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“Los presos me enseñaron un mundo desconocido”

Elena Poniatowska

“Los presos me enseñaron un mundo desconocido”

Elena Poniatowska

Escritora


Creando oportunidades

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Elena Poniatowska

Elena Poniatowska, figura emblemática de la literatura y periodismo de habla hispana, nació en París en 1932 y llegó a México a los diez años. Su madre, de origen mexicano, le inculcó un profundo amor por el país que se convertiría en su hogar. Educada en un convento en Filadelfia, desde joven mostró interés por la escritura, publicando sus primeros textos en inglés. A los 21 años, inició su carrera en el periódico Excélsior, donde tuvo la oportunidad de entrevistar a personalidades como Diego Rivera y María Félix, Carlos Fuentes o Cantinflas, por nombrar algunos. Su estilo único y su capacidad para captar la esencia de sus entrevistados la llevaron a revolucionar el género de la entrevista. Poniatowska es autora de obras significativas como "La noche de Tlatelolco", que documenta la masacre estudiantil de 1968, y "Hasta no verte, Jesús mío", basada en la vida de una soldadora de la Revolución Mexicana. Su compromiso con las causas sociales y su habilidad para dar voz a los marginados han sido constantes en su trayectoria. En 2013 recibió el Premio Cervantes, consolidando su legado como una de las escritoras más influyentes en español.


Transcripción

00:19
Elena Poniatowska. Yo soy Elena Poniatowska Amor. Siempre me mochan el apellido de mi madre. Estudié en un convento de monjas y pedía perdón, todo el día pedía perdón por los pecados que aún no cometía. Siempre me gustó escribir. Había una revista que se llamaba «The Current Literary Coin», el centavo corriente literario. Y entonces allí podíamos publicar en esa revista. Entonces yo publiqué sobre Napoleón, sobre lo que significa no tener nada que ponerse, pero en el sentido de niña consentida que tiene tantos vestidos que no sabe cuál escoger. Entonces empecé escribiendo eso en inglés y siempre me premiaban las monjas. Así que fue bonito para mí. Y a los 21 años entré a un periódico a hacer preguntas sobre el mundo y sobre todo lo que yo no sabía. Y tuve gran, gran suerte porque pude entrevistar a Diego Rivera, a Luis Buñuel, a Dolores del Río, a María Félix, a Cantinflas, que por cierto se enojó conmigo, dijo que yo no había preparado las preguntas bien. Pero bueno, me tuvo que aguantar porque su médico era un tío mío.

02:11
Jimena. Hola, yo soy Jimena y es un placer tenerla frente a mí. Por usted estudió periodismo y lo que le quiero preguntar es cómo fueron sus primeros años en México y qué le ha aportado la cultura de mi país.

02:24
Elena Poniatowska. Bueno, mi madre es mexicana, se llama María Dolores Amor, pero como se oía un poco raro eso, Dolores de Amor, entonces le pusieron como se llamaba a su padre, Pablo Amor. Era una familia de hacendados y recuerdo que un día que dije que yo adoraba a Emiliano Zapata y que los mejores ojos de México era la mirada de Emiliano Zapata, pues me dijeron que no les gustó, se enojaron conmigo. Dijeron, pero si nos quitó nuestra hacienda, nos quitó nuestra tierra. Pero bueno, Zapata sigue siendo para mí la mejor mirada de México. Mi padre estaba en la guerra, en 1942, él se fue a España para alcanzar al general de Gaulle, alto, alto así, a Argelia, allí lo alcanzó, él se quedó. Mi madre también utilizó el uniforme militar porque manejó una ambulancia también durante la guerra. Yo tenía 10 años y México nos abrió los brazos. Llegué a la calle de Berlín, en la colonia Juárez, teníamos una abuela, Elena Iturbe de Amor, que recogía perros en la calle, animales lastimados, e incluso los perros adivinaban que ella no les iba a lastimar porque había perros machucados, que les faltaba una pata, y ella se los llevaba a su casa, los curaba, y como yo soy muy perrita también, mi abuela me quiso y viví con ella toda su vida. E incluso, como la quise mucho, me heredó su casa con todo y perros. Y esa casa después se convirtió en la editorial Siglo XXI.

