¿Qué nos enseña el mito de Sísifo sobre la felicidad?
Rosalinda Ballesteros
¿Qué nos enseña el mito de Sísifo sobre la felicidad?
Rosalinda Ballesteros
Directora del Instituto de Ciencias del Bienestar Integral
Creando oportunidades
“La felicidad se aprende“
Rosalinda Ballesteros Directora del Instituto de Ciencias del Bienestar Integral
Rosalinda Ballesteros
Rosalinda Ballesteros es una apasionada promotora del bienestar y la felicidad, convencida de que su trabajo es el mejor del mundo. Su misión es ayudar a las personas a descubrir las habilidades y características que les permiten vivir una vida plena y trascendente. Su enfoque se basa en diversas disciplinas, como la psicología, la economía, el desarrollo organizacional y la educación, para demostrar cómo el bienestar emocional impacta positivamente en la productividad, el aprendizaje y la salud. Rosalinda destaca la importancia de la felicidad hedónica y eudaimónica, conceptos que explora a través de la psicología positiva
Ha dedicado más de una década a investigar cómo cultivar emociones positivas y cómo estas pueden mejorar la calidad de vida. Además, aboga por la gratitud como una herramienta poderosa para contrarrestar el estrés diario. Su trabajo no solo se centra en el ámbito personal, sino también en el laboral, promoviendo ambientes de trabajo que nutran el bienestar y la conexión humana. Rosalinda es una firme creyente de que la felicidad se aprende y se cultiva a través de prácticas diarias que enriquecen la vida de las personas.
Transcripción
Y entonces esto se estudia, como les decía, de distintas maneras. Y lo más interesante es que en los últimos 10, 12 años, la evidencia que tenemos de cómo funcionan estos mecanismos emocionales y cómo el cultivo de nuestras propias emociones nos puede ayudar a ser más felices, a disfrutar más nuestra vida y a trascender incluso. Esto tiene efectos secundarios muy positivos. Y estos efectos secundarios son, les voy a mencionar tres y luego podemos platicar de más. Por ejemplo, en el trabajo, las personas que nos sentimos bien con nuestras emociones, que estamos felices en nuestro trabajo, somos más productivos y productivas. En la educación, cuando los niños se sienten bien, sus emociones están floreciendo, reguladas, aprenden de mejor manera y esos conocimientos permanecen en el tiempo. En temas de salud, las personas que tenemos estados emocionales positivos, vivimos más años, me incluyo, vivimos más años, es mi esperanza, con mayor salud física y también mayor salud mental. Y esto no es menor, porque somos una generación única en la historia de la humanidad. Nos ha tocado vivir una pandemia, nos han tocado condiciones muy particulares y entender estos mecanismos el día de hoy nos permite ver el futuro con mucha esperanza. A diferencia de otras épocas en la historia de la humanidad, esta es una época de optimismo y esperanza.
Por un lado, le llaman la felicidad hedónica. Viene un poco de los conceptos griegos filosóficos de placer, el gozar la vida, el disfrutar la vida en el día a día, que es algo muy importante y a veces se nos olvida. Y ahí es donde se inserta este cultivo de las emociones. Y el segundo tiene que ver con un concepto muy aristotélico filosófico, que es la felicidad eudaimónica o este sentido de trascendencia, este sentido de utilizar nuestras habilidades, nuestras fortalezas para el bien de los demás. Y entre mejor soy yo para hacer esto, más me voy a sentir que mi vida es una vida que trasciende. Otra de las cosas que se estudian dentro de estas ciencias es, por ejemplo, el marco conceptual de la psicología positiva, que busca estudiar las condiciones que llevan al florecimiento humano. La mayoría de las personas funcionamos bien en nuestro día a día, pero hay personas que declaran en estos reportes que verdaderamente se sienten muy bien con su vida. Y la pregunta que nos hacemos desde la perspectiva científica ahí es, ¿qué hacemos para que más y más personas en el mundo sientan que su vida es una vida valiosa, una vida gozosa, independientemente de la etapa de la vida donde estén? Si somos niños, adolescentes, jóvenes adultos, adultos maduros, ¿sí? Y en cada etapa de la vida, analizar cuáles son estas variables.
Curiosamente, yo llegué a estos temas por una inquietud justamente académica. Estábamos trabajando dentro de la universidad, estábamos trabajando un poco en decir, ¿qué es eso que quieren las personas que vienen a estudiar a una universidad? ¿Por qué vamos y buscamos estudiar una carrera universitaria? Y a fin de cuentas, cuando hablabas con los padres de familia, cuando hablabas con los estudiantes, surgía este tema. A fin de cuentas, quieres tener éxito para ser feliz. Quieres ser una buena persona para ser feliz. Quieres aportar a la sociedad para ser feliz. Ahí piensas que encuentras tu felicidad. Y entonces empezamos a plantearnos cómo estudiar esto de manera seria. Y encontramos que ya había otros en el mundo, no había en América Latina quien lo estuviera haciendo todavía. Y nos planteamos esta curiosidad académica. El día de hoy, 10 años después, podemos decir que tenemos un cuerpo de datos, de estudios que hemos hecho, que nos van a mostrar cuáles son esas variables que inciden en que las personas nos sintamos muy bien con nuestra vida, pero que además hay un concepto clave. Porque todos y todas entendemos el día de hoy que si queremos tener músculos más fuertes, por ejemplo, tenemos que hacer ejercicio físico y fortalecer nuestros músculos. Y un concepto clave para nosotros, para mí, en lo particular, en todo lo que yo hago, es que la felicidad se aprende. Que nosotros podemos generar rutinas en nuestra vida, que podemos tener ciertos hábitos que nos ayuden a gozar más de nuestro día a día y también a sentir que nuestra vida es una vida valiosa y que trasciende.
A veces cometemos el error, y creo que eso es algo muy propio de nuestro tiempo, de pensar que la felicidad es un objetivo, es una meta. Como si estuviéramos frente a una cima y tuviéramos que escalarla. Y cuando yo llegue a aquel punto y allá en aquel punto puedo poner lo que ustedes quieren. Puedo decir cuando sea exitoso o exitosa en mi carrera profesional, cuando tenga una pareja, cuando tenga una familia, cuando tenga un patrimonio. Entonces, allá está la felicidad. Y lo cierto es que no, lo que nos dicen los estudios de psicología positiva, de economía, de educación, de desarrollo organizacional, es que cuando la buscamos, la alejamos. Y a veces cuando llegamos a esa meta, pensamos que no era aquello que esperábamos. Y nos sucede mucho.
