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La fotografía que nunca hice

Sergio Tapiro

La fotografía que nunca hice

Sergio Tapiro

Fotógrafo


Creando oportunidades

Sergio Tapiro

Sergio Tapiro es un fotógrafo de naturaleza cuya pasión y dedicación lo han llevado a capturar imágenes impresionantes de fenómenos naturales. Nacido en México, Tapiro se ha especializado en la fotografía de volcanes, un interés que surgió de su fascinación por la ciencia y la naturaleza desde joven. Su imagen más reconocida, tomada el 13 de diciembre de 2015, muestra una explosión del volcán de Colima con un rayo iluminando la escena, una fotografía que le valió el prestigioso premio World Press Photo en 2016. Este logro fue un sueño hecho realidad para Tapiro, quien admiraba las exposiciones de este concurso desde su juventud.

Además, su trabajo ha sido exhibido en el Museo Smithsonian en Washington durante más de tres años, y en 2017 fue nombrado Fotógrafo del Año por National Geographic Travel. Tapiro también comparte su experiencia personal de cómo la fotografía le ayudó a superar una etapa de depresión, convirtiéndose en una forma de terapia y autodescubrimiento. Su enfoque en la fotografía va más allá de la técnica, buscando capturar la esencia y la magia de los momentos efímeros que la naturaleza ofrece.


Transcripción

00:20
Sergio Tapiro. Yo soy Sergio Tapiro. Soy un fotógrafo de naturaleza. Esta foto que están viendo, que tomé el 13 de diciembre de 2015, a eso de las 9 y media de la noche, es el resultado del esfuerzo de muchos años de trabajo, de búsqueda constante y de alimentar una pasión. El impacto de esta imagen ha sido increíble. Creo que es una de las imágenes de volcanes más conocidas en el mundo, gracias a que en el año 2016 ganó un premio World Press Photo. Para mí, World Press Photo era un sueño prácticamente inalcanzable. Cada que venía yo a la Ciudad de México, iba, visitaba el Museo Franz Mayer para poder ver esta exposición, compraba los libros y decía, qué maravilloso debe ser un día estar ganando un World Press Photo o aparecer en un libro. También tuve la enorme dicha, la fortuna, el honor de que estuviera exhibida en el Museo Smithsonian en Washington durante más de 3 años. Y me hizo acreedor de un premio muy importante en la fotografía, que es fotógrafo del año de National Geographic Travel del año 2017.

 

Lo que estamos viendo en ella es una explosión, una violenta explosión del volcán de Colima. Están sucediendo muchas cosas al mismo tiempo. Por un lado, vemos una nube de ceniza que está saliendo del cráter del volcán. Se ve un poco de lava que está corriendo por las laderas del volcán. Podemos ver también un rayo. Este rayo ilumina toda la escena. Por eso es que en el cielo podemos ver en una parte como la nube de polvo. Este polvo en realidad es arena. ¿Y por qué sucede el rayo? El rayo sucede por la fricción de las partículas de arena. Se llama en términos comunes, tormenta sucia. Y las tormentas sucias suelen suceder sobre todo en erupciones muy grandes en los volcanes, pero incluso llegan a ocurrir en las tormentas de arena. Es un fenómeno común.

 

¿Por qué es maravillosa esta foto? Porque este enorme rayo de unos 600 metros de longitud es el que está bañando toda la escena. Nos permite ver el edificio volcánico, nos permite ver el volcán. Se alcanza a distinguir la lava y yo lo llamo el flash de Dios, porque es como si Dios hubiera tirado un flash de 600 metros que nos ayuda a iluminar. Y ahora, combinar todos estos elementos y además que hubiera un fotógrafo en ese momento con la capacidad, con la técnica, con muchos años, muchas horas de esfuerzo aprendiendo a tomar fotos de volcanes, este fue el resultado. Magia, magia en una imagen.

 

Pero ahora quiero hablarles de otra foto. Imagínense que están cerca de un volcán, que están en un ambiente húmedo, frío, está haciendo viento, está totalmente nublado. Y de repente, dos amigos míos me invitan y me dicen, oye, Tapiro, vamos a ir a saludar al volcán. ¿Quieres ir? Y pues yo sabía que no iba a tomar fotos, veía que estaba nublado y que no se iba a ver el volcán, pero dije, la experiencia va a valer la pena, va a estar bonito.