04:50
Gaby. Hola, Helenita, mucho gusto, soy Gaby Ornelas, y la verdad estoy requete contenta de tener la oportunidad de conocerte en persona. Y agradecerte y darte mi reconocimiento por tu gran trayectoria, que revolucionaste la forma de hacer entrevistas con muy, muy peculiar estilo y un buen sentido del humor. Y sobre ese sentido, en una época donde las mujeres no estudiaban o no tenían la oportunidad de trabajar, ¿qué te motivó para estudiar periodismo?

05:25
Elena Poniatowsk. Bueno, qué bonita pregunta, porque me rejuvenece por lo menos 90 años, o casi 80. Me inicié en el periódico Excelsior en 1953, 1954. Llevé un artículo a Excelsior y lo publicaron de inmediato. Era una entrevista con el embajador de Estados Unidos, un señor muy buena gente de pelo blanco, Francis White, y yo lo encontré, acompañé a mi mamá a un cóctel y le dije, «Ay, dile a ese viejito que soy periodista, pura mentira». Y entonces él dijo, «Sí, sí, good child, good child», y me hizo así en la cabeza, «Let her come to my office tomorrow», que venga mañana a mi oficina. Yo no sabía ni qué preguntarle. Le pregunté cuatro tonterías y el periódico lo publicó al día siguiente, porque había mucha tendencia. La embajada de Estados Unidos tenía como gran fuerza en México, gran preeminencia. Estaba en la zona rosa de México y entonces de inmediato la publicaron y el director de la sección de sociales, no la sección política, sino sociales, me dijo, «Tráigame una mañana, una entrevista mañana», y dije, «¿Ahora sí qué hago?» Y me fui caminando por la avenida Juárez y ahí vi, «Amalia Rodríguez canta fados portugueses», y que me meto, no sabía ni lo, bueno, no sabía lo que era un fado, no sabía nada, y ella muy amable me recibió. Me llamó mucho la atención porque tenía, era temprano en la mañana y tenía un pijama así lleno de encajes en los lugares más estratégicos de la tierra. Y dije, «Ay, Dios». Pero la entrevisté, mandó llamar a su guitarrista y ya se hizo una chorchita y la publicaron de nuevo también.

08:16
Ernesto. Helenita, muy buenos días. Es un gran gusto tenerte entre nosotros. Soy tu servidor Ernesto Flores Vega. Me parece que en tu extensa obra y en los diversos géneros que has abordado, ya sea la entrevista, la crónica, el testimonio, la novela, queda muy claro que has sido toda tu vida una mujer muy curiosa. Yo te quiero preguntar, ¿cuál es la importancia de la curiosidad y cómo ha marcado tu vida?

 

En 1953 me inicié y veía que yo tenía también posibilidad de conocer a Dolores del Río, de conocer a Diego Rivera, al doctor Atl, a María Félix, que era sumamente amable, a los grandes personajes de la época, también a Tongolele, que bailaba así. Pero tenía posibilidad de irlos a ver y así hacía yo la cita, me presentaba allí y les hacía las preguntas. Alguna vez ya después empecé a prepararlas, pero les hacía las preguntas que con gran generosidad, hasta con una sonrisa me contestaban. Y eso a mí me dio ánimos para seguir. Yo me compré una grabadora que era como una petaca, una maleta, bastante pesada y empecé a hacer, pero primero las hice en taquigrafía, las hice con una libreta, apuntaba y apuntaba. Y eso a la gente le gustaba mucho más que la grabadora, porque en la grabadora no puedes nunca decir que no dijiste lo que se publica. Entonces yo anduve mucho tiempo con una libreta. Quería conocer más a mi país, quería tener acceso a los grandes hombres, a los personajes de mi país. A Diego Rivera no lo querían nada en mi casa, porque pintó encuerada así como un pescadito color de rosa, a mi tía Pita Amor, Guadalupe Amor. Entonces no lo querían, pero ella estaba muy satisfecha, porque Adolfo López Mateos en esa época inauguró una gran, gran exposición de Diego Rivera, una exposición de la obra desde que era niño, completa, y Pita se paró al lado del cuadro muy grande de ella, desnuda, y le dijo al presidente López Mateos, este retrato, señor presidente, es un retrato del alma. Y el presidente le dijo, ay, pues qué alma tan rosita tiene usted.