Los seres humanos tenemos una serie de sustancias que producimos cuando estamos experimentando emociones. Una de esas sustancias, y voy a hablar muy breve de esto, es la dopamina. La dopamina, que es la hormona que nos hace sentir placer, normalmente cuando logramos algo hay una descarga de dopamina. Pero después de que descargamos la dopamina, la dopamina se cae de nuevo. Y entonces, hago yo siempre referencia a este mito griego de Sísifo. Sísifo, que es condenado por los dioses a subir una piedra por una montaña y cuando llega a la cima, la piedra se cae y Sísifo tiene que volver a empezar. Así pareciera que es la felicidad. Yo pienso que cuando logre una meta de vida, voy a ser feliz. Pero entonces, cuando llego ahí, de pronto me doy cuenta que no lo soy tanto. ¿Por qué? Porque mientras iba yo caminando hacia mi meta, superando los obstáculos, desafiando y sentía que ya iba a llegar, la dopamina sube. Pero cuando lo logro. Pero entonces, si no está ahí, ¿dónde está? Porque pareciera que entonces estamos condenados, como Sísifo, a estarla buscando por toda la eternidad. Y está mucho más en nuestra actitud ante las cosas. Y la evidencia nos va a hablar de esto. Por ejemplo, la evidencia sobre las emociones. Barbara Fredrickson, que es una psicóloga que estudia las emociones, estudia un conjunto muy particular de emociones que encienden nuestra corteza prefrontal, la parte más evolucionada de nuestro cerebro.
Cada una de estas emociones tiene un patrón que enciende nuestro cerebro y que, mientras tenemos esa actividad en la corteza prefrontal, nos sentimos muy bien físicamente. Nuestro cuerpo se siente en sintonía. Y además, experimentamos la posibilidad de aprender cosas nuevas, de conectar con los demás. Una de esas emociones, tan solo por mencionar alguna, es la gratitud. Por ejemplo, la gratitud es un antídoto contra todos esos estresores que vivimos en el día a día. Si yo cierro mi día agradeciendo las cosas buenas que pasaron en ese día, las personas con las que conviví. Y en todos los días hay cosas buenas. Aún en los días más difíciles, siempre hay algo que agradecer. Y mi abuelita lo decía. Pero no es solamente porque estos saberes tradicionales lo digan, sino porque el día de hoy tenemos la evidencia de que la gratitud enciende la corteza prefrontal e incluso genera una sensación en nosotros parecida al circuito de la dopamina. Y todas las noches podemos sentir ese gozo por nuestra vida a través de agradecer. Estas son las pequeñas cosas de las que hablamos cuando decimos, cuando digo la felicidad, se aprende. ¿Por qué? Porque entre más agradezco yo, más veo cosas que agradecer al día siguiente. Y no tienen que ser grandes cosas, pueden ser pequeñas situaciones, como estar hoy aquí compartiendo. Más o menos así funcionan estos mecanismos.
Dentro del reporte mundial de felicidad, este ranking, por ejemplo, que se construye, nos va a llevar a ver un número. Y entonces hay un indicador de felicidad. Y nos lleva justamente a preguntarnos, bueno, ¿qué es la felicidad? ¿Cómo se mide? ¿Cómo se evidencia? ¿Cómo sé que una persona es más feliz que otra o que una sociedad es más feliz que otra? Muchos de estos estudios se hacen a través de cuestionarios donde las personas indican cómo se sienten, cómo evalúan ciertas situaciones de su vida. Una pregunta muy básica que está en muchos de estos cuestionarios, es una pregunta que te va a decir en una escala del 1 al 10, ¿qué tan feliz fuiste el día de ayer? Piénsenlo. Pero luego te puede preguntar, ¿cuáles de las siguientes emociones experimentaste? Y entonces te da una lista y te va a decir, el día de ayer experimenté miedo, enojo, envidia, tristeza, frustración. Y tú marcas, ¿cuáles? O te puede decir, alegría, diversión, esperanza, orgullo. Y sacas una balanza emocional, se llama. Y lo que buscamos en los estudios sobre estos temas es que las personas tengan una balanza emocional positiva. Es decir, que sean más las emociones positivas que experimentamos en un día a día, que las emociones que vamos a llamar negativas. Aunque en realidad todas las emociones son emociones.
Los seres humanos sentimos emociones todo el tiempo y todas las emociones tienen una función. Este tipo de preguntas nos lleva a poder evaluar cómo se sienten las personas. Y obviamente con mediciones estadísticas podemos definir cómo se sienten sociedades completas, grupos de edad, grupos de género, distintas, colectivos dentro de una sociedad. Y algo muy interesante para entender cómo hay factores diferenciados en el tema del bienestar, de la satisfacción con la vida. Algunos tipos de estudios o de mediciones que se hacen incorporan ya, por ejemplo, toda la tecnología que tenemos el día de hoy. Y entonces puedes tener un medidor, ya sea en tu dispositivo que llevas en la muñeca o de alguna manera, que en un momento dado te pregunta, ¿qué estás haciendo en este momento? ¿Cómo te sientes? ¿Qué emoción tienes? Luego mide tus indicadores corporales. Entonces, cada vez podemos tener más información.
Los grandes estudios como los que hacen los países, las sociedades, no tienen este nivel de detalle, pero sí se estudia este nivel de detalle. Incluso podemos estudiar el cerebro. Y cuando yo les digo que la gratitud ilumina la corteza prefrontal es porque el día de hoy se mide a través de los escaneos cerebrales. Pero esto hace que en el tiempo nosotros vayamos evaluando en esos cuestionarios del 1 al 10, ¿qué tan feliz fuiste el día de ayer o te sentiste el día de ayer? ¿Qué más y más personas puedan evaluar en la parte alta? Le llamamos de esa escalera, pensando en una escalera. Ahora, un tema muy importante es que, por ejemplo, en el reporte mundial de felicidad, esto se combina con indicadores duros, distribución del ingreso, acceso a salud, acceso a vivienda. Y el indicador que hacen los economistas es un indicador compuesto. Y hay países, en América Latina tenemos mucho esta característica, que si solo viéramos esos indicadores duros, tendríamos que pensar que las personas en estas sociedades no experimentan altos niveles de bienestar. Sin embargo, cuando respondemos en una escala del 1 al 10, ¿qué tan feliz te sentiste ayer?