 

Entonces nos fuimos en mi carro, llegamos hasta el lugar donde había acceso en el carro y nos bajamos y caminamos unos 10 minutos más. En este lugar precioso, un paraje increíble, estaba todo húmedo, seguía el frío, estaba lloviendo. Y en cierto momento sentí dentro de esta lluvia un pequeño calor en mi cara. Era un rayo de sol que se había metido de quién sabe dónde y estaba bañándonos a nosotros tres. Y veo a lo lejos un arcoíris. Se empieza a trazar un precioso arcoíris, estos 180 grados, era una cosa maravillosa. Después se empieza a formar un segundo arcoíris encima, muy pegado a este primer arcoíris. Y en ese momento me acordé que yo era fotógrafo. Y entonces me acordé que mi cámara estaba como un kilómetro hacia abajo. Y tuve la opción de pensar y decir, si voy corriendo, quizá me dé el tiempo para poder tomar esta– agarrar la cámara, tomarle fotos a estos dos arcoíris que se ven increíbles.

 

Pero algo que me ha enseñado la naturaleza es que estos sucesos y estas cosas tan importantes y tan maravillosas y a veces tan mágicas ocurren solo por unos segundos. Esa lección nos la tiene que dar la naturaleza. Todo está en movimiento constante y todo el tiempo las cosas están cambiando. Entonces decidí no ir por mi cámara, me quedé ahí. Y en ese momento ocurrió la cosa más increíble que he visto en mi vida. Un tercer arcoíris o una parte como de un arcoíris se empieza a formar del lado izquierdo y se empieza a pintar. Yo jamás había visto tres arcoíris. Dos arcoíris, sí, pero tres. Y así como llegó, se fue. Todo esto que les acabo de platicar es la foto que no tomé.

 

Para un fotógrafo es muy extraño hablar de la foto que no tomó, pero para mí tiene un matiz bien importante. Porque ahora esta foto que yo no tomé, pero que yo tengo aquí en mi cabeza, también ustedes la tienen. Y entonces lo que me queda claro es que la naturaleza siempre nos da este tipo de regalos, a veces sin buscarlos, a veces cuando los estamos buscando desesperadamente, parece que nunca van a llegar. Y creo que siempre debemos estar atendiendo a lo que ocurre a nuestro alrededor. Como fotógrafo, yo pienso como un niño, miro como un niño. Me gusta sentir que estoy aprendiendo todo el tiempo. Creo que debemos recordar que una fotografía se queda ahí para siempre. Es un instante que quiso ser congelado y que logró ser capturado en una cámara. Pero es un fracaso porque intentamos detener el tiempo que inexorablemente y continuamente se está moviendo.

07:10
Rodolfo. Hola, Sergio. Mi nombre es Rodolfo Jasso y es un gusto estar aquí contigo el día de hoy. Eres una gran inspiración. Gracias. Y yo quisiera preguntarte, para hacer la foto de tu carrera, seguramente tuviste que pasar, pues, por mucho tiempo de estar en la naturaleza, de estar en soledad. Y en ese sentido, ¿qué crees que es más importante? ¿Tener el talento o estar justo en el momento adecuado? Gracias.

07:35
Sergio Tapiro. Muy buena pregunta, por cierto. Tener el talento significa que tienes– adquiriste las habilidades para poder ver algo más allá de lo que normalmente se ve. Las habilidades se van forjando en el camino y con la vida. Vengo de una familia con dos papás que en su tiempo fueron profes, fueron maestros. En mi casa había muchos libros, había literatura fantástica.

 

En mi casa yo leía Julio Verne. Era de mis lecturas favoritas y la leía y la leía y releía hasta el cansancio. Esos estímulos me llevaron a pensar un poquito en la ciencia. Otros estímulos, otros libros, otras enciclopedias, me hicieron observar fotografías. Todo ese bagaje y todo esto que va uno asimilando desde que eres un niño es lo que te va transformando. Es necesario adquirir la técnica, es necesario saber manipular una cámara, que es tu herramienta de trabajo. Pero también es necesario estar en los momentos. Si no los buscas, si no estás ahí, es probable que no te suceda. Las grandes fotos suceden porque hay un fotógrafo, alguien con esas habilidades, con esa capacidad, que decidió darle clic a la cámara. Ahora que las cámaras modernas y que incluso los celulares toman tan buenas fotos, pareciera que se demerita el trabajo del fotógrafo, pero la realidad es que no.

