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Ana Elena Mallet. Muchas gracias. Pues llegar al MoMA fue muy importante porque cuando yo decidí dedicarme a los museos, siempre el museo que estás viendo, que estás criticando o al que le quieres aventar globos de agua porque ah, el museo hegemónico, el que nos dice cómo hacer las cosas, pero el cómo nos marca, cómo hacer las cosas bien, que nos hace las exposiciones más bonitas, las investigaciones más acuciosas, pues es el MoMA, ¿no? Cuando decidí que me iba a dedicar a esto, decidí que yo tenía que ahorrar y una vez al año por lo menos tenía que ir a Nueva York, al MoMA, a ver qué estaban proponiendo, cuáles eran sus museografías, investigaciones, cómo estaban diseñando libros, cuáles eran esas exposiciones, sobre todo aquí en México, no teniendo un referente de diseño, de museo de diseño y en MoMA pues hay, como diríamos un Lionel Messi del diseño, que es Paola Antonelli, esta curadora italiana que lleva más de 30 años en MoMA haciendo las exposiciones más espectaculares y pensando el diseño desde muchos puntos de vista. Desde la primera exposición hace 20 años de videojuegos que hubo nunca y con las implicaciones que eso lleva. O sea, por qué hoy pensamos ay, qué fácil exhibir videojuegos, imagínense un videojuego que estaba en un disquete de esos cuadraditos que ya ni me acuerdo como se llaman, exhibirlo hoy en día, ¿cómo echas a andar esos sistemas otra vez? Y lo hicieron y lo tuvieron que reconstruir. Esas complejidades técnicas que muchas veces los que vamos a las exposiciones no nos enteramos. Para mí era ahorrar cada vez y una vez al año decidir qué exposición ir a ver a MoMA. Y si hacían el gran recuento de la Bauhaus, tenía que ir y traer mi libro de vuelta. Entonces el día que recibí una invitación de MoMA y que me habla el director del departamento de diseño me dijo queremos trabajar contigo, queremos que propongas algo. Y yo ¿pero como algo qué? Lo que quieras que tenga que ver con arte, con artesanía, diseño mexicano, latinoamericano. Queremos hacer algo que tenga en lo que involucres la colección del MoMA, pero que sea tu sello. Y obviamente, pues al principio te emociona, luego entras en absoluto pánico, pánico porque dices ¿por qué yo? Y qué voy a hacer cuando ahí están, por qué me invitan a alguien de fuera cuando ahí están las mentes más brillantes que puede tener alguien en el mundo del diseño y de la curaduría. Y luego fue pues entender qué quiero hacer. Y yo quería seguir trabajando el diseño moderno latinoamericano, entender nuestras coincidencias. Resulta que nosotros siempre estamos mirando hacia el norte y el sur está aquí a la vuelta y entonces dije bueno, quiero proponer algo sobre Latinoamérica. Y me di cuenta también que la colección del MoMA no había mucho diseño latinoamericano. Entonces, cómo le voy a hacer para proponer una exposición de diseño latinoamericano si en esta colección no hay diseño latinoamericano. ¿Pues que hay ahí? Una oportunidad de decirles pues compren más diseño latinoamericano. Que esta exposición y este proyecto y esta investigación sirva para que MoMA detecte cuáles son esas piezas que hay que comprar y traer al museo. En 2018 yo había tenido la oportunidad de acercarme a MoMA, proponerles que compraran una pieza de Clara Porset. Había una familia que había sido cercana a Clara Porset, que se estaba deshaciendo sus cosas y yo les dije a ver, no, no. No lo pueden vender en La Lagunilla, esto tiene que ir a un museo y MoMA se interesó. Hablaron con la familia, se pusieron de acuerdo con la familia. Y para mí fue muy emocionante en uno de esos viajes, de una vez al año, llegar y ver Clara Porset a lado de la Bauhaus en el Museo de Arte Moderno. Entonces muchas preguntas que te hacen entender el diseño latinoamericano desde la complejidad, que hemos tenido las revoluciones, revueltas, problemas, crisis una tras otra y todo eso afecta el diseño y afecta los objetos que teníamos que traer. Entonces todos esos problemas que muchos, para mis colegas en MoMA eran nuevos, pues llevarlos a la mesa. Hoy se los hablo con mucha pasión y mucha intensidad, pues fue muy difícil, muchísima presión, competir a codazos con muchas cosas, pero al final fue una satisfacción enorme. A los 15 días de abrir la exposición en la portada del New York Times, una gran reseña diciendo la exposición es una joya, así terminaba y decía, esta contando desde lo latinoamericano muchas historias que nunca se habían contado. Claro, no pude contar todas las historias. Tenía una galería pequeña con un presupuesto limitado, con un espacio limitado, un tiempo limitado. Por lo regular a los curadores de MoMA que hacen ese tipo de exposiciones les dan tres o cinco años para hacerlas.