En América Latina solemos responder en la parte alta de la escalera. Eso nos lleva, a quienes hacemos este tipo de investigaciones, a preguntarnos por qué. Y encontramos algunas características del por qué. Con frecuencia, cuando yo empecé en este camino, me decían, pero eso funciona allá en otros países, en Europa, en Estados Unidos, donde se han hecho estas investigaciones. Aquí nosotros somos distintos. Entonces, 10 años de estudios que hemos corrido, nos han llevado a encontrar que hay cosas a las que sí respondemos culturalmente y hay ventajas que tenemos como sociedades. Por ejemplo, nuestra característica de ser una cultura grupal, donde tenemos todavía lazos muy importantes de familia extendida y tenemos amistades que son muy importantes para nosotros. En algunos países del mundo, la soledad es un tema que está preocupando a los ministerios de salud, porque genera un patrón negativo en nuestro cerebro que nos lleva a tener cada vez más problemas de salud mental, el aislamiento, la soledad. A pesar de vivir en la tecnología que nos conecta cada vez con más rapidez y más facilidad, la gente se siente sola. Todavía en América Latina no nos alcanzan estas tendencias, porque nuestra característica de sociedades grupales nos protege de cierta manera contra estos riesgos que lleva la soledad. Y entonces, estas mediciones se vuelven cada vez más importantes, las mediciones generales de los países, de las sociedades, que el día de hoy los estudios que podemos hacer sobre el cerebro, sobre nuestra biología, nos confirman lo que las personas nos van respondiendo en esas encuestas.

Un par de psicólogos desarrollan este marco que le llaman las fortalezas del carácter, que son rasgos de la personalidad, que ellos hacen un estudio que, pues, igual tiene un cuerpo de evidencia muy amplio en más de 60 países durante cinco años. Y encuentran estas características que son valiosas en todas esas culturas. La curiosidad es una de ellas. Otra concepción equivocada que tenemos las personas, así como pensamos que la felicidad está en algún punto en el futuro y no hoy, es que para las personas las cosas deben ser fáciles. Y cuando las cosas son fáciles, es que son cosas que eran para ti, que se te van a dar. Y si a mí no se me da de manera fácil algo, entonces eso no es para mí. De una manera creo que poco útil para nosotros, porque cuando cometemos errores, aprendemos. Yo recuerdo, y esta es una experiencia personal, que mis hijos cuando cambiaba el año escolar y regresaban al siguiente ciclo, después de las vacaciones, me decían, mamá, es que ahora todo es más difícil. Y les decía yo, bueno, sí, porque ese es el objetivo. Terminaste el año anterior en la escuela cerrando un ciclo de aprendizaje donde te das cuenta que todo lo que era del cuarto de primaria o del quinto de primaria o del bachillerato, lo ibas logrando y al final lo concluiste. El siguiente ciclo de aprendizaje implica un esfuerzo. Y solemos pensar que el camino hacia esa meta es una línea recta.
Hay investigación en este tema de la psicología del logro, donde nos habla de cómo las personas cuando enfrentamos un obstáculo, desistimos de perseguir esa meta. Cuando en realidad los obstáculos son parte de nuestro camino de vida y para todas las personas. Hay un ejercicio que me gusta mucho y creo que esto es importante porque se va aplicando a las cosas que aprendemos en el día a día. El ejercicio se llama contraste mental. Este ejercicio lo que hace es justamente preguntarle a las personas, ¿por qué esa meta es valiosa para ti? Y una vez que tienes clara tu motivación, puede ser una gran meta o una meta pequeña del día de hoy, ¿qué obstáculos podrías enfrentar al tratar de lograr esa meta? Y entonces tú puedes pensar dos o tres cosas que van a suceder por el contexto, por tus actividades del día, por las otras cosas que tienes que hacer. ¿Y qué harías para superar esas metas? Es la siguiente pregunta. Y entonces una vez que haces este camino y concluyes en que tu meta sigue siendo importante a pesar de los obstáculos que vas a tener, ¿sí? Trazas en tu cerebro una nueva forma de ver esa meta. Y es posible que enfrentes ese reto que te imaginaste, ese obstáculo, pero acabamos de crear también una habilidad muy importante en nuestro cerebro y es que las metas incluyen obstáculos. Y entonces tú vuelves el obstáculo parte del camino. Y si enfrentas un obstáculo distinto al que pensaste en tu ejercicio, rápidamente tu cerebro puede encontrar una ruta de salida. Y esto no es solo para el contexto de la vida personal o el contexto educativo. También en los lugares de trabajo los errores deben tener lugar porque son aprendizaje. Y en esa zona donde está el error, está nuestra capacidad de aprender cosas nuevas. Que, por cierto, aprender cosas nuevas es una de las cosas que nos hace sentir más satisfechos y satisfechas con nuestra propia vida.
Este proceso es un proceso al que le llamamos el proceso de calma y conexión. El estado natural de los seres humanos es el estado de calma. No parecería si viéramos nuestras vidas en el día a día. Y el núcleo familiar justamente es el lugar donde idealmente, y sé que no es así para todas las personas, este desarrollo empieza. Y este mecanismo es parte de nosotros. Estamos muy acostumbrados a escuchar sobre el otro mecanismo, que es el mecanismo que levanta nuestras alertas. Entonces, cuando empezamos a tener experiencias que nos hacen sentir miedo, frustración, tristeza, se enciende el otro mecanismo, que es el mecanismo que le llamamos ataca o corre, que enciende la parte más primitiva de nuestro cerebro y nos ponemos en un modo de defensa. Y es cuando tenemos más experiencias negativas o desagradables que experiencias de calma y conexión. Pero los seres humanos estamos hechos para disfrutar de esta calma y conexión que al final llevamos a evaluar como esta emoción a la que llamamos amor. Ojalá todas las familias sean esta fuente de amor para todos quienes nos vamos desarrollando en este núcleo familiar. O al menos que podamos manejar, si somos papás, mamás, abuelos, tíos, tías, esta balanza emocional positiva, que es tener más experiencias positivas en el día a día. El mecanismo de la conexión que generamos con los demás, no solamente nos hace sentir muy bien en ese momento e incrementa de nuevo nuestra actividad en la corteza prefrontal, sino también que nos lleva a mejorar nuestra reacción fisiológica, nuestra reacción biológica.
Cuando nosotros sentimos esta conexión con otro ser humano y entramos en estado de calma, a través del nervio vago, nuestro cerebro manda la señal a nuestro corazón. Y fíjense como el amor sí se experimenta en el corazón. De que es momento de latir con más calma, con un ritmo estable. Nuestra respiración responde a ese ritmo. Y cuando las personas vamos a un estudio médico y nos dicen que nuestro latido cardíaco es estable y nuestra respiración es continua, a esto se le llama el tono vagal, tenemos este mecanismo también. ¿Y qué creen que sucede? Entre más amor experimentamos, más conexión con los demás experimentamos, mejores somos para ubicar esa conexión con los demás. Algo que nos sucede con frecuencia es que pensamos en la sociedad que si experimentamos esta conexión con los demás y abrimos nuestra vulnerabilidad, las personas podrían aprovecharse de nosotros.