 

Un gran fotógrafo detrás de un móvil o detrás de una buena cámara va a lograr tomar una buena foto. Pero un fotógrafo que tiene poco conocimiento difícilmente lo va a lograr. Platicando con muchos amigos fotógrafos y fotógrafas, por ejemplo, de deportes, el que toma una gran foto de un deporte es porque tiene un conocimiento preciso de ese tema. No puedes tomar una gran foto de béisbol si no sabes cómo funciona el béisbol. Yo no hubiera podido tomar buenas fotos de volcanes, a pesar de tener talento, a pesar de tener habilidad, si no hubiera tenido conocimiento acerca de los volcanes. Entonces, cuando desconoces un tema, pues, simplemente haces una fotografía que probablemente no trascienda más allá de… Pero cuando tu foto, además, le insertas algo que puede sonar como magia o puede sonar como místico, pero una especie de pasión, yo siempre he sentido que las fotos la reflejan. Esa pasión, ese vigor, esa fuerza, esa energía que tuviste o esas ganas de hacer esa fotografía están insertas de algún modo en la imagen. En este caso, por ejemplo, llevarme por esta pasión significó no estar en celebraciones especiales de mi familia, significó no estar con mi pareja en un fin de semana tranquilamente, significó estar alejado de todas las situaciones que pueden ocurrir en tu casa. Yo tuve una etapa en mi vida muy importante, que es la que me forjó para ser fotógrafo, y es que yo estaba pasando por una depresión. Si alguno de ustedes ha tenido depresión o tiene depresión, creo que lo más recomendable es acudir con un especialista para que nos ayude a salir de esto.

 

Yo empecé a tomar la fotografía como una terapia, como una manera de mantener un diálogo interno con mis demonios. ¿Y qué más se puede hacer en la naturaleza cuando tienes que estar seis u ocho horas enfrente de un volcán en la soledad, en la noche, cuando no hay nada a tu alrededor? Solo tú y un volcán. Entonces, de esta manera empecé a dialogar conmigo mismo, empecé a darme cuenta que este fracaso tan grande que yo sentía que era el divorciarme, en realidad, era algo de lo que debía salir y debía continuar. Había vida que hacer y había fotos que tomar. Entonces, las fotos de los volcanes fueron este aliciente, esta manera de salir de esta depresión. No de la locura. La locura la tengo y esa no se me va a quitar nunca. Y me siento muy afortunado en ese sentido porque esta locura, esta maravillosa locura, es la que me ha obligado y me ha tenido siempre frente a un volcán esperando tomar fotos maravillosas. ¿Creo haber respondido? Sí. Muy bien.

12:39
Sergio Tapiro. La razón de que tome fotos es que me gusta acercarme o me gusta sentirme cerca del origen de todo. Me gusta entender mi universo. Me gusta comprender qué es lo que está pasando. Y la fotografía me ayuda a dar ese paso que, de hecho, también me transforma. Me gusta pensar que en la fotografía se ve uno mismo y en la fotografía nos vemos también todos. Las fotos son valiosas porque guardan memorias. Las fotos suelen ser importantes porque significan algo para nosotros. Pero no estoy hablando de la foto de mi espagueti o la foto, la selfie que nos tomamos cotidianamente. ¿Qué tal si gracias a una foto recuerdas a un ser querido que ya no está contigo? La foto de tu mamá, la foto de tu abuelito. Hace muchos años, si ocurría un incendio, lo primero que intentaban las familias rescatar de las casas era la caja de zapatos donde coleccionaban las fotografías.

 

Las conservamos porque significan algo para nosotros. Significan amor, significan un tiempo que tuvimos, una etapa que vivimos y que, pues, que es una etapa o que es algo que ya no está. La fotografía nos transforma y la fotografía nos hace amar. Y cuando perdemos una fotografía tan valiosa, también sentimos que estamos perdiendo un pedacito de nuestras vidas. No sé si les ha pasado a ustedes. Era el año 2002. Yo estaba muy deprimido. Acababa de separarme de mi esposa. Estaba muy triste. Ya habíamos concebido a una niña que se llama Andrea.