 

Yo creo que para una carrera científica también, mi esposo fue Guillermo Haro, el fundador de la astronomía moderna en México. Ahí sí es conocer el universo, fijarse en las estrellas Tetauri o las estrellas azules, estudiarlas a fondo, pues creo que fue muy, muy esencial en su vida y te da una razón de vida. No es solo la curiosidad, es también algo más profundo que se llama vocación.

12:27
Susy. Buenas tardes, doctora Elena. Es un gusto estar aquí. Soy Susy, soy egresada de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y usted siempre fue un referente y una inspiración en nuestras clases de escritura y de periodismo. Y hablando de inspiración, me gustaría preguntarle, ¿qué le inspiró a escribir su primer libro y cómo hizo para mantener esa inspiración durante toda su trayectoria?

12:47
Elena Poniatowska. No es inspiración, no es así que está uno esperando a ver si se aparece un ángel, tu ángel de la guarda o un diablo y te dicta qué vas a decir. Es un trabajo, es un trabajo como acomodar las sillas de aquí, sentarse en los escalones, es un trabajo, es un oficio que se va adquiriendo. Empieza uno con muchísimo temor, pero de tanto estar dale y dale y dale, acaba uno haciéndolo mejor y cada vez mejor. Es como un zapatero, que tus primeros zapatos salen mal o salen deficientes y te los devuelven por mal hechos. Escribir no tiene más pretensión que hacerlo bien, eso es lo que importa. No escribir o largo, largo, largo, que te aburres, o escribir demasiado corto que todo el mundo se queda con ganas de saber más. Una novela es escribir a partir de experiencias más largas o de reflexiones más largas, pero el cambio en la escritura, el estilo se adquiere de inmediato casi, se adquiere con las primeras entrevistas.

14:16
Elena Poniatowska. Como partía yo de las voces de la gente, pues me quedó bien, por ejemplo, y como partía yo hasta no verte Jesús mío, que es la vida de una soldadera en la Revolución Mexicana. Yo la oí hablar, decía muchas groserías en una azotea, ella estaba allí, estaban los lavaderos arriba en la calle de Revillagigedo, y me encantó cómo se enojaba y cómo hablaba y con qué fuerza lo hacía. Y le fui a decir que la quería oír, que la quería ir a entrevistar, y me dijo «no, no, yo no tengo campo», como diciendo a esa niña rota que no me venga a quitar todo lo que tengo yo que hacer. Pero después la convencí de tanta insistencia y ya fui, hasta que un día que llegué tardísimo la encontré en la esquina de la calle esperándome. Entonces ya me di… y me dice «ay, ¿por qué llega tarde?», con mucho orgullo, y entonces ya me di cuenta de que ya había una relación de muchísimo cariño.

 

Escribí una novelita chiquita que se llamó «Lilus Kikus», que es la historia de una niña, sus sorpresas, su primer enamoramiento, su amor a los demás, a los animales, su descubrimiento del océano, del mar, sus idas a Acapulco, donde la vida es más bonita. Y entonces con eso hice unos capítulos pequeños que sirvieron como para armar un libro que inició una colección muy, muy importante que se llamó «Los presentes», en donde después publicaron autores de gran valía, de gran importancia, como fue Carlos Fuentes. Carlos Fuentes era muy guapo, pero no bailaba muy bien, daba muchos pisotones, pero sí era muy guapo.

16:47
Susana. Hola, Helenita, mi nombre es Susana, admiro mucho tu trayectoria, y mi pregunta para ti es, ¿qué importancia tiene el papel de las mujeres en la literatura y qué camino falta por recorrer?