Sin embargo, en estudios que se han hecho, cuando las personas experimentamos este momento de conexión, somos mucho más hábiles para leer el lenguaje no verbal de los demás y entender si la persona que está frente a nosotros está siendo sincera en su comunicación y en sus emociones o si no lo está haciendo. Venimos programados con estos mecanismos. No para todas las personas la experiencia es igual. Sin embargo, ¿qué podemos hacer? Primero les diría, a mí me gusta mucho manejar un modelo donde para las familias yo recomiendo tres cosas. Una es que nos enfoquemos en generar esas emociones positivas, esos momentos de conexión y que la familia sea ese oasis a donde sabemos que vamos a poder llegar, independientemente del rol que juguemos en la familia, y experimentar alegría, diversión, ¿sí? Pero también serenidad, esperanza, gratitud, ¿sí? Todo este rango de respuesta emocional que tenemos. El segundo es el enfoque en las fortalezas, el enfoque en las cualidades y habilidades que tiene cada miembro de la familia y que los demás aprecian. Que sea tu familia, que seas tú quien le diga a tu familia qué cosas buenas aprecias en ellos o en ellas. Y la tercera es que los procesos sean positivos, que la forma en la que nos relacionamos como familia sea una forma positiva. Y aquí tiene mucho que ver con esta mentalidad orientada hacia el crecimiento y hacia disfrutar del aprender juntos.
Si yo quiero, por ejemplo, hablando desde mi experiencia como mamá, que mis hijos experimenten cosas nuevas y yo nunca hago cosas diferentes, va a ser muy difícil que eso suceda. Si yo me reclamo a mí misma cuando cometo un error, va a ser muy difícil que yo les enseñe cómo aprender de sus errores. Entonces, esto implica un trabajo en nosotros mismos. Normalmente, ahora ya hay algunas asociadas a las escuelas, pero no hay una escuela de padres que te diga, ¿cómo generas este instinto de calma y conexión con el otro? Si tus experiencias hasta ahora han sido más negativas o en tu familia fueron muy negativas, seguramente de alguna manera, con alguna persona, ya generaste antes esa reacción de calma y conexión. Y ese mecanismo está ahí. Y lo que tenemos que hacer es practicarlo. Hay distintas maneras de practicarlo. Puede ser intencionalmente buscando ampliar nuestro círculo de conexiones, de amistades. O puede ser profundizando esas conexiones con las personas con las que ya conectamos. Serían algunas de las cosas que podemos hacer y hay muchas más. Podemos generar esos momentos de manera intencional. Y les aseguro que vamos a reaccionar como si estuviéramos de nuevo frente a ese bebé que nos está sonriendo por primera vez.

Ahora, curiosamente, lo que ha demostrado la educación y la psicología es que los niños, los adolescentes, incluso los adultos, aprendemos mejor y esos conocimientos permanecen en el tiempo cuando estamos en un estado emocional positivo. Entonces, estos maestros que de pronto usan el miedo para decir, no vas a probar la materia, en realidad, estamos usando un mecanismo contrario a lo que estamos buscando. Porque con miedo es muy difícil aprender. Con esperanza, con diversión, con serenidad y cultivando estas emociones en un aula, esos conocimientos van a permanecer en el tiempo. Muchas veces, cuando hablamos, por ejemplo, de niños pequeños, quienes están en este contexto educativo, tienen, como decías, una gran influencia. Pero incluso en la universidad. Yo no he encontrado un estudiante universitario que me diga qué bien me enseñó a hacer un estado de resultados el profesor o la profesora. Más bien, encuentro jóvenes o adultos que me dicen, cómo me inspiró al contarme sus experiencias de vida. O al ayudarme a superar este reto que yo tenía cuando pensaba que no podía con esta asignatura. Y esa parte es muy importante. Porque esa conexión, de nuevo, y volvemos a hablar de la importancia de la conexión que tenemos los seres humanos, es la parte más importante que nos va a llevar a aprender esas cosas nuevas. Y sí, en esa pregunta donde me dices, a veces esas personas nos inspiran, nos tocan, nos motivan más, hay estudios que se han hecho en niños y jóvenes en condiciones de mucha desventaja económica, social, donde el efecto de un maestro o maestra que cree que esos niños y niñas pueden lograrlo, hace toda la diferencia en su trayectoria de vida.
No solamente en que aprueben la materia o el año escolar, en su trayectoria de vida. Y entonces, no es menor el efecto que tenemos y debe ser una de las labores más importantes de nuestra sociedad, la educación. Pero la educación, desde las emociones, no enseñándole al niño o niña inteligencia emocional, sino mostrándole cómo puede usar sus emociones para aprender cosas nuevas. Y aún esas cosas que no ha logrado aún, es mucho más sencillo aprenderlas cuando las conectamos con aquello que sí nos motiva. Tanto en las familias como en la escuela, de pronto hay personas que son diferentes, que aprenden, por ejemplo, a leer un poco más tarde o que tienen una habilidad para cierto tipo de cosas que evalúa la escuela, muy desarrollada en un tema y poco desarrollada en el otro. Y entonces, el modelo educativo, los sistemas educativos, muchas veces no nos permiten valorar la individualidad de cada persona. Y es muy común, por ejemplo, que encontramos familias donde todos son abogados y de pronto llega un hijo o hija en la familia y dice, yo quiero ser artista. Y esa familia dice, ¿y a ti qué te pasó? ¿Por qué? Entonces, en estos procesos donde vamos descubriendo nuestras habilidades y nuestras cualidades, el que dentro de los contextos educativos podamos ayudar a cada persona a desarrollar su potencial es muy importante. Y esas cualidades o habilidades, por ejemplo, esas fortalezas de las que hablamos, no significan que en educación, por ejemplo, si estamos en un sistema escolar donde decimos, aquí, todos somos innovadores, no significa que solamente somos innovadores.