 

Y esta fotografía se llama Como el amor a Andrea. Es una de las pocas fotos que yo visualicé mentalmente antes de tenerla. Y es una foto que tiene la luna y el volcán en erupción. No es un proceso digital. Es una foto que está en un rollo, que tomé con una cámara de rollo. Y la historia que cuenta esta fotografía es que cuando yo platicaba con Andrea, que era mi bebé, que era una niña chiquita de 3 años, yo le preguntaba a Andrea, ¿hasta dónde me quieres? Y Andrea me decía, “Papi, yo te quiero de aquí a la luna.” Y yo le contestaba, “Andy, mi amor por ti es más grande que el volcán.” Es por eso que esta historia reflejada en esta foto me pega tanto. Paisaje hecho poesía. Un paisaje forma parte de una etapa triste de mi vida. Y ahí está como un vivo recuerdo para siempre, ya para toda la vida, de lo que significaba esta mi relación con mi pequeña hija. Entonces, es una foto maravillosa que probablemente impresiona la primera vez que la ves. Pero una vez que entiendes el contexto, creo que cambia totalmente nuestra percepción.

16:43
Rubén. Soy Rubén Ostra y comparto contigo el gusto por la fotografía nocturna y por la naturaleza. Mi pregunta es, en este momento que las cámaras digitales, los celulares se han democratizado, que todo el mundo tenemos uno y que las selfies empiezan a inundar las redes sociales, ¿qué piensas tú? ¿Se ha perdido el sentido de la fotografía?

17:05
Sergio Tapiro. Por un lado, la diversificación de los dispositivos, los miles de teléfonos móviles, de teléfonos inteligentes, ahora nos permiten a todos tomar fotografías. De hecho, ahora todos podemos tomar muy buenas fotografías. Pero el trabajo del fotógrafo profesional consiste en tener el ojo, yo lo llamo tener un ojo de niño curioso, ir descubriendo estas escenas, estas imágenes, estos hechos que no todo mundo, incluso con un dispositivo como un celular, puede ver. Entonces, este trabajo introspectivo es el que nos ayuda a hacer cierto tipo de fotografía. La modernidad también nos ha dado como una velocidad, un vértigo tremendo. Hemos llegado a tal grado con la saturación, por ejemplo, de turismo para hacerse selfies o para tomarse fotos en ciertos lugares que yo recuerdo una experiencia en el Gran Cañón, en el que parecía que estábamos como en una película de ciencia ficción, cientos de personas caminando para llegar a un espacio donde se podía tomar una fotografía y la gente llegaba y se tomaba la selfie y bajaba. Y yo empecé a ver eso y dije, OK, yo vengo a tomar una fotografía, pero ¿estoy apreciando el lugar, estoy disfrutando de esto? ¿Este viaje de varios miles de kilómetros está representando algo en mi vida o solo vine a tomarme la selfie o a tomar una buena foto? Estamos olvidando la razón principal por la que hacemos las cosas. Hay un elemento humano en el tomar fotografías y eso es algo que ninguna inteligencia artificial nos va a traer.

 

Ninguna inteligencia artificial puede hacer que tú sientas al estar en un bosque, al estar en una montaña, al nadar en una playa. Ninguna inteligencia artificial nos va a dar la arena en nuestros pies cuando vamos al mar. Ninguna inteligencia artificial puede lograr lo que se logra con la sola experiencia. Y esto me lleva a pensar que hay cuatro palabras que todos conocemos y que todos usamos, pero que es posible que no las estemos usando adecuadamente. Una es ver, la otra es mirar, la otra es observar y la última, contemplar. Todos podemos ver. Todos los seres vivos que tienen ojos pueden ver, todos. Los seres humanos podemos mirar y también algunos seres vivos hacen una acción de mirar. Volteas la cabeza y con tus ojos ves algo. Después tenemos el observar, que requiere ya un poco de intelectualidad.

 

Cuando observas algo, estás pensando acerca de lo que estás observando. Estás generando un conocimiento, te estás haciendo preguntas y entonces el observar es fundamental para aprender. Y por último está el contemplar. Cuando uno contempla, se vuelve parte del paisaje. Cuando contemplas, es como si te pusieras en comunión con la naturaleza. Yo en este momento los contemplo porque estoy muy feliz de estar teniendo esta plática con ustedes. Así que es algo que yo me voy a llevar en mis recuerdos y en mi corazón. Yo los invito a que si salimos, si paseamos, si viajamos, disfrutemos ese momento, esa brisa, ese sonido de las hojas, esa lluvia, la chimenea, lo que sea. Son momentos humanos, irrepetibles. Son experiencias de vida.

