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Así gané mi medalla olímpica

Fernando Platas

Así gané mi medalla olímpica

Fernando Platas

Clavadista y medallista olímpico


Creando oportunidades

Fernando Platas

Fernando Platas Álvarez es un ex clavadista mexicano que representó a México en cuatro Juegos Olímpicos: Barcelona 1992, Atlanta 1996, Sídney 2000 y Atenas 2004. Fue abanderado de la delegación nacional en Sídney y Atenas, y obtuvo la medalla de plata en trampolín de 3 metros en Sídney 2000. Platas creció en una familia que valoraba la salud y el deporte, y desde niño encontró en los clavados una pasión que lo llevó a integrarse a la tradición mexicana de este deporte.

A lo largo de su carrera, aprendió la importancia de la disciplina, la resiliencia y el trabajo en equipo, enfrentando derrotas y lesiones que lo formaron tanto en lo deportivo como en lo personal. Tras su retiro, ha dedicado su experiencia a impulsar nuevas generaciones y a promover el deporte como herramienta de vida, participando activamente en el Comité Olímpico Mexicano y en la Federación de Deportes Acuáticos. Platas considera que el mayor legado del deporte es la formación de personas íntegras y comprometidas con su entorno.


Transcripción

00:00
Fernando Platas. Soy Fernando Platas Álvarez. Fui olímpico. Cuatro Juegos Olímpicos en el deporte de los clavados: Barcelona 92, Atlanta 96, Sidney 2000 y Atenas 2004. Dos veces abanderado de la delegación olímpica para Atenas 2004 y Sidney 2000. Y la verdad es que en todos estos años de mi deporte, pues quedé muy contento porque estuve en uno de los deportes que México tiene una gran tradición, donde México es potencia a nivel mundial, pero sobre todo que tuve la fortuna de estar en una gran familia que es los clavados de México, porque hay un antes de Fernando Platas, hay un después de Fernando Platas y sobre todo, como decimos en esa tradición, si uno no comparte su experiencia, pues esa experiencia no tiene el valor. Así que de verdad muchas gracias por la oportunidad y pues estamos a la orden. Hola Fernando, mucho gusto. Soy Selene Alicia y pues es un placer estar aquí conociéndote. Yo tengo una duda, vivimos en una época digital enfocadas en el teléfono. ¿Cómo podemos fomentar esta parte de la actividad física? Mira, yo llegué al deporte, obviamente por mis papás. No conozco ninguna historia de atletas o de gente a la cual yo admire, que no tengan que ver con las familias. Y la verdad es que yo recuerdo que mi mamá nunca me llevó a una alberca pensando que yo iba a ganar medallas. A mi mamá le preocupaba el tema de salud. Mi mamá es asmática, por lo tanto pues le dijeron que había una gran medicina preventiva. Me hice como deportista en el Instituto Mexicano del Seguro Social y por lo tanto me llevó a la natación. Llevó a mi hermano Enrique, a mi hermana Esperanza y a mí, y lo que le preocupaba es que fuera una persona sana, pero sobre todo me permitieron divertirme. Yo fui ese niño que llegaba la primer semana al fútbol y le decía a mi papá, no me gusta y me cambiaba. Fui al básquetbol, aunque algunos no lo crean, pero iba y a la primer semana me cambiaba. Pero mis papás nunca dejaron de insistir y entonces encontré, de repente me caí en un deporte en donde todo era magia y eso es lo que tiene el deporte. Es más allá de las medallas. Cuando yo llegué a clavados tenía casi siete años y lo que volteo a ver es de repente en una alberca que brincaban en un trampolín y del trampolín daban vuelta, ¿sabes? Y de repente llegaba una chava y se para en la plataforma de cinco metros de espalda, daba una vuelta y un giro y decía, ¡wow!, y te lo juro que me acuerdo y hasta me sudan las manos. Me acuerdo ver cómo se sube un clavadista diez metros, ¡a diez metros! Que son como si estuvieras en cinco pisos de un edificio. Y se empieza a parar de manos. Y yo, ¿qué hace? Y se para de manos y de parado en manos, da una vuelta y cae al agua. En aquel entonces, mi primer entrenador, era Salvador Sobrino. Yo me volteé y le dije, yo quiero hacer eso. Pero para ese niño de siete años era increíble llegar a la escuela y que todo mundo decía, ay, bueno, pues yo hice karate, ay, la patada, muy bien, y yo un balón y yo corrí. Yo les decía yo me sé parar de manos, yo sé dar vueltas en el aire. Ayer me paré en cinco metros y me pude tirar. ¿Sabes lo que era para un niño? Era aventura pura. Era como si mis papás me llevaran a un parque de diversiones todos los días. Yo siempre le preguntaba a mi papá cómo le hizo, cómo le hizo para que yo terminara enamorado de mi deporte.

03:11
Fernando Platas. Y él siempre decía dos respuestas, que… me reía y al final terminaban siendo gran filosofía. Una me decía, no sé nada de tu deporte, no tengo idea de lo que significan los clavados, por lo tanto te dejé ser, te permitía estar ahí. Obviamente tu papá te dice, oye, no te vayas a equivocar, ten cuidado o alguna mala decisión. Pero me permitieron ser, me dejaron disfrutar lo que estaba haciendo, me permitieron subirme a una plataforma de cinco metros chiquitito y allí estarse muriendo de miedo, pero quedarse callados y permitirme a mí, a lo mejor me daba un panzazo, a lo mejor no, pero me terminó gustando. Yo creo que nos hemos olvidado de la esencia, de lo que puede ser un ejercicio, un deporte. Me toca ver muchas generaciones y ves a los papás que quisieran quitarle todos los problemas alrededor a su hijo, pero lo importante es que le permitas. Y eso el deporte te lo enseña, te lo enseña entrenando, te lo enseña compitiendo, porque al final tienes, en el entrenamiento, tienes competencia, tienes a tu amigo y luego sales a la competencia igual el día del evento, pero te lo permite. Y yo creo que esa es la lección que mi papá me dio. Me permitió ser y estuvo siempre a mi lado y no investigó más de lo que se trataba clavados.

04:55
Diego. ¿Qué tal? Buenas tardes, mi nombre es Diego. Un gusto para mí conocerlo. Aparte del entrenamiento, ¿cómo se prepara la mente para competir a ese nivel olímpico?

05:06
Fernando Platas. Bueno Diego, la verdad es que el deporte, la base, es el entrenamiento, no existe otra parte y en el entrenamiento también entra la parte mental, el entrenamiento, sobre todo en clavados., la repetición es impresionante. Un clavadista puede tirar más de 250 clavados diarios, que si lo sumas en un año son 70,000 clavados y suma lo que al final el ciclo olímpico son cuatro años. Haz la cuenta y el resumen de ese resultado son seis clavados en la final. Es para lo que entrenas, todas tus horas, todos los días, se resumen en hora veinte que dura la final olímpica, pero la parte mental es en el día a día. Esta parte en donde vas entrenándote. Verte en el lugar, verte bajo las circunstancias, pero sobre todo lo que no se ve es la exigencia del día a día. Pero yo tengo una teoría, además, creo que estos atletas que están en este momento único, sí se ven ahí, sí se van preparando en verse y sentirse que están en una alberca con 20,000 espectadores, tienen más de 20 cámaras alrededor. Que llegas, te paras en el trampolín, dicen tu nombre, se escucha el silbato del juez y esas 20,000 almas se quedan calladas y lo único que se escucha es el chorrito del agua. Nada más. No hay nada más. Escuchas tu corazón, sientes cómo te está temblando el cuerpo, pero la diferencia es que ese atleta se siente en el lugar ideal. Yo creo que los atletas de este nivel no lo manejan, lo disfrutan. Para eso trabajaron tanto tiempo, todas las veces que se les exigió después de los 250 clavados, un clavado más y te dolían las piernas, y lo hiciste, ahí diste tu extra. Cuando el entrenador te decía que tuvieras que hacer otro clavado porque los brazos no estaban estirados, ahí estás saliendo inspirado y entonces lo sabes hacer en la competencia. No inventas el hilo negro. Lo que haces en el entrenamiento, lo haces en la competencia. Entrenas como si compitieras, para competir como si entrenaras. Pero la diferencia mental es en el día a día y es que tú te veas ahí en ese momento y que tú sepas que hay alrededor, que hay millones de mexicanos que están esperando a que caigas de cabecita, que no falles y que están emocionados. Y ese atleta quiere la responsabilidad. Es ese atleta que pide el balón para el penal, el balón para el último tiro, el clavado ochos y medios, nueves, para poder ganar la medalla. Mi deporte tiene varias etapas y la primera es darte cuenta que el único que puede hacer las cosas eres tú. Mi deporte, sí, estás en una competencia con varios atletas, pero lo que tú haces no tiene nada que ver con lo que hace el chino, el ruso. Tú si le echas porras al chino no va a ganar o si va a ganar. Si le metes el pie al ruso no va a ganar ni perder. Es hacer lo que tú sabes hacer y entonces creer en lo que tú sabes hacer, como tú lo sabes hacer. Creo que fue la primera etapa. Me toca ir en el 87 a la gira Rusia-Alemania ya parece clase de historia, pero a mí me tocó ir a la Unión Soviética y a la Alemania Democrática todavía y estar en esa escuela de clavados, estar frente a 20 niños más chicos que yo, con muchísimas cualidades.