Hay fortalezas que ha estudiado esta taxonomía que tienen que ver, por ejemplo, con la sabiduría, el amor por aprender, la perspectiva, la capacidad de análisis o juicio. Y hay otras que tienen que ver con nuestras características como seres humanos, como la gratitud, la bondad, el liderazgo. Hay características que están muy centradas en mi relación conmigo, en un proceso más introspectivo. Y hay otras características que están más centradas en una relación hacia los demás, hacia la sociedad. Y en este proceso, los educadores, las educadoras, como lo soy yo, tenemos que entender cuáles son las características de cada uno y cada una de nuestros estudiantes para ayudarles a desarrollarlas de mejor manera. Esa sería una forma muy sencilla de iniciar. Otra forma, por ejemplo, es introduciendo, y esta es una de las cosas que nos sirve en cualquier aspecto de la vida, por ejemplo, introduciendo pequeñas prácticas al inicio de una clase. Y esas prácticas pueden ser preguntas tan sencillas como decir, ¿qué agradeces del día de hoy? Y entonces, cambiamos la actividad de nuevo a la corteza prefrontal. Y lo siguiente que sucede es que estamos más abiertos a aprender cosas nuevas. O vamos a divertirnos dos minutos y contarnos chistes. Y entonces, de nuevo, abres la actividad en la corteza prefrontal y estamos más dispuestos y dispuestos a aprender cosas nuevas. O hacer ejercicios de respiración.
Cuando nosotros controlamos de manera consciente nuestra respiración, que es un proceso automático, le recordamos a nuestro cuerpo que nuestro estado natural es la calma. Y regresamos a esa reacción de calma y conexión de manera muy rápida y conectamos con los demás para aprender cosas nuevas. Por eso, en la pandemia fue tan difícil cuando estábamos desconectados físicamente y todos los niños se fueron a estudiar en casa. Sucedía mucho que los niños se aburrían, ¿no? Porque no había esa conexión con los demás. Y aún ahí en el aburrimiento hay cosas que podemos aprovechar, ¿sí? de nosotros y de entender cómo funcionan nuestras emociones. Porque cuando estamos aburridos, buscamos cosas creativas que hacer, ¿no? Y algo muy común en un salón de clases es que de pronto los niños o los jóvenes te dicen, no, no, no, la actividad que está planeada, no, hagamos otra cosa. Y ahí está surgiendo la creatividad porque ese cerebro estaba ligeramente desconectado. Y como profesor, si tú estás a tono con tus alumnos, puedes hacer esa resonancia positiva y, entonces, conectar en ese momento y reaccionar. Y aceptar la influencia que te está presentando el otro y generar un momento de conexión que es el que después va a decir, este o esta fue alguien que me inspiró.
Puede ser que algunos días el trabajo sea altamente retador y puede ser que otros días o para otras personas el trabajo sea altamente rutinario. Entonces, el diagnóstico no es el mismo, ¿sí? Pero la recomendación sí puede ser muy similar. Y podría dar recomendaciones basadas en nuestro estudio desde, por ejemplo, lo que debe hacer la empresa, lo que debe hacer la organización, la institución. Y esto es, por ejemplo, tener claridad en los roles de trabajo. ¿Qué es lo que se espera de mí en el trabajo? ¿Y cómo sé que voy a tener éxito en lo que me estoy planteando en el trabajo? Lo segundo es la frecuencia del reconocimiento. Muchas veces pensamos que cuando las cosas van bien, no hay que decir nada. Y cuando van mal, hay que corregir. En estos estudios que les he comentado que se hacen con nuestros relojes inteligentes o con distintos medidores, la actividad que más nos genera estrés a los seres humanos, es decir, donde el latido cardíaco se acelera y la respiración se acelera, de acuerdo a estos estudios y estos medidores, es estar en una reunión de trabajo con el jefe o la jefa. Y, claro, normalmente esto es- Porque cuando estamos ahí, nos sentimos evaluados, evaluadas, nos sentimos preocupados o tenemos alguna situación que no pudimos resolver y tenemos que escalarla y llevarla a resolver a una instancia mayor, voy a decir. Pero entonces tenemos muy claro esta parte, pero no tenemos tan claro que lo que más valoran las personas en su ambiente de trabajo, es que les reconozcan lo que han logrado. Y no es porque quieran tener, digamos, trofeos o estar en el cuadro de honor como cuando estábamos en la escuela, sino, porque, ¿qué creen que sucede? Cuando nos reconocen. Generamos un momento de conexión. Y ese micro momento de conexión, de nuevo, nos lleva a experimentar este estado natural de los seres humanos, donde nos sentimos muy bien y todas las sustancias de nuestro cuerpo nos hacen sentir en calma, nos hacen sentir serenos, con esperanza, satisfechos, satisfechas. Y entonces, esta es la segunda recomendación. Momentos de reconocimiento. No reconocimiento que hagamos un gran evento y demos premios o demos incluso reconocimientos económicos, sino reconocimientos verbales con frecuencia de las cosas en las que vamos avanzando y progresando.
A veces, las empresas tienen una conversación al año sobre el desempeño. No, esto es en el día a día. ¿Cómo va aquello en lo que estabas trabajando? Escuché que comentaron en el otro departamento que estamos haciendo muy bien esto. Los felicito, les felicito. Entonces, esa es la segunda recomendación. La tercera recomendación tiene que ver con los recursos que tienen las personas disponibles. El día de hoy encontramos nosotros en el estudio que más o menos el 70, 75% de las empresas van a tener alguna práctica o política sobre el bienestar. Y sobre todo en el contexto ya de muchos de nuestros países, esto está regulado. Hay normas de riesgos psicosociales en la mayoría de los países ya que nos van a hablar de prevenir. Pero nosotros tenemos que dar el siguiente paso y es promover el bienestar de las personas que trabajan en la organización. Y entonces, poner recursos disponibles, que pueden ser cosas como pausas activas, el podernos levantar o mover de nuestro lugar de trabajo, el asegurarnos que las condiciones de salud y seguridad están siempre presentes y cuidadas, el tener, por ejemplo, con frecuencia, ¿sí? actividades que nos relacionen con los demás, que podamos tener actividades que nos relacionen con nuestra vida personal, que nos relacionen sobre todo con este sentido de que lo que yo hago en mi trabajo es importante para el equipo con el que estoy, para la organización o institución y para el servicio o producto que yo le estoy dando a la comunidad a la que estamos sirviendo finalmente. Y esas serían las tres recomendaciones que yo haría en temas de bienestar laboral para reducir esa sensación, pero además para gozar del día a día en el trabajo, ¿no? Si es la actividad a la que le vamos a dedicar más horas.