16:58
Elena Poniatowska. Fíjate que el mayor escritor de toda América Latina es nada menos que una mujer, Sor Juana Inés de la Cruz, mexicana, nacida en Nepantla. Religiosa. No hay mayor escritor en toda América Latina que Sor Juana Inés de la Cruz. Entonces las mujeres están cubiertas por un manto extraordinario de una poeta extraordinaria que fue doña Sor Juana Inés de la Cruz, que fue, pues yo creo que nos salva a todas las mujeres. Después ha habido otras buenísimas novelistas, ahí está Rosario Castellanos, que es buenísima novelista de Chiapas, que retrata a su estado. Está también Elena Garro, que fue la mujer de Octavio Paz, y declaró que ella vivía en contra de Octavio Paz. Es decir, para negar todo lo que había sido para ella, o lo que era Octavio Paz, fue una obra llamada, o que ella calificó, de en contra de. Y ahí sí me parece doloroso, porque yo creo que en la vida no se puede hacer nada en contra de, porque acaba uno haciéndolo en contra de uno mismo. Las mujeres en los periódicos eran renegadas a una sección que se llamaba «Sociales», donde se retrataban, o se, sí, figuraban bodas, «showers», que es una palabra en inglés, ¿no? Chubascos, chubascos de regalos. Antes de que una novia tomara sus velos blancos y entrara a la iglesia a casarse, le hacían showers a señoras ricas, o a muchachas ricas, de cocina, de mantelería, de sábanas, de una serie de cosas que a mí me parecían bastante inútiles. Y yo me acuerdo que hice cantidad de crónicas como «Cronista de Sociales», de showers para novias y para futuras esposas de hombres de la política, ¿no?

19:46
Elena Poniatowska. Fue al mismo tiempo que empecé a entrevistar a Jesúsa Palancares, que era una mujer muy pobre, una mujer que limpiaba en un taller una vez por semana, que también se llevaba la ropa de los obreros para lavarla en un lavadero público, porque vivía en una vecindad y ahí había que tomar, no se podía uno quedar mucho tiempo sentado en el excusado porque luego te tocaban, no podías utilizar mucha agua en los lavaderos porque le tenía que tocar a otros. En la vida de una vecindad, donde tenías que ser además muy prudente, porque si un marido o un novio o un amante le daba una paliza a una mujer al lado de tu cuartito, o de tu, este, si tú decías algo, todo el mundo se echaba encima. Entonces era una vida de mucha prudencia, de mucho cuidado, de mucho «con permiso, con permiso, con permisito» para no tener problemas. Y eso pues yo lo viví, bueno no lo viví, pero lo vi y me llegó mucho al corazón el cuidado con el que se tiene que vivir en una vecindad, el respeto a los demás, incluso a sus pleitos, a sus tristezas, a sus pérdidas y a sus borracheras, porque en tiempo de posadas se hacían muchas fiestas.

21:33
Elena Poniatowska. La mujer en México es nada menos que Claudia Sheinbaum, es la presidenta de la República, una mujer universitaria, respetada por todos, inteligente, que conoce bien al país, que todos yo tengo personalmente por ella una gran admiración, tanto por su carrera universitaria como por su formación política, que es muy notable. Pero yo creo que ya hay muchísimas universitarias, muchísimas mujeres en el Politécnico, muchísimas mujeres que incluso avanzan antes que los hombres, porque vino hace años Susan Sontag, una gran escritora norteamericana y dijo, una gran, muy conocida, conocida en el mundo entero, al igual que una francesa Giselle Halimi, y dijo que en ningún país las mujeres le habían hecho preguntas más inteligentes que en México.

22:43
Mauricio. Querida y admirada Elenita, soy Mauricio Jiménez y primero que nada quiero darte las gracias por haber escrito tu libro «La noche del Tlatelolco» y que con ello le diste voz a mucha gente que no pudo haber expresado y que con tus palabras nos hiciste sentir y vibrar ese momento. Yo quiero preguntarte, ¿cómo fue y qué aprendizaje tuviste de estas personas?