08:25
Fernando Platas. Y de repente llegaba el equipo chino y de repente el equipo alemán, de Alemania Democrática y tú te sentías así, porque veías niños que tiraban de nueves, de dieces. Y entonces llega mi entrenador y me dice, ¿Qué estás haciendo? ¿Porqué tienes miedo?. Y le digo, es que tiran muy bien. Dice, sí, pero eso no tiene nada que ver con la competencia. Tú puedes tener un atleta que tira de diez y luego se tira un clavado de cincos y dice, si tú haces de ochos, le ganas. Es lo que tú sabes hacer, como tú lo sabes hacer. Creo que esa parte mental es muy importante, porque cuando das ese brinco y entiendes lo que tú tienes que hacer, te separas completamente de lo demás y te vuelves muy competitivo. La otra parte mental es, sin lugar a duda, la exigencia del día a día. Como les decía, mi deporte, la repetición. Estar haciendo movimientos continuamente, por muy básicos que sean, termina haciendo la diferencia. Llega un momento en donde estás frente a un espejo con un banquito de madera y lo que estás haciendo es el movimiento que haces para llegar al trampolín que se llama estribo, y subes la piernita y te tienes que ver al espejo en dónde está el brazo, si está bien colocado, si está medio doblado, estás estirado, si estás colocado en buena posición, porque es la diferencia, es biomecánica y estás haciéndolo 20, 30 veces. Ya te ves al espejo y hasta te caes mal. O sea, esa es la diferencia. La parte en donde empiezas no entrenar con el cuerpo, ¿sabes? Empiezas a entrenar con la mente. Empiezas a entender la diferencia de hacer un movimiento, de tener un brazo en alguna posición. De verdad llega ese momento que vas en el aire, haces tres y media vueltas y sabes dónde tienes, si el pie lo colocaste mal encima del otro dedo gordo, si van separados, si te separaste, si el brazo está más chueco, no estás completamente de frente, tienes esa capacidad. Pero son las miles de repeticiones, mecanizaste ese movimiento que es lo que te persigue, esa parte mental termina haciendo la diferencia y es el trabajo del día a día y la resistencia del trabajo del día a día mental es la diferencia cuando llegas a la competencia.

10:54
Karina. Hola, ¿qué tal? Es un gusto estar aquí y conocerte. Mi nombre es Karina. Es un placer. Toda tu trayectoria académica y deportiva es increíble. Y a mí me gustaría saber ¿qué se siente representar a México en unos Juegos Olímpicos?

11:07
Fernando Platas. ¡Uff! y que buena pregunta. Cuando, tengo que hablar forzosamente de la historia de clavados de México, ¿sabes? Porque eso me lo enseñaron la gente que estuvo antes que yo, les comentaba que cuando llego a entrenar pues yo veía a Carlos Girón entrenar. Carlos Girón fue medallista de plata en Moscú 80. Terminaba de entrenar, además era un hombre que tenía mucho carisma, podía enamorar a la cámara y si alguien lo puede buscar en sus entrevistas, tenía ese carisma para poder transmitir lo que era el deporte de los clavados y era de los mejores atletas competitivos que tuvimos en esa época. Se enfrentó a las grandes potencias, en aquel entonces era los italianos, los alemanes, Estados Unidos y Carlos era de los mejores clavadistas del mundo en esa época. Terminaba de entrenar, salía, tenía un físico impresionante, era un toro, completamente. Salía, se cambiaba, se ponía su uniforme. Y su uniforme, me acuerdo claro, como traía la bandera de México y los aros olímpicos. Yo decía, ¡wow!, yo quiero algo de eso. Pero además platicabas con él y le preguntabas, oye Carlos, y entonces te hablaba el medallista olímpico abanderado de la delegación y que era un un icono y era un referente de esa generación de atletas. Entonces empiezas a entender lo que significa el orgullo de representar a tu país y que portar un uniforme no es nada más te pusiste la chamarra, ¡no!. Traes la representación. Tu actitud habla de la representación de tu país, de la manera de ser de los mexicanos y eso me lo transmitían ellos. Tú imagínate cuando a mí me platicaba Joaquín Capilla, con cuatro medallas olímpicas, ganador de oro en Melbourne 56, como gana en el último clavado y cómo le ponen el sombrero de charro en su premiación. Pues lo empiezas a aprender y empiezas a entender que es parte del sueño. Tuve la fortuna de ser dos veces abanderado en la delegación olímpica. Ser medallista es un momento icónico, pero ser abanderado tiene, con este antecedente que te digo, a ver, es increíble. Te abandera el presidente. El presidente te dice que la bandera está en buenas manos. Ya te hizo el día y segundo, al entrar al estadio, pues hay miles de almas que están esperando que entre la delegación olímpica y el primer mexicano que entra a este estadio eres tú. Tu nombre está ahí y entre los mismos clavadistas, es un orgullo. Si algún otro clavadista es abanderado de su delegación. Es orgullo, es alegría, es lo que te define tu identidad, ¿sabes? Y con esa misma identidad es como representas a tu país. Inclusive cuando ganas. Cuando yo gano mi medalla, estoy a miles de kilómetros de México y en esa grada de 20,000 personas, había bandera de mexicanos y te gritaban por tu nombre, Platas, Fer, como si te conocieran toda la vida y te aventaban la bandera. El deporte lo hace más vivo, pero al final es un valor, pero es parte del sueño, porque sí estás acostumbrado en clavados, México, a que México es una potencia y que cuando viene las posibilidades de medalla en los Juegos Olímpicos, en un campeonato mundial, México, México está señalado a ganar medallas y eso lo aprendes generación tras generación con nuestros entrenadores y con los íconos que hemos tenido en este deporte. Pero tengo dos tiempos. Sidney fue la motivación total. Yo iba por la calle y la gente me decía, Fer, ahora sí, medalla. Mi historia es que no gané en los primeros Juegos Olímpicos, yo gané hasta los terceros Juegos Olímpicos que participé y entonces la gente en la calle nos decía, ahora sí, ¿verdad?, estamos muy orgullosos, eres el abanderado. Y fue motivación y motivación y motivación y nunca, nunca dudamos que íbamos a lograrlo.

14:56
Fernando Platas. Y lo digo a nombre de mi equipo, a nombre de mi entrenador Jorge Rueda, en paz descanse, pero nunca dudamos que íbamos a ser medallistas, pero es parte de la responsabilidad. Pero cuando traes esto alrededor, el trabajo, estás seguro de ello. Para Atenas, es otra historia. Para Atenas fue añoranza, fue hasta cierto grado, tristeza. Es más un reconocimiento a una carrera que llegaba al fin. Yo me retiro en Atenas 2004, pero también era bonito, era parte del reconocimiento, y la gente que te dijera en la calle, no hay mejor atleta que llevara la bandera como tú, o que bueno que fue este reconocimiento, también se volvió motivante. Como les decía, ser medallista es padre. Ser abanderado, yo creo que marca tu historia como mexicano, como ser humano, por lo que vives también alrededor del equipo. Le tienes que poner liderazgo. En Sídney, tienes que tener la actitud del abanderado y la gente te va a voltear a ver, tus compañeros de la delegación te van a voltear a ver. ¿Está nervioso? ¿Está sacado de onda? ¿Qué tan seguro estás? Y en Atenas igual. Nada más que en Atenas yo era el hombre experimentado, todavía no tenía canas, pero era el hombre experimentado. Y también tienes que poner esa personalidad, y es parte de la responsabilidad. La diferencia es que como atleta la disfrutas. Cuando estás seguro de lo que estás haciendo, disfrutas también la responsabilidad.

17:03
Samanta. Hola, ¿qué tal? Mi nombre es Samanta Barrera. La verdad estoy muy contenta de estar aquí y escuchar como nos transmite esa alegría, ese esfuerzo de toda su trayectoria, y pues mi pregunta es, ¿qué hábitos o valores del deporte considera fundamental para alcanzar el éxito en nuestra vida diaria?