 

Creo que a veces en este vértigo se nos olvida observar lo cotidiano y lo maravilloso y lo mágico que está aquí. Entonces, como ejercicio, creo que sí es muy divertido hacer estas cosas que haces cotidianamente, pero dándoles como otra visión. Y te vas, si lo haces, te vas a dar cuenta que hay muchísimas cosas de las que te estás perdiendo porque estás absorto en tus pensamientos. Yo recuerdo la experiencia de un amigo mío que salía del país, iba a otros países y regresaba con fotos maravillosas. Y un día yo le pregunté, ¿y por qué no tomas fotos bonitas aquí? Porque todas estas fotos las hacía con la mirada del asombrado, del que está recibiendo estímulos nuevos. Pero ¿qué hay de los estímulos que recibes diariamente? ¿Por qué no los fotografías? La fotografía es una experiencia vivida. Es como tener esta mirada de niño, como divertirte de nuevo con estas pequeñas cosas de la vida. Todos los días tenemos estas dosis de vida y a veces no nos damos cuenta que están enfrente de nosotros.

22:34
Odette. Hola, Sergio, mucho gusto. Soy Odette. Y, bueno, quería decirte que me hace mucho sentido que la naturaleza te regalara este momento tan importante. Creo que no es algo que se le regale a cualquier persona y qué bueno que hayas sido tú el que haya estado en ese momento. Y, bueno, me gustaría mucho preguntarte, ¿cómo es que tú te preparaste para este momento tan importante en tu vida y estar ahí presente?

22:55
Sergio Tapiro. En mi caso, imagínate que estaba tan loco y apasionado por los volcanes que me puse a leer incluso tesis doctorales de amigos, que después me los hice amigos porque, además, me empecé a asociar, a tener amistad con investigadores, con vulcanólogos. Porque si algo he de decir, yo no soy vulcanólogo, me encanta conocer acerca de los volcanes, pero jamás me ostentaría como un científico dedicado a estudiar los volcanes. La realidad es que soy un ciudadano común y corriente fascinado por un tema. Creo que la fotografía, igual que la música, yo también soy músico, toco la guitarra y la guitarra eléctrica sobre todo, son cosas que pareciera que llegaron tarde a mi vida. Empecé a tocar la guitarra cuando tenía como 20 años y empecé a tomar fotos de los volcanes cuando tenía más de 30 años. O sea, es un poco raro. Sin embargo, pues yo creo que eso no nos tiene por qué asustar. Creo, sinceramente, que las cosas llegan en el momento adecuado y que en base a mucha lucha, a estar practicando y estar defendiendo lo que te gusta hacer, es que se pueden conseguir estas cosas.

 

Muchas veces la gente me dijo, deberías dedicarte a tomar fotografías que te dejen dinero. Deberías dedicarte a hacer otro tipo de fotografía. ¿Qué sentido tiene que vayas tantos días y desperdicies tu tiempo estando enfrente del volcán? Y la verdad es que sí te mueve el tapete, sí te dice, estoy actuando mal, estoy haciendo lo incorrecto. Y finalmente dejé desbordar mi pasión. Y decidí no hacer caso a ese tipo de voces. Y, bueno, pues ahora ese tipo de voces ya no existen. Lo que existe en muchas ocasiones, pues, es ya una admiración o un respeto por este trabajo que me llevó tantos años. ¿Sí? Bien. Gracias.

25:22
Alicia. Hola, Sergio. ¿Cómo estás? Mucho gusto. Soy Alicia Madrigal. Y, bueno, tienes una frase muy conmovedora de cómo la fotografía humaniza la experiencia humana. Me gustaría si nos podrías platicar más acerca de esa frase. Gracias.

25:36
Sergio Tapiro. Muchas gracias por la pregunta. ¿Cómo nos humaniza la fotografía? Bueno, tenemos que recordar, las fotos son una experiencia de vida. Hay un fotógrafo o una fotógrafa que está tomando una foto y que está viviendo un momento. Si recuerdan la película de Ratatouille, ¿sí? Hay una escena donde el crítico prueba la sopa, prueba el ratatouille y se traslada a su infancia, a los recuerdos de su casa. La fotografía puede provocarnos ese déjà vu, ese regreso a la infancia.

 

Una fotografía puede hacernos recordar el lugar donde estuvimos con nuestra familia. Es este efecto ratatouille que podemos obtener gracias a las imágenes. Quiero hacer un ejercicio con ustedes. Quiero que cierren sus ojos, sus ojitos, por un momento. Y vamos a pensar que estamos en un bosque, que estamos escuchando el viento alrededor de las hojas de los árboles. Está fresco. Huele a pino. Maravilloso. En mi casa no huele así. Siento y escucho mis pasos en la vereda. A lo lejos se ve una montaña y hacia abajo veo una laguna de color azul. ¿Pueden oler? ¿Pueden sentir la brisa? Ya pueden abrir sus ojitos. Este es un ejercicio de mentalización para darnos cuenta de que tenemos estos recuerdos. No estuvimos ahí físicamente, pero si una vez ya apreciamos el olor de un bosque, si alguna vez el viento ya nos acarició la piel, podemos sumar todas estas cosas y estamos generando sentimientos, emociones y sentimientos. Son dos palabras que también a veces llegamos a confundir.

