo voy a pasar mejor contigo, con su costo. Todas las relaciones tienen costo. Ahorita también está muy de moda este, “Yo no quiero que nadie me reste”. Ah, pues te vas a quedar sin nadie en la vida porque te tiene… hasta un perrito, te resta, tienes que sacarlo a que haga popó y tienes que comprarlo croquetas y tienes que levantarte a la media, todo te cuesta, todo tiene un costo. El chiste es que te cueste menos de lo que te da. Como cualquier negocio, una pareja tiene un costo, pero la ganancia es mucho mayor. La ganancia es que me acompañes y que estemos. Si el costo está peor que lo que gano, cierra, cierra tu negocio.
Y dos, no vienes a eso, no vienes a enamorarte como les dije hace rato, no vienes a nada. Ya ni siquiera… antes nacías, te reproducías y morías porque es el ciclo de la vida, porque necesitabas… Ya somos muchos. Puedes ni reproducirte, ya ni a eso vienes, pero si vas a enamorarte y va a ser alguien que te acompañe en la vida, que esté bien y que te dé cosas buenas y que aunque te cueste, te aporte mucho más, y que se hagan cosas increíbles. Yo tengo la fortuna, haber tenido buenas relaciones y no nada más la fortuna, porque no creo en la suerte, he sabido elegir. Por supuesto, y he sabido quitarme cuando las señales hay. Siempre digo los pendejos avisan “Soy un pendejo”, las locas avisan, “estoy desquiciada” y uno dice “no, a mí no me va a pasar”, no, sí, te está dando señales, cómo no. Entonces sí es cierto eso de cada quien habla como le va en la feria, pero como te vaya en la feria depende de las decisiones que tomas en la feria. Entonces el amor es un frijol.
Hay que esperar a que te dé lo mejor que se pueda y cuando se acabe pues nada. Y no necesitas de frijoles para sobrevivir. Ya puedes sobrevivir tú solito contigo.

“No, no me tratas así porque yo soy una linda persona. No me trates de esta manera. Esto no me lo merezco. No esto. No me merezco que me hagas esto”. Cuando uno es mala persona, cuando uno es abusivo, cuando uno es manipulador terrible. Sabes que eres. Sabes, tú sabes, aguantas maltratos y a veces no duermes bien por las noches y ahora estás cuidando a ver quién te va a… quién se va a vengar de ti, quién te va a cobrar lo que le hiciste y la persona con la que vas a estar toda tu vida es contigo hasta que te mueras.
La primera relación que tenemos es con nosotros, entonces, como te trate, como tú te veas a ti mismo, va a definir muchísimo de cómo disfrutes la vida. Por eso es bueno ser bueno.
Logré lo que me gustaba. He vivido del teatro. Entonces siento mucho que yo, yo ya triunfé. Yo ya triunfé. Lo que siga en mi vida es un bono. Es un bono. Yo ya triunfé. Ya llegué. Ya me gustó mi vida. Estoy feliz de existir. Quisiese no morirme. Pero pues ni modo. Antes me decían “¿Qué quieres que diga tu epitafio cuando te mueras?” Y yo decía, “lo que sea”. “¿Pero que no te importa lo que diga?” “Yo ni lo voy a ver. Pónganle lo que quieran”. Y después de los 52, 53… 52, me acuerdo que dije “Ah”, cuando empecé a decir “Se va a acabar”.
Porque la vida tiene diferentes etapas. A los 20 años te importa lo que la gente piense en la adolescencia y en los 20 estas “¿qué va a pensar?” Es que no, Papá, mamá, “cállate”, que me dice “no”. A los 30 años te vale lo que la gente piensa. “A mí no me importa lo que piense la gente”. Los 30 años se harta de que… “me vale lo que diga la gente”. A los 40 te das cuenta que nadie te está poniendo atención, que la gente está con sus propios problemas. Nadie te hace caso. Tú te has vuelto loco y descubro que a los 50 es cuando dices, “Ah, se va a acabar.
Se va a acabar, se va a acabar”. Siempre sabes que la vida se acaba, pero nunca lo sabes tan certeramente como a cierta edad. Cuando empiezas a irte pa abajo. Yo llamo con el doctor y le digo “me duele el pie”, me dice “se tiene que tomar eso”. “¿Cuánto tiempo, doctor?” “Ya pa siempre”. “¿Cómo ya pa siempre?” ¿Cómo ya pa siempre? Ya empiezas con medicamentos de ya pa siempre de ya no se va a quitar. Y esa es un achaque.
Esto de los cincuentas es darte cuenta que se va a acabar. No sé cómo son los setentas, no he llegado, pero mi mamá tiene 75 y creo que los 70 van de “¿De qué? ¿Qué pasó? ¿tú y yo estábamos casados? o ¿nos peleamos? ¿por qué nos peleamos? ¿cuándo…?”. A los 70 ya se te olvidó qué había pasado, con qué. Ya no tomas nada personal. Ya te das cuenta que nada importa. Pero una de las cosas que sí entiendo. Es que lo que tenía que cumplir lo cumplí. Lo que tenga que aprender, pues ya llegará. O no. Pero creo que gran parte de la felicidad en la tercera edad que pa allá voy, tiene que ver con cómo volteas a ver la vida. El principio de la vida es descubrirla.
Cuando eres chiquito te emocionas y te enamoras y todo lo vas descubriendo y vas aprendiendo y aprendes, aprendes y aprendes a enamorarte y a desenamorarte, ya que te parten el corazón. Ya tener hijos, ya casar, disfrutar, trabajar. Y aprendes, aprendes lo que aprendes a perder, pero todo al principio es novedad. Yo creo que la tercera edad tiene que ver ya no con lo que pueda ser, que todavía queda por hacer, pero como voltees a ver tu vida y digas “Mira lo que construí”, entonces no siento que me falte nada. Por supuesto que quiero mucho más. O sea yo, quiero 150 años más, si se puede, si se puede, pero si no estoy feliz. Con mi vida estoy encantado. Triunfé.
Me encanta quién soy. He aprovechado mi vida maravillosamente. No tengo deudas. Para concluir, si queremos llegar a alguna parte, si queremos llevar esta pláctica a algún tipo de puerto. Porque nunca llegas a nada. La vida siempre va mutando y no hay un conocimiento específico. Pero llegar a un puerto sería, no hay sentido, no hay propósito. Busca el tuyo.
Que la vida no tenga sentido no quiere decir que tú no le puedas dar sentido. Que no hay una razón para existir, no quiere decir que no valga la pena existir. No necesitas ser parte de nada más. Nuestra existencia es sinónimo de libertad. Tienes dignidad intrínseca en tu vida simplemente por existir. Eso es lo que tienes que disfrutar de la vida. La única manera que puedes ser libre es haciéndote dueño de tu vida. Que no tenga sentido no quiere decir que no le puedas dar sentido.
Tu existencia vale, simplemente porque estás aquí y porque existes. Haz de tu vida la mejor de las aventuras. Muchas gracias.