17:24
Fernando Platas. Yo creo que el deporte es una herramienta de vida. Y la verdad es que lo que comentas a mí me parece vital, porque siempre de repente nos quedamos en el deporte, los resultados y las medallas. Pero la verdad es que lo que hace crecer el deporte de manera personal a todos, esa es la diferencia. El deporte es un sistema de valores, y me lo recuerda inclusive ahora siendo papá, ¿cómo le enseño a mis hijos a perder? Porque no es que aprendan a ganar, sino cómo aprenden a perder, y el deporte lo enseña. Hicieron taekwondo, perdieron el torneo, al otro día regresaron a entrenar y ese es el deporte. El deporte te enseña a ser disciplinado en el momento que fallas un entrenamiento y las cosas ya no te salen y entiendes que no puedes faltar. El deporte te enseña a ser humilde, pues solamente cuando te vencen y te vencen bien, no te queda otra más que reconocer, pero te da la oportunidad de regresar a trabajar. El deporte para mí me parece que es ese sistema que desde niño te puede enseñar esos valores y que va a terminar marcando la diferencia cuando eres mayor, cuando tienes otros proyectos, en tu manera de actuar con los demás. Es ser una persona congruente. Me parece que las historias que tenemos de muchos atletas mexicanos, porque yo siempre empezaré por casa, no solamente es el logro. Si fueron multi medallistas, récord Guinness, los mejores del mundo, es la historia humana, es la historia de superación, es la historia de este ser humano que aprendió a trabajar, que aprende la disciplina, que no alcanza con el talento. Tiene que haber disciplina, tiene que haber trabajo. Hay veces que el menos agraciado deportivamente, termina llegando porque es el disciplinado. Y esas historias hay muchísimas. Es que el otro era fuera de serie, sí, pero el disciplinado fue el que hizo el trabajo y fue el que llegó. Es la parte más rica del deporte. Y no solamente es con medallas olímpicas. Cuando tú tienes a un niño que termina empezando el deporte y llega a su vida adulta sano, es un gran logro. Yo tengo 52 años y la virtud es que te enseña el deporte a tener una vida sana. A ver, ya no voy a brincar y dar vueltas como antes, créeme, te lo juro. Te lo apuesto. Lo importante es que sé que el deporte me da calidad de vida, que puedo jugar con mis hijos, que puedo llegar a los 90 años valiéndome por mi mismo. El deporte es tan bueno que de verdad termina impactando las vidas de mucha gente. Y a mí me parece que cuando hay un niño, una niña, que toma unos guantes de box, un balón, un traje de baño y no toma otro camino, ya está haciendo una gran labor el deporte. Yo, como les dije, no fui un clavadista que gané mis primeros Juegos Olímpicos, gané hasta los terceros y tuve que pasar por una lección de vida. Para Barcelona 92 tuve una fractura de mano izquierda y lo primero fue que nunca le dije a mi entrenador que estaba cansado. Entonces entrené de más y me fracturé la mano. Llegué a Barcelona 92 y quedé 19º. No pasas a final, únicamente pasan los 12 mejores. Fue una gran lección de vida. Fue un momento difícil, sí, pero el que haya sido una lesión pues como que te permitía decir, bueno, fue una lesión, hay que empezar de cero. Llegué a Atlanta 96 como uno de los mejores clavadistas, rankeado en tercer lugar del mundo, con muchas posibilidades de medalla y quedé 7º y 8º. Y entonces yo acostumbraba mucho a platicar conmigo frente al espejo, porque dicen que uno no se puede mentir. Entonces cuando te analizas, cuando tienes que hacer de verdad un análisis interno, pues te hablas a ti mismo.

20:47
Fernando Platas. Y lo triste después de Atlanta es que yo no encontraba al culpable y decía, ¿quién cometió el error?, ¿quién no trabajo en equipo?, ¿quién no planeó?, ¿quién no hizo la estrategia?, o sea, ¿qué parte del equipo no funcionó?. Pero la respuesta seguía estando en el espejo. Yo tuve la culpa, yo planeé por encima del entrenador, yo tomé la estrategia, yo tomé posición que no tenía que haber tomado como el equipo multidisciplinario. Yo me eché a la espalda todo el trabajo y no le permití a mi equipo ser el equipo. Y entonces el deporte te enseña pues humildad y que tienes que dejarte dirigir y que tiene que haber un equipo alrededor de especialistas que toman su posición y que tan es es importante que tú entrenes bien, como tu compañero, porque estás dentro de un equipo y es parte de, si él mejora, tú vas a mejorar. Esa es la competencia. Pero sobre todo voltear con tu entrenador y decir, ok, tú eres el entrenador, tú dirige, tú toma estrategias y uno como atleta también, pero pues el liderazgo es de él. Y entonces hacer esta parte del equipo, entender que hay especialistas, tener toda la confianza, llegar con el fisiatra y decirle, estoy cansado, no soy Superman, estoy cansado, me duele aquí y pues algo tenemos que hacer. Ese es el sistema que te ubica el deporte y son las experiencias que al final si no hubiera pasado Barcelona 92 y no hubiera pasado Atlanta, no hubiera llegado a Sidney como llegué, porque yo tenía lo más importante para llegar a Sidney, que era la lista de todos los errores que había cometido para no haber ganado antes. Y esa solamente la tenía el que había pasado eso. El último clavado que tiré en Sidney, se llama dos y media vueltas al frente con dos giros. Afortunadamente no era la época de videos, todavía no se subían tantos en YouTube, pero ese clavado es el único clavado en el que saqué cero en mi carrera deportiva En los Panamericanos de La Habana 91, saqué cero. No terminé el clavado, caí de espalda. Yo quería que se abriera una puerta por abajo de la alberca para salir ahí de la pena, horrible, de los peores momentos, porque pensé hacerlo perfecto. Lo que pensé antes de tirármelo era hacerlo perfecto y tú puedes pensarlo, pero tu cuerpo no sabe que es hacerlo perfecto. Sabe lo que ha hecho todos los días del entrenamiento. Cuando llegó Sidney, último clavado, dos y media al frente con dos giros. ¿Qué pensé? hacerlo como yo lo sé hacer, de cabecita. Esa frase de cabecita es de Joaquín Capilla. ¿Por qué? Porque él perdió la medalla de oro en el 52 y la gana en el 56. Y lo primero que dice es, de cabecita. No lo quiero hacer perfecto.

23:48
Fernando Platas. Y lo que sucedió fue que hice el clavado como yo sabía hacerlo. Y esas son las lecciones de vida del deporte que te ubican, que te dan una herramienta de vida. Pero pasando ese momento, el que creció es uno y creces como persona, como atleta también. Pero la madurez del atleta de tomar decisiones y de sobrepasar momentos difíciles.

24:48
Alejandro. Mi nombre es Alejandro López. Yo te admiro demasiado. Tuve la oportunidad de verte en la televisión con mi madre en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 y la pregunta que yo tengo para ti es, ¿por qué crees que la Escuela Mexicana de clavados es tan buena? ¿Y qué podrían tomar otros deportes para tener el mismo éxito que los clavados?

25:05
Fernando Platas. Híjole, primero, de verdad, un honor. No digas a qué edad me viste, pero me parece que en clavados hemos sido muy suertudos. Hemos corrido con suerte porque nos hemos encontrado dos elementos muy buenos. Primero, el recurso humano, los atletas, nos hemos encontrado con atletas fuera de serie y como lo digo desde el principio, desde Antonio Mariscal, Joaquín Capilla, Carlos Girón, Jesús Mena, Mary José, obviamente esta nueva generación, Paola Espinoza, Iván, Germán, Alejandra Orozco, Tatiana, ahora Alejandra Astudillo, Gaby Agúndez, Osmar y Juan Manuel, sin lugar a duda, tenemos una fortuna de encontrarnos con estos diamantes que son atletas únicos y que desde que tienen seis, siete años los ves, les ves el rostro que quieren competir, que se ven como los mejores del mundo y que tienen esta hambre ya, de este nivel. Y la otra, es que hemos corrido con suerte con entrenadores. Siempre atrás de estas grandes generaciones han existido grandes entrenadores, el profe Tovar, Jorge Rueda, Salvador Sobrino, ahora el profe Iván Bautista, Ma Jin, Qing Yang Shi, en fin, grandes entrenadores que al final son quienes van haciendo a los atletas alrededor, pero creo que clavados ha hecho algo muy importante, ha hecho un sistema competitivo que permite que los mejores vayan subiendo. No somos el mejor sistema porque no tenemos esta masividad, tenemos que ir a la masividad. Todavía tenemos varias albercas que no tienen programa de clavados y está la fosa de clavados, pero al final hemos corrido con esta gran generación de entrenadores y que siempre le apostamos a este antecedente que somos la potencia a nivel mundial, no solamente por los resultados sino por lo que tenemos hoy de materia prima. Hoy en Olimpiada Nacional, categorías de 12 y menores, ves a niños y niñas ya con esa mentalidad y esa visión de que se ven en el futuro siendo los mejores del mundo. Pero sobre todo hemos sido muy claros en el proceso, cómo se van a conformar, quién debe de competir y cómo deben de conformarse las selecciones. Y es a través de la competencia. Nosotros, a pesar de que somos un deporte medio subjetivo, porque tienes a un juez que te califica, lo trasladamos todo al objetivo y esas son las puntuaciones, selectivos y al final estás evaluado con un campeonato mundial, con una Copa del Mundo, con unos Juegos Olímpicos. No hay otra manera, el deporte es así, es competitivo, es objetivo en la parte de evaluación hay que definir que criterio se debe de hacer y yo creo que cuando combinas esta estructura es cuando vas teniendo resultados y si no vemos los resultados nos ponemos a trabajar todos para ello. Creo que el perfil del entrenador es muy importante porque ve cómo puede llevar a la otra persona en su mejor potencial. Cuando la visión del entrenador es entregada hacia el atleta, hacia la planificación del atleta, es muy objetiva. En clavados un entrenador tiene que manejar dos temas muy importantes, tienes a niños menores de siete años y el factor del miedo. El factor del miedo es muy importante que el entrenador lo vaya llevando de la mano para que inclusive se vuelva una motivación del niño. Porque un niño que aprende en clavados y desafortunadamente se pega, tiene un accidente o le da mucho miedo, es un clavadista menos, seguro, no regresa a la fosa. La otra es que el entrenador tiene que manejar las cualidades y las no cualidades del atleta, saber cuáles son.