 

Las emociones las sentimos en el momento, ¿no? Siento miedo, siento frío, siento calor. Y los sentimientos son maravillosos porque se pueden quedar por largas temporadas. La felicidad es efímera y es un momentito, es una emoción. No hay felicidad absoluta. Yo no creo que siempre tengamos que ser felices, pero sí tenemos estos pequeños espacios, estos pequeños momentos de reflexión y estos momentos en la vida que nos hacen recordar que alguna vez estuvimos en cierto lugar, que nos hacen recordar que fuimos felices o a lo mejor tuvimos frío o a lo mejor estuvimos tristes o a lo mejor teníamos la mejor compañía de la persona que queremos.

 

Este es un ejercicio simplemente para hacernos recordar que hemos vivido cosas maravillosas y que a veces es muy bonito recrearlas y recrear incluso esta sensación de ser niño y de estar re-reconociendo estos olores, sabores, sonidos, todas las características de las cosas que vemos por ahí afuera. Este es un tema filosófico. Hay veces en la vida que parece que nada se mueve o nada está de acuerdo a lo que queremos o nada está funcionando o las cosas que teníamos planeadas no son como queríamos. Pero este es el día a día de cualquier fotógrafo o de cualquier profesional en muchos campos. Cuando eres un fotoperiodista y te envían a un lugar, tú tienes que regresar con la foto sí o sí. Y tu trabajo como profesional es conseguirla. No hay pretextos, no hay forma de evadir eso. Entonces, cuando eres un real profesional, aprendes a hacer este tipo de cosas. Y por otro lado está el sentimiento del artista, del creador, que dice, yo solo me muevo hasta que la inspiración me llega. O yo puedo tardarme dos semanas en hacer una foto porque la luz no era la adecuada.

 

Cuando eres fotoperiodista, no te puedes dar esos lujos. Y cuando eres artista, pues sí te los puedes dar, siempre y cuando tengas una manera de subsistir. Yo lo que recomiendo es seguirte moviendo, seguir haciendo cosas, no estancarte. Sé que es bien difícil cuando, sobre todo, cuando estás deprimido, cuando estás triste, quitarte la sábana, quitarte el velo de la cara y decir, otro día más. Pero finalmente creo que se puede conseguir. Y sobre todo, motivándonos o encontrando esas cosas que nos motivan, esas cosas que nos quitan el aburrimiento, esas cosas que nos sacan de la cotidianidad. Volver a saborear, volver a sentir, volver a disfrutar esas cosas que antes me gustaban y que a lo mejor ahora, porque estoy triste o estoy deprimido, ya no me gustan. Bueno, pues vale la pena experimentar para ver si eso nos hace retomar el camino. La vida es bien cortita. La vida dura bien poquito.

 

Somos frágiles los seres humanos. Y creo que si nos pasamos una buena parte de nuestra vida en discusiones estériles, en criticar, en hacer cosas que no nos aportan nada, pues, estamos viviendo una vida como sin chiste. Cuando empezamos a enfocarnos en las cosas que verdaderamente valen la pena, en la familia, en el amor, en todas las cosas maravillosas que te rodean, creo que el panorama suele cambiarnos y suele, afortunadamente, cambiarnos hacia un mejor estadío.

32:52
Edith. Hola, Sergio. Yo soy Edith. Muchas gracias por compartirnos las experiencias vividas con la fotografía. Me parece impresionante toda tu trayectoria y, sobre todo, saber que ha trascendido más allá de los premios. Yo tengo curiosidad de saber a qué distancia de los volcanes te encontrabas para tomar esas fotos tan bonitas y, bueno, sobre todo, para salvaguardar tu integridad y no correr riesgos.

33:17
Sergio Tapiro. Muy bien. Acabas de dar un dato que es muy, muy importante.