23:25
Elena Poniatowska. Bueno, te agradezco mucho esa pregunta porque me llega al corazón. El 2 de octubre acababa de tener a mi hijo Felipe, el segundo de mis hijos, y no fui a la noche, la tarde del 2 de octubre, a la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, pero en la noche me llamó por teléfono María Alicia Martínez Medrano, que quise muchísimo, la fundadora del Teatro Campesino en México, y me dijo «tienes que ir a Tlatelolco porque es horrible lo que sucedió» y me fui a las 7 de la mañana y todavía había soldados que estaban allí, había fosas llenas de zapatos de mujer, zapatos de tacón de las mujeres que huyeron, los vidrios de las tiendas, tienditas pequeñas que están en el primer piso debajo de Tlatelolco, en los edificios, estaban todos, todas rotos de que habían llegado balazos allí, las puertas de los elevadores también estaban perforadas y los elevadores paralizados, abiertos, en fin, era un espectáculo terrible, doloroso, bueno, lo que más me marcó fueron la cantidad de zapatos de mujer, de tacón, entonces llegué, regresé a la casa y empecé a entrevistar, a hablarle por teléfono a la gran María Alicia Martínez Medrano, a ir a distintas casas, a distintos departamentos de Tlatelolco que estaban todavía muy asustados y a entrevistar y así hice, bueno, poco a poco La Noche de Tlatelolco, fue recoger voces dolientes, madres de familia que después vinieron a mi casa y sobre todo yo soy una experta visitadora de Lecumberri, la cárcel preventiva.

25:54
Elena Poniatowska. Fui muchas veces allí y fui la primera vez gracias a un preso, Jesús Sánchez García, que me dijo que por favor viniera a verlo, viniera a ver las celdas y conociera a los presos y platicara con ellos y en esa época estuvo preso un extraordinario muralista, pintor muy controvertido que se llamaba David Alfaro Siqueiros, su mujer Angélica Arenal le llevaba la comida todos los días porque no le parecía el rancho que se le daba a los demás presos, entonces yo acostumbré ir los domingos a hacer entrevistas y luego conocí a un general Martín del Campo que me dijo que si yo quería podía ir entre semana, entonces entrevisté a muchos presos y tuve el enorme privilegio de llevar a la cárcel a un cineasta muy notable, muy amoroso que se llamó Luis Buñuel, que es uno de los grandes de la cinematografía mundial.

27:18
Elena Poniatowska. Los presos me enseñaron un mundo desconocido para una niña bien, una niña privilegiada, una niña que tenía casa, jardín, comida, las tres comidas al día, una niña que era muy cuidada, una niña que estudió además en Estados Unidos, tres años en un convento de monjas en Filadelfia, un convento muy aislado porque recuerdo que sólo había un hospital para locos, bueno que los encerraban, el convento y la estación del tren que llegaba a un trenecito que nos llevaba a la ciudad de Filadelfia, se llamaba el pueblo Torresdale y allí en ese convento aprendí la disciplina, levantarse a las seis de la mañana, regaderarse rápido con agua fría y estudiar y estudiar. A mí siempre me gustó mucho la poesía, el idioma inglés que había aprendido antes en México, en el Windsor School, que también me encantó la directora del Windsor School y luego ya aprender también mucho de la literatura, incluso memorizar poemas en inglés, Elizabeth Barrett Browning, «How Do I Love Thee, let Me Count The Ways» y muchas canciones en inglés también, «Tea for two and two for tea», «Me for you and you for me», puras canciones. «Nobody Near Us to See Us and Hear Us», quién sabe qué, así.

29:23
Daniel. Hola Elena, mi nombre es Daniel Romero Cejas, soy egresado de la Universidad de la UAI, es un placer estar frente de ti. Te quiero preguntar en relación a todo esto que has mencionado, que tu profesión es muy empática con las personas, ¿cómo nosotros podemos implementar esa empatía que tú tienes en tu profesión y en qué nos puede servir?

29:53
Elena Poniatowska. Bueno, todos tenemos un afán de pertenecer al mundo, también queremos que nos quieran, queremos que querer a la gente, pero que haya un intercambio, porque la vida es eso, un ir y venir, el amor es eso también, el amor entre las parejas pares, el amor del gran poeta López Velarde, pero también el amor de nosotros, de unos por otros, y el amor a la hora de las grandes tragedias, como fue por ejemplo el terremoto de 1959, luego también hubo dos terremotos, que era poder ir a los edificios que habían caído en escombros, y recuerdo que una vez subí a un edificio en la colonia Juárez, que se había desecho, y arriba había un señor que había perdido su departamento, y agarraba piedritas y las echaba así, una por una, una por una, esa era su reacción, y era una reacción de un dolor que a ti te paralizaba, como él estaba paralizado, entonces estar con la gente, caminar en la calle con la gente, tanto en el terremoto, pero antes con los estudiantes.