28:27
Fernando Platas. Yo le preguntaba mucho a mi entrenador Jorge Rueda cómo dividía estos atletas que tienen esta hambre de competencia, que son esos niños que les dicen, competir y hasta la cara se le cambia. Me decía, exactamente así, muy fácil, niños, vamos a competir en abdominales. Los que quieran competir de este lado. Seis se movían, los otros se quedaban ahí. Y esa es la virtud del entrenador, cómo va manejando al niño, cómo lo va moldeando para que esto sea divertido, para que él mismo llegue y le diga, entrenador, puedo tirarme dos y media ya aprendí vuelta y media, pero yo sé que puedo dos y media o me voy a parar de manos o me voy a tirar vueltas de holandés. El mismo niño va adquiriendo esa hambre, esa visión de poder hacer las cosas. Y es virtud de los entrenadores. Los entrenadores son maestros de vida que si van manejando estas cualidades de los atletas, terminan formando niños muy seguros y es muy divertido cuando llegas a un gimnasio en clavados, tienen las fosas, las camas elásticas, los trampolines y nuestros niños brincan de un trampolín al otro, a la pared, regresan al tombling y están por todos lados, y dicen oye, alguien los va a controlar, ¿no?, lo saben hacer y es parte del trabajo que han hecho los entrenadores. No es que sea seguro, pero es parte de lo que termina siendo. Yo insisto, un buen entrenador tiene la capacidad de desprenderse de sus intereses y ver por el interés del niño, del atleta, para llevarlo a ese potencial que tiene, con las cualidades o con las no cualidades que tiene.

30:29
David. Hola Fernando, mucho gusto. David González, gran admirador tuyo. Bueno, ya nos platicabas la situación de que en el 91 tuviste una mala experiencia. Bueno, después ya vino la medalla, pero en ese momento, ¿qué fue lo que te motivó a seguir? Porque obviamente después de un momento así, pues uno se pensaría que a lo mejor no es lo suyo.

30:53
Fernando Platas. ¿Qué fue eso que te motivó? Sí, yo creo que no existe atleta, sobre todo que no haya tenido un momento en donde tienes la duda y no sabes si vas a poder cumplir el objetivo. Yo creo que 91 para mí no lo fue, porque al final fue un accidente y dices bueno, saqué un cero, pero como les platicaba Atlanta, Atlanta 96, después de hacer el análisis, saber que tú cometiste errores, que al final me quedé 7º y 8º, son dos finales olímpicas, pero yo creo que clavados está medido en ganar y no ganar medalla olímpica. Esa es la historia de clavados, México. Y pues la duda la tenía ahí. Pero mi deporte tiene una gran virtud, que siempre se dice que cuando están los momentos difíciles, sobre todo cuando haces mucha carga de trabajo, estás tirando clavados difíciles, una semana y otra semana, 20, 30 cada uno y el entrenador ve que están un poquito mal ciertos movimientos, te regresa a las bases. De tirar tres y media vueltas al frente te regresan a hacer un simple al frente. Eso es regresar a las bases, volver a hacer los estribos, los brincos, todo lo básico, porque limpias errores. Y yo creo que eso fue lo que pasó después de Atlanta. Me sentí tan mal que dije tengo que empezar de cero, pero de cero fue de cero. De regresar a la unidad Cuauhtémoc del IMSS y empezar a entrenar con los niños que estaban en su primer día y tratar de preguntarte por qué querías estar ahí. Porque la duda la tenías, yo decía puedo o no puedo ser medallista olímpico, voy a ser el clásico atleta que tenía posibilidades y nunca llegó. Así me lo preguntaba. Y entonces regresar a la base es, ¿porqué estás ahí?, ¿porqué te gusta?. Entonces volver a regresar a la unidad Cuauhtémoc, tirarme con los niños, ver cómo se divertían, ver cómo sonreían, caían de panza, de espalda, estaban sacando su clavado nuevo. Y yo volví a ver por qué estaba ahí. Por esa alegría de ese niño que vio al clavadista que se tiró el parado de manos y dijo, esto me gusta, esto lo quiero hacer por mí, porque me apasiona, porque esa sensación de volar en unos segundos y estés en diez metros, tres metros, dar las vueltas, es única. Es ese vacío como si se subieran a la montaña rusa. Es ese vacío en la panza. La diferencia es que aquí tienes el control en el aire y regresar a la base. Siempre regresar a la base en ese momento de duda es muy importante. ¿Por qué lo quieres hacer? Y entonces mi plática en ese espejo que les decía, cambió, porque me contaba de mi historia y decía, ¿de dónde vengo?, ¿por qué he pasado? y, ¿a dónde quiero llegar? Y la respuesta era otra vez, quiero ser medallista olímpico. Mi historia es diferente. Hay unos que ganaron a los primeros juegos, otros a los segundos. La mía era diferente. Pero volver a entender por qué te apasiona el objetivo, por qué te quieres levantar y volver a pasar el tráfico para llegar a entrenar y estar puntual para empezar tu entrenamiento. Por qué estar volviendo a soportar que te duelen los chamorros, la espalda, los dedos de los pies después de 250 clavados. Y me acuerdo mucho que lo platicaba con Jorge, y Jorge Rueda me decía, no esperes frases motivacionales mías. Yo no, yo no soy, yo no soy la respuesta, me dice, tú eres la respuesta. Si tú llegas puntual, si tú tienes la actitud, tú nos motivas a todos, tú nos vas a motivar por querer todos estar aquí, por estar apasionados y la verdad es que vuelves a encontrar la respuesta de tu objetivo.

34:06
Fernando Platas. Todos podemos tener duda porque tenemos momentos difíciles. Un día sales, se te ponchó la llanta, las cosas no te salieron, etcétera, etcétera. Pero puedes volver a empezar y puedes volver a empezar viendo el objetivo. Y entonces el sueño de ser medallista estaba ahí y estaba vivo. Todavía saliendo de viaje a Sídney, llega un periodista y me dice, oye, ¿qué va a pasar si no ganas medalla? Muy, muy puntual el periodista. Y no sé, pues simplemente me acordé y dije, nada, llevo dos Juegos Olímpicos sin ser medallista y dije, mejor a mi regreso pregúntame que se siente ser medallista, porque no ser medallista ya me lo sé. Ser medallista todavía no, y son de las cosas que te da la seguridad, el trabajo del día a día y haber pasado las buenas y las malas, pero regresar siempre a la base, porqué quieres hacer las cosas, porqué te apasionan. Y no esperar la frase mágica. La frase mágica está, esa persona que ves en el espejo y que dice, ¿hoy qué voy a hacer?, ¿hoy qué esperas tú de esa persona?, ¿hoy qué esperas tú de ti?, ¿qué vas a hacer para tener un día más de lograr tu objetivo?.

36:08
Sofía. Hola Fernando, mucho gusto. Soy Sofía. A veces el nivel de competencia puede ser difícil con tus compañeros. ¿Cómo enfrentas esa rivalidad entre otros países y con tus compañeros?