Ninguna foto vale más que tu propia vida. Así que es fundamental siempre cuidarnos. Y cuando estamos acompañando a otros colegas, normalmente estamos cuidándonos entre todos. Como dato técnico, para tomar la foto del rayo, estaba a una distancia de 12.5 kilómetros del cráter en un lugar llamado Carrizalillos, que es una pequeña laguna, un lago muy chiquito en el norte de Colima. Y es fundamental en todas las profesiones y en todas las carreras no hacer las cosas que sean peligrosas. Por ejemplo, si tú revisas mi material, no vas a encontrar fotos que abiertamente sean una invitación a que la gente se suba a lugares o se acerque a lugares a donde no debe. Por ejemplo, esta fotografía que tenemos de mi camioneta, en la que se ve un flujo piroclástico, fue la que yo pensé que me iba a hacer obtener un World Press Photo. Y oh, sorpresa. A pesar de ser una foto espectacular, una foto que se viralizó tremendamente, no, no obtuvo nada en World Press Photo. Prefirieron los jueces esta fantástica fotografía del rayo.

 

Es una fotografía que tomé a 7 kilómetros de distancia del cráter. Y lo que están viendo ahí, esta nube, es una nube en realidad de gases, de cenizas, rocas grandes de varios metros de espesor. Y estas ruedan por las laderas de los volcanes. Son el evento más peligroso que puede existir en un volcán. Y esto es, desgraciadamente, lo que dentro de las actividades volcánicas, dentro de las erupciones volcánicas a nivel mundial, mata más personas. Mis fotos suelen ser una invitación a que la gente lea, aprenda sobre un tema que le apasione la ciencia, pero nunca acercarse para tomar un riesgo innecesario. Algo bien importante es, mientras más conocemos de los peligros que nos ofrece, por ejemplo, un volcán, menos vulnerables somos. Mientras más sabemos de sismos, menos vulnerables somos al construir con ciertas reglas para que ocurran menos daños. Ese es el tipo de cosas que también provocan algunas fotografías. ¿Y qué tal si eso lo aplicáramos en nuestra vida? ¿Qué tal si nos diéramos cuenta de que las cosas que a veces hacemos pueden ser dañinas o nocivas para nosotros mismos? Sé que es un trabajo introspectivo y que a veces nos da miedo mirar hacia adentro, pero mientras más sepamos de nosotros mismos, más preparados y más protegidos, vamos a estar ante la vida.

36:29
Carlos. Hola, Sergio. Mucho gusto. Carlos López. Ha sido muy amable compartiéndonos el catalizador que te llevó a la fotografía, pero ¿por qué fue la fotografía y no otro medio de expresión como la literatura o la pintura?

36:43
Sergio Tapiro. Gracias por tu pregunta, que es muy buena pregunta. De hecho, tiene que ver con la vocación. Yo me di cuenta tarde que tenía cierta habilidad visual. ¿Y por qué me enfoqué en la fotografía? Por la sonrisa. Porque inevitablemente me hacía reír. Me provocaba felicidad. Y, por ejemplo, para dibujar, soy muy mal dibujante. Parece que tuviera una mano atrofiada. Realmente no paso de los palitos y las bolitas. Hay algo extraño en mi cerebro. Yo tengo TDA, Trastorno de Déficit de Atención. Y entonces puedo estar muy obsesionado con una cosa y a los cinco minutos ya no me provoca la misma curiosidad. Y estoy cambiando de tema. Pero esta razón es la que me llevó a dedicar años fotografiando volcanes y a ser persistente y hacer un montón de cosas. Entonces, no es algo malo. Es simplemente algo con lo que he tenido que vivir. Y el reto ha sido ser un humano funcional en una sociedad que, de repente, como que no entiende.

Y, de hecho, uno mismo no entiende qué es lo que pasa con tu cerebro, que a veces estás platicando con alguien y no estás entendiendo lo que te están diciendo porque tu cerebro está pensando otras cosas. Tomaba de repente, hacía fotoperiodismo, tomaba fotos de políticos. Y mientras no estaba tomando fotografías de políticos, estaba fotografiando una mosca. Y fue aquí me llamaba mucho la atención. Ese es mi cerebro y es un cerebro muy juguetón. Cuando eres creativo, buscas canales, buscas medios para comunicar. En mi caso, primero fue la música. Primero fui músico de más o menos de buen nivel. Tocaba la guitarra eléctrica en un grupo de rock. Y esa era como mi manera de desahogarme y de expresar cosas.