Hay un investigador en Estados Unidos, Kim Cameron, que habla de que los seres humanos buscamos siempre conectarnos en redes de energía positivas y hace una analogía, y esto es muy importante, con la naturaleza y habla del efecto heliotrópico. El efecto heliotrópico en la naturaleza es cuando las plantas tienden a buscar la energía del sol y entonces nosotros vamos a ver el mayor ejemplo en los girasoles, en estas flores, que cuando sus tallos son jóvenes se mueven durante el día y cuando alcanzan la madurez y sus tallos ya son gruesos, se quedan fijos en la posición donde van a obtener más energía durante el día, porque esa energía les ayuda a crecer y a nutrirse. La analogía es que las personas somos iguales, tendemos a buscar la energía positiva. Y una de las primeras cosas que yo les digo a las organizaciones y a las empresas donde trabajo y llevamos los temas de bienestar es que tenemos que aprender a ser como ese sol que llama a los girasoles de manera positiva, porque el otro lado del espectro nos lleva a los hoyos negros que succionan la energía de los lugares de trabajo. Desde el punto de vista de cómo construimos un lugar de trabajo, tenemos que cuidar que una persona que tiene las habilidades técnicas para hacer lo que hace, muy bien, no sea una persona a la que reconocemos y premiamos si está generando un ambiente tóxico donde está quitando la energía al equipo de trabajo. Y muchas veces las organizaciones permitimos estos comportamientos porque las personas técnicamente son buenas en lo que hacen.
Un profesor de psicología organizacional, Adam Grant, en la Universidad de Pensilvania, demuestra que cuando tienes personas que tienen comportamientos prosociales o a favor de los demás, mucho más que comportamientos como sería tomar el crédito por lo que está sucediendo, no compartir información, ocultarla, tomar más recursos de los que son asignados y todos estos comportamientos que van a generar esta energía negativa en los lugares de trabajo. Cuando tenemos al otro lado las personas que comparten información, que ayudan a los demás, que generan sin buscar algo a cambio, estos ambientes positivos, en el tiempo, el desempeño y el resultado de los equipos de trabajo donde hay más personas prosociales, es mejor. En el corto plazo pudiera parecer que las personas con estas características que van a tomar la energía de los equipos de trabajo van a ser más exitosas. Sin embargo, en el largo plazo va a suceder lo contrario. Entonces, ¿qué sucede cuando tenemos compañeros tóxicos o que tienen estos comportamientos que van en contra de la colaboración, de la conexión, del generar estas emociones positivas en los equipos de trabajo? Si nosotros tenemos una dinámica que nos permita premiar, reconocer como líderes de un equipo de trabajo los comportamientos prosociales que generan conexión, que generan sentido de propósito, normalmente el comportamiento negativo empieza a desaparecer porque dejamos de reconocerlo y premiarlo.
Vamos a suponer en el mejor escenario posible que la persona que está teniendo estos comportamientos es porque eso aprendió en el pasado, porque tiene muy encendida su señal de que todo lo que está a su alrededor es una amenaza. Pero si le mostramos cosas nuevas, puede aprender cosas nuevas. Y si no, lo que pasa es que tienden a retirarse de esos lugares de trabajo. Y entonces, al final, no es un proceso sencillo. Claro, siempre tenemos que tener reglas claras de respeto, de convivencia, pero en el tiempo lo que sucede es que los equipos que tienen más comportamientos a favor de la comunidad, de los demás, de compartir información, van a ser equipos más exitosos. Y de esto también tenemos evidencia en los estudios que hacemos de que esto funciona mucho mejor en un ambiente de trabajo para aumentar la productividad y la satisfacción de los clientes. No solamente para que tengamos una mejor encuesta de clima laboral.

El día de hoy, para buena parte de la realidad de nuestro contexto, esto ya es algo que es parte de nuestro imaginario social. Sin embargo, por ejemplo, sigue habiendo un tema en cuántas mujeres ingresan a carreras que tienen que ver con la ingeniería, con las ciencias, o desarrollan estas, pues, habilidades o cualidades que tienen que ver más con las ciencias duras o con la experimentación, con la investigación. Esto asociado, por ejemplo, a los temas de la doble jornada. También hay otro fenómeno que es que las mujeres que deciden tener hijos, que decidimos tener hijos, tenemos hijos a mayor edad. Y, entonces, en una trayectoria de lo que es una carrera profesional, por ejemplo, esa edad ahora coincide con la maduración de una carrera profesional. Y es un reto como sociedad porque el cuidado de los niños pequeños se entendía antes en una población más joven o con menos años. Y, por otro lado, cada vez vivimos más años y con más calidad de vida, pero no deja de haber la necesidad de atender situaciones de cuidado, idealmente de nuestros padres o de nuestros parientes cercanos. Y, entonces, estamos en una especie de sandwich donde estamos cuidando todavía niños pequeños y cuidando de adultos mayores. Y esto socialmente es, pues, lo esperado. Y eso es lo que genera un reto particular para quienes somos mujeres. Y habrá mujeres que deciden que no van a tener hijos y eso está muy bien para quien así lo decida. Y habrá mujeres que deciden que sí quieren tener hijos. Y habrá mujeres que decidan que no pueden cuidar, por ejemplo, de adultos mayores y tomen otras decisiones. Y quienes sí quieran cuidar de estos y puedan cuidar de estos adultos mayores.
Entonces, esta combinación de factores nos hace que tengamos que seguir observando este tema de cómo el bienestar, la felicidad, debe permear a todos y todas. Y por ello es importante ponerle un enfoque particular en temas de carga de trabajo, en temas de, incluso, salud. Las mujeres vivimos más años en promedio. La expectativa de vida es mayor para las mujeres que para los hombres. Pero tenemos, por ejemplo, más problemas de movilidad mientras más vamos avanzando en edad o tenemos algunas condiciones crónicas con mayor frecuencia. Y, bueno, aquí hay cosas que podemos, obviamente, trabajar y hacer. Pero creo que es un tema en el que sí hemos avanzado, pero que tenemos que seguir observando y donde toda la sociedad debemos participar y nos debe interesar a todos y todas. Nosotros lo que hemos encontrado en el estudio es que las mujeres, cuando nos sentimos reconocidas en los lugares de trabajo, somos mucho más productivas y comprometidas. Y, además, lo que han encontrado grandes consultoras a nivel mundial es que las mujeres, cuando participamos en la sociedad, generamos un valor agregado económico, pero también generamos un valor porque, por ejemplo, nuestra orientación es a invertir más en educación y en salud de la familia. Y, entonces, cuando todos estos patrones los vamos viendo y observando, realmente resulta de mucho beneficio el que sigamos trabajando por esta equidad y que verdaderamente podamos alcanzarla.