36:23
Fernando Platas. Uy, gran tema y es increíble. Yo creo que lo que más disfruté de mi deporte fue la competencia. Yo siempre digo que mi deporte me enamoré en tres etapas. La primera, esta sensación mágica que les digo es hacer cosas completamente diferentes a todos los demás. La tradición de mi deporte es, sin lugar a dudas, tener estos ejemplos vivos, de carne y hueso. Sin lugar a dudas, me marcó. Y la tercera, el momento de la competencia. Yo estoy seguro que no era el clavadista con las mejores cualidades físicas. En mi generación había mejores clavadistas, sin lugar a duda, un Didier Mena, Armando Jaimes, José Antonio Ponce, varios, muchos, muchos más. Pero a mí me encantaba competir. Mi lugar ideal era en ese momento que estás parado en el trampolín, soledad completa y te tienes que tirar el clavado. Esa es la competencia. Pero empiezas a viajar con compañeros de tu misma edad, a ver y los chinos tienen tu edad y los rusos tienen tu edad y son adolescentes, son jóvenes y tu mundo es ese y empiezas a competir con tus mejores amigos. Y tus mejores amigos, son tus compañeros del equipo y te da esa madurez al atleta de saber diferenciar dónde está la competencia y dónde está tu amigo. En mi resultado de la medalla En primer lugar queda Xiong Ni, de China. Él ya había sido medallista olímpico en el 88, medallas de plata en diez metros, en Barcelona 92 fue bronce en diez metros, en Atlanta 96 fue oro en el trampolín de tres metros. Él era el campeón olímpico de la prueba y es el que gana en Sídney y pues nos conocíamos desde el 87, 89 conviviendo siempre. Dmitri Sautin desde el primer día que salí a la gira Europa que les decía, lo conocí a Dmitri Sautin, él cumple el 15 de marzo y yo cumplo el 16 de marzo. Él es más joven que yo, un año menos, pero empezamos a convivir, empezamos a viajar. Seis meses al año los ves, desde que llegas a algún lugar, dejas tu maleta y lo primero que ves son los rusos. Llegas a convivir con ellos, entonces qué sucede el día que se ganan las medallas, todo el mundo dice oye, se dicen algo feo, se hacen caras. Son tus amigos de toda la vida, hay un abrazo fraternal. Todo mundo sabe que hizo y que no hizo. Y el resultado es el resultado. A diferencia para mí pues obviamente Sídney fue, por fin llegó la medalla, pero eso es lo que te da la vivencia del deporte. Está manera de separar dónde están tus amigos, dónde está la competencia. Siempre compites con tus amigos. Hay una una gran madurez en los atletas, ya hay una gran convivencia. Somos un deporte donde hay en un campeonato mundial 300 clavadistas, entonces vamos, se conoce todo el mundo y es tan, es parte del juego limpio, ¿sabes? O sea, es más allá de los jueces y demás, es otra cosa. Tú haces tu chamba, ellos hacen su chamba y el resultado está ahí y todo mundo lo va a reconocer. Yo me considero parte del movimiento olímpico, soy miembro permanente del Comité Olímpico Mexicano y la palabra “fair play” está en el ADN. O sea, hay que ganar siempre bajo la regla, nunca por encima de ella. Y si eso significa esperar para que el contrincante tenga tiempo y lo piense, y demás, es lo que tienes que hacer.

39:40
Fernando Platas. Es el deber ser. Y creo que ese es, esos son los verdaderos campeones. Cuando terminas compitiendo con esas reglas, no por encima del contrincante. Puede una cosa es ganar por encima del contrincante con tu calidad, sabes, con terminas ganándole, en mi caso, a una generación de atletas increíble, porque en mi podio queda un chino, pero casi siempre son dos chinos, el otro chino no llega a la medalla, un Mark Ruiz de Estados Unidos. Un Michael Murphy de Australia, un clavadista alemán, Andreas Wels. Con mucha calidad pasamos por encima de ellos en la competencia, pero no haciendo menos al contrincante. Es con calidad y hasta con la calidad hay que tener esa calidad humana para saber cuando te va bien, porque obviamente cuando te va mal te la pueden regresar, ¿no?. Y a mí me parece que esa es la pequeña línea. A mí me educaron así. Entonces no, no hay manera de sobrepasar el “fair play”.

41:18
Marisol. Hola Fernando, soy Marisol Vázquez. Me da mucho gusto saludarte y escucharte. Y cuéntame, ¿cómo ha sido el proceso de retirarte del deporte de alto rendimiento? ¿Qué es lo que más extrañas?

41:32
Fernando Platas. Retirarte del deporte es el paso más difícil que tiene un atleta. Pasas, yo pasé más de 25 años tratando de ser atleta de alto rendimiento y de repente llegan y te dicen, se tiene que acabar. En diciembre del 2000, yo acababa de ganar la medalla en septiembre y me dice, ¿cuándo te retiras? Y yo, pérame, todavía doy autógrafos, salgo en programas de televisión. Pero creo que fue la mejor pregunta en el mejor momento, porque tienes que planificarlo y de verdad el deporte es un gran maestro de vida. En febrero del 2001 yo me sentaba, terminaba de entrenar, me sentaba, me ponía una bolsa de hielo aquí, la otra bolsa de hielo acá, una bolsa de hielo en la espalda. Me quedaba ahí y estaba esta nueva generación de atletas, Rommel Pacheco, Yael Castillo, jovencitos. Y terminaban de entrenar y se iban a jugar fútbol. Descansaban, regresaban y yo seguía en hielo. Y es así de objetivo. Pero la burbuja se revienta y se revienta. De repente ya no eres el centro de atención y entonces tienes que buscar lo que te movía en otros proyectos. Y hoy, sin lugar a duda, me mueve mucho poder regresarle a mi deporte todo lo que me ayudó, todo lo que me hizo como ser humano, porque mi carrera de administración de empresas la hice gracias a una beca, porque mis amigos estuvieron en clavados. Mi esposa fue de natación artística, mis grandes amigos de waterpolo, de aguas abiertas, nadadores y ahora son entrenadores, alguno que otro viejito son jueces. Todos mis amigos están ahí. Y entonces encontré que también puedo seguir ayudando gracias obviamente al Comité Olímpico. Ahora, la nueva etapa que tiene la Federación de Acuáticos. Pero encontrar tu camino es la parte difícil. ¿Qué extraño? Entrenar, no. Extraño competir. Si hoy me pudieras quitar algunos añitos, bastantes años y me dieras la oportunidad de competir, claro que lo haría. Porque la parte difícil es la entrenada. Hoy yo siempre se los digo a los atletas de hoy, ya son una mejor generación. Físicamente los ves y Osmar es un roble, Randal es impresionante, físicamente. Gaby Agúndez, Ale Estudillo, los ves y dices, ya son una mejor generación. Lo que tienen que recordar es que se gana entrenando y esa es la parte más difícil. Competir es lo fácil. Hacer la chamba de todos los días. Extrañas eso, extrañas la adrenalina, tener la responsabilidad. Pero hoy esas responsabilidades caen en otro lado y sigo igual de apasionado. No puedo contarlo de otra manera, ver que hay una nueva generación de atletas y que yo los puedo ayudar es apasionante. Un buen amigo, Jesús Mena, me dijo, te va a gustar ayudar a que otro mexicano gane medalla. ¡Uy!, es increíble. Estar alrededor de este equipo de mexicanos y mexicanas que son potencia y que tú puedes hacer la diferencia, nada más para quitarle los distractores. A ver, háganse a un lado, déjenlos hacer su chamba. Es increíble. Verlos arriba del podio, verlos tener esta competencia, es increíble y empiezas a encontrar tu camino. Pero sin lugar a duda la base es mi familia, que todo el tiempo mi papá me estuvo diciendo tu carrera, tu carrera, tu carrera, tu carrera.

44:46
Fernando Platas. Mi papá no lloró el día que yo gané mi medalla. Mi papá lloró el día que yo firmé mi título. Y siempre lo dijo. Me dice, es que con eso si vas a pedir chamba y son las palabras de un papá. Pero es una realidad y no estás preparado para ese paso y lo único que te ayuda es la gente alrededor. Hoy ya lo digo mucho más tranquilo. Pero es yo creo que el paso más difícil del atleta y tienes que encontrar esa pasión inclusive hasta para hacer ejercicio. Qué te gusta. Ya no me puedo tirar clavados, ya si voy al brincolin hasta me lastimo la espalda. Pero tienes que buscar ese camino. Pero cuando lo encuentras es increíble, es apasionante, es único. Vuelves a encontrar tu momento de atleta, lo que veías lo encuentras en estos grandes proyectos y ese es lo que termina haciendo el deporte como maestro de vida. Es difícil el proceso, sí, pero vale la pena.