31:30
Elena Poniatowska. Yo a todos ustedes, si quieren ser escritores, que supongo que a lo mejor quieren, porque están aquí, es una razón para estar aquí, les aconsejo, vayan a la cárcel, vayan al Palacio Negro, el de Lecumberri, ahora ya no tanto, porque es la cárcel preventiva, pero vayan a oír el relato de vida de los presos, y de las mujeres presas, las mujeres también, porque oirán cosas que no son suyas, en el sentido de que no las han vivido, pero que las van a enriquecer en una forma extraordinaria, hablar con otro, hablar en una celda, en una celda a veces de literas, de varias literas de mampostería muy duras, con un colchoncito muy delgado, y una almohada también, dada a la tristeza, todo eso es una lección extraordinaria, como también lo es hablar en el mercado, con las marchantas, hablar en, yo creo que la comunicación es un inmenso ir y venir, ir y venir, pero ese es el latido del corazón, el corazón va, viene, va, viene, hasta que un día se para, entonces si ustedes pueden comunicarse así, escuchar al otro, van a sentir que su vida crece, se vuelve inmensa, se vuelve así, distinta, porque todos tenemos más o menos los mismos dolores, las mismas tristezas, pero las mismas enormes alegrías que debemos agradecer.

33:38
Joel. Hola Elena, ¿qué tal? Mi nombre es Joel. Creo que en la vida hay dos momentos que te dejan huella, por un lado el éxito y por otro lado el fracaso. ¿Qué consejo podrías dar a las personas que están pasando por un momento difícil?

33:53
Elena Poniatowska. El éxito y el fracaso son relativos, yo creo que se vive la vida por momentos, por ejemplo, a mí nada me hizo más feliz que el nacimiento de mis hijos, una mamá que da a luz, pues se le abre el mundo, se le abre también el cuerpo, se le abre porque, pero porque da salud, y entonces cuando te ponen a tu niño en los brazos, pues yo creo que se te abre a ti una vida para él, porque piensas cómo va a ser, cómo le va a ir, cómo va a sortear todos los peligros, cómo lo tengo que cuidar, cómo lo tengo que bañar, todo, aprendemos hasta a cambiar pañales, todo se tiene, pero es instintivo también, en general cualquier mujer que ama a sus hijos, lo sabe cuidar, lo sabe amamantar, entonces eso es una, tener un hijo es una gloria, pero también si hay la posibilidad de escribir, yo tuve mucha suerte, mucha suerte porque desde muy joven entré a un periódico, el Excélsior, y luego ya me seguí en otros periódicos, y luego pude publicar libros en una editorial que desgraciadamente ya desapareció, pero también en otras grandes editoriales que me llamaron, y luego tuve la suerte de ser traducida hasta al chino, entonces todo eso pues es muy gratificante, te da en la vida pues un don, como estas luces o como ustedes mismos son para mí, ver todos sus rostros de ustedes, su atención, pues es un inmenso regalo, un regalo matutino, precioso o vespertino, un regalo que voy a atesorar, porque ya al rato pues ya patas para cuando son, porque ya tengo casi 93 años, entonces pues gracias, gracias, gracias a ustedes, y gracias a la vida que me ha dado tanto.

36:35
Claudia. Hola Elena, ¿qué tal? Soy Claudia. ¡Qué inspiración poder escucharte en vivo! ¡Qué inspiración escuchar tu vida, tu historia! Y quisiera tener la oportunidad de preguntarte, con todo esto que nos has dicho acerca de las mujeres, que si había mujeres en tu época que destacaban, pero qué significa para ti el reconocimiento y los premios que has tenido a lo largo de tu vida, ¿qué han significado para ti que la gente te reconozca y hoy tantos estemos aquí justo reconociéndote? Muchas gracias.