Si sabemos del mercadotecnia o de diseño o de ingeniería o de cualquiera de las profesiones. Pero conforme avanza nuestra trayectoria de carrera, se empiezan a volver más importantes y relevantes nuestras habilidades para trabajar con los demás, para guiar a las demás personas. Y si acaso y tuvimos suerte, llevamos una clase o un tema sobre liderazgo. En realidad no aprendemos mucho más que por modelos a ser líderes. Pero el mundo ha cambiado de manera muy importante en los últimos años. Vivimos en un contexto donde la cantidad de información es tanta que nunca vamos a poder conocerlo todo como sucedía en el pasado sobre un tema. La cantidad de información es enorme. Vivimos en un momento muy particular porque además los riesgos o los retos económicos que hay el día de hoy son más volátiles cada vez. El ambiente cambia de manera muy rápida y lo que sucede del otro lado del mundo nos afecta de manera inmediata. Entonces, en este contexto el liderazgo no puede ser el mismo que era, por ejemplo, que yo aprendí cuando empecé a trabajar hace muchos años. O incluso no puede ser el mismo que era el año pasado, porque tenemos que aprender a adaptarnos a estos ambientes. Y la mejor forma de hacerlo es a través de lo que nosotros llamamos el liderazgo positivo. Y de nuevo, es de crear un clima para las emociones positivas dentro del lugar de trabajo, de generar una comunicación abierta.
Algunos de los estudios que tenemos nos muestran cómo cuando las interacciones en un equipo de trabajo son positivas, cuando en una reunión de trabajo, por ejemplo, reconocemos, felicitamos, preguntamos por qué pensaron las cosas como las pensaron, qué es lo mejor que ha pasado desde la última vez que nos vimos, en lugar de que cuando nos presentan un proyecto tenemos las 50 razones por las cuales lo que nos están presentando no va a funcionar, que puede ser una reacción natural de nuestra mente. Pero también podemos preguntar, oye, y si esto funciona, ¿cómo se vería si fuera exitoso? Y cuando cambiamos esa dinámica, entonces el liderazgo positivo y el bienestar se vuelven una parte fundamental de lo que genera el motor de éxito de las organizaciones y de los equipos de trabajo. Cuando además le decimos a la persona que su trabajo es importante, que la actividad que realiza es importante y que sus habilidades y cualidades aportan al equipo, creamos un espiral positivo que va creciendo y va generando esa energía que en un equipo de trabajo son los que nos van a ayudar a que podamos ver de manera distinta y con esperanza y con éxito el futuro.

Desde la perspectiva, por ejemplo, de nuestras habilidades, cuando encontramos para qué utilizar nuestras habilidades, nuestras cualidades, nuestras fortalezas de la mejor manera, eso nos hace sentir muy bien. Y nos hace sentir que nuestra vida trasciende. Cuando vemos algo que nosotros hacemos, trascender o crecer en otra persona, eso nos hace sentir que nuestra vida trasciende. Cuando nos conectamos con una experiencia estética, como puede ser la música, y gozamos o disfrutamos del arte, eso nos hace sentir que nuestra vida trasciende. Y entonces, en realidad, esta conexión espiritual es esta conexión que tenemos con los demás y las demás, en el contexto donde estamos compartiendo. Y esto es muy importante para nutrirnos como seres humanos. Realmente no es que haya una sola fórmula para todas las personas. Para algunas personas, por ejemplo, las experiencias artísticas pueden ser más importantes. Para otros puede ser más importante esta conexión, por ejemplo, con el universo, con alguien que es un ser supremo mayor que yo. O puede ser esta conexión familiar, incluso lo que nos hace sentir esta espiritualidad que trasciende. Sin embargo, tenerlo claro es muy importante. Porque de otra manera, yo solamente respondo a los estímulos que la vida me trae. Y a veces la vida me trae cosas que son retadoras.
Hay un fenómeno psicológico que se ha estudiado en los seres humanos. Estamos muy acostumbrados a escuchar sobre el estrés postraumático, que es esta característica donde las personas tienen altos niveles de ansiedad, reviven situaciones que les generaron un trauma. Y necesitamos ayuda para salir de estas situaciones porque no nos sentimos muy hábiles para operar en esta realidad. Hay otro fenómeno que se da también cuando vivimos una experiencia traumática, que se llama crecimiento postraumático. Y hay personas para quienes sucede que al tener una experiencia compleja, difícil, retadora, verdaderamente fuerte, que de pronto dicen, ah, ya entendí lo que verdaderamente es valioso en mi vida. Puede ser una enfermedad, una dificultad económica, la muerte de un ser querido, distintas cosas que nos pasan. Y entonces dices, ya entendí lo que verdaderamente es valioso y eso es lo que voy a hacer. Y ahí es donde voy a encontrar cómo satisfacer esta necesidad. Y entonces, por ejemplo, si un familiar tiene alguna enfermedad particular, lo mejor parte de lo que te hace sentir ese sentido de trascendencia es ayudar a otras personas que están experimentando ese camino. O si tienes una dificultad y entiendes a través de esta dificultad algo, por ejemplo, distinto sobre poner un negocio y que este negocio fracase, empiezas a ser mentor de otras personas que están abriendo un negocio nuevo. Y vamos cada uno creando esta narrativa sobre nosotros mismos que es muy importante. Entonces, no hay una sola respuesta, pero dentro de todas estas habilidades que tenemos los seres humanos, cuando encontramos cuál es la respuesta para nosotros, nos hace sentir que ese breve periodo de tiempo en el que estamos aquí en esta vida es una vida que va a trascender y que nos va a conectar con algo más grande que nosotros mismos.
Déjenme preguntarles si ustedes cuando eran niños o niñas se les cayó una bola de helado de un cono. ¿Se acuerdan? ¿Qué aprendieron? Yo digo, ¿a cómo comer el helado? Suficientemente rápido o sin empujarlo o al menos a pedirlo en un vasito con una cuchara. Pero el hecho de que nos acordemos de esa experiencia y que yo se las traiga ahora es solamente para evidenciar como una emoción que detona una sensación de amenaza, de pérdida, ¿sí? está ahí presente para tener un aprendizaje. Si nosotros saliéramos aquí de donde estamos reunidos y cruzáramos la avenida que está enfrente sin sentir un poquito de maripositas en el estómago, como decimos coloquialmente, probablemente nos atropellarían. Porque no mediríamos el peligro en el que estamos en ese momento, ¿sí? Y entonces hay que entender que este es un mecanismo que nos está cuidando y protegiendo y del cual aprendemos. Sin embargo, a veces lo que nos sucede es que aprendimos que no debemos sentir estas emociones. Aprendimos a suprimirlas. Y le decimos a un niño pequeño que no tenga miedo de la oscuridad. Perdón, pero yo sí tengo miedo de la oscuridad. Porque no sé qué hay ahí. No me va a paralizar ese miedo. Y mi respuesta debe ser buscar una forma de saber si estoy o no estoy en peligro. Y si no lo estoy, dejar de preocuparme. Entonces, es normal sentir estas emociones y es normal actuar en consecuencia.