46:17
Rodrigo. Hola Fernando, soy Rodrigo y me da mucho gusto estar aquí y poder conocer un poco más de un atleta de tu nivel. En ese sentido, me gustaría preguntarte, si tú pudieras viajar en el futuro, ¿qué esperarías que pase con el deporte mexicano?

46:30
Fernando Platas. ¡Que buena pregunta! ¿En el futuro?

46:35
Rodrigo. Sí.

46:36
Fernando Platas. ¡Uf! Creo que me gustaría ver que el deporte es una política pública. ¿Y a qué me refiero? Porque se oye muy glamuroso. Que sea tan importante como aprender matemáticas. Y creo que hoy en día, con los temas sociales que tenemos, es una gran herramienta. Con el tema, insisto, y lo tengo que decir tal cual es, el tema de las adicciones, el tema de salud mental es importantísimo y es un tema que gracias al deporte, el ejercicio puede ayudar. Qué se refiere que sea una política pública, que sea accesible para todos, que tengas la oportunidad. No estoy hablando de medallas, estoy hablando de que un niño puede aprender el deporte que quiera, porque aparte eso es lo increíble, hay una gran variedad de deportes. Yo, me declaro fan de todos los deportes. ¿Por qué? Porque admiro lo que puede hacer el ser humano cuando se propone estos… Romper estos límites. Un récord, hacer estos cruces, en fin, me parece que siempre va a ser admirable. Pero la práctica del ejercicio termina siendo una herramienta de vida. ¿Cómo le enseñas al niño qué significa disciplina? ¿Cómo le enseñas que respete al contrincante? Que respete a la autoridad, que se sepa las reglas, ¿no? Que no reclame nada más por reclamar, que disfrute, que lo vuelva a intentar todos los días en un entrenamiento. Cómo le enseñas a un adulto a que recuerde que tenemos reglas, que la convivencia es importante, que al final del día tener esta parte de ser comunidad es importante tanto como mi proyecto personal, como tu proyecto. Y creo que es a través del ejercicio. Me gustaría voltear a ver en donde las escuelas de iniciación deportiva son importantísimas. Me gustaría. Soy otra generación, pero me gustaría volver a ver la clase de Educación Física, porque ahí es donde te enseña, ver a un niño que sabe correr, que sabe divertirse, que se sabe subir a un árbol, ¿no? Es lo que debería de ser. Necesitamos que los niños estén otra vez activos, pero también necesitamos que los adultos mayores, que la gente con una discapacidad, en todo eso ayuda el ejercicio. Eso es una política pública. Y no estoy hablando de la parte de medallas, porque al final el alto rendimiento pues es un porcentaje menor de la población. Es importante, sí, pero si sigue siendo importante la base. Entonces lo otro también va a ser importante. Hoy todavía hay papás que piensan, o mamás, o familiares que piensan que si el niño o la niña va a ser una práctica deportiva, pierde el tiempo, y no lo es. Me parece que eso es un tema de salud, es un tema de prevención. Les platiqué, mi mamá me llevó al deporte porque es la medicina preventiva, nunca me llevó para medallas y a lo mejor hablo desde mi contexto personal, pero a mí me gustaría ver que en el futuro esto es tan importante, que nuestros niños hagan ejercicio, que sea accesible para todo el mundo y que al final sea una herramienta que nos permite generar mejores seres humanos.

49:57
Diego. Hola, qué tal Fernando, mi nombre es Diego y pues para mí es un honor estar aquí frente a un campeón olímpico. Es infinitamente grato poder escucharte. Mi pregunta es, tú conoces a muchos atletas alrededor del mundo. ¿Tú crees que existe alguna diferencia entre esos atletas y pues nosotros, las personas comunes?

50:20
Fernando Platas. Creo que no. Creo que la diferencia puede ser al final este momento personal que tienen los atletas, pero es que partimos de lo mismo, son seres humanos iguales. Creo que cuando conoces a tanta gente que tiene estos resultados deportivos o yo en lo personal, lo que me sigue admirando es la persona, ¿sabes? O sea, sí, conoces al súper atleta y yo siempre voy a empezar por mexicanos. Conoces a un Julio César Chávez, conoces a un Canelo, conoces al “Checo”, conoces a un Dionisio Cerón”, Horacio Llamas, María Espinoza, Lorena Ochoa y te puedes seguir, porque, a ver, son de los mejores del mundo, ¡eh! Y los conoces. Y a mí lo que me sigue llamando la atención es la persona. O sea, qué sucedió con esa persona, qué fue la diferencia que tuvo con los demás. Por qué ella sí, por qué él sí y los demás, a lo mejor no lo creyeron, ¿qué sucedió? Pero a mí lo que me llama la atención siempre es la historia humana. ¿Quién hubo atrás? ¿Cuáles fueron los momentos buenos o malos? ¿Qué aprendió? Hoy cómo lo ves, hoy de qué habla. Y me parece que eso es lo que termina haciendo el deporte, porque al final el movimiento olímpico habla de ello. Tú puedes tener a un campeón olímpico, pero lo que habla es la historia humana. O sea, qué pasó con ese ser humano que terminó siendo campeón olímpico. ¿Qué proceso tuvo para llegar a él? Y a mí eso es lo que termina llamando la atención. Pero siempre, siempre veo a lo mejor unos temas en común. Uno, saben perfectamente quiénes son, saben su identidad, tienen claro de dónde vienen, qué ha pasado, cómo son y como un tema de de no estar divagando de dónde vienen, saben perfectamente su identidad. Dos, sabían perfectamente a dónde querían llegar. Algunos lo decían muy fuerte y a veces a los mexicanos no nos gusta, porqué es tan presumido, porque es el mejor del mundo. ¿Por qué no lo puede decir? Nosotros también lo podemos decir, pero lo tenía muy claro. Y segundo, estaba dispuesto a hacer el extra para llegar a eso. Él sí estaba dispuesto. No me gusta decir sacrificio. ¿Sabes por qué? Porque al final es lo que tienes que hacer para llegar. El atleta es muy buen ejemplo cuando vienen esos momentos difíciles y cómo los supera. Y los supera porque sabe quién es y a dónde quiere llegar y qué lo motiva para llegar. Yo conocí a mi primer medallista olímpico, Carlos Girón, en una alberca, como estamos platicando. Y le podía preguntar qué había pasado cuando ganaba su medalla. A Joaquín Capilla, a un Álvaro Gaxiola, todavía. A una gran tradición como Jesús Mena, Mary José Alcalá. Y entonces entiendes que los medallistas olímpicos son de carne y hueso y que la diferencia es todo lo que trabajaron. Y la parte mental de una gran tradición en donde México es potencia a nivel mundial. Hoy tenemos una gran generación como Osmar Olvera, Juan Manuel Celaya, Gaby Agúndez, Alejandra Astudillo, Randall Willars. Muchísimos, pero vienes de una tradición muy, muy grande y me parece que la diferencia entre, como decías, las personas comunes y estos grandes atletas termina siendo el valor de la persona. Y eso, sí es la diferencia cuando llegan a los grandes objetivos.

53:49
Isaac. Hola, qué tal Fernando. Yo soy Isaac, y antes que nada como deportista me gustaría darte las gracias. Siento que eres un paso a seguir como atleta mexicano. A mí me has enseñado disciplina. He tenido la oportunidad de ver varios entrenamientos tuyos y de verdad que yo… aspiro a ser como tú, tener esa dedicación sobre todo. Y como yo,

54:10
Fernando Platas. hay cientos de niños de jóvenes que por décadas te han admirado. ¿Qué consejo nos puedes dar a todos nosotros para cumplir nuestros sueños? Primero, antes que nada, muchas gracias Isaac. Ya me hiciste el día. ¿Qué consejo? Siempre me pregunto, ¿qué le diría Fernando, a ese Fernando de seis años a punto de entrar a la clase de clavados? Porque a lo mejor podría ayudarle a hacer algo más, y creo que lo primero que le diría es, escucha, ten paciencia y escucha, aprende de los demás. Yo creo que esa fue la lección que más trabajo me costó aprender, escuchar de los demás, aprender de los demás, porque cuando las cosas van funcionando y te subes este tren de logros, te crees Superman y no te das cuenta que mucha gente alrededor te está aportando muchas cosas. Que hay que aprovechar el tiempo siendo muy eficiente, porque aunque tienes 6, 10, 15, 18, 20 años, el tiempo vuela y las oportunidades no se repiten, no se repiten. Por más que tú quieras cambiar la historia, no se repite y que al final lo que logras lo logras por ti mismo. Creo que sería lo que les diría es, vivanlo apasionado, aprendan de los demás, no pierdan el hambre de que tienen ese niño, ese jovencito de quererse comer el mundo. No la pierdas, no la pierdas, porque ese es el motor. No pierdas la gran virtud de soñar. Yo creo que sí es una virtud. Yo si algo no lo sueño no lo puedo materializar. La diferencia es quedarte soñando. No pasa nada. Hay que soñar y ponerse a trabajar. Esa es la gran diferencia, pero que la virtud de los niños, el tiempo vuela y esas virtudes se pueden acabar si no las trabajamos todos los días. Es lo que le diría a ese Fernando. Que aproveche ese momento, que aprenda, que no pierda la pasión y sobre todo, que que trate de seguir sonriendo todos los días.