37:10
Elena Poniatowska. Bueno, supongo que están aquí porque les interesa la cultura o en alguna forma, o les gusta leer libros, o les gusta ver a los demás, alguien como yo así, debatirse en un escenario, les puede gustar también la actuación, entonces hay razones para ustedes, para estar aquí, y para mí la razón de verlos, de ver sus caras sonrientes, de ver sus caras atentas, pues es un inmenso regalo de verla con su pelo largo, bellísima, es un regalo y es una gratificación porque finalmente escribir es un acto solitario, tú y yo, máquina y yo, o libreta también, libreta escribe también y yo, entonces el intercambio, las preguntas que me hacen, las miradas que me dan, su suéter, su pelo largo, las mujeres y el color rojo, todo lo que yo veo, pues a mí también me alimenta, me enriquece y hoy en la noche les prometo que voy a dormir muy feliz, voy a dormir con los angelitos, pero finalmente la escritura es el papel en blanco y a ver cómo le haces y cómo lo llenas, antes con letra, con una pluma, ahora pluma atómica y luego con una máquina de escribir, entonces es un trabajo en que se te aparece el diablo y a veces te ayuda, se sienta sobre tu hombro, un angelito chiquito de la guarda.

39:12
Elena Poniatowska. Una mañana como a las 8 de la mañana me llamaron de España, un señor, una voz masculina y me dijo ha obtenido el Cervantes y yo me quedé muy sorprendida y no entendí y me volvió a repetir hasta que se enojó, me dijo que no me entiende, usted acaba de obtener el Cervantes porque hay un jurado que la escogió a usted y para mí fue una sorpresa muy enorme porque era muy temprano, pero porque yo nunca pensé que una periodista como yo o una, bueno, una escritora también como yo, pero que hacía más libros que podrían ser menos de ficción, aunque son ficción, obtuviera un premio de esa envergadura. También lo primero que pensé fueron dos cosas que me dieron tristeza, que mi madre había muerto y sobre todo que había muerto mi hermano Jan a los 21 años, que nadie debe morir a los 21 años, que no es justo que alguien de 21 años, un joven se muera y entonces todo eso se me vino a los ojos, se me vino a la cabeza y ya dije bueno, pues me preparo para irme a Madrid donde se da ese premio y es una iglesia antigua, es muy impactante, asisten los reyes de España y también pues lleve a mis nietos que tuvieron esa experiencia fabulosa que yo creo que van a atesorar en su corazón hasta que a ellos también les toque irse.

41:28
Miriam. Hola Elena, mucho gusto, yo soy Miriam, muchísimas gracias por compartir tanto conocimiento el día de hoy y pues ya hablando un poco como de todo lo que ya nos compartiste, yo quisiera que nos dejaras, no sé, algún mensaje o algún consejo que pueda como cerrar con broche de oro esta conversación tan maravillosa que hemos tenido contigo.

41:52
Elena Poniatowska. Escribir es como todo, es como echarse a la alberca, es aprender a nadar, a nadar con las letras, es simplemente un acto de voluntad y un acto de conciencia y un acto también de amor a los demás, porque si uno escribe es una forma de comunicación, si uno escoge ser actor, actuar, también es una comunicación, es un darle a los demás, es un abrir puertas y eso yo creo que sí es, tiene que ver con la religión, con lo que tenemos dentro cada uno y que nos enseñan desde niño, que es a dar, a dar un vaso de agua como el que me voy a beber ahorita, porque ya se me secó el seso y la boca. Cuando uno es muy joven es difícil creer en uno mismo, aprender, aprender de, aprender que uno puede, puede hacer las cosas, es este, uno siempre pregunta, yo, mi vida ha sido de preguntas toda la vida, pero lo que más ayuda es tener fe en sí mismo y lanzarse, lanzarse, aunque uno fracase las primeras veces, aunque uno sea rechazado, pero en general la gente es mucho más buena con uno de lo que uno cree, es mucho más receptiva de lo que uno cree, así que yo creo que simplemente se trata de dar el primer paso, de ir a los demás y de sobre todo, si uno puede aprender, aprender de los demás, aprender en la casa, aprender en la escuela, aprender de los padres, aprender también de los amigos, tener una buena amiga a los 18, a los 15 años, pues es un tesoro, y tener hermanos es un tesoro, así que espero que todos ustedes tengan hermanos y tengan con quien abrazar, a quien abrazar, y es seguro les va a dar toda la tranquilidad de este pinche y hermoso mundo.