Sin embargo, muchas veces nos quedamos con esta emoción en nuestra mente y la pensamos y la volvemos a pensar y a pensar. Y este mecanismo es algo que a veces, en lugar de ayudarnos a aprender, nos está previniendo de seguir disfrutando de nuestra vida y de deshacernos de esa experiencia y quedarnos con el aprendizaje. Y simplemente recordar que se nos cayó la bola de helado, el día de hoy nos debe generar, como sucedió, alguna pequeña risa. Pero si yo les pregunto por la última vez que se enojaron con alguien y les empiezo a indagar, les aseguro que vuelven a experimentar la emoción y salen de aquí y le reclaman a esa persona por aquella situación que llevó a ese enojo. Tenemos que aprender que una vez que tomamos la acción correcta, tenemos un mecanismo de recuperación. Kelly McGonigal, dentro de algunos estudios que ha hecho, ella está en la Universidad de Stanford, encuentra que muchas veces este mecanismo de recuperación se nos pasa de largo. ¿Por qué? Porque vivimos una situación estresante que nos genera preocupación, miedo, enojo, tristeza y no hemos terminado de procesarla cuando nuestra vida ya nos lleva al siguiente estresor y al siguiente estresor y al siguiente estresor. Y puede pasar todo el día y desde que me levanté estoy preocupada, enojada, manejando situaciones hasta que llego de nuevo a acostarme en la noche y no he dejado de estar estresada en todo el día o estresado.
Este mecanismo de recuperación es que después de producir las dos sustancias que producimos ante un estresor, simplificando mucho nuestra biología, que es la adrenalina que nos hace que nuestro cuerpo se acelere y el cortisol que hace que todos los sistemas que no son indispensables para sobrevivir se alenten y trabajen a un menor ritmo, producimos una pequeña cantidad de una tercera sustancia que es muy importante para nosotros, que es la oxitocina. Y este es nuestro mecanismo de recuperación. Después de una situación de estrés, queremos y necesitamos conectar con otro ser humano y esta es una de las formas de recuperarnos de esa emoción, procesarla, aprender y poder continuar con nuestro día a día o con nuestra experiencia de vida. Cuando nosotros aprendemos a hacer esto en el día a día, el día que viene un gran reto, porque todos vamos a enfrentar grandes retos que nos van a requerir mucho trabajo en nosotros y en nosotras, situaciones de vida complejas, estaremos mucho mejor preparados, preparadas, para poder tomar las mejores decisiones en esas situaciones de vida. Es un poco de lo que decimos siempre en temas de psicología positiva, es que tenemos que encontrar los pequeños retos del día a día para practicar la resiliencia o nuestra capacidad de recuperarnos de una pequeña adversidad, que es una resiliencia, puedes decir con R minúscula, para que cuando vengan los grandes retos y adversidades, estemos más entrenados para trabajar con la resiliencia que nos va a implicar una situación de R mayúscula. Pero todos y todas tenemos este mecanismo para poder hacerlo y trabajarlo, pero tenemos que aprender a aceptar que todas las emociones son válidas y nos están dando algo de información. Y tenemos que aprender a actuar de la mejor manera para cada una de estas situaciones.
El mayor problema es cuando pensamos que la situación va a ser permanente, que no vamos a poder salir de ella nunca y que invade todos los aspectos de nuestra vida. Cuando pensamos que la situación va a mejorar en el tiempo o va a cambiar en el tiempo y que vamos a encontrar una forma de adaptarnos a esta nueva realidad, desarrollamos muchos más recursos. Ahora, es muy fácil decirlo aquí sentada. Y cada uno, cada una, dentro de lo que está viviendo o ha vivido, podrá a lo mejor conectar con una experiencia de este tipo. Y podemos de nuevo hablar de grandes crisis, de cosas que verdaderamente no esperamos que nos suceda y que a lo mejor nos van a suceder y vamos a tener que vivir con ellas por un largo periodo de tiempo. Pero estos mecanismos que nosotros podemos generar, incluso estas redes de apoyo que podemos ver en otros aspectos de nuestra vida, van a ser lo más importante que tenemos para recuperarnos. Algo que tiene que suceder es que las personas queremos seguir disfrutando de la vida. Y una frase que a mí me gusta mucho la acuñó una psicóloga en Nueva Zelanda, es que a pesar de la situación que estamos viviendo, la vida sigue teniendo cosas buenas. Y ese es el pensamiento que yo les recomendaría tener. Empecé diciéndoles que yo creo que tengo, si no el mejor, uno de los mejores trabajos del mundo. Porque dentro de lo que yo hago, puedo ayudar a otras personas a entender cómo disfrutar más de su vida en el día a día y que sea una vida llena de satisfacciones. Cada uno, cada una, tiene que encontrar aquellas cosas que son más agradables, más posibles, más de acuerdo a su personalidad. Y habrá gente para quien irse de aquí y poner música que le haga sentir alegre, divertido o divertida, será algo que incorporen en su vida y que espero que lo sigan haciendo. Y habrá otras personas para quienes encontrar un momento de serenidad y de cultivar esa calma de la que hablamos, se vuelva algo importante.
La recomendación que yo les haría, que les hago, es que cambiemos un poquito cada día. Que no nos planteamos irnos de aquí y decir, ahora tengo que cambiar toda mi alimentación o tengo que cuidar, que pueda yo agradecer tres cosas del día a día, porque si no, no voy a obtener el beneficio. Ese cambio que hagamos es más importante que lo puedan mantener y que esa habilidad o esa pequeña práctica que empiecen a incorporar sea algo que lo puedan mantener en el tiempo de manera constante. Y ese pequeño cambio nos va a ayudar para afianzar el siguiente cambio. Entonces, además de irse con una nueva práctica, los invito, las invito a que se vayan también con la idea de que podemos compartir estas prácticas con alguien cercano a nosotros y seguir extendiendo la posibilidad de que cada vez más personas sientan que tienen una vida que está floreciendo. Muchísimas gracias.