56:34
Carmen. Hola Fernando, buenas tardes. Mi nombre es Carmen. Súper contenta de conocerte y también nos regresas a muchos momentos padrísimos de las Olimpiadas. Más que preguntar, me gustaría que nos narraras el momento que ganas tu medalla olímpica.

56:56
Fernando Platas. Déjame ver si me acuerdo. Mi medalla fue el 26 de septiembre del 2000, ocho de la noche en Sídney, cuatro de la mañana en México. Pero mi medalla empezó un día antes porque se tiró la preliminar y la semifinal. En aquel entonces la semifinal la tirabas con clavados obligatorios. Los clavados obligatorios son los clavos sencillitos. Ahora ya no se tiran porque es muy aburrido, puros clavados libres, pero era como la parte artística y técnica, en la cual yo era muy malo. Yo tiraba muy mal mis obligatorios, siempre empezaba la competencia 15 puntos abajo y ese fue un tema estratégico. De esos 250 clavados que les decía, pues yo creo que como 100 eran puros clavados obligatorios, porque era la diferencia. Yo era muy bueno en los libres y siempre esos 15 puntos los terminaba recuperando, pero perdía la competencia por cinco. Matemática pura y entonces trabajamos eso. La semifinal del día anterior, yo me sentí muy bien. Salgo y le digo a mi entrenador Jorge, ¿cómo viste?, me dice, ¿quieres saber?, le dije no, hasta mañana digo hasta en la noche. Era en la mañana, en la noche. Le digo, no, hasta en la noche me dices. Estuvimos tranquilos platicando, vimos el voleibol de sala en Juegos Olímpicos. Increíble. Lo estuvimos un rato y salimos hacia la alberca y vamos en el camión y me dice Jorge, ¿ya quieres saber qué hiciste en los obligatorios?. Le dije, ya dame la puntuación. Me dice, pasaste en segundo lugar, me dice, a menos de cuatro puntos del primero. Entonces mi cabeza me dio vueltas y lo primero que dije es, ya funcionó el trabajo, ya estamos ahí. Nunca nos imaginamos una competencia fácil, siempre nos imaginamos una final cerrada, que en el último clavado se iba a definir porque, como les decía, Xiong Ni no era un desconocido. Era el campeón olímpico de la prueba. Y Dmitri Sautin además de ser un gran amigo, era increíble compitiendo. Nosotros decíamos que era un asesino a sueldo, o sea, te veía y te mataba. No había manera. Tú no la podías regar. Así era Sautin, muy competitivo, mecánico, casi exacto en las ejecuciones. Y frente a eso nos íbamos a enfrentar. Sautin había roto el récord de puntos seis meses antes de Juegos Olímpicos, pero nosotros le apostabamos a que nosotros íbamos a llevar la presión de la competencia. El orden que se tira es el orden inverso, por lo tanto tiraba primero yo, después Dmitri Sautin y tercero Xiong Ni. Es como pasamos a la final y como les digo, clavado por clavado fue guerra civil. Más o menos un medio punto de un juez en aquel entonces hoy son más puntos, pero haces 10, 15 puntos de diferencia. Entonces, si tú te separabas de los ochos, ochos y medios, te iban a sacar mucha puntuación. Todo el tiempo, todo el tiempo la diferencia entre el primero al cuarto lugar no excedía de los cinco puntos. Penúltima ronda, el segundo chino falla el clavado y se separa el grupo a tres competidores nada más. Dmitri Sautin casi nos saca 15 puntos en ese clavado y viene la última ronda. Yo salía de un pasillo, pasaba frente a Jorge Rueda y le decía, voy tal clavado. Y Jorge me decía, los brazos, etcétera, etcétera. En ese último clavado, dos y media vueltas al frente con dos giros.

01:00:08
Fernando Platas. Llego con Jorge y Jorge me dice, ¿qué vas a hacer?. Y le digo, brincar mucho y estirar los brazos, porque me lo corrigió miles de veces. En ese clavado me corregía miles de veces lo mismo. Entonces Jorge se ríe. Pero Jorge tenía esa magia para saber qué decirte, porque sabía que decirle a Mary José Alcalá, a Carlos Girón, a Jesús, para que compitieran bien. Y a mí me dice Fer, la alberca es tuya, tú ya sabes qué hacer. Yo ya sé qué va a pasar. Yo vengo a disfrutar la competencia. Jala la silla y se sienta y dice, yo lo voy a disfrutar. ¿Tú?, yo también. Y como se los cuento. Lo que hice fue lo que hice 250 veces todos los días, puse las chanclas en el mismo lugar. La gamuza la doblé igual que siempre, sobre las chanclas. Me recuerdo hasta que en el tercer escalón de la alberca para subir a tres metros, el plástico estaba separado como si fuera una herradura. Me recuerdo que había tres manchas en mi trampolín blancas, que en algún momento que pintaron cayeron tres gotitas. Sabía perfectamente dónde estaban los seis micrófonos que ponen alrededor del trampolín para que ustedes escuchen el sonido local. La robótica que tienes en la espalda. Se veía enfrente la torre, la que cae desde los diez metros, ves todo. Tienes una sensibilidad impresionante. Me paro en el trampolín, mis talones tenían que estar justo en los dos tornillos que están al final del trampolín. Sentía los tornillos y estaba listo. Y escuchas, Fernando Platas, 51-54 D. Y la alberca se queda callada. Escuchas todo. El chorrito hagan de cuenta que lo tienes aquí, se escucha perfecto. ¿Te tiemblan las piernas? ¡Por supuesto! ¿Se te sale el corazón? ¡Claro! La diferencia es que yo sabía qué hacer. Y lo primero que pensé es de cabecita. Nada, igual que como lo hago todos los días. Y así fue. El clavadista en el aire va viendo las vueltas, sabe dónde está el techo, el agua, es parte del entrenamiento. Yo me acuerdo salir, ver el agua, mis giros. Vuelvo a ver el agua, meto mis manos y sientes como entra el cuerpo, ‘pac’. ¿Se han echado una bombita en una alberca? Así, como se llena de burbujas. Igual, nada más que aquí sabes perfectamente hasta en qué momento entró el dedo gordo del pie. Y abajo., lo único dije, ¡ya! Salí nadando. Yo no veo de lejos, uso lentes. En ese momento veía todo, todo. Volteo, veo mis calificaciones, ochos, ochos y medios. Yo sabía en cada clavado qué calificación tenía que tener. Ya habíamos levantado, así que hicimos números.

01:03:24
Fernando Platas. Lo que sí les tengo que contar es que a partir de ahí, al llegar con Jorge otra vez, se me doblaban las piernas. Siempre les digo que como potrillo recién nacido, o sea, no podía. Llego con Jorge y le digo Jorge, ahorita si estoy nervioso, y Jorge, me dice: “ya eres medallista olímpico”. ‘Uff’, como olla express. Ya, la tercera es la vencida. Pero me agarra del hombro y me dice no te vayas, dice, Sautin no puede del nervio, no te vayas, quédate, y le digo, no, espérame, quédate. Y cuando volteamos vemos a Sautin que sale en su clavado y cae corto. Volteo a ver las puntuaciones y Sautin hace 703.20, y yo hice 708.42. Y nosotros habíamos planeado que si le ganamos a Sautin, ganamos la competencia. Entonces volteo a ver a Jorge y me dice: “y el chino más”. Le dije no, ya, yo estoy muy nervioso. Me dice quédate, es tu momento y me hago un ladito de Jorge, volteo a ver a Xiong Ni, mueve los talones, sale en su clavado y lo veo que entra y Jorge me volteó a ver con los ojos ¡inmensos! ¡Inmensos! Me agarra el hombro, volteamos los dos a ver la pantalla y sale. Primer lugar, Xiong Ni, 708.72, y yo hice 708.42. Y lo único que pude hacer es abrazar a Jorge. Ver a este entrenador tan intenso en algún momento, hasta rudo, no, porque ese era Jorge. Él sabía que era su manera de exigirme y lo veo romper en llanto. Pagas por eso, es tu equipo. Camino hacia el pasillo, hacia el protocolo de premiación y veo bajar de una escalera a Carlos Girón, a Jesús Mena, a Mercenario y a Ernesto Canto. Y aunque digan lo que digan, ninguno de los cuatro podía hablar, emocionados. El único que puedo decir algo fue Carlos Girón. Vete por tu medalla. Es magia pura.