 

Pero después dejé la música por un momento y me fui directamente a la fotografía. Antes estuve trabajando, haciendo video, trabajando en televisión y algunas cosas. Pero el arte en sí es muy celoso. La música es muy celosa. Y después de que la abandoné, me hizo llorar porque ya no podía tocar como tocaba unos años antes debido a que me enfoqué en la fotografía. Entonces, lo que ahora estoy tratando de hacer es tener un justo equilibrio entre estas pasiones, estas formas de arte que me ayudan a comunicar. Ya estoy tocando de nuevo la guitarra a un nivel más o menos prudente, decente, y sigo tomando fotografías. Y lo que sí, he madurado en mi forma de ver la fotografía. He cambiado mi perspectiva y ahora la analizo de manera distinta a como lo hacía hace 10 años probablemente. Entonces, ha habido algunos cambios en mí mismo que finalmente son parte de tu evolución como ser humano.

40:14
Fernanda. Hola, ¿qué tal? Mi nombre es Fernanda. Pues, maravilloso tu trabajo. Yo lo que quería preguntar es, después de esa fotografía que te llevó a un premio, ¿cómo viviste después la presión de que esperan que crees algo más? Entonces, ¿cómo has lidiado con eso?

40:35
Sergio Tapiro. A veces podemos ser un poco ingratos con nosotros mismos. Después de haber tomado una gran foto, sí, suele haber alguien que te diga, ¿y ahora qué vas a hacer? Si ya tomaste la foto de tu vida, ¿qué es lo que sigue? Sigue, para mí, seguir intentando y seguir descubriendo. Pero también pensando en que la fotografía tiene este elemento de experiencia humana, pues, a donde me mueva voy a seguir tomando fotografías. Y pude tomar una fotografía similar dos años después, un año después de esta foto mágica del rayo. Tomé otra fotografía en la que aparece un rayo en otra dirección. Y entonces ahí la naturaleza fue la que me respondió y me dijo, tienes que seguir tomando fotografías. O sea, van a seguir ocurriendo cosas, no tienes por qué volver a superarte. No hay ninguna razón de peso en ello.

 

Las cosas llegan en su momento y esa fotografía llegó en el momento preciso en mi vida para generar un montón de cambios. Ya no estoy en la búsqueda de hacerme famoso con las fotografías. No estoy ya en el proceso de presumirme como un fotógrafo valiente, arrojado, que le gusta hacer hazañas. Eso ya no está para nada en mi perspectiva. Porque también he ido cambiando, porque voy creciendo, porque mi vida se va haciendo cada vez más pequeñita. Y no puedo, creo que no debo tener ese tipo de pensamientos. Realmente no es importante ni la fama, ni el volver a superarte. O sea, las cosas tienen que ocurrir. Y si llegara a ocurrir algo mejor que esa foto, pues yo estaría encantado. Pero la realidad es que hasta estadísticamente es muy, muy, muy difícil que me vuelva a salir una– en México le llamamos una chiripa de ese tamaño.

 

Ya para terminar, decir algunas conclusiones. Primero, creo que hemos recorrido este camino lleno de emociones, lleno de recuerdos, lleno de alegrías, de tristezas. Creo que se han conmovido junto conmigo. Y eso, todos estos sentimientos y todas estas cosas son las que provocan las fotografías. La fotografía en sí como un acto humano, un acto en el que un ser humano estuvo en un lugar, estuvo percibiendo y sintiendo cosas y tomó una imagen. Y eso es lo que quiero que ustedes se lleven a sus casas, que aprendan o reaprendan a disfrutar de estos momentos mágicos que a veces despreciamos, ¿no? O son tan cotidianos o tan simples que ya no les ponemos atención. Quiero que se lleven este recuerdo. Ya vieron lo que puede proyectar una imagen, ya vieron la fuerza maravillosa que puede tener y los sentimientos que nos puede hacer sentir. Y los recuerdos, sabores, olores, texturas, todas esas cosas pueden ser provocadas por una fotografía. Yo los invito a que hagamos fotos, a que se disfruten tomando fotografías.

 

No solo se tomen selfies, no solo tomen fotos de su platillo antes de comer. Creo que hay muchísimas cosas más que podemos fotografiar. Simplemente como un ejercicio personal o como algo diferente a lo que hacemos cotidianamente. A los que nos gusta la fotografía, pues es una actividad que requiere a veces mucho, mucho estudio, a veces mucha fortaleza. Y en otras ocasiones la fotografía solo nos pide que sepamos leer la luz. Que podemos lograr un gran retrato simplemente con una ventana sin necesidad de mucha tecnología. Entonces los invito a tomar fotografías, los invito a que descubran las historias atrás de muchas grandes fotografías que seguramente han visto por ahí.