01:06:21
Kinich. Hola Fernando, mi nombre es Kinich. Me gustaría saber que de forma personal. ¿Quién es la persona que tú tomaste como ejemplo a seguir o admiras?

01:06:32
Fernando Platas. ¿A quién admiro? Híjole, la verdad es que el deporte me ha dado la fortuna de que, hay mucha gente que ha tocado mi vida, sabes, en muchos sentidos, buenos momentos, malos momentos. Pero primero a mi papá y a mi mamá, sin lugar a dudas. Yo no sé cómo le hicieron, pero de verdad es que nunca perdí la motivación. Cuando perdí el piso me supieron ordenar y creo que me dieron bases para siempre tener la humildad de saber en dónde estás parado y qué quieres hacer, y en su momento también tener bien los pies en el piso porque sabes que el tiempo pasa. Joaquín Capilla decía que: “cada paso que das después de ganar tu medalla y bajarte del pódium es un día menos de fama”. Y así sucede. Pero ahora lo disfrutas de otra manera, ahora no llegan y me dicen: ay me da su autógrafo. El papá dice al niño, este señor, alguna vez. Y te voy a enseñar el video y a mí me emociona. Yo como viejito me emociona y me tomo el tiempo y la verdad lo disfruto. Mi papá sin lugar a duda, era un gran tipo. Tenía unos comentarios que hoy me acuerdo mucho más y dices qué sabiduría, los dichos, ¿no? De los papás. Y siempre lo hizo, toda la vida. Mis entrenadores, o sea, Salvador Sobrino fue mi primer entrenador y me enseñó la historia de mi deporte, me hizo apasionarme y saber que Joaquín Capilla fue uno de los máximos a nivel mundial, que Juan Botella era un mejor clavadista hasta que Greg Louganis. Que Carlos Girón, compitió frente estas grandes leyendas como Klaus Dibiasi y Giorgio Cagniotto y hizo que yo fuera un atleta con una personalidad y una manera de ser. Gustavo Osorio fue mi otro entrenador, fue un gran amigo, me permitió ser como era yo, a veces dicharachero, serio, como soy, ¿sabes? No tratar de ser alguien más que no eres. Y eso siempre se lo voy a agradecer porque me permitió desarrollarme mucho como persona. Y Jorge Rueda llegó en el resumen, me supo llevar, llegamos al resultado que todo atleta quiere, pero sobre todo me permitió retirarme, creo que de la mejor manera que pude haberlo hecho, en Juegos Olímpicos, en otra final, disfrutando mi deporte, veo mi deporte y me apasiona, me emociona transmitir qué está pasando en mi deporte. El doctor Rubin fue el doctor que me operó mi fractura y terminó siendo un segundo papá. Iba por una semana a la operación y tratar de rehabilitarme y me quedé seis meses viviendo en su casa. Cocinando, aprendiendo. A Judy, su esposa le digo mamá, ¿por qué? Porque son personas que marcan tu vida. Mis amigos de toda la vida, compañeros. Obviamente tienes atletas, sin lugar a dudas. Yo soy de una generación que creo que hay un antes y después del deporte mundial con Michael Jordan. Porque por algo me gusta la mercadotecnia deportiva. Todo lo que se dio con Michael Jordan o hasta el día de hoy, sigue siendo Michael Jordan. Pero también yo siempre voy a reconocer las historias de mexicanos. A mí en algún momento me dieron un librito que decía: Medallistas olímpicos de México. Y entonces imagínate a los 12 años llegar al Comité Olímpico y ver a Raúl González, Ernesto Canto. Ernesto Canto nunca conoció la plata. Y siempre, en paz descanse, Ernesto, siempre me cargaba mi mochila, me decía: ¿qué se siente ser segundo?

01:09:48
Fernando Platas. Siempre fue primero. Raúl González, doble medallista olímpico, de los pocos que hemos tenido en los mismos juegos y además ganó pruebas que todo mundo decía es imposible ganar, 20 kilómetros, 50 kilómetros. Y si quieres de ahí me voy con un Julio César Chávez, con Ricardo “El Finito” López, con Horacio Llamas, con muchos que no solamente son mis amigos, sino son esos fuera de serie que creo que no hemos reconocido porque a lo mejor tenemos otros ejemplos, ¿no? Una Lorena Ochoa, ¡Increíble! María del Rosario, hoy en día es nuestra máxima medallista olímpica viva y que de verdad es un gran ser humano. Tengo la fortuna de conocer a tanta gente que para mí termina siendo inspiración y creo que termina siendo un ejemplo de vida. Y eso, eso lo hace el deporte, lo hace porque terminas creciendo en una gran familia. Yo primero agradecerles a ustedes por tomarse el tiempo y escuchar mi historia de vida, mi experiencia. Se las comparto con todo el cariño, porque creo que como se los dije al principio, si no la compartes no tiene ningún valor. Y sí, sí creo firmemente que trascender es tratar de ayudar a los demás a que lleguen a una mejor versión de ellos. Yo el mejor consejo que les daría es platicar con uno mismo. Hay veces que que creemos que es, que no es necesario, ¿no? Es más importante platicarle a tu amigo, oye, fíjate, hoy tuve un día malo y… porque sientes el apapacho. Pero cuando platicas contigo mismo puede ser el mejor juez o el peor juez. Yo creo que muchas veces era mi peor juez, pero me ayudaba mucho a saber de verdad qué quería ser, por qué lo estaba haciendo, a dónde quería llegar. Y yo siempre recomiendo a la gente que así como hoy yo les estoy compartiendo mi experiencia, es la lista de las cosas que a mí me han funcionado. Es las cosas por las que he pasado y que creo que al final aprendí de ellas. Pero de repente tómense su tiempo, platiquen con ustedes, pregúntense qué quieren. A lo mejor en el día a día es tanto el ajetreo que tenemos, que no te tomas 20 minutos para verte al espejo y decirte de dónde vengo, de dónde salí, cuál es tu plan de vida. Siempre con el tema de los jóvenes. A mí me gusta mucho preguntarles, ¿cuál es su plan de vida? Porque yo me acuerdo mucho tener un plan de vida cuando tenía 19. Abres y cierras los ojos y tienes 52, y estás casado, los niños, y esto sigue moviéndose, así de rápido se va. Y la otra que es parte de como soy y como me gusta vivir las cosas. Vean cómo cuentan su historia, con qué pasión cuentas tu historia. Estás apasionado en lo que estás haciendo o nada más estás pasando por pasar, pero a ti no te puedes mentir. ¿Qué tan apasionado estás contando a dónde quieres llegar y lo que quieres hacer? Porque a mí cuando me preguntaban ¿vas a ser medallista olímpico en Sidney? Y puedes ser abanderado, yo les decía estoy para eso y más.

01:13:08
Fernando Platas. No me gustaba decírselo a todo mundo, pero a la gente que me lo preguntaba se lo decía, porque estás seguro de lo que estás haciendo y esta platica contigo mismo, ayuda, ayuda a ver cuando tienes dudas porque tienes que ser honesto y decir no sé si puedo, soy humano, tengo miedo, pero una vez aceptándolo puedes mejorarlo, porque eso pasa en clavados. Cuando tú llegas a la orilla de la plataforma de diez metros y ves para abajo, todo mundo dice algo pasa. Sí algo pasa, se llama miedo y no te puedes mover y el único que se puede mover eres tú. Tú eres el que se da la oportunidad de darte la opción de dar el paso nada más y vencer tus miedos. Y esa es una lección de vida increíble. Los aviones no alzan el vuelo con el viento a favor. Los aviones levantan el vuelo con el viento en contra. No sabemos qué fuerte somos hasta que la última opción que tenemos es ser fuertes. Entonces la tomamos. Vale la pena platicarse con uno mismo, apapacharse, a veces regañarse, háganlo. El mejor consejo, yo hasta el día de hoy lo hago. Me paro en el espejo y digo: y ahora cómo le hago para que mi hijo me haga caso. Porque todos son retos. Y yo, por último, nada más decirles que mi deporte me dio la última lección de vida, que es tener humildad. Cuando tú te subes a diez metros y estás parado de manos y sientes las piernitas que te van de un lado a otro, ves las manos y a diez metros la altura. Pues sabes que el mejor lugar donde puedes tener los pies es en el piso. Y pasan los años y pasan los años. Y cuando uno está seguro quién es, a dónde quiere ir. Sin lugar a dudas, las cosas crecen más. Y hoy, este país necesita de jóvenes y señoritas que quieran tener esa hambre de ser líderes. Pero con los pies bien puestos, porque necesitamos mucho más identidad en este país. De verdad, gracias por su tiempo y Dios los